La objetividad en las Ciencias Sociales y su impacto en la investigación Pablo Alberto Torres Lima Presentación Las presentes notas tienen como origen una interrogante acerca del papel de la objetividad en las ciencias sociales que surgió durante un curso sobre metodología de investigación que ofrecí en el Doctorado en Ciencias Sociales (Desarrollo Rural) en la UAM-X, durante el año de 2000. Al ofrecer las notas a los estudiantes en ese entonces, el texto se ensambló con diferentes enfoques y ofreció una revisión plural sobre el tema. Sirvan pues para motivar la discusión relajada pero rigurosa al respecto en El Colegio de Sonora dentro de ciclo de “Charlas Relajadas”, organizadas por Servando Ortoll en este verano de 2003. Introducción Para los investigadores en ciencias sociales el dilema o conflicto entre la investigación valorativamente orientada y la sujeta a las normas de la “objetividad” 1 de la ciencia resulta en una discusión permanente. Ya a principios de siglo Weber (1981:16) señalaba que la costumbre de mezclar la investigación científica de hechos y razonamientos valorativos es una de las características mas extendida y que más perjudica a las tareas de construcción de conocimiento. Sin embargo, es reconocido que en la investigación social el pensamiento abstracto es constantemente confrontado con la realidad “objetiva” cuya existencia puede considerarse ajena a la mente humana (López Castillo, 1999:20). Esta confrontación, mediante modelos conceptuales y esquemas metodológicos, es el principal argumento de las ciencias 1 El término “objetivo” empleado para calificar el conocimiento cuenta con tres acepciones: a) es objetivo lo que procede del objeto, o sea cuanto existe fuera e independiente de la conciencia cognoscente; por lo tanto, es objetivo el conocimiento que refleja, en una acepción particular del término, este objeto, b) es objetivo lo que es cognoscitivamente válido para todos los individuos; c) es objetivo lo que está exento de afectividad y, en consecuencia, de parcialidad (Schaff, 1971:336). sociales para constituir la coherencia acumulativa de la construcción del conocimiento y de los resultados de la investigación frente a los hechos. En la actualidad, los científicos sociales han sido adeptos a aumentar los límites empíricos en los procesos de investigación, pero la aparición de “nuevos hechos o sujetos sociales” ha contribuido de manera limitada a juicios lógicos reflexivos, en donde esta acumulación de “hechos” y las teorías narrativas que los explican2 incluyan el examen riguroso de las ideas y los discursos en la existencia social del conocimiento y de éste en nuestras condiciones de vida 3 . De cualquier forma, las teorías sociales, como construcciones de la acción humana, manipulan la realidad y se obligan, al constituirse como ciencias, a introducir selecciones en donde se diferencian las maneras de organizar la complejidad y en donde se especifican reflexivamente los fundamentos de su modo de observación (Torres, 1999:7-8). Es decir, en la investigación social, y como parte de los supuestos sobre el concepto de realidad propuesto por Zemelman (aquellos que refieren a la articulación entre los procesos estructurales y los que son determinados por la intervención de la praxis de los sujetos sociales), es necesario tomar en cuenta los elementos de conocimiento que indiquen lo objetivamente posible dentro de opciones identificadas que surjan de esta realidad (Masse, 1995:166) De esta forma, los juicios en la evaluación de las teorías y del significado de los métodos en la investigación social y la actividad humana implican el cambio tanto en las interpretaciones subjetivas y las condiciones objetivas del conocimiento. A esta 2 “… para que surja un objeto de discurso, … para que se pueda decir de él algo y para que varias personas puedan decir de él cosas diferentes” (Foucault, 1982:73). 3 “ El hombre es el conjunto de sus relaciones de producción pero también es conciencia, conciencia que nos enfrenta al problema de los diferentes planos en que actúa el hombre como sujeto. ..La voluntad de acción encarna una subjetividad en proceso de ampliación conforme se enriquece la capacidad de apropiación de lo real, y, por lo mismo, se produce una ampliación de la propia conciencia del sujeto. Pero esta lógica de la conciencia no opera fluidamente, pues la ampliación de la subjetividad tropieza con obstáculos provenientes de la estructura social que impiden que la conciencia transforme al hombre histórico-social en sujeto..” (Zemelman, 1997:62-63). 2 evaluación se suma, dentro del proceso de conocimiento, el lugar del sujeto que ha ido cobrando importancia no sólo en las ciencias sociales sino en todos los ámbitos científicos. Es decir; la discusión sobre la pertinencia de las teorías y los métodos de investigación en las ciencias sociales esta abierta a comprender la importancia de la subjetivid ad como imaginario social, como creación colectiva de significaciones sociales imaginarias creadoras de formas históricas que rebasan los límites de la ciencia y de la reflexión metodológica y que superan la actual relación entre conocimiento y práctica (Carrizosa, 1998:46-47). El discurso Amparados bajo el cobijo de la cientificidad, entendido éste como el proceso de conocer sistemáticamente, en la medida que es riguroso (lógica), comprobable (verificación) y evidente (empírico), los investigadores sociales respetan las reglas básicas de la validez, confiabilidad, replicabilidad, la construcción teórica y otras características que separan a la ciencia de otras formas de conocimiento. Sin embargo, la actividad e ideología científica provee todo un cuerpo de principios que reclaman para sí la relación entre conocimiento, sus consecuencias y las obligaciones del investigador hacia la sociedad. En este sentido, el ámbito de validez de la organización y desarrollo del proceso de investigación consiste en crear y recrear la relevancia social y política de los compromisos del investigador en la construcción de conocimientos científicos, tecnológicos y humanísticos que conserven un nivel de cientificidad. La “rebelión” intelectual del siglo XXI involucra el repensar críticamente el proceso objetivo de construcción de nuestra subjetividad al conocer, descubrir o reinventar nuestros objetos de estudio4. Así, la objetividad significa simplemente 4 Según Pasternac (1981:119) conviene diferenciar entre objetos empíricos, objetos de conocimiento y objetos teóricos. Los objetos teóricos (conceptos de la ciencias) permiten productivamente obtener el efecto de conocimiento. Los objetos de conocimiento son la materia prima sobre la cual se trabaja en esa práctica científica. Los objetos empíricos son las formas sensibles directas de aparición de la realidad material. Aplicando recursos técnicos 3 tomar el riesgo intelectual de ser probado lo demostrablemente equivocado (Kirk y Miller, 1986, crf. Thomas, 1993, p.17). El reto, finalmente, consiste en desmitificar la “verdad”5 sobre las formas de pensamiento y construcción del conocimiento. Esta desmitificación incluye los valores del investigador en los juicios racionales de discernimiento para elegir entre alternativas teórico-conceptuales, e involucra normas o procedimientos que nos ayuden a guiar tanto el discurso y la actividad de interpretación en el proceso de construcción del conocimiento. Este tipo de alternativas y procedimientos deben ser guiados de manera sistemática y lógica en la misma práctica y desarrollo del proceso de construcción del conocimiento bajo diversos niveles de investigación. Estos niveles pueden ser descritos de la manera siguiente: A) Nivel Epistemológico. En la investigación es preciso ocupar alguna posición teórica para dar lectura a la realidad o bien comprender e interpretar algún objeto o proceso teórico o bien un hecho empírico. Esto significa que se debe identificar la perspectiva teóricaconceptual dentro del proceso de construcción del concimiento. B) Nivel Teórico. Es el trabajo mismo de formular los postulados teóricos que sustentan al objeto de estudio y en donde se desarrollan las diferentes posibilidades o aproximaciones teóricas que expliquen la diversidad de expresiones fenoménicas con las que cuenta el objeto de estudio ante los paradigmas científicos y tecnológicos actuales. analíticos se obtienen a partir de los objetos empíricos abstracciones racionales que pueden ocupar tras la ruptura el lugar de los objetos de conocimiento. 5 La verdad debe ser entendida como un sistema de procedimientos ordenados para la producción, regulación, distribución, circulación y operación de enunciados. La verdad es vinculada en una relación circular con sistemas de poder los cuales lo producen y sostienen, y a los efectos del poder los cuales éste induce y en los cuales se extiende, en si un régimen de verdad (Foucault, 1980:133). 4 C) Nivel Conceptual. A partir de un análisis del marco teórico se tiene que formular categorías conceptuales que nos auxilien para operar los procesos, las relaciones, los efectos y los resultados incluidos en la investigación. Estas conceptualizaciones significan la principal forma de concretar la teoría ya que son las posibilidades y aproximaciones metodológicas para la comprensión y explicación de la naturaleza, el tipo y el desarrollo que tenga el objeto de estudio en el transcurso del trabajo de investigación. D) Nivel Metodológico. Agrupa al conjunto de propuestas que permiten operar las etapas de investigación que tienen como objeto el tratamiento, desarrollo y conclusión del conocimiento que se construye alrededor de una problemática teórica, metodológica o tecnológica de la realidad. E) Nivel Técnico. Dentro de la complejidad del proceso de construcción del conocimiento se debe poseer la claridad teórica, conceptual y metodológica para ubicar el objeto de estudio dentro de su ámbito disciplinario, sus necesidades de explicación y sus formas de estudiarlo. En estas formas se encuentra el relacionar las diversas técnicas para obtención y el tratamiento de los resultados. F) Nivel Instrumental. Desde una perspectiva técnica, se deben utilizar los instrumentos, materiales y equipo necesarios para la obtención de datos o resultados que apoyen la comprensión del objeto de estudio (Torres Lima, 1991). En años recientes, el debate intelectual sobre la objetividad del conocimiento ha cobrado relieve al menos desde dos perspectivas: 1) para establecer los límites entre conocimiento y no conocimiento, y 2) para establecer si existen los límites entre ciencias naturales y ciencias sociales (Oropeza, 1994:367). A pesar de exponer cierto grado de estrechez teórica, en donde supone que “únicamente el marxismo es capaz 5 de aportar una solución radical y coherente” al problema de la objetividad en las ciencias sociales6 , Lowy (1982:10) también refiere que este problema es parte de un debate metodológico en la sociología, historia, economía, antropología, la ciencia política y la epistemología. En si, éste autor sostiene que el error fundamental del positivismo es la incomprensión de la especificidad metodológica de las ciencias sociales con relación a las ciencias naturales, especificidad cuyas causas principales son: a) el carácter histórico de los fenómenos sociales susceptibles de ser transformados por la acción de los hombres; b) la identidad parcial entre el sujeto y el objeto de conocimiento; c) el hecho de que en los problemas sociales están en juego las miras antagónicas de las diferentes clases sociales, y d) las implicaciones políticoideológicas de la teoría social: el conocimiento de la verdad puede tener consecuencias directas sobre la lucha de clases (Lowy,1982:17-18). Desde el punto de vista del postmodernismo, se plantea que la metateoría (léase materialismo histórico) no es un planteamiento de verdad absoluta (un cuerpo cerrado de entendimientos), sino un intento para llegar con las verdades históricas y geográficas que caracterizan al capitalismo tanto en lo general como en su fase presente (Harvey, 1990:355). El postmodernismo reclama que el modernismo esta muerto en tanto su: a) creencia en el poder de la razón y la acumulación de conocimiento científico capaz de contribuir al entendimiento teórico; b) adherencia a las normas establecidas de validez y verificación; c) aceptación del punto de vista Kantiano acerca de la posibilidad de establecer enunciados valorativos universales; y d) su creencia en la posibilidad de un cambio social progresivo (Thomas, 1993:23). Esta crítica contemporánea ofrece como potencial, precisamente, la subversión hacia las tradicionales formas de pensamiento y en el proponer la revisión de la manera que 6 Esta consiste en el planteamiento de que existe un principio epistemológico según el cual el punto de vista del proletariado es el que ofrece la mejor posibilidad objetiva de un conocimiento de la verdad (la verdad como medio de lucha). Sin embargo, Lowy (1982:43) reconoce que existe una autonomía relativa de la ciencia social, una especificidad de la ciencia en tanto que práctica que tiende hacia el descubrimiento de la verdad 6 creemos lo que es realidad y verdad. El postmodernismo, como forma de crítica cultural, enmarca la arbitraria naturaleza de signos culturales y sus códigos. Por ejemplo, la intervención de las tecnologías de comunicación en el lenguaje y conocimiento científico7 . De esta forma, regresamos al debate en torno a que existen restricciones sociales que reflejan un conjunto de normas y valores acerca de cuál y cómo se estudia un objeto de conocimiento. El problema de que la cientificidad se logra mediante la evidencia y la demostración, mientras que el conocimiento social que incluye valores (juicios) se fundamenta en la retórica y la razón, induce al científico a considerar que en la objetividad de las ciencias sociales la cuestión no es tratar de eliminar lo cultural-valorativo en el proceso de construcción del conocimiento sino preferentemente identificar su impacto. En este sentido, y aún que Foucault refiere que en la epistemología Bachelardiana la pareja objeto-ruptura es similar a sujeto-continuidad, se puede inferir que la cientificidad debe partir de abandonar el punto de vista del objeto y basarse en la noción del sujeto colectivo que no decide voluntariamente sobre el conocimiento sino que el proceso de construcción de este se presenta mediante un “tejido de errores tenaces” que preceden y obstaculizan a la vez ruptura epistemológica de la práctica científica (Lecourt, 1982:102). En otras palabras, la objetividad de la ciencia no podría descansar en un fundamento tan incierto como la objetividad de los científicos. En este sentido, el origen, fundamento y saber de la reflexión epistemológica no podría plasmarse realmente en la práctica de la construcción de conocimiento hasta que se establezcan las condiciones sociales de un control epistemológico, es decir, de un intercambio generalizado de críticas provistas (Bourdieu, 1983:106). 7 Como parte de la práctica discursiva, existe un régimen de los objetos en donde la tarea consiste en no tratar los discursos como conjunto de signos (de elementos significantes que envían a contenidos o a representaciones) sino como prácticas que forman sistemáticamente los objetos de que hablan (Foucault, 1982:81) 7 Dentro de la discusión sobre la relación objeto-sujeto, el mismo Aristóteles mencionaba que existen dos formas de conocer: 1) lo de hecho, la naturaleza (independientemente del conocimiento, de los juicios humanos o del lenguaje como forma general de expresión), y 2) lo que puede ser aprehendido mediante juicios universales. Desde entonces se planteaba que la correspondencia necesaria entre el conocimiento y su objeto parte de identificar la experiencia (lo natural) que puede ser compartida y comprobada independiente de los juicios, lo objetivo. Mientras tanto, la conducta social (la del ser humano) como conocimiento no puede tener correspondencia con su objeto ya que depende de orientaciones y reglas sociales que son arbitrarias. Ya en el siglo XIX, esta oposición de lo objetivo y no objetivo consideró que los juicios de hecho (sobre lo exterior recurrente que se podían repetir y comprobar) se oponían a los juicios prescriptivos que pertenecían al dominio social, la llamada falacia naturalista. Por lo tanto, la distinción de juicios de hecho y juicios de valor (entre hechos naturales y hechos sociales) residía en la universalidad de las leyes científicas. Como parte de la sociología moderna, Weber establece una diferencia de forma y fondo entre naturaleza y sociedad, entre ciencia y conocimiento histórico o entre actividad científica pasiva y actividad histórica centrada en valores. Weber define que la naturaleza tiene una forma dotada de ciertas relaciones externas (lo que se denomina variables), forma que podemos manipular para encontrar ciertas relaciones “abstractas”. Al contrario, una ciencia histórica tiene que vérselas con otro tipo de objeto, un objeto dotado de voluntad y que opera racionalmente o movido por valores. Así, en la investigación histórica, para Weber en lugar de plantear hipótesis y leyes, cuando más se elaboran “casos ideales” o modelos explicativos para ilustrar el hecho social (debido a su irrepetibilidad y causalidad intrínsecas). En consecuencia, el caso ideal trata de ilustrar el hecho histórico y no es el hecho histórico el que ilustra el caso idea l. Así, en la construcción del conocimiento social, en tanto los valores 8 permean el caso ideal, se parte del hecho de la inclusión y la expresión de un modelo explicativo diseñado por el investigador. Ser objetivo con respecto a la historia es reconocer el corte subjetivo de esta explicación. La objetividad no se exhibe ocultando los valores que le dan origen o el fundamento del que nace la teoría social. Reconocer los valores que permean a las ciencias sociales consiste en identificar que el hecho social puede ser penetrado por diferentes campos de inteligibilidad que no sólo lo abren a la comprensión sino que lo exhiben en sus propias pretensiones valorativas y que lo pueden enriquecer en sus diferentes expectativas (Oropeza, 1994:376). En este sentido, el resolver los problemas y paradigmas localizados entre las fronteras de varias disciplinas sociales implica definir los requisitos teóricos y metodológicos que superan los métodos de descripción y explicación en la investigación. Es aquí cuando ocurre en la práctica científica de la investigación el sentido de interdisciplinariedad para el tratamiento de objetos de estudios de las ciencias sociales. Esta interdisciplinariedad reside en la integración no sólo de varios métodos de investigación, diversas conceptualizaciones y posiciones teóricas sino también de diferentes aproximaciones y valoraciones sustentadas en la práctica y saber empírico. La validez de todo saber empírico descansa en que la realidad dada se ordene según categorías que son subjetivas en un sentido específico, en cuanto representan al presupuesto de nuestro conocimiento y están ligadas al presupuesto del valor de aquella verdad que sólo el saber empírico puede proporcionarnos. La objetividad de las ciencias sociales depende más bien de esto, que lo empíricamente dado se oriente de continuo con relación a aquellas ideas de valor, las únicas que le prestan valor cognoscitivo (Weber, 1994:407). Sin embargo, el análisis del sujeto cognoscente sólo puede conducir a dos tipos de datos; ó bien al descubrimiento de normas, cuya validez afirma al sujeto, o bien al descubrimiento de hechos, bajo la forma de conductas cognoscitivas de procesos mentales. En esta perspectiva, lo característico del conocimiento científico, es que 9 llega a una objetividad cada vez mas profunda por un doble movimiento de adecuación al objeto y de descentralización del sujeto individual en la dirección del sujeto epistémico (Piaget, 1979:19-23). Breve epílogo En palabras de Bachelard se diría que de esta manera, en la historia del conocimiento científico, el conocimiento objetivo nunca esta terminado y como nuevos objetos aportan sin cesar temas de conversación en el diálogo entre el espíritu y las cosas, toda la enseñanza científica, cuando es viviente, será agitada por el flujo y reflujo del empirísmo y racionalismo. Vivir y revivir el instante de la objetividad, mantenerse sin cesar al estado naciente de la objetivación, exige un constante esfuerzo de desubjetivación, placer supremo de oscilar de la extroversión a la introversión, en un espíritu liberado psicológicamente de la doble esclavitud del sujeto y del objeto. En síntesis, un descubrimiento objetivo es inmediatamente una rectificación subjetiva (Bachelard, 1981:289-293). Referencias Bachelard, G. 1973. El compromiso racionalista. México, Siglo XXI. Bachelard, G. 1981. La formación del espíritu científico. México, Siglo XXI. Bourdieu, P. Chamboredon, J., y Passeron, J. 1983. El oficio del sociólogo. México, Siglo XXI. Carrizosa H., S. 1998. Entre el decir y la escritura. En Area Subjetividad y Procesos Sociales. Encrucijadas metodológicas en ciencias sociales. México, UAM-X. p. 4154. De Gortari, E. 1979. El método de las ciencias. Nociones Preliminares. México, Grijalbo. Foucault, M. 1982. La arqueología del saber. México, Siglo XXI. 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