Mica Feldman (Mika Etchebéhère) Moisesville (Santa Fe, República Argentina), 14 Marzo 1902 – París, 7 Julio 1992. Si hubiera que preguntar ¿qué fue Mika en esta vida?, yo contestaría una militantes antifascista. Como todas las personas, mujeres y hombres, con una inteligencia fuera de lo común, Mika evolucionó en su ideas, pero eso sí sin salirse nunca de la senda de la izquierda, de la consciencia anticapitalista. Si hicieramos varias fotos de su vida, tan escasas para desgracia nuestra, la veríamos como anarquista a los quince años en Buenos Aires, como comunista en Berlín en 1932, como trotskysta en París en 1934, como poumista en España en 1936 y 1937, como anarquista en 1937, 38 y 39 con la organización de Mujeres Libres. Después París, de donde huye de los nazis y se refugia en Buenos Aires para encontrarse con Perón en 1943. De allí de manera definitiva parte a Paris, conservando sus convicciones trostkystas, siendo traductora en Air France durante 20 años. Sus ideas anticapitalistas y antifascistas no pierden peso y así la encontramos en las barricadas del 68 más revolucionaria que nunca, ya con 66 años. También participará con 76 años en las manifestaciones de París contra la dictadura de Videla, Gaitieri y compañía. Un poco antes, en el 1976 se decide a juntar sus recuerdos y escribir sus memorias de la guerra de España, Mi guerra de España, como se titula en nuestro país. En el 1992 muere en París y por expreso deseo se arrojan las cenizas al Sena, la ciudad que más la amparó. A mí lo que más me sorprende de esta mujer es su calor humano. ¿quién podría decir que fue la única Capitana que dirigió milicianos en el frente en la Guerra de España?. Hubo otras capitanas, pero en labores de enfermería, mantenimiento, intendencia. Sin embargo, Mika, no renunció a hacer la revolución como un ser humano más, empuñando las armas cuando tuvo que empuñarlas, enseñando a leer a los campesinos analfabetos de su compañía de milicianos del POUM. Militó con su compañero, Hipólito Etchebéhère, argentino también de padres franceses, el padre, vascofrancés y la madre, de Bourdeaux, en el POUM, porque como nos dejó escrito en sus memorias, era la agrupación que más se parecía al trostkysmo cuya Oposición de Izquierdas, habían vivido en París. Ya sabemos, sobre todo por el propio Trotsky (La revolución española, edición de Fontanella, Barcelona 1977, con notas de Pierre Broué) que el POUM no se desarrolló según las directrices trotskystas, lo que motivó la separación ideológica entre el revolucionario ruso y Andreu Nin, dirigente del POUM. Pero esto no les interesaba a sus enemigos stalinistas, que mantenían tanto la acusación de trostkystas (en la persecución Stalin-Trotsky interesaba mantener el nombre), como de colaboradores de los fascistas. ¿Cómo llega Mika a comandar la columna Motorizada del POUM?. De desgracia en desgracia, Mika pierde a su compañero a los 26 días de estar en el frente. El mandaba la compañía, cae en Atienza (Guadalajara) y se encuentra sola, es decir la única mujer, sin compañero y la opción revolucionaria bien asimilada. Es tanta su fuerza que no le impide suceder a Hipólito y colocarse al frente de la Columna, que pertenecía a la División de Cipriano Mera. Mika tuvo que luchar contra las balas fascistas, pero día a día y hora a hora, contra los prejuicios de aquellos milicianos, toscos, incultos, analfabetos, pero que supieron reconocer que ella no daba un paso atrás, que se ponía al frente, la primera, y que se prestaba a hacer los trabajos que los demás. Pero además les llevaba comida a los enfermos, bebida a los milicianos que tenían los dedos helados en las guardias nocturnas en las trincheras del invierno en Guadalajara, y lecturas y escrituras a los analfabetos, que aprendían en las mismas trincheras. Era una mujer, pero también disparaba, y también era una madre, y también acompañaba a sus hombres y les animaba y concienciaba. Cuenta Mary Nash que hubo milicianas que se trasladaron a la columna de Mika, no por ideología política, sino por identidad humana. No estaban de acuerdo en que se les asignaran en otros regimientos, las labores “propias” de la condición femenina habitual: es decir, cocina, lavandería, limpieza, cuidados, etc. Normalmente el combate armado se reservaba a los varones, pero no por cuestiones de fuerza varonil sino de prejuicio machista. Así se dice de esas milicianas que se trasladaron del Quinto Regimiento a la columna del POUM, porque allí no estaban obligadas a lavar y cocinar y había igualdad de cometidos con los hombres. Una de ellas decía: “No he venido al frente para morir por la revolución con un trapo de cocina en la mano”. A esta miliciana de nombre Manuela, aplaudida por los milicianos poumistas, no fue fácil integrarla en la columna. Así Mika se las vió de segundas con los mismos milicianos, que pretendían escaparse de lavar la ropa o remendarla o de fregar los enseres de cocina, porque tras el entusiasmo inicial recordaban que en el Quinto ellas, se encargaban de estas tareas. Mika tuvo que realizar también esta otra lucha, la de la igualdad de sexos, hasta conseguir la igualdad de tareas, el reparto de las mismas igualitariamente. Mika, años después llegó a decir a un periodista que las gentes que ella mandaba sentían desprecio por una mujer, pero que ella no sentía desprecio. Ella les amaba. Este amor revolucionario trajo como consecuencia que la columna era una piña tras Mika, porque ella escuchaba a sus hombres y mujeres. Otra lucha narrada por ella misma eran las condiciones en que se encontraron en las trincheras de Sigüenza, sin armas o con armas antiguas y en mal estado, sin cañones, con precariedad total en un ejército que calzaba alpargatas, en lugar de botas, en un invierno durísimo. Participó en alguna acción de guerra que se consideró milagrosa. Estando asediados en la catedral de Sigüenza, por obedecer una orden estúpida, que evidentemente dio lugar a un asedio fortísimo, consiguió salir a la desesperada, romper el cerco con sus hombres y escapar. Estas acciones, no exentas de lágrimas (Cipriano Mera que la vió llorar, comentó que a pesar de su valentía era mujer al fin, lo que le valió la contestación: “Es verdad, mujer después de todo. Y tú, con todo tu anarquismo, hombre después de todo, podrido de prejuicios a pesar de tu virilidad”.) no la restaron la estimación de los suyos. El feroz estalinismo, perseguidor del POUM, también le llegó a ella. Fue detenida en el frente de Guadalajara, en Mayo de 1937, cuando la persecución al POUM a instancias de Stalin, y de sus agentes en España, y la acusaron de “desafecta” a la República. Si no fuera tan trágico, sería para echarse a reir. Ella que renunció a tener hijos por la Revolución, que perdió al compañero, que se tragó las desdichas en unas trincheras verdaderamente peligrosas, acusada de traición. Menos mal que fue en Madrid y no en Barcelona. Cipriano Mera era muy fuerte en Madrid, y al frente de sus anarquistas tenía mucho poder ante la persecución stalinista. Mera se acercó personalmente a la Dirección General de Seguridad, habla con el director, Manuel Muñoz, le expone la trayectoria impresionante de Hipólito y Mika en lucha antifascistas y le espeta claramente que la han detenido por ser del POUM, y se quieren deshacer de ella por este motivo. Al día siguiente Mika se presenta ante Mera, pasa unos días y luego se incorpora a la organización Mujeres Libres. No he encontrado documentación, pero imagino que con la organización anarquista estaba más segura de sus “compañeros” stalinistas.