UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA DIRECCIÓN DE INVESTIGACIONES Y POSTGRADO MAESTRÍA EN EDUCACIÓN ABIERTA Y A DISTANCIA Epistemología e Investigación Unidad Curricular: Metodología de la Investigación II Capítulo 5: Elementos fundamentales del método científico: los conceptos Goode, W. y Hatt, P. (1975). Métodos de Investigación Social. México: Trillas. (compilación con fines instruccionales) 5 Elementos fundamentales del método científico: los conceptos El carácter sistemático del conocimiento científico ha sido hecho notar en distintos puntos de los capítulos anteriores. Por ejemplo; un hecho no es simplemente una observación al azar, sino una afirmación empíricamente comprobada acerca de fenómenos. De esta manera, implica tanto observaciones científicas como un encuadre teórico conocido dentro del cual están ajustadas las observaciones. Además, las observaciones en sí están sistemáticamente orientadas por la estructura ya existente del saber. El universo presenta una variedad infinita de fenómenos que se han de estudiar, pero la ciencia se limita a hacerlo respecto a unos pocos de ellos. Tal como lo hemos señalado anteriormente, la ciencia abstrae de la realidad y examina ciertos aspectos de los fenómenos—tales como masa, velocidad, valencia, intensidad de actitud, etc.—y no la totalidad de los fenómenos en sí. En verdad, separar cualquier fenómeno de todo aquello con lo que está relacionado constituye un hecho de abstracción. Puesto que la ciencia intenta investigar determinados sectores o aspectos de la realidad, valiéndose para interpretarlos de un sistema abstracto de pensamiento, no debe tener nada de sorprendente que, para comunicar sus hallazgos, cada una de las ciencias ponga en uso términos o conceptos, propios. Tan es así, que podemos referirnos al sistema teórico de cualquier ciencia denominándolo sistema de conceptos o conceptual Ahora bien, empleamos estos términos para que nos representen los fenómenos o aspectos de los mismos, que estamos investigando. Por consiguiente, cuando formulamos una proposición, utilizamos los conceptos como símbolos de los fenómenos que estamos estudiante y, en realidad, son estos fenómenos fundamentales los que estamos relacionando entre sí. Sin embargo, debido a que estamos tratando directamente sólo con los conceptos, es evidente que a veces podemos confundir el concepto con el fenómeno del que se supone que es símbolo. Este es un error común, que estudiaremos dentro de poco asignándole el término objetivación. 1 y Tenemos que sentar otro punto más. Puesto que todos estos conceptos son abstracciones solamente determinados aspectos de la realidad, es importante 1 Hemos traducido así la expresión inglesa reification, que equivale a “proceso o resultado de convertir mentalmente una abstracción mental en algo concreto u objetivo”. (N. Del T.) 58 Elementos del método científico: los conceptos que sapamos: 1) cuáles son los aspectos que debemos estudiar, y 2) cómo establecer conceptos para ellos. El primero de estos problemas pertenece a una exposición de teorías e hipótesis. El segundo es el proceso de conceptualización, y de él tratamos en este capítulo, bajo los siguientes subtítulos: a) el concepto como abstracción; b) conceptos y comunicación; c) problemas de definición y comunicación; d) reconceptualización, y e) definición operacional. El concepto como abstracción Hay veces en que se olvida que los conceptos son construcciones lógicas creadas partiendo de impresiones de los sentidos, de percepciones o incluso de experiencias bastante complejas. La tendencia a dar por supuesto que los conceptos existen realmente como fenómenos lleva a muchos errores. El concepto no es el fenómeno en sí; es decir, estas construcciones lógicas no existen fuera el marco de referencia establecido. El dejar de reconocer esta diferencia es lo que ha recibido el nombre de falacia de la objetivación, es decir, que las abstracciones se traten como si fuesen fenómenos. Este es un fenómeno tan corriente que la mayoría de nosotros incurrimos, de vez en cuando, en esta culpa. Un ejemplo clásico de este error, dentro de la sociología, lo encontramos en el tratamiento y crítica expuestos en la obra Cuatro deseos, de W. I. Thomas. Este autor creyó haber abstraído del comportamiento humano ciertos elementos a los que se debía ver cuál si estuvieran orientados hacia: a) experimentar nuevas situaciones; b) conseguir el reconocimiento ajeno; c) conservar la sensación de seguridad, y d) obtener respuestas de los demás. Por sus observaciones del comportamiento humano, éstos eran simplemente cuatro elementos capitales del mismo, pero no la totalidad. Les puso las denominaciones anteriores por comodidad conceptual. Sin embargo, algunos lectores han objetado estos conceptos como si fueran algo afín a instintos, y se les ha estudiado como si fuesen “fuerzas” por derecho propio. Consecuencia de ello es que suscitasen severas críticas, debido a que se opinó que la existencia de estas entidades no estaba demostrada. Tanto si las observaciones de Thomas eran válidas, como si no lo eran, las críticas de este orden iban dirigidas verdaderamente contra estas últimas rectificaciones, en términos conceptuales, mientras que sus adversarios criticaban estas ideas como si fuesen impulsos fundamentales. Puesto que tanto los hechos como los conceptos son abstracciones, tienen significado solamente puestas en un marco de referencia, dentro de algún sistema teórico. La explicación de la relación entre hecho y teoría que se contiene en el capítulo 2, reza también con la relación entre concepto y teoría. Al Conceptos y comunicación 59 igual que un hecho, un concepto es una abstracción; no es un fenómeno. Cobra sentido gracias al encuadre de ideas dentro del cual se encuentra colocado. La distinción entre hecho y concepto es que los conceptos simbolizan las relaciones empíricas y los fenómenos que vienen afirmados por el hecho. Así, pues tal como lo hacíamos observar anteriormente, todo hecho se afirma como una relación entre conceptos, ya que cada término representa el fenómeno descrito por el hecho. En este sentido, un hecho es una “construcción lógica de conceptos”. A su vez, los conceptos se abstraen de muchas impresiones sensoriales, o percepciones. El proceso de la conceptualización consiste en abstraer y generalizar impresiones de los sentidos. De este modo, es posible manipular, estudiar, organizar y aislar las propiedades de los objetivos. Estas propiedades no pueden aislarse más que por medio del pensamiento, y éste sólo puede actuar dando un nombre a cada una de estas propiedades. Es así como la conceptualización es esencial para el pensamiento. Hemos estado tratando la forma de manipulación abstracta a la que se da el nombre de ciencia. No obstante, los conceptos no son evidentemente fundamentales sólo para el método científico: constituyen los cimientos de todo pensamiento y comunicación humanos. Sin embargo, puesto que la ciencia exige una mayor precisión en la comunicación, el proceso de conceptualización tiene que constituir una parte de la ciencia mucho más conscientemente que en el caso de la mayoría de los contextos de sentido común y cotidianos. Mientras que el hombre de ciencia se haya percatado de estas relaciones y del carácter abstracto de la conceptualización, podrá evitar el error de la objetividad. Conceptos y comunicación Los conceptos de la ciencia tienen que ser comunicables, tomando esta palabra en un sentido muy especial. No tienen que limitarse a despertar una vaga “sensación”, sino que han de estar construidos de tal modo que se conozcan todos sus componentes. Derivar y aclarar los elementos de esta clase de construcciones es lo que constituyen los procesos capitales de la definición, que son fundamentales para el problema general de la conceptualización. Debido a las diferencias existentes entre el encuadre de sentido común y la forma científica de ver el mundo, toda definición cuidadosa encierra una cualidad paradójica. Facilita la comunicación dentro de las ciencias, pero también levanta barreras para la comprensión que el lego pueda alcanzar de los conceptos científicos. Esto viene expresado en la muy común queja de que la ciencia utiliza “palabras grandilocuentes”. Hay críticos 60 Elementos del método científico: los conceptos que tienen incluso el cinismo de sugerir que la ciencia es una manera de establecer clisés, empleando en ello palabras polisílabas tales que nadie acierta a comprender lo que dicen. Esta misma queja se registra a menudo, por parte de los hombres de ciencia, refiriéndose unos a otros. Como lo hemos visto en el capítulo anterior, las diversas ciencias crean especialidades que dependen de hechos tan abstractos y complicados que ningún hombre de ciencia llega a conocerlos a todos. A causa de que cada especialidad trata de fenómenos diferentes, se ha creado una gran variedad de vocabularios destinados a comunicar estos hechos especiales. El claro que separa a estas distintas ciencias varía, según sea la cercanía de la relación existente entre sus marcos de referencia. Entre la sociología y las ciencias físicas, este claro es todo un abismo. El sociólogo común y corriente no acierta a leer, con gran comprensión, los más de los artículos de química y física que se publican en Science, el periódico editado por la Asociación Norteamericana para el Adelanto de la Ciencia. Lo que le pasa es que no conoce los términos ni posee los conceptos necesarios. Esto es cierto incluso respecto a muchos de los artículos escritos por biólogos. Por ejemplo, un artículo escogido al azar de entre los publicados por dicho periódico contiene, en su primer párrafo, los términos siguientes: “absorción específica”, “moléculas anticuerpos”, “unidades ángstrom”, “proteínas antígenas”, “antisuero diluido” y “suero heterólogo”. ¿Podría haberse escrito este artículo de modo que hasta un público profano en la materia, incluso “bien instruido”, pudiera comprenderlo? La respuesta es afirmativa; pero, en este caso, ya no se trataría de un párrafo. Sería toda una serie de volúmenes que amontonarían una definición tras otra, hasta que quedase reconstruida gran parte de la complicada historia de la bioquímica moderna. Dicho en pocas palabras, cada uno de los conceptos comunica al especialista una gran cantidad de experiencia, ya abstraída y aclarada para quienes comprenden el término empleado. Por consiguiente, el equipo fundamental para todo estudiante consiste en la posesión de un vocabulario científico, adecuado para la comprensión del desarrollo conceptual propio de su campo de actividad. Estos términos necesarios no son puramente palabras grandilocuentes escogidas para impresionar al no iniciado, ni tampoco son “solamente una manera difícil de expresar cosas de sentido común”, sino que más bien son la “taquigrafía” de la ciencia, los términos precisos que son fundamentales para la comunicación fácil entre hombres de ciencia. Problemas de definición y comunicación La comunicación no sólo llega a ser difícil entre personas que no adoptan los mismos sistemas de conceptos sino que, a menudo, surgen también problemas Conceptos y comunicación 61 similares entre personas que sí aceptan un marco común de referencias. Dicho en otras palabras, las definiciones no siempre son claras; los conceptos no siempre están adecuadamente expuestos. A continuación, damos varias de las razones generales para la falta de claridad de algunas comunicaciones científicas. Los conceptos surgen de una experiencia compartida. De hecho, el establecimiento de un sistema de conceptos puede verse cual si equivaliera a la formación de un lenguaje nuevo. Entonces es cuando se ve fácilmente el proqué un grupo de hombres de ciencia que comparten experiencias haya de crear un lenguaje que no será inteligible para los demás. Este es un problema corriente de comunicación, no sólo dentro del mundo científico, sino también de la traducción de un idioma a otro. ¿Por qué los sociólogos norteamericanos siguen empleando las expresiones gemeinshaft en su forma alemana original? ¿Por qué se ha tomado del alemán la palabra gymnasium, aunque dándole un sentido totalmente diferente cuando se la usa en textos ingleses? La respuesta a estas preguntas es que los dos pueblos han experimentado asuntos diferentes, o han escogido conceptualizar aspectos distintos de las cosas. Así, la palabra gemütlich se refiere a una serie de cualidades bien conocidas de quienes hablan inglés, es decir, las de cálido, agradable, sosegado, de “sentirse a sus anchas”; pero se da el caso de que esta conceptualización no aparece en los textos ingleses. Gemeinschaft y gesellchaft las encontramos en la sociología norteamericana exactamente por la misma razón. En Alemania, el gymnasium es una especie de conjunto de escuelas secundarias para el bachillerato elemental y superior; 2 pero, en el sentido en que tal palabra se emplea en los Estados Unidos, la misma no ha conservado más que sus aspectos relacionados con la educación física. El hecho de que el lenguaje representa una experiencia compartida tiene consecuencias de importancia para el estudiante de ciencias. Si es tan difícil comunicar las definiciones verbales de la experiencia alemana cotidiana a los norteamericanos ¡Cuánto mayor no es el problema de comunicar significados científicos al lego en las ciencias ! Lo que el químico quiere dar a entender con la palabra “valoración”, el histólogo con la expresión “tejido lavador”, o el demógrafo con el término “tasa neta de reproducción”, exigiría definiciones verbales muy rebuscadas. La mejor manera de aprenderlas es tomar parte en las ciencias a las que se refieren dichos términos, compartiendo así el mundo de experiencias que los mismos representan. 2 Comprende, pues, la totalidad de la enseñanza secundaria destinada a la preparación para el ingreso en la Universidad, todo en un solo ciclo de ocho años, que equivalen a la “junior high school” y “señor high school” de los Estados Unidos, y al plan de estudios de bachillerato en los países hispanoparlantes. (N. Del T.) 62 Elementos del método científico: los conceptos Los vocablos empleados para indicar términos científicos tienen también significado dentro de otros marcos de referencia. Muchas de las palabras científicas las han “pergeñado” los hombres de ciencia, de tal manera que aquellas no cuentan con punto de referencia alguno fuera del marco científico que les es propio. Esto se hace de diversas maneras. A menudo los términos se han construido con raíces griegas o latinas, o bien se les puede haber dado el nombre de quien elaboró el concepto por vez primera, o quizá se emplean nombres geográficos. Es relativamente fácil de mantener lingüísticamente claros estos conceptos, puesto que, si bien los términos no aparecen empleados en vocabularios legos, hay muchas otras palabras de la ciencia que aparecen empleadas también en otros contextos. Por ejemplo, el estudiante novel de física tiene que aprender que “masa” no es una “gran pila de algo”, sino que es una cualidad de la materia que puede medirse mediante determinadas operaciones. Hasta la palabra “pila” ha cobrado un significado especial en física nuclear y no se refiere solamente a un montón o apilamiento de materia. De igual modo, el estudiante de antropología y el de sociología tienen que aprender que “cultura” no se refiere a tener conocimiento de la ópera, la pintura, la literatura o los “buenos modales”, sino más bien a la totalidad del legado social propio de una sociedad. Por otra parte, la palabra inglesa “culture”, equivalente a cultura, tiene en biología el significado de “cultivo”, totalmente distinto del que tiene en las ciencias antes nombradas. En cualquier caso similar, la existencia simultánea de más de un significado constituye una trampa para el estudiante poco precavido. Aunque los ejemplo antes citados pueden parecer demasiado sencillos y se considera que es fácil de tenerlos siempre presentes, el conjunto de estos conceptos y la complejidad de algunos de ellos causan dificultades incluso a los hombres de ciencia ya hábiles. Por ejemplo, los sociológicos han estudiado la “burocracia”. No es fácil de leer en este término solamente el significado preciso en el que han convenido todos los sociólogos, debido a que siempre existe la tentación de atribuirle a este término un sentido totalmente distinto. En lugar de significar sólo un tipo determinado de estructura social, la expresión “burocracia” puede evocar también imágenes tan cargadas de valores como “covachuelismo”, desperdicio administrativo, o indiferencia oficial hacia los intereses públicos. Es probable que incurran en este error tanto el sociólogo como el profano en la materia. Si el estudiante puede quedar desorientado por los significados múltiples en estos niveles tan sencillos, no tiene nada de extraño que, en niveles más complejos, sea aún mayor la posibilidad de confusión. Al afrontar este problema no deben olvidarse sus peligros, y las definiciones claras tienen que constituir siempre un principio fundamental de la investigación científica. Veamos ahora otras dificultades más. Conceptos y comunicación 63 Un término puede referirse a fenómenos diferentes. Para dar un ejemplo de esta experiencia tan generalizada en la ciencia, Robert K. Merton cita el complejo empleo de la palabra “función”.3 Dejando a un lado los muchos significados que tiene en los vocabularios de sentido común, o hasta en las distintas ciencias podemos observar que, incluso dentro del campo de la sociología, cobra diversos sentidos. Especialmente en el análisis socioeconómico puede referirse a fenómenos ocupacionales. Por otra parte, algunas veces se le emplea con un sentido matemático: el fenómeno X – tasas de divorcio, fecundidad, aceptabilidad social – se da en función del fenómeno Y – situación económica. También, y de modo más corriente, en la antropología social, su significado se ha entresacado de la biología para indicar la aportación que una práctica, o una creencia dada, puede hacer a la continuidad de la existencia de la sociedad. No tiene, pues, nada de sorprendente que, tanto el estudiante novel como el hombre de ciencia ya experimentado se sientan a veces intrigados por debates acerca de este concepto. Términos distintos pueden referirse a un mismo fenómeno. Podemos comprender este tipo de problemas, lo mismo que el anterior, si recordamos que la costumbre lingüística se establece respondiendo a experiencias diferentes, y que la elección de experiencia la hacen hombres de ciencia distintos. Puesto que el investigador puede emplear cualesquiera términos que él mismo escoja, sus conceptos puede elegirlos por razones literarias o históricas. O quizá crea que está escribiendo acerca de cosas diversas, mientras que sus lectores pueden ver que se ha limitado a introducir términos diferentes. Por ejemplo, los cuatro conjuntos conceptuales “estructura-función”, “ideal –verdadero”, “formal – informal”, y “primario- secundario” se sobreponen y entrecruzan en sus significados, hasta el punto de que estos términos, muy desemejantes entre sí, se emplean a veces para referirse a los mismos fenómenos. 4 El estudiante debe, pues, estar alerta respecto a estas dificultades conceptuales cuando lea o escriba informes de investigación. Tanto este error como los anteriores, no son difíciles de evitar, puesto que existe confusión incluso en nuestras propias mentes. Si podemos aclarar nuestro propio pensamiento, el problema del concepto pasa a ser puramente lingüístico. Más adelante, en este capítulo y en diversos lugares de todo este volumen, se hacen algunas sugerencias encaminadas a este proceso de aclaración. No obstante, permítasenos hacer notar otros problemas más del establecimiento y empleo de los conceptos. 3 Robert K. Merton, Social Theory and Social Structure (Glencoe, Ill.: Free Press, 1949), págs. 22 y ssigs. William J. Goode, “Structure and Function: Four Overlapping Conceptual Sets” , Sociological Review (Inglaterra), vol. XLII (1950), págs. 171-178. 4 Elementos del método científico: los conceptos 64 Un término puede no tener referente 5 empírica inmediata alguna. Hay dos sentidos en los que esto puede ser cierto. Los dos pueden dar por resultado que los conceptos queden menos bien comprendidos; pero el primero de ellos es, de todos modos, necesario y útil. En primer lugar, a menudo la teoría expone el conocimiento de cosas que no se han observado directamente. Los conceptos de esta clase tienen como referentes las relaciones lógicas entre otros conceptos. Examinemos, por vía de ejemplo, el problema de aislar lo que se expresa con el corriente término sociológico “ estructura social”. La estructura de un grupo no puede pesarse ni responderá a ninguna de las mediciones físicas corrientes. Sus únicos datos son las observaciones acerca de las actividades de personas. Obsérvese que estos datos no son “actos”, ya que si se les concibiera sí, el problema violaría el concepto original. Una actividad continua, siguiendo una pauta, es la característica central de la referentes, por conducto de otros conceptos antes de que la referencia empírica quede bien clara. En última instancia, sí hay una referente empírica quede bien clara. En última instancia, sí hay una referente empírica, pero el concepto propiamente fundamental indica las relaciones lógicas entre otros conceptos. Sin embargo, es de la mayor importancia para la claridad del concepto que las referentes empíricas últimas de un concepto sean determinables, aunque para ello puedan quedar eliminadas varias operaciones lógicas. No obstante, para la ciencia no es aceptable el empleo de estos conceptos cuando quienes los emplean no se han percatado de que no cuentan con un referente empírico. El historiador que se enfrentase no sólo a un difícil problema de análisis, sino también de escasez de paciencia y papel, podría escribir que “el giro de la historia obligó a los gobernantes a dar su asentimiento”. Este empleo ya más viejo en sociología de las expresiones “medio social” o – en forma más sencilla “el medio”--, pero sería difícil de encontrar la referente para estos conceptos. También cabe recordar que, no hace mucho, sociológicos y psicólogos muy respetables empleaban equivocadamente el término “instinto”. Incluso, actualmente, encontramos psicoanalistas competentes que escriben frecuentes ensayos acerca del “deseo de muerte” o de la “memoria racial”. Es fácil que el hombre se sienta a veces encantado con el poder evocador de imágenes de su propia elocuencia. No es necesario que acudamos a la ciencia social para encontrar ejemplos de ello. Hata hace muy poco, era posible hallar textos elementales de física que mencionaban el concepto “éter”. Se daba por supuesto que “eter” era una materia invisible, sin peso, 5 Este vocablo está empleado en su significado dentro de la lógica, o sea: término del que dimana una relación. (N. Del T.) Conceptos y comunicación 65 y que no podía percibirse por el olor ni el sabor. Sin embargo, era el “ medio” a través del cual se creía que se desplazaba la electricidad, al modo del agua por la que se desplazan las ondulaciones. Es claro que puede haber tenido realmente alguna de estas cualidades, pero la investigación subsiguiente ha revelado que su existencia única está en el mundo en sí. Es así como este término se ha traducido de nuevo con fines de descripción matemática y sin dichas objetables cualidades. El sentido de los conceptos puede cambiar. Toda ciencia ve cómo, a medida que van acumulándose conocimientos, sus términos están siendo El sentido de los conceptos puede cambiar. Toda ciencia ve cómo, a medida que van acumulándose conocimientos, sus términos están siendo continuamente modificados. Cuanto más se sabe acerca de la referente de un concepto, tanto más se sabe acerca de la referente de un concepto, tanto más concretamente se le puede definir. Con todo, de ello resulta una definición algo diferente, y los consiguientes cambios de significado pueden desorientar al estudioso. Otra fuente de estos cambios de significado es el cambiante foco de una ciencia a medida que la misma va desarrollándose. La atención puede girar en torno de aspectos diferentes de un mismo concepto, de tal modo que su significado cambie a pesar de que se conserve el mismo término. Así, pues, un concepto “crece” junto con la mayor experiencia de los hombres de ciencia respecto a los fenómenos a que aquél se refiere. A medida que estas experiencias van multiplicándose, se ve que el concepto original “abarca demasiado” .y se emplean varios conceptos para referirse a las distintas clases de experiencia descubiertas por la investigación. Así, en lugar de la sola expresión “estado”, podemos llegar a emplear “estado”, “rango”, posición”, “lugar”, etc. El término “inteligencia” ha pasado por una evolución semejante. No hace aún mucho tiempo que, en psicología, se concebía la inteligencia como si fuera un potencial intelectual heredado, bastante estable. Más tarde, debido a que se descubrió una gran cantidad de datos contrapuestos, se le hubo de definir de nuevo, y una de las maneras de definirla fue simplemente la puntuación lograda en determinados tipos de tests. Con la concurrencia de estos cambios es fácil de ver que puede darse la superposición y el entrelazamiento de conceptos que muy bien pueden llevar a confusiones. Es precisamente este tipo de comprensiones erróneas lo que hace que a un químico contemporáneo le sea difícil de leer tratados de su rama escritos hace un par de siglos. De igual modo, el sociólogo de hoy encuentra muy confusos los tratados escritos hace solamente cincuenta años. No sólo son diferentes algunos de los términos, sino también que los que siguen siendo los mismos tienen un significado distinto en uno y otro periodo. Reconceptualización Aún así, la situación no es caótica. Surgen todos estos problemas; pero, a medida que la ciencia va desarrollándose, vemos cómo van desapareciendo Elementos del método científico: los conceptos 66 una tras otra las dificultades conceptuales. Claro está que hay otras que pasan a ocupar el lugar de las primeras, mas esto es una característica propia de la comunicación, cuando las cosas de las que se habla están cambiando. La comunidad de los hombres de ciencia de una rama determinada se enfrenta a estos tipos de confusión y los va resolviendo paulativamente por medio de la investigación y la discusión conjuntas. Además, deben tenerse también presentes estas otras consideraciones: 1. En general, los términos son claros y causan pocas dificultades. 2. Puesto que los hombres de ciencia están trabajando, más que nada, en un mismo grupo de problemas, empleando en ello técnicas y vocabulario similares, alguno que otro empleo confuso u oscuro de un concepto puede ser causa de muy pocas dificultades. Tal como es cierto para el lenguaje en general, el contexto de la exposición señala el significado que se le ha querido dar al concepto. 3. De vez en cuando se hacen análisis de conceptos, con los que se señala el empleo superpuesto o que es causa de confusión, y se sugiere una solución. De este modo, las dificultades en la comunicación no alcanzan a ir muy lejos sin que se las corrija. 4. A medida que la ciencia va desarrollándose, son muchos los problemas de concepto que se hacen a un lado cuando los propios conceptos dejan de ser pertinentes para las labores teóricas más nuevas. Podemos, pues, decir que el estudiante tiene que aprender cuáles son los instrumentos conceptuales de su rama. Cuando los conceptos son ambiguos, tiene que percatarse de su ambigüedad. Puesto que, en sociología, la única seguridad final de la claridad de los conceptos consiste en un pensamiento preciso acerca de sus fenómenos y las relaciones recíprocas de los mismos, el estudiante no debe extraviarse en la simple manipulación de los conceptos. Sin embargo, merece la pena de que sugiramos algunos procedimientos para aclarar este modo de pensar acerca de los conceptos que el estudiante emplea en sus problemas de investigación. Siguiendo a Robert K. Merton y Paul F. Lazarsfeld, a este proceso de aclaración podríamos llamarlo “reconceptualización” o “reespecificación de un concepto”. Esta descripción de lo que el hombre de ciencia hace, implícita o explícitamente, no es más que una afirmación provisional. No obstante, el estudiante comparará algunas de estas advertencias con las exposiciones de lo que son las hipótesis, la lógica de la prueba, la formulación de preguntas y el análisis de datos, que habrá de encontrar más adelante, puesto que en cada uno de estos casos el enfoque principal de la exposición consiste en el problema de definir claramente el proyecto o labor de investigación. 1. Tras haber puesto por escrito el planteamiento preliminar del proyecto, el estudiante deberá escoger cuidadosamente una lista de todos los conceptos Conceptos y comunicación 67 capitales contenidos en aquél, tales como “ajuste matrimonial” “ritual familiar”, “adolescente”, “segregación”, “clase social”, etc. 2. A continuación, deberá hacer un análisis de los elementos significativos aparentes. Este es el primer paso para hallar la forma en que estamos empleando realmente el concepto. Por ejemplo, podemos encontrar que en nuestro concepto de ajuste matrimonial hay elementos como los siguientes: a) dicho personal; b) conformidad con las reglas de la sociedad; c) aceptación del destino; d) estar enamorado de la propia esposa; e) gustar del estado matrimonial; f)aceptación de la monogamia; g) una clara comprensión de los problemas del matrimonio, etc. En este caso, habríamos de decidir sobre cuántos de estos elementos significativos estaríamos en posibilidad de aceptar como parte de nuestro concepto. En algunos casos, podríamos encontrar una parte definida de nuestro problema conceptual. 3. Luego sería útil acudir a la literatura publicada en la que se ha hecho uso del término, para descubrir los distintos empleos del mismo. Con gran frecuencia encontramos que en ningún momento el concepto se ha aplicado en cualquier estudio. En contados casos, hallaremos auxiliares específicos para un modo claro, pero sí podemos ver la forma en que se le ha aplicado en cualquier estudio. En contados casos, hallaremos auxiliares específicos para un modo claro de pensar. Algunas veces, estas otras definiciones harán que cambiemos nuestra forma de afrontar el problema. Por ejemplo, en una investigación, cabe definir la expresión “delincuencia juvenil” a base de la consignación a un reformatorioescuela; en otra, se le puede definir a base de la sola sentencia condenatoria. En otra más, se le puede definir a base de la sola sentencia condenatoria. En otra más, se le puede definir refiriéndose al calendario del tribunal, al atestado policiaco, o incluso a los registros de la policía. Cada una de estas definiciones cambia considerablemente la labor de investigación, puesto que, en cada caso, es diferente el fenómeno que es objeto de estudio. Sin embargo, estas diferencias en el empleo del término pueden también llevar nuestro pensamiento hacia la idea de tipos de delincuencia, de modo que nos toca aún establecer otras definiciones más. Entonces podemos reanalizar la costumbre corriente de equipar la delincuencia juvenil con la de los adultos. Podemos tomar la decisión de que no hemos de aceptar como “delincuencia juvenil” determinados tipos de faltas contra los reglamentos de policía. Podemos incluso llegar a escoger, de entre la compleja masa de comportamiento a la que llamamos “delincuencia”, sólo determinadas clases de conducta, y con ellas redefinir el concepto del que partimos. No obstante, como cada uno de estos pasos exigen una explicación y referirse constantemente a lo que es objeto del estudio, comprenderemos mucho más claramente nuestro concepto. Así llegarán a ser mucho mayores, tanto su precisión como su utilidad . 4. Deberá darse también otro paso más: el de poner en relación el fenómeno con otros fenómenos similares que han quedado descritos por 68 Elementos del método científico: los conceptos otros términos y, a menudo, en otras ramas. Este paso deberá darse por separado del anterior, por el que se conjuntaron los distintos fenómenos o tipos de comportamiento a los que se les ha descrito con un mismo vocablo. Aunque, al comienzo, estos pasos pueden ser causa de impaciencia por parte del estudiante, encontrará de todos modos que no son simplemente ejercicios de ingenio. Verá que el concepto que parecía tan claro y tajante presenta muchas facetas complejas y, a menudo, contradictorias, y el resultado final será un concepto mucho más fructífero y definido. Además la reespecificación del concepto lleva siempre a hipótesis más fructíferas, tal como lo expondremos más delante de este texto. Naturalmente, la mayor parte de los estudios sociológicos no dan cuenta de estos procesos. Cuando leemos el análisis del capitalismo hecho por Max Weber, no nos percatamos de inmediato de las formas complejas en que se redefinió el concepto de capitalismo para que fuese más efectivo. Sin embargo, hay dos análisis excelentes que indican explícitamente estos procedimientos. Son, pues, aún más útiles para el estudioso, puesto que su meta principal no es una exposición de estas operaciones, sino la aplicación de estas técnicas a la moderna invetigación sociológica. Estos estudios son: la codificación que Robert K. Merton hizo del análisis funcional, y la forma en que Robert K. Merton y Alice Kitt establecieron la teoría del grupo de referencia.6 El estudiante que cree que sólo necesita “pensar un poco” respecto a un concepto dado, para poder desarrollarlo en forma adecuada, obrará con acierto si estudia cuidadosamente estos dos ensayos para conocer las útiles técnicas conceptuales aplicadas por Merton y Kitt. El ensayo del comportamiento del grupo de referencia se sirve, de modo considerable, de este tercer paso, poniendo en relación el fenómeno con comportamiento similares descritos en otros estudios, aunque con términos diferentes.7 Partiendo del término aparentemente concreto “privación relativa”, que Samuel A. Stouffer y sus colaboradores emplean en The American Soldier, se nos lleva, por muchos pasos, a la elucidación y desarrollo de este concepto. Distintos elementos en él contenidos han sido denominados, por uno u otro de entre diversos autores: “marco social de referencia”, “pautas de expectación”, “definición de la situación”, “comportamiento en grupo”, “otro generalizado”, “emulación”, “asimilación”, etc. Ahora bien, es menester que se tenga muy presente que la finalidad de esta operación no es hacer gala de la propia agudeza de ingenio en la manipulación de conceptos y, ni siquiera del saber propio; su objeto es aislar 6 Merton, “Maniffiest and Latent Functions”, op. cit., págs. 22-81; y Robert K. Merton y Alice S. Kitt, “Reference Group Behavior”, Continuities in Social Research, Robert K. Merton y Paul l. Lazarsfeld, dirs. (Glencoe, III.: Free Press, 1950), páginas 40-105. 7 Merton y Kitt, op. cit., págs. 43 y sigtes., en especial las págs. 48, 53, 100-105 Conceptos y comunicación 69 y recombinar los elementos que habrán de ser más fructíferos para la investigación. Bajo cada uno de estos conceptos se dan muchos ejemplos de comportamiento a los que se puede clasificar como idénticos, de manera que estamos codificando, o colacionando, comportamientos procedentes de muchos campos. Con todo, hay también muchos elementos que son disímiles y, en estos puntos, vemos surgir un encuadre mucho más sistemático. Sabemos que la gente, en general, ve los problemas de acuerdo con las nociones de su propio grupo. No obstante, hay veces en que el que se toma como base de referencia es un grupo diferente. Generalmente, lo que debe tomarse como eje de atención son los valores y aspiraciones del grupo. También observamos que el problema comienza a dividirse: ¿Cuál grupo o grupos? ¿Cuáles individuos responden a que grupos? ¿En qué condiciones? ¿Cuáles son las relaciones entre los grupos escogidos? ¿Cuál es el proceso por el que un individuo escoge un grupo como referencia? Nótese que no s´lo estamos ampliando nuestro concepto desmenuzándolo en otros muchos relacionados entre sí, y más precisos, sino que estamos también estableciendo hipótesis específicas para una investigación inmediata. Debemos hacer observar, además, que la utilidad de esta operación se basa, en parte, en el hecho de que integra diversas ideas teóricas que fueron producto de estudios separados. El empleo e conceptos diferentes para tipos similares de comportamiento pueden haber oscurecido los elementos comunes, al mismo tiempo que eludían una clara definición de las diferencias existentes entre ellos. Además, podemos ver también que no estamos analizando conceptos en su abstracción pura, sino que los estamos analizando conceptos en su abstracción pura, sino que estamos reanalizando en relación directa con el comportamiento social del que se da cuenta en los otros estudios. De este modo, tienen una base en los hechos y, al mismo tiempo, se les está integrando con un mayor desarrollo teórico. 5. Cabe mencionar una operación ulterior, que tiene particular utilidad para que el concepto sea teóricamente fructífero: cerciorarse de cuál sea el nivel inmediato—superior o inferior—de generalización del concepto. La meta de este punto es también aclarar el concepto, al mismo tiempo que se aumenta su utilidad para la investigación. Aunque las más de las ideas para investigación con las que comienzan los estudiantes probablemente sean conceptos muy generales, tales como los de “función”, “sociedad moderna” o “socialización”, unos pocos comenzarán a un nivel concreto con conceptos tales como “semana infernal en una de las antiguas universidades” o “la tienda de comestibles de nuestra esquina”, o “mi desagrado por las zurras”. Probablemente el estudiante considere que los tres primeros conceptos tienen mucho más importancia que los tres últimos, pero ninguno de los dos grupos posee una ventaja indiscutible e intrínseca sobre el otro. El primer grupo trata de fuerzas amplias; pero, cuando el estudiante las examina, valiéndose 70 Elementos del método científico: los conceptos de los procedimientos aquí esbozados, se daría cuenta de que contienen muchos elementos vagos y complejos. Aunque es aparentemente menos importantes, el segundo grupo puede ser mucho más fácil por lo tocante a definirlo claramente. Pero, la ciencia tiene que integrar uno y otro niveles. Sus actividades propias de investigación tienen que ocuparse siempre en lo concreto, aunque su objetivo sea producir lo general. De igual manera, en sociología podemos estudiar lo que aparentemente es baladí, pero nuestra labor sigue siendo también baladí, a menos que sepamos generalizar partiendo de ella. Por lo tanto, uno de los objetivos de la reconceptualización, lo mismo que en el establecimiento de hipótesis, consiste en integrar cuidadosamente estos niveles distintos de observación y teoría. Al mismo tiempo, aprendemos de modo mucho más definido cuáles son los elementos que verdaderamente estamos intentando abstraer del comportamiento concreto que está en estudio. De ello resulta una mayor claridad de los conceptos que utilizamos. Este proceso puede hacerse complejo, pero es posible indicar brevemente cuál es su forma general. Por ejemplo, “la semana infernal” de las viejas universidades encierra muchos aspectos. Podríamos contar el número de individuos de nuevo ingreso. Podríamos señalar su emplazamiento físico en los locales escolares. Podríamos reunir datos acerca de su salud, peso, estatura, edad o forma del cráneo. Podríamos, en lugar de eso, estudiar la flora y fauna de esta determinada época del año. La mayoría de estas sugerencias parecen absurdas, pero el estudiante tiene que ver que no se han escogido los elementos sociales del concepto, tales como pautas de edad y estratificación por grados, ritos, costumbres, aislamiento social de la población escolar, importancia de las fraternidades de ambos sexos. Una vez que hemos hecho esto, comenzamos a ver la “semana infernal”, ante todo, como un ejemplo de las costumbres corrientes en las universidades y colegios superiores: la novatada o iniciación de los alumnos que ingresan en primer año. Con esta visión hemos pasado de un caso concreto a una clase de casos también concretos. Aunque, por una parte, el estudio puede abarcar muchos casos, por otra, se nos ofrece un asomo de un nivel todavía más alto de generalización en cuanto nos ponemos a estudiar los elementos de la “iniciación” – o novatada --: castigo físico y social, fuera del grupo y dentro de él, etc. Tal como lo sabemos, la novatada no constituye más que un solo caso de un grupo, todavía más amplio de fenómenos al que llamamos “ritos de cambio”, es decir, los ritos y costumbres que rodean y dan significado a la transición de un estado, o condición, a otro – confirmación, graduación, prestar juramento de un cargo, matrimonio, bautismo, circuncisión, etc. Lo que merece ser notado es, empero, que con cada uno de los pasos estamos llevando nuestro caso a una rúbrica cada vez más Conceptos y comunicación 71 amplia. Tenemos, pues, que ver cuáles son los aspectos pertinentes que más nos interesan de nuestro caso, de modo que nuestros datos sean congruentes con la categoría adecuada de nivel superior. Así nos hemos inclinado al concepto “ritos de la transición de rango”, pero no tenemos que detenernos en este punto. Podemos seguir adelante y generalizar todo esto a “rituales de toda especie” o a “todos los cambios de estado”. No tenemos por qué notar solamente que nuestra elección de enfoque, en cualquier nivel, determina la dirección que tomará nuestra generalización. Volviendo a nuestros desdichados alumnos de primer año, si hubiésemos resuelto concentrarnos en sus respuestas emocionales, podríamos generalizar acerca de “respuestas a las situaciones de estados ambiguos”, o “respuestas a la pérdida temporal de rango”, o – en un nivel más elevado – “respuestas a las tensiones”. Al pasar del concepto más general al más concreto surge para el estudiante, sencillamente, la dificultad de traducir sus conceptos – tal como el de la “semana infernal” --- suficientemente concretos para que sean observables. Ya sea en uno u otro sentido, esta operación obliga al estudiante a un intento de integración de niveles teóricos distintos, localizar comportamientos concretos para su posible observación, identificar cuáles son los elementos conceptuales en los que deberán ocuparse primordialmente y, con ello, hacen que se forme una noción mucho más clara de cuán general es su concepto. De ello resulta un concepto más útil y más precisamente definido. Definición operacional Una faceta de la polémica, que mencionamos en el capítulo 1, entre sociólogos “orientados hacia los hechos” y “orientados hacia la teoría” ha sido el desacuerdo respecto a la importancia de la definición operacional. El debate llega a ser más bien complejo; pero gira en torno del punto de si un concepto es o no más útil y está definido con mayor precisión cuando describe las operaciones que observan, miden y registran un fenómeno dado. El grupo partidario de los “hechos” se ha inclinado a favor de la opinión de que un concepto tal como “masa”, “duración” o “cohesión social”, significa un conjunto de operaciones. Así, la masa de un objeto es el número que obtenemos cuando ponemos en práctica la operación de pesarlo en una balanza. No hemos de confundir este significado con las otras muchas características en las que pensamos cuando tenemos presente en la mente la noción de masa. Contra esta posición, el grupo de oposición ha sostenido que, cuando pensamos en un concepto así, no “queremos dar a entender” simplemente 72 Elementos del método científico: los conceptos estas operaciones, sino que más bien éstas son sencillamente las técnicas que tenemos que utilizar para llegar a, o medir, algo que está detrás de estas operaciones, o sea el fenómeno en sí. Estos procedimientos son, pues, útiles debido a que no podemos observar ni medir directamente, digamos, la “cohesión social”. Sin embargo, lo que queremos tratar es la “cohesión social” y no dichas operaciones. En la fase actual de la sociología, podemos hallar un término medio entre estas posiciones, y la verdad es que, en el momento actual, este debate se toma ya menos en serio. Quizá pudiésemos enfrentarnos más fácilmente al problema recordando que, en un sentido capital, “concepto” es un conjunto de instrucciones; orienta al lector hacia una clase particular de experiencia que, hasta cierto punto, ha sido compartida. Si no lo hace así, la comunicación se hace difícil. Así, pues, lo mismo si el concepto viene definido en forma literaria que por un conjunto de instrucciones de laboratorio, la definición atrae la atención hacia la experiencia. Además, está claro que las ciencias físicas han hecho gran hincapié en el tipo operacional de definición. Son relativamente pocos los conceptos de estas ramas que se refieren a experiencias directas tales como peso, longitud o color, e incluso éstos vienen definidos por un conjunto de operaciones. Los más de los conceptos se refieren a fenómenos que no son conmensurables ni visibles a simple vista. Al definir estos fenómenos, por medio de un conjunto de instrucciones, se logra una mayor seguridad de que los hombres de ciencia de otras naciones, que piensan en otros idiomas “entenderán” o “darán a entender” la misma cosa. Parece probable que, a medida que la sociología vaya estableciendo un conjunto de operaciones más preciso y más comúnmente compartido, habrá un mayor establecimiento de definiciones operacionales. Es así como fácilmente podemos ver dónde asoma la posibilidad de confusión. Supongamos, por ejemplo, que el sociólogo se proponga definir “estado” por medio de un conjunto de instrucciones que le digan al investigador que señale, en una lista estandarizada de puntos, si la familia posee determinados objetos, tales como alfombras, lámparas de pie o un aparato receptor de radio o televisión; si los miembros que la componen pertenecen a organizaciones tales como las Camp Fire Girls, los Odd Fellows o los Kiwanis; hasta qué punto sus miembros asistieron a la escuela, etc. Las instrucciones pueden indicar, de modo que al final se pueda calcular una “puntuación de estado”. Hasta aquí no debe haber confusión alguna, y cualquier trabajador con experiencia ha de ser capaz de seguir este conjunto de instrucciones y de obtener iguales resultados con las mismas familias. No obstante, si ahora Conceptos y comunicación 73 pasamos a hacer el intento de analizar el “estado” a base de esta investigación, no tenemos que esperar que nuestros hechos lleguen a ser fácilmente comparables con análisis más antiguos de estado, ya que éstos emplearon una definición distinta de “estado”. Nuestra definición operacional ha dado un nuevo significado al viejo concepto. La confusión surge, debido a que probablemente utilicemos el mismo término para referirnos a fenómenos diferentes; a saber: 1) los datos obtenidos con nuestras operaciones recientemente definidas , y 2) los datos tradicionalmente asociados a “estado”. Esta confusión ha ocurrido profusamente en discusiones del test del cociente de inteligencia, o test CI, puesto que a menudo sus resultados se tratan como si se refiriesen a un complejo innato de factores llamado “inteligencia” , mientras que el test CI es más bien una definición operacional de factores escogidos de los logros y el potencial intelectuales. Si utilizamos “CI” sólo en el segundo de estos sentidos, no hay confusión; pero, si aplicamos estos resultados al significado más de sentido común de “inteligencia “, surgen muchos problemas innecesarios. Por tanto, una definición operacional puede definir un fenómeno de modo más preciso, por cuanto esboza las instrucciones para adquirir la misma experiencia que adquirieron otros investigadores. Por otra parte, la redefinición, que es resultado de esta definición, puede dejar a un lado elementos de importancia de un concepto más viejo. Además, para establecer una definición operacional, tiene que procederse a una investigación considerable respecto al fenómeno que se tiene que definir. Por consiguiente, no deberemos aceptar definición operacional alguna por el solo hecho de que esté de moda. Tenemos que hacerlo teniendo plena conciencia de sus problemas, sabiendo que el término tradicional— tal como: “moral”, “cohesión social”, “estructura social”--- probablemente no se refiera con exactitud a los mismos fenómenos que vienen definidos por las operaciones que esbozamos. Y, en algunos casos, una definición operacional puede ser más compleja e inflexible, aunque menos fructífera en cuanto a resultados, que una definición tradicional. Respecto a algunos intrincados problemas de investigación, posiblemente tengamos que tomar una decisión consciente respecto a qué es lo que más necesitamos: si precisión o importancia. Tal como lo demuestra claramente la historia reciente de la investigación social, a medida que nuestra labor investigadora vaya cobrando más precisión y ámbito, habremos de encontrar maneras de conseguir una y otro. LECTURAS RECOMENDADAS Bergmann, Gustav y Kenneth W. Spence, “Operationism and Theory Construction”, en Melvin H. Marx, Psychological Theory (Nueva York: Macmillan, 1951). Páginas 5466. 74 Elementos del método científico: los conceptos Cohen, Morris R. y Ernest Nagel, An Introduction to Logic and Scientific Method (Nueva York: Harcourt, Brace, 1934). Cap. 12 Çeubank, Earle Edward, The Concepts of Sociology (Boston: Heath, 1932), caps. 3 y 4. Goode, William J., “Conceptual Shemata in the Field of Social Disorganization” social Forces, vol. XXVI (1947), págs. 19-25. -------, “Structure and Function: Four Ovelapping Conceptual Sets,” Ssociological Review (Inglaterra), vol. XLII, 1950, págs. 171-178. Review, Suzanne K., Philosophy in a New Key (Nueva York:: Penguin, 1942), cap.3