Tema 5: Movimiento obrero LAS PRIMERAS ASOCIACIONES OBRERAS Del ludismo al asociacionismo Durante el siglo XIX, los trabajadores y trabajadoras de la industria naciente fueron adoptando una conciencia de clase, que los llevó a organizarse en asociaciones laborales, o sindicatos. Las primeras manifestaciones de la revuelta obrera tomaron un carácter ludita. En 1821 los trabajadores de la industria de Alcoi (Valencia) ocuparon esta localidad y destruyeron los telares mecánicos. El suceso más significativo de la oposición entre clase obrera naciente y mecanización fue la destrucción del Vapor Bonaplata de Barcelona en 1835. La oposición a la mecanización vivió aún otros episodios. El más importante fue la movilización contra los nuevos husos mecánicos perfeccionados y de gran productividad (selfactinas). El asociacionismo obrero se inició durante la década de 1830. Las primeras reivindicaciones fueron de tipo resistencialista: de entrada, los trabajadores se movilizaron sobretodo contra el empeoramiento de la condiciones laborales. En 1834 un grupo de tejedores de Barcelona protestaron contra la decisión de los industriales de alargar la medida de las piezas de tela; los trabajadores cobraban a un precio hecho −tanto por pieza−, esto significaba, en la practica, una reducción de su salario. Los sindicatos En 1840 se constituyó en Barcelona la primera asociación obrera de todo el Estado español: la Sociedad de Protección Mutua de Tejedores de Algodón. Las asociaciones obreras nacieron con muchas dificultades. El liberalismo, entendido en un sentido estricto, negaba el derecho de los trabajadores a organizarse colectivamente. La represión patronal constituía la despedida de trabajadores conflictivos, listas negras para impedir su contratación, etc. El asociacionismo obrero se inspiró en la tradición de los gremios. Por un lado, la organización por oficios. Por otro lado, la asociación era, sobretodo, una entidad de ayuda mutua: las cotizaciones aportadas por los afiliados llenaban una caja colectiva, destinada a ayudar a los compañeros enfermos o en el paro y, en caso de defunción, a sus familias. Pronto, la clase obrera fue generando otras maneras de organizaciones. Los Coros de Clavé fueron un extraordinario estimulo cultural para muchos trabajadores. También se constituyeron ateneos y escuelas obreras, con el objetivo de alfabetizar e instituir los asalariados. Poco a poco nació también una importante prensa obrera. Las primeras organizaciones obreras se definieron como corporativas y apolíticas. Pronto, pero, se decantaron hacia el republicanismo federal. Republicanismo y proteccionismo económico fueron durante diversas décadas, las dos bases ideológicas del asociacionismo obrero. El sindicalismo tuvo una vida discontinua. Se pudo expresar públicamente en periodos de gobierno progresista. Durante las épocas de gobierno moderado fue ilegalizado y tuvo que sobrevivir en la clandestinidad. El Sexenio Democrático significó el momento de máximo apogeo del movimiento obrero durante el siglo XIX. 1 LOS SOCIALIMOS La crítica radical al capitalismo: el socialismo utópico Paralelamente a la aparición del asociacionismo obrero, diversos grupos de intelectuales y de profesionales emprendieron una crítica radical a la nueva sociedad industrial y capitalista. Estas corrientes definieron otro modelo teórico de sociedad, caracterizado por su perfección y armonía. Por esto se llamaron socialismos utópicos. Los socialistas utópicos se oponían a cualquier revolución violente y a la huelga, que consideraban inmoral porque creían que el primer deber de todo ser humano es el trabajo. Preconizaban el cambio de la sociedad a través de la propaganda y del ejemplo. Su mensaje no se levantaba solo a la clase obrera, sino a toda la humanidad. En España, el socialismo utópico se extendió sobretodo a partir de la década de 1840 y tuvo dos grandes núcleos: el catalán y el de Cádiz. En Cataluña tuvo un gran éxito las doctrinas del pensador francés Cabet, descritas en la obra Viaje a Icaria. Icaria era una imaginada isla modélica, donde existía una sociedad comunista fundamentada en la propiedad colectiva, sin clases ni explotación. Narciso Monturiol juntamente con Anselm Clavé, fue el máximo ideólogo español. La utopía fracasó cuando la quisieron hacer realidad. En Cádiz, Joaquín Abreu, extendió a partir de 1830 el proyecto utópico de Fourier. La utopía fourierista se basaba en el falansterio, un gran edificio colectivo que era a la vez una unidad de producción y que se caracterizaba por el trabajo compartido y por la relación armoniosa entre la industria y la naturaleza. Un discípulo suyo, Fernando Garrido, introdujo a partir de 1862 el ideal cooperativista, que había cogido del socialista utópico Richard Owen. Para Garrido, la cooperativa, entidad donde los trabajadores eran a la vez socios propietarios de la empresa, tenia que ser la alternativa al capitalismo. Anarquismo y marxismo Todos estos planteamientos fueron progresivamente arrinconados, a partir de 1870, delante la empenta de dos nuevas ideologías socialistas: el anarquismo y el marxismo. El anarquismo, que partía de las teoría del revolucionario ruso Bakunin, defendían una sociedad sin propiedad privada ni ningún tipo de estado o poder coactivo. La anarquía se tenia que basar en la propiedad colectiva y en la plena libertad individual. Esta nueva sociedad solo podía surgir de una revolución; por esto los anarquistas rechazaban cualquier acción política. El anarquismo se hizo fuerte en Cataluña, el País Valenciano y en Andalucía. El anarquismo, además, generó un gran número de entidades: sindicatos, ateneos obreros, asociaciones esperantistas, naturistas, cooperativas.... El marxismo, definido por el filósofo alemán Karl Marx, defendía una sociedad comunista no muy diferente del ideal de Bakunin, pero que divergía en la estrategia a seguir. Según Marx, era imprescindible que la revolución diera paso a un periodo de gobierno despótico de la clase obrera −la dictadura del proletariado−, durante el cual se eliminarían las diferencias de clase y se prepararía la sociedad comunista. Los marxistas creían, además, que los trabajadores se tenían que organizar en un partido político. El marxismo español se organizó en Madrid en un principio, más tarde también en Vizcaya y Asturias. LA FEDERACIÓN REGIONAL ESPAÑOLA DE LA AIT La I Internacional en España En 1864 se constituyó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) que más tarde se 2 conocería como I Internacional, que recogía diversos sindicatos de Gran Bretaña, Francia y otros países europeos. La AIT fue conocida en el Estado español a través de la visita del italiano Fanelli. Este era a la vez miembro de la AIT y de la asociación clandestina de signo anarquista Alianza Internacional de la Democracia Socialista. Por esto, el primer conocimiento de la AIT fue ligado con la subida de los ideales libertarios o anarquistas. En 1870 se reunió el Congreso Obrero que constituyó la Federación Regional Española de la AIT. El congreso optó por el apoliticismo sindical. Esta actitud resultó mayoritaria en sumarse los votos de dos sectores: algunos sindicatos partidarios de una acción moderada y apolítica, y los sindicatos donde habían triunfado ya las tesis antipolíticas anarquistas. En congreso se declaró a favor del recurso de la huelga y de la sustitución del capitalismo por una sociedad colectivista a través de una revolución. Expansión y crisis de la FRE Durante en Sexenio Democrático, la Federación Regional Española creció a un ritmo espectacular y se convirtió en una de las secciones más numerosas de la AIT. En 1872 constaba con 11.500 afiliados, y en 1873 con 40.000. La FRE vivió el debate entre marxistas y anarquistas planteado en el si de la AIT. Pero, mientras que en las instituciones centrales de la I Internacional dominó la corriente marxista, en la FRE se consolidó la mayoría formada por sindicatos moderados y anarquistas. Los obreros marxistas madrileños fueron expulsados de la FRE en 1872; entonces constituyeron la Nueva Federación Madrileña que, años después, dio lugar al PSOE. Así mismo, la FRE vivió profundas divisiones durante la I República. El núcleo dirigente, con sede en Alcoi, era partidario de la insurrección violenta para proclamar la anarquía de manera inmediata. En 1873 la AIT inició una huelga general en Alcoi, que acabó con una dura represión. Contrariamente, los sindicatos catalanes optaron, en esa ocasión, por la moderación. En 1874, después del golpe de Estado de Pavía, la FRE fue declarada ilegal. Se iniciaba así un periodo de represión contra el movimiento obrero. EL MOVIMIENTO OBRERO DURANTE LA RESTAURACIÓN Entre el sindicalismo y el terrorismo Durante los primeros años de la Restauración, caracterizados por la represión sindical, la FRE tuvo que vivir en la clandestinidad. En este contexto, se impusieron los sectores radicales. En 1881 el congreso en Barcelona creó la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Durante algunos años, la nueva FTRE emprendió una acción sindicalista moderada y creció en afiliaciones y en implantación. En 1890 se celebró por primera vez la Díada del Primero de Mayo, día internacional de los trabajadores. La reivindicación primordial de esta fecha fue el logro de la jornada laboral de 8 horas. El periodo 1890−1897 se caracterizó por el abandono progresivo del sindicalismo y por el triunfo de las tesis más radicales, partidarias de la violencia individualista. Este cambio de estrategia fue causado por la propagación entre las filas anarquistas de las doctrinas extremistas definidas por el ruso Kropotkin y divulgadas por el italiano Malatesta. Por esto, algunos de los sindicatos con más afiliación se alejaron de la FTRE. 3 En 1892 se produjeron diversos atentados en Andalucía. En 1893 se vivieron 14 atentados con bomba en Barcelona, uno de los cuales fue la explosión de dos bombas en el teatro Liceo y otro, el lanzamiento de una bomba contra la procesión del Corpus. En 1897 el presidente del gobierno, Canovas del Castillo, fue asesinado por un anarquista italiano. La represión, indiscriminada, afectó tanto a los radicales como a los sindicalistas moderados y a muchos intelectuales y profesionales de izquierdas. Los procesos, bajo la jurisdicción militar, se llevaron a cabo sin ningún tipo de garantía. En el proceso de Montjuïc cinco personas fueron condenadas a muerte y ejecutadas. La acción violenta y la represión indiscriminada desorganizaron del todo el movimiento libertario, que a final de siglo había perdido toda implantación social. El socialismo: el nacimiento del PSOE y de la UGT La Nueva Federación Madrileña también vivió la represión de los primeros años de la Restauración. En 1879, aún en la ilegalidad, constituyó la Agrupación Socialista Madrileña, el principal dirigente de la cual fue Pablo Iglesias. En 1888 los socialistas constituyeron en Barcelona la Unión General de Trabajadores (UGT) y celebraron el primer congreso del Partido Socialista Español (PSOE). El PSOE se definía como un partido marxista y partidario de la acción política. Consiguió una cierta implantación en los medios obreros de Madrid, País Vasco y Asturias. Hasta 1910 no consiguió la primera acta de diputados, en la persona de Pablo Iglesias. 4