Documento 56613

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El ser humano se distingue de los demás seres vivos por sus características físicas, pero fundamentalmente por
poseer la capacidad de hablar, es decir, reflejar la realidad en conceptos expresados por palabras. Las personas
tienen un gran ingenio para comunicarse por medio de símbolos, ritos, danzas, magia, imágenes, etc., por
encima de toda esa comunicación no verbal tiene la posibilidad de manifestar su pensamiento abstracto por
medio de la palabra. El lenguaje, la palabra, son los grandes auxiliares de la inteligencia humana.
Cada grupo de personas, cada pueblo, según su idiosincrasia, crea su propio código lingüístico. Si
consultamos, por ejemplo, un diccionario árabe, nos encontraremos varias maneras de decir camello. No
ocurre lo mismo en castellano, lo que se debe a la importancia social, cultural y económica que este animal ha
tenido entre los pueblos de habla árabe. Por otra parte, se tiene la seguridad de que hace cien mil años la
humanidad utilizaba muy pocos vocablos, que aumentan según va avanzando la cultura. De la amplitud de
este código y del conocimiento que el hablante y el oyente tengan de él depende en gran medida la capacidad
de comunicación y, simplificando un poco, el dominio de la palabra.
La palabra forma parte de todas las facetas de la vida del ser humano, y de ahí la importancia de su estudio.
Todo acto de habla, de relación, de aprendizaje, de comunicación, en suma, lleva implícito el conocimiento y
el manejo de las palabras.
La alta funcionalidad del estudio del léxico y su valor instrumental hacen que esta disciplina pueda convertirse
en un importante pilar para mejorar todas las capacidades de la etapa, ya que la palabra es una herramienta
básica para la comprensión y expresión de los conceptos y el dominio de ella potencia capacidades como
conocer, comprender, analizar, valorar, ser tolerante, etc
DEFINICIÓN
Parte de la gramática que estudia la forma de las palabras con valor significativo, su formación, derivación o
flexión. En la oración gramatical se opone a la sintaxis. Desde un punto de vista general la morfología se
divide en dos categorías: la morfología flexiva y la léxica. La primera estudia las variaciones que se
establecen entre las palabras en función de los morfemas flexivos, como pueden ser el género y el número. La
morfología léxica es la que determina las posibilidades que poseen las lenguas para formar palabras nuevas,
ya sea por derivación, por composición, por analogía o por otros recursos.
Por ejemplo:
la palabra sentimentalidad
puede dividirse en varios pedazos:
sentimental− −idad
sentiment− −al
senti− −miento
Cada división se puede justificar por dos razones. Los pedazos de la izquierda existen, a veces un poco
modificadas, como palabras independientes:
sentimental −−> sentimental
sentiment −−> sentimiento
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sent −−> sentir
Por otro lado, los pedazos de la derecha aparecen en otras palabras también:
idad −−> fatalidad, totalidad, mentalidad, etc.
al −−> mortal, vital, estatal, etc.
miento −−> crecimiento, enfrentamiento, encantamiento, etc.
Cada uno de los pedazos de las palabras se llaman morfemas (idad, al, miento, sent).
MORFEMAS GRAMATICALES
Género y número
Hay una clase especial de morfemas que sirven para indicar propiedades gramaticales de la palabra. Por
ejemplo, en español, por ejemplo, la mayoría de las palabras tienen un morfema que indica el género
(masculino o femenino) y otro que indica el número (plural):
Palabra
Casas
mesas
Dedos
puertos
Motos
Soles
trenes
Morfema
Morfema
de género
−a
−a
−o
−o
−o
−−
−−
de número
−s
−s
−s
−s
−s
−es
−es
Raíz
cas−
mes−
ded−
puert−
mot
sol
tren−
Morfemas verbales
Otro ejemplo son los morfemas del verbo. En español, los verbos indican tiempo, persona y número el pasado
usando morfemas. A continuación aparecen los morfemas de persona y numero:
Persona
1
2
3
Número
Singular Plural
como comemos
comes comen
come comen
DEFINICION
Parte de la gramática que se ocupa de las relaciones que se establecen entre las palabras y los morfemas en la
frase u oración gramatical y que pueden ser diferentes de una lengua a otra. Según la escuela lingüística, el
estudio o definición de la sintaxis es diferente, ya que sus objetivos también lo son. La semiótica
interrelaciona la relación de las palabras con su significado, es decir, con la semántica y, por lo tanto, el
modelo lógico de análisis será la pragmática en la que el contexto es importante, mientras que para la
gramática generativa la sintaxis es el único componente de una frase y su método de análisis fundamental.
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El objetivo de la sintaxis, es pues, el estudio de la oración gramatical, y según que sea ésta simple o
compuesta, se divide en sintaxis de la oración simple y sintaxis de la oración compuesta.
Morfema Dependiente o Trabado y Morfema Independiente o Libre.
Unidad lingüística que se añade al lexema para formar una palabra o que, de forma independiente, señala
accidentes gramaticales de otra (el artículo, las formas verbales de los verbos auxiliares) o relaciona palabras
entre sí (preposiciones y conjunciones).
El primer tipo recibe el nombre de morfema dependiente o trabado; los otros dos, que no se unen al lexema,
son denominados morfemas independientes o libres.
El morfema posee significante y significado.
La gramática tradicional considera como morfemas aquellos que son dependientes, los afijos (prefijos infijos
y sufijos). En la actualidad, algunos gramáticos hablan también de morfemas independientes: el artículo
(gramatical), las preposiciones y las conjunciones (relacionales).
Los morfemas dependientes pueden ir:
com−poner : antes del lexema (prefijos)
in−confund−ible: entre el prefijo y el lexema
en−s−anch−ar : entre el lexema y el sufijo (infijos o interfijos)
cart−ero: tras el lexema: (sufijos).
Los morfemas pueden ser de tres tipos: gramaticales o flexivos (de género, número, tiempo, modo, persona,
voz, aspecto...), derivativos (significativos, apreciativos [aumentativos, diminutivos, despectivos]...) y
relacionales (preposiciones, conjunciones y los relativos).
Los morfemas flexivos reciben también el nombre de desinencias. Si se comparan los morfemas con los
lexemas, se observa que tanto los derivativos, que tienen un valor fundamentalmente léxico, como los
flexivos, con su valor gramatical, forman repertorios bastante limitados.
Los sufijos tienen la capacidad de convertir un lexema en una determinada clase de palabras: sustantivo,
adjetivo, verbo...
Una palabra puede tener dos prefijos o dos sufijos:
re−a−grup−ar
ros−al−eda
mar−in−ero.
La ausencia de morfemas gramaticales, como, por ejemplo, el de género, número, tiempo, persona..., es
significativa, por lo que suele representarse con el signo Ø, que indica morfema cero:
niño: niñ− lexema, −o morfema gramatical de género masculino, −Ø morfema gramatical de número singular.
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niños: niñ− lexema, −o morfema gramatical de género masculino, −s morfema gramatical de número plural.
Amamos: am− lexema, −a tema, −Ø ausencia del morfema gramatical de tiempo y modo, −mos morfema
gramatical de número plural y de primera persona.
Los morfemas pueden descomponerse en unidades lingüísticas menores, los fonemas, que tienen significante
pero no significado.
DEFINICIÓN
El léxico de un idioma es el conjunto de palabras de que dispone ese idioma. Se le llama también vocabulario,
de la misma forma que a las palabras se les llama vocablos. El enorme caudal del léxico, ordenado por orden
alfabético, se contiene en los diccionarios, cosa que toda persona debe tener y manejar para consultar dudas y
enriquecer su modo de hablar.
Cada lengua tiene su propio léxico, no sólo porque cada una utiliza distintos sonidos para expresar los mismos
significados, sino también para expresar distintos significados. Un lenguaje asigna palabras a aquello que la
gente utiliza o necesita utilizar.
Cada sociedad y cada comunidad realiza su propia visión analítica del mundo y el lenguaje representa esta
visión. Hay que definir la lengua como un conjunto de convenciones, además de un producto de la facultad el
lenguaje. El conjunto de convenciones no es otra cosa que un sistema de signos y señales, un código de
comunicación. La lengua es un producto social, es un amplio repertorio de signos que la sociedad va
elaborando a través del tiempo y de las necesidades que van surgiendo.
El vocabulario de un idioma refleja el medio físico y social de sus hablantes porque es un inventario de las
ideas, intereses y vivencias de los hablantes.
Conocer una lengua es conocer el léxico, sabes usarlo y también conocer y saber utilizar las reglas que
controlan la combinación correcta de los elementos.
Enriquecer el léxico de cada uno es tarea continua y para toda la vida, siendo uno de los índices más claros del
grado de cultura de una persona el uso del vocablo. Una persona será más culta en la medida que haga uso de
las palabras con mayor propiedad (es decir, llamando a cada cosa por su nombre) y con mayor riqueza(es
decir, conociendo y empleando el mayor numero de palabras).
Las palabras se derivan unas de otras, se amalgan, se rompen, se interfieren e influyen, cambian de valor, de
forma, de uso, se prestigian y desprestigian con la moda.... es decir, viven.
Las lenguas, que no cesan de evolucionar, aumentan constantemente su vocabulario por un lado, mientras que
por otro lo disminuyen. Hay palabras que se van incorporando a la lengua y palabras anticuadas que se
pierden porque caen en desuso.
Los fenómenos léxicos más importantes en la aparición de palabras nuevas son los siguientes:
ARCAÍSMOS
A medida que una palabra se va quedando anticuada deja de usarse. Estas palabras suelen referirse a objetos o
a usos sociales que han pasado de moda. Algunas palabras no se pierden completamente, sino que se usan
muy raramente, a este tipo de palabras pertenecen los arcaísmos. A veces no es fácil decidir si una palabra es
arcaísmo o se ha perdido por completo por que solo es necesario que se vuelva a usar para que no podamos
decir que se ha perdido.
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Sólo las palabras que mantienen una apariencia latina desde sus primeras documentaciones, con anterioridad a
finales del siglo XI, han de considerarse arcaísmos. El hecho de presentar reminiscencias latinas no es razón
suficiente para establecer que algunas palabras sean arcaísmos, ya que esta característica la poseen también
los cultismos y latinismos.
El estudio del polimorfismo gráfico de un buen número de palabras entresacadas de abundantes documentos
notariales medievales facilitó el reconocimiento de los auténticos arcaísmos, distinguiéndolos de las formas
cultas.
Por ejemplo:
Endilgar guaitar
Almazara almendro
De vagadas jamila
Aluquete azumbre
NEOLOGISMOS
Palabras introducidas en el idioma para designar nuevas realidades, ya sea a partir de otras palabras del
idioma, o a partir de vocablos de otras lenguas vivas o muertas. Esto se hace porque esas nuevas palabras son
útiles y porque castellano no hay otra palabra que signifique lo mismo. Estos vocablos deben de adaptarse a la
fonología y fonética castellana al ser aceptados en nuestra lengua.
Algunos de estos neologismos − como influenciar− son innecesarios porque ya existe en castellano− influir−
otra palabra que significa lo mismo; aunque siempre es bueno tener una gran riqueza léxica en el idioma.
Los neologismos más o menos necesarios avanzan en la dirección de la sociedad cada vez más compleja que
necesita denominar nuevos aspectos de las relaciones humanas. Es fácil, pues, incorporar nuevos vocablos en
la terminología informática.
Parece lógico pues, que todo lo relacionado con la informática y las telecomunicaciones haya traído consigo
un nuevo lenguaje pletórico de neologismos. No hay nada que objetar, sobre todo teniendo en cuenta que en la
mayoría de ellos, a su vez, han ido a buscarlos al latín y al griego, por lo que son cultismos.
Por ejemplo:
coctelera güisqui
cantautor penicilina
fútbol urbanismo
teléfono restaurante
CULTISMOS
Reciben el nombre de cultismos una clase específica de neologismos. Se refiere a las palabras tomadas del
latín o del griego muchos siglos después de que estas lenguas fueran ya idiomas muertos. Estos vocablos
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entraron en siglos pasados cuando la literatura tenía una tendencia clasicista, pero en el último siglo se han
producido muchos cultismos cuando los científicos e inventores se han visto en el trance de tener que poner
un nombre a las nuevas realidades descubiertas o inventadas.
Por ejemplo:
átomo peritoneo
microscopio telegrama
simbiosis cronómetro
gramófono cinematógrafo
TECNICISMOS
La vida moderna, cada vez más compleja y tecnificada, nos obliga a introducir en el vocabulario una gran
cantidad de tecnicismos con los que designamos objetos del mundo técnico o de carácter específico de una
profesión u oficio. En algunos casos es difícil distinguir una palabra culta o cultismo, de un tecnicismo.
Por ejemplo:
Telescopio: Anteojo de gran alcance que se destina a observar los astros.
Espectroscopio: Instrumento que sirve para observar el espectro solar.
Selenografía: Parte de la astronomía que trata de la descripción de la luna.
Centímetro: Centésima parte del metro.
Otros:
fonema marejada
Auscultar fotograma
Sintagma monotipia
BARBARISMOS
En sentido estricto, se llamaría barbarismo a todos los vocablos de procedencia extranjera. Pero hablando con
propiedad nos referimos solamente a las palabras de origen extranjero que se han aclimatado violentamente a
nuestro idioma sin tener en cuenta las características de la lengua.
Más brevemente es un extranjerismo no incorporado totalmente al idioma.
La mayor parte de las importaciones fraudulentas del inglés se realizan por razón del buen tono que confieren
los vocablos con sabor exótico. Así tenemos esa construcción de los adjetivos terminados en −al
(educacional, opcional, operacional, textual, digital, troncal, tutorial, polinomial...) y la creación de nuevos
verbos terminados en −ar o −ear (lincar, apdatear, dowloadear, savear...).
La prueba de que los anglicismos nos llegan por los oídos más que por la escritura es que, al intentar ponerlos
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por escrito, los rebarbarizamos aún más, como por ejemplo el vocablo realoquear −relocate−.
Este fenómeno, según Amando de Miguel, es debido a que la persona que introduce la palabra no conoce su
propio idioma y por lo tanto «castellaniza» la palabra inglesa ignorando que puede existir, y de hecho existe
en la mayoría de los casos, un vocablo castellano que describe perfectamente el significado de dicho término.
Por ejemplo:
Restorear por restaurar savear por guardar
Cientista por científico suceso por éxito
Factoría por fábrica marketing por mercado
Tipear por escribir zoomear por aumentar
EUFEMISMOS
Sustitución de un término o frase que tiene connotaciones desagradables o indecorosas por otros más
delicados o inofensivos. Puede rozar a veces el lenguaje pretencioso o lisa y llanamente cursi, tendencia que el
mismo Quevedo ridiculiza en La culta latiniparla (llamar calendas purpúreas a la menstruación); tiene
también connotaciones irónicas, como cuando designa ese lugar donde la espalda pierde su honesto nombre;
sirve, en muchos casos, como refuerzo de la doble moral y atenuación de los prejuicios.
El motivo del intento de evitar determinadas palabras está causado por el de no faltar a normas sociales.
Generalmente un eufemismo se refería a temas tabú. En algunos casos era síntoma de delicadeza, pero otras
muchas veces reponde a cursilería y a una visión pudibunda de cosas. Los eufemismos se han extendido de los
temas sexuales y de ciertas ocupaciones higiénicas, a las enfermedades, la muerte, las cuestiones laborales y
vocablos que intentan sustituir a los tacos y las blasfemias.
Por ejemplo:
una mujer de color (negra) lavado, aseo , servicio, WC (retrete)
la tercera edad (la vejez).
Amiga (amante)
Deceso (muerte)
Una fórmula heredada de la edad media para designar la homosexualidad, el pecado nefando (el pecado que
no debe mencionarse), se convirtió en el amor que no osa decir su nombre o el amor oscuro (García Lorca).
Vulgarismos
Nivel vulgar El nivel vulgar es el utilizado por los hablantes que no han recibido una educación suficiente,
por lo que su conocimiento de la norma lingüística es muy deficiente. El rasgo peculiar de este nivel es la
alteración de las normas de la lengua y la utilización de particularidades lingüísticas que se conocen como
vulgarismos.
Las incorrecciones más frecuentes en el plano fónico son:
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• Metátesis o cambio de posición de los fonemas: Grabiel por Gabriel, probe por pobre.
• Permutación de los fonemas /b/ y /g/: agüelo por abuelo, abuja por aguja.
• Desarrollo de una `g' ante el diptongo `ue': güevo, güeso.
• Alteraciones vocálicas por confusión de prefijos: dispertar y sigún por despertar y según.
• Relajación de los fonemas /d/, /g/ y /r/: aúja por aguja, pá por para, peazo por pedazo.
• Ultracorrección: bacalado por bacalao.
• Alteración de /l/ y /r/: arquiler...
En el plano morfológico, los usos incorrectos más frecuentes son:
• Cambio de género: la alambre, cuala, la reuma por el alambre, cual, el reuma.
• Formas pronominales incorrectas: siéntensen por siéntense.
• Alteraciones verbales: cantastes, conducí, pusiendo...
• Alteración en el orden de los pronombres personales me, te, se: te se fue, me se vio por se te fue, se me
vio.
Los usos incorrectos más frecuentes en el plano sintáctico son:
• Laísmo y loísmo: La miré las manos; Lo di un bofetón (Se debe utilizar le, para ambas frases, ya que
es un complemento indirecto).
• Concordancias incorrectas, haber con valor impersonal: Habían muchas personas (había muchas
personas).
• Discordancia: se da como seguro la discusión (segura).
En el plano léxico semántico los errores más frecuentes del nivel vulgar son:
• Uso de formas verbales arcaizantes: semos, truje por somos, traje.
• Partículas o formas de empleos arcaicas: enantes, cuantimás.
• Usos inapropiados de las preposiciones: pensando de que (pensando que), es un dequeísmo frecuente
en el uso coloquial.
• Empleo de palabras malsonantes, que, aunque no sean incorrectas, se consideran vulgarismos léxicos.
RELACIONES PARADIGMATICAS Y SINTAGMATICAS
Un paradigma es un conjunto de formas flexivas que toma una unidad léxica, o conjunto de unidades léxicas
que pueden aparecer y ser intercambiables entre sí en un determinado contexto.
En la gramática tradicional se utiliza este término para designar al conjunto de formas flexivas que toman las
palabras que presentan flexión, es decir, variaciones en su forma: la conjugación en el verbo; la declinación en
sustantivos, pronombres y adjetivos en las lenguas que presentan la categoría de caso...
Así: −ré, −rás, −rá, −remos, −réis, −rán constituyen el paradigma del futuro de indicativo de cualquier
conjugación.
En la lingüística moderna se designa con este nombre al conjunto de unidades que pueden aparecer e
intercambiarse en un contexto determinado. Toda unidad lingüística mantiene dos tipos de relaciones en la
lengua: paradigmáticas y sintagmáticas.
En El niño... un cuento, pueden ser compatibles palabras como lee, escribe, mira, comenta, ilustra..., todas
ellas mantienen entre sí una relación paradigmática, son intercambiables porque tienen algo en común, el ser
verbos; al mismo tiempo, cada una de ellas excluye a las restantes. Cualquiera de estas formas verbales que se
incluyera en ese contexto, entablaría con el resto de las palabras que lo forman una relación sintagmática. Las
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relaciones paradigmáticas son in absentia, es decir, potenciales, mientras que las sintagmáticas lo son in
praesentia. Jakobson ha estudiado todas estas relaciones sobre dos ejes: la sintaxis se ocupa del eje de la
concatenación, la semántica del eje de la sustitución; el eje de la sustitución es el eje paradigmático. Éste está
constituido por las relaciones virtuales entre las unidades lingüísticas que pertenecen a una misma clase
morfosintáctica o semántica, mientras que el sintagmático es el eje de las combinaciones.
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