TEMA 6. TOMÁS DE AQUINO Y LA FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA. 6

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TEMA 6. TOMÁS DE AQUINO Y LA FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA.
6-1. Contexto histórico de Tomás de Aquino.
Tomás de Aquino nació en Rocaseca, cerca de Aquino, en 1225. Su padre, Landulfo, era el conde de
Aquino, e ingresó a su hijo en el monasterio de Montecasino a los cinco años como oblato. Éste estará en
el monasterio hasta los catorce años, edad en la que irá a estudiar a la Universidad de Nápoles. A los
diecinueve años ingresa como novicio en el convento de Santo Domingo en Nápoles, pretendiendo
ordenarse dentro de esta orden. Enviado a estudiar a Roma, es apresado posteriormente por sus hermanos
en Acquapendente y encerrado durante más de un año en Rocaseca. Su padre ya había muerto, pero ni su
madre ni sus hermanos veían bien que ingresara en los Dominicos, y querían para Tomás una carrera
eclesiástica de más alto rango. Tomás conseguirá finalmente huir del encierro, e ingresar definitivamente
en la orden mendicante de los Dominicos o Predicadores. Es enviado a París a estudiar con Alberto
Magno, al que también sigue a Colonia. En 1251 es ordenado sacerdote y comienza su carrera como
profesor y escritor. Hasta 1259 enseñará en París, primero como Bachiller bíblico, luego Bachiller
sentenciario y finalmente como Maestro in sacra pagina. Regresa a Italia, y reside sucesivamente en
Anagni, Orbieto, Roma y Viterbo, según variaba de ubicación la corte pontificia, de la que era Profesor
del Estudio General de la Curia y teólogo-consultor del Papa. En 1269 vuelve de nuevo a París. En 1272
regresa a la Universidad de Nápoles. El 6 de diciembre del 73 tiene una revelación por la que deja de
escribir. Muere el 7 de marzo del 74 en Fosanova, mientras se dirigía al Concilio de Lyon II.
Su obra es cuantitativa y cualitativamente sobresaliente, y de ella destacamos “El ente y la esencia”,
“Suma contra Gentiles” y “Suma Teológica” (1266-72).
San Pío V (Papa) proclamó a Santo Tomás Doctor de la Iglesia en 1567. En la literatura teológica y
filosófica es conocido como Doctor Angélico. En la Encíclica "Aeterni Patris" del 4 de agosto de 1879,
León XIII le declaró "príncipe y maestro de todos los doctores escolásticos". El mismo pontífice,
mediante una Breve del 4 de agosto de 1880, le designó patrono de todas las universidades, academias y
escuelas católicas de todo el mundo.
Sobre el marco histórico decimos que Tomás de Aquino vivió durante la llamada Baja Edad media, época
aún de carácter feudal y con el correspondiente predominio de la vida agraria. Sin embargo, los adelantos
en las técnicas e instrumentos agrícolas produjeron mejoras en la alimentación y un aumento de la
población, lo que, junto a un incremento del comercio, aumentó las dimensiones de algunas ciudades y
desarrolló considerablemente la vida urbana.
Desde el punto de vista político hay que destacar el problema de la relación entre los grandes poderes del
mundo de la época, es decir, entre el Papa y el Emperador. El Sacro Imperio Romano Germánico puede
considerarse iniciado en el 800 cuando el Papa Leon III corona a Carlomagno. A partir de aquí surgirán
diversas posiciones ideológicas acerca de cuál debiera ser la justa jurisdicción de ambos poderes. Por un
lado estarán los “cesaropapistas”, y por otro los “teócratas”. Los primeros defienden la supremacía del
Emperador, los segundos la del Papa. El cesaropapismo fue especialmente defendido por Enrique III,
Enrique IV, Federico I Barbarroja, y Federico II. La teocracia fue sustentada, con diferentes matices, por
los Papas Gregorio VII, Inocencio III, Gregorio IX e Inocencio IV. El Papa Gregorio VII y el Emperador
Enrique IV rivalizaron en la llamada Querella por las investiduras. Los Papas Gregorio IX e Inocencio IV
rivalizarán contra el Emperador Federico II, llegando incluso a excomulgarle. Estos dos últimos Papas
vivieron en los tiempos de Tomás de Aquino, e incluso, al Concilio de Lyon I, convocado por Inocencio
IV para excomulgar a Federico II, asistió Tomás de Aquino. Otros Papas del siglo de Tomás de Aquino
serán Alejandro IV, Urbano IV, Clemente IV y Gregorio X.
Destacamos también que, entre los poderes del Imperio y el Papado, se desarrolla en estos siglos, un
progresivo incremento del poder de las monarquías hereditarias, poder que conlleva aparejado el
desarrollo de la idea de nación (Castilla, Inglaterra, Aragón, etc.). En cuanto a Italia, esta aparece como
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un mosaico de ciudades estado en el norte (Milán, Venecia, Florencia), a lo que se añaden el Reino de
Nápoles y Los Estados Pontificios.
Mencionaremos también que Tomás fue contemporáneo de las últimas cruzadas, y que su orden, la de los
Dominicos, fue la encomendada a controlar la Inquisición pontificia desde 1231, por encargo de Gregorio
IX.
6-2. Contexto sociocultural.
Como ya hemos dicho, la sociedad que habita nuestro filósofo es todavía fundamentalmente rural y
agrícola, con presencia del feudalismo y con la división social en estamentos (clero, nobleza y
campesinos), pero es también una sociedad en la que la ciudad cobra cada vez más importancia (desde el
siglo XI), y por tanto donde la burguesía, el comercio y los trabajadores urbanos agrupados en gremios,
también la cobran. Es en las ciudades donde desde el siglo XII hace su aparición la arquitectura de las
catedrales góticas, y es a partir de las escuelas catedralicias que surgen las primeras universidades
(Bolonia , Oxford… París)
Antes de que aparecieran las universidades, la cultura y el saber estuvieron ligados durante la Edad media
a los distintos tipos de escuelas. Estas podían ser: monacales o abaciales, episcopales o catedralicias y
palatinas.
En relación a las escuelas destacamos la Escuela palatina de Aquisgrán, fundada y protegida por
Carlomagno y dirigida por Alcuino de York. En esta escuela destacará la figura de Escoto Eriúgena (IX).
Muy importantes serán también las Escuelas catedralicias de Chartres (neoplatónica) y la de San Víctor
(de tendencia más mística).
En el siglo XII, algunas de las escuelas catedralicias son tituladas, por su prestigio, Estudios Generales.
Este título las convierte ya prácticamente en universidades.
Los Estudios Generales o Universidades, usaremos como sinónimos los términos, comienzan por ser una
especie de corporación de maestros y discípulos que trata de defender y regular, al modo como lo hacían
los gremios, sus intereses y su trabajo. Tendrán, además, autonomía e independencia respecto al Papa y
al Emperador.
Las universidades estaban divididas ya en facultades. Las cuatro principales eran: Facultad de Artes
Liberales, Medicina, Derecho y Teología. En Derecho destacó Bolonia, en Artes y Teología destacó París.
Es de mencionar también la brillante actividad de los escultores en la ornamentación de las catedrales
góticas. Las esculturas en portadas, capiteles, claustros, etc., se convierten en lecciones didácticas de la
Biblia para una población que no sabía en su mayoría leer. Lo mismo cabe decir del arte de las vidrieras.
En cuanto a la literatura destacamos la actividad de los trovadores, sobre todo en Francia. Aportaron el
culto a la mujer, a la Virgen, el amor cortés, y el idealismo caballeresco.
Por último, indicamos la presencia de la herejía cátara o albigense durante el siglo XIII y
fundamentalmente en el sur de Francia. Los cátaros defendían una especie de renacido gnosticismo
maniqueo, con la distinción de dos grandes principios creadores, Dios y Satán. La orden de los Dominicos
fue la encargada de dirigir el combate inquisitorial contra esta herejía.
6-3. Contexto o marco filosófico.
El período de la Historia de la Filosofía en que se desenvuelve el pensamiento de Tomás de Aquino es el
del apogeo de la Escolástica. Junto a él, en el siglo XIII, destacaron otros grandes escolásticos como
Alberto Magno (maestro de Tomás de Aquino y gran conocedor de Aristóteles) y San Buenaventura
(franciscano con grandes conocimientos de la filosofía de San Agustín y de inspiración platónica).
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Por escolástica, y ciñéndonos al ámbito de la cristiandad, entendemos la filosofía que se desarrolla desde
y en relación a las escuelas (monacales, palatinas y catedralicias) y más tarde también desde las
universidades, y que tendría como cronología más extensa la que va desde Boecio y el Pseudo-Dionisio
(autores de transición entre la Patrística y la Escolástica propiamente dicha, y que vivieron en los siglos V
y VI) hasta su crisis en el siglo XIV (Occam y el nominalismo). Dentro de estos límites encontramos las
subdivisiones conocidas como periodo de formación, donde destacamos a Escoto Eriúgena, a San
Anselmo ( benedictino, agustiniano y platónico, famoso por su argumento ontológico), las escuelas de
Chartres y San Víctor, y período de apogeo (S XIII), en el que encontramos a Tomás de Aquino.
Como sabemos, la filosofía islámica fue capaz de conservar el pensamiento de Aristóteles a través de
importantes nombres de la escolástica musulmana (Avicena en el S. XI, y Averroes en el XII,
fundamentalmente), y de ellos fue transmitida a través de las escuelas de traductores a la cristiandad
occidental a partir del siglo XII sobre todo. La transmisión de Aristóteles durante estos tiempos dio lugar
a la aparición del Averroísmo latino, que defendió la doble verdad y que tuvo gran predicamento en la
Universidad de París. Tomás de Aquino, que enseñó, como sabemos, en esta Universidad, tuvo que
combatir las tesis del Averroísmo latino, pero, sin embargo, conservó el valor de la filosofía de
Aristóteles, e hizo con ella y el pensamiento cristiano una majestuosa síntesis. Esta síntesis será ofrecida,
como era propio de la época, en compendios del saber llamados “Sumas”.
La problemática más importante dentro de la filosofía escolástica fue la de las relaciones razón y fe,
filosofía y teología. Otro de los temas fundamentales fue el de los universales, asunto sobre el que se
plantearon diversas posturas, tales como el realismo exagerado, realismo moderado (Santo Tomás), y
nominalismo.
6-4. El pensamiento de Santo Tomás de Aquino.
6-4-1. El conocimiento.
Distingue Tomás de Aquino, como es habitual en la filosofía cristiana, la razón de la fe. Se trata de dos
fuentes de conocimiento, una de carácter natural, y la otra de carácter sobrenatural. Entre ellas hay
armonía (como lo demuestra la realidad de la Teología revelada), cierta subordinación de la razón a la fe
(pues ésta perfecciona la razón y en caso de conflicto aparece como norma extrínseca y negativa de la
razón. No hay doble verdad como creía Sigerio de Bravante (averroísta latino)) y autonomía (cada una
tiene su objeto y método propio).
Además, y a pesar de la autonomía, hay un cierto número de verdades (por ejemplo, la existencia de Dios,
la creación, etc.) que pueden ser conocidas por fe pero también por la razón. Aunque bien es verdad que
no al mismo tiempo y en el mismo sujeto. Estas verdades comunes se llaman preámbulos de la fe.
Tanto la fe como la razón pueden considerarse en tres aspectos distintos: como actos, como hábitos, y
como objetos. La fe, en cuanto acto, se define como “asentimiento del entendimiento movido por la
voluntad, que es a su vez movida por la gracia de Dios”; la fe, en cuanto hábito, es una de las virtudes
teologales (versa sobre Dios), y es considerada virtud infusa (infundida por Dios, por ejemplo a través del
bautismo); la fe, en cuanto objeto, es decir, el objeto de la fe, es Dios y lo que con Él se relaciona , pero a
la luz de la revelación.
La razón, en cuanto acto, hace referencia al conocimiento adquirido mediante el concepto, el juicio, o el
razonamiento concreto. Este conocimiento es más evidente y claro que el de la fe, pero menos seguro. La
teoría del conocimiento de Tomás de Aquino sigue, en gran parte, lo que dice Aristóteles sobre la misma
en su libro Sobre el alma. Como está unida al cuerpo, el conocimiento está en relación con la sensación,
pues tiene su origen en los sentidos y, a partir de estos, extrae los inteligibles que están en todas las
sustancias. Ese elemento inteligible es lo universal, la forma sustancial. Sobre los universales mantuvo
Tomás de Aquino la postura llamada realismo moderado. Según ella, el universal existe antes de la cosa
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(en la mente de Dios como idea ejemplar), en la cosa (como forma sustancial de la misma), y después de
la cosa (en la mente del hombre como concepto). Que el conocimiento se origine en los sentidos no
significa que la razón no pueda ir más allá de lo sensible en el conocimiento (de otro modo no tendría
validez la metafísica). La formación del concepto sigue el mismo camino que en Aristóteles: sensación,
producción interna de una imagen, actividad del entendimiento agente sobre la imagen para separar lo
universal que hay en ella de lo particular, y respuesta del entendimiento paciente produciendo con ella lo
que se llama propiamente concepción (especie expresa).
La razón, en cuanto hábito, refiere a la ciencia, es decir, a la disposición capaz de demostrar. Por último,
el objeto de la razón es la realidad entera conocida a la luz natural de esa misma razón.
La ciencia (filosofía, razón, conocimiento natural) se divide de acuerdo al tipo de orden con el que se
relaciona. Si se limita a considerar el orden que existe en la realidad y que es previo a la propia
consideración de la ciencia, tenemos las ciencias especulativas o teóricas: la física, la matemática, y la
metafísica (ontología y teología). Si trata acerca del orden que ella misma, en cuanto razón, impone a las
cosas que considera, tendremos la lógica (arte liberal). Si trata del orden que, en cuanto razón, impone a
las acciones que dependen de la voluntad en orden a la consecución de la felicidad, tendremos la filosofía
moral (ética y política). Por último, si trata del orden que ella misma introduce en las cosas al fabricarlas,
tendremos la técnica o artes mecánicas.
6-4-2. La realidad natural (el orden meramente especulable u orden natural). Este orden contiene la
realidad entera en cuanto conocible por la propia razón y en cuanto existente antes y a al margen de la
razón. Es decir, contiene a la realidad creada y a la causa de esa misma realidad creada, que es Dios. Ojo,
ese conocimiento deja fuera de consideración la realidad sobrenatural (Dios en cuanto conocido por la fe,
y el orden sobrenatural de la gracia), y la realidad fabricada por el hombre.
Ya hemos dicho que las ciencias que se ocupan de ese orden natural son la física, la matemática y la
metafísica. La física de Tomás de Aquino es, básicamente, la misma que la de Aristóteles. Es decir, versa
sobre el ente móvil, el estudio del movimiento (cambio), su definición, sus tipos y sus causas. Realmente
no cabe gran cosa que añadir a lo que ya sabemos por Aristóteles.
La física o filosofía del ente móvil, incluye en Santo Tomás, como ya lo hacía en Aristóteles, el estudio
del ente vivo, es decir, la psicología. Acerca de la psicología del hombre, Santo Tomás va a defender una
concepción fundamentalmente aristotélica también, salvo por lo que respecta a algunos puntos que ahora
trataremos. Igual que Aristóteles, Santo Tomás entiende al hombre como una substancia compuesta de
dos cooprincipios sustanciales que son el alma y el cuerpo. El cuerpo es la materia y el alma la forma de
la sustancia. Su unión es natural, no accidental como en Platón. Además, esa unión no es antinatural (el
cuerpo no es una cárcel del alma) sino que es del todo acorde a la naturaleza del hombre. En éste existe,
como en Aristóteles, una sola forma sustancial o alma que ejerce las funciones vegetativas, sensitivas y
racionales. Es, al igual que en Aristóteles, principio de vida y conocimiento. Ahora bien, se diferencia de
Aristóteles en lo siguiente: sin ambigüedades, Santo Tomás declara que el entendimiento agente
pertenece al alma personal de cada cual (Aristóteles no dejaba clara su posición). De este modo se
enfrenta a la tesis del averroísta latino Sigerio de Bravante que creía en un entendimiento agente que era
universal y no personal. Además, el alma es inmortal por su propia naturaleza, es decir, porque al ser
inmaterial es incorruptible (argumento ya usado por Platón). Además, dado que el alma, en cuanto
entendimiento, está abierta al conocimiento del ser en toda su amplitud y duración, ansía por ello y
naturalmente ese conocimiento, y dado que un deseo natural no puede ser vano, el alma del hombre ha de
ser inmortal.
Por supuesto, Santo Tomás, al igual que San Agustín, creía, por fe, en la resurrección del cuerpo. No
obstante esto es en el santo de Aquino, materia de fe, no de conocimiento natural.
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Lo que hemos dicho antes sobre la consideración de la razón como acto (sentidos, universales, formación
de los conceptos) también lo podemos tratar aquí, pues es, al menos en parte, parte de la psicología.
Vamos a ocuparnos ahora, y esto es de suma importancia en Tomás de Aquino, de la metafísica. Esta
ciencia se encuentra en el tercer grado de abstracción formal, según se dice de modo académico. Esto
significa que, mientras la física hace abstracción (es decir, no se ocupa) de la materia sensible concreta
(este caballo, este hombre, por ejemplo), sí se ocupa, sin embargo de la materia sensible común (del
caballo, de la planta, del hombre, etc.). La matemática hace abstracción de la materia sensible concreta y
de la materia sensible común, pero estudia cualidades o aspectos que sólo existen en la materia y que no
pueden existir al margen de ella (por ello se dice que trata de la materia común inteligible). Estas
cualidades son el número, la figura, el tamaño, etc. La metafísica, sin embargo, hace abstracción de toda
materia, y se ocupa de nociones inmateriales, bien precisivamente inmateriales (pueden existir en la
materia, pero no necesariamente. Por ejemplo, la forma, el acto, etc.,), o positivamente inmateriales
(nunca existen en la materia. Por ejemplo, Dios).
La metafísica se divide en dos partes, la ontología, que trata del ente, y equivale al estudio del ente
limitado y creado, y la teología natural, que trata del estudio de la causa del ente creado, y que es Dios.
La ontología.
Es el estudio del ente, y aunque se puede llamar a Dios también ente, lo mejor es considerar a Dios como
ser (ente ilimitado), y limitar la ontología al estudio del ente creado o limitado, como ya hemos dicho.
Ente es “aquello que es”, es decir, un algo (esencia) que tiene ser. De modo que para aclarar la noción de
“ente” es preciso hablar de la noción de “ser” (luego hablaremos de la noción de “esencia”) . “Ser” tiene
dos sentidos, uno copulativo , que se identifica con el ser mental, y otro absoluto, que se identifica con el
ser real. Si digo “la mesa es un nombre común”, ese ser es copulativo. Si digo “yo soy”, ese ser tiene un
sentido absoluto, y es equivalente a “yo existo, o yo soy”. Nos vamos a ocupar del ser real sólo.
El ser en sentido absoluto o ser real, presenta las siguientes características según Tomás de Aquino:- es
un acto (acto de ser), pero no es forma, pues no determina como ella. La forma es también acto, pero acto
determinante. El ser es un acto que sólo actualiza; -es acto último (pues en el ente la materia es potencia
respecto a la forma y esta es potencia respecto al acto de ser) ; -es fijo y estable ( no es acto dinámico
como lo son la acción o el movimiento); -es los más íntimo de cada ente ; - es lo más perfecto en el ente
(pues es acto y no es potencia).
La esencia puede ser entendida según tres relaciones. En relación al acto de ser o existencia , en relación
al entendimiento, en relación a las operaciones.
En relación al acto de ser, es aquello en que el ente tiene el ser, por tanto, aquello que lo limita, y aquello
que lo recibe en la medida limitada por ella misma. La esencia supone una restricción al acto de ser, lo
determina a ser tal cosa y no otra. Repárese bien que la esencia no añade nada al acto de ser (pues fuera
de este no hay nada), meramente lo limita, lo restringe. La esencia es, por tanto, en el ente creado, todo
aquello que en el ente es potencia respecto al acto de ser, y por tanto incluye en el ente creado material, la
materia y la forma. Como hay también entes creados no materiales (ángeles), ocurre en ellos que su
potencia es su forma sola. La esencia en este sentido no es más que la creación de Dios hecha siguiendo
la idea ejemplar que hay en Él, y según la cual crea. El acto de ser, por otra parte, no es más que el efecto
propio de Dios, que es el ser mismo e ilimitado.
Por tanto, para todo ente creado vale decir que es un compuesto de esencia y existencia, en el que la
esencia hace de potencia y la existencia de acto último. Por tanto, en todo ser creado hay potencia y acto,
posibilidad de ser, y actualización o realización de ser. Todo ser creado tiene el ser no por esencia, pues la
esencia es sólo potencia de ser, sino por el ser que es el acto mismo de ser de un modo ilimitado, es decir,
por Dios.
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El acto de ser en el ente que lo tiene pero no lo es, es siempre participado. Esto significa que los entes
creados tienen el ser, pero no son el ser. El acto de ser es el efecto propio de Dios, que es ser sin
restricción, pues su propia esencia coincide con su existencia.
En relación al entendimiento, la esencia es la quididad, es decir, aquello que responde a la pregunta ¿qué
es ese ente?
En relación a las operaciones la esencia es la naturaleza del ente.
El ente, como noción, tiene la siguientes propiedades lógicas: universalidad máxima (de todo se puede
decir que es ente) y analogía (se dice de cualquier cosa, pero no del mismo modo, sino por analogía).
Además, el ente tiene las llamadas propiedades trascendentales, que son propiedades reales: unidad,
coseidad (todo ente es cosa) alicuidad (todo ente es algo), bondad (todo ente es bueno), verdad (todo ente
es verdadero).
La teología natural (Dios).
Sobre Dios en cuanto objeto de la razón, es decir , como causa o principio del ente del que trata la
ontología, como objeto de la teología natural por tanto, (no en cuanto objeto de la fe o telogía revelada),
podemos decir lo siguiente. Según Tomás de Aquino hemos de distinguir la cuestión de la existencia de
Dios y la de la de su esencia. En relación a su existencia el santo razona así: primero hemos de
preguntarnos si la existencia de Dios es o no es demostrable. Si no es demostrable, la causa de ello puede
ser, o porque ya es evidente que existe, y por tanto es innecesaria su demostración, o porque su
demostración sea imposible, por ejemplo porque no haya proporción entre lo que conocemos del mundo y
Dios. En relación a lo primero Tomás distingue entre lo que es evidente en sí pero no para nosotros, y lo
que es evidente en sí y para nosotros. La proposición “Dios existe” es evidente en sí, dice Tomás de
Aquino, pero no lo es para nosotros debido a la limitación de nuestro entendimiento. Por ello, en relación
a nosotros no podemos considerar que ya nos es evidente que Dios existe.
En cuanto a si hay o no proporción entre lo que conocemos del mundo y Dios, dice Tomás de Aquino que
ciertamente no la hay, pero que basta que conozcamos los efectos para llegar a determinar la existencia
de su causa. De modo que podemos demostrar que Dios existe desde sus efectos, aunque no logremos por
ello tener una idea clara de la naturaleza de Dios. Pero nos bastará, sin embargo, para tener demostrada
su existencia.
La existencia de Dios será demostrada por cinco vías . Todas ellos parten de lo dado a los sentidos y
aplican la misma estructura argumentativa. Son todas pruebas a posteriori por tanto, y en términos de
Santo Tomás esto se llama pruebas quia. Frente a ellas estarían las pruebas a priori , es decir, las pruebas
llamadas propter quid. Tomás de Aquino rechaza estas últimas porque no tenemos un suficiente
conocimiento directo de Dios en la mente.
En todas las vías encontramos , como ya hemos señalado, la misma estructura, que es la que sigue: se
parte de un hecho que es evidente a los sentidos, se aplica el principio de causalidad, se limita la
aplicación del principio para hacer posible su eficacia, y se concluye que Dios existe bajo la formalidad
del dato inicial.
Primera vía. Es evidente y consta al sentido que hay en el mundo móviles (cosas que se muevencambian). Como el cambio es el paso de la potencia al acto, y como nada pasa de la potencia al acto sino
por la acción de un ente que ya esté en acto respecto al término del movimiento, es necesario que todo lo
que se mueva se mueva por otro, pues nada puede estar en acto y en potencia respecto de lo mismo y al
mismo tiempo.
Así pues, todo lo que se mueve se mueve por otro (aplicación del principio de causalidad). A esto que
mueve lo llamamos motor.
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El motor que mueve, o bien se mueve al mover, o bien es inmóvil. Si se mueve (es móvil, por tanto),
debe estar movido por otro, según dijimos antes, del cual podemos volver a plantear la disyuntiva de que
o es inmóvil, o se mueve igualmente. La serie de motores móviles no puede ser infinita, pues si no
hubiera un primero de la serie sería imposible la acción causal de cualquiera de los motores intermedios,
siendo imposible por tanto que de hecho algo se moviera ante los sentidos. Por lo tanto, y en cualquier
caso, debe haber un primer motor, para lo cual es necesario que sea inmóvil, o no sería primero
(limitación del principio de causalidad).
A este motor inmóvil es a lo que llamamos Dios (Dios es demostrado en su existencia bajo la formalidad
de motor inmóvil, y por tanto en relación al mismo asunto del que hemos partido por los sentidos)
Segunda vía. Es evidente y consta al sentido que en el mundo hay causas que producen efectos.
Cualquiera de ellas es a su vez causada, es decir, toda causa del mundo es causada. La serie de causas
causadas no puede ser infinita, pues no tendría principio, y al no tenerlo ninguna de las causas
intermedias ejercería su actividad, de modo que la causa que produce efectos y es evidente al sentido sería
imposible. En conclusión, ha de haber una primera causa que sea incausada para explicar lo que es
evidente a los sentidos. A esto es a lo que llamamos Dios.
Tercera vía. Es evidente que hay en el mundo seres que son y que pueden no ser, por tanto, que son
contingentes. Lo que es contingente tiene su ser por otro, y no por sí. Este otro, o bien es un ser necesario
(tiene el ser por sí y no por otro), o bien es también contingente. Una serie infinita de seres contingentes
no encuentra más en sí la razón de su existencia que un solo ser contingente. Por lo tanto ha de haber un
ser necesario, y este es el que llamamos Dios.
Cuarta vía. Consta al sentido que las perfecciones trascendentales (bondad, verdad, etc) aparecen
limitadas en los entes. Todo lo que se tiene limitadamente se tiene participado, y por tanto se tiene
causado por otro. La serie de entes que pueden ser participados y a su vez participar de otro en el orden
de estas perfecciones no puede ser infinita. Luego ha de haber un ser que posea esas perfecciones de una
manera plena y que propiamente las sea. A este ser perfectísimo es a lo que llamamos Dios.
Quinta vía. Es evidente y consta al sentido que hay en el mundo entes que obran por un fin pero que lo
hacen sin conocimiento. Todo lo que obra así, obra por causa de otro, como la flecha se dirige a un fin
que no conoce por causa del arquero. La serie de seres que ordenan hacia el fin, pero que son a su vez
ordenados a hacerlo no puede ser infinita. Por lo tanto ha de haber un ser que sea supremo ordenador. A
este ser lo llamamos Dios.
De la esencia de Dios solo cabe un conocimiento cabal en esta vida mediante la fe. A través de la razón
sólo podemos tener un muy limitado conocimiento de ella. En cualquier caso, Tomás de Aquino sostiene
que tenemos tres vías para conocer la esencia de Dios:- la afirmativa o de analogía, en virtud de la cual
podemos predicar de Dios las perfecciones que Él ha causado en los entes .Unas, las puras, propiamente,
otras, las mixtas o no puras, virtualmente, es decir, en cuanto Dios tiene el poder de causarlas. Así, de
Dios decimos que es bueno, verdadero, y que tiene el poder de causar cuerpos, pero no que Él sea cuerpo;
- la negativa, en virtud de la cual podemos negar de Dios aquello que es en los entes .De este modo
podemos negar de Dios el modo en que se realizan todas las perfecciones en los entes. Por ejemplo, Dios
no es bueno ni verdadero del modo en que lo es la criatura; - la vía de la eminencia, en virtud de la cual
podemos elevar al grado máximo las perfecciones que predicamos de Dios. Así, no diremos de Dios que
es meramente bueno o verdadero, o que vive, sino que es óptimo, la verdad misma o la vida sin
restricción.
Los atributos que resultan a partir de estas vías se clasifican de la siguiente manera: El atributo más
importante de Dios, lo que se llama el constitutivo formal de Dios, es el ser. Dios es el ser mismo
subsistente (Ipsum esse subsistens) , el ser cuya esencia consiste en su mismo ser o existir. Además de
este atributo se distinguen los llamados atributos entitativos (p.ej. la simplicidad, la inmutabilidad y
eternidad, la trascendencia misma de Dios, etc), y los llamados atributos operativos (omnipotencia,
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omnisapiencia, etc). De las potencias de Dios destacamos: la potencia de crear de la nada, la potencia de
conservar lo creado en el ser, y la potencia de gobernarlo y dirigirlo hacia su bien (providencia).
6-4-3.El orden moral.
La filosofía moral se ocupa del orden que la razón introduce en los actos voluntarios. Ser moral consiste,
precisamente, en ordenar según la razón esos actos. Si consideramos este orden en relación al individuo,
tendremos la ética o filosofía moral del individuo. Si lo consideramos atendiendo a lo colectivo,
tendremos la filosofía moral de la sociedad civil o política.
La ética.
El acto voluntario es “aquel que procede de un principio intrínseco con conocimiento de fin”. Al margen
del acto voluntario quedan, por ejemplo, los actos de la potencia vegetativa, o los que tenemos comunes
con lo no viviente (p.ej. caer). Contrarios a lo voluntario son los actos involuntarios, es decir, aquellos
que proceden de causas como la violencia, el miedo, la ignorancia invencible, etc.
Los actos voluntarios se dividen en imperados (los produce otra facultad distinta a la voluntad, pero
movida por la voluntad. Por ejemplo, me muevo por la facultad locomotriz, pero esa facultad mueve
porque la mueve a su vez la voluntad.) y elícitos (son los actos mismos de la voluntad)
La voluntad se define como “el apetito racional de bien”, y debe distinguirse del apetito sensible.
El bien que la voluntad quiere puede ser de tres tipos: honesto, deleitable y útil. Éste versa sobre los
medios, y aquellos sobre los fines.
El fin último que la voluntad quiere es la felicidad integral, es decir, la felicidad objetivamente
considerada (Dios) y la felicidad subjetivamente considerada (la posesión y el gozo de Dios). A Dios se le
llama también “bien común trascendente”.
El camino que nos conduce a esa felicidad (la cual no podremos obtener plenamente más que en la otra
vida) viene trazado por la ley moral o ley natural. Esta es la expresión en la naturaleza humana de la ley
eterna pensada por la Razón divina. La ley natural surge de aplicar su primer precepto “haz el bien y evita
el mal” a las tendencias de la naturaleza humana. Estas tendencias se resumen en tres: las que inclinan por
ser sustancias, las que inclinan por ser animales, y las que inclinan por ser racionales.
Al aplicar el precepto a las tendencias que surgen por ser sustancias, tendremos como deber el cuidado de
nuestra subsistencia, y por tanto, por ejemplo, quedará prohibido el suicidio. En cuanto animales, la
tendencia a procrear, por ejemplo, deberá ser acompañada del deber de cuidar a nuestros hijos. En cuanto
racionales, la aplicación del precepto obligará a la verdad y a la justicia, entre otras cosas.
Los preceptos (deberes) de la ley natural son universales, evidentes e inmutables.
Las fuerzas que tiene el hombre para estabilizarse en el camino de la ley natural, son las virtudes
morales. Se trata, por supuesto, de hábitos adquiridos por repetición de actos de la misma especie (como
en Aristóteles). Santo Tomás presenta como fundamentales las ya clásicas cuatro virtudes cardinales:
prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
En la medida en que el bien y el mal de nuestras acciones voluntarias depende de si nos llevan o nos
alejan de nuestro fin último (Dios), la ética de Santo Tomás es teleológica, y en la medida en que nuestro
Bien supremo es la felicidad, la ética del santo es también eudemonista ( o eudaimonista)
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La política.
La sociedad civil tiene las siguientes causas:- su origen (causa eficiente) se debe a la naturaleza social del
hombre, no a pacto alguno. Que el hombre es naturalmente social se ve por tres razones: el ser humano no
se basta a sí mismo, el ser humano requiere de la ayuda de otros, el ser humano es esencialmente
comunicativo; -la causa final de la sociedad civil es el bien común inmanente, es decir, aquello que hace
posible la vida virtuosa de los ciudadanos. Ésta requiere de orden, paz, unidad, amistad, salud pública,
etc.;- la causa material (la materia) son los individuos y las intermedias sociedades imperfectas en que se
agrupa (familia, ayuntamiento, etc) y a través de las cuales se integra en la sociedad perfecta (El Estado);
-la causa formal de la sociedad civil perfecta (el Estado) es aquello que permite su unidad y
estructuración, es decir, la autoridad y la ley positiva.
En función de la autoridad Tomás distingue, como Aristóteles, tres gobiernos justos (monarquía,
aristocracia, democracia) y tres que no lo son (tiranía, oligarquía, demagogia). Idealmente Tomás de
Aquino prefería la monarquía, pero siendo realista, prefirió un gobierno mixto que incluyera lo mejor de
cada forma justa. Por otra parte, entendió que no podemos asegurar cuál es la forma de gobierno más
querida por Dios.
En relación a la ley, Santo Tomás consideró que las leyes positivas deben ser expresión de la ley natural,
la cual a su vez es expresión de la ley eterna. Así, aquellas leyes positivas que sean contrarias a las leyes
naturales (que sean “contranatura”) no son leyes buenas y es justo que el ciudadano se niegue a
cumplirlas, mientras que aquellas que son conforme a la ley natural son justas y buenas y el ciudadano
está obligado a cumplirlas. Dado que la ley natural no establece con total claridad y precisión cada
conducta que el hombre debe realizar para su vida comunitaria, el legislador debe utilizar su razón
práctica para tratar de dar con la ley positiva acorde con los principios prácticos generales insertos en la
naturaleza humana. Por ejemplo, la ley natural establece que el asesinato es moralmente incorrecto pero
no establece con detalle las distintas variantes que esta conducta puede tener, ni las penas que
corresponden a cada una de ellas, de ahí que la función principal del legislador sea la de definir,
concretar, o hacer explícita la ley natural, aplicarla a los casos particulares y establecer los medios
coercitivos para hacerla efectiva. La legalidad no siempre coincide con la moralidad: si el legislador
promulga una ley contraria a la ley natural, y, en último término a la ley divina, es legítimo o moralmente
correcto –aunque no sea legal– que el súbdito se rebele y no la cumpla.
Por último, la concepción de las relaciones entre Iglesia (sociedad sobrenatural perfecta) y Estado
(sociedad natural perfecta), Santo Tomás las establece en el mismo sentido que establece las relaciones
entre razón y fe, teología revelada y filosofía. Por tanto, autonomía de ambas sociedades, pero en caso de
conflicto la autoridad mayor es la de la Iglesia.
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Comentarios sobre textos de Santo Tomás de Aquino.
Texto. (Primera vía)
“La primera y más clara es la que se deduce del movimiento. Pues (1)es cierto, y lo perciben los sentidos,
que en este mundo hay movimiento. (2) Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho nada se
mueve a no ser que en cuanto potencia esté orientado a aquello para lo que se mueve. Por su parte, quien
mueve está en acto. Pues mover no es más que pasar de la potencia al acto. La potencia no puede pasar a
acto más que por quien está en acto…Pero no es posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en
potencia y en acto; sólo lo puede ser respecto a algo distinto…Igualmente, es imposible que algo mueva y
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sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por
otro. Pero (3)si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este
proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría
motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor…
(4)Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a
Dios “ (“Suma teológica”. Tomas de Aquino)
Comentario. Ideas y relaciones entre las mismas en el texto propuesto.
El presente texto nos muestra la primera vía de T. de Aquino para la demostración de la existencia de
Dios. Como en el resto de las vías, aunque no siempre de modo explícito, cabe encontrar en ella una
argumentación expuesta en cuatro pasos: 1º-“…es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo
hay movimiento…” (punto de partida en el mundo sensible); 2º-“…todo lo que se mueve es movido por
otro…” (aplicación del principio de causalidad); 3º-“…si lo que mueve necesita ser movido por otro y
este por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente…” (limitación de la aplicación del
principio de causalidad); 4º ”Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En
este todos reconocen a Dios” (se concluye la existencia de Dios bajo la formalidad –el asunto- de la vía).
El paso 1º está justificado en la evidencia sensible.
El 2º se justifica en el texto así: el motor y el móvil no pueden ser, en el mismo respecto y a la vez, lo
mismo, dado que es contradictorio que algo esté en acto y en potencia a la vez y respecto de lo mismo.
Por tanto, el motor (que está en acto) y el móvil (que está en potencia) no pueden ser lo mismo. Así pues,
nada se mueve por sí mismo, y por tanto, todo lo que se mueve se mueve por otro.
El paso 3º nos queda justificado en cuanto presenta como imposible una serie indefinida o infinita de
motores móviles que sea autosuficiente, es decir, que haga explicable el testimonio de los sentidos, pues
lo que se mueve no se mueve sino por la acción de los motores intermedios, y estos no mueven si no se ha
empezado el movimiento, lo que ocurriría en efecto si la serie no tuviera principio. Por tanto la serie no
puede ser infinita y debe tener un principio.
El paso 4º, que es la conclusión, exige que ese principio de la serie no forme parte de la serie misma, es
decir, que sea inmóvil, aunque sea motor. Ese motor inmóvil, que tiene que existir, es lo que llamamos
Dios.
Esta primera vía es, como las otras cuatro, una vía a posteriori (quia), y parte de la experiencia, por tanto.
Es, además, una vía dinámica, pues considera un aspecto dinámico del ente, cual es su movimiento.
Históricamente, esta vía se encuentra ya en la filosofía de Aristóteles.
El texto dado se encuentra en la parte “soluciones” del artículo 3º de la cuestión 2ª de la Primera parte de
la Suma teológica. El artículo se titula “¿Existe o no existe Dios?”. Además de esta vía aparecen en el
mismo apartado las otras cuatro vías: de las causas causadas, de los seres contingentes, de los grados de
perfección, y de las acciones que se dirigen a un fin aún sin conocerlo.
Texto (Tercera vía)
“La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas
pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que
existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo
que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan
en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad,
tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya
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existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y
esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser
necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible
que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente,
como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea
absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad
de los demás. Todos le dicen Dios.” (Suma Teológica. Tomás de Aquino)
Comentario .
La tercera vía para demostrar la existencia de Dios presenta, como todas las demás, la estructura
argumentativa en cuatro pasos: evidencia sensible, aplicación del principio de causalidad, limitación de la
aplicación, conclusión en la existencia de Dios. La vía presente argumenta, según esta estructura, del
siguiente modo:
Encontramos (y esto es lo evidente) seres posibles, es decir, limitados en la duración, que se generan y se
corrompen por tanto. De ellos podemos decir que alguna vez no fueron. Lo que no es sólo empieza a
existir por otro que ya existe, pues de la nada no surge nada (aplicación del principio de
causalidad).Aquello por lo que existe lo posible, o bien es un ser que es su propia necesidad de ser, o bien
tiene la necesidad de su ser de otro. Esta serie de seres cuya necesidad debe ser buscada en otro, no puede
carecer de fin (limitación del principio de causalidad). Por tanto, ha de haber un ser que sea necesario de
modo absoluto y cause la necesidad de todos los demás. A este ser es a lo que llamamos Dios.
Vamos a aclarar los términos que usa Santo Tomás en la vía. “Ser posible” es aquel que se genera
(produce) y destruye. Se trata de las cosas que encontramos en la experiencia sensible. “Ser necesario,
pero no absolutamente necesario” o “ser cuya necesidad la tiene por otro” parece que hace referencia a la
materia prima, la cual, aunque puede ser coeterna con Dios es, sin embargo, creada, de modo que es
dependiente también en su ser. “Ser absolutamente necesario” es aquel que es y no puede no ser y no
tiene su necesidad por otro sino por sí. Es aquel ser en el que su ser es su misma esencia.
Dado que tanto lo posible como lo relativamente necesario son dependientes en su ser, y sólo se
distinguen porque los primeros no duran siempre y el segundo no puede demostrase con la razón que no
pueda hacerlo, cabe denominarlos a ambos “seres contingentes”, es decir, seres que siendo, podrían no
ser, puesto que no tienen el ser sino dado por otro. De este modo la vía podría expresarse así: es evidente
que hay seres contingentes (unos posibles y otros, aunque no evidentes, relativamente necesarios). Los
seres contingentes existen por otro. La serie de seres contingentes que son por otro ser contingente no
puede ser indefinida. Luego ha de haber un ser no contingente y necesario absolutamente. A este ser lo
llamamos Dios.
El texto pertenece a la solución del tercer artículo de la segunda cuestión de la primera parte de la Suma
Teológica. Además de esta vía, presenta Tomás de Aquino en esta misma solución, las otras cuatro: del
móvil, del motor, de las perfecciones graduadas, y de las acciones que sin conocimiento tienden a un fin.
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