Sumado al desconocimiento de los programas de salud, las mujeres que menos asisten a ellos son las mujeres a ellos son las adolescente (Prendes et al., 1999 en Moreno, 2004) Las droguerías, farmacias y otras instituciones del sector privado proveen a las adolescentes del 69% de los métodos anticonceptivos, frente a un 5% de las ARS o EPS y un 12% de las instituciones de salud gubernamentales (ordoñez, 2002) Las barreras presentes en la prestación de estos servicios impiden el acceso pleno a servicios que están a disposición de las posibles usuarias en materia de planificación familiar. La educación sexual se ha limitado a acciones aisladas, que se concentran en el carácter genital, descriptivo, dejando de lado otros aspectos como el afectivo, comunicativo y social, con un enfoque reflexivo y participativo. Mientras hace 30 años la tasa de fecundidad adolescente aportaba el 7% de la fecundidad total, en 1990 aporta el 12% y en el 2005 contribuye con un 19%. No puede decirse que haya una relación entre fecundidad adolescente y nivel de desarrollo del departamento (ya sea por Índice de Calidad de Vida o por Índice de Desarrollo Humano) El aumento reciente en la fecundidad adolescente en Bogotá y Medellín podría estar relacionado, entre otros, con problemas asociados a la recepción de población desplazada por la violencia. Existe una relación negativa entre el nivel de fecundidad adolescente y el nivel socioeconómico, en donde las adolescente de los quiétele más bajos tienen mayor probabilidad de ser madres que las de los estratos más altos. La proporción de adolescente madres o embarazadas entre aquellas sin educación es casi 6 veces mayor a la proporción observada entre las adolescentes con algún año de educación superior. La tendencia creciente de la fecundidad adolescente es común a todos los niveles socioeconómicos. En 1995 la proporción de adolescentes alguna vez embarazadas entre las más pobres era 6 veces la proporción observada entre las más ricas. En el 2005, la relación disminuye a 3. En Colombia, la edad a la cual las jóvenes inician sus relaciones sexuales ha venido disminuyendo y la proporción que ha tenido actividad sexual a cada edad ha venido aumentando. Varios estudios cualitativos indican que los adolescentes tienen la creencia que la “mayoría” (más del 70% u 80%) de los jóvenes ha iniciado actividad sexual. La reducción de la edad a la que inician las jóvenes su actividad sexual no sólo las expone a un mayor período del riesgo de embarazo sino que también amplía el período de riesgo a contraer enfermedades de transmisión sexual (ETS – SIDA) El desconocimiento de estas enfermedades es mayor entre las adolescentes y entre las mujeres mayores de 40 años que en el resto de las mujeres. En el 2005, alrededor del 17% de las adolescentes ya habían establecido una unión. Esta cifra es menos de la mitad de la observada para inicio de las relaciones sexuales. Así, gran parte del inicio de las relaciones sexuales se da fuera de relaciones estables. La proporción de adolescentes madres o embarazadas está por encima de la proporción unida en todas las edades, implicando una maternidad anterior al establecimiento de alguna unión estable, es decir, un papel importante del madresolterismo en adolescentes. Hay una tendencia creciente hacia las uniones consensuales y un debilitamiento de las uniones legales/religiosas. Las uniones consensuales presentan una duración promedio que es casi dos veces menor que de las legales, 6.3 años y 12.2, respectivamente. Entre las jóvenes que alguna vez han estado unidas y se han separado, arguyen como primera causa la infidelidad del compañero (43%), la falta de compromiso del marido en el cumplimiento de sus deberes como padres(23%) y la violencia física, psicológica o sexual (10%). La práctica del control natal de mujeres que desean evitar un embarazo depende tanto del conocimiento como del acceso a los métodos de planificación familiar, que incluye no sólo la información de cada método sino también la oferta y servicio que caracterizan estos productos. El acceso a los métodos de planificación familiar, y en general a los servicios de salud sexual y reproductiva es crucial entre las adolescentes. El uso de métodos de planificación familiar siempre ha sido mayor entre las adolescentes no unidas pero sexualmente activas que entre las unidas. El uso relativamente bajo del condón (34% en el 2005) se podría asociar con la no inclusión en el POS (contributivo y subsidiado) y a los altos costos económicos de adquirirlo, especialmente para la población adolescente de bajos recursos económicos y de mayor exposición a riesgo de embarazo. Las usuarias de métodos tradicionales en donde el conocimiento del período fértil es el éxito del uso del método pueden estar en una situación crítica pues el 68% no conocen su período fértil. La situación es aún más alarmante entre las adolescentes de la zona rural, en donde el desconocimiento de su propia fisiología reproductiva alcanza niveles muy altos (80% en el 2005) Entre las adolescentes de 15 – 19 años que actualmente no usan métodos, un 11% no usa por razones de acceso y costo, un 7% no usa por falta de conocimiento y un 12% no usa por oposición de la pareja. La DHS – 2005 indica que el 84.6% de las adolescentes no usuarias de métodos no ha discutido temas de planificación familiar ni a través de una visita del promotor ni en un centro de salud. Dentro de las adolescentes que han tenido una consulta para el cuidado de salud, menos de la tercera parte (29%) le han hablado de los métodos de planificación familiar. Estudios cualitativos sugieren que las fuentes de información, tanto pública como privada, a veces no son utilizadas por los jóvenes porque les da pena pedir el servicio o porque para acceder al servicio a través del POS (contributivo y subsidiado) requieren la intervención de los padres (Ordoñez, 2002) Además, aquellas jóvenes que si han utilizado estos servicios califican como deficiente la orientación y la información sobre los métodos anticonceptivos. (Ordoñez, 2002; Flórez et al., 2004) El desconocimiento sobre el uso adecuado de los métodos de planificación se manifiesta en la falla de los métodos. Entre todas las mujeres en edad fértil, las adolescentes son las que presentan las mayores tasas de falla de método. Cerca de la quinta parte de las adolescentes (19%) que ha usado método, declara que el último método fallo mientras lo usaban y quedaron embarazadas. No se observa una relación marcada entre el uso de planificación familiar y el nivel socioeconómico. Entre mayor la cobertura del SGSSS en el departamento, menor la probabilidad de que la adolescente haya iniciado relaciones sexuales, pero mayor las probabilidades de embarazo y maternidad precoces. La política educativa no está teniendo resultados reproductivos de las adolescentes ya sea porque la educación sexual y reproductiva en los colegios no es adecuada o completa, o porque la asistencia escolar no genera oportunidades en las adolescentes que compitan con la maternidad. La forma en que hasta ahora se ha dado el acceso a los métodos de planificación familia, ya sean programas públicos o privados, poco ha contribuido a evitar el embarazo en adolescentes. Factores culturales y contextuales, tales como la norma de pares, parecen jugando un papel importante en la fecundidad adolescente, subestimados hasta el momento. Estudios previos indican que el mayor nivel educativo del hogar genera también mayor participación laboral, especialmente de la madre, y mayor libertad en la adolescente, que en últimas lleva a un aumento en el inicio temprano de relaciones sexuales. , pero no afecta significativamente la probabilidad de un embarazo precoz. Los resultados indican que las adolescentes que viven en un hogar nuclear tienen menor probabilidad de inicio temprano de relaciones sexuales o de embarazo precoz. El contexto de violencia del hogar tiene efectos positivos, importantes y significativos, sobre el inicio temprano de relaciones sexuales, pero no sobre la probabilidad de tener al menos un hijo. La asistencia al sistema educativo reduce las conductas sexuales precoces, ya sea porque la escuela o colegio exige horas de dedicación a las actividades escolares, o porque favorece la socialización de las jóvenes a través de lazos no necesariamente amorosos o sexuales, sino también fraternos, o porque las capacita y las informa para que puedan ir construyendo un proyecto de vida acorde con sus expectativas de vida. La falta de educación es uno de los factores de mayor incidencia del embarazo juvenil (Gaviria, 2000; Barrera e Higuera, 2004) El conocimiento de las adolescentes sobre su reproducción no es suficiente para permitirles evitar un embarazo. Los medios de comunicación, ejercen una influencia sobre las actitudes de los jóvenes hacia los roles sexuales y hacia las relaciones sexuales en la adolescencia, las creencias acerca de los métodos de planificación familiar y sus expectativas de la actividad sexual (Vargas y Barrera, 2004; Bandura, 1986). La televisión juega un papel importante como agente socializador y los modelos de comportamiento que muestra inciden fuertemente en el desarrollo de las cogniciones románticas y sexuales de los adolescentes. Frente a ello los jóvenes son altamente vulnerables, debido a que se encuentran en una época en la cual están construyendo sus roles de género, actitudes y comportamientos sexuales. Frente a la no utilización de métodos de planificación familiar, Vargas, Henao y Gonzalez 2004, muestran evidencia entre los adolescentes de: a) la percepción de invulnerabilidad; b) el escepticismo frente a la efectividad de los métodos; c) las creencias infundadas acerca de sus efectos secundarios; d) la creencia de que utilizar el condón con la persona que se ama y a la que se le tiene confianza es un irrespeto. El análisis que Vargas, Henao y Gonzalez 2004, hacen de las cogniciones de los adolescentes relacionados con el embarazo, la maternidad y la paternidad, permite plantear que algunas cogniciones favorecen las decisiones de los jóvenes acerca de la fecundidad precoz, mientras que otras pueden incentivar que este evento se posponga. Las razones por las cuales se puede dar una maternidad precoz pueden ser varias. A) la percepción de que el embarazo en la adolescencia es una forma de ganar estatus y aceptación social; b) la creencia de que el embarazo puede constituir una opción de conformar una “verdadera familia”; c) la convicción, en las mujeres, de que la maternidad es un elemento central de la identidad femenina y, en los hombres, de que el embarazo confirma su masculinidad; d) valoración de los hijos como fuente de autorrealización y trascendencia. Una de cada cinco adolescentes es madre o está embarazada. Si se incluyen los embarazos que terminan en pérdida –voluntaria o provocada- la cifra aumenta del 20.5 % al 22 % en el 2005. Recomendaciones Ampliación de la cobertura y mejoramiento de la educación formal. Promoción de la educación en SSR con calidad, sin distinción de género en los centros educativos formales y no formales. Pareciera que los docentes no están debidamente capacitados para el desarrollo de la asignatura de educación sexual, y por otra parte, los temas y actividades que se desarrollan parecen no estar acordes con las necesidades de los estudiantes. Vargas; Henao y Gonzalez 2004, afirman que “una de las razones por las cuales la educación sexual que se imparte en los planteles educativos colombianos desde 1993, ha tenido un impacto muy limitado en los estudiantes, se deriva de su visión restringida de la sexualidad y del Ser Humano”.