Pedro Maria Otao Barriola

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Pello Maria Otaño Barriola,
(Zirzurkil, 1857 – Argentina, 1910)
Zuri begira tristetu zaizkit
alai neuzkiyan begiyak.
Oik nola diran bire luzian
korritzen duten zubiyak,
oraindik anbat gerta liteke
juntatutzia gu biyak.
Viéndote a ti se me han entristecido
los ojos, que tenía alegres.
Como éstos son puentes que
recorren largos caminos,
es posible que todavía
nos juntemos los dos.
El bertso no es de Pello Mari Otaño, sino de Txirrita. Es su despedida
a Pello Mari, cuando éste embarca por tercera vez a América, en Pasajes, el
26 de enero de 1898. Aquel día cumplía Pello Mari cuarenta y un años. Tres
menos tenía Txirrita.
El bertso destila tristeza, pero también esperanza. O quizá exprese
un sueño: “como éstos [los ojos] son puentes que recorren largos caminos,
es posible que todavía nos juntemos los dos”.
Quien antes ha estado dos veces en América y ha vuelto otras tantas
¿por qué no ha de venir de nuevo, a pesar de las grandes diferencias entre
lo dos primeros viajes y este tercero? La primera vez fue de mala gana;
huyendo de la guerra, probablemente. Así lo da a entender en uno de sus
bertsos.
Argatik gerok batere kulpik
ez gendubela ezertan,
txit urrutira joan biarra
izandu nuben batetan;
oso gazterik arkitu nintzan
Amerikako Panpetan.
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Por ello sin tener nosotros
ninguna culpa en ello,
tuve una vez la necesidad
de ir muy lejos;
de muy joven me encontré
en las Pampas de América.
No iría de buen grado, pero suya sería la decisión. La segunda vez,
sin embargo, marchó por voluntad propia.
Amerikara nua
nere borondatez,
aspertu naizelako
emengo suertez.
Voy a América
por mi voluntad,
porque me he hastiado
de la suerte de aquí.
Esta tercera vez, sin embargo, le lleva la necesidad. Pero hay más
aún. Antes marchó solo. Y quien anda solo se muda más fácilmente de
lugar. Ahora, lleva consigo a su esposa Malen y a sus tres hijos. El mayor –
Bernado– no tiene seis años; el menor –Josetxo– ni siquiera dos; el
mediano –Miguel– tres.
Ez nua borondatez,
bearrak narama,
nerekin daramazkit
iru ume ta ama.
No marcho por mi voluntad,
me lleva la necesidad,
llevo conmigo
a tres niños y a su madre.
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La gente reunida en Pasajes para decirle adiós ve el sufrimiento de
Pello Mari. Años más tarde, recordando aquel momento, escribirá el
bertsolari Jeronimo Elizegi:
gogoratzen naiz nola joan ziñan
negarrez urtzen Pasaitik,
o, modu artan ez det ikusi
sekulan aurraren aitik.
recuerdo cómo fuiste de Pasajes
derritiéndote en lágrimas,
oh, nunca he visto así
padre de criatura.
La tristeza de Txirrita es la de todo un pueblo. ¿Hemos de perder
para siempre a un bertsolari semejante? ¿Nos hemos de conformar
únicamente con los bertsos “Mutil koxkor bat” y “Txepetxa”? ¿Va a quedar
sin descendientes la saga de bertsolaris de los Otaño, Errekalde Zaharra
(1803-1883), Joxe Bernardo Otaño (1842-1912) y Pello Mari?
Marcha Pello Mari, precisamente cuando más lo necesitan Euskal
Herria y el euskera. Él no se rendirá. Ya, el año 1900, publica
“Lagundurikan denoi”, “Zazpiak bat” y “Amerikako Panpetan” [“En aquella
querida tierra de Euskal Herria, delante del caserío donde nací, hay un
nogal de sombra grande”]. Estas tres composiciones –“como [también] son
puentes que recorren largos caminos”– llegarán pronto aquí, atravesando
los mares. Y, junto con “Mutil koskor bat” y “Txepetxa”, ocuparán un lugar
destacado en la antología de bertsos. Para siempre. En esas cinco
composiciones se condensa el legado de Pello Mari.
Mientras, nació Maria Teresa, en 1899. Y años después Juanita, en
1903, y Malentxo, en 1907.
Pello Mari sigue componiendo nuevos bertsos. Y en 1904 publica
Alkar, donde recoge sus mejores trabajos realizados hasta entonces.
También compone la letra de las óperas “Artzai-mutilla” y “Lora”.
Muere en Rosario el 7 de mayo de 1910, dejando tras sí una obra
fecunda. Cuenta cincuenta y tres años, “la edad más óptima para trabajos
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intelectuales”, según palabras de Antonio Zavala. Queda sin realizar su
sueño: “joan nai det ostera / Euskal-lurreko arbolpe artan / nere ezurrak
uztera” (quiero volver de nuevo, a dejar mis huesos bajo aquel árbol de la
Tierra Vasca”).
Sus huesos quedaron en Argentina: primero en Rosario, y después en
La Plata, a donde los trasladaron sus familiares. Allá se reunirá el cuerpo de
la viuda Malen, en 1934, y el de sus hijos Malentxo, Joxetxo, Maria Teresa y
Juanita, en 1977, 1982, 1989 y 1998.
La noticia del fallecimiento de Pello Mari tuvo un gran eco en Euskal
Herria, “pues éstas [las noticias necrológicas] son puentes que recorren
largos caminos”. Aquel eco se hará cada vez más amplio y profundo. Sus
bertsos andarán de boca en boca. Ocupará un lugar predilecto en el
recuerdo del pueblo. Será patrimonio cultural de Euskal Herria y referente
en la renovación cultural.
Pero se necesitará tiempo. Ya que a comienzos del siglo XX. un mal
terrible afecta al mundo del euskera: el puritanismo. En dicho ambiente, el
bertsolarismo carece de futuro. Se acabaron los concursos de bertsolaris.
Menos mal que éstos y el pueblo llano siguen cantando bertsos en las
plazas, tabernas y sidrerías. Siguen improvisando bertsos y recordando y
difundiendo los compuestos por Pello Mari.
Y menos mal que los promotores de la cultura vasca no duermen: en
1918an crean Eusko Ikaskuntza y Euskaltzaindia. Y, entre otras, también
nace en Donostia, en 1928, la asociación Euskaltzaleak, con Aitzol al frente,
para fomentar la prensa vasca y difundir el euskera y la literatura vasca.
Son proyectos que poco a poco irán abriendo camino. La sociedad
vasca necesita trabajadores e impulsores. Y estrellas: estrellas que le
iluminen y guíen de noche.
En 1930 se vuelve a editar el libro Alkar de Pello Mari, con prólogo de
Aitzol. El mismo Aitzol encarga a Orixe crear el poema nacional. Orixe acaba
Euskaldunak para 1935. Y, precisamente, en el prólogo hace mención
expresa de Pello Mari. Ya que Orixe ha escrito el poema en bertsos, pues
“nuestro pueblo gusta del verso acabado. Me viene a la memoria Pedro
María Otaño”. Una estrella reconoce a otra.
Y Aitzol organiza las Fiestas Vascas y otros eventos, a fin impulsar el
renacimiento cultural vasco. Y, siguiendo la sugerencia de Manuel Lekuona,
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organizará también los Días del bertsolari. En el primero, el día de San
Sebastián de 1935, resulta ganador Basarri. Comienza un nueva era en la
historia del bertsolarismo, de la mano del mismo Basarri. Un año más tarde, en
enero de 1936, en el segundo Día del bertsolari, resulta ganador Txirrita. Si
viviera, Pello Mari contaría con setenta y nueve años.
La guerra cercena aquel resurgir. Viene después la dura posguerra.
Pero, apenas vuelve de la guerra, Basarri comienza a desarrollar su
proyecto, junto con Uztapide y tomando por modelo a Pello Mari. Juan Mari
Lekuona escribe:
En la preguerra y en la posguerra, los amantes de los bertsos aprenden
de memoria los bertsos de Otaño, y lo toman como referencia clásica. Y,
lo que resulta digno de destacar, Basarri y Uztapide toman por modelo a
Otaño, porque es culto, variado, utiliza un euskera depurado, es
ponderado y respetuoso y sabe adaptarse más que cualquiera a las
exigencias del momento. Hasta la venida de Amuriza será, quizá, el
maestro que más ha influido en el bertsolarismo.
Es conocido lo que cantó Uztapide en el campeonato de 1962, cuando
Alfonso Irigoien le pide que escoja un santo patrón para los bertsolaris:
“nere partetik Pedro Maria Otaño izan dedilla” (por mi parte, que sea Pedro
Maria Otaño).
Antes, en 1959, se publica por tercera vez Alkar, con el título de
Pedro Mari Otañoren bertsoak. Una estrella, en la noche oscura de la
posguerra.
Entre los campeonatos de bertsolaris, el de 1980 será uno de los más
memorables: aquél que supuso la primera txapela para Amuriza. Comienza
otra etapa en la historia del bertsolarismo. A la final asiste, testigo que
aquel momento histórico, Maria Teresa, la hija de Pello Mari, con su hija
Magdalena “Beltxa”. Maria Teresa, además, toma la palabra en el momento
del reparto de premios.
Pero, a finales del siglo XX, Pello Mari sigue sin tener todavía su
biografía y falta una recopilación completa de su obra. Será Antonio Zavala
quien los publica, en 1993, en dos tomos excelentes, bajo el título de Pedro
M. Otaño eta bere ingurua. Culmina así, con esta publicación, dentro del
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gigantesco proyecto que es Auspoa, la serie de biografías dedicadas a los
bertsolaris. También en dicha obra recogerá con mimo la tradición oral,
representada, entre otros, por los testimonios vivos y cariñosos de los
zizurkildarras Teodoro Mujika, Serapio e Ignazio Mendizabal.
Y, cuando parece que Zavala ha dicho cuanto se pueda decir de Pello
Mari, ven la luz otros dos trabajos, madurados en Zirzurkil: el encantador
Errekaldeko intxaurraren itzala de Teodoro Mujika, en 1996, y Oroimena.
Pello Mari Otañoren arnasa (1857-1010), de Hernadorena Kultur Taldea,
presentado ayer mismo, eco fiel del pasado y testigo vivo del presente.
He aquí, de nuevo, el corazón de Pello Mari, latiendo lleno de aliento.
En un momento, en torno a Pello Mari, podemos repasar doscientos
años de historia, con origen en Errekalde y hecha de idas y venidas a
Argentina: siglo XIX, guerras carlistas, emigración, renacimiento cultural,
guerra civil, posguerra… No. No se ha interrumpido la vieja cadena de
doscientos años.
A lo largo de dicha cadena, aparece fulgurante la figura Pello Mari: en
Zizurkil, bertsolari joven y sobresaliente; en Donostia, llevando el bertso
hasta las cimas más altas; en el mejor momento de su vida, tomando
camino a Argentina, con esposa y tres hijos; y en Argentina, continuando
escribiendo bertsos y enriqueciendo nuestro patrimonio cultural.
Después de muerto, su estrella no hará más que crecer en el oscuro
firmamento de Euskal Herria. Y “como éstas [las estrellas] son puentes que
recorren largos caminos” será en la preguerra guía de Aitzol, Orixe y tantos
otros y en la posguerra de Basarri, Uztapide y muchos bertsolaris.
Hoy, en el centenario de su muerte, al nombrarlo hijo predilecto de
Zizurkil, rendimos homenaje al gran bertsolari y creador cultural que fue y
aclamamos unánimes al referente que ha sido y es. Y, al homenaje de su
pueblo natal, se une el de Euskal Herria y el de la sociedad vasca de
Argentina. Se ha hecho realidad aquel sueño de Txirrita y de nuestro
pueblo: ya que “éstas [las estrellas] son puentes que recorren largos
caminos, es posible que todavía nos juntemos los dos”. Tú, Pello Mari, y
nosotros, Zizurkil, Euskal Herria y Argentina.
Pello Mari Esnal Ormaetxea
Zarautzen, 2010eko maiatzaren 2an
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