Radicación No. 28629 - corte suprema.gov.co

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Corte Suprema de Justicia
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN LABORAL
Magistrada Ponente: ISAURA VARGAS DIAZ
Radicación No. 28629
Acta No.
21
Bogotá, D.C., veintiuno (21) de marzo de dos
mil siete (2007)
Resuelve
la
Corte
el
recurso
de
casación
interpuesto por el apoderado de los ALMACENES GENERALES DE
DEPOSITO DE CAFÉ S.A.- ALMACAFE- contra la sentencia dictada el
20 de mayo de 2005 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá,
en
el
proceso
promovido
por
ALBEIRO
GALLEGO
HERNANDEZ contra el recurrente.
I.
ANTECEDENTES
ALBEIRO GALLEGO HERNANDEZ instauró demanda
ordinaria laboral para que los ALMACENES GENERALES DE
DEPOSITO DE CAFÉ S.A. –ALMACAFE, fuera condenado, de manera
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Expediente 28629
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principal, a reintegrarlo al cargo que tenía en el momento de la
ruptura ilegal del contrato de trabajo, junto con los sueldos dejados
de percibir hasta que se restablezca el contrato de trabajo, con los
aumentos legales o convencionales a que haya lugar, las primas
extralegales de servicios y de vacaciones. En forma subsidiaria, para
que fuera condenado a pagarle la indemnización por despido injusto
de acuerdo a la tabla establecida en el artículo 4º del contrato de
trabajo de 1984; y las costas del proceso (folios 341 y 342 del
cuaderno 1).
Para los efectos que al recurso interesan es
suficiente anotar que en sustento de esas pretensiones adujo, en
suma, haberle trabajado a la sociedad demandada entre el
3 de
junio de 1980 hasta el 30 de septiembre de 2001, por medio de un
contrato de trabajo pactado a término indefinido, el cual fue
terminado sin que mediara justa causa y durante un conflicto
colectivo; que el último cargo desempeñado fue el de ayudante de
mantenimiento, con una remuneración mensual de $1.040.310; que
estaba afiliado a la organización sindical “de base” de la demandada
y se beneficiaba de la convención colectiva de trabajo; que el 17 de
diciembre el sindicato denunció el acuerdo colectivo y fue
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presentado el pliego de peticiones; que el 2 de febrero de 2000 se
dio por terminada la etapa de arreglo directo; que en la cláusula 9ª
del convenio colectivo de 1976 se encuentra establecida una
protección para que los trabajadores no sean despedidos sin justa
desde el día en que el sindicato presente el pliego de peticiones, so
pena de operar el reintegro; que en el mismo acuerdo, también se
instituyó que cuando un trabajador hubiera cumplido ocho (8) años
continuos de servicios y fuere despedido sin justa causa, podrá
solicitar ante el Juez del Trabajo el reintegro y el pago de los salarios
dejados de percibir o la indemnización convencional; y que además
de
la remuneración básica mensual, también recibía primas de
servicio y de vacaciones, constitutivas de salario (folios 343 a 346
del cuaderno 1).
Al contestar, la sociedad demandada se opuso a la
viabilidad de las pretensiones, arguyendo que “las causas que dieron
origen al contrato de trabajo celebrado con el señor GALLEGO
terminaron lo cual da lugar a que se haya extinguido. El demandante
fue contratado para contratar como bracero; no obstante este tipo
de actividades ya no son desarrolladas por los empleados de
ALMACAFE. En consecuencia, a efectos de reubicarlo se dispuso su
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traslado a las instalaciones en Chinchiná, pero no se encontró forma
de asignarles tareas que se ajustaran a las condiciones que ofrecía
en el área administrativa, sustrayéndose entonces las posibilidades a
que las causas de su contrato han desaparecido” (folio 356 cuaderno
1). Propuso las excepciones de “ausencia de los presupuestos de las
acciones de reintegro e indemnizatoria”, falta de causa para la
existencia del contrato de trabajo e imposibilidad del reintegro,
compensación, pago, buena fe, prescripción y “cualquier otra que
resulte demostrada en el curso del proceso” (folio 358 ibídem).
Mediante fallo de 28 de enero de 2005 el Juzgado
Dieciséis Laboral del Circuito de Bogotá, condenó a los ALMACENES
GENERALES DE DEPOSITO DE CAFÉ S.A. –ALMACAFE a reintegrar al
demandante al cargo que ocupaba al momento del despido y al pago
de las salarios dejados de percibir con sus aumentos legales y
convencionales desde el momento en que fue despido – septiembre
30 de 2001-, hasta cuando se produzca su reintegro; se abstuvo de
considerar la pretensión subsidiaria y de estudiar las excepciones
propuestas por la sociedad convocada a juicio, a quien le impuso
costas (folios 450 y 451 cuaderno 1).
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II.
SENTENCIA DEL TRIBUNAL
El conocer del asunto por apelación interpuesta por
la demandada, el Tribunal Superior de Bogotá, mediante la sentencia
impugnada en casación, confirmó la de primer grado y a la
recurrente la condenó en costas (folio 470 cuaderno 1).
En lo que al recurso extraordinario concierne, el Ad
quem, después de considerar que el actor no se encontraba
protegido por fuero circunstancial, asentó que “a folio 337 aparece
comunicación de fecha 26 de septiembre de 2001 por la cual la
demandada le hace saber al actor su decisión de dar por terminado
el
contrato,
concluyéndose
entonces
que
la
desvinculación
correspondió a un despido sin justa causa, amparado en el art. 47
del C.S.T. pues no se demostró que las causas que dieron origen al
contrato, habían desaparecido, y así deberá declararse. Además de
la norma anterior, el artículo 3 de las convenciones colectivas de
1978 y de 1982 (fls. 123 y 38 respectivamente), y el artículo 4 del
Capítulo 2 de la convención de 1984 (fls. 24 ss) dispone que
<cuando el trabajador hubiese cumplido 8 años continuos de
servicio y fuere despedido sin justa causa, podrá solicitar ante el
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juez del trabajo el reintegro y el pago de los salarios dejados de
percibir o la indemnización de que trata el literal el literal d) de este
artículo, en la forma prevista en el numeral 5 del artículo 8 del
decreto 2351 de 1965>. A su turno el art. 8 del Decreto 2351 de
1965 dispone que el juez del trabajo podrá, mediante demanda del
trabajador, ordenar el reintegro de éste en las mismas condiciones
de empleo de que antes gozaba y al pago de los salarios dejados de
percibir, o la indemnización en dinero prevista para ello, estimando
las circunstancias que aparezcan en el juicio. En consecuencia,
habiendo sido despedido el trabajador, sin justa causa y contando
con más de 20 años de servicios, y no demostrada por la
demandada la imposibilidad de reintegro al mismo cargo que
desempeñaba, se ordenará el mismo” (folios 469 cuaderno 1).
III. RECURSO DE CASACIÓN
En la demanda con la que sustenta el recurso
(folios 8 a 16 del cuaderno 2), que
fue replicada (folios 21 a 23
ibídem), el recurrente pide a la Corte que case totalmente la sentencia
de segundo grado y, en sede de instancia, revoque en su integridad lo
decidido por el juez de primera instancia para que, en su lugar, lo
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absuelva de todas y cada una de las pretensiones elevadas en el libelo
incoativo (folio 11 cuaderno 2).
Con tal propósito le formula un único cargo en el
que acusa la sentencia de violar de manera directa, por
interpretación errónea el artículo 47 del Código Sustantivo del
Trabajo, “lo cual condujo a la aplicación indebida de los artículos 7º
y 8º del Decreto 2351 de 1965 (62 y 64 C.S.T), el último modificado
por los artículos 6º de la Ley 50 de 1990 y 28 de la Ley 789 de 2002
y del artículo 467 del Código Sustantivo del Trabajo. También se
produjo la infracción directa del artículo 191 del C.P.C. modificado
por el artículo 19 de la Ley 794 de 2003, como violación medio”
(folio 11 cuaderno 2).
Emprende la demostración del cargo el recurrente
afirmando que en “el artículo 47 del C.S.T., que fue el citado por el
Tribunal pero más propiamente corresponde, como antes se señaló,
al artículo 5º del decreto 2351 de 1965, se contempla la terminación
del contrato con fundamento en una circunstancia que conduce a la
terminación del contrato, no por la determinación del empleador en
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sí, sino por los efectos de la propia ley. Además, no es en sentido
estricto una creación de la ley laboral, sino que pertenece al mundo
de las consecuencias lógicas y que en el mundo del Derecho se
encuentran reguladas de manera general, dado que no es posible
concebir la existencia de un efecto jurídico cuando la causa y el
objeto del mismo han desaparecido. Por eso, de manera muy
precisa, la disposición en estudio señala que el contrato < tendrá
vigencia mientras subsistan las causas que le dieron origen y la
materia del contrato >, lo que en sentido contrario supone que
desaparecidas las dos o una de ellas, causa o materia, el contrato
desaparece, no por voluntad del empleador como antes se anotó,
sino por previsión de la ley y, por encima de todo, por lógica” (folios
13 y 14 cuaderno 2).
Más adelante asevera el impugnante que dado que
lo invocado en la carta de terminación de la relación laboral “no fue
una justa causa, aspecto en el que no hay discrepancia, y que la
aplicación del artículo 8º del decreto 2351 de 1965 gira en torno de
que exista o no una justa causa de despido, resulta evidente que el
Tribunal se equivocó al tomar dicha norma como eje de su decisión.
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Es decir, el ejercicio que el juez debe hacer para aplicar esta norma,
es determinar si se invocó o no una justa causa de despido y, en el
primer caso, se produjo la demostración correspondiente, pero en
caso presente no se invocó un hecho que constituyera una justa
causa, por lo que no se presenta la hipótesis de facto que constituye
la base de la aplicación del precepto en cuestión, lo cual significa
que la escogencia del mismo fue errado y por eso su aplicación
resulto indebida” (folio 14 cuaderno 2).
Por último, aduce el recurrente que la terminación
del contrato de trabajo la sustentó en “la evolución de la economía
mundial y del mercado internacional del café”, aspecto que sin
describirlo exactamente no cuestiona el Tribunal, y que supone la
invocación de unos elementos económicos que pertenecen al
mundo de los indicadores de tal índole, por lo que debían tenerse
como hechos notorios de acuerdo con lo preceptuado en la
disposición en comento que ya se encontraba vigente para el
momento del fallo del Tribunal e inclusive, para la fecha de
expedición de la decisión d primera instancia”(folio 15 cuaderno 2).
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LA RÉPLICA
Confuta el cargo arguyendo que “resulta mal
formulado, porque las modalidades de infracción de la ley en forma
directa y por errónea interpretación no son pertinentes cuando se
vincula a una actividad probatoria del sentenciador. Para que se de
la violación por la vía directa, es necesario que el error de juicio
debe ser de puro derecho, debe predicarse dentro del mismo cuerpo
del texto de la sentencia, pero si es necesario acudir a hechos,
pruebas, actos procesales o elementos extraños a la discusión que
se aclara se estará frente a un motivo de casación distinto” (folio 22
cuaderno 2).
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Como quedó dicho al hacer el compendio de la
sentencia impugnada, el Tribunal para confirmar el reintegro
dispuesto a favor del promotor de la litis por el juez de primer grado
asentó que
“a folio 337 aparece comunicación de fecha 26 de
septiembre de 2001 por la cual la demandada le hace sabe al actor
su decisión de dar por terminado el contrato, concluyéndose
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entonces que la desvinculación correspondió a un despido sin justa
causa, amparado en el art. 47 del C.S.T. pues no se demostró que
las causas que dieron origen al contrato, habían desaparecido, y así
deberá declararse. Además de la norma anterior, el artículo 3 de las
convenciones colectivas de 1978 y de 1982 (fls. 123 y 38
respectivamente), y el artículo 4 del Capítulo 2 de la convención de
1984 (fls. 24 ss) dispone que <cuando el trabajador hubiese
cumplido 8 años continuos de servicio y fuere despedido sin justa
causa, podrá solicitar ante el juez del trabajo el reintegro y el pago
de los salarios dejados de percibir o la indemnización de que trata el
literal el literal d) de este artículo, en la forma prevista en el numeral
5 del artículo 8 del decreto 2351 de 1965>. A su turno el art. 8 del
Decreto 2351 de 1965 dispone que el juez del trabajo podrá,
mediante demanda del trabajador, ordenar el reintegro de éste en
las mismas condiciones de empleo de que antes gozaba y al pago de
los salarios dejados de percibir, o la indemnización en dinero
prevista para ello, estimando las circunstancias que aparezcan en el
juicio. En consecuencia, habiendo sido despedido el trabajador, sin
justa causa y contando con más de 20 años de servicios, y no
demostrada por la demandada la imposibilidad de reintegro al
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mismo cargo que desempeñaba, se ordenará el mismo” (folios 469
cuaderno 1).
La conclusión en precedencia la fustiga la sociedad
demandada, en esencia, porque en “el artículo 47 del C.S.T., que
fue el citado por el Tribunal pero más propiamente corresponde,
como antes se señaló, al artículo 5º del decreto 2351 de 1965, se
contempla la terminación del contrato con fundamento en una
circunstancia que conduce a la terminación del contrato, no por la
determinación del empleador en sí, sino por los efectos de la propia
ley. Además, no es en sentido estricto una creación de la ley laboral,
sino que pertenece al mundo de las consecuencias lógicas y que en
el mundo del Derecho se encuentran reguladas de manera general,
dado que no es posible concebir la existencia de un efecto jurídico
cuando la causa y el objeto del mismo han desaparecido. Por eso, de
manera muy precisa, la disposición en estudio señala que el contrato
<tendrá vigencia mientras subsistan las causas que le dieron origen
y la materia del contrato>, lo que en sentido contrario supone que
desaparecidas las dos o una de ellas, causa o materia, el contrato
desaparece, no por voluntad del empleador como antes se anotó,
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sino por previsión de la ley y, por encima de todo, por lógica(…) no
fue una justa causa, aspecto en el que no hay discrepancia, y que la
aplicación del artículo 8º del decreto 2351 de 1965 gira en torno de
que exista o no una justa causa de despido, resulta evidente que el
Tribunal se equivocó al tomar dicha norma como eje de su decisión.
Es decir, el ejercicio que el juez debe hacer para aplicar esta norma,
es determinar si se invocó o no una justa causa de despido y, en el
primer caso, se produjo la demostración correspondiente, pero en el
caso presente no se invocó un hecho que constituyera una justa
causa, por lo que no se presenta la hipótesis de facto que constituye
la base de la aplicación del precepto en cuestión, lo cual significa
que la escogencia del mismo fue errado y por eso su aplicación
resulto indebida”” (folios 13 y 14 cuaderno 2).
En lo que al recurso extraordinario interesa el
número 2 del artículo 47 del Código Sustantivo del Trabajo,
subrogado por el 5º del Decreto 2351 de 1965, reza:
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“Duración Indefinida(…) 2. El contrato a término
indefinido tendrá vigencia mientras subsistan las causas que le
dieron origen y la materia del trabajo (…)”.
Acerca de la inteligencia del mencionado precepto,
la Corte de antaño ha sostenido de manera pacífica lo siguiente:
“El artículo 5º del Decreto 2351 de 1965 fue adoptado por
el legislador como el resultado del prolongado e incesante
batallar de los trabajadores y de las organizaciones
sindicales para obtener la garantía de una mayor
estabilidad en el empleo, beneficio para el cual constituían
permanente amenaza los ordenamientos 47, 48 y 49 del
Código Sustantivo del Trabajo, sustituidos por aquel, que
consagraban el plazo presuntivo de seis (6) meses para los
contratos de duración indeterminada y la posibilidad de
que se extinguieran en cualquier momento a virtud de la
estipulación de la llamada “cláusula de reserva”. Por ello
no cabe duda que la referida disposición se endereza
esencialmente a reconocer el carácter de ilimitados en el
tiempo a aquellos contratos cuya duración no hubiese sido
expresamente determinada por las partes o no resulte de
la naturaleza de la respectiva obra o labor, asegurando así
para el trabajador su derecho de permanencia en el
servicio mientras cumpla con sus obligaciones y no
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concurra alguna de las circunstancias que, conforme a la
ley, terminan el contrato o autorizan al patrono para
ponerle fin. Es natural y lógico, por tanto concluir que esta
clase de convenciones hacen permanente la relación de
trabajo y ofrecen al trabajador más seguridad y estabilidad
que las que se sujetan a un tiempo determinado. Esa fue,
sin duda, la intención del precepto comentado al disponer
que “El contrato de término indefinido tendrá vigencia
mientras subsistan las causas que le dieron origen y la
materia del trabajo”.
Salta a la vista, pues que el propósito de la norma fue el
de consagrar un derecho para el trabajador – la
estabilidad- y el deber correlativo para el patrono de
respetarlo. Esa estabilidad no quedó dependiendo de la
voluntad o del arbitrio patronal, como para que pueda
entenderse que el empresario le basta con hacer
desaparecer, o propiciar el desaparecimiento, de las
causas que dieron origen al contrato o la materia del
trabajo para que aquél se tenga como extinguido en forma
legal y justificada. Es preciso distinguir, en cada caso, el
origen, la fuente o razón de esos fenómenos. Si ellos se
producen por hechos o circunstancias ajenas a la voluntad
de las partes, el contrato terminará automáticamente por
ministerio de la ley, pero si sobrevienen por el querer
exclusivo de una de ellas, porque los ha procurado en
busca de mayores beneficios personales, la expiración del
vínculo será imputable a quien con ese comportamiento la
haya provocado y auspiciado, tendrá el carácter de ruptura
unilateral y deberá asumir las consecuencias previstas en
la ley para estos casos.
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“Así ocurre, verbi gratia, cuando una empresa, por su
propia voluntad e independientemente de cualesquiera
otros factores externos, decide variar el sistema que venía
empleando y a tal efecto adquiere e instala equipos más
modernos que le significan economía, rapidez, disminución
del personal utilizado, fácil aumento en el volumen de
producción y mejores condiciones para competir en el
mercado, pues tal proceder – de suyo lícito- no puede
traducirse en su propio beneficio únicamente, o, al menos,
no debe redundar en perjuicio del trabajador, quien por el
contrario, tiene el derecho de esperar en su favor, o, en el
peor de los supuestos, que no se logren a costa de su
sacrificio. Empero, si a esos cambios y transformaciones,
con la consecuencia de licenciamiento de personal,
concurren conjuntamente, como causa determinante, el
elemento volitivo en el empresario y otras situaciones
extrañas a él, será preciso examinar en concreto las
circunstancias de hecho que rodeen el asunto específico
cuestionado, y no solamente a la luz de la disposición que
se estudia, sino también de otras que puedan regularlo.
“De otro lado, no estima la Corte que por el hecho de que
se suprima el cargo que he venido desempeñando de u
trabajador,
como
consecuencia
de
los
cambios
o
modificaciones que el empleador haya introducido en la
organización de la empresa, se entiende a que ha dejado
de existir la materia del trabajo. Esta no puede ser otra
que la empresa misma, en su concepción legal de unidad
de explotación económica, mientras conserve su actividad
normal. Si se admite su identificación con el cargo u oficio
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que en un momento dado se desempeña, sería tanto como
conferir al patrono la facultad de finalizar el contrato y
dejar cesante al trabajador cuando a bien lo quiera, con
sólo hacer mutaciones en la empresa, cambiar las
denominaciones o las funciones de los empleos, o acudir a
artificios semejantes. De este modo, el derecho a la
estabilidad tan justamente ganado por los trabajadores y
consagrado –tímidamente, por cuanto el reintegro o la
reinstalación sólo se prevé en otras normas para
situaciones especiales, - en el artículo 5º del Decreto 2351
de
1965,
sería
objeto
de
frecuentes
burlas
y
desconociendo.
“Sobre este particular, Mario de la Cueva emite los
siguientes conceptos:
“Creemos que la estabilidad en el trabajo es una institución
peculiar del derecho del trabajo, a la que puede
caracterizarse diciendo que es el derecho a permanecer en
el trabajo en tanto subsistan su materia y a recibir los
beneficios consecuentes, un derecho que se impone, por
una parte, a todo adquirente de la empresa, a cuyo efecto
dispone el trabajador de la acción de reinstalación en el
trabajo y pago de salarios caídos en el caso de una
separación injustificada, y por otra, a toda persona que
desempeñe
el
trabajo
substitución
del
trabajador
separado(…) Esta concepción de la finalidad fluye de la
naturaleza de la relación de trabajo que ya nos es
conocida, como una situación jurídica objetiva que se crea
entre un trabajador y un patrono por el simple hecho de la
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prestación de un trabajo, y cuya persistencia, desde la
superación del contractualismo, ya no depende de la
voluntad del empresario, sino de la existencia y actividad
de una empresa, concebida como una unidad económica
de
producción
y
distribución
de
bienes
y
servicios”(sentencia de 17 de marzo de 1997).
Después de transcribir el pensamiento que sobre el
artículo bajo examen dejó plasmado la Corte, que con esta decisión
se reitera, recabando, entonces, en el asunto sometido a escrutinio
de la Sala se observa que el juez de la alzada no incurrió en el yerro
jurídico que le enrostra la censura, en cuanto a la interpretación
errónea del artículo 47 del Código Sustantivo del Trabajo, subrogado
por el 5º del Decreto 2351 de 1965, primero, porque en estricto
rigor no realizó un ejercicio hermenéutico de la norma, que es el
instrumento o vehículo que conduce a dicha modalidad de violación
de la ley y, en segundo término, porque es verdad inconcusa que la
labor del Tribunal se limitó a inaplicar dicho precepto por la potísima
razón de que no encontró acreditados dentro del plenario los
supuestos fácticos previstos en la norma, esto es, “que las causas
que dieron origen al contrato, habían desaparecido”, y al no hallar
demostrado que la relación laboral se extinguió por carencia de
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causa y materia, era más que natural y obvio arribar a la conclusión
jurídica de que la terminación del vínculo contractual se tornó en
unilateral,
debiendo
el
empleador,
por
ende,
asumir
las
consecuencias previstas en la ley y en la convención colectiva de
trabajo para estos eventos.
Desde otra arista, quedó claro que no es materia
de discusión que el motivo que invocó la demandada para dar por
terminado
el contrato de trabajo estribó en “la evolución de la
economía mundial y del mercado internacional del café” , y siendo
ello así, como efectivamente lo fue, no puede pasar por alto la Corte
que: (i) el enunciado de esa sola circunstancia, per se,
no genera
el fenecimiento de la materia del trabajo, de acuerdo con la
sentencia traída a colación, o, por lo menos, no se acreditó cosa
distinta; (ii) que aunque sea factible pensar de que la sociedad
demandada se haya visto
afectada por políticas de
producción,
exportación y/o precio del café, esas dificultades son inherentes a
su objeto social, aunado a que se trata de los riegos propios de toda
especulación económica libremente escogida por el empleador empresario
y que, en principio,
a la luz de lo instituido
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paladinamente por el artículo 28 del Código Sustantivo del Trabajo,
no deben ser asumidos por los trabajadores; y (iii) por soportar la
demandada la decisión de terminar el contrato trabajo en
indicadores económicos de connotación internacional, no hay duda
de que requería de su demostración, habida cuenta que los únicos
indicadores económicos que se estiman como hechos notorios, son
los “nacionales”, en virtud
del artículo 191 del Código de
Procedimiento Civil, aplicable al procedimiento laboral, por remisión
analógica autorizada por el artículo 145 del Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social.
Como colofón, se tiene, entonces, que no se
vislumbran los yerros jurídicos achacados por la censura, toda vez
que los motivos expresados al actor al momento del fenecimiento de
la relación laboral, no implican, de conformidad con la norma
analizada y la sentencia de la Corte citada, que se haya ésta
extinguido por carencia de causa y materia.
Puestas así las cosas, el cargo no tiene vocación de
triunfar.
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En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República de Colombia y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá dictada 20 de mayo de 2005, en el proceso promovido por
ALBEIRO GALLEGO HERNANDEZ contra los ALMACENES GENERALES
DE DEPOSITO DE CAFÉ S.A.- ALMACAFE.
Costas en el recurso extraordinario a cargo de La
sociedad impugnante.
Cópiese, notifíquese, publíquese y devuélvase al
Tribunal de origen.
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GUSTAVO JOSE GNECCO MENDOZA
LUIS JAVIER OSORIO LOPEZ
CARLOS ISAAC NADER
FRANCISCO JAVIER RICAURTE GOMEZ
CAMILO TARQUINO GALLEGO
MARIA ISMENIA GARCIA MENDOZA
Secretaria
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