El amor del que nada ni nadie nos puede separar Introducción

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El amor del que nada ni nadie nos puede separar
Fecha: 29 de diciembre de 2013
Texto: Romanos 8:31-39
Lugar: Iglesia El Salvador
Introducción
Podríamos afirmar que este pasaje es uno de los más líricos del apóstol Pablo.
El versículo 32 es una alusión que impactaría a cualquier judío que conociera ben el
Antiguo Testamento. Pablo está tomando en este pasaje la referencia del momento
en el que Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo en obediencia al mandato
de Dios. Si consideramos el ejemplo más grande de lealtad de un hombre a Dios, aquí
encontramos el acto más leal de Dios hacia el hombre. Después de la exposición que
precede a estos versículos, Pablo parece querer poner fin a todo su alegato con una
sencilla frase que encierra al cristiano en una “caja” de máxima seguridad: “Si Dios
está a nuestro favor, ¿quién podrá estar en contra de nosotros?
Exposición:
Tenemos todo a nuestro favor. Dios es el juez de toda la tierra y ya ha
determinado estar a nuestro favor. Su decisión no es un capricho, está basada en un
hecho real. Su Hijo fue entregado al imperio de la muerte como pago del rescate
necesario para llevarnos a su reino. Su sacrificio es la garantía total de que todas las
cosas colaboran al bien de los que amamos a Dios.
Por esa razón Pablo continúa diciendo más adelante que si Dios nos ha
declarado no culpables. ¿Quién nos puede entonces condenar? Jesucristo es el juez
de toda la humanidad, pero lejos de condenar, está a la diestra de Dios para ejercer
de intercesor por nosotros, así que por lo tanto estamos a salvo. Pablo contempla a
Cristo, no como juez, ni fiscal, sino como abogado amador de las almas de todos los
hombres.
A continuación Pablo hace una larga lista de cosas que en un tono poético y
amante trata de afirmar nuestra condición para que vivamos en este mundo con toda
la confianza de que nada ni nadie puede separarnos de ese gran amor de Dios.
 Ni las aflicciones ni las penalidades de la vida.
 Ni los poderes angélicos.
 Ni las cosas que históricamente hayan podido afectarnos.
 Ni ninguna influencia sobrenatural maligna
 Ni ningún otro sistema venga de donde venga.
Conclusión
Aquí tenemos una visión que despeja toda soledad y todo temor. Pablo está
diciéndonos: “Podéis pensar en cualquier cosa aterradora que pueda producir este
mundo o cualquier otro mundo diferentes; ninguna de ellas conseguirá separar al
cristiano del amor de Dios que se encuentra en la persona de Jesucristo, que es el
Señor de todo terror y de todo mundo”. En él se hace realidad la seguridad anunciada
proféticamente en el salmo 27:1
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Luciano Arévalo
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