Año 37 - Edición Nº 812 - 18 de Febrero de 2015 El año del racionamiento (dólares ahora, crédito después) Jorge Vasconcelos El año del racionamiento (dólares ahora, crédito después)1 Las discusiones sobre la economía empalidecen cuando dominan los temas institucionales y este es el caso de la Argentina de hoy, a casi un mes de la muerte del fiscal Nisman. En la medida en que pueda comenzar a revertirse el deterioro institucional del país, entonces las cuestiones técnicas tendrán el ambiente propicio como para volver a desplegarse como tal. Mientras tanto, lo que se observa en el arranque de 2015 es la continuidad de una política económica que apunta más bien a “aguantar” hasta diciembre, camino que no está exento de riesgos. Con reservas netas del Banco Central del orden de los 17 mil millones de dólares y compromisos financieros en el año (públicos y privados) que se acercan a los 18 mil millones, el racionamiento de divisas para los importadores no tiene forma de ser aliviado, ya que los dólares ingresan con “cuenta-gotas”, tanto por la vía comercial como la financiera (los 1.000 millones de dólares logrados por YPF y la Ciudad de Buenos Aires cubren el 5,5 % de aquellas necesidades). Con este escenario, el deterioro del nivel de actividad tardará en revertirse, como ya lo advirtió el sector automotriz en enero. El recurso de expandir el crédito bancario es una opción para la primera parte del año, pero después a las empresas les aparecerá la “competencia desleal” del propio Banco Central, que tendrá que salir a recoger con una mano la liquidez que inyectó con la otra, al financiar con emisión monetaria el cada vez más abultado déficit fiscal. Ese rol contradictorio del Central emergerá justo cuando los agentes económicos comiencen a apostar por una eventual devaluación del peso para fin de año, lo que ya de por sí será un factor de tensión sobre el mercado financiero. Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL). Dirección Marcelo L. Capello. Dirección Nacional del Derecho de Autor Ley Nº 11723 ‐ Nº 2328, Registro de Propiedad Intelectual Nº 5160632. ISSN Nº 1850‐6895 (correo electrónico). Se autoriza la reproducción total o parcial citando la fuente. Sede Buenos Aires y domicilio legal: Viamonte 610, 2º piso (C1053ABN) Buenos Aires, Argentina. Tel.: (54‐11) 4393‐0375. Sede Córdoba: Campillo 394 (5001) Córdoba, Argentina. Tel.: (54‐351) 472‐6525/6523. E‐mail: info@ieral.org ieralcordoba@ieral.org. 1 Nota publicada el 15 de febrero en la Voz del Interior 2 Revista Novedades Económicas – 18 de Febrero de 2015 El cierre temporal del acceso a las divisas del Central que experimentaron recientemente los importadores, junto a la falta de un plan para normalizar las relaciones financieras con el exterior, muestran que la línea oficial es administrar, no resolver, la escasez de dólares que sufre la economía. Si bien se contabilizan reservas en el BCRA por unos 31 mil millones de dólares, si se descuentan compromisos de corto plazo y los encajes de los depósitos en moneda extranjera, el neto se reduce a unos 17 mil millones de dólares. Esa cifra luce muy limitada frente a compromisos financieros (públicos y privados) que este año se acercan a los 18 mil millones de dólares, a los que habría que sumar unos 5 mil millones que insume el sistema de “dólar ahorro”, en caso que esta ventanilla pueda seguir abierta el resto del año. La escasez de divisas obliga al racionamiento y éste puede ser aplicado por vía de los precios (devaluación) o por vía de las cantidades suministradas a los demandantes (cuotas a importadores). Cada opción tiene sus costos y beneficios, pero los incentivos del gobierno claramente están alineados de modo tal que, ante cada disyuntiva, termina eligiendo por el control del precio y racionando la cantidad. Que lo diga la industria automotriz, que en 2013 demandó unos 500 millones de dólares por mes para cubrir el déficit entre importaciones y exportaciones y así poder vender cerca de un millón de vehículos en el mercado interno , pero el año pasado restringió la gama de modelos ofrecidos por disponer de una ración de no más de 100 millones de dólares/ mes (los patentamientos cayeron 28,5 % interanual en 2014) y que ahora recibe advertencias de los funcionarios de un “cupo cero” de dólares de aquí en más. No es casualidad que las ventas de enero preanuncien un 2015 con un mercado todavía más ajustado que el recesivo 2014. Es posible que el gobierno intente engordar las reservas siguiendo los pasos de YPF y de la Ciudad de Buenos Aires y vuelva a ofrecer al mercado una emisión de Bonar 24. Pero, dadas las circunstancias, una movida de estas características servirá para asegurar el escenario de racionamiento de divisas, no para un cambio de políticas. De igual modo, pese a las concesiones que se cuestionan de los acuerdos con China, el aporte de divisas frescas será muy limitado. Al suministrar las reservas en cuotas, el gobierno intenta mover lo menos posible el precio del dólar, de modo de mantener aquietadas las presiones inflacionarias, pero este juego ocurre en el filo de la navaja: la escasez de bienes que se deriva de esa política hace que los precios suban rápido ante cualquier impulso de la demanda y, además, atrasar el tipo de cambio frente al resto de los precios semeja apretar un resorte que ya está comprimido y que, por ende, puede escaparse de control ante cualquier imprevisto. Dado que los costos laborales en dólares duplican los registrados en 2007, esta política tiene efectos negativos sobre el empleo y la competitividad (la 3 Revista Novedades Económicas – 18 de Febrero de 2015 capacidad de exportar), por lo que no resulta sostenible, independientemente del hecho que haya recambio presidencial a fin de este año. El esquema del ancla cambiaria como instrumento de estabilización viene recibiendo buenas y malas noticias al mismo tiempo, que podrían neutralizarse entre sí, pero se trata de un escenario de revisión permanente. Del lado del haber puede anotarse el hecho que la inflación de enero (Indice Congreso) haya sido del 2,1 % mensual, guarismo que no puede considerarse elevado (para los parámetros argentinos), dada la fuerte estacionalidad del primer mes del año. En parte esto se debe a que los últimos doce meses han mostrado el mayor desfase de la década entre precios y salarios (unos 7 puntos porcentuales a favor de los primeros), lo que inevitablemente se refleja en un consumo muy contenido. Después de todo, estamos con precios de 2015 pero con sueldos que todavía son del 2014. Del lado del debe está el realineamiento de la moneda brasileña al nuevo escenario de dólar fuerte en el mundo. Con una cotización en torno a 2,85 reales por dólar, el tipo de cambio oficial en la Argentina tendría que ubicarse hoy en 9,80 pesos por dólar, aproximadamente, para volver a la paridad (en términos reales) que las monedas del Mercosur tenían en los años 1997/98, antes de la devaluación brasileña de principios de 1999. Esta asimetría le pone presión al esquema cambiario local, ya que la diferencia de inflación entre ambos países (del orden de 1,5 % mensual) tendría que ser periódicamente compensada con la suba del tipo de cambio nominal, hasta el momento en que la Argentina aplique un verdadero plan de estabilización. No hay que olvidar, además, que para evitar el derrape de las variables nominales, desde el año pasado se ha comenzado a utilizar muy activamente el instrumento de las Lebacs (títulos de muy corto plazo del Banco Central), que puede tener efectos muy negativos sobre la evolución del crédito a las empresas. Esto en la medida en que no se revierta el déficit fiscal, que es financiado con emisión monetaria, que después es parcialmente reabsorbida por el BCRA. Actualmente, el stock de Lebacs equivale a 50 % de todo el crédito bancario al sector privado y a fin de 2015 este ratio podría trepar a 75 %, dada la magnitud del rojo presupuestario estimado para este año. Si la lógica de la política económica se mantiene tal como hoy, no es difícil anticipar el ganador de la pulseada entre las Lebacs y el crédito a empresas, cuando ésta se plantee en el segundo semestre. 4 Revista Novedades Económicas – 18 de Febrero de 2015