?? tíos supuesto q u e los a n t i g u o s se c o n s u m i r í a n por 31 haberse a g o t a d o aquellos preciosos vegetales Las »> n u e v a s plantas n o p u e d e n obrar con la fuerza d e las (*) Es también incierto que ahora ni antes se hayan renovado de intento los plantíos : ni es de presumir que por esta renovación entienda el autor la espontánea que proviene de retoñar algunos de los árboles cortados, y de nacer otros. El clamor de mejor Quina en .todas épocas-ha escitado los afanes de los ..cosecheros , á' cuya diligencia por lo regular se ha debido en las provincias de Q u i t o el descubrimiento de nuevos montes-, d e m o d o que al paso, que se. talaban unos , se descubrían otros. Es cosa bien cierta , que convenidos en las reglas de graduar la bondad del específico, no habrá jamas necesidad de recurrir al proyecto de los plantíos artificiales : empresa demasiado ardua en las actuales circunstancias : de cuyo profundo conocimiento carecen los que así-piensan y pensábamos nosotros en otro, tiempo ( t ó . . t (<•;) El corregidor 'de Loxa Don Tomás' R u i z de Quevedo y el botánico Olmedo que llevaron la comisión de surtir de Quina superior de Loxa á la R e a l botica , fueron encargados al mismo tiempo de promover los plantíos de los cascarillos ó árboles de Quina; y entre las dificultades que ponían á la egecucion del reglamento que se les dio, cuentan por imposible hacerlo por semilla , porque se cae ésta de sus cajitas espontáneamente aun antes de madurar; y por el método de estacas dicen que es factible > pero de muy dudoso éxito. El mejor, ciertamente , es el cortar las ramas grandes, y nunca los troncos ó guias, para que á los cuatro ó seis años haya renuevos que reemplacen con utilidad á las ramas gruesas que les precedieron. N. E. •# (,**) Conviene repetirlo , aunque lo hayamos dicho varias veces, que son ineviPtbles semejantes equivocaciones en frutos que se cosechan á dos mil leguas de distancia. Es mucha verdad que_ se agotaron en Loxa los preciosos vegetales de la Quina primitiva ; pero de la misma especie se descubrieron algunos , aunque en pequeño número, por lo raro de esta especie en otras provincias. En el- tumultuario comercio pasaron sus cortezas mezcladas con las otras dos oficin a l e s , especialmente con la amarilla, con quien fácilmente^ se confunde; y asi no es mucho que se haya perdido su conocimiento en Europa. Entró á ocupar su lugar la especie roja ; y desacreditada en adelante, no por falta de estos árboles inagotables, sino por las novedades de Europa , le substituyó hi especie amarilla Como esta sea poco menos abundante que la roja, ha sufrido muy bien las prodigiosas devastaciones á que obligaba el capricho de remitir cañas y canutillos oon el estimado caracter-de pata de gallinazo. Sus árboles