Mujeres en la Edad Media

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LA MUJER EN LA EDAD MEDIA.
Sociedad y literatura.
La intención de este trabajo es dar a conocer el trato dado a la figura de la mujer, tanto en literatura como en la
sociedad.
La elección de este tema viene dada por la imagen que se da del sexo femenino en la Edad Media.
Para comenzar el trabajo haré una introducción a la época medieval, al que seguirán, la situación de la mujer
durante esta etapa. Como final incluiré una lista de mujeres relevantes.
INTRODUCCIÓN.
Edad media es un término utilizado para referirse a un periodo de la historia que transcurrió desde la
desintegración del Imperio romano de Occidente, en el siglo V, hasta el siglo XV. No obstante, las fechas
anteriores no han de ser tomadas como referencias fijas: nunca ha existido una brusca ruptura en el desarrollo
cultural del continente. Parece que el término lo empleó por vez primera el historiador Flavio Biondo de
Forli, en su obra Historiarum ab inclinatione romanorun imperii decades (Décadas de historia desde la
decadencia del Imperio romano), publicada en 1438 aunque fue escrita treinta años antes. El término implicó
en su origen una parálisis del progreso, considerando que la edad media fue un periodo de estancamiento
cultural, ubicado cronológicamente entre la gloria de la antigüedad clásica y el renacimiento. La investigación
actual tiende, no obstante, a reconocer este periodo como uno más de los que constituyen la evolución
histórica europea, con sus propios procesos críticos y de desarrollo. Se divide generalmente la edad media en
tres épocas.
Ningún evento concreto determina el fin de la antigüedad y el inicio de la edad media: ni el saqueo de Roma
por los godos dirigidos por Alarico I en el 410, ni el derrocamiento de Rómulo Augústulo (último emperador
romano de Occidente) fueron sucesos que sus contemporáneos consideraran iniciadores de una nueva época.
La culminación a finales del siglo V de una serie de procesos de larga duración, entre ellos la grave
dislocación económica y las invasiones y asentamiento de los pueblos germanos en el Imperio romano, hizo
cambiar la faz de Europa. Durante los siguientes 300 años Europa occidental mantuvo una cultura primitiva
aunque instalada sobre la compleja y elaborada cultura del Imperio romano, que nunca llegó a perderse u
olvidarse por completo.
Durante este periodo no existió realmente una maquinaria de gobierno unitaria en las distintas entidades
políticas, aunque la poco sólida confederación de tribus permitió la formación de reinos. El desarrollo político
y económico era fundamentalmente local y el comercio regular desapareció casi por completo, aunque la
economía monetaria nunca dejó de existir de forma absoluta. En la culminación de un proceso iniciado
durante el Imperio romano, los campesinos comenzaron a ligarse a la tierra y a depender de los grandes
propietarios para obtener su protección y una rudimentaria administración de justicia, en lo que constituyó el
germen del régimen señorial. Los principales vínculos entre la aristocracia guerrera fueron los lazos de
parentesco aunque también empezaron a surgir las relaciones feudales. Se ha considerado que estos vínculos
(que relacionaron la tierra con prestaciones militares y otros servicios) tienen su origen en la antigua relación
romana entre patrón y cliente.
La única institución europea con carácter universal fue la Iglesia, pero incluso en ella se había producido una
fragmentación de la autoridad. Todo el poder en el seno de la jerarquía eclesiástica estaba en las manos de los
obispos de cada región. El Papa tenía un cierto privilegio basado en el hecho de ser sucesor de san Pedro. No
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obstante, la elaborada maquinaria del gobierno eclesiástico y la idea de una Iglesia encabezada por el Papa no
se desarrollarían hasta pasados 500 años.
En el seno de la Iglesia hubo tendencias que aspiraban a unificar los rituales, el calendario y las reglas
monásticas, opuestas a la desintegración y al desarrollo local. Al lado de estas medidas administrativas se
conservaba la tradición cultural del Imperio romano. En el siglo IX, la llegada al poder de la dinastía
Carolingia supuso el inicio de una nueva unidad europea basada en el legado romano, puesto que el poder
político del emperador Carlomagno dependió de reformas administrativas en las que utilizó materiales,
métodos y objetivos del extinto mundo romano.
La actividad cultural durante los inicios de la edad media consistió principalmente en la conservación y
sistematización del conocimiento del pasado y se copiaron y comentaron las obras de autores clásicos. Se
escribieron obras enciclopédicas, como las Etimologías (623) de san Isidoro de Sevilla, en las que su autor
pretendía compilar todo el conocimiento de la humanidad. En el centro de cualquier actividad docta estaba la
Biblia: todo aprendizaje secular llegó a ser considerado como una mera preparación para la comprensión del
Libro Sagrado.
Esta primera etapa de la Edad Media se cierra en el siglo X con las segundas migraciones germánicas e
invasiones protagonizadas por los vikingos procedentes del norte y por los magiares de las estepas asiáticas, y
la debilidad de todas las fuerzas integradoras y de expansión europeas al desintegrarse el Imperio Carolingio.
La violencia y dislocación que sufrió Europa motivaron que las tierras se quedaran sin cultivar, la población
disminuyera y los monasterios se convirtieran en los únicos baluartes de la civilización.
Hacia mediados del siglo XI Europa se encontraba en un periodo de evolución desconocido hasta ese
momento, era la Alta Edad Media. La época de las grandes invasiones había llegado a su fin y el continente
europeo experimentaba el crecimiento dinámico de una población ya asentada. Renacieron la vida urbana y el
comercio regular a gran escala y se desarrolló una sociedad y cultura que fueron complejas, dinámicas e
innovadoras. Este periodo se ha convertido en centro de atención de la moderna investigación y se le ha dado
en llamar el renacimiento del siglo XII.
Durante la Alta Edad Media la Iglesia católica, organizada en torno a una estructurada jerarquía con el Papa
como indiscutida cúspide, constituyó la más sofisticada institución de gobierno en Europa occidental. El
Papado no sólo ejerció un control directo sobre el dominio de las tierras del centro y norte de Italia sino que
además lo tuvo sobre toda Europa gracias a la diplomacia y a la administración de justicia (en este caso
mediante el extenso sistema de tribunales eclesiásticos).
Los antiguos monasterios benedictinos se imbricaron en la red de alianzas feudales. Los miembros de las
nuevas órdenes monásticas, como los cistercienses, desecaron zonas pantanosas y limpiaron bosques; otras,
como los franciscanos, entregados voluntariamente a la pobreza, pronto empezaron a participar en la renacida
vida urbana. La Iglesia ya no se vería más como una ciudad espiritual en el exilio terrenal, sino como el centro
de la existencia. La espiritualidad alto−medieval adoptó un carácter individual, centrada ritualmente en el
sacramento de la eucaristía y en la identificación subjetiva y emocional del creyente con el sufrimiento
humano de Cristo. La creciente importancia del culto a la Virgen María, actitud desconocida en la Iglesia
hasta este momento, tenia el mismo carácter emotivo.
Dentro del ámbito cultural, hubo un resurgimiento intelectual al prosperar nuevas instituciones educativas
como las escuelas catedralicias y monásticas. Se fundaron las primeras universidades, se ofertaron
graduaciones superiores en medicina, derecho y teología, ámbitos en los que fue intensa la investigación: se
recuperaron y tradujeron escritos médicos de la antigüedad, muchos de los cuales habían sobrevivido gracias a
los eruditos árabes y se sistematizó, comentó e investigó la evolución tanto del Derecho canónico como del
civil, especialmente en la famosa Universidad de Bolonia. Esta labor tuvo gran influencia en el desarrollo de
nuevas metodologías que fructificarían en todos los campos de estudio. El escolasticismo se popularizó, se
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estudiaron los escritos de la Iglesia, se analizaron las doctrinas teológicas y las prácticas religiosas y se
discutieron las cuestiones problemáticas de la tradición cristiana. El siglo XII, por tanto, dio paso a una época
dorada de la filosofía en Occidente.
También se produjeron innovaciones en el campo de las artes creativas. La escritura dejó de ser una actividad
exclusiva del clero y el resultado fue el florecimiento de una nueva literatura, tanto en latín como, por primera
vez, en lenguas vernáculas. Estos nuevos textos estaban destinadas a un público letrado que poseía educación
y tiempo libre para leer. Aparecen temas como el del amor cortes. La lírica amorosa, el romance cortesano y
la nueva modalidad de textos históricos expresaban la nueva complejidad de la vida y el compromiso con el
mundo secular. En el campo de la pintura se prestó una atención sin precedentes a la representación de
emociones extremas, a la vida cotidiana y al mundo de la naturaleza. En la arquitectura, el románico alcanzó
su perfección con la edificación de incontables catedrales a lo largo de rutas de peregrinación en el sur de
Francia y en España, especialmente el Camino de Santiago, incluso cuando ya comenzaba a abrirse paso el
estilo gótico que en los siguientes siglos se convertiría en el estilo artístico predominante.
Si la Alta Edad Media estuvo caracterizada por la consecución de la unidad institucional y una síntesis
intelectual, la Baja Edad Media estuvo marcada por los conflictos y la disolución de dicha unidad. Fue
entonces cuando empezó a surgir el Estado moderno aún cuando éste en ocasiones no era más que un
incipiente sentimiento nacional y la lucha por la hegemonía entre la Iglesia y el Estado se convirtió en un
rasgo permanente de la historia de Europa durante algunos siglos posteriores. Pueblos y ciudades continuaron
creciendo en tamaño y prosperidad y comenzaron la lucha por la autonomía política. Este conflicto urbano se
convirtió además en una lucha interna en la que los diversos grupos sociales quisieron imponer sus respectivos
intereses.
Aunque este desarrollo filosófico fue importante, la espiritualidad de la Baja Edad Media fue el auténtico
indicador de la turbulencia social y cultural de la época. Esta espiritualidad estuvo caracterizada por una
intensa búsqueda de la experiencia directa con Dios, bien a través del éxtasis personal de la iluminación
mística, o bien mediante el examen personal de la palabra de Dios en la Biblia. En ambos casos, la Iglesia
orgánica no estuvo en disposición de combatir ni de prescindir de este fenómeno.
Toda la población podía disfrutar potencialmente una experiencia mística. Concebida ésta como un don divino
de carácter personal, resultaba totalmente independiente del rango social o del nivel de educación pues era
indescriptible, irracional y privada.
Por otro lado, la lectura devocional de la Biblia produjo una percepción de la Iglesia como institución
marcadamente diferente a la de anteriores épocas en las que se la consideraba como algo omnipresente y
ligado a los asuntos terrenales. Cristo y los apóstoles representaban una imagen de radical sencillez y al tomar
la vida de Cristo como modelo de imitación, hubo personas que comenzaron a organizarse en comunidades
apostólicas.
En muchos casos estos movimientos adoptaron una postura apocalíptica o mesiánica, en particular entre los
sectores más desprotegidos de las ciudades bajo−medievales, que vivían en una situación muy difícil.
Tras la aparición catastrófica de la peste negra, en la década de 1340, que acabó con la vida de una cuarta
parte de la población europea, bandas de penitentes, flagelantes y de seguidores de nuevos mesías recorrieron
toda Europa, preparándose para la llegada de la nueva época apostólica.
Esta situación de agitación e innovación espiritual desembocaría en la Reforma protestante; las nuevas
identidades políticas conducirían al triunfo del Estado nacional moderno y la continua expansión económica y
mercantil puso las bases para la transformación revolucionaria de la economía europea.
LA MUJER EN LA EDAD MEDIA
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• MUJER EN LA SOCIEDAD
• La educación.
Al principio era un campo destinado solamente a los hombres, ya que ser clérigo, era condición indispensable
para acceder a la cultura. Las monjas recibían en sus conventos, una educación muy completa, que incluía
latín y griego.
En la segunda mitad del siglo XIII, había en París una escuela femenina. En otras zonas ya se daban escuelas,
que aceptaban tanto niños como niñas.
Pero en lo referente a la educación, las mujeres dejaban el colegio al acabar primaria, mientras que los varones
podían continuar.
• El amor.
Había tres tipos de damas, las que querían escuchar el amor, las que se negaban a escucharlo y las que sólo se
dedicaban a lo sexual. Estas últimas, eran repudiadas y abandonadas a su suerte.
La primera norma del amor, era la generosidad, tanto moral como espiritual. El hombre no era celoso, pero no
amaba. Se podían querer sin casarse, pero se debía mantener en secreto; porque un amor fácil era feo.
Más normas amorosas, se expresaban en las Cortes de Amor, que eran tribunales, donde se sometían a juicio
la relación de una pareja. En estas audiencias, las mujeres eran los jueces.
• El matrimonio.
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Hasta el siglo XII el matrimonio no se impuso como sacramento. El casamiento supuso una gran mejora para
la mujer, ya que se prohibió el divorcio y que se pudiesen repudiar.
Con esto se consigue cierta igualdad con el varón, además, la Iglesia empezó a santificar a algunas mujeres
casadas.
Los bienes del matrimonio, eran administrados por el marido, lo que sólo provocó problemas en las clases
altas.
En Florencia, cuando la mujer se quedaba viuda se volvía con su familia, para poder establecer lazos con otra
dinastía.
En Valencia, la familia de la mujer, podía reclamar a la familia del cónyuge la dote, si no había habido
descendencia. Si enviudaba la mujer conseguía su propia autonomía.
Mientras que en las regiones donde se imponía el sistema de primogenitura, la viuda debía de acudir a un
convento, donde también tenía que llevar una asignación.
• Labores.
El trabajo estaba destinado para todos aquellos que no guerreaban, ni rezaban.
Al estar una sociedad básicamente rural, la mujer ayudaba en las faenas del campo, con el resto de su familia.
Así como colaborar con su marido en las labores de su trabajo.
Si la mujer abandonaba a su familia para trabajar por su cuenta, solía ser como criada. Dentro de este trabajo
había distintas clases:
• las damas de honor de la nobleza
• Las sirvientas que eran el juguete sexual de sus amos. Éstas trabajarían en los peores trabajos,
llevarían las ropas más humildes y comerían las sobras.
• Las esclavas, que eran fruto del comercio humano que se da a lo largo de toda la época medieval. Con
preferencia entre las mujeres orientales o blancas.
Había trabajos destinados especialmente a las mujeres como eran el hilado, que debían ser desencantados
antes, o el horneado. Poseía un sueldo menor al del hombre.
Las muchachas se iniciaban en el trabajo entre los 6 y 13 años.
• Ama de casa.
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La mujer era el núcleo de la pareja y de la casa. La mujer común se dedicaba a hacer las tareas del hogar, y
tanto las nobles, como las plebeyas, se encargaban de la educación de los hijos.
• La prostitución.
En el siglo XIII, la Iglesia inició una dura persecución de las prostitutas.
En el XIV y XV, algunos clérigos llegaron a decir, que los pecados carnales eran menores por venir por
naturaleza.
Otros decían que como no sacaba placer de su trabajo, si no una recompensa monetaria, estaba libre de
pecado.
Desde ese momento la prostitución es un servicio público, que algunos ven, como medicina, para males, como
la homosexualidad o la violencia entra hombres y mujeres.
La prostituta abandona la clandestinidad y la marginación.
En la crisis de finales del siglo XV, al afectar a las capas más pobres de la sociedad, se dará un aumento de
esta profesión.
• Feminidad.
Había ungüentos y cremas de todos los tipos, como de manteca de cerdo, leche de almendra o aceite de oliva.
El ideal de belleza, era la mujer de cabello rubio y rizado, de piel clara, con nariz recta y fina, una silueta
esbelta y con caderas flexibles.
La ropa de la mujer en la Edad Media se componía, en un principio, de dos vestidos, una capa y una cofia;
más tarde aparecerá una nueva prenda como es la camisa de lino. Los zapatos tenían las puntas retorcidas.
Si era soltera llevaba la corona virginal, que era una corona de flores, mientras que si era casada, debía de
llevar el pelo cubierto con un velo.
En la mitad de la Edad Media, los colores toman el mando y dividen el cuerpo en dos y de forma longitudinal,
era un traje mitad y mitad.
Ya al final de este período lleva cola, largas y ajustadas mangas y en la cabeza un hennin.
• La Iglesia.
Para la Iglesia la mujer era inferior al hombre desde la creación de la raza humana y por lo tanto, era menor
espiritualmente.
La Iglesia exaltará en todos los sermones la virginidad, ya que se valoraba la renuncia al matrimonio carnal,
para unirse con Dios.
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Por esto, un buen número de mujeres se unieron a conventos buscando, de esta forma, no volver con la
familia.
• Nuevo tipo de mujer: la religiosa.
Con lo anterior citado (ver La Iglesia) la mujer comienza a llenar los conventos, ya fuese por voluntad propia,
al enviudar o por ser entregadas por su familia.
Las reglas que tenían, eran todo renuncia, no se podía conservar nada y predicaban el amor absoluto.
Trabajaban hilando, en la cocina, aprendían letras y debían leer dos horas diarias como mínimo. Sólo podían
hablar lo necesario... no podían hablar con hombres, ni comer antes las horas fijadas.
Las mujeres que entraron en las ordenes religiosas destacaron en la literatura mística, que reclamaban el
derecho a amar a Dios y ser amadas por Él, del mismo modo. Todas las reclamaciones que hicieron,
provocaron que muchas mujeres acabasen en la hoguera por la Inquisición.
♦ LA MUJER EN LA LITERATURA.
Acercarse a la literatura medieval es vislumbrar, desde un primer momento, un problema de género no sólo
literario, sino que principalmente, un problema de imagen genérica sexual. Arquetípica, la imagen femenina
dentro de los textos medievales tiene un rol pasivo en comparación a la exaltación masculina dentro de la
literatura épica, por ejemplo.
Escindida, fragmentada y contradictoria, la imagen femenina se vio condicionada por el discurso clerical, es
decir, el discurso masculino de quienes detentaban el poder de la palabra, de la cultura y de la tradición.
Diabólico por esencia, el género femenino durante el medioevo no tuvo oportunidad de reconocerse como un
auténtico otro; siempre, y en grados diferentes según regiones y épocas, dependió del universo masculino para
justificar su existencia.
Agrupadas por su género, para el universo masculino no existían diferencias determinantes entre unas y otras;
todas llevaban la maldición de Eva.
Milagrosa fue también la aparición del culto mariano. Despreciada, la figura de María durmió en el imaginario
hasta el siglo XI. Antes del año mil su presencia en las sagradas escrituras estuvo relegada a un olvido
intencionado. Pero la imagen de María fue vinculada más que a redentora y salvadora, hacia su divina gracia
de Madre−virgen.
• La mujer en la literatura medieval:
La literatura épico−legendaria, es un género masculino por excelencia, así como los temas que trata
(venganza, guerra...), por lo que no debe extrañar que los protagonistas sean hombres.
Pero las mujeres aquí son imprescindibles, ya que a través de ellas, el héroe inicia o transmite su linaje. Así
que en ellas se da mucha importancia al matrimonio.
En el caso del Poema del Mio Cid, con el destierro, no solo pierde el dominio sobre su tierra, también sobre
sus hijas, así que con los regalos que envía al Rey, no solo pretende recuperar su amistad, si no también la
custodia de sus hijas. Con ellas vuelve a poder continuar su cuna.
El modelo de mujer que es Jimena, muestra la sumisión, ya que acepta todo lo que le pide su señor, es
piadosa y cuida a sus hijos, como a él le gustaría.
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Este sometimiento de madre e hijas, se ve cuando estas últimas, aceptan con agrado y alegría, sus bodas con
los infantes de Navarra y Aragón. Con este enlace Doña Elvira y Doña Sol, se alzan a la nobleza.
En conclusión en estos textos las mujeres toman peso, pero solamente por lo que le pueden dar al marido y no
por lo que son.
En las representaciones femeninas en la narrativa de los siglos XIII y XIV, pocos son los textos en los que el
protagonista es una mujer, aunque es cierto que en muchos casos posee un papel muy importante.
En la primera Crónica General de Alfonso X, aparecen pocas mujeres y las que salen, son por ser herederas al
trono, como Doña Urraca, o por algún hecho muy relevante, como Teresa.
La mujer que recoge el Conde Lucanor, da más valor a lo espiritual que a lo material y dan a conocer los
peligros del mundo, como la sexualidad, que deja abierta la puerta abierta a los engaños de la mujer.
Lo mejor para la Salvación sería la virginidad, camino elegido por la Virgen María.
Las mujeres son ingratas, inconscientes, avariciosas.
En el Conde Lucanor, se puede ver como debe ser sometida una mujer, ya que debe ser corregida
violentamente, para que aprenda quien manda. Además de debe de hacer para asegurar la paz en el
matrimonio y conseguir la admiración de los vecinos.
Como consecuencia de esto se puede ver que para Don Juan Manuel, la mujer inteligente es aquella que
acepta los mandatos de su marido.
En el Libro del Buen Amor, se dan varios tipos de mujeres:
• La mujer objeto, que aparece en los consejos de Don Amor, en los que da mucha importancia a la
forma del cuerpo, todo ello con una clara connotación sexual. Su status estaría dado por su posición
social.
• Las dueñas, tienen voluntad propia, que se respeta, pero que es negativa porque se niega a una
relación sexual libre, es decir fuera del matrimonio.
• Las monjas, Juan Ruiz ensalza su amor, es la renuncia al sexo, es un caso excepcional.
• Las serranas, como villanas que son no pueden despertar ningún sentimiento amoroso, pero dominan
al hombre y lo acosan sexualmente.
• La alcahueta, pasa de ser una simple mandada a ser la fiel amiga. Aparece como persona porque es
digna de confianza de su amo.
Todo esto quiere decir que en el Libro de Buen Amor aparece una cambio ideológico de la sociedad, dejando
paso a una fascinación por el amor del sexo contrario.
En La Celestina, los personajes se relacionan y se forjan su destino por medio de las relaciones que surgen
entre ellos.
Melibea evoluciona, ya que pronto se mostrará como una mujer de carácter independiente, que decide vivir su
pasión.
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En la relación de ésta con su padre se ve una ruptura de la sociedad patriarcal, ya que son más amigos, que
padre e hija.
La figura de Alisa, la madre de Melibea, representa la sumisión a su esposo, ya que llega a decir que no tiene
ni derecho a opinar.
Es la figura de la mujer cristiana según la tradición.
Areusa y Lucrecia, se mueven por la envidia y la frustración de su clase social.
Celestina, es la muestra de la corrupción de la sociedad tradicional con la llegada del dinero.
A través de este personaje, se intenta denunciar el escándalo que provocó la irrupción del dinero y la nueva
clase social, que era, los mercaderes.
En definitiva en la obra de Fernando de Rojas son los personajes femeninos los que llevan el peso de la
acción. Además comienzan a surgir hombres, que reconocen, como Pleberio, la nueva autoridad femenina.
Tras esto, se tambalea el orden patriarcal y con él los pilares de la antigua sociedad.
MUJERES RELEVANTES
• Clotilde
Clovis, el rey de los francos, envió a buscar a Génova a Clotilde, sobrina del rey de los burgundios, para
hacerla su esposa. Clotilde era de la familia real, y su principal función fue que consiguió convertir al
cristianismo a su esposo pagano; aunque no fue fácil. Para los historiadores el bautizo de Clovis fue el primer
hito de nuestra historia. Clovis ejerció una supremacía, más nominal que real, sobre el pueblo, que le permitió
la unidad religiosa, el pueblo fue cristiano. Con Clotilde, la presencia de la mujer en la historia se hace
evidente.
• Adela:
Adela fue una propietaria feudal. Ella fue condesa de Blois, e hija de Guillermo "El Conquistador". En
1801 se casa con Esteban, conde de Blois−Chartes, que participó en la primera cruzada y fue jefe de la
expedición, por un tiempo. Durante la cruzada, que Esteban trató de liberar a Antioquia, le escribe a su esposa
lo que va ocurriendo y ella hace la historia.
Esteban fue juzgado, hasta que su esposa lo convenció de volver al ejército y él llega al sepulcro de Cristo. Él
muere, pero se le consideró un héroe. Adela siguió administrando su propiedad Blois−Chartes y educó a sus
hijos. Ella tenía dos deberes madre y propietaria feudal. Ella era amable y letrada, y crea en Blois toda una
actividad cultural. También se dedicó a la poesía y las letras. Era defensora de los poetas. La decoración de su
castillo fue fastuosa, sabia, artística e intelectual. A su alrededor estuvo un círculo de poetas, sabios e
historiadores, que la alabaron. En 1122, su hijo menor varón, tomó su puesto y ella ingresó a un convento,
donde muere en 1137.
• Juana de Arco
Juana, era una campesina que nació en Dmrémy el 6 de enero de 1412. Desde pequeña estuvo acostumbrada
a la guerra, porque los ingleses habían arrasado el territorio cercano a su villa natal.
Dos años después del Tratado de paz de Troyes en 1420, murieron los reyes ingleses y franceses, y el sucesor
inglés se convirtió también en rey francés. Las fuerzas inglesas tomaron Orleáns en 1428. Carlos VII del
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difunto rey francés, fue reconocido rey al sur de Francia, pero Carlos se mostró incompetente para alentar el
movimiento contra los ingleses. En Domrémy, había tropas leales a Francia y Juana de Arco, obedeciendo a
los ángeles, que se le aparecían desde los 13 años, que le habían manifestado que ella debía liberar Orleáns,
fue a hablar de su misión con el capitán de esas tropas. A Juana se le dio una pequeña tropa, y ella vestida de
hombre fue al castillo de Carlos VII, ella le dijo su misión y el rey le dio mando del ejército. Juana dirigió a
Orleáns, y en 1429 las tropas francesas hicieron que los ingleses huyeran, convencidos de que Juana tenía un
pacto con el diablo. En 1430 ella es capturada y un año después el obispo inglés, la sometió a juicio,
acusándola de brujería y fue ejecutada. Juana de Arco fue quemada viva, en la plaza pública de Ruán, el 31 de
mayo de 1431, a la edad de 19 años.
CONCLUSIÓN
Se ve muy bien como evoluciona, a lo largo de los años que duró la Edad Media, la forma de pensar con
respecto a la mujer.
Aunque en muchos aspectos de la sociedad, parecen tener cierta libertad, en realidad eran más normas puestas
por los hombres, que limitaban su albedrío, como se ve en los trabajos que podían o debían realizar.
En definitiva, la vida del sexo femenino, durante la época del medioevo, se vio claramente limitado e
infravalorado por los hombres promovidos por la Iglesia.
BIBLIOGRAFÍA
• Internet.
http://www.artehistoria.com
http://www.webs.sinectis.com.ar/mcagliani/mujermed.htm
http://217.126.99.161/clotilde/pages5.html
• Libros.
ZAVALA, Iris M.
Breve historia feminista de la literatura española (en lengua castellana) Tomo 2º. 332 Págs.
Ed. Anthropos. Editorial del Hombre (cultura y diferencia. Pensamiento Crítico. Pensamiento utópico)
Madrid, 1995
ALBORG, Jose Luis.
Historia de la Literatura Española. Tomo I (Edad Media y Renacimiento).1080 Págs. 2ªed.
Ed. Gredos.
Madrid, 1970.
CANAVAGGIO, Jean
Historia de la literatura española. Volumen I. (Edad Media)
10
(ed. Española. NAVARRO DURÁN, Rosa) Ed. Ariel S.A.
Barcelona, 1994.
Enciclopedia Multimedia Microsoft Encarta´99.
Libro−CD−ROM. Historia de España. nº. 4 la Baja Edad Media Ediciones Dolmen S.L.
El concepto del amor cortés surgió como apasionado sentimiento al margen del matrimonio, entre las clases
aristocráticas de Europa a finales del siglo XII. Los artistas, trovadores y escritores medievales recurrieron a
este motivo como tema integrante de sus obras.
Sombrero en forma de cono o cucurucho.
Pero como dice Adeline Rucquoi, en una sociedad en la que la escritura no desempeña un papel fundamental,
la mayor parte de los conocimientos se efectúa precisamente en la vida privada., el papel de la mujer, no
queda tan mermado.
Reina de Castilla y de León, hija de Alfonso VI, tuvo que sofocar los pleitos surgidos por cuestiones políticas.
Estuvo casada con Raimundo de Borgoña y a su muerte con Alfonso I, el Batallador.
Esposa de Ramiro II le aconsejó en la construcción de monasterios.
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