398 REAL S O C I E D A D ESPAÑOLA D E HISTORIA NATURAL por granulos discontinuos, indicio de fragmentación, no sabemos si real o aparente. La misma figura 1 muestra una célula dérmica (B) que emite algunas prolongaciones, apenas divididas, y encierra abundantes granulos redondeados que, acumulándose junto al núcleo, trazan su silueta, y extendiéndose por los apéndices revelan su forma y su dirección. No siempre siguen las prolongaciones de los cromoblastos epidérmicos una dirección ascendente, ni siempre son interepiteliales. Muchas de ellas, por el contrario, parten de la base del soma y se dirigen transversalmente. Cuando las células pigmentarias son poco abundantes, sus ramificaciones básales acaban por debajo del epitelio sin entrecruzarse; pero cuando su número es considerable llegan a formar en la frontera dermoepidérmica una complicada red de prolongaciones. En las secciones tangenciales u oblicuas a las papilas del dermis es frecuente observar imágenes parecidas o iguales a la representada en la figura 8 (lám. XXVIII), que es copia de una preparación de piel del surco balano-prepucial. Los abundantes apéndices de los cromoblastos extendidos superficialmente se cruzan en diversos sentidos y constituyen un a modo de plexo subepidérmico donde no se aprecia que existan anastomosis. En los cortes perpendiculares a la superficie cutánea es tan grande a veces el número de prolongaciones ascendentes que envuelven a las células epidérmicas, que resulta tarea casi imposible averiguar si en el protoplasma de éstas existen granulaciones cromáticas. En los individuos morenos y en las zonas del epidermis que encierran mucho pigmento llégase a percibir, si se observa con atención, que, en efecto, las células epiteliales encierran granulos argentófilos muy abundantes repartidos por todo el protoplasma y acumulados especialmente en la parte superior del núcleo, donde se agrupan en masas conoideas o semilunares. En ocasiones el núcleo mismo parece contener melanina. Mas si se compara la cantidad de pigmento visible en varios cortes de la misma piel, examinados uno sin teñir (fig. 2), otro teñido brevemente por la plata (fig. 3) y otro mantenido más tiempo en la solución argéntica (fig. 4), se aprecia una diferencia enorme en la cantidad de granulaciones intraprotoplásmicas, que es considerablemente mayor en el corte teñido con rapidez. Esto prueba que existen en las células epiteliales, además del pigmento ocráceo,