Derecho de separación en caso de falta de distribución de dividendos: necesario pero ¿suficiente y eficiente?. Derecho de separación en caso de falta de distribución de dividendos: necesario pero ¿suficiente y eficiente?. BIB 2012\632 Ignacio Aragón Alonso. Abogado Cremades y Calvo-Sotelo Publicación: Revista Aranzadi Doctrinal num. 2/2012 (Estudio). Editorial Aranzadi, SA, Pamplona. 2012. Derecho de separación en caso de falta de distribución de dividendos: necesario pero ¿suficiente y eficiente?La Ley 25/2011, de 1 de agosto (RCL 2011, 1516) , de reforma parcial de la Ley de Sociedades de Capital y de incorporación de la Directiva 2007/37/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 11 de julio (LCEur 2007, 1230) , sobre el ejercicio de determinados derechos de los accionistas de sociedades cotizadas, introdujo a través del artículo 348 bis de la Ley de Sociedades de Capital el tan demandado derecho de separación del socio en caso de falta de distribución de dividendos. Es un hecho demostrado que en muchas sociedades se ha venido produciendo una total indefensión de los socios minoritarios que veían como los gestores de las mismas obviaban sus derechos económicos al no repartir dividendos de forma reiterada. En muchas ocasiones los socios mayoritarios al tener acceso a la administración de la sociedad procuraban sus ingresos a través de sueldos, prebendas o contratos de diferente índole evitando de este modo que hubiera beneficios legalmente distribuibles; o bien, engrosaban las reservas voluntarias y por tanto sistemáticamente no repartían dividendos al no tener ellos necesidad de los mismos para rentabilizar su inversión en la sociedad, cosa que hacían a través de los mecanismos mencionados. Con esta reforma el legislador ha pretendido dar una salida al minoritario que veía como ante esta situación tampoco podía deshacerse de sus títulos ante la evidente dificultad (o casi imposibilidad) de venta (salvo a sus antiguos socios y probablemente en unas condiciones muy ventajosas para los mismos).Pues bien, siendo por tanto muy bienvenida esta nueva causa de separación, cabe preguntarse si se ha regulado el tan necesario derecho de una forma eficiente y suficiente.Empecemos por analizar su discutible no efectividad en sociedades cotizadas. En efecto, el artículo 348 bis LSC termina estableciendo la no aplicabilidad de esta previsión para las sociedades cotizadas, algo que en principio parece lógico, teniendo en cuenta la liquidez intrínseca de la acción que se negocia en el mercado secundario; es decir, si el accionista no estuviese de acuerdo con la ausencia del reparto de dividendos podría vender sus acciones en bolsa y dejar de ser accionista («votar con los pies», como muy gráficamente lo definen en Estados Unidos).Aún así, esta previsión parece chocar con lo que indica el artículo 353.2 LSC que establece el valor de reembolso en el precio medio de cotización del último trimestre respecto de los títulos del socio que ejerce su derecho de separación en atención a la única causa, de entre las que contempla la ley, que le sería aplicable a la sociedad cotizada; esto es, la sustitución del objeto social. De esta forma, implícitamente, queda claro que se reconoce el derecho de separación en sociedades cotizadas en atención a esta causa. No parece tener sentido esta diferente regulación: que se permita el derecho de separación en cotizadas en atención a la sustitución del objeto social y no en atención a la falta de reparto de dividendos. ¿Por qué este diferente tratamiento legal?Además, el valor de reembolso que se establece en este supuesto es el del precio medio de cotización del último trimestre, por lo que igualmente se podía haber previsto este valor para el derecho de separación por causa de falta de reparto de dividendos en sociedades cotizadas. No está claro naturalmente si esta compensación por las acciones sería mayor o menor del precio de cotización en el momento de ejercicio del derecho, que recordemos es de un mes desde la publicación del acuerdo que diera lugar al mismo. Lo que si parece es que se ha apostado por un valor medio que siempre será más ecuánime y ajustado que la valoración de la acción en un determinado momento.Aun así, yo abogaría por 19 de abril de 2012 © Thomson Aranzadi 1 la eliminación del derecho de separación en sociedades cotizadas. En las no cotizadas tiene todo el sentido al encontrarse el socio prisionero de sus títulos al no existir un mercado en el que poder colocarlos. Creo que para el accionista de la cotizada en desacuerdo con la sustitución del objeto social o con la ausencia de dividendos, nada como «votar con los pies» y vender sus títulos. Lo hará al valor razonable, que no es otro que el valor de mercado al que coticen en ese momento sus títulos.Una vez puesta de manifiesto este diferente tratamiento y la propuesta de homogenización respecto de las sociedades anónimas cotizadas, conviene poner en claro las condiciones que se han de dar para que un socio pueda ejercitar la causa de separación que atañe a nuestro análisis.Así, para el ejercicio de este derecho se han de dar las siguientes circunstancias: encontrarnos a partir del quinto ejercicio social desde la inscripción de la sociedad en el Registro Mercantil; hallarnos en sede de Junta General Ordinaria, que es donde se debatirá la aplicación de resultados propuesta por el órgano de administración; haber beneficios propios de la explotación del objeto social; votación del socio minoritario a favor del reparto de dividendos; rechazo por parte de la Junta a un reparto de dividendos de, al menos, un tercio de los beneficios legalmente repartibles.Como se ha indicado, el artículo 348 bis LSC pone freno a la extendida práctica de engrosar reservas voluntarias en vez de repartir dividendos con el consiguiente perjuicio para los accionistas que no tienen acceso a la gestión social y que por tanto no pueden atribuirse un determinado sueldo o que tengan una necesidad mas perentoria de amortizar su inversión en el negocio.El problema que no acota la ley es que, tal y como está redactado este artículo, si no hubiera beneficio, tampoco habría derecho a dividendos y por ende no se podría ejercer el derecho de separación. Esta situación perfectamente se podría seguir dando si la Junta General, con la lógica pero estéril oposición del minoritario, acordase incrementar el sueldo de los administradores.El artículo 217.2 LSC indica que cuando la retribución de los administradores no tenga como base una participación en los beneficios, será fijada para cada ejercicio por la Junta General.La Ley, de nuevo, protege a medias a los minoritarios, ya que solo cuando la remuneración tiene como base una participación en los beneficios establece reglas que impidan el abuso. De esta forma, la Ley de Sociedades de Capital establece que «los estatutos sociales determinarán concretamente la participación o el porcentaje máximo de la misma, que en ningún caso podrá ser superior al diez por ciento de los beneficios repartibles entre los socios» (art. 218.1 LSC). Además, en anónimas solo podrá ser detraída dicha participación para los administradores tras «haberse reconocido a los accionistas un dividendo del cuatro por ciento, o el tipo más alto que los estatutos hubieran establecido».Queda pues apropiadamente protegido el interés del minoritario si la retribución de los administradores está basada, como hemos visto, en una participación en los beneficios pero no si la misma es determinada por la junta general discrecionalmente.También se podría dar el supuesto de que los socios trabajadores fueran gratificados con unos sueldos y bonus anuales por los administradores que hicieran muy complicado el que hubiera beneficios a final de año que permitieran un reparto de dividendos, lo que claramente está frustrando el legítimo derecho a participar de las ganancias sociales que tiene el minoritario.Esta es una situación que en la práctica se da en un tipo de sociedad que no necesita de reinversiones en material, maquinaria o recursos humanos. Serán los tribunales lo que, en su caso, deberán poner freno a esta práctica, que claramente supone una vulneración del espíritu y sentido de la Ley y no permitir lo que, bordeando la literalidad del texto legal, supondría una clara estafa al mismo.Pero hay otra posible situación que la ley no contempla y que nos situaría en el plano contrario al que hemos venido tratando. Me refiero a la sociedad que necesita, por sus características o por la coyuntura del momento en que se encuentre, de una fuerte reinversión de beneficios para poder afianzarse o acometer nuevos proyectos. Si con esta regulación tan inflexible se ha de repartir un tercio de los beneficios legalmente repartibles todos los años vía dividendos, se puede estar cercenando la posibilidad de crecimiento y de competitividad de dicha sociedad. Es claro que si esta sociedad busca posicionarse en el mercado y hacer frente a competidores más asentados quizá necesite utilizar ese tercio de beneficios en contratar nuevos trabajadores o en retener el talento del que ya dispone en plantilla; o bien, en acometer nuevos proyectos o en afianzar los que ya está desarrollando. Con la regulación actual, esta sociedad se vería obligada al reparto de ese porcentaje de beneficios so pena de que algún socio pudiera ejercer su derecho de separación y producir Derecho de separación en caso de falta de distribución de dividendos: necesario pero ¿suficiente y eficiente?. una descapitalización de la sociedad que tendría que reducir capital en la cuantía proporcional a lo que representaran sus títulos, teniendo que pagar un auditor que estableciera el precio razonable y, por supuesto, pagárselo al ex socio, con el consiguiente perjuicio económico para una sociedad que se encuentre en las circunstancias antes descritas.En resumen, con la defensa del interés del minoritario, que sin duda es el loable fin de la norma, también se puede, según las circunstancias, ocasionar un grave daño al resto de socios y a la compañía en su conjunto.IgnacioARAGÓN ALONSOAbogadoCremades & Calvo-Sotelo 19 de abril de 2012 © Thomson Aranzadi 3