3.2 SESIÓN HÍGADO Hemorragia por varices esofágicas: nuevos abordajes de una vieja enfermedad Juan G Abraldes Introducción. La mortalidad asociada a la hemorragia por varices ha descendido en las dos últimas décadas del 42% a finales de los 70 hasta el 15-20% actual. Hoy en día, sólo el 40% de las muertes están directamente relacionadas con hemorragia incontrolable, siendo los responsables del resto la insuficiencia hepática, las infecciones y el síndrome hepato-renal. En consecuencia, el el manejo del paciente con hemorragia por varices debería encaminarse a prevenir estas complicaciones. Tratamiento general La hemorragia por varices debe trataerse en una unidad de cuidados intensivos/intermedios por un equipo multidisciplinar bien entrenado y con experiencia, incluyendo hepatólogos, endoscopistas, enfermería y radiólogos intervencionistas. La ausencia de este dispositivo requiere el traslado a un centro de referencia. La resucitación inicial se dirige a la corrección del shock hipovolémico y a prevenir las complicaciones asociadas a la hemorragia gastrointestinal. La reposición de volumen debe iniciarse tan pronto como sea posible con expansores plasmáticos con el objetivo de mantener una presión sistólica entorno a 100 mmHg. Evitar la hipotensión mantenida es de capital importancia para la prevención de las infecciones y el fracaso renal, los cuales se asocian a mayor riesgo de resangrado y muerte. La transfusión de sangre debe dirigirse a mantener un hematocrito entre 2124% (Hb 7-8 g/l), excepto en pacientes con sangrado activo masivo o cardiopatía isquémica. La transfusión de plasma y plaquetas no ha sido estudiada de forma adecuada. La administración de factor recombinante VII (rVIIa) ha sido estudiada en dos ensayos controlados randomizados; el primero mostró en el análisis post-hoc que rVIIa podría mejorar los resultados del tratamiento estándar en pacientes Child B y C. El segundo, más reciente, valoró la administración de rVIIa en pacientes con hemorragia activa en la endoscopia y puntuación Child-Pugh ≥ 8. Este estudio no mostró beneficios de rVIIa en la disminución del riesgo de fallo terapéutico a los 5 días, aunque por razones inciertas mejoró la supervivencia a las 6 semanas. La infección es un fuerte indicador pronóstico en la hemorragia por varices. Los antibióticos profilácticos reducen el riesgo de resangrado así como de muerte, por lo que deberían administrarse a todos los pacientes. La quinolonas orales son frecuentemente usadas por su facilidad de administración y bajo coste. En los pacientes de mayor riesgo (shock hipovolémico, ascitis, ictericia o malnutrición) ceftriaxona e.v. es superior a norfloxacino oral. Tratamiento específico para el control de la hemorragia El tratamiento inicial incluye el uso de drogas vaso-activas y de tratamiento endoscópico. El fármaco a usar depende de la disponibilidad de cada centro, siendo la terlipresina el único fármaco que ha demostrado mejoría en la supervivencia en comparación con placebo. La somatostatina y sus análogos (octreótido o vapreótido) son opciones aceptables. La ligadura con bandas elásticas es el tratamiento endoscópico de elección, si bien la escleroterapia es aceptable si no se dispone de ligadura o su aplicación es técnicamente difícil. La recomendación actual es empezar un fármaco vasoactivo (idealmente desde el traslado, aunque la hemorragia sea sólo una sospecha) y realizar ligadura endosópica después de la resucitación inicial, con el paciente estable. La duración óptima del tratamiento farmacológico no está bien establecida, recomendándose mantenerlo durante 2-5 días. Terapias de rescate: taponamiento, prótesis esofágicas y TIPS El balón de taponamiento esofágico consigue la hemostasia en un 60-90% de las hemorragias por varices, aunque su uso se debería limitar a los casos de sangrado masivo y durante un corto período (menos de 24 horas) como puente hasta un tratamiento definitivo. Tras deshinchar el balón la hemorragia recidiva en la mitad de los casos, siendo frecuentes las complicaciones graves. El uso de prótesis expansibles esofágicas podría conseguir la hemostasia en la mayoría de pacientes con hemorragia refractaria, presentando una menor tasa de complicaciones asociadas respecto al balón de taponamiento a pesar de su uso más prolongado. Se necesitan estudios bien diseñados para confirmar estos datos. El TIPS es extremadamente efectivo en el control de la hemorragia por varices, aunque la mortalidad sigue siendo alta como tratamiento de rescate debido al empeoramiento de la función hepática y la encefalopatía. Dos estudios randomizados han empleado el TIPS de forma precoz en pacientes con indicadores de mal pronóstico, valorando el beneficio de un abordaje más agresivo antes de que el empeoramiento clínico contraindicara su aplicación. En uno de ellos se definía a los pacientes de alto riesgo aquellos con GPVH >20 mmHg, siendo randomizados a tratamiento con escleroterapia o TIPS (stents no recubiertos). Los pacientes sometidos a TIPS de forma precoz obtuvieron menor tasa de fallo terapéutico y menor mortalidad. En otro estudio multicéntrico los pacientes de alto riesgo se definieron según parámetros clínicos (Child-Pugh B con hemorragia activa durante la endoscopia o pacientes Child-Pugh C) siendo aleatorizados a tratamiento estándar (endoscópico + farmacológico) o TIPS (prótesis recubiertas PTFE). El TIPS redujo de forma notoria el riesgo de resangrado y la mortalidad. Estos datos sugieren que las guías actuales de manejo de la hemorragia por varices deberían ser revisadas.