PALABRAS DEL SEÑOR MINISTRO JUAN N. SILVA MEZA, PRESIDENTE DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN Y DEL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL, CON MOTIVO DEL RECONOCIMIENTO POR SU COMPROMISO Y PROMOCIÓN EN LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS, DURANTE EL XIV PERIODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS San José, Costa Rica., 14 de noviembre de 2014. Muy buenas tardes a todos ustedes; Señor Juez Humberto Antonio Sierra Porto, Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; Distinguidos Jueces de esta Corte, don Roberto F. Caldas, Vicepresidente; don Manuel E. Ventura Robles; don Eduardo Vio Grossi; don Diego GarcíaSayán; don Alberto Pérez Pérez; don Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot; Compañeros Jueces, amigos entrañables, muy apreciados y distinguidos juristas; Señor Embajador de México en Costa Rica, don Fernando Baeza Meléndez; Señora Sonia Picado Sotela, Presidenta Interamericano de Derechos Humanos; Honoraria del Instituto Don Pablo Saavedra Alessandri, Secretario de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; A todos ustedes mi particular agradecimiento; Señoras y señores: Nunca había tenido más sentido esas expresiones que a veces se dicen, ya como fórmulas, y que se resumen en: no tengo palabras. Las hemos escuchado en la primera persona, las hemos escuchado muchas veces y, en lo personal, no le había dado el real contenido que a veces pueden tener. Esta es una ocasión de esas. Este reconocimiento de la Corte Interamericana me llena, obviamente, de una gran satisfacción. Me resulta particularmente emotivo por muchos motivos. Si se quiere, uno de carácter personal. Llega, al concluir una etapa en un desempeño al frente de una representación, pero también de una carrera judicial que se inicia en el siglo pasado, en los años setentas. Eso tiene un peso específico para su servidor, en el sentido de que está cercano a la conclusión de una responsabilidad, en una decisión de vida, que algunos tenemos oportunidad de tomar: el ser juzgador. Y en este desempeño en los últimos años y al frente de esta responsabilidad, a partir, definitivamente con mayor intensidad, de las reformas constitucionales del 2011, se ha venido dando una intensa relación con esta Corte. Decíamos importante, trascendente para mí, por venir de quién viene, y ahora por el lugar donde se otorga, lo ha dicho el Presidente: un lugar lleno de simbolismo. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, institución a la que, en lo particular y personal, profeso gran admiración y respeto. Corte que se ha forjado y ha forjado su prestigio, con trabajo serio y constante; con una convicción permanente de defensa de los derechos de las personas en la región. Decíamos durante los últimos años, la relación entre nuestras Cortes, se ha visto fortalecida. Hemos tenido la oportunidad de conocernos más y de cerca, por los proyectos, las ideas y los trabajos compartidos. Y nuestra impresión, y la personal, se reafirma y aumenta al conocer la valía de cada una de las personas que participa en las importantes tareas de este Tribunal. Como se ha recordado, casi al inicio de mi gestión como Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se aprobó la reforma constitucional de 2011 en materia de derechos humanos, que generó un cambio determinante en la labor jurisdiccional de mi país. A partir de entonces, por mandato constitucional, los derechos humanos constituyeron el centro de la actuación de las autoridades, obligadas a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de todas y todos. 2 Este cambio de paradigma en la impartición de justicia, se vio fortalecido principalmente por la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el caso identificado como Rosendo Radilla Pacheco, consecuencia de la sentencia de 23 de noviembre de 2009 en la que esta Corte Interamericana condenó al Estado mexicano, por graves violaciones a los Derechos Humanos. A partir de esta resolución, se determinó el reconocimiento de la jurisdicción contenciosa de la Corte Interamericana y se obligó a la Suprema Corte de Justicia a adoptar los criterios interpretativos de aquélla, en litigios en los que el Estado Mexicano sea parte. Asimismo, se estableció que los tribunales del Estado Mexicano, deben ejercer un control de convencionalidad ex oficio, entre las normas internas y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. Esta resolución, abrió la interpretación de la Suprema Corte de Justicia a los criterios emitidos por la Corte Interamericana, ampliando el marco jurídico de protección de los derechos humanos contenidos en las fuentes jurídicas del Derecho Internacional, como parte de nuestro sistema de protección constitucional, señalando como principio rector de ponderación de normas: el principio pro persona. La política de implementación de las reformas constitucionales en materia de derechos humanos y amparo, llevó a la declaración de inicio de la Décima Época jurisprudencial, que, a la fecha, ha generado importantes criterios jurisprudenciales, que le han venido dando forma. En aquél momento, nos quedó muy claro que una de las necesidades, más apremiantes, era proveer a los juzgadores de las herramientas y conocimientos necesarios para enfrentar este nuevo reto. La Corte Interamericana siempre estuvo a nuestro lado para ayudarnos a enfrentarlo. De ahí el contexto antes referido. Con ustedes, impartimos cursos de capacitación sobre el Sistema Interamericano y los límites de la jurisdicción penal militar; las garantías judiciales y la protección judicial; y la debida investigación y juzgamiento de hechos constitutivos de desaparición forzada de personas. Con ustedes, emprendimos y llevamos a cabo, se ha recordado, y llevamos a buen puerto el Buscador Jurídico en Materia de Derechos Humanos. 3 De ustedes, tomamos estándares y conceptos fundamentales para la definición, protección y difusión de los derechos y hoy, con orgullo decimos, ya también la Corte Interamericana de Derechos Humanos nos ha citado. Estas referencias, sin duda, empezaron a hacer realidad el diálogo jurisprudencial de la región, que esperamos, y así será, deberá seguir creciendo con la suma de más criterios y países. Pero también debemos decir que la situación de los derechos humanos en la región, es un tema que dista mucho de estar resuelto. Todavía requerimos de muchísimo trabajo, para lograr estar satisfechos con el ejercicio que de ellos se hagan, libremente, sin cortapisas, todas las personas de nuestros países. Amigos Jueces de la Corte Interamericana: Este reconocimiento, sí, lo comparto con todo mi país, lo reconozco como parte del Estado mexicano y las instituciones que han tomado en serio sus nuevas obligaciones constitucionales. Mucho, mucho lo valoro, porque constituye un gran estímulo y un compromiso para los hombres y mujeres que, en todo el Poder Judicial de la Federación en México, están haciendo un gran trabajo, para que la protección de los derechos humanos sea una realidad cotidiana. Ser Juez, lo sabemos todos, es resistir. Ejercer la judicatura con independencia, con autonomía y con libertad de criterio, implica siempre, resistir las presiones de poderes legales o ilegales, formales o informales. Juzgar con rectitud y en conciencia implica poner en riesgo la tranquilidad; con frecuencia, la integridad y, otras veces, la seguridad. Pero es preferible correr esos riesgos que dejar sin la protección de sus derechos a las personas. En México, se ha dicho, hoy vivimos tiempos convulsos. Así lo asumimos. Este reconocimiento lo recibo en medio de una crisis de seguridad en la que la violencia ha puesto en vilo a la ciudadanía, y a prueba a todas las instituciones del Estado mexicano. Hoy, los caminos parece que no se encuentran. La sociedad es lastimada en sus derechos fundamentales. Clama por seguridad y paz. Pero, al mismo tiempo, en México las instituciones estamos trabajando; cada una en su papel, cada una en 4 su ámbito de competencia, para que México, nuestro México, vuelva a ser el país de paz que siempre ha sido. Y en este sentido, la colaboración con la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como órgano complementario del rico sistema de protección de derechos humanos en México, ha sido y seguirá siendo fundamental. Su presencia, derivada de la normas establecidas en el Pacto de San José, que son parte de nuestro régimen constitucional, hoy nos debe brindar un apoyo invaluable en nuestro empeño por combatir, institucionalmente, la corrupción y la impunidad, lastres siempre asociados a la existencia de abusos de poder, de los que todo, todo México unido, debe librarse, para hacer viable su futuro, siempre dentro de la Constitución, siempre dentro de la ley, siempre dentro de las instituciones, nunca fuera de ellas. Estamos seguros que esa es la ruta, esa es la ruta correcta. Nosotros los juzgadores, de ello estamos convencidos. Dejo constancia nuevamente de mi agradecimiento a esta Corte Interamericana de Derechos Humanos por este desorbitado reconocimiento. Así lo veo en mi persona. Se los agradezco. Es un gran compromiso, es una gran responsabilidad, seguir transitando en esta congruencia. Muchísimas gracias. Gracias a todos. 5