¿CIENCIA COMPROMETIDA? - DigitalCommons@Providence

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¿CIENCIA COMPROMETIDA? LAS CIENCIAS POLÍTICAS FRENTE
AL SUBDESARROLLO
Dieter Nohlen
I.
¿Ciencia comprometida? Mi contribución como politólogo a este simposio sobre
Julio Cortázar lleva signo de interrogación. Desconozco las razones que llevaron a los
organizadores de este encuentro académico, a los cuales agradezco la oportunidad de
disertar sobre este tema, a invitar a quien no está comprometido con su disciplina (y que
por lo demás no entiende nada de ella)."
¿Ciencia comprometida? ¿Qué tipo de razones aconsejan poner este concepto
entre interrogantes? Podrían imaginarse varias. Desde un punto de vista epistemológico,
se podría afirmar, o bien que el concepto representa una contradictio in adjecto (el
compromiso social, político o una ideología serían incompatibles con la ciencia y con una
postura que sostenga su neutralidad valorativa) o bien lo contrario, es decir, que el
concepto plantea una situación ineludible, inherente a cualquier quehacer científico. En
este
*La buena acogida que tuvo la ponencia del profesor Nohlen y la intensa discusión que
siguió su exposición pone fuera de dudas la buena intención que llevó a los
organizadores a invitarle a un especialista de las ciencias políticas a hablar en un
congreso donde se debatió el tema del llamado "compromiso político". (Nota de W. B.
Berg)
último caso el concepto tendría que llevar, entonces, un signo de exclamación.
Otra cuestión sería determinar si el carácter comprometido de una ciencia se deriva
de una autoevaluación de quienes la profesan o de una evaluación de los observadores,
los analistas, los críticos.
Finalmente, el interrogante podría originarse en que existen tres variantes de lo
que puede ser entendido como el compromiso de la ciencia. Puede tratarse de un
compromiso:
primero, con la contingencia histórica de cualquier investigación en
ciencias sociales;
segundo, con una ideología o una posición política determinada; tercero,
con su militancia en alguna causa política.
En este caso nos encontramos, pues, con tres diferentes interpretaciones del
concepto de ciencia comprometida, situación que invita a entrar ya ahora en
observaciones valorativas.
1
Quisiera no ceder ante esta tentación.
Basta afirmar por ahora: primero, que las tres explicaciones están presentes en el
desarrollo y en el debate sociológico en América Latina; segundo, que hay en las
ciencias sociales en América Latina, como en cualquier lugar del mundo con un cierto
desarrollo de las ciencias sociales, un debate entre un positivismo y un neopositivismo
por un lado y orientaciones normativas y dialécticas por el otro; en otras palabras, un
debate sobre las relaciones entre ciencia e ideología; y tercero, que hay en América
Latina una sociología que se autodenominó sociología comprometida.
II.
El desarrollo de las ciencias sociales en América Latina parece vincularse a por lo
menos dos motivos. El primero reside en la naturaleza y el carácter del desarrollo
general de la región, y esto es tan fundamental que aparece como subtítulo de mi charla.
El segundo, menos visible pero de similar importancia, es la evolución de las ciencias
sociales en Estados Unidos y Europa, junto a la forma e intensidad de su recepción e
incorporación en América Latina. Estas dos razones — la primera del campo de la
política, la segunda del campo de la ciencia misma — engloban varios factores entre los
cuales sería necesario establecer una mayor diferenciación. Ellos pueden ser
clasificados y analizados — con los peligros inherentes a toda esquematización — en seis
items:
Primero:
Segundo:
Evolución epistemológica de las ciencias sociales.
Evolución teórica, paradigmática o de enfoques en Estados
Unidos y en Europa.
Tercero:
Evolución en América Latina de las propias teorías
generadas en la región.
Cuarto:
Evolución socioeconómica del sistema global.
Quinto:
Evolución socioeconómica de América Latina.
Sexto:
Historia política de América Latina.
Es cierto que la interrelación entre estos tipos de factores varía en grado e
intensidad de acuerdo con circunstancias particulares de espacio y tiempo. Así, nuevas
orientaciones en las ciencias sociales han ido reflejando los cambios producidos en el
sistema global o en la situación interna de América Latina.
La sociología — como recuerda Jorge Graciarena — refleja de manera rápida y
profunda los vaivenes de las crisis sociales, apropiándose de ellas y convirtiéndolas asf
en su propia crisis.2
No es posible (ni aconsejable pensando en el interés de ustedes) hacer aquí una
presentación que parta de los decenios iniciales de lo que se podría llamar ciencias
sociales en América Latina. Me limitaré al desarrollo de las ciencias sociales en América
Latina a partir de los años sesenta.
En esa época predominaba dentro de la comunidad académica latinoamericana
una gran desilusión, debida a que no se habían cumplido las expectativas de desarrollo
que se derivaban de las elaboraciones teóricas. En ese momento se hace patente la
crisis estructural de la región y se disipa el optimismo de sociólogos y economistas.
Me referiré — por lo demás — a las ciencias sociales, porque en estos años la
ciencia política (había) comenzado apenas a diferenciarse de las ciencias sociales en
general y de la sociología en particular.3 Por mi parte, añadiría que la situación no ha
cambiado sustancialmente en los últimos quince años.
Por lo demás sería impreciso hablar de ciencias políticas sin referirse a la
diferenciación interna de esta disciplina siguiendo criterios epistemológicos y teóricos,
métodos y técnicas de investigación, aunque las distintas vertientes comparten entre sí y
con las otras ciencias sociales su objeto de estudio: el desarrollo de América Latina.
Asimismo, es necesario tener en cuenta que las contribuciones más valiosas de las
ciencias sociales en América Latina al conocimiento general se destacan por la
aplicación de un enfoque integrado, a la vez económico, sociológico y politológico.
Ahora bien:
1. En el campo epistemológico se perfila una reacción al positivismo, al empirismo,
al conductismo, protagonizado en América Latina por el sociólogo Gino Germani bajo el
concepto de sociología científica.
...a su entender, la actitud de los científicos tendría como rasgos
característicos: a) aceptar una diferencia sustancial entre ciencia e
ideología, tanto en los hechos como en el deber ser; b) afirmar, en
algunos casos, que las proposiciones científicas resultan de alguna forma
de decisiones extracientlficas; c) sostener que ello no invalida la
aspiración a la posibilidad de la objetividad, concebida como resultado
del esfuerzo autocorrectivo y acumulativo de una comunidad científica, y
no como logro individual; d) la ciencia como proceso social, en constante
4
renovación, es lo que permite superar el relativismo valorativo
No puede olvidarse que a juicio de Germani los males de la ciencia social en
América Latina no se debían a los excesos del cientificismo, como opinarían más tarde
los críticos, sino a que no había sido posible institucionalizar la sociología científica.
La tendencia crítica se opone a la neutralidad valorativa, a la idea de la
imparcialidad de la ciencia política. Ella exige que se abandone el neopositivismo y se
siga una orientación dialéctica, rechazando todas las teorías que tengan su fundamento
en supuestos neopositivos, particularmente las de la modernización. En opinión de
Orlando Fals Borda siempre hay un compromiso, sea con el status quo, sea con el
cambio social, y entiende que es inevitable optar, postulando una sociología
comprometida con del desarrollo.
2. En el campo de las teorías, se produce la crisis y la crítica de las teorías de la
modernización como producto de su incapacidad de cumplir con sus propósitos de
explicación y de convertirse en una suerte de socialtecnología del desarrollo. Esta
crítica nace en Estados Unidos y en América Latina al mismo tiempo, aunque jugando
América Latina un papel más importante en la génesis de una orientación teórica
diferente. Me refiero al paradigma de la dependencia.
Estas teorías dependencistas — a pesar de ser muy heterogéneas entre sí — ponen
en el centro de la atención científica y de sus explicaciones del subdesarrollo las
relaciones de dependencia de América Latina respecto a los centros de poder mundial, y
particularmente respecto a los Estados Unidos. Desarrollo (de los países desarrollados)
y subdesarrollo (de los países del tercer mundo) aparecen como el resultado de un
proceso global de desarrollo desigual, que no se puede descomponer en procesos
aislados, como lo sostuvo la teoría de la modernización.
Vale la pena distinguir, de forma muy esquemática, entre dos enfoques o
vertientes:
En el primer enfoque, el subdesarrollo es el resultado de la explotación por la
metrópoli mundial, la cual se apropia del excedente o plusvalía producido por los otros
países, los que consecuentemente, se subdesarrollan. Así, André Gunder Frank llega
a afirmar que el proceso económico de América Latina ha sido un proceso de desarrollo
5
del subdesarrollo. Para esta tendencia dentro de la teoría de la dependencia la
correlación entre la dependencia y el subdesarrollo es total.
El segundo enfoque no niega la importancia sobre todo histórico-genética que tiene
la relación de dependencia. Pero hace hincapié en las estructuras socio-económicas
internas de los países subdesarrollados con base de sustentación socio-política
autóctona, independiente de acciones o intervenciones continúas de la metrópoli. El
concepto básico de esta vertiente es el de la heterogeneidad estructural de la economía,
de la sociedad, de la política. Este concepto de origen cepalino (de la CEPAL: Comisión
6
Económica para América Latina) surge de la comparación de la estructura económica
del capitalismo central y del periférico, e identifica un rasgo que consituiría el carácter
estructural determinante de las economías de los países en vías de desarrollo. Se trata
de obtener una categoría conceptual amplia y englobadora que exponga las
dimensiones o niveles principales en las sociedades latinoamericanas contemporáneas.7
Mientras la estructura económica de las economías centrales se halla diversificada
y sus sectores integrados, la estructura de producción de las economías periféricas se
encuentra especializada, sobre todo en función de las exportaciones, y el progreso
8
técnico se concentra sólo en unas pocas empresas.
La heterogeneidad estructural de los niveles de producción es la consecuencia
directa de la propagación sólo limitada y selectiva del progreso técnico en las periferias,
condicionada casualmente por la división internacional del trabajo determinada por los
centros (CEPAL 1949; Prebisch 1952; Sunkel/Paz 1970; Furtado 1972). La integración
de los países en vías de desarrollo en el mercado mundial capitalista ha producido por
consiguiente la heterogeneidad estructural. En la mayoría de los teóricos de la escuela
estructuralista, la esencia de la argumentación desarrollada en torno al concepto de
heterogeneidad estructural no está consituída por el aspecto histórico-genótico, que
9
continuó siendo elaborado en el modelo centro-periferia, sino por los efectos de la
heterogeneidad estructural en el campo social (más pobreza y desigualdad social a
pesar del crecimiento) y las condicionantes perpetuadoras de la heterogeneidad
estructural (crecimiento del sector moderno sin ningún efecto capitalizador sobre la
economía, sino, más bien, el de una mayor heterogeneidad de la estructura de
producción). Esto significa que en el concepto de heterogeneidad estructural de la
escuela estructuralista se les da prioridad a los factores internos del subdesarrollo
(aunque sean transmitidos desde el exterior), en la medida en que se parte de una
heterogeneidad estructural existente, cimentada económica, social, cultural y
políticamente, de la que la teoría económica y la política económica deben sacar las
respectivas y adecuadas consecuencias teóricas y estratégicas para el desarrollo. Como
sustenta Osvaldo Sunkel:
Toda teoría o modelo que no pueda percibir esta heterogeneidad
estructural de la economía subdesarrollada no podrá lograr una
interpretación adecuada de la verdadera naturaleza de los problemas del
10
desarrollo y subdesarrolld.
El enfoque estructuralista no niega una dinámica en el capitalismo dependiente. Se
reconoce que hay o ha habido desarrollo, pero se trata de un tipo de desarrollo
dependiente resultante de los obstáculos estructurales al desarrollo capitalista.
La crítica a la teoría de la modernización hizo renacer el interés por el marxismo,
11
que con su visión totalizante ofrecía una explicación para la realidad de la región.
Pero vale destacar que solamente la primera de las vertientes mencionadas de la
teoría de la dependencia recurre a afirmaciones explícitas de la orientación marxista. La
vertiente estructuralista afirma, por el contrario, la necesidad de un avance teórico frente
a las fuentes clásicas del marxismo.
3. Es importante llamar la atención sobre este aporte latinoamericano a las teorías
sociales; recuérdese, por ejemplo, la recepción sin precedente de estas teorías
latinoamericanas o simplemente de autores latinoamericanos que pertenecían a esta
corriente en Europa. Esta independencia teórica tiene que ver con el desarrollo de
teorías económicas y sociales por parte de instituciones latinoamericanas. Me refiero en
particular al trabajo intelectual y político de la CEPAL, el mayor centro de desarrollo de la
sociología de posguerra en América Latina.
Allí se elaboró todo un pensamiento económico, confrontando la realidad
latinoamericana, su forma de integración en el sistema mundial, el estancamiento
económico, con las teorías clásicas del libre intercambio comercial.
Allí empieza — a mi modo de ver — mucho de lo que más tarde va a ser apropiado
por la sociología crítica o comprometida, aunque este proceso de apropiación se
revestiría de un tono ofensivo contra el Cepalismo.
Este "parentesco" puede ser identificado en diversos aspectos: Primero, la CEPAL
ha estudiado la región, los problemas del desarrollo, los obstáculos estructurales,
favoreciendo un cambio social profundó.
Segundo, la CEPAL pretendió superar el subdesarrollo con ayuda de un proyecto
global muy influido por lo que luego se llamaría el desarrollismo.
Tercero, la CEPAL ha prestado especial atención a las relaciones centro-periferia, y
con el concepto de los términos de intercambio inauguró este enfoque explicativo del
subdesarrollo que más tarde sería típico de los enfoques dependencistas.
Cuarto, la CEPAL ha prestado atención a los rasgos comunes de América Latina en
una visión de conjunto. El pensamiento de la CEPAL ha sido caracterizado, por esto,
como un factor unificadór. La CEPAL se convirtió — como lo dijo Torcuato Di Telia — en
un foco de identificación latinoamericano, y de pensamiento autónomo, creativo,
12
nuevo...
Recordando los dos primeros puntos, se puede reconocer la adhesión de la CEPAL
a una ciencia comprometida — un compromiso con la reforma, con el cambio social, con
la integración latinoamericana, o con el reformismo — posición que más tarde sería
sustancialmente cuestionada por quienes, con otro marco ideológico, abogarían por un
compromiso de la ciencia que va mucho más allá de lo que sostuvo la CEPAL.
Lo cierto es que la evolución de las ciencias sociales en la región debe a la labor
autónoma, creativa, de la CEPAL, la existencia de un punto de referencia
latinoamericano, el que en muchos estudios no está debidamente tomado en cuenta.
Sin lugar a dudas, el desarrollo de las ciencias sociales refleja (como ya lo
sustentamos al principio) evoluciones en el campo político, social y económico. He
diferenciado entre tres tipos:
a) Evoluciones del sistema global, particularmente en los países del centro que
afectan a las relaciones entre centro y periferia. A más tardar en los años treinta, con la
primera crisis de la economía mundial, está presente en América Latina en cualquier
discurso de ciencia política (o politológico) la importancia que tiene el desarrollo de los
países industrializados para los países en vías de desarrollo. La evolución de la
sociología latinoamericana (el Cepalismo, la teoría de la dependencia) hace pensar que
la presencia de los factores externos en el discurso científico sobre el desarrollo de
América Latina ha aumentado constantemente.
b) Evolución de América Latina a nivel macro, en su conjunto. La crisis del
desarrollo latinoamericano afectó rápidamente — como hemos visto — a la sociología y
produjo un cambio de paradigma: teorías de la modernización y cepalismo por un lado y
de la dependencia y marxismo por el otro.
c)
Acontecimientos históricos con mucho impacto político y científico. De los
muchos acontecimientos de posguerra, tal vez solamente uno ha tenido la posibilidad de
alterar el escenario latinoamericano y con ello la capacidad de imprimir nuevo rumbo al
pensamiento político. Me refiero a la revolución cubana. La guerrilla como medio de
acceder al poder sirvió de modelo a muchos otros grupos del continente; en particular, la
revolución cubana con su "efecto de demostración" aceleró la radicalización política de
muchos intelectuales, contribuyendo al rechazo de algunas formas tradicionales de la
sociología — que aparecieron a partir de ese momento como "instrumentos del
imperialismo" — y a la revitalización del pensamiento marxista. Hasta entonces, aunque
se estudiaba el marxismo, no se lo consideraba una posición legítima para un sociólogo
científico, sino más bien una ideología a la que podría adherirse como ciudadano pero de
13
la que debía liberarse al hacer ciencia.
Así Andró Gunder Frank, quien es el primero en dar impulso a la teoría de la
depedencia confiesa: Una cosa es segura ... francamente clarificada por el autor que
el trabajo ha sido intencional y conscientemente político y sustancialmente inspirado
por la Revolución Cubana.14
En la génesis de lo que va a autodenominarse ciencia comprometida confluyen los
seis factores ya mencionados, que cubren un espacio bastante amplio que va desde la
epistemología hasta acontecimientos decisivos de la historia política de América Latina
de posguerra.
III.
A pesar de que exista en las ciencias sociales un tratamiento especial o a menudo
exclusivo a André Gunder Frank o a su trabajo en relación a la corriente dependencista,
suponiéndolo representativo del resto y llegando a veces al extremo de sostener,
explícita o implícitamente, que una crítica (exitosa) de este único ejemplo vale o abarca a
todos, criterio — esfe último — bastante discutible, quisiera presentar su interpretación de
la ciencia comprometida más detalladamente porque Frank es tal vez el más categórico
y preciso. Por lo demás ofrece — como él mismo insinúa en su libro Crítica y anticrítica —
15
un blanco más vulnerable..
Tomemos algunas citas al respecto:
1 La ciencia social tiene obligadamente que ser ciencia política.
16
2 La ciencia social y política consiste en política ... solamente la lucha
de clase revolucionaria — incluyendo la ideología —, puede eliminar las
17
causas y consecuencias del subdesarrollo.
3 ... el estudio científico tiene un valor ideológico y político. Ideológico,
porque permite desenmascarar el estudio ortodoxo pero anticientífico y
comprobar que el propio imperialismo y el capitalismo nacional son la
causa fundamental del subdesarrollo. Político, porque el estudio
científico de la realidad social, tanto como natural, es un instrumento
18
necesario, aunque no suficiente para cambiarla.
4 Mientras subsista el sistema capitalista que genera el subdesarrollo ... y aún
mientras subsista la lucha de clases en la construcción del socialismo —, la
ciencia solamente puede tener un valor ideológico y político instrumental, y
ningún valor en sí. Al contrarío, el capitalismo y la ideología burguesa ...
emplean la ciencia, tanto natural como social, como un arma netamente
intereses.19
reaccionaria en defensa de sus
5 A los intelectuales, y particularmente a los sociólogos, tres objetivos
principales:
I. ... presentar al imperialismo en toda su desnudez ideológica ...
II. ... desarrollar claramente la teoría y comprometerse en el análisis que
necesite o sea pedido por el movimiento de liberación de su pafs.
III. ... llevar a cabo trabajos de investigación específicos, asignados por sus
camaradas políticos, en el mismo sentido en el cual, si él fuese un armero y se
encontrase en las barricadas, usaría sus conocimientos de armero para
preparar y construir armas. Pero esto significa pasar de ser un intelectual
20
revolucionario a ser un revolucionario intelectual.
6 Finalmente, el estudio científico ... debe proporcionar a los pueblos
conocimientos, instrumentos — vale decir armas políticas — para la lucha de
21
liberación del sistema imperialista y capitalista. .
Aparecen como héroes de la ciencia comprometida Che Guevara y el sociólogo y
sacerdote Camilo Torres.
IV.
En su último libro, el sociólogo argentino Juan Carlos Águila, resume en términos
valorativos — y por supuesto desde una perspectiva crítica a la sociología crítica — la
sociología comprometida en estos términos:
La sociología comprometida, como estilo sociológico, buscó un
objetivo muy especial y, por cierto, inédito dentro de la tradición
sociológica existente en América Latina: buscó la "sociologización
general" de todo el pensamiento y, por cierto, de todas sus
manifestaciones culturales. La sociología, con ello dejaba de ser una
ciencia y se transformaba en una pura conciencia crítica que pretendía
emerger de las estructuras y procesos sociales dependientes de la
realidad latinoamericana. Se trató, en última instancia, de un método
sociológico de conocimiento de toda la realidad social y cultural. A
partir de esta función, cualquiera pudo ser un sociólogo porque la
sociología era la explicación crítica de cualquier ámbito de la vida
intelectual (la filosofía, la economía, la política, el arte, la literatura, la
arquitectura, la novela, la educación, etcétera, etcétera). De esta
manera, y al compás de esta función, todo quedó "sociologizado" por
los sociólogos llevando al intelectual inmediatamente a "tomar partido",
es decir, a comprometerse con la situación social y cultural (y política).
El sociólogo dejó de ser un "observador objetivo" de la realidad; quería
y debía transformarla a partir de una concientización de la realidad
social.22
Y más adelante dice el mismo autor:
Este estilo sociológico no pretendió, con esta divulgación, cumplir
con la función de enseñar una ciencia; sólo pretendió "concientizar". La
sociología comprometida, como estilo sociológico, buscaba crear una
nueva conciencia revolucionaria que emergiese de la "praxis" misma
de la actividad de concientizar; una conciencia revolucionaria que
incentivase la lucha de clases en las sociedades nacionales
latinoamericanas (78) como mecanismo de su "liberación". En última
instancia, la sociología comprometida fue una conciencia
revolucionaria de intelectuales activistas. . Por eso no se analizó la
sociología, se la criticó; no se analizó la sociedad, se la ideologizó; no
se enseñó una ciencia, se concientizó. Por eso la sociología
comprometida, como estilo sociológico, se manifestó en forma oral, en
la discusión, en la polémica, en la denuncia; desde la actividad
docente y en forma escrita, en el ensayo político y crítico. Ambas
formas, siempre, invitaban a la acción y a la definición política. Así se
entró en el problema de la "praxis política". No hay que explicar la
realidad social, hay que transformarla.23
V.
No quiero terminar sin hacer mención a fenómenos en buena parte vinculados al
desarrollo de la sociología comprometida y motivados por el viraje político hacia
regímenes autoritarios en los años sesenta y a principios de los años setenta, episodios
que culminaron con el golpe militar en Chile. Dice Rolando Franco siguiendo a Medina
Echavarría:
Pues todos los intereses y fuerzas sociales quisieran tener al saber
científico de su lado y hacen todo lo posible por conseguirlo; en una
época de intensa "politización" el científico social ha sido fatalmente la
primera víctima y el silenciado con mayor vigor. Se ha hecho observar
con razón que el representante de la ciencia social es el más indefenso
entre todos los intelectuales en los momentos de tensión partidista o de
persecusión totalitaria; los temas de su investigación se encuentran en
el meollo mismo de los antagonismos y ante ellos no tiene puerta de
escape ni técnica de disimulo. No disfruta de la neutralidad fácil del
científico de la naturaleza, ni puede, como el filósofo, remontarse a
alturas inaccesibles de abstracción o arroparse en la magnífica soberbia
de un obscuro lenguaje. Las experiencias totalitarias muestran por eso
el alto porcentaje con que la ciencia social ha contribuido a las distintas
depuraciones universitarias. El cultivador de la ciencia social ha sido y
24
es un depurable nato y esto cualquiera que sea el depurador.
Estas afirmaciones pueden ser comprendidas en el contexto del torbellino político
de los años sesenta y setenta.
Pensando en los años ochenta y retomando nuestra diferenciación inicial entre tres
variantes de compromiso de la ciencia, la primera de ella — la contingencia histórica de
la investigación social — es obvia e ineludible a cualquier quehacer científico.
La segunda variante — el compromiso de la ciencia con los problemas políticos del
momento — la hemos encontrado en el desarrollo de las ciencias sociales en América
Latina plenamente representada por el Cepalismo: la
Investigación social en función de resolver los problemas candentes de la región. El
interés de conocimiento (Erkenntnisinteresse) orienta a los estudios en un sentido
práctico no exento de elementos normativos, es decir, apreciaciones sobre lo que
debería ser. La diferencia entre la primera variante y la segunda representa — en
términos generales — las dos partes enfrentadas en el debate epistemológico sobre el
neopositivismo.
La tercera variante, claramente presente en las citas de André Gunder Frank y
lúcidamente criticada por Juan Carlos Águila, ya sobrepasa los límites de lo que es
ciencia — es política, ideología, lucha por el poder. Dos décadas después del
florecimiento de esta tercera variante, una visión más equilibrada debiera tener en
cuenta este rol jugado por sus representantes en épocas difíciles, ya que esto no
implica un desmedro para el futuro de las ciencias sociales en América Latina. Para
eso, es importante que el compromiso de los científicos con los problemas de la
sociedad no sea incompatible con las reglas del quehacer científico. Ambas son
condiciones necesarias para que las ciencias sociales vuelvan a ser reconocidas en
toda su legitimidad.
NOTAS
1
Ver D. Nohlen, R. O. Schultze, eds.: Politikwissenschaft. Theorien, Methoden,
Begriffe, 2 Halbbânde (München/Zürich 1985) (=Pipers Wôrterbuch zur Politik, ed. D.
Nohlen, vol I.)
2
Ver R. Franco, "La sociología en América Latina. Panorama de 25 años", D.
Camacho, ed., Debates sobre la teoría de la dependencia. La sociología
latinoamericana (Ponencias del XI Congreso Latinoamericano de Sociología), Costa
Rica, 1979, p. 253.
3
M. Kaplan, Estado, cultura y ciencia en América Latina (UNAM, 1981).
4
R. Franco, op. cit., p. 241.
5
Ver A. G. Frank, Crítica y anticrítica. Ensayo sobre la dependencia y el
reformismo (Madrid, 1978); Kapitalismus und Unterentwicklung in Lateinamerika
(Frankfurt, 1969); Lumpenburguesia: Lumpendesarrollo. Dependencia, clase y política
en Latinoamérica (Medellln/Bogotá, 1970).
6
CEPAL (América Latina): El pensamiento de la CEPAL (Santiago de Chile,
1969).
7
A. Di Fillppo, S. Jadne, "La heterogeneidad estructural. Concepto y
dimensiones", El Trimestre Económico n. 172 (1976), 167-214.
8
I. Parra Peña, "Capitalismo periférico y subdesarrollo", Comercio Exterior n.
29 (1979), 1234.
9
Osvaldo Sunkel, Transnationale kapitalistische Integration und nationale
Désintégration. Der Fall Lateinamerika, en D. Senghaas, ed., Imperialismus und
strukturelle Gewalt (Frankfurt, 1972), pp. 258s.
10
O. Sunkel, "La dependencia y la heterogeneidad estructural", El Trimestre
Económico n. 177 (1978), 7.
11
R. Franco, op. cit., p. 275.
12
Ibid., p. 248.
13
Ibid., p. 253.
14
A. G. Frank, Critica y anti crítica, p. 272.
15
Ibid.
16
A. G. Frank, Kapitalismus..., Prólogo.
17
A. G. Frank, Crítica y anti crítica, Prólogo.
18
Ibid., p. 20.
19
Ibid., p. 19.
20
Ibid., p. 30.
Ibid., p. 20.
21
22
J. C. Águila, Dependencia y conciencia desgraciada. La experiencia
sociológica en América Latina y en la Argentina (Buenos Aires, 1984). Subrayado
nuestro.
23
Ibid. Subrayado nuestro.
24
R. Franco, op. cit.
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