Conferencia General Octubre 1983 AMIGOS O ENEMIGOS élder Charles Didier del Primer Quórum de los Setenta Uno de los verdaderos propósitos de esta vida es llegar a ser amigo del Salvador y comprender y apoyar su misión. Desde el comienzo, el hombre ha dividido su mundo en dos bandos: el de sus amigos y el de sus enemigos. El primero, con el propósito de gratificarse, y el segundo con el propósito de ejercer poder, dominio o compulsión sobre ellos. Para los militares la expresión “amigos o enemigos" tiene mucha importancia y se las han arreglado para identificar con rapidez quién es quién. Antiguos relatos bíblicos mencionan este proceso de selección. En una ocasión los de Efraín habían perdido la batalla contra los de Galaad y estaban tratando de escapar por los vados del Jordán. Lamentablemente, allí se encontraban los galaaditas, quienes queriendo averiguar quién era amigo y quién enemigo, preguntaban a los fugitivos: "¿Eres tú efrateo? Si él respondía: No, entonces le decían: 'Ahora pues, di shibolet. Y él decía sibolet; porque no podía pronunciarlo correctamente" (Jueces 12:5-6). Y ese error de pronunciación significaba la muerte. Ese día perecieron 42.000 efrateos. Por lo que se ve, esta estratagema tuvo mucho éxito para los de Galaad pues no les dejaba ningún lugar a dudas en cuanto a los que eran sus enemigos. No se presentan muchas opciones cuando hay que contestar si uno es amigo o enemigo; o se es uno, o se es el otro. Por supuesto, uno puede fingir ser amigo porque tiene miedo a morir, pero a la larga esto no da resultado. Veremos que existe una similitud entre el proceso de selección que utiliza el hombre natural y el proceso de selección que se usa para encontrar a las personas que tienen el potencial de llegar a ser como Dios. Desde el comienzo de la humanidad, la historia ha constatado que una de las desviaciones de los hombres ha sido, y todavía lo es en la actualidad, crear divisiones artificiales entre ellos y otros grupos, por lo tanto, van a la guerra motivados por diferencias raciales, religiosas, culturales o políticas tratando de justificar estos crímenes contra la humanidad, cometiéndolos en el nombre del Señor. Hoy, en este mundo tan complejo, haríamos bien en recordar la gran verdad que nos dijo Jesucristo mismo para que evitáramos las batallas constantes y el holocausto final, y que dice así: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (3 Nefi 12:44). Sin embargo, hay algo esencial que cada uno de nosotros debe considerar y es si nuestra relación con Dios nos califica como amigos o enemigos de El. Si comprendemos debidamente esta relación y reconocemos que tendrá repercusiones en el más allá, podremos ganar la vida eterna; por lo contrario, si no entendemos Conferencia General Octubre 1983 bien, si abusamos, y no la aplicamos debidamente, puede causarnos la muerte, tanto física como espiritual. Santiago nos da una advertencia cuando dice: "¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? "Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. "¡Oh almas adulteras ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios." (Santiago 4:1-4) ¿Quién es un enemigo de Dios? Las Escrituras lo definen en pocas palabras: "Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás . . ." (Mosíah 3:19). Uno puede preguntarse, después de escuchar esta declaración, si el hombre es capaz de apartarse de su naturaleza carnal y de sus creencias de que todo lo que necesita proviene de la tierra: los alimentos, el abrigo, las comodidades, el gozo, la diversión e incluso los dioses falsos. Yo sé que cuando el hombre aprende a cultivar esta amistad con Dios, por medio de la fe, puede descubrir que nuestro Padre Celestial es la fuente eterna de donde todo proviene. "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no es de vosotros, pues es don de Dios . . ." (Efesios 2: 8). ¿Cómo se define entonces un buen amigo de Dios? El presidente David O. McKay nos lo explicó: ". . el hombre más se engrandece cuanto más se asemeja a Cristo. "Lo que verdaderamente piensas de Cristo en tu corazón determinará lo que eres, y también influirá en gran parte sobre tu comportamiento." (Conference Report, abril de 1951, págs. 92-94.) "Cuando hacemos de Jesucristo nuestro ideal, creamos dentro de nosotros el deseo de parecernos más a él y de ser sus compañeros." (Conference Report, abril de 1951, pág. 98.) Llegar a ser amigos de Dios, es posible gracias al Mediador, el Príncipe de Paz, Jesucristo, el Hijo de Dios. Consideremos ahora la continuación de las palabras del rey Benjamín que leímos hace unos momentos: "Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Espíritu Santo, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor y se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente imponer sobre él, tal como un niño se sujeta a su padre" (Mosíah 3:19). Conferencia General Octubre 1983 Uno de los verdaderos propósitos de esta vida es llegar a ser amigo del Mediador, nuestro Salvador y Redentor, y no sólo comprender su misión, sino también apoyarla para entonces merecer que se nos llame su amigo, su discípulo, y para poder volver a la presencia del Padre. "Os digo estas palabras para que podáis comprender y saber cómo adorar, y sepáis lo que adoráis, para que podáis venir al Padre en mi nombre, y en el debido tiempo recibir de su plenitud. " (D. y C. 93:19.) Los profetas y los apóstoles testifican la importancia que tiene que seamos amigos de Jesucristo. El testimonio del presidente Spencer W. Kimball, en la conferencia del año pasado, me conmovió mucho. Terminó su discurso testificando lo siguiente: "Yo sé que Jesucristo es el Hijo del Dios viviente y que fue crucificado por los pecados del mundo, El es mi amigo, mi Salvador, mi Señor y mi Dios. Ruego con todo mi corazón que los santos sepan guardar sus mandamientos, que tengan su Espíritu con ellos y que puedan lograr una herencia eterna con El, en la gloria celestial" (Liahona, enero de 1983, pág. 7). Para poder decir que El es nuestro amigo, tenemos que llenar ciertos requisitos: debemos seguir su mismo objetivo, defender y apoyar su causa de todo corazón. Podemos aprender una gran lección de la amistad entre David y Jonatán, la cual estaba basada en un convenio que hicieron de ser fieles a Dios. Permitidme leeros algunos pasajes que describen dicha amistad. "El alma de Jonatán quedó ligada con la de David y lo amó Jonatán como a sí mismo." (1 Samuel 18:1.) "Y Jonatán habló bien de David a Saúl su padre. . . " (1 Samuel 19:4.) "Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, porque ambos hemos jurado por el nombre de Jehová, diciendo: Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre." (1 Samuel 20:42.) Como personas, y especialmente si somos jóvenes, ¿qué clase de amigos adoptamos, y a cuáles hacemos nuestras confidencias? ¿Somos fuertes y rehusamos ser amigos del mundo y de sus representantes? ¿Somos fuertes como para aceptar la amistad de Jesucristo? Cuando somos amigos de una persona ¿quiere decir que para complacerla tenemos que actuar en contra de nuestros principios cristianos? o ¿quiere decir que debemos mantenerlos y defenderlos? ¿Consideramos que nuestra amistad con otras personas nos ayuda a mantener y a desarrollar nuestro testimonio de Jesucristo? "Deleitaos en la palabra de Cristo; porque he aquí, las palabras de Cristo os dirán todas las cosas que debéis hacer" (2 Nefi 32:3). Las condiciones son favorables, y se nos dio el modelo que debemos seguir. ¿Por qué no testificamos de El para poder ser sus discípulos? ¿Por qué no deshacernos del dilema de una vez por todas? ¡Comprometámonos a ser amigos de El! Conferencia General Octubre 1983 Se nos presenta la misma dificultad al tratar de enseñarles a nuestros hijos a establecer una asociación eterna de amistad y amor con El. "Pero yo os he mandado criar a vuestros hijos en la luz y la verdad" (D. y C. 93:40). ¿Tratamos a nuestros hijos como si fueran hijos de Dios? ¿Les enseñamos por medio del ejemplo? ¿Oramos con ellos? ¿Vamos a la Iglesia con ellos? ¿Llevamos a cabo las noches de hogar? Nuestro progreso espiritual y el merecer ser amigo de Jesucristo y de su Padre dependen de la fidelidad con que vivamos el evangelio en nuestros hogares y de lo bien que enseñemos a nuestros hijos. "Ni permitiréis que vuestros hijos anden hambrientos o desnudos, ni consentiréis que quebranten las leyes de Dios, ni que contiendan y riñan unos con otros y sirvan al diablo,... ya que él es el enemigo de toda justicia." (Mosíah 4:14.) Nuestro cometido debe ser elegir el bien, y declarar que somos amigos de nuestro Padre Celestial. El convenio que hemos hecho cuando nos bautizamos nos compromete a que tratemos de llegar a ser amigos de Dios. Abraham "fue llamado amigo de Dios" (Santiago 2:23). Los profetas y los apóstoles de todas las dispensaciones han sido amigos de Dios. Si no lo habéis logrado antes, ahora es el momento de que os hagáis amigos de Dios. Tenemos el conocimiento que nos dan las Escrituras, y los testimonios de los profetas. Yo sé que mi Redentor vive. Quiero poder llamarlo mi amigo; y quiero que El me considere su amigo. Que todos merezcamos considerarnos sus discípulos y sus amigos, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.