Discurso de posesión del nuevo presidente del Senado Luis

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Discurso de posesión del nuevo presidente del Senado
Luis Fernando Velasco Chaves
Amigos:
Fernando Savater es un filósofo español nacido en San Sebastián por los años en
que Europa salía de los horrores de la Segunda Guerra Mundial,… en su libro “El
valor de elegir” trae una reflexiones sobre el ejercicio de la política que yo quisiera
compartirles. Savater dice que no es posible encontrar comunidades libres, sin
que éstas hagan un ejercicio permanente, consecuente y público de la política.
También llama la atención del desprecio que tienen por la política los amantes de
los totalitarismos o los defensores de intereses muy particulares, generalmente de
tipo económico: “Los totalitarios siempre dicen: nosotros no nos mezclamos con
los políticos, no hacemos política”. Para enfatizar su teoría, el filósofo trae a
colación una historia que tiene como protagonista al mismísimo Generalísimo
Franco, quien le recomendaba a un atónito confidente: “Haga como yo, no se meta
en política”.
En los últimos años y en algunos momentos con razón, esta actividad a la que
muchos le hemos dedicado la vida se ha ganado el rechazo de un número
creciente de ciudadanos que se marginan de la misma y terminan entregando la
suerte del país, no a las manos de ciudadanos que representan ciudadanos sino
de intereses económicos que ven a los ciudadanos como clientes y buscan del
Estado decisiones que mejoren los P y Gs de sus empresas, aunque estas
mismas decisiones empeoren los climas de convivencia de la sociedad.
Buscando respuesta a la llamada Crisis de la Representación Democrática, y
víctima de la tara que tenemos muchos colombianos de buscar conocimiento y
respuestas a nuestros problemas por fuera de nuestras fronteras, me inscribí en
un ejercicio académico en el Instituto Ortega y Gasset de España, en donde
paradójicamente terminé debatiendo sobre esta crisis con un profesor colombiano.
A él le escuché muchas cosas que bien había podido escucharle en alguna de sus
cátedras en universidades aquí en Colombia, pero tal vez el frío de diciembre en
Madrid me llevó a concentrarme más en sus argumentos… Pedro Medellín decía
al hablar de ciudadanos, intereses y crisis políticas: “En los países
caracterizados por la primacía de los intereses privados sobre el interés público y
por una ciudadanía de baja intensidad, las sociedades tienden a fragmentarse
estructuralmente. Cada quien no sólo trata de sacar mejor provecho de las cosas
sin preocuparse por lo que suceda con los demás, sino también de impedir que
otros puedan sacar mejor beneficio de los recursos disponibles. No hay sentido de
solidaridad, ni transparencia, ni reglas de juego claras. Cada cual, busca mantener
su porción de mercado a cualquier costo y sin importar las consecuencias que
pueda tener”.
A estas alturas de mi intervención, muchos se preguntarán ¿hacia dónde quiero
ir?, y yo sin dar más vueltas responderé. Hoy quiero enfatizar en la importancia de
hacer política, que es nuestra tarea.
Señores senadores, hoy insisto en ubicarme en una orilla distinta a quienes creen
que este país necesita menos política, e invitar a cada uno de ustedes a que con
una tarea responsable en materia legislativa y profunda en cuanto al control
político, ayudemos a recuperar la confianza ciudadana en los mecanismos
democráticos para resolver nuestros conflictos… No nos dejemos enmarcar en la
lógica que un buen Congreso es el que más leyes aprueba, sin importar la calidad
de ellas y el impacto real en la vida de cada ciudadano, y perdámosle el miedo a
hablar, a expresar lo que pensamos y representamos, puesto que a eso vinimos
aquí, vinimos a defender ideas, a compartir ideales de sociedad, a traer de cada
rincón de Colombia las angustias de sus gentes y las propuestas de sus líderes.
Yo alentaré el debate porque creo que sólo escuchándonos seremos capaces de
construir un sueño colectivo de sociedad.
Esta sociedad tiene muchas preguntas por hacer y este Congreso es el espacio
para hacerlas. A muchos de ustedes les he escuchado observaciones sobre el
acontecer nacional que bien valdría la pena convertirlas en un debate; en las
comisiones económicas hay sentidas preocupaciones sobre el crecimiento de la
deuda pública sin mayor control ciudadano a través de las crecientes vigencias
futuras que merecen pasar por el escrutinio del Congreso; concejales y alcaldes le
preguntan a sus senadores por qué proyectos de inversión que resuelven
demandas de servicios públicos de sus ciudadanos, que suman billones de pesos
y que fueron aprobados hace varios años, siguen en el papel y sólo benefician a
las entidades fiduciarias que los administran, eso también merece una respuesta
en este recinto. La conformación del predial, el control de los costos
administrativos y financieros de la banca, la venta de activos productivos de la
Nación, preguntar por qué en momentos de bajos precios internacionales del
petróleo, se mantiene altos precios de gasolina y diésel, o la inconstitucional
costumbre de algunos ministros de querer concentrar el poder y despreciar el
papel de las autoridades regionales en el cumplimiento de la tarea estatal debe ser
debatido por el Congreso. No puedo, y perdonen que hable en primera persona,
no preguntarle a quien corresponda cuál es el futuro de una justicia en la que
algunos de sus operadores han caído en el facilismo de evitar la investigación
profunda de conductas criminales, y reemplazarla por declaraciones sospechosas
de testigos con pésimos antecedentes y evidentes deseos de rebajar condenas y
obtener todo tipo de beneficios. Mal haría en no decir que en varios casos
valientes y serios fiscales han ayudado a develar carteles de falsos testigos, pero
por lo mismo al menos debo expresar asombro de ver cómo otros colegas suyos
insisten en llamar a mentirosos condenados, como testigos estrellas. Tenemos
que mejorar la calidad en la investigación criminal para que prestigios y libertades
no queden al arbitrio de falsos testigos.
Reconozco en este gobierno el esfuerzo por reducir el coeficiente Gini, que indica
la distribución del ingreso, del 0,54 al 0,52 y creo que en el Plan de Desarrollo y en
el Acto Legislativo que redistribuyó regalías hay estrategias concretas para reducir
disparidades regionales, pero también creo que el Congreso le debe meter la
mano al debate sobre la concentración de la riqueza, que es una de las causas de
la pobreza… Honorables senadores, permítanme sólo darles una cifra traída de un
estudio que adelanta Mauricio Cabrera y que con datos de la SuperFinanciera nos
dice cómo sólo 8.500 propietarios son dueños del 77 % de los CDTs depositados
en el sistema bancario, y 9.200 propietarios son dueños del 65% de los depósitos
de ahorro…. Cuando escuchamos esas cifras entendemos por qué algunos
politólogos hablan de la guerra como la gran cortina de humo que no deja ver
otros grandes problemas nacionales. Este Congreso debe acometer esos temas y
fortalecer sus espacios de investigación económica para hablar de tú a tú con el
Gobierno cuando deban dictarse las normas en materia económica y tributaria, en
especial el Plan de Desarrollo y el Presupuesto Anual. Un Congreso que no
investiga y profundiza termina pupitreando temas complejos con algunas
constancias históricas de sus miembros, mientras que un Congreso que tenga
fortaleza técnica es un Congreso que representa mejor a los ciudadanos.
Un buen amigo, noble y firme dirigente nacional que me honra con el privilegio de
su amistad, me aconsejó no caer en el error de usar este muy importante atril para
hablarle sólo a los de mi ciudad, olvidando que hoy escucha el país y que en
muchos otros momentos más se escuchará mi voz reclamando por los míos. Pero
hay un tema que afecta a los de mi tierra y le es común a Sincelejo y a Bogotá, a
Buenaventura y Pereira, a Medellín y Popayán, a Cali y Cúcuta, a Neiva y
Florencia, a Barranquilla y a Bucaramanga y muchas ciudades más… Es el
impacto del conflicto y la pobreza que traen todos los días desplazados a los
centros urbanos; centros urbanos que siguen medidos en su crecimiento por
proyecciones de viejos censos, pero con responsabilidades de nueva población…
Cuando por mandato legal estudiemos la nueva participación en las
transferencias, el Gobierno central no debe insistir en quedarse con todo este
crecimiento y una parte de él deberá ser distribuido entre las ciudades receptoras
de desplazados para mejorar la atención en salud, educación y saneamiento
básico de esa población.
El Congreso nació para que un monarca no determinara sin debate ciudadano los
tributos para mantener al Estado, y la Revolución Francesa y la Independencia
Americana pactaron que el Congreso definiera cómo se haría ese gasto. Nunca
entendí por qué este Congreso perdió esa función y hoy legítimos representantes
del pueblo tienen que negociar a hurtadillas los programas de inversión que
legítimamente reclaman los ciudadanos que representan. Propongo un pacto
político para desarrollar lo que yo llamaría un acto de equilibrio de poderes entre el
Ejecutivo y el Legislativo, para que de manera transparente el Congreso debata la
inversión regional y principales proyectos nacionales. Que este debate se haga
sobre la mesa y no se esconda en las partidas globales que se prestan para
entregarles poderes antidemocráticos a burócratas que no deben responder
directamente a los ciudadanos, pues no son elegidos sino nombrados.
Termino esta respetuosa lista de debates pendientes, reconociendo una buena
decisión política tomada en este Gobierno, incluso en contravía de sus propios
tecnócratas, la reforma arancelaria que defiende y equilibra al productor de
confecciones y calzado con el subsidiado productor extranjero, y digo esto, porque
estoy seguro que congresistas que legítimamente tienen inquietudes sobre la
producción agraria en el país y la necesidad de impulsar la industria nacional,
vendrán a estos espacios a presentar las demandas de esos sectores, y aquí
serán escuchados porque para eso existimos.
Enseña la Ciencia Política que la palabra Parlamento deriva del vocablo francés
parlement, que expresa la acción de parler (hablar)… Y por ello insistiré en la
necesidad de crecer el dialogo político en este espacio.
Willian Ospina, un tolimense universal en su libro “El año del verano que nunca
llegó”, con su poderosa narrativa trae una bellísima anécdota histórica que tiene
como protagonista a uno de los intelectuales franceses más importantes para la
historia universal. Cuenta Ospina que Voltaire, uno de los padres de la Ilustración
fue injuriado por un aristócrata en un sitio público, y frente a la afrenta, Voltaire
respondió con lengua acerada algo que causó gracia a los presentes y vergüenza
al noble, el cual no tuvo mejor argumento que hacerlo apalear por sus lacayos.
Voltaire creyendo en la justicia acudió a la prefectura de policía y al no tener
respuesta escaló su queja ante las más altas autoridades del reino y en todos
lados recibió el consejo de no tentar las furias de la aristocracia. Esa humillación
terminó revelándole al joven escritor el entorno en que se movía y lo hizo entender
qué poder existía en su palabra: “Un aristócrata lo había ofendido, pero él ya no se
vengó del aristócrata, aquello no era un enemigo abusivo sino un mundo. La lucha
contra la injusticia se convirtió en la fuerza de su lenguaje, y Voltaire no sólo
escribió la mejor prosa de su lengua y de su tiempo, sino que sacudió los
cimientos de su época. Una de las consecuencias de aquella erupción fue la
Revolución Francesa, y fue así como Voltaire no se vengó de un aristócrata
estúpido mediante un acto privado, sino que convirtió su indignación en una fuerza
histórica y destruyó la aristocracia.”
La anécdota relatada por el filósofo colombiano, nos habla del inmenso poder de
la palabra y aquí, señores senadores, podemos usar el poder de la palabra para
alejar ciudadanos o para por fin construir un proyecto colectivo de sociedad. Yo
quisiera alentar a la segunda opción.
Una de las diferencias entre el Ejecutivo y el Congreso es que mientras el primero
se constituye con el sector de la sociedad que ganó el certamen electoral, en el
Congreso está representado todo el país. Mientras en el gabinete hoy se
representa el conocimiento de tres universidades privadas de Colombia, en el
Congreso tiene cabida la universidad pública, mientras en el gabinete se visita la
provincia, en el Congreso se vive en la provincia y por ello creo que el Congreso
debe ocupar un mejor espacio en el diseño de la Colombia que aspiramos a
construir, en un país que busca superar una guerra de más de 50 años, y también
debe ser más participe de las inquietudes de los ciudadanos frente a cómo
terminar esa guerra.
En este Congreso hay afros con liderazgo y preparación, indígenas que con
dignidad representan a los suyos, caribes que se comunican con su gente, hay
capitalinos que aquí llegaron visitando las localidades pobres, hombres y mujeres
andinos o del Pacifico, santandereanos y de los llanos, aquí hay de cada rincón
del país... Este Congreso se parece al país, porque es el país que aquí se
representa, y por ello no hay mejor espacio para construir consensos, que este
Congreso.
Aquí llegaron apelando al voto ciudadano ideas tan diferentes como las de Uribe o
las de Serpa, las de Navarro, Robledo o las de Gerlein, por sólo mencionar unos
líderes nacionales… Por ello repito que mientras los gobiernos representan las
ideas de una parte del país, en el Congreso se representa todo el país, y por ello
creo que hoy más que nunca debemos escucharnos, poner igual atención al
argumento de nuestro contradictor que a nuestro propio argumento, y así construir
el consenso que necesita un país que quiere salir de la guerra.
Mandela en su histórico discurso de asunción presidencial dijo: “De la experiencia
de una desmesurada catástrofe humana que ha durado demasiado tiempo debe
nacer una sociedad de la que toda la humanidad se sienta orgullosa… Ha llegado
el momento de curar las heridas. El momento de salvar los abismos que nos
dividen. Nos ha llegado el momento de construir.”
Por los nombres que mencioné y por cada uno de ustedes que representa una
parte de este país, es que creo que aquí hay la legitimidad para construir país,
para legitimar una propuesta de justicia transicional, para darle confianza al
combatiente que entiende que hoy no hay nada más revolucionario que buscar la
paz, que esta sociedad lo recibirá y le dará espacios políticos a cambio de verdad,
justicia, reparación y seguridad de no repetición… Creo que este Congreso por el
liderazgo de sus integrantes es un espacio que tiene mucho que decirle a un país
que busca respuestas, y que muy seguramente el mejor debate no será aquel en
que uno de sus intervinientes derrote al otro con sus argumentos, sino en el que
varios de sus intervinientes se pongan de acuerdo y puedan construir una mejor
propuesta de sociedad al sumar sus experiencias y conocimientos. La fuerza e
importancia de este Congreso en particular es que entre sus miembros existe un
claro liderazgo reconocido y medido en la sociedad, y que precisamente por la
diferencia en sus ideas, tiene la legitimidad para construir consensos que puedan
defenderse en el tiempo y explicarse por fuera de nuestras fronteras.
Termino esta intervención diciendo una palabra sencilla y poderosa, Gracias…
Gracias a ustedes por confiarme tan alta responsabilidad, gracias a mis padres
que con su ejemplo me formaron y me enseñaron a estar al lado de los más
débiles en la sociedad, gracias a mis hermanos por su solidaridad, a mis electores
por su confianza, gracias a quienes me dieron su afecto y no me soltaron su mano
en momentos de crisis, gracias a Ingrid y Manuela por darle miles de razones a la
vida…. A todos ustedes… mil gracias.
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