Cuesta abajo Ricardo Garzón Los gobernantes de todos los tiempos, incluso antes de la utilización del papiro e invención de la imprenta, subordinaron su gobierno a la posición de las estrellas, ofrendaron sacrificios a los dioses, escucharon con atención a brujos y sacerdotes, consultaron los oráculos, e interpretaron con devoción los residuos de los cuencos, entre otros la borra del café y las vísceras de las aves. Andando los tiempos, con la soberbia que usualmente castiga a quienes ejercen el poder, atisbamos cómo lo desempeñó el gran charlatán que, desde la chacra, aplicó recetas primitivas, impropias para el cultivo de una tierra fértil y generosa. Charlas de quincho, charlas de café, que hicieron saltar a Artigas de su monumento en la Plaza Independencia. Deambuló por el mundo, y engrupió a medio mundo, sobre todo a aquellos que, mirando al Sur, vieron al viejito que los deslumbró en su pobreza, en sus averiadas chancletas, y en el reniego del consumismo en equipamiento y cuestiones de tecnología que acompañan el siglo que vivimos. Reivindicó el uso del primus y del querosén, la cachila, el catre, y la TV en blanco y negro. Atildado, bien afeitado y bien peinado, de traje y corbata, pero más de lo mismo, nuestro desautorizado presidente de la hora, no ha tenido en cuenta que quien está mal puede estar peor. Es así que en su caída en tirabuzón, en picada su popularidad, desde el pináculo desoye, no escucha ni quiere escuchar al soberano, en tanto se advierte que el país, con nosotros adentro, se va a la miércoles, maniatada la república por organismos regionales que dirigen nuestra economía, y que nos impiden avanzar en la concreción de acuerdos comerciales con países fuera del Mercosur. Con tono y pose doctorales, su ladero, el ministro de Economía, nos sentó a todos en el aula; justifica lo injustificable, Libro Gordo de Petete entronizado, televisión mediante, como perico por su casa en la familia uruguaya. ¿No le dice nada, Dr. Vázquez, que en menos de nueve meses de gobierno su imagen se haya reducido a la mitad en lo que atañe a la aceptación popular? ¿No se da cuenta que su caída nos arrastra, porque en el ejercicio del mando usted se auto margina de la aceptación ciudadana? Dispuesto a olvidar su infeliz decisión de decretar la esencialidad en los servicios docentes de Primaria, Secundaria y UTU, destrozada en un santiamén por la FENAPES y otras, no se puede obviar que le haya apagado la radio al soberano, que hoy se despertó con la noticia de que gracias al Presidente del PIT CNT, esa organización sindical aprobó, magnánima, concederle graciosamente una tregua hasta fin de año, en cuanto a la realización de paros nacionales se refiere. No cuestione, doctor, las encuestas de opinión pública, modernos oráculos, tan ilustrados como el de Delfos, contemporáneo de los consejos de ancianos de los romanos y los griegos. Con soberbia inaceptable, que cabe rechazar, dice usted que su gobierno no se conduce con manuales ni en función de encuestas. Triste conclusión, presidente, porque el descenso abrupto en la aceptación ciudadana obedece, y no lo dude, a la falta de autoridad que ha exhibido su gobierno, ministros incluidos, mal parados y vapuleados en las relaciones con los sindicatos. No vamos a ahondar al respecto, (Ministerio de Educación, y para muestra sobra un botón), porque ya hemos editorializado abundantemente sobre el tema. Interprete este comentario editorial como un aporte a su persona, a su gobierno, a su majestad. En extensión, Dr. Vázquez, si baja un par de cambios, advertirá que el pueblo que gobierna ha hecho tema de conversación y comentario su tácita resignación al mando. Pueblo avispado, presidente, -unido y sin fisuras en el deporte que traduce Nacionalismo, Himno Nacional e Independencia, sobre todo en el fútbol-, pero muy dividido por las influencias políticas que alientan todo el tiempo la división entre los Orientales y la lucha de clases.