“Éxtasis de Santa Teresa,” 1. Descripción de los elementos que se observan en la obra atendiendo a un vocabulario específico (arquitectónicos, escultóricos, pictóricos, materiales, técnicas, composición y organización, etc.) La obra objeto de nuestro comentario está constituida por un grupo escultórico de bulto redondo o exento realizado en mármol, presenta también elementos postizos realizados en bronce dorado como la flecha o independiente como los rayos de luz divina del fondo. En cuanto a su aspecto formal, el conjunto está realizado en mármol blanco, aunque podemos ver ejemplos de otros muchos, como alabastros o lapislázulis. Sin embargo, no se trata de una escultura en el sentido convencional, sino que nos encontramos ante una escena pictórica enmarcada por la arquitectura que nos incluye como participantes en una celebración religiosa que quizás no sea tan representada como revelada. Bernini utilizó la pintura, la escultura y la arquitectura, a los que añadió el recurso de la iluminación natural para crear esta alucinante revelación. Creó un espectáculo que sorprende al espectador. Insatisfecho por la limitada capacidad de las figuras aisladas o de los grupos para crear una atmósfera envolvente. Bernini creó en la capilla Cornaro un espacio teatral con una composición activa que dirige nuestra mirada, lo que pone en evidencia el esfuerzo para dotar al conjunto de imágenes de una unidad integradora. Buscando efectos escenográficos lo más reales posible, cubrió la bóveda de la capilla Cornaro con una imagen realista del cielo. Toda la escena se desarrolla en el interior de un retablo transparente, llamado así porque dirige la luz hacia su interior hueco. Este es cóncavo, de planta oval al interior, dentro del cual se filtra la luz de origen invisible que baña al grupo, siendo es utilizada aquí al modo de un escenario teatral. Se sitúa aquí el grupo de Santa Teresa y el Ángel que aparecen bajo una luz celestial en el interior de un nicho, rigurosamente articulado sobre el altar. Arquitectura, escultura y pintura se unen para dar forma al conjunto. La capilla es de planta oval, enmarcada por unas oscuras pilastras que dirigen nuestra mirada directamente a la parte superior, donde hallamos los balcones, de los que penden telas de colores, donde se encuentran el comitente de la obra acompañado de otros miembros de su familia. Estos asisten al prodigio de la transverberación1 de la Santa de Ávila desde dos palcos abiertos en los laterales de la capilla. Alrededor, en las paredes laterales, se encuentran divididos en balcones los distintos miembros de la familia que le encargó esta obra (la familia Cornaro); ya que querían aparecer en ésta, Bernini originalmente los colocó en palcos como si de una actuación teatral se tratase, observando éstos lo que estaba ocurriendo en escena. El artista nos dirige la mirada para que a través de los ojos de los Cornaro pasemos a observar la escena principal, que ellos miran con tanta concentración. Allí encontramos, a mitad de altura, como se sucede un pasaje místico, cargado de belleza. Desde el teatro terrenal asistimos a un momento divino situado en el mismo cielo. Sobre una nube transcurre el milagro, rodeado de Gloria, e iluminado por una luz natural inexistente, cuyos rayos divinos ascienden a lo más alto, donde se encuentra el Gran Creador. Las soluciones halladas para construir dicho espectáculo, son novedosas y excepcionales. Para el pedestal que sostiene la figura recostada de la Santa tomo la forma de nube, para que de tal modo el milagro alcanzara el cielo a través de este recurso. Mientras los rayos de luz situados de fondo, son verdaderos rayos dorados de bronce que reflejan la escasa luz que del vano superior logra entrar en la sala. El milagro está sucediendo, mientras la Santa se encuentra en pleno arrebato místico, un ángel asexuado desciende sobre ella, le sostiene el hábito, mientras en la otra mano sujeta la flecha que contiene el amor divino con la que segundos antes ha traspasado el corazón de la Santa. Para dicha representación toma como fuente el mismo texto escrito por la Santa poco tiempo antes, donde narra el momento exacto en el que el Señor le mandó un bello ángel, el cual portaba una flecha de fuego, con la 1 Transverberación es el nombre con el que se designa el hecho de atravesar el corazón con el dardo. De hecho es el otro nombre con el que se conoce la obra. 1 “Éxtasis de Santa Teresa,” que le traspasó el corazón, inundándola de devoción y amor a Dios. Este texto está escrito cargado de misticismo y pasión, lo cual intenta trasladar Bernini en su obra escultórica. Por ello el autor intenta cargar los rostros de expresión y sentimiento. El grupo escultórico se sitúa en una capilla lateral, que está formada por cuatro columnas y dos pilares, de orden corintio. Esta estructura sostiene un entablamento curvo que culmina en un frontón. En el tímpano tiene lugar un fresco de un cielo con ángeles del que desciende la luz y el ángel escultórico. En las paredes laterales de la capilla aparecen los miembros de la familia Cornaro arrodillados tras unos reclinatorios y observando el milagro del altar. Es un espacio ficticio en el que se mueve e integra al espectador. Tema: La obra representa el la experiencia narrada por la Santa de Ávila: aparece ella en profundo éxtasis místico con sus ojos pesadamente cerrados y su boca entreabierta, transmitiendo una sensación híbrida entre placer y dolor. Santa Teresa parece estar emitiendo los quejidos a la vez que experimenta la suavidad que nos relata en su obra. El pathos barroco alcanza el punto culminante en el gesto de su boca, una de estas vivas bocas abiertas que, desde Dafne, son la maravilla de Bernini. Sensación que refuerza la escasa anatomía visible: la mano izquierda que cae pesada y los pies suspendidos en el aire. La pesada tela del hábito se ondula trémula por el fervor místico que agita a la santa en profundos pliegues llenos de claroscuro, transmitiendo una sensación de ahogo. La tela parece arrastrarla y contrasta con la expresión del rostro y la relajación de la entrega corporal. El efecto teatral se refuerza al representarla sobre una nube ascendente implicando la levitación propia del éxtasis. En contraste con la agitación de su figura a su izquierda se encuentra el ángel enviado por Dios. La voluptuosidad de los ropajes de la santa y su total entrega a lo que le acaba de suceder se contrasta con la belleza serena del ángel, que la observa con una sonrisa de pie frente a la oposición oblicua de ella. Mientras alza el brazo de la flecha cuya línea continúa en su brazo izquierdo que le toma el manto para cerrar el movimiento en el brazo caído de la santa. El cuerpo, parcialmente desnudo, se recubre de un tejido más etéreo que se arremolina alrededor de su cuerpo queriendo simbolizar el movimiento de clavar y arrancar el dardo que menciona la santa. Sobre las dos figuras caen diversos rayos realizados en bronce que dan la sensación de ser destellos de luz procedentes del sol y que cumplen con la función de alumbrar concretamente a los dos personajes en cuestión. El artista utiliza otros recursos estilísticos como la luz y el color. En cuanto a la primera, hay una ventana en la parte superior que ilumina de forma clara los rayos dorados consiguiendo un contraste de luces y sombras entre éstos y las dos figuras que quedan en una semioscuridad propiciada por la capilla. El ambiente sobrenatural se remarca por esta luz cenital que resbala por los rayos dorados, que simbolizan la divinidad, y que incide en el bloque escultórico. Esta luz es captada de diferente forma por la santa fruto de lo pulido y rugoso de su atuendo frente al ángel dotándola de una cualidad casi pictórica. Estos contrastes matizan el momento que se vive. El carácter policromado del entorno en el que se integran las figuras y objetos remarca el momento que se está dando; el contraste entre el mármol blanco de las figuras escultóricas con el ambiente coloreado que las rodea. Todo el conjunto entraña una sucesión de lo terrenal a lo espiritual en distintos niveles, como se puede apreciar en las figuras situadas en los palcos laterales, donde se muestra el nivel más cercano a lo terrenal; el segundo nivel con la imagen de Santa Teresa y del ángel que se muestran como el vínculo de unión entre lo divino y lo terrenal, suspendidos en el aire 2 “Éxtasis de Santa Teresa,” pero sin llegar a las alturas divinas. Así el tercer nivel sería el más alto, allí donde el cielo se abre y tiende hacia un espacio infinito, al culmen, es decir, Dios. En cuanto a su composición podemos observar que es sumamente compleja. Por un lado, se conforma un aspa que va de la cabeza de la santa hasta la nube, y otra que va desde la cabeza del ángel hasta el pie de la santa. A esta se le contrapone la línea curva que se origina en el brazo que sostiene el dardo y continua en el otro brazo que sostiene el manto de la santa finalizando en el brazo de esta. A su vez, observamos otras líneas en la composición que se superponen a estas como la sugiere la mirada del ángel que nos dirige hacia el rostro de la santa o los juegos de curvas de las alas del ángel. La realidad es que la composición se encierra y abre hasta el infinito atrapándonos en el milagro que presenciamos. Sin embargo con un único punto de vista, el frontal. El placer estético de observar la obra, se mezcla con el posible goce táctil que produce la visión del conjunto. 2. Lenguaje estilístico La escultura barroca se subordinó a la arquitectura y al urbanismo, a través de la ornamentación de ciudades en plazas, jardines o fuentes. La obra es un auténtico modelo de algunas de las líneas básicas que caracterizan el estilo barroco en general y que en la obra de Bernini se dan en plenitud: a) Naturalismo: frente a la rebuscada elegancia del Manierismo, que con sus estilizadas formas pretende llegar sólo a la inteligencia de pocos y no al corazón de todos, el Barroco busca con afán lo veraz. Este se trasluce en la representación de la figura humana en todos sus aspectos, tanto en los más perfectos como en los más vulgares. b) Psicologismo: el artista barroco trata de reflejar en sus obras «las pasiones del alma», sobre todo, en el arte religioso. En la obra que nos ocupa se logra materializar esa experiencia tan personal y tan profunda de sentir -como decía Santa Teresa- «a Dios en el centro de mi alma». c) Pervivencia de la alegoría y de la emblemática que, desde la Edad Media, impregnaba el arte religioso europeo. Este carácter emblemático y alegórico matiza el naturalismo barroco, su veracidad, y nos obliga a esforzarnos por buscar el mensaje que ese aparente realismo envuelve. d) Espacio, tiempo y luz: los artistas del XVII intentan romper las barreras físicas entre el espacio real y la ficción artística creando la ilusión de infinito; ilusionismo que conscientemente pretende integrar al espectador en la vivencia de lo celeste, partiendo, eso sí, de la materialidad que lo envuelve. Teatral si se quiere, pero con ese sentido calderoniano de «gran teatro del mundo». e) Realización de composiciones libres de geometrismo, diferenciándose de la proporción y el equilibrio del renacimiento. La escultura barroca se caracteriza por su dinamismo e inestabilidad, que se manifiesta en el dinamismo de los personajes, en las escenas y en la amplitud y ampulosidad del ropaje. Las composiciones son por tanto abiertas, retorcidas y helicoidales, bajo la influencia del manierismo y la escultura helenística f) Utilización de las diagonales, los cuerpos sesgados y oblicuos, la técnica del escorzo y los contornos difusos e intermitentes, con el fin de conseguir, por un lado, un gran expresionismo, y, por otro, una sensación de teatralidad. La escultura se dirige a un espectador como vemos en esta obra con un punto de vista frontal g) Se da gran importancia al desnudo, sobre el que los contrastes luminosos, mediante la técnica del claroscuro, logran efectos ópticos que transforman la percepción de las superficies. Aunque en este caso la temática limita su desarrollo. h) Se utilizan todo tipo de materiales, especialmente mármol, bronce y madera 3 “Éxtasis de Santa Teresa,” i) Por último, arquitectura, escultura, luz y pintura, todo fue conjugado por el genio de Bernini. La luz: una luz que sin perder su carácter físico es expresión, materialización, de la divinidad. En el nicho, entablamento curvado y quebrado, la luz que penetra en esa especie de proscenio, a través de una ventana que no vemos, se hace divina en los rayos dorados, emanación de ese cielo que en la bóveda contemplamos, donde el Espíritu de Dios y sus celestes mensajeros son el punto de referencia al que, en definitiva, hay que remitirse. Bernini consigue plasmar el dolor y el placer a través de sus líneas de expresión, manifestando con ello su amplio conocimiento del arte, y llegando a alcanzar la fuerza psicológica de los rostros de Rembrandt. Es ahora cuando Bernini va a lograra aquí sus primeros retratos barrocos, inaugurando así, una serie de ellos excepcional, mientras implantaba una tradición sumamente utilizada durante el barroco Partiendo de las formas atormentadas del manierismo italiano, el estilo de Bernini evoluciona hacia formas que captan el instante del movimiento físico como resultado de la acción que se representa. Es un estilo de gran dinamismo e intensidad dramática, y de gran perfección técnica 3. Función y significado El tema escogido por el artista no pudo ser de más actualidad, ya que Santa Teresa de Jesús había sido canonizada en tiempos recientes por Paulo V el16 de febrero de 1622 junto con las grandes figuras de la Contrarreforma, Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Felipe Neri. Santa Teresa de Jesús fue una mística y ferviente escritora canonizada, a menos de medio siglo de la realización de este conjunto. Con estas canonizaciones, la iglesia favorecía la propaganda de su doctrina. Hasta este momento, la iconografía de la santa era de origen español y solía aparecer mucho más estática. La escultura italiana de esta época se caracterizó principalmente por su gran teatralidad y posiblemente el Éxtasis de Santa Teresa sea la escultura más deliciosamente teatral de toda la historia. La obra es un conjunto visual que apela a los sentidos. A través de su espíritu místico, Bernini intenta llegar al espectador para transmitirle esta serie de sentimientos a través de su obra. . Si los racionalistas del siglo XVIII y psicólogos -freudianos o no-, vieron en la experiencia mística de la Santa, y en el ángel -que para ellos se asemeja más a un cupido-, expresiones de un amor más carnal que divino es porque han sido incapaces de comprender a Teresa, a Bernini y a toda una época. Y con la Doctora podríamos repetir a estos críticos de ayer y de hoy, «suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento». La intención del autor no fue crear solo una escultura sino que fue más allá al concebir como un todo la capilla en la que se integra. Con ello logró crear algo así como un escenario, siendo el Éxtasis una obra total, donde todos los elementos convergen, dotando de gran esplendor a la obra. El encargo de esta maravilla se debe al cardenal Francesco Cornaro, quién tuvo la intención de utilizar ese espacio como capilla funeraria para él y su familia Además, uno de los objetivos de este conjunto era que la persona arrodillada bajo el altar penetrase en la mística experiencia de la santa. La obra de Bernini supone el triunfo de lo espiritual. Por ello, todo el conjunto refleja el tránsito de lo carnal a lo divino De este modo se toma en esta obra uno de los temas preferidos del barroco, el religioso. Una de las fuentes de inspiración barroca fue precisamente la literatura mística, muy abundante en este siglo... En un momento en el que el mundo de la contrarreforma exige una mayor compenetración con Dios, es natural que aparezca de guía en la representación artística todo un entramado que hable de experiencias religiosas que van desde los hechos más triviales hasta, como en esta obra maestra, los arrebatos místicos. Con esta obra logró alcanzar el artista la cumbre de su carrera, tanto social como personalmente. Si su trayectoria escultórica había sido ascendente y repleta de éxitos, es ahora cuando despegará su arte para lograr verdaderas obras maestras, como la que ahora estamos analizando. Sin embargo, esta obra no ha sido siempre receptora de buenas críticas, siendo también motivo para que algunos críticos echaran por tierra la obra del artista. Esto se debe a esa carga expresiva 4 “Éxtasis de Santa Teresa,” que denotan sus modelos, ese fuerte misticismo y ese momento de éxtasis reflejado en el rostro de la santa, es interpretado por otros muchos como un ejemplo claro de amor mundano. Concretamente en 1739, Charles Oz Brosse, en sus “Cartas Familiares”, plantea esto mismo, exponiendo su escepticismo al pensar que aquello que aquí se observa sea un momento místico, sino más bien la representación de un orgasmo vivido por la santa tras poseer el amor divino, alejándose así de los ideales clásicos que abanderan la obra de Bernini. Pero estas críticas no hacen más que ensalzar la importancia de la obra, y de resaltar que toda aquella obra maestra genera críticas y halagos, que es aquello que la hace imprescindible a la hora de concebir el arte 4. Antecedentes y consecuentes de la obra Se inspiró en la composición de una tela de Lanfranco -El éxtasis de Santa Margarita de Cortona, en la Galería Pitti. La iconografía de Santa Teresa es de origen español. En cuanto a sus antecedentes más directos estaría la escultura clásica y la obra de Miguel Ángel que estudio en el taller de su padre. Su profunda asimilación de lo antiguo, lo clásico, es un rasgo esencial de su estilo. Otras fuentes serían el tratamiento de los rasgos corporales de Guido Reni o el naturalismo de Caravaggio. Los pliegues son usados aquí del mismo modo que en San Longinos, utilizándose para destacar determinadas partes, ocultando y encorsetando la anatomía también del mismo autor. El gesto del ángel se nos muestra como una pervivencia de las formas clásicas en la obra de Bernini. Manifestando aquí Bernini un gran conocimiento de los afecti, al mostrarnos la expresión entre el dolor y el placer de la santa. El artista refleja el estado interior mediante un recurso utilizado en la antigüedad, el pathos helenístico apropiado para la representación de cualquier estado doloroso arrebatado, trágico en cualquier época y en cualquier tipo de manifestación artística. En cuanto a los consecuentes el más inmediato será el de la Beata Beata Ludovica Albertoni del propio Bernini que puede considerarse una capilla Cornaro en miniatura. La utilización del transparente la repetirá en la Cátedra de San Pedro (1657-1666) y creará un modelo que se utilizará con profusión tanto en el barroco como en el rococó. La influencia de Bernini se extiende durante el siglo XVII al siglo XVIII con escultores como Pietro Bracci: Fontana de Trevi, Triunfo de Neptuno, Filippo della Valle: Anunciación, Camilo Rusconi: Juan, en San Juan de Letrán, o René Michel Slodtz: San Bruno. 5. Localización y contexto histórico .Cronología razonada del periodo estilístico abordado El término “Barroco” se acuñó, con sentido peyorativo o despectivo en el Neoclasicismo, a finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX. Este carácter negativo le venía dado por su recargamiento y complicación decorativa, siendo un estilo muy criticado hasta finales del siglo XIX. A partir de ahí empezó a ser un arte con características propias, que supone una reacción frente al racionalismo renacentista y continuación del Manierismo. Sus características innatas son el movimiento, el dinamismo, la teatralidad, el expresionismo y la propaganda del poder. En su desarrollo influye la Iglesia de la Contrarreforma, en la que los papas son los mecenas. La iglesia católica renovará la iconografía e impondrá el gusto por las composiciones aparatosas, para expresar su superioridad frente a la herejía protestante. Como arte cortesano, el Barroco se pone al servicio de los monarcas absolutos, que encargan la construcción de grandiosos palacios. Este arte busca emocionar al pueblo y persuadirlo de que la monarquía es la mejor forma de gobierno. Es un arte con una finalidad propagandística evidente. 5 “Éxtasis de Santa Teresa,” Se puede hablar dentro del Barroco de dos etapas: el Barroco pleno (1630-1680) y el Barroco tardío o Rococó (hasta mediados del siglo XVIII). Entre sus autores más destacado estará el autor de esta obra Gian Lorenzo Bernini, la figura culminante del espíritu barroco italiano. Marca con su sello toda una época y basta su obra para comprender y sentir el barroco italiano. Bernini dominó todas las disciplinas artísticas, pero por encima de todo su vocación fue la escultura. Los rudimentos de la profesión los adquiere con su padre, que en 1605 se traslada de Nápoles a Roma. A partir de entonces, el joven Bernini copia las antigüedades grecolatinas del Vaticano y admira el arte de Miguel Ángel. Años después sus contemporáneos lo consideraran el Miguel Ángel del siglo XVII. Su técnica será perfecta y su virtuosismo genial lo desarrolla desde la juventud. A él le atrae lo decorativo, la exuberancia y el misticismo. El modelado de la curva y la multiplicidad de planos conducen a la aparatosidad y la conmoción. Su virtuosismo es excepcional al hacer que el mármol se convierta en carne, telas o vegetales. Sus características principales serán el movimiento exaltado y en plena acción, la búsqueda de calidades texturales, la violencia expresiva, el psicologismo o tratar de reflejar las pasiones del alma y un profundo naturalismo, frente a la rebuscada elegancia del manierismo. El material que utilizó fue el mármol y tanto las figuras aisladas como los grupos tendrán un punto de vista frontal. Es el artista que mejor consigue integrar espacio, tiempo y luz, intentando romper las barreras físicas entre el espacio real y la ficción artística creando la ilusión de infinito; ilusionismo que conscientemente pretende integrar al espectador en la vivencia de lo celeste, partiendo, eso sí, de la materialidad que lo envuelve. Teatral si se quiere. En sus años de juventud hace obras mitológicas y alegóricas para el Cardenal Borghese, caracterizadas por el movimiento y la línea serpentinata: Rapto de Proserpina, Hermafrodita dormido, Apolo y Dafne o David. Comenzó a gestarse un nombre en Roma merced al monumento funerario destinado al obispo Santoni, secretario del papa Sixto V. En su época de madurez, se desarrolla el Periodo Medio, el más creativo de su carrera. Son los años del pontificado de Inocencio X, alcanzando la cima de su arte, unificando todas las artes y logrando el supremo espectáculo de la teatralidad barroca. A este período corresponde la obra estudiada, además de otras obras teatrales, tales como la Beata Albertona, la Fuente de los cuatro ríos en la Plaza Navona de Roma, los Sepulcros de Urbano VIII y, Alejandro VII en el Vaticano o el Busto de Luis XIV, cuando estuvo en Versalles trabajando para el Louvre. Hacia 1665, durante el pontificado de Alejandro VII, Bernini evoluciona hacia el estilo tardío, buscando el expresivismo y la espiritualidad, tan típica en la etapa final de los grandes maestros italianos, según se ve en Donatello y Miguel Ángel. Las figuras se alargan y los ropajes se retuercen y agitan, como muestran los Ángeles con los atributos de la pasión, que decoran las barandillas del Puente de Sant´Angelo, modelados entre 1668 y 1671. Bernini fue, sin lugar a dudas, el escultor más grande del Barroco italiano y también un notable arquitecto. Después de esta obra maestra, Bernini dirigió sus objetivos artísticos hacia la arquitectura, especialmente al tratamiento urbanístico. En esta faceta destacará la proyección y ejecución de fuentes ornamentales para las plazas de Roma, la decoración del puente de Sant’Angelo con el fin de crear un vía crucis urbano. Identificación de la obra y del Autor. Localización. Posiblemente sea la obra más apreciada y estimada de Gian Lorenzo Bernini, sea la que nos ocupa el “Éxtasis de Santa Teresa,” realizada en 1646 con destino para la Capilla Cornaro de la iglesia de Santa Maria della Vittoria. En ella muestra una concepción totalitaria de las artes, encontrándose la Gloria Celestial pintada en dos tramos de la capilla, encontrándose también decoradas las pechinas y la cúpula. 6