Mosaico

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1. INTRODUCCIÓN Mosaico, arte de crear diseños figurativos o geométricos incrustando en cemento trozos
de vidrio, piedra, terracota u otros materiales. La decoración con mosaicos se adapta mejor a grandes
superficies planas, en especial a suelos, paredes interiores y muros, bóvedas y techos, aunque también se
aplica en paneles pequeños y objetos cotidianos. El mosaico fue un arte muy desarrollado por los romanos y
utilizado con profusión en los edificios bizantinos y en las iglesias italianas. Dado que los materiales
empleados en los mosaicos son bastante resistentes al deterioro, se han conservado con el mismo brillo
original gran cantidad de mosaicos antiguos.
2. MATERIALES Y TÉCNICAS
Los mosaicos clásicos estaban formados primero por pequeños guijarros y más tarde por cubos de mármol,
piedra, vidrio o terracota, que reciben el nombre de teselas.
Para hacer las teselas de mármol o de piedra de color, se cortaba el material en finas láminas, luego en tiras y
después en cubos. Para obtener las teselas de vidrio fundido (que podía teñirse añadiéndole diferentes óxidos
de metal) se vertía éste encima de una superficie lisa para que se enfriara y se endureciera. Después, con una
herramienta afilada, la lámina de vidrio coloreado era cortada en tiras y luego en cubos. Las teselas de oro y
plata se obtenían colocando pan de oro o plata encima de una lámina de vidrio de tono pálido. La superficie se
cubría con un frit (capa fina de vidrio empolvado) y se calentaba en un horno para sellar el oro y la plata entre
las capas de vidrio. A continuación se dividía la lámina en cubos.
Entre los diferentes tipos de mosaico se encuentran el opus tesselatum, con sencillos dibujos geométricos, el
opus vermiculatum, originario de Egipto, con piedras minúsculas que permitían formar fácilmente líneas
curvas o figuras de personas, animales, plantas u objetos, el opus musivum, para los muros de una casa, y el
opus sectile, con dibujos compuestos por piedras más grandes de diferentes tamaños.
El conocimiento de las antiguas técnicas para realizar mosaicos se deriva en gran parte del examen directo de
los restos de mosaicos encontrados; los dañados mosaicos de Estambul han proporcionado una información de
gran valor. Las paredes a cubrir con el mosaico recibían una triple capa de yeso. La primera capa (una mezcla
de cal, arena y polvo de ladrillo) se aplicaba sobre la pared hasta conseguir una superficie lisa. A continuación
se aplicaba una segunda capa (de cal, arena y paja cortada), de un grosor de 1,25 a 5 cm, y se rascaba o
labraba para recibir la tercera capa de yeso y polvo de mármol que se iba esparciendo por zonas. A
continuación se pintaba el dibujo al fresco y a continuación se colocaban encima las teselas de color siguiendo
este dibujo.
Las teselas se iban colocando de una en una sobre el dibujo, con lo que la superficie quedaba irregular de
forma intencionada. Estas irregularidades atrapan la luz y dan mayor luminosidad a la pared una vez acabada.
En muchos casos las teselas se colocaban inclinadas hacia abajo en filas dejando un espacio entre ellas para
que, observadas a distancia, dieran la sensación de profundidad.
3. MOSAICOS PRECRISTIANOS
En Mesopotamia en los siglos IV y III a.C. se desarrolló un tipo de mosaico realizado con finos conos de
arcilla. La base de algunos conos estaba pintada de rojo, negro y blanco. Los conos se incrustaban en muros
de ladrillos de barro para crear una capa decorativa y protectora de dibujos geométricos, tal vez inspirados en
tejidos o esteras. En el Pergamon Museum de Berlín se conserva una gran parte de un muro sumerio de
columnas adosadas (siglo III a.C.) del templo de Uruk, decorado con este tipo de dibujos. Véase Arte y
arquitectura de Mesopotamia.
En Creta y en la península griega durante la edad del bronce (1600−1000 a.C.) se utilizaban guijarros para
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hacer mosaicos en suelos. Estos mosaicos ya existían en la civilización helénica entre el siglo VI y el siglo IV
a.C., siendo los principales los hallados en Atenas, Corinto, Delfos, Olimpia, Olinto, Pella y Tarsus. Los
mosaicos de guijarros polícromos de Pella (Macedonia), que datan del año 300 a.C., son excelentes ejemplos
de utilización de guijarros de delicados matices de color para crear bellas composiciones de figuras, por lo
general, de tono claro sobre fondo oscuro delimitadas con tiras de plomo o de cerámica.
Antes de finales del siglo III a.C., los guijarros fueron sustituidos por teselas de piedra o de vidrio. La
superficie lisa de las teselas aumentaba la resistencia del mosaico y permitía crear diseños más elaborados. Al
cortar las teselas en trozos muy pequeños los artesanos podían componer escenas realistas con figuras
humanas, animales, plantas y paisajes de enorme precisión. Véase Arte y arquitectura de Grecia.
Los romanos aprendieron el arte del mosaico de los griegos y después desarrollaron su propio estilo, que
difundieron por todo el Imperio. Entre los primeros mosaicos de Pompeya se encuentran las escenas
polícromas de finales del siglo II y principios del siglo I a.C. El Mosaico de Alejandro, en la Casa del Fauno,
representa la batalla de Alejandro contra Darío III y se cree que es copia de una pintura helenística del siglo
IV a.C., aunque lo más probable es que fuera realizado en el siglo I a.C. Otra muestra de los mosaicos de este
periodo son los que podemos ver en Centcelles (hoy Constantí) en la provincia española de Tarragona. Los
mosaicos de Antioquía (en Turquía), que datan de finales del siglo II al VI d.C., muestran una predilección
por los temas figurativos polícromos. Los temas mitológicos, como el Juicio de Paris, Narciso y Los trabajos
de Hércules, están realizados con gran realismo y brillantes colores. Véase Arte y arquitectura de Roma.
4. MOSAICOS CRISTIANOS E ISLÁMICOS
En los primeros mosaicos cristianos del siglo IV al VI d.C. se observan figuras humanas, animales y pájaros y
escenas de caza enmarcadas por decorativas cenefas. En la iglesia de Santa Constanza de Roma, construida
hacia 350 d.C., las bóvedas están decoradas con mosaicos de zarcillos y dibujos geométricos que enmarcan
figuras de origen pagano. Véase Arte y arquitectura paleocristianas.
4.1. Mosaicos bizantinos
Los mosaicos realizados en diferentes lugares del Imperio bizantino se encuentran entre los más bellos de su
género. Los primeros mosaicos de los siglos V y VI se hallan en ciudades ligeramente alejadas de
Constantinopla. Entre los mosaicos de Ravena (Italia), de los siglos V y VI, destacan los de El buen pastor
(siglo V) en el mausoleo de Gala Placidia, El bautismo de Cristo en el río Jordán (c. 450) en el baptisterio de
los Ortodoxos y, sobre todo, los mosaicos en el presbiterio de la iglesia de San Vital, que datan del año 547.
En los laterales del ábside se encuentran retratos de cuerpo entero del emperador Justiniano I y la emperatriz
Teodora con su séquito. La basílica de San Apolinar in Classe, cerca de Ravena, consagrada en el 549,
presenta un impresionante mosaico en el ábside que representa La transfiguración de Cristo. En el monasterio
de Santa Catalina, en el monte Sinaí, se encuentra otro bello mosaico de la transfiguración, que data del siglo
VI.
Los mosaicos figurativos bizantinos de los monumentos religiosos de Constantinopla fueron destruidos
durante el periodo iconoclasta de los siglos VIII y IX. Sin embargo, aún se conservan algunos bellos mosaicos
del periodo preiconoclasta así como decoraciones de los siglos VIII y IX como la gran cruz sobre fondo de
oro en el ábside de Santa Irene (iglesia de la Santa Paz) cerca de Santa Sofía (iglesia de la Santa Sabiduría). Se
conservan ejemplos excepcionales de mosaicos paganos en las ruinas del palacio de los emperadores
bizantinos en Constantinopla. Estos enormes mosaicos de suelo, del siglo VI, muestran escenas de caza y de
actividades domésticas y dibujos abstractos, todos ellos enmarcados por amplias cenefas de hojas.
En el año 843 volvieron las pinturas a las iglesias y los mosaicos figurativos fueron devueltos a Santa Sofía.
En el vestíbulo sur se encuentra un bello mosaico de Justiniano I presentando una maqueta de su iglesia a una
Virgen con Niño en el trono, y a su derecha está Constantino I ofreciendo una maqueta de la ciudad. En el
nártex interior se observa a León VI postrado ante un Cristo en el trono (principios del siglo X). En la galería
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se encuentra un retrato imperial del emperador Alejandro (912−913), la emperatriz Zoe con su tercer marido,
Constantino Monómaco (siglo XI) y el emperador Juan II con la emperatriz Irene (siglo XII). Tal vez el
mosaico bizantino más famoso sea Deis, un mosaico de tamaño monumental que representa a Cristo en el
trono entre la Virgen María y san Juan Bautista. Los detalles de la cara y de la figura están creados con gran
realismo mediante minúsculas teselas de vidrio y mármol de brillantes colores sobre fondo de oro. Este
mosaico data de finales del siglo XIII. También en Estambul están los bellos mosaicos del nártex doble
(porches interior y exterior) de Kariye Camii (también conocido como san Salvador en Chora); datan de
principios del siglo XIV. En ellos se representan escenas de la vida de la Virgen María y de Jesucristo en una
serie de magníficos paneles de brillantes colores. Véase Arte y arquitectura bizantinas.
4.2. Mosaicos islámicos
Los artistas árabes realizaron magníficos monumentos decorados con mosaicos, entre los que destacan la
mezquita de la Roca de Jerusalén y la gran mezquita Ummayad en Damasco. La primera fue construida a
finales del siglo VII y está decorada con mosaicos de hojas de acanto y palma, cornucopias, ánforas y el árbol
de la vida. Las teselas presentan diferentes tonos de verde y azul con toques de rojo, plata, gris, malva, negro
y blanco sobre fondo de oro. En la gran mezquita Ummayad, finalizada a principios del siglo VIII, hay
mosaicos en el interior y el exterior del edificio con motivos de flores, árboles y edificios así como de una
ciudad imaginaria. Después de un periodo de declive, el mosaico renació en el 971 en la gran mezquita de
Córdoba, cuando llegan los artistas bizantinos para formar a los artistas árabes.
En el siglo XIII los turcos Selyúcidas de Asia Menor desarrollaron una técnica propia con tejas vidriadas.
Estos mosaicos, de color turquesa, amarillo, verde y blanco sobre un fondo azul cobalto, están colocados
formando dibujos geométricos e inscripciones en árabe. Véase Arquitectura y arte islámicas.
4.3. Mosaicos normandos en Sicilia
En Palermo (Sicilia) los reyes normandos del siglo XII mandaron instalar mosaicos en la catedral, la capilla
palatina, la Martorana, el palacio real y el palacio de Zisa. Los mosaicos normandos que cubren las paredes
interiores de las grandes iglesias de Cefalú (1148 y posterior) y Monreale (1180−1190) presentan escenas
bíblicas e impresionantes figuras de Cristo y de los santos (en vidrio y piedra de vivos colores sobre fondo de
oro).
4.4. Mosaicos italianos En Venecia los mosaicos de San Marcos abarcan varios siglos (siglo XIII los del
crucero, siglo XIV los del baptisterio y siglo XVII los diseños barrocos de toda la basílica). Roma es una
ciudad rica en mosaicos de diferentes periodos, entre ellos los de las iglesias de Santa Maria in Trastevere
(1130−1143) y las basílicas de San Pablo Extramuros (1218), San Juan de Letrán (1291) y Santa María la
Mayor (1295).
4.5. Mosaicos en miniatura Los mosaicos para piezas cotidianas o en miniatura se encuentran entre los
objetos bizantinos mas apreciados. Están compuestos por teselas diminutas y se colocan, por lo general, sobre
una capa de cera o de resina de cera en paneles de madera. Existen dos ejemplos notables que son el icono de
san Juan Crisóstomo y la Masacre de los cuarenta mártires, ambos del siglo XIV en Constantinopla
(Dumbarton Oaks Collection, Washington).
4.6. Mosaicos occidentales posteriores
En el renacimiento los talleres de mosaicos, que se encontraban en Venecia y Roma, utilizaban una técnica
que imitaba a la pintura ilusionista a escala gigantesca, como en los mosaicos de la cúpula de la catedral de
San Pedro en Roma (iniciados en 1576). Durante el siglo XIX la técnica del mosaico resurgió, abriéndose
talleres en Italia, Francia, Inglaterra y Rusia. Las obras, que imitaban estilos ilusionistas anteriores, eran
realizadas principalmente por artesanos italianos formados en la reproducción de cuadros mediante el uso de
teselas.
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En la actualidad una serie de artistas han revitalizado la decoración con mosaicos. Cabe destacar la técnica
utilizada por algunos muralistas mexicanos como Juan O'Gorman, quien realizó murales con mosaicos
(fragmentos de cantera y cristal) en numerosas obras. La más famosa es la de la Biblioteca Central de la
Universidad Nacional Autónoma de México, mural que concluyó en 1953. Por otro lado, el arquitecto español
Antoni Gaudí utilizó el mosaico como elemento decorativo en algunas de sus obras, como el parque Güell de
Barcelona. También el catalán Joan Miró ha empleado elementos cerámicos para la realización de numerosos
murales, entre los que destaca el pabellón japonés de la Exposición Universal de Osaka (1970) y los murales
del Sol y de la Luna (1958) para el edificio de la UNESCO en París.
5. MOSAICOS DE LA AMÉRICA PREHISPÁNICA
Los indígenas americanos de Mesoamérica desarrollaron una técnica propia para decorar máscaras, escudos,
empuñaduras de cuchillos, espejos, figuras de animales y estatuillas. Las piezas de turquesa, hueso y concha
eran cortadas en pequeños trozos que se pulían y se colocaban con una resina vegetal en superficies, por lo
general, de madera o barro. Este tipo de mosaicos se puede contemplar en el Museum of Mankind de Londres,
en el Museo Nacional de Antropología de la ciudad de México y en el Museo de los Indios Americanos de
Nueva York. Véase Arte y arquitectura precolombinas.
"Mosaico." Enciclopedia® Microsoft® Encarta 2001. © 1993−2000 Microsoft Corporation. Reservados
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