Confesiones de un naturalista Sección: Reseñas Fedro Carlos Guillén La edición, primera en español, del clásico de Alfred Russel Wallace muestra al otro padre de la teoría de la evolución por selección natural como un coleccionista voraz y un agudo observador de la naturaleza. L a biodiversidad —un término tan moderno— no es otra cosa que la suma de las diferentes especies de seres vivos que habitan el planeta. Hoy sabemos que se encuentra amenazada y que día a día se extinguen especies de animales y plantas por aquí y por allá. Uno de los precursores de esta devastación fue Alfred Russel Wallace, quien entre 1854 y 1862 se internó en el archipiélago malayo y colectó 125,660 especímenes para gloria de su majestad y de sí mismo. Sin embargo, sería riesgoso apresurar un juicio; en los tiempos de Wallace, la actividad de naturalista era no sólo respetable sino fundamental para aumentar el conocimiento humano sobre la vida silvestre. Para cumplir ese empeño, Wallace pasó años en Brasil recolectando animales (por cierto, toda su colección se hundió en el viaje de regreso a Inglaterra, por lo que no sería remoto que en el fondo del Atlántico un futuro arqueólogo submarino encuentre los restos de un leopardo) y luego se dirigió a Malasia para continuar con su tarea. Además de sus colecciones, Wallace generó dos grandes legados de su visita al archipiélago. El primero fue una carta dirigida a Charles Darwin, en la que le explicaba su teo- Archipiélago malayo. Tierra del orangután y del ave del paraíso. Una narración de viajes con estudios del hombre y de la naturaleza Alfred Russel Wallace “Traducción de Isabel Vericat, prólogo de Hugo Diego Blanco”, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1997, Cien del Mundo, 655 p. ISBN 968-29-9915-4 ría evolutiva y que produjo que este último sufriera una crisis, ya que las ideas presentadas por Alfred eran las suyas propias. El segundo legado fue un libro extraordinario, Archipiélago malayo, en el que da cuenta de sus peripecias de viaje durante los ocho años que pasó en ese enjambre de islas asiáticas. El libro permite advertir el escrúpulo positivista de un hombre que hallaba medidas para todo: los orangutanes que cazaba con cierta crueldad, el peso de los huevos que se desayunaba de vez en vez o el número de aves javanesas en las islas Timor. Además, es el libro escrito por un agudo observador social que relata las costumbres de los habitantes, su manera de comerciar o las derivaciones fonéticas de sus lenguas nativas o coloniales. El texto de Wallace es también un sólido compendio de reflexiones, ideas y conjeturas en las que en todo momento se percibe algo esencial: la curiosidad. El libro está dividido en capítulos de acuerdo con los grupos de islas visitadas, por lo que no guarda una cronología estricta y se acompaña por una reflexión frenológica, ya que Wallace, lo mismo que muchos en su época, estaba convencido de que el volumen craneal algo tenía que significar. Durante su viaje, Wallace encontró diversas evidencias que le hicieron pensar y luego proponer la correcta idea de que los organismos tienen variaciones adaptativas para enfrentarse a medios con diferentes condiciones; sin embargo, nada más correcto que Reseña sobre “Dientes de gallina y dedos de caballo. Stephen Investigación Jay Gould. ambiental Drakontos 2(2), (1995) 2010 06-Sec-Reseña-Confesiones naturalista.indd 65 65 21/03/2011 08:11:35 a.m. Investigación ambiental 2010 • 2 (2): 65-66 66 la carta que envió de la isla de Ternate en marzo de 1858: la misiva contenía ni más ni menos que la teoría de la evolución. El destinatario, Charles Darwin, acicateado por la novedad de que no estaba solo en el terreno de las intuiciones evolutivas, publicó El origen de las especies en noviembre del siguiente año. Esta extraordinaria amalgama de ideas, observaciones y curiosidades satisfechas, produjo un libro clásico que se ha convertido en una necesaria referencia para todos aquellos que creen que lo importante no es vivir, sino navegar. Wallace fue un hombre notable: viajero, luchador social, espiritista, geógrafo. Su contribución es inapelable y Archipiélago malayo es quizás el botón más importante de la muestra. Este libro se ha publicado por primera vez en español gracias a la afortunada intuición de algún funcionario romántico de Conaculta al que no tengo (y probablemente no tendré) el gusto de conocer. Bienvenida sea la iniciativa. Fedro Carlos Guillén 06-Sec-Reseña-Confesiones naturalista.indd 66 21/03/2011 08:11:35 a.m.