¿Está facultada la autoridad judicial para actuar de oficio cuando se

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Resumen: S-034
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDEST E
Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2006
¿Está facultada la autoridad judicial para actuar de oficio
cuando se violan derechos de usuarios y consumidores?
Tenev, María V.
Facultad de Derecho, Ciencias Sociales y Políticas
Universidad Nacional del Nordeste
Salta 459 (3400) Corrientes - Argentina
(03783) 422646 - 464476
Antecedentes.
El órgano judicial es la instancia de poder que posee la atribución constitucional, la competencia legal, y la capacidad
científico técnica, para intervenir en pos de la resolución de conflictos que pudiesen surgir entre partes, sean publicas o
privadas.
Luce así que, el órgano judicial debe intervenir en el marco de una determinada relación jurídica o fáctica que resulta
justiciable, motivo por el cual no debe adoptarse ninguna medida, ni reglamentaria ni fáctica, que propenda a que se
retraiga la potestad y la facultad de dicho órgano, pues en caso que se limite su aptitud para impartir justicia y velar por
el imperio de la legitimidad , se estaría violando:
• La letra de la Constitución Nacional, en cuanto establece de modo tajante la división de poderes;
• El espíritu de la Constitución Nacional, en cuanto de él emerge, sin dudas, una sólida división de funciones
entre los tres poderes del Estado, los cuales son independientes uno de otros;
• Los principios del Derecho Constitucional Moderno;
• Los principios del Estado de Derecho.
De acuerdo a las atribuciones que le han sido conferidas, es innegable que es atribución insita a la propia naturaleza del
órgano judicial:
• Controlar si los actos emitidos o las conductas desplegadas, por el Estado o por personas públicas delegadas, se
someten al imperio constitucional y a los principios básicos del derecho. Y, en caso negativo, disponer la
revocación del acto o conducta que afecte al reino de la legitimidad.
• Determinar si quien accede a dicho órgano, ha sido titular de un derecho o de un interés que deba ser reparado,
como consecuencia de haber sido lesionado o agraviado.
Al órgano judicial, tal lo señalado, le corresponde, entre sus funciones, el control de constitucionalidad, el ejercicio de
función jurisdiccional, y la resolución de controversias, motivo por el cual, es evidente que se encuentra facultado en
todo momento para intervenir a fin de reparar el imperio constitucional.
Materiales y Métodos.
Los materiales empleados para la realización de esta investigación fueron, principalmente, el uso y manejo de material
bibliográfico actualizado relativo al tema.
Asimismo, el estudio de la normativa relacionada: leyes, decretos, estatutos y resoluciones.
Otra fuente de investigación fue la opinión de expertos en la materia y/o funcionarios que actualmente ocupan cargos en
organismos encargados de la defensa del consumidor.
También se efectuaron investigaciones a través de sitios web.
La metodología del trabajo se puede resumir de la siguiente manera:
Métodos Teóricos:
Métodos Empíricos:
- Análisis / Síntesis
- Observación
- Histórico / Lógico
- Criterios de Expertos
- Inducción / Deducción
Discusión de Resultados.
La Constitución Nacional no consagró el derecho de los usuarios y consumidores en abstracto y como una mera
enunciación teórica, sino que situó a esa defensa dentro de un contexto fáctico real, como ser dentro de la relación de
consumo.
Al conferirle el constituyente rango constitucional a la tutela del usuario y del consumidor no ha hecho mas que admitir
una realidad, como ser que todas las personas son usuarios y consumidores, como asimismo ha admitido el estado de
indefensión ante el cual se encuentran los usuarios, a partir de los primeros años de la década del 90, frente a los
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proveedores de bienes y servicios, máxime si se tiene en cuenta la concentración, que se ha ido sucediendo, en las
bocas de expendio de los proveedores de bienes y en la prestación de servicios.
El reconocimiento de la realidad por parte del constituyente ha sido importante, trascendente, a fin de incorporar al
mundo jurídico la problemática del usuario, frente a los desbordes en los cuales podrían incurrir los proveedores, fruto
ello del “excesivo poder político, económico y jurídico” que sobre ellos recae, esto en orden a la concentración de
riqueza que ostentan los proveedores de bienes y, principalmente, de servicios públicos.
A fin de garantizar que los usuarios y consumidores no sean afectados, ni en su vida ni en su patrimonio, por la
recepción de un servicio público irregular, la Constitución creó la teoría del Derecho del Usuario y del Consumidor,
cuyo objeto principal es que, este último, sea receptor de un servicio en condiciones de calidad y dignidad, circunstancia
ésta que tiende a favorecer a que el usuario o consumidor pueda ver satisfechos y cumplidos sus derechos
constitucionales.
La tutela del usuario, constitucionalmente consagrada, es operativa. En este sentido, se ha sostenido que: “La norma del
artículo 42 de la Constitución nacional pone en cabeza de los consumidores y usuarios derechos plenos, los cuales son
operativos sin necesidad que se dicte una ley que los instrumente.” (CNFed. Contencioso Administrativo, Sala II,
05/11/1998, “Ciancio, José M. C/ Enargas”, Rev. La Ley, 1999 - D, 349 y Rep. LIX, páginas 929/930, parágrafo 12).
La finalidad instaurada por el artículo 42 de la Constitución Nacional, que garantiza que el servicio y la provisión en el
marco de una relación de consumo que reciben los usuarios, sea en condiciones de dignidad, calidad y certeza, revela
que, el Constituyente, confirió, a favor de los usuarios y consumidores, herramientas procesales a fin de exigir, al
prestador del servicio o del proveedor del bien el cumplimiento de dichas condiciones.
Las herramientas procesales de las cuales se dota al usuario, a fin de impedir que los prestadores de bienes y servicios
violenten las pautas contractuales o normativas en general, afectando así, derechos constitucionales pertenecientes al
consumidor, son la vía del Amparo o la Acción Cautelar Autónoma o la Acción Sumarísima del Consumidor.
Es prudente, razonable y lógico que los usuarios y los consumidores (como asimismo el Defensor del Pueblo y/o con las
Asociaciones de Consumidores), sean investidos de la legitimación procesal activa que le permitan iniciar acciones
judiciales con el objeto de obtener expeditos resultados, a fin de reparar un derecho que se está lesionando o de evitar
que se comience demérito, injustificado, de algún derecho.
Pero lo importante, mas allá de la consagración de legitimación activa a favor de los usuarios y consumidores es que,
tales herramientas se conviertan en un vehículo efectivo y real destinado a la tutela de los usuarios, y tiendan a
disminuir la aurora de desigualdad que “sobrevuela” en todo vínculo de usuario y consumidor y que, usualmente, se
consagra a favor de quien es titular de mayor fuerza y poderío económico, jurídico, y hasta operativo, como ser, en
muchas ocasiones, el proveedor.
Así las cosas, lo trascendente, lo gravitante, es que, el control judicial que se efectúe con relación a los servicios o
provisiones que son brindadas por proveedores, tenga por norte esencial tutelar, de modo íntegro, el derecho de los
usuarios y consumidores, evitando así, que se produzcan situaciones que consagren ilegitimidades o irregularidades o
regímenes de iniquidad que agravien derechos constituidos y consagrados a favor de los consumidores y de los
usuarios.
De lo hasta aquí expuesto surge que la Constitución, como texto que resume los principios del Derecho Constitucional y
que contiene las declamaciones y las herramientas necesarias a fin de satisfacer los requerimientos sociales, ha tendido
a proteger, a los Usuarios y Consumidores, resguardándolos ante eventuales lesiones y agravios, motivo por el cual, los
ha dotado de las herramientas procesales pertinentes al efecto, las cuales, sólo adquieren eficacia en el mundo real si:
• No se obstruye el acceso a la Justicia, ello por negársele legitimación activa a los usuarios o consumidores y/o
al Defensor del Pueblo y/o a las Asociaciones de Defensa del Consumidor.
• No se desmerita el derecho de acceder a la Justicia, imponiendo rigorismos o tasas de imposible cumplimiento.
Los jueces actúan con valor y coraje a fin de adoptar sanciones contra las grandes empresas que, como consecuencia de
su accionar irregular, obtienen incausados beneficios y afectan a una colectividad de personas o a la sociedad en su
conjunto. Con relación a la relevancia que adquieren las posturas judiciales ha sostenido, Alberto Bianchi, citando a
Germán Bidart Campos y a Jorge Vanossi, que: “... la Corte Suprema es a la vez un Tribunal y un poder del Estado, y
como tal a través de sus pronunciamientos, gobierna paralelamente a los restantes poderes. Una sociedad .. .puede ser
modelada no sólo a través de las leyes del Congreso sino también por las sentencias de la Corte”. (Revista Argentina
del Régimen de la Administración Pública, Tomo 144, página 30).
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Es manifiesto entonces que los jueces deben evaluar cada situación en particular y, frente a la lesión que soporten los
usuarios, por actitudes o conductas irregulares de los proveedores, adoptar las medidas de rigor en pos de reparar los
daños y perjuicios sufridos por los usuarios, y de evitar que la lesión se continúe produciendo hacia futuro.
Se ha sostenido que: “La obligación que tienen las autoridades de proveer protección a los derechos de usuarios y
consumidores para proteger la calidad y eficiencia de los servicios públicos, alcanza a los jueces, que también son
autoridades en cuanto órganos del poder judicial.” (Fallo de la CNFed. Civ y Com, Sala I, de fecha 16/03/2000,
recaído en autos “Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires C/ Edesur”, Rev. La Ley, del 08/06/2000, página
2 y SMRG, LL, Junio 2000, parágrafo 516).
En este contexto, podemos señalar que los derechos constitucionalmente consagrados no deben ser considerados como
una mera declamación escrita, sino que, por el contrario, tienen que ser tutelados por las autoridades estatales ello a los
fines de lograr la igualdad para los desiguales, lo que obliga a que no se abandonen los derechos de los mas débiles al
libre juego del mas fuerte. (Dictamen de la Fiscal Gils Garbo, en el marco de autos “Unión de Usuarios y Consumidores
c/ Banco de la Provincia de Buenos Aires”, que tramita por ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Comercial N° 18,
y por ante la Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial).
Es evidente que, el órgano judicial, siendo de orden publico el régimen tuitivo de los usuarios y consumidores, debe
actuar de modo directo e inmediato, a los fines de reparar cualquier afectación a los derechos consagrados a favor de los
usuarios y consumidores.
Se ha sostenido que: “El régimen tuitivo de los consumidores tiene carácter de orden público (artículo 65, Ley Nº
24.240), lo que debe conducir a su aplicación de oficio por los jueces aún en ausencia de petición concreta de las
partes en ese sentido.” (Expte. Nº 918, Autos “Comisión Municipal de la Vivienda c/ Sazatornil, Vanesa Carina s/ Aut.
Adm. Actora”, Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Sala II, voto en disidencia del Dr. Esteban Centanaro, fallo del 23 de abril de 2002, Sentencia Nº 1828.
El Dial).
Las prerrogativas de orden público son inherentes a la actividad del Estado. Lo obligan a éste a guardar un significativo
y apreciable respecto por el “principio de trato igualitario”.
Cuando un acto o una decisión administrativa o la conducta de una persona que ejerce funciones parapúblicas (las
empresas prestadoras de servicios públicos son entes públicos no estatales o para-públicos, pues ejercen funciones
publicas y tienen una regulación particular, especial., que escapa a la de cualquier institución del derecho privado), no
se somete a las pautas legales en vigor, es indudable que debe ser eliminada del mundo jurídico, ello pues, la
Administración y quienes ejercen funciones públicas, deben propender a garantizar la plena vigencia de los principios
constitucionales, que constituyen el orden público, la ley, para los casos por ella regidos.
El orden público es una noción elaborada para determinar cuáles son las normas de derecho obligatorio dentro del
derecho privado, que es, básicamente, derecho dispositivo. La libertad para disponer del derecho o para regirse por
convenciones particulares, distintas de las regulaciones establecidas por el derecho positivo, cesa ante una norma de
orden público.
Las normas de orden público son siempre de derecho obligatorio, alcanzando la exigibilidad a todos los sujetos y a
todas las relaciones o situaciones jurídicas que puedan existir. El orden público determina que, sus normas, no puedan
sustituirse por otras disposiciones acordadas, contractualmente por las partes, ni tampoco pueda renunciarse a los
derechos que confieren.
Así las cosas, es innegable que todo acto que posea apariencia regular, debe ser eliminado del mundo jurídico, en caso
que se descubra que, esa regularidad, es tan solo "aparente", pues se encuentra afectado por vicios.
Y, en este contexto, vale agregar que no puede hablarse de cosa juzgada administrativa, pues, la vigencia de un acto
afectado de nulidad, agravia o lesiona al derecho, al orden publico y, obviamente, al interés publico.
Si las decisiones judiciales firmes y definitivas pueden ser revisadas si han sido emitidas mediando vicios o fundadas en
conceptos de injusticia, nadie puede dudar que las decisiones administrativas pueden ser revocadas en sede
administrativa, si median razones que den a entender que se violentó el principio de legitimidad y se consagró de modo
ilegal un derecho o un interés a favor de una tercera persona.
También debemos decir entonces, que el órgano judicial estaría facultado para eliminar de oficio del mundo jurídico,
actos o conductas que violenten el orden público, ya que, es obligación de las autoridades judiciales velar por el pleno
reino del imperio constitucional, motivo por el cual, hasta de oficio, deben actuar a fin de impedir que:
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Se violente el orden publico;
Una parte que, naturalmente, por su connotación política o su posición económica o social posee exorbitancia,
pueda abusar de la otra, impidiéndole o restringiéndole el goce y usufructo de sus derechos constitucionales;
Se adopten decisiones o conductas opuestas al texto constitucional.
Conclusiones.
Los jueces deben velar por el reino de los principios constitucionalmente consagrados, motivo por el cual cuando ellos
son vulnerados o violados, los magistrados deben actuar aunque sea de oficio, si la violación altera, afecta, lesiona, el
orden público.
Al ser la Ley 24.240 de orden público, los principios por ella consagrados también lo son, motivo por el cual los jueces
deben velar por su intangibilidad y su pleno usufructúo por parte de los usuarios y consumidores.
Entonces, si la conducta de los proveedores o del propio Estado, violenta los derechos de los usuarios y de los
consumidores, afectando derechos básicos y esenciales de éstos, los jueces si llegan a conocer tal extremo, pueden
intervenir de oficio, ya que el control del orden constitucional, no debe quedar supeditado a la voluntad de las personas,
pues ese orden superior debe ser protegido por las autoridades estatales, incluidos los magistrados del poder judicial.
Y, a mayor abundamiento, vale señalar que con buen tino y teniendo en consideración la desigualdad existente entre el
proveedor y el usuario, se ha sostenido que, los jueces, están facultados para intervenir, aún de oficio, a los fines de
dejar sin efecto cláusulas abusivas impuestas, en contratos, por parte de los proveedores o de la parte fuerte de un
contrato.
Entendemos que, los jueces no pueden permanecer atados por el silencio de las partes y convalidar una norma que
afecte a la Ley Suprema, cuya defensa y resguardo ha sido asumida por los magistrados, quienes (por prestar el
juramento del cargo que ejercen) deben velar por la obligación de cumplirla y hacer cumplirla, en lo que de ellos
dependiera. En sentido similar, se pronunció, por ejemplo, la Cám. Apel. Civ. Com., Morón, Sala 2ª, 26/02/2002,
recaída en la causa “Sindicato de Empleados y Obreros de Comercio y Afines Zona Oeste c/ Project S.R.L. s/
Apremio”, Causa Nº 46.598, R.S.: 34/02.
.
Bibliografía.
1.- Acciarri, Hugo A. “Las garantías legales en la relaciones de consumo y la información”: Algunas consideraciones
económicas y jurídicas acerca de sus efectos. (En: Revista Jurídica Argentina La Ley. Buenos Aires, t. 1999-B, 1999, p.
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2.- Alianak, Raquel Cynthia. “Participación del usuario en los entes de control de los servicios públicos. A propósito
de la participación pública en la elaboración de reglamentos administrativos.” (En: Derecho y Empresa. Rosario, Nº 6,
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3.- Amaya, Jorge Alejandro. “Aportes a los procedimientos de protección al consumidor que consagra el art. 42 de la
Constitución Nacional.” (En: Revista Jurídica. Buenos Aires, Nº 1, primavera-verano 1999, p. 13-46) H. 6640.
4.- Benítez, Elsa y Lovece Graciela I. “Derecho de los usuarios de los servicios públicos domiciliarios: ley 24.240”.
(En: Jurisprudencia Argentina. Buenos Aires, t. 1996-II, 1996, p. 964-967) H. 3463.
5.- Bidart Campos, Germán J. “Manual de la Constitución Reformada”, T. III, página 435 y siguientes.
6.- Bru, Jorge Mario. “Servicios públicos domiciliarios: la protección de usuarios y la política estatal.” (En: Gabriel A.
Stiglitz (dir). Derecho del consumidor. Buenos Aires, Editorial Juris, 1998, p. 147-160) 97.784.
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8.- “La participación de los usuarios en los servicios públicos.” (En: Revista Argentina del régimen de la
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9.- “La participación de los usuarios en el control de los servicios públicos privatizados. El dilema del control social.”
(En: Revista Jurídica Argentina la ley. Buenos Aires, t. 1995-E, 1996, p. 674-698) H. 3460.
10.- Revista Argentina del Régimen de la Administración Pública, Tomo 144, página 30.
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