Mª José Díaz Fieiras, decana del Colegio de Toledo E Nº 88/Octubre 2010 Ponencias Actos de comunicación procesales N primer lugar, quiero agradecer al Consejo General encarnado en la persona de nuestro presidente, Juan Carlos Estévez, que por segundo año consecutivo haya contado conmigo para realizar una ponencia en las jornadas de juntas de gobierno. Estoy doblemente agradecida porque soy entusiasta defensora del tema que se me ha encomendado, los actos de comunicación realizados por los procuradores. Por ser esta una jornada dirigida a las juntas de gobierno de nuestros colegios, creo que el enfoque debe ser práctico y dirigido a analizar qué se ha hecho hasta ahora y qué se puede hacer en nuestros colegios. Entre todos debemos aquí reflexionar hacia dónde queremos ir y qué futuro queremos para nuestra profesión. Y como decía, estoy agradecida también porque es un honor y un orgullo poder estar en mi tierra de origen representado al colegio de mi tierra de acogida, Toledo. Por supuesto, un último agradecimiento y muy importante es el dirigido a todos los procuradores de España que, perdiendo parte de su preciado y escaso tiempo, han querido colaborar en la 30 Procuradores preparación de esta ponencia, colaboración sin la cual no sabríamos qué opinan nuestros compañeros de profesión sobre la posibilidad de realizar actos de comunicación. Opiniones de las que debemos extraer alguna conclusión. En primer lugar quiero referirme a los actos de comunicación realizados a través de los colegios de procuradores. Como todos saben, es una importante novedad el cambio de redacción dado a los párrafos 1 y 2 del Art. 276 LEC, al modificar el mecanismo del traslado previo de copias de escritos y documentos. Así, se suprime la intervención del secretario judicial u oficial designado al efecto por aquel para el citado mecanismo, sustituyéndolos por la entrega de copias y documentos al servicio de recepción de notificaciones de los colegios de procuradores descrito en el Art. 28.3. Hasta ahora la intervención del secretario comportaba “la dación de fe” en el hecho del traslado y del contenido de las copias de escritos y documentos. Esta intervención, junto con los efectos de la ausencia del traslado, mostraban que estábamos ante un acto de comunicación judicial y no daba lugar a discrepancias. Sin embargo, el cambio de redacción del artículo no puede comportar que porque el secretario no intervenga, no podamos hablar ahora de acto de comunicación; bien es cierto que nada dice la reforma de la Ley de que los colegios tengamos ahora esa dación de fe que antes tenía el secretario, quizás sería en estos momentos demasiado pretencioso por nuestra parte. Pero por qué no, quizás con el tiempo… Sin embargo, en mi opinión, aun no siendo fe pública, sí tenemos algo que decir los servicios de notificaciones de los colegios, pues la falta de traslado sigue comportando los mismos efectos, es decir, la falta de admisión del escrito por parte del secretario judicial. Pero para poder decretar esa ausencia de ­traslado, como digo, nos tienen que tener en cuenta; repito, tenemos algo que decir. Por ello me gustaría que como primera conclusión de esta ponencia sirvieran mis palabras para “mover conciencias” y que aquellos colegios que todavía no han implantado este sistema lo hagan con la mayor celeridad posible, sin esperar a que sea el Ministerio o las CCAA quienes nos insten a crearlos, pues se trata de una facultad más en la que somos imprescindibles y de la que no debemos hacer dejación. Nueva oficina judicial Pasemos a analizar la posibilidad de realización de actos de comunicación por parte de los procuradores en la regu­ lación de la nueva oficina judicial. Para entender la reforma que la Ley 13/2009 de 3 de noviembre de reforma de la legislación procesal para la implantación de la NOJ ha introducido, hay que analizar previamente la naturaleza jurídica de las funciones de los procuradores. En vir­ tud de lo dispuesto en los Arts. 1 y 3 de nuestro Estatuto General, nada obsta a la compatibilidad en el ejercicio simultáneo de las funciones de representación procesal de los justiciables y la de la coope- una vez anotado el embargo (Art. 656.3). Información de cargas extinguidas o aminoradas (Art. 657). Requerimiento de los títulos de propiedad al ejecutado por nuestra parte si la parte así lo solicita (Art. 663.2). Grata sorpresa En este campo de la ejecución me ha sorprendido gratamente, a través del sondeo realizado entre todos los procuradores de España, que aunque por ahora a no muchos procuradores se les ha solicitado su intervención, en el 100% de los casos en los que sí se ha solicitado, y pese a que han tenido que pasar por varias mesas de las empresas o entidades bancarias a las que se dirigían, se han llevado cumplimentada en el momento la comunicación de saldos para proceder al embargo con la consiguiente sorpresa y satisfacción para todas las partes. Incluso, y así me lo han hecho constar, gratamente sorprendido se ha quedado también el juzgado, lo cual supone un punto más a nuestro favor. Así pues, y esperando que en un futuro podamos todavía tener conferidas más facultades en la ejecución, pues en ese sentido se viene trabajando, pasemos al caballo de batalla de los actos de comunicación recogidos en el Art. 149 LEC, los cuales trataré desde un punto de vista más práctico que teórico, pues todos los profesionales a los que van dirigidas mis palabras conocen qué tipo de acto de comunicación se tiene que realizar en cada momento. Como todos sabemos, la dirección y ejecución de tales actos corresponde al secretario judicial y a los funcionarios del Procuradores Ponencias puros y duros, que son los que mayor preocupación han generado en nuestra profesión: En cuanto a la ejecución, podemos tramitar directamente los oficios en los que se adopten las medidas de garantía y publicidad del embargo (Art. 587.1). La investigación patrimonial del ejecutado no se hará por el secretario judicial si el ejecutante pudiera obtenerla por sí mismo o a través de su procurador debidamente facultado (Art. 590). Todas las personas o entidades tienen obligación de colaborar en las actuaciones de ejecución y entregar al secretario o al procurador del ejecutante cuantos documentos y datos obren en su poder, y cuya entrega haya sido acordada por el secretario (Art. 591). En el embargo de sueldos y pensiones cabe la posibilidad de que las cantidades sean entregadas a la cuenta del procurador porque así lo haya designado su cliente con la obligación de realizar informes trimestrales (Art. 607). En el embargo de cuentas corrientes y sueldos la orden de retención será entregada al procurador y la entidad requerida deberá cumplimentarla en el mismo momento de su presentación, y se expedirá recibo en el que se hagan constar las cantidades de las que dispone en ese momento el ejecutado (Art. 621). Podremos, si estamos debidamente facultados por el secretario, solicitar la certificación de cargas y dominio Nº 88/Octubre 2010 ración con los órganos jurisdiccionales, y el simultanear estas dos funciones es lo que venimos propugnando para dotar de mayor contenido a nuestra profesión. Tales previsiones ya se venían recogiendo en el Libro Blanco de la Justicia editado en 1997, y así se recogió también en la Ley 19/2003 que modificó entre otros el Art. 543.2 LOPJ y la disposición adicional quinta de la LEC sobre los juicios rápidos civiles, los cuales nunca llegaron a desarrollarse. Con la reforma operada en la ­citada ley para la implantación de la NOJ se incluye un nuevo apartado del Art. 26 LEC, el octavo, que al referirse a las obli­ gaciones del procurador añade: “A la realización de los actos de ­comunicación y otros actos de cooperación con la Administración de Justicia que su representado le solicite, de conformidad con lo previsto en las leyes procesales”. Por lo tanto, desde el mismo momento en que aceptamos la realización de actos de comunicación, tenemos una obligación más, y como tal obligación sujeta a la responsabilidad que se recoge en el Art. 168.2 “el procurador que incurriere en dolo, negligencia o morosidad en los actos de comunicación cuya práctica haya asumido o no respetare alguna de las formalidades legales establecidas, causando perjuicio a tercero, será responsable de los daños y perjuicios ocasionados y podrá ser sancionado conforme a lo dispuesto en las normas legales o estatutarias”. Al mismo tiempo debemos tener en cuenta a la hora de practicar un acto de comunicación los días y horas hábiles, que para los actos de comunicación van desde las 8 de la mañana a las 10 de la noche, y la posibilidad de habilitación de días y horas por causas urgentes por parte del tribunal y también del secretario cuando se trate de actos de su competencia. ¿Y qué actos de comunicación puede realizar el procurador? Pues aquellos previstos en el capítulo V, título V, libro I de la LEC, es decir: notificaciones, citaciones, emplazamientos, requerimientos, mandamientos y oficios, y aquellos otros recogidos en los capítulos III y IV del título IV, libro III de la LEC relativos al embargo de los bienes y procedimiento de apremio en la ejecución dineraria. Voy a hacer una alusión somera a estos últimos, para después dedicarnos un poco más a los actos de comunicación 31 32 Procuradores Ponencias Nº 88/Octubre 2010 cuerpo de auxilio judicial y a los procuradores, respectivamente, pero en nuestro caso siempre que lo solicite la parte y a su costa (Art. 152). Dicha solicitud se puede extender a todos los actos de comunicación de un mismo procedimiento, o más específicamente a un solo acto de comunicación al pedirlo por medio de un escrito dirigido ad hoc. La realización de los actos de comunicación puede hacerse de dos modos: 1. Mediante remisión al domicilio del destinatario de la copia de la resolución o de la cédula por correo certificado o telegrama, con acuse de recibo o por cualquier otro medio que permita dejar constancia fehaciente de haberse recibido la notificación, de la fecha de la recepción y de su contenido. 2. Por medio de entrega de copia de la resolución o de la cédula, la cual se efectuará en la sede del tribunal o en el domicilio de la persona que deba ser notificada, requerida, citada o emplazada. Este último es el caso de las comunicaciones cuya finalidad sea la personación en juicio o la intervención de las partes en determinadas actuaciones procesales. En el primer caso al que nos hemos referido, es decir cuando proceda la remisión al domicilio, el secretario dará fe de la remisión y del contenido de lo remitido y unirá a los autos el acuse de reci­ bo o la documentación aportada por el procurador que así acredite que ha procedido a la notificación. Personalmente, y también la mayoría de los consultados que han querido responder a la encuesta, consideramos que serán actos de comunicación menos requeridos a los procuradores pues a la parte, y entiéndanse bien mis palabras, le da igual que un telegrama o un correo con acuse de recibo u otro medio semejante lo envíe un procurador desde su despacho o un auxilio judicial desde la sede del órgano judicial, salvo por un detalle: el procurador que realice un acto de este tipo se asegurará de que la comunicación se verifica, y se encargará de unir a los autos la constancia del envío en cuanto obre en su poder, con inmediatez, detalle este último al que no estamos acostumbrados que se haga por los juzgados, que tardan incluso meses en unir los acuses de cualquier comunicación. El segundo caso, el de la entrega en el domicilio del destinatario (Art. 161 LEC), es el que ha levantado todo el revuelo en la profesión y es origen de las más variadas opiniones entre nuestros colegas. Merece que hagamos una refle­ xión más detenida. Son aquellos actos en los que el procurador, ejerciendo de “comisión judicial”, pues así ha de reconocérsenos cuando la parte pide nuestra intervención, y con esa calidad se nos ha de facultar por el secretario judicial, ha de proceder a la entrega al destinatario de la comunicación, el cual como todos conocemos podrá: Recepcionar el acto y firmar la diligencia. No hallarse en el domicilio, bien porque no se encuentre en el momento o porque ya no resida en el mismo. Negarse a su recepción o a la firma. Si se nos presenta el primer supuesto, todos contentos porque sin necesidad de testigos u otro medio idóneo, hemos conseguido nuestro propósito, y aunque resulte paradójico y algo difícil de creer, he podido comprobar con la encuesta practicada que se firma en más ocasiones de las que podemos pensar, sobre todo en aquellos casos en los que las comunicaciones han sido dirigidas a empresas o a aquellos destinatarios que “no son profesionales” de los juzgados. De hecho, ha habido casos en los que los destinatarios consultaban a sus letrados telefónicamente, y una vez mantenida la conversación al respecto firmaban la diligencia. En el segundo y tercer supuesto, es decir, la ausencia del destinatario, bien porque no se encuentra en el domicilio o porque ya no vive en el mismo, y la negativa a firmar la recepción, parece que se complican un poco las cosas. Es en este punto donde todos los procuradores manifiestan más sus quejas, tanto los que han realizado actos de comunicación de este tipo como los que no, pero todo hay que decirlo: se quejan más de este “inconveniente” aquellos que todavía no han realizado ni una sola comunicación. Los que sí las han hecho se lamentan de que no tengamos capacidad de certificar o dar fe pública por nosotros mismos, sin la concurrencia de otros medios, pero lo han asumido y han salvado el obstáculo de la mejor manera posible. La casuística es variada y en todos los casos positiva: ninguno de los encuestados me ha manifestado que se hayan tachado a sus testigos, o que en virtud de lo dispuesto en el Art. 166 se haya denunciado nulidad por no haberse practicado la comunicación conforme a lo dispuesto en el capítulo que nos ocupa. Así, hay compañeros que salen juntos a hacer las comunicaciones, se ponen de acuerdo y eligen días y horas para salir “en comisión”; otros compañeros salen con empleados de sus despachos. Los hay que se han hecho acompañar de familiares dispuestos a perder parte de su tiempo, y a veces era el cliente o el letrado quienes facilitaban los testigos. Están aquellos compañeros que han conseguido, con métodos que deben de ser realmente convincentes y persuasorios, que los vecinos del inmueble o inmuebles colindantes firmen la diligencia y así otorguen validez al acto realizado. El más sorprendente para mí, pero del que debemos congratularnos todos los Si después de todos estos casos positivos en los que los procuradores han conseguido, con esfuerzo y mucha profesionalidad, no tener que suspender ­señalamientos, vistas, lanzamientos ni subastas, seguimos pensando que las nuevas posibilidades que se abren ante nosotros denigran y rebajan la categoría de la profesión, como algunos de los que han participado en la encuesta me han hecho llegar, es preferible que la dejen y se dediquen a otra cosa, con todos mis respetos. Haciendo estos actos, y vuelvo a incidir en la doble naturaleza jurídica de la labor del procurador –representante de la parte y colaborador de la Administración de Justicia–, ganamos todos y demostramos que con nuestro buen saber hacer siempre facilitamos la labor del órgano judicial y acortamos plazos en aquellos procedimientos en los que se nos designa. Algunos compañeros incluso piensan que si se observa con rigor la ley, las diligencias realizadas por los procuradores ofrecen más garantías jurídicas que las diligencias que suelen hacerse por los juzgados. Al mismo tiempo he podido comprobar que han sido mayoritarios los casos en los que se han utilizado los modelos creados y remitidos por el Consejo General de Procuradores, y en muy pocos casos se han utilizado otros. A veces, sirviendo de plantilla los que el Consejo Procuradores Ponencias Conclusiones nos ha facilitado, han preferido realizar alguna modificación. Existe un obstáculo más que me ha comunicado alguno de los procuradores colaboradores en este trabajo, y es que cuando los juzgados entregan al procurador un acto de comunicación para que lo realice, le exigen estricta y escrupulosamente que cumpla el plazo de tres días establecido en el Art. 151.1, cuando dicho plazo no se cumple nunca por los servicios comunes, lo cual no permite mucho margen para la organización y preparación del mismo. Sin embargo, y pese a que ello puede suponer una “traba”, tengo que decir que si por algo nos debemos distinguir los procuradores, al igual que pasa con el sistema LexNet, es porque ofrecemos y garantizamos que las comunicaciones se realizan de forma segura, inmediata y eficaz. Por los mismos motivos, esas características las tienen que tener las comunicaciones que realizamos nosotros. Después de lo expuesto corresponde extraer conclusiones y propósitos de futuro, y por qué no también remover conciencias. Quizás desde las juntas de gobierno no estemos haciendo todo el esfuerzo que debiéramos por cambiar la mentalidad de los colegiados, y éstos, en general, siguen opinando que no van a hacer actos de comunicación porque es más trabajo para el procurador y su­ pone la realización de molestas diligencias de las que debería encargarse exclusivamente la Administración de Justicia. Si seguimos pensando que tal y como estaba concebida nuestra profesión tenemos garantizado el futuro de nuevas generaciones de procuradores, por mal camino vamos; asumamos más compe- Nº 88/Octubre 2010 compañeros, es la firma como testigo de la policía local. Tan sólo un caso, de los que me han llegado, prescindió del uso de testigos y se decidió por medios audiovisuales, aunque con la duda de cómo proceder ante la Agencia de Protección de Datos. tencias, y demostremos que los pro­ curadores salimos a hacer actos de comunicación y no “se nos caen los anillos”; sólo supone un cambio de organización en los despachos. Cuando se vea en las oficinas judiciales que no existen demoras ni suspensiones gracias a nosotros, habremos dado un primer paso adelante dentro de los avances más amplios que queremos para nuestra profesión. Debemos de entonar un mea culpa y trabajar más este tema desde los colegios. Convoquemos cursos y jornadas, y fomentemos el estudio entre los colegiados, pues no tiene explicación, por ejemplo, que pese a haberse creado un grupo de decanos, entre los que me encontraba, que se desplazaba a diversos colegios que así lo solicitaron para hablar entre otros temas del que ahora me ocupa, siga habiendo gente que opine que será difícil cobrar los actos de comunicación en tasación de costas. La palabra a utilizar no es difícil: es imposible, pues así lo prevé expresamente la ley; tales actos son a costa de nuestro cliente. Cinco meses después de la entrada en vigor de la reforma de la ley todavía hay sectores que no han entrado a estudiar la misma. No nos podemos permitir procuradores apoltronados en los des­ pachos. Pido perdón si estoy siendo muy crítica, pero son tiempos de cambio y debemos dar nuevos impulsos y pautas a seguir. Continuamos pensando, en ­general, que nuestra actuación encarecerá el pleito. ¿De verdad podemos permitirnos pensar esto, y que además así se lo transmitamos a letrados y clientes? Aquellos procuradores que han realizado comunicaciones saben que no es ­verdad, ya que con el ahorro de tiempo en la tramitación del pleito están ahorrando dinero a sus clientes. Además, las percepciones arancelarias, que ahora mismo son las que son (Art. 83 1 y 2, y a lo sumo también al Art. 84), ¿encarecen un verbal de desahucio, por ejemplo, que se ha tramitado sin suspensiones de juicio ni suspensión de lanzamiento, ahorrando al cliente mensualidades dejadas de percibir? Seamos realistas y no pongamos trabas donde no las hay. Salgamos a la calle y comprobemos, una vez más, que la Justicia se agiliza cuando interviene un procurador. q 33