Número 1/2011. Sección Monográfica El inglés como lengua de trabajo en la Corte Penal Internacional SANDRA SANZ CÓRDOBA1 Supervisado por: DR. CARLOS ESPÓSITO MASSICI Catedrático de Derecho Internacional Público INTRODUCCIÓN El objetivo del presente artículo es ofrecer una visión global acerca del tema lingüístico en los organismos internacionales, tomando como referencia la Corte Penal Internacional (en adelante la Corte, o CPI). Para ello, se realizará una reflexión sobre las ventajas e inconvenientes de la elección de una lengua de trabajo, que supone un elemento excluyente, especialmente en un organismo internacional con pretensiones de universalidad. La elección de la lengua conlleva diversos problemas, pues se deben atender las necesidades de ciudadanos de diferentes partes del mundo con tradiciones jurídicas diferentes. A primera vista, lo más acertado sería que, a lo largo del proceso, se empleara la lengua materna de las diversas personas que intervienen en él. Sin embargo, este sistema implicaría grandes costes, dada la multiplicidad de Estados parte del Estatuto de Roma, y la gran cantidad de idiomas presentes en los mismos. En el presente artículo analizaremos, en primer lugar, la propia institución de la CPI, su valor como órgano y las tareas que realiza. En segundo lugar, se procederá a explicar la realidad lingüística de la institución y los defectos que puede poseer el ac1 Agradezco los comentarios del profesor Héctor Olásolo utilizados para la preparación de este artículo. tual sistema de doble oficialidad de lenguas de trabajo. Por último, se estudiará cómo el idioma es un derecho importante para el acusado que se enfrenta a un proceso ante la CPI, y se procederá a realizar una breve referencia a la traducción como elemento discrepante del Derecho. ¿QUÉ ES LA CORTE PENAL INTERNACIONAL? La Corte Penal Internacional es el primer tribunal penal con carácter permanente que se ha establecido a nivel universal. Tras la finalización de la II Guerra Mundial, se desarrollaron distintos proyectos que preveían la creación de este tipo de corte, pero que no se hicieron efectivos hasta la firma del Estatuto de Roma en 1998. Esta institución surge como un mecanismo para evitar la impunidad de los más graves delitos de trascendencia internacional, y que no hayan sido perseguidos adecuadamente por la jurisdicción Estatal. Un elemento que diferencia a la CPI de otros tribunales internacionales es su carácter universal, pues no se centra, como lo hicieron otras cortes, en un territorio o unos hechos concretos2. El gran apoyo de la comunidad internacional se hace patente no sólo por el elevado número de Estados parte del Estatuto, sino también por la colaboración de Estados, ONGs y sociedad civil durante la creación de este organismo. Todo el sistema que crea el Estatuto de Roma configura a la CPI como un mecanismo para proteger los valores supremos sobre los que se asienta la comunidad internacional. La Corte investiga y juzga crímenes que se cometen en un Estado, pero que tienen relevancia más allá de sus fronteras. Los hechos que ocurran en un Estado serán relevantes para esta institución cuando tengan las características del tipo recogidas en el propio Estatuto. Además, se trata de un sistema jurisdiccional subsidiario, es decir, complementa la actuación de las jurisdicciones estatales que no se hayan llevado con el debido respeto de garantías de imparcialidad y suficiencia o ni siquiera se hayan producido3. En definitiva, y tal y como ha señalado el propio Fiscal de la CPI, esta institución intenta controlar la impunidad en aquellos países que tienen un sistema débil de enjuiciamiento de los crímenes contra los crímenes más graves. Por todo ello, cuando exista un sistema interno con la suficiente fuerza como para controlar las violaciones reco2 MEDELLÍN, Ximena. et al. Manual Básico sobre la Corte Penal Internacional. Fundación KonradAdenauer-Stiftung, México, 2009, p.26 3 OLÁSOLO, Héctor. La corte penal internacional ¿Dónde investigar? : Especial referencia a la Fiscalía en el Proceso de Activación. Tirant Lo Blanch, Valencia, 2003, p. 127. gidas en el Estatuto de Roma, y dicho sistema se aplique contra los responsables de las mismas, no será necesaria ni pertinente la actuación de la CPI. INGLÉS COMO LENGUA DE TRABAJO DE LA CPI El artículo 50.1 del Estatuto de Roma señala que los idiomas oficiales de la CPI serán el inglés, francés, chino, ruso, árabe y español. Esto es así porque estas son las lenguas oficiales en la Organización de las Naciones Unidas, organización de la que surgió a raíz de la Conferencia Diplomática de Roma en 1998. De esta manera, la oficialidad de todas estas lenguas implica, como consecuencia, la traducción a los mencionados idiomas de todas las sentencias y documentos de transcendencia que se aprueben en la Corte. A pesar de ello, el desarrollo de las funciones de los miembros del Tribunal se realiza en inglés o en francés (artículo 50.2 Estatuto de Roma). De hecho, a los miembros que quieran componer el tribunal se les exige el conocimiento y dominio de alguno de los dos idiomas oficiales de trabajo (artículo 36.3.c). El idioma que predomina tanto en los originales de las sentencias como en el resto de documentos de distinta índole que publica la CPI es el inglés, con lo podemos afirmar que es éste el idioma más utilizado para el trabajo del Tribunal. De esta forma, se facilita el desarrollo de las funciones de la CPI, homogeneizando las diferentes tareas, y posibilitando la celeridad de las actuaciones procesales. Si cada una de las actividades que se celebran en la Corte se desarrollara en una lengua diferente, la eficacia de las mismas se vería desvirtuada por la multitud de trámites a los que se tendría que someter. Pese a que, como se ha reseñado con anterioridad, en el propio Estatuto de Roma se establece que las sentencias y decisiones de transcendencia deben traducirse a los seis idiomas oficiales, casi todos los documentos oficiales que pueden encontrarse en el servicio de documentación de la CPI están únicamente en inglés, no pudiéndose encontrar en el resto de idiomas oficiales. La consecuencia lógica que extraemos de esta cuestión es la preponderancia que se otorga a una lengua frente a otras. Ello implica que el conocimiento y fomento del inglés es imprescindible para desempeñar tareas eficientes en el campo del derecho penal internacional. Con respecto a esta cuestión, puede introducirse una crítica, pues se produce una discriminación de otras lenguas, voces y sistemas jurídicos. Se está minusvalorando la riqueza cultural que puede ofrecer el trabajo en diversas lenguas, incluida la aporta- ción de matices a la resolución de una cuestión concreta. Aunque probablemente, la mayor crítica es aquella que puede realizarse acerca de la exclusión. No debemos olvidar que es la propia norma que regula la CPI la que ordena la traducción a todos los idiomas oficiales, con lo que se estaría incumpliendo. Asimismo, otro reproche que se podría realizar a este sistema complejo de trabajo es la falta de coherencia en algunas actuaciones de la Corte. Pueden encontrarse procesos de la CPI en los que en determinadas actuaciones se ha utilizado como idioma original de trabajo el inglés y en otras el francés, tal y como ocurre en el caso Katanga, en el que la orden de arresto4 se dictó en francés y la decisión de confirmación de cargos5 en inglés. Por todo lo anteriormente expuesto, consideramos mucho más efectivo que se utilice un único idioma de trabajo a lo largo todo el proceso, elegido previamente por la Sala de Primera Instancia que tenga asignada dicha causa (en virtud del procedimiento señalado en el artículo 64.3.b del Estatuto de Roma). Todo ello, además, sin perjuicio de que posteriormente se traduzcan todos los documentos a las seis lenguas oficiales. TRADUCCIÓN COMO GARANTÍA Y DERECHO DEL ACUSADO Con respecto al acusado, puede observarse también la gran importancia del idioma a lo largo del proceso ante la CPI. Desde el momento en que se informa al imputado de la acusación a la que se enfrenta, será requisito imprescindible para que se pueda completar la acusación que la persona comprenda perfectamente los cargos de los que se le acusa. De igual manera, la persona que vaya a ser interrogada debe comprender perfectamente lo que se le está preguntando, por lo que, de no comprender el idioma que está siendo utilizado en el proceso, deberá contar con la asistencia de un “intérprete competente” (artículo 55.1.c.). De igual manera, todos los testigos que intervengan en el proceso, ya sean de cargo o de descargo, poseen este derecho6. A este respecto, el Estatuto no sólo regula la mera traducción de las comunicaciones con el imputado o del interrogatorio, sino que da un paso más allá, al señalar que 4 ICC 01/04-01/07 Case The Prosecutor v. Germain Katanga and Mathieu Ngudjolo Chui , 2 February 2007 5 ICC 01/04-01/07 Case The Prosecutor v. Germain Katanga and Mathieu Ngudjolo Chui, 30 September 2009 6 MEDELLÍN, X. et al. Manual Básico sobre la Corte Penal Internacional. Fundación Konrad-AdenauerStiftung, México, 2009, p. 90 será necesario un “traductor competente” que cumpla con los “requisitos de equidad7”. Todos estos servicios deben ser provistos de forma gratuita por la Corte, puesto que, de otra manera, no serían un derecho, sino una carga procesal, tal y como se desprende de la lectura del artículo 67 del Estatuto de Roma titulado “Derechos del acusado”. Con este sistema de protección ante las posibles deficiencias de la comunicación, parece que el Estatuto ha creado un sistema mucho más efectivo y moderno si lo comparamos al sistema empleado en otros tribunales penales internacionales, en cuanto al servicio de interpretación se refiere8, lo que otorga una mayor garantía para el acusado durante el proceso. DIFICULTADES DE LA INTERPRETACIÓN EN EL DERECHO Otro aspecto relevante que debemos tener en cuenta es que los idiomas de trabajo oficiales de la CPI son el inglés y el francés, cada uno de ellos perteneciente a una tradición jurídica diferente. Cuando se utilizan unos términos concretos en un texto jurídico se está ofreciendo algo más que una simple palabra, pues impregna de un significado particular que puede variar dependiendo de la traducción que se realice. De esta manera, se ofrecen visiones sobre el Derecho que cambian en función del idioma utilizado. Para ejemplificar este argumento, podemos remitirnos al propio Estatuto de Roma, cuando denomina a los elementos que componen el delito como “elements of the crime”, traducido al castellano como “elementos de los crímenes”, pero que en la tradición jurídica continental podría haberse traducido como “elementos del tipo”. Ello conlleva en sí mismo dos visiones jurídicas diferentes, que, en este caso, no implican un cambio sustancial en el significado, pero que puede producirse en cualquier otra situación. Por todo esto, podría entenderse que, para que no haya errores de este tipo y sea más fácil el trabajo de estos órganos, se produzca una homogeneización en los términos. Este proceso sería más sencillo si se tiene como lengua base un mismo idioma, aclarándose las expresiones que puedan ser controvertidas. Lo más sencillo es que la lengua elegida sea aquella en la que los términos sean más neutros y puedan utilizarse diferentes matizaciones para explicar los significados. 7 LIROLA DELGADO, I y MARTÍN MARTÍNEZ, M. La Corte Penal Internacional. Justicia versus impunidad. Ariel, Barcelona, 2001, p. 203. 8 Ídem, p. 195. La opción del inglés como lengua original puede ser lo más apropiado dado su gran generalización en instituciones y tribunales internacionales. Sin embargo, se trata de una solución trágica, pues es tomada únicamente porque no hay otra solución mejor. El lado negativo de esta elección sería la posible tendencia a lo que el profesor Héctor Olásolo denomina como “anglosajonización” del Derecho Penal Internacional y la “imposición de las categorías del common law en esta rama del Derecho”, pues la utilización de conceptos en este idioma implica una “consciente o inconsciente importación de categorías del derecho común en detrimento del civil law”. El mantenimiento de este último paradigma jurídico se consigue en la actualidad gracias al empleo del francés como otra de las lenguas de trabajo de la CPI9. CONCLUSIONES La creación de un órgano interestatal obliga a la elección de un idioma o idiomas como canal de comunicación para los miembros del mismo. Nunca es fácil elegir cuál de todos los idiomas ha de ser el encargado de conducir la actividad de la institución en concreto, pero entendemos que el inglés es una de las mejores opciones en la CPI. La gran extensión de este idioma a lo largo del mundo hace que sea más fácil que las personas que van a trabajar en el organismo o los propios implicados del proceso conozcan esta lengua. Todo esto garantiza los derechos de los acusados y también la eficiencia de las actuaciones judiciales. Sin perjuicio de ello, las personas que no cuenten con el conocimiento necesario para entender la acusación o el interrogatorio al que se les va a someter, deberán contar con la obligada presencia del intérprete. Sin embargo, es imprescindible que se traduzcan los documentos a las diferentes lenguas, pues en esos documentos pueden incluirse matices concretos propios del sistema jurídico del que parten, pero sin alejarse del significado propio del documento. Un ejemplo de esta situación podríamos encontrarla en la Unión Europea, organización internacional que posee una pluralidad de lenguas oficiales y en la que no se discrimina a ninguna de ellas. Si bien es cierto que el idioma de trabajo suelen ser uno o dos (también los mismos que en la CPI), cualquiera de los documentos que son aprobados por esta organización son inmediatamente publicados en todas las lenguas oficiales de la Unión. 9 OLÁSOLO, Héctor. Comunicación personal, 18 de mayo de 2011 De la misma manera, puede que en ciertas ocasiones sea más efectiva la utilización de otra lengua que no sea el inglés, como el caso de que los hechos se refieran a un Estado en el que el idioma oficial sea también uno de los de la Corte. Así, este “mal necesario” es inevitable para facilitar el trabajo de este tribunal en las funciones que le son encomendadas. A pesar de ello, debemos tender a encontrar mecanismos que superen la falta de legitimidad que implica la utilización de un idioma excluyente de cualquier otro. ¿Cómo los individuos afectados por las actuaciones de la CPI pueden entender las decisiones que toman si no entienden el inglés? El servicio de interpretación es una garantía necesaria para que se respete el derecho de todos durante el procedimiento ante este tribunal.