LA BANCA COLOMBIANA INTERNACIONAL Y LA COMUNIDAD FINANCIERA Palabras del Presidente Betancur en el acto de inauguración de la nueva sede del Banco de Bogotá. Bogotá, abril 25 de 1984. Quiero felicitar al Banco de Bogotá en su presidente, en sus directores y en sus empleados y trabajadores por esta magnífica sede, que embellece nuestra capital. Permítanme aprovechar la ocasión para expresar algunas reflexiones acerca del sector financiero colombiano, al cual el Banco de Bogotá ha hecho contribuciones tan significativas. 1.- FINANCISTAS Y AHORRADORES El desarrollo de la actividad financiera es indispensable para el país: hay en Colombia muchos empresarios con enorme capacidad de gestión, muchos recursos naturales y humanos y muchas necesidades por satisfacer. Pues bien, el sector financiero debe captar dentro de la ley, el ahorro suficiente para que los empresarios dispongan de recursos que les permitan atender las necesidades de la comunidad, los requerimientos empresariales, la urgencia de estimular la producción y la creación de empleos nuevos. Por consiguiente, hay que estimular, proteger y aún consentir al ahorrador, creándole incentivos para ahorrar, seguridad y garantías concretas de que su dinero de hoy conservará mañana su poder adquisitivo y su rentabilidad real. Por eso estamos orgullosos de mostrar ante los ahorradores y ante los escépticos a priori, la desaceleración de la inflación, que era de 23.5% anual al comienzo del actual gobierno y que es hoy del 16.8%, no según el juicio optimista del Presidente sino según datos técnicos del DANE, en el cual existe una sobria organización sindical no propiamente acusable de gobiernismo: sólo otro país latinoamericano y Colombia, redujeron su inflación en 1983. 2.- LAS TASAS DE INTERES Hemos cumplido un itinerario relativamente exitoso, para reducir las tasas de interés, todavía no en la dimensión que quisiéramos; y, en todo caso, con responsabilidad, porque somos conscientes de que la tasa de interés debe ser ni tan alta que desestimule al empresario productor ni tan exigua que no estimule al ahorrador. Infortunadamente, las tasas de interés en los Estados Unidos suben de nuevo, y como hay tantos vasos comunicantes entre la economía de ese país y la nuestra, la tarea no es fácil. Pero perseveramos en ella, contando con el apoyo de la banca pública y privada. 3.- EL DECRETO 2920 Aquella protección al ahorrador, sin la cual no hay desarrollo general ni desarrollo del sistema financiero, exige también que sólo instituciones especializadas puedan captar ahorro; que éstas no concentren los riesgos, y que los riesgos guarden una relación prudente con el capital. En defensa de esos principios elementales pero en ocasiones desatendidos, se expidió el Decreto 2920 de 1982 durante la emergencia económica, norma con fuerza de ley, que fue refrendada ya por la Corte Suprema de Justicia: cuando se escriba la historia de la economía colombiana en el siglo XX, ese estatuto está destinado a ser reconocido como parte fundamental de ella. 4.- LA INTERVENCION CONSTITUCIONAL La protección del ahorrador exige que el gobierno ejerza la facultad constitucional de intervenir, sin llegar a la nacionalización; o aún haciéndolo en casos extremos para el bien de la comunidad. No gusta al gobierno la conjugación del verbo nacionalizar, a priori, instituciones financieras, porque pensamos que los colombianos que sean capaces de producir honestamente deben tener acceso al crédito, y que si todas las instituciones financieras pertenecen al gobierno, se corre el riesgo de que el gobierno abuse y de que sólo sus amigos, reales o forzados, reciban préstamos. Nos gusta mas el sistema colombiano, mixto, en el cual la banca oficial y la privada compiten en servicios, financian los proyectos de interés social y los de desinterés particular; y donde, como resultado, hay libertad de opinión y libertad de empresa. 5.- LA COMUNIDAD FINANCIERA INTERNACIONAL Los bancos colombianos están atendiendo, pueden atender y van a atender sus obligaciones internacionales; y el gobierno hará lo que las leyes le autoricen para estimular que así sea. Pero la comunidad financiera internacional debe apoyarlos, y no crearles problemas innecesarios, por ejemplo reduciendo sus líneas de crédito. Colombia tiene recursos suficientes para atender su deuda, pública y privada, completa y puntualmente. De eso no quede sombra de duda. Pero no está bien que algunos bancos extranjeros pretendan que sea el nuestro el único país latinoamericano que, en vez de recibir créditos nuevos, reduzca su volumen de endeudamiento, cuando éste es además moderado. No es ese el reconocimiento justo a la seriedad y al rigor y a la prudencia y a la previsión - a través de diversos gobiernos - con que Colombia ha atendido a sus compromisos internacionales. Ni es tampoco momento histórico para que la banca comercial internacional y las grandes agencias internacionales de crédito, con ceguera y sordera del rumor que circula por todos los puntos cardinales de este mundo turbulento, hagan más rígidas unas situaciones que ellas también contribuyeron a crear. 6.- EL BANCO DE BOGOTA Y EL PAIS El Banco de Bogotá al igual que otras entidades, está unido a la historia de Colombia: nació y creció gracias al talento, la constancia y la disciplina de muchos colombianos ejemplares. En momentos en que ese era el signo prevaleciente, fue víctima de desviaciones; pero tenemos la certeza de que para él, como para el país, hay un futuro mejor, cuando se buscan con responsabilidad y creatividad los correctivos. El gobierno está para enmendar esos errores, inclusive salvando a las empresas no a los propietarios por meritorios que ellos sean: porque esas empresas son significativas en la realidad económica del país. Tan significativas como es, entre otros, el Banco de Bogotá, a cuya tradición están vinculados colombianos memorables como Martín del Corral y Luis Soto del Corral. Y como la figura de su presidente, el ex ministro doctor Jorge Mejía Salazar.