30 Arte & Cultura © National Gallery of Art, Washington DENTAL TRIBUNE Hispanic & Latin America «Estibadores cargando carbón a la luz de la luna» (1835), óleo sobre lienzo de JMW Turner El implacable mar de Turner Por Javier de Pisón C uenta la leyenda que el pintor inglés Joseph Mallord William Turner (17751 - 1851) se ató al mástil de un barco para experimentar en toda su intensidad el fragor de una tormenta en el mar, como hiciera Ulises para oír el canto de las sirenas durante su largo viaje a Itaca. poder ultraterreno, devastador e implacable, en la tierra o en el mar, retratado con una pavorosa belleza. Turner, como un reportero gráfico adelantado a su tiempo, pintó «El incendio del Parlamento», un gigantesco siniestro presenciado por miles de personas en Londres, que consumió la Cámara de los Lores y los Comunes y destruyó la mayor parte del Palacio de Westminster en 1834, hecho que él mismo presenció. El símbolo de una época © Metropolitan Museum of Art La anecdota, cierta o falsa, retrata bien la obsesión de Turner por el mar y, más específicamente, por el mar enardecido: por su poder destructor de navíos y hombres, por esas tormentas apocalípticas que desatan inmensas olas y mareas, muchas veces mortales. La extraordinaria fuerza de los elementos —que nosotros sólo recordamos periódicamente cuando terremotos y huracanes nos azotan— fueron una obsesión de los escritores y pintores románticos del siglo XIX, que veían en la naturaleza tanto un reflejo de las emociones humanas como del poder de Dios, aunque ya sin los tintes religiosos de la Edad Media. Turner evoca continuamente ese poder natural, mayor que el de todos los hombres, en decenas de lienzos en los que el mar es el protagonista principal. Pero sus cuadros no son los típicos paisajes descriptivos de escenas campestres o marítimas, sino la síntesis de un instante sobrecogedor: la aparición de un «El Temerario» por su parte se refiere al buque de la marina inglesa «HMS Temeraire», que participó en la famosa Batalla de Trafalgar —que también pintó—, donde pereció el almirante Horacio Nelson. El cuadro de Turner, parte de la colección de la National Gallery de Londres, rinde honor al navío y lamenta su destino, que simboliza también el comienzo del fin del imperio británico. El propio Turner fue testigo del evento. El mar, los cielos y el fuego son tres constantes en su obra, justamente famosa por cuadros como «El incendio de las Casas del Parlamento» (1835) o «El Temerario remolcado para el desguace» (1839). «Balleneros» 1845) de William Turner (cuadro llamado «Whalers» o «The Whale Ship»). Como el lienzo del incendio, es un cuadro apocalítico que señala el fin de una era, si bien de una manera más triste y resignada. No hay aquí grandes olas que azoten el navío, sólo un ocaso, con el sol bajo y a punto de desaparecer por la línea del el horizonte. Por su parte, el buque conocido popularmente como «El luchador temerario», es sólo una gran silueta blanca, espectral, arrastrada o humillada por un pequeño remolcador, que sería desguazado poco después en la desembocadura del Támesis. Las grandes glorias de Inglaterra parecen desaparecer como la silueta náutica en este cuadro de Turner, que algunos equiparan con la impetuosa llegada de la era industrial y con una reflexión del pintor sobre su propia vejez. Curiosamente, no hace mucho, en 2005, los británicos eligieron «El Temerario» como el mejor cuadro inglés de todos los tiempos en una votación pública. Este y otros muchos cuadros de Turner son objeto de una exposición en el Museo Marítimo Nacional de Londres titu- Arte & Cultura 31 «El Temerario remolcado a dique seco» (1838), famosa fragata inglesa de guerra siendo arrastrada con las velas plegadas por un remolcador a vapor hacia su tumba, cuadro de Turner que presagia el final del imperio británico y el inicio de la era industrial («The Fighting Temeraire, tugged to her last Berth to be broken up»). tores ingleses y europeos de su época. Sus cuadros no son los típicos paisajes descriptivos de escenas campestres o marítimas, sino la síntesis de un instante sobrecogedor. © Tate Gallery lada «Turner y el Mar», en la que se exhiben obras maestras como «Tormenta de nieve» (1842), «Staffa, la cueva de Fingal» (1832), «Now for the Painter» (1827), «Estibadores cargando carbón a la luz de la luna» (1835), «Balleneros» (1845) o «Puerto de Calais» (1803), junto a las de otros prin- La obra de Turner permite ver por qué el llamado «pintor de la luz» fue un claro precursor de los impresionistas: desde muy temprano, sus obras destacan por su agresiva paleta y por su dominio de la iluminación, centrando la mirada del espectador en detalles del cuadro como el sol u otras fuentes de luz, como fuegos. De hecho, a pesar que haber realizado la mayor parte de su obra un siglo antes, las vanguardias del siglo XX siempre han proclamado su grandeza. En muchas obras tardías los objetos principales de sus cuadros son difícilmente reconocibles, enmascarados por los gruesos trazos con los que pinta los elementos, como por ejemplo en «Tormenta de nieve», «Naufragio con botes de pesca» u «Off the Nore: Wind and Water» (Del norte: viento y agua), donde se aprecia un estilo similar al que más tarde desarrollarían impresionistas franceses como Claude Monet, Camille Pissarro o August Renoir. El Premio Turner, el principal galardón de la pintura británica, fue creado en 1984 en su honor. Los trazos de Turner en «Tormenta de nieve» (Snow Storm – Steam-boat off a Harbour’s Mouth, 1842) presagian claramente el Impresionismo. "Turner y el Mar" se exhibe hasta el 21 de abril de 2014 en el Museo Marítimo Nacional de Londres, que es parte de los Museos Reales de Greenwich. Viste ésta y otras exposiciones en www.rmg.co.uk. © The National Gallery, London DENTAL TRIBUNE Hispanic & Latin America