Los Quilombos Trescientos años después de la muerte de Zumbi, líder del movimiento negro de los Quilombo dos Palmares, en Pernambuco, las atenciones se dirigen hacia la situación de los núcleos rurales dispersados por el País, donde viven poblaciones remanecientes de quilombos. Existen grupos ya identificados viviendo también en el interior de la Amazonia y otros diseminados por varios municipios de los Estados de Maranhão, de Sergipe, de Bahía, de Goiás, de Mato Grosso, de São Paulo y de Minas Gerais. Los descendientes de esclavos traídos de África ya no hablan las lenguas de sus antepasados y muchos ya perdieron sus referencias históricas. Muchos de estos grupos, sin acceso a la economía regional, no saben que el artículo 68 de las Disposiciones Transitorias de la Constitución de 1988 garantizó a los descendientes de los fundadores de los quilombos que aún viven en las zonas antiguas, la pose de las tierras donde viven. Es en esta dirección que los integrantes de la Fundación Palmares y estudiosos han estado colaborando, ayudando a muchas comunidades, que hoy están amenazadas por propietarios de haciendas o grupos interesados en sus tierras. Este trabajo se realiza junto con un amplio proyecto sobre la valorización de las raíces de la cultura negra, marcando los 300 años de Zumbi, rey de los Palmares. Se trata de un trabajo difícil, reconocen los líderes del movimiento, ya que la situación vivida por los descendientes hoy, poco se diferencia de la presión y pobreza de millones de trabajadores sin tierra. En contraposición, ellos resaltan que haciendo cumplir la Constitución, están concluyendo parte del débito de la sociedad para con la población negra, esclavizada en el pasado y, hoy, en su gran mayoría, viviendo todavía en condiciones de discriminación y marginalización. Palmares es hoy, el símbolo de lucha del movimiento negro. Este núcleo de resistencia se originó en 1604 por 40 negros forajidos y reunía diversos quilombos. Durante casi 100 años, Palmares sufrió innúmeros ataques de holandeses y portugueses. Cuenta la historia que Ganga Zumba fue el penúltimo rey del mayor quilombo del cual se tiene conocimiento en el país. El acabó siendo asesinado por su sobrino Zumbi, que no aceptó el acuerdo hecho por su tío con los portugueses, prometiendo que los "quilombos" (habitantes de quilombos) pondrían un fin al rapto de los negros todavía esclavizados por los dueños de fincas. Zumbi lideró una resistencia heroica que acabó con la destrucción del quilombo y su muerte, el 20 de noviembre de 1695, fecha elegida como día Nacional de la Conciencia Negra. Los estudiosos e integrantes de la Fundación Palmares afirman que el mito de los quilombos históricos, como el de Palmares, aunque funcione como referencia para la lucha de los negros para su reconocimiento, terminan por ser los únicos que son recordados. En verdad, según dicen, cada quilombo tuvo una historia diferente. Existían los grandes núcleos de resistencia, pero también existían otros que se mantenían incluidos en el contexto social y económico de la región. Muchos de estos grupos no eran perseguidos y sobreviven hasta hoy. La Fundación Palmares explica que aún hoy, estos grupos son reconocidos como descendientes de los negros quilombos, lo que resulta más fácil para intentar colocar en práctica el derecho garantizado por la Constitución de 1988. La población que vive alrededor de los núcleos de descendientes de esclavos siempre se refiere a esos locales como quilombos, mocambos o tierra de negros. Mapeamiento - Localizar los lugares donde viven comunidades descendientes de quilombos ha venido siendo un trabajo lento. Las informaciones están siendo almacenadas en la Fundación Palmares, pero hasta ahora sólo el Estado de Maranhão cuenta con un amplio trabajo. En aquél Estado han sido localizadas 401 comunidades y de dicho total, cien pueden ser asignadas como descendientes de quilombos, según el abogado Dimas Salustiano que viene apoyando la Fundación Palmares en los estudios sobre los derechos garantizados a las poblaciones negras. "Las situaciones vividas por dichos grupos esparcidos por varios Estados se diferencian, pero en general, todos enfrentan un problema común: la amenaza de perder sus tierras", observa el abogado. Es el caso de las comunidades que fueron localizadas en la Cuenca del Río Trombetas, al norte del Estado de Pará, en 1989. Dichas comunidades, que aún mantienen fuertes rasgos de su cultura original, están enfrentando la invasión de empresas mineradoras, hacendados y madereras. Además de ello, entran en conflicto con los funcionarios del Ibama que cuidan de la Reserva Biológica del Trombetas, creada en la región que estuvo, en su día, ocupada por los antiguos esclavos. Los descendientes de los esclavos, según datos históricos, cumplieron una ruta de huída a través del puerto de Belém o de la ciudad de Turiaçu, en el Maranhão. De allí, fueron adentrándose en la selva, huyendo de la esclavitud. Hoy, la población está distribuida en diecinueve comunidades y suman un total de 6 mil personas que sobreviven de la agricultura de subsistencia, de la caza, de la pesca y de la extracción de minerales. En Bahía, 300 familias de la comunidad de Río das Rãs, cerca de Bom Jesus da Lapa, enfrentaron la acción de un grileiro de tierras y después de mucha lucha consiguieron ganar una preliminar en la Justicia que les garantizó la posesión de las tierras. En el Estado de Sergipe, las 100 familias de negros que aún existen del quilombo de Mocambo, están en litigio con los hacendados de la región. En Goiás, los Calungas, desperdigados en una superficie que abarca los municipios de Cavalcanti, Monte Alegre y Terezinha de Goiás, enfrentan la presión de Furnas (empresa hidroeléctrica) que, para poder llenar el lago de la hidroeléctrica que está siendo construida en el local, irá inundar el 50% de las tierras donde la población negra hace su siembra. Entre los descendientes de los esclavos más jóvenes pocos saben contar las historias de sus antepasados. "Sé poca casa del pasado, pero el viejo Josias, de 102 años, cuenta como fue la huída del cautiverio de los negros que formaron el quilombo y otros, en Sergipe, donde fueron llegando por grupos. El dice, que la comunidad, en las fiestas, aún se divierte con la Danza del Coco, pasada de generación en generación. Mientras que la mayoría de las comunidades tiene hoy un contacto permanente con la sociedad nacional, los Kalungas de Goiás viven en una situación especial. Hasta hace poco tiempo atrás sólo se llegaba a los núcleos donde viven después de un largo viaje a lomo de burro por caminos difíciles en un terreno accidentado. Los más ancianos, en algunos casos, nunca dejaron el antiguo quilombo para conocer las ciudades. Pero la población más joven ya empieza a interesarse por el mundo que les rodea y algunos ya participan de encuentros con otros grupos, promovidos por la Fundación Palmares. Uno de los grupos que se destacan por su aspecto cultural es el Cafundo, situado en el Salto de Pirapora, en São Paulo. Diecisiete familias viven a 130 km. de São Paulo, en una zona rural. Cafundo era un quilombo o una hacienda heredada por los esclavos. Sus descendientes aún usaban palabras del vocabulario de sus antepasados. Sombrero, por ejemplo se decía chicongo (en vez de chapéu); a la nariz se la llamaba muchinga; hombre es tata, ture y maíz (milho) se dice pungo. La población de Cafundo vive hoy en una superficie de 18 hectáreas. Antes ocupaba una extensión de 90 hectáreas que, de a poco fue conquistada por grileiros de tierras. En dicha pelea, algunos negros murieron y el grupo aún sueña con reconquistar su antiguo espacio. En Rio de Janeiro existen dos núcleos rurales de antiguos esclavos: uno de ellos en la hacienda Santa Izabel, en Valença. Allí viven 60 familias. El otro es el antiguo Quilombo de Campinho, que está situado cerca de Paraty. Los habitantes trabajan en sembrados y viven en casas de madera. En el Valle del Ribeira, en São Paulo, hay unas 15 comunidades identificadas como descendientes de esclavos. Apesar de vivir de manera diferente los contactos con la sociedad, los descendentes de los quilombos van, de a poco, despertando para la importancia de su cultura y buscan espacios en la sociedad que los mantuvo aislados y discriminados. Intentan, a pesar de las presiones de las frentes de ocupación, rescatar y resguardar antiguas tradiciones. En muchas comunidades, fiestas y bailes recuerdan los ritmos de África de sus antepasados. En el quilombo de Campinho, son frecuentes las reuniones para tocar samba, apesar de la invasión cresciente de la televisión que fascina especialmente a los jóvenes. Las mujeres trabajan en la casa y los hombres no dispensan una partida de fútbol. Mientras tanto, más importante de las informaciones del mundo moderno, han venido siendo el crecimiento de la concientización, cada día más sedimentada entre la población de origen africana, de la importancia y de la valoración de la identidad de su pueblo. Para informaciones adicionales: Fundação Cultural Palmares SBN - Ed. Central Brasília - 1º subsolo Brasília, DF - 70040-904 Tel: 00 55 61 226-7613 http://www.minc.gov.br/fcp/new/palmares.htm