Comunicado de Eurasianet.es ante la filtración de la “lista Soros” Madrid, 26 de agosto de 2016. El pasado lunes 15 de agosto de 2016, la web DCLeaks publicó más de 3.000 documentos internos de las fundaciones del financiero húngaro-estadounidense George Soros, entre las que destacan la Open Society Foundation (OSF) y sus distintas oficinas. Varios de estos documentos hacen referencia a un proyecto de Open Society Initiative for Europe (OSIFE), titulado “El debate ucraniano en Europa Occidental” y orientado a intervenir e influir en el debate público sobre el conflicto en Ucrania en cinco países de la Unión Europea: Alemania, Francia, Italia, Grecia y España. El proyecto, implementado a lo largo de 2015, habría contado con un presupuesto total sumamente elevado: 750.000 dólares. Si bien excepcionalmente financiado, hasta aquí se trataría de un proyecto que encaja en el comportamiento habitual entre los think tanks de estudios internacionales, que tienen como razón de ser intentar influir en la opinión pública y la toma de decisiones sobre política exterior. Sin embargo, el modus operandi definido en los documentos filtrados traspasa la frontera de lo éticamente admisible. Diversos aspectos merecen nuestra reprobación, pero debemos destacar aquí la insinuación de falta de objetividad en el análisis de, entre otros, tres de los editores de la web Eurasianet.es; y por extensión, de todos los miembros de este grupo de especialistas en el espacio postsoviético, algo que consideramos un acto contra nuestra honorabilidad profesional. El mencionado proyecto financió, entre otras acciones, la elaboración de un informe sobre las distintas posiciones en el debate público sobre Ucrania de cada país. En el caso español, como anexo al informe final (cuyo contenido no se ha filtrado) se realizó un listado de usuarios de la red social Twitter en el que se categorizaba como “Principales creadores de opinión pro-rusos” [sic] a 49 personas. Que los autores apliquen este calificativo a personas de opiniones y perfiles profesionales tan heterogéneos da la impresión de que para ellos, en un gesto más propio del macarthismo, cualquiera que no comparta el argumentario de Open Society es antieuropeísta y por tanto pro-ruso. Con este comunicado pretendemos, como es nuestro derecho, denunciar el grave perjuicio a nuestra reputación provocado por tales falsedades; así como pedir explicaciones a sus responsables por verter sospechas sobre unos supuestos vínculos 1 políticos y económicos con Rusia. Para ello debemos comenzar por aclarar los criterios de elaboración de la lista y del proyecto en el que ésta se inserta. La cuestionable ética del proyecto de OSIFE El Plan de Trabajo para 2015 del proyecto “El debate ucraniano en Europa Occidental” (Ukraine and Europe_europe and Ukraine 2015 workplan1) clasifica a los distintos actores (creadores de opinión, partidos políticos, sindicatos y otro tipo de organizaciones) en dos grupos. El primero son aquellos reacios “a aceptar a la revolución del Maidán como democrática y al gobierno ucraniano como legítimo”; refiriéndose al gobierno surgido de dicha revolución, antes de las elecciones ganadas por Petro Poroshenko. Y se continúa: “estos actores tienen sus propias agendas — relacionadas con vínculos geopolíticos y económicos con Rusia— y serán por tanto difíciles de influenciar”. [“These actors have their own agendas ‒ related to geopolitical and economic considerations with Russia ‒ and will therefore be difficult to influence”]. El segundo de los grupos, que es en el que el proyecto pretende influir prioritariamente, son los actores de la izquierda europea “en los que uno puede detectar una confusión” respecto a la realidad ucraniana. El proyecto de OSIFE tiene así como principal objetivo extender su propia visión sobre el gobierno y sociedad civil ucranianos entre los individuos y organizaciones de este segundo grupo; nada distinto, aparentemente, de lo que realizan otros lobbies sobre temas diversos. Sin embargo, lo éticamente injustificable es la estrategia elegida para influir en el debate. Por ejemplo, en uno de los documentos (Ukraine and Europe_osife ukraine media project overview march 2015) OSIFE planea financiar reportajes sobre Ucrania; reconociendo que “mantendrá el veto a aquellos que consideremos contraproducentes” y que esto “significa que no se trata propiamente de periodismo independiente”, lo cual podría “dañar nuestra credibilidad de cara a los periodistas”. Es decir: OSIFE no solo promovería la autocensura, sino que presentaría como objetivos e imparciales artículos que (según sus propias palabras) no lo serían en absoluto. En la descripción del proyecto a nivel europeo, el primero de los instrumentos es la elaboración de un análisis de las posiciones presentes en el debate sobre Ucrania para cada uno de los países de la UE analizados. Es en este apartado donde se inserta la lista que ha generado tanto debate y malestar tras su filtración. En el documento específico para España (“Ukraine and Europe_spain_tor ukraine debate mapping spain”) se hace de nuevo referencia a los actores y creadores de opinión que denomina “comprensivos con Rusia”, matizando esta vez que “algunos de ellos [no todos] tienen sus propias agendas, por lo común relacionadas con sus lazos con Rusia”. Este “mapeo” del debate español incluye la elaboración de un informe de unas 3.000 palabras y una serie de anexos, uno de los cuales corresponde a las mencionadas listas de usuarios de Twitter. El autor principal del documento, Nicolás de Pedro (investigador principal de la fundación CIDOB de Barcelona) supuestamente recibió de 1 A pesar de contener errores, los títulos de los documentos se citan tal como aparecen en la web DCLeaks para no dificultar su búsqueda a quien esté interesado en ello. 2 acuerdo con los términos de referencia del documento unos honorarios de 6.500 dólares; contando con otra partida menor para gastos entre los que se podía incluir un asistente de investigación, función que realizó Marta Ter, activista por los derechos humanos en el Cáucaso. Una lista que difama a investigadores profesionales Dado que el contenido del informe completo se desconoce, centrémonos en las listas de perfiles de Twitter y sus implicaciones. El documento los clasifica en cuatro categorías: (1) “Principales creadores de opinión pro-rusos (“Key Pro-Russian Opinion Formers”); (2) “Analistas/pro-Kiev/voces críticas”; (3) “Personas que podrían ser de particular interés para el proyecto, pero que no tuitean sobre Ucrania”; (4) “Potenciales socios de los medios de comunicación”. De ello se deduce que estos “creadores de opinión pro-rusos” serían aquellos descritos en el documento marco del proyecto como imposibles de convencer, porque estarían (al menos, algunos) financiados por Rusia. Las falsedades vertidas sobre tres de los investigadores de Eurasianet.es son varias y todas ellas muy graves. En primer lugar, se cataloga de “pro-rusos” y sospechosos de tener vinculaciones materiales con Rusia a quienes somos académicos independientes, profesores universitarios e investigadores en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, con una amplia producción científica sobre el espacio postsoviético desde hace varios lustros; en la que nunca hemos dudado en criticar las carencias en cuanto a estándares democráticos ni el intervencionismo en política exterior de cualquier gobierno, incluida la Rusia de Putin. Nuestro grupo de investigación se ha financiado desde su creación en 2006 mediante convocatorias públicas y competitivas del Plan Nacional de I+D+i, gestionado primero por el Ministerio de Ciencia e Innovación español y actualmente por el de Economía y Competitividad. Acusar a científicos sociales de trabajar para un gobierno extranjero, simplemente por no coincidir con las ideas promovidas por el lobby del Sr. Soros, es una infamia y una burda manipulación. La segunda difamación tiene que ver con lo que podemos definir como “falacia del muñeco de paja”. Esto es: para contrarrestar las interpretaciones del conflicto de Ucrania que disienten de la que OSIFE desea imponer, no se entra a debatir sobre los argumentos reales, sino que se caricaturiza al rival ofreciendo una descripción falsa y vulnerable del mismo. A ese “muñeco de paja” inventado se le presenta como un propagandista de ideas prefijadas, extremas e irracionales que lo harían “difícil de convencer”, como aparece ya en la denominación de cada categoría. Mientras los “pro-rusos” son “creadores de opinión”, influencers de una guerra informativa, no necesitados de reflexión crítica al tomar partido por un bando (cabe sospechar que a causa de oscuros lazos con éste), los “pro-Kiev” son “analistas” y “voces críticas”. El doble rasero de contraponer militantes creadores de opinión frente a analistas críticos habla por sí solo. La lista tampoco distingue entre los profesionales del periodismo o de las Ciencias Sociales y los militantes o activistas en favor de las autoproclamadas 3 repúblicas populares y de Rusia; dos perfiles de usuario con muy distintas obligaciones y aspiraciones2. Tal categorización difícilmente se corresponde con nuestro trabajo como investigadores, en el que lejos de limitarnos a emitir una opinión preconcebida empleamos marcos teóricos, metodologías de análisis y recogida de datos empíricos según los criterios generalmente aceptados en las Ciencias Sociales. Nuestra última publicación colectiva, en mayo de 2016, ha sido un libro sobre el conflicto de Ucrania, que ha recibido críticas positivas destacando su rigor en reseñas publicadas en revistas académicas y otros medios especializados. Conclusiones Lejos de pedir disculpas y rectificar públicamente las falsedades que aparecen en los documentos filtrados, los responsables de este proyecto se han excusado en que se trata de un trabajo, según ellos, legal y legítimo. Sin embargo, como mínimo hay dudas razonables acerca de la legitimidad de un trabajo plagado de inexactitudes y que (ya sea por prejuicios ideológicos, rivalidad o simple ausencia de preparación adecuada) menoscaba injustamente la reputación de profesionales. ¿Cuál habría sido su reacción si los hechos se hubieran producido a la inversa: investigadores españoles cobrando miles de euros de un think tank ruso para ayudar a difundir la visión rusa sobre Ucrania, señalando a colegas de profesión por sus opiniones pro-Kiev y especulando sobre sus vínculos (incluso económicos) con los enemigos de Rusia? Precisamente por las críticas recibidas una vez se han conocido estos hechos, nuestros colegas y sus instituciones deberían aprender una lección: no todo vale. Su credibilidad, no la nuestra, va en ello. 2 Los profesionales relacionados con la información o análisis del conflicto suman 22 de esos 49 usuarios de Twitter, divididos entre 15 periodistas (de los que solo tres trabajan para medios estatales rusos) y siete investigadores científico-sociales (politólogos, internacionalistas o especialistas en seguridad). Entre el resto de perfiles hay 20 militantes (16 de ellos anónimos); cuatro políticos, una activista social no militante en el conflicto, un perfil anónimo no militante, y hasta un humorista. 4