Clonación terapéutica: el tema ético de fondo Dr. Juan Pablo Beca Infante Abril 2005 El debate social y ético en torno a la clonación humana se ha reanudado ante la comunicación científica de un nuevo paso hacia la producción de células madre de origen embrionario. Es una discusión necesaria e inevitable que debería circunscribirse a la clonación con fines de investigación orientada a propósitos terapéuticos que son aún lejanos. La clonación con fines reproductivos no es el tema, no está en la intención de los investigadores, y ha sido universalmente rechazada por científicos, pensadores de distintos credos y legislaciones de los países que han legislado en la materia. Para un análisis equilibrado es necesario comprender de qué se trata la clonación terapéutica y cuál es el tema ético de fondo. Sólo así se podrá adoptar con seriedad una posición, sea personal, institucional o legal. Recientemente los científicos Woo Suk Hwang y Shin Yong Moon de Corea del Sur han publicado su investigación que permite avanzar en la clonación humana con fines terapéuticos o de investigación. Esta vez el éxito ha sido el trasplante nuclear usando óvulos humanos enucleados a los cuales se inyectó células del cúmulo ( células maternas que rodean al óvulo). Es un logro importante para un estudio aún inicial: de 242 óvulos de 16 donantes se obtuvo desarrollo de 30 cigotos hasta blastocisto, y de 20 de ellos se obtuvo células troncales y se derivó sólo una línea celular. Se logró así, aunque de manera aún muy poco eficiente, producir cigotos que se desarrollaron hasta la etapa de blastocisto, con idéntico genoma al de la mujer que donó sus óvulos para esta investigación. Luego estas células del maciso celular interno, debido a su pluripotencialidad, pueden ser cultivadas y diferenciadas hasta la obtención de células con un potencial uso en el tratamiento de pacientes con enfermedades degenerativas neurológicas, cardíacas u otras. Son células que no tienen las características genéticas del enfermo y como tal tienen el riesgo de ser rechazadas. Para evitarlo será necesario no sólo que esta técnica de clonación sea viable de manera más eficiente, sino que se logre generar cigotos inyectando óvulos con núcleos de células somáticas de pacientes. Faltan pues muchas etapas antes de iniciar proyectos de investigación clínica que usen células embrionarias diferenciadas en el tratamiento de personas con enfermedades degenerativas. Nadie debería entonces en esta etapa plantearse esperanzas concretas para un plazo cercano. Quienes defienden este tipo de investigación lo hacen a partir de una argumentación utilitarista que la justifica por el inmenso beneficio que puede lograrse para miles de enfermos. Quienes la condenan de manera categórica lo hacen basados en conceptos de sacralidad de la vida humana en todas sus etapas. Son visiones irreconciliables que muchas veces se adoptan sin el debido análisis detallado de los hechos ni de los fundamentos de diferentes perspectivas. El análisis ético debe partir por definir el estatuto ontológico y moral de los embriones producidos mediante esta técnica. Biológicamente son cigotos y embriones hasta la fase de blastocisto, con igual genoma al de la mujer que aportó los óvulos. Sus características biológicas son iguales a las de otros blastocistos pero existen diferencias importantes: no tienen origen gamético, no constituyen un nuevo genoma, no han sido generados con fines reproductivos, no serán tansferidos a úteros gestantes, y la factibilidad de lograr su desarrollo hasta individuos adultos en la especie humana no ha sido demostrada. Lo anterior no indica que no se trate de vida humana, como también lo son los cultivos celulares o los órganos que se trasplantan. Quienes defienden la clonación humana con fines de investigación científica consideran que estas diferencias le otorgan una naturaleza diferente que no ha sido aún bien aclarada, que sería en todo caso diferente a la de seres humanos de origen gamético y ya desarrollados, pero diferente también a la naturaleza de cualquier célula humana. Así el tema moral debe analizarse, más que en suponer intenciones y consecuencias especulativas o de ficción, en establecer qué es y cómo se debería respetar este nuevo tipo de vidas humanas, generadas no por la naturaleza sino por la técnica científica. Hay tres posiciones ante esta interrogante: 1) que son seres humanos en desarrollo inicial y en cuanto tales son personas potenciales, 2) que son sólo grupos celulares con sus propias características biológicas de pluripotencialidad, y 3) que son vidas humanas en etapa aún muy preliminar, cuya condición de persona potencial la irán adquiriendo gradualmente en etapas más avanzadas. Este es el tema ético de fondo y de su respuesta depende toda argumentación posterior, independientemente de apriorismos, temores o posiciones doctrinarias. Dependiendo cuál de estas concepciones se acepte se debería concluir qué se acepta en esta línea de investigación y cómo se respeta estas nuevas vidas humanas. Si se considera que son personas humanas en potencia deberíamos exigir su máximo respeto. Si se acepta que son sólo grupos celulares no habría ningún reparo en su utilización científica y los problemas éticos se reducirían a la forma de obtención de óvulos y a la comercialización de los futuros tratamientos. Si se acepta la gradualidad para alcanzar el estatuto moral de persona potencial, se requiere que se precisen formas especiales de respeto para este nuevo tipo de embriones. Es así necesario establecer estrictas regulaciones que aseguren la responsabilidad de las investigaciones, el respeto a las mujeres que aportan óvulos evitando toda forma de abuso, su uso limitado a proyectos debidamente aprobados y supervisados, evitar el comercio de células, etc. Después vendrá la necesidad de una planificación muy responsable de las primeras investigaciones en pacientes portadores de enfermedades que podrían potencialmente beneficiarse a través de trasplantes celulares.