Deben enterderse las Indias de Felipe II definiéndolas como el ámbito geográfico que engloba lo que era la América española, refiriéndose a los territorios descubiertos y conquistados durante los reinados de los Reyes Católicos y Carlos I, más las Filipinas, las Islas Salomón y Marquesas, la expansión en México hacia el norte, que continuará hasta el siglo XVIII, el descubrimiento y asentamiento en la Florida, la anexión de parte del Río de la Plata – se va a refundar por segunda vez Buenos Aires -, e incluso el Brasil con la unión de las coronas de España y Portugal durante su reinado. Francisco Morales Padrón “Las Indias en tiempo de Felipe II” E l soberano, para gobernar mejor estos extensísimos territorios, ordenó las llamadas “relaciones geográficas”, que también afectarán a la península ibérica. Se refirió el conferenciante a continuación a la sociedad americana en esa época con el intento de reconstrucción de las comunidades indígenas, deshechas durante la conquista, señalando acontecimientos como el final de la rebelión incaica, cuando el Virrey Toledo somete y ajusticia al inca Tupacamaru (no el del XVIII sino el del siglo XVI); y socialmente también hay que señalar que se produce una canalización de ociosos y vagos que entonces abundan ya en las Indias y es causa de la famosa expedición de Orsua y el loco Aguirre, y es también entonces cuando desde 1567 se comienza a oír hablar de los criollos, fenómeno que va a cristalizar en el siglo siguiente y del que Juana Inés de la Cruz es el arquetipo. Económicamente se va a vivir por parte del soberano un deseo de saneamiento de las finanzas del tesoro siempre esquilmado; es cuando se organizan definitivamente las flotas y los galeones, se crea la ruta del galeón de la China o de Manila y tiene lugar el auge de la extracción de los metales preciosos mexicanos y peruanos. Se habla del alza de precios y se achaca la culpa a los metales americanos, tesis discutida actualmente. La demanda de los productos elaborados por parte de América no es atendida por el mercado nacional y los productos extranjeros sustituyen a los nacionales y los comerciantes extranjeros cada vez más se hacen presentes en los puertos españoles. De esta época también datan los primeros documentos que serán la base de la llamada “leyenda negra”, destacando en este sentido la publicación desde 1578 de la “brevísima relación de la destrucción de las Indias”. La aparición de dar dos obras de autores conocidos señalan el comienzo y clausura temporal de nuestro tema: por un lado La Desde el punto de vista institucional o político importa indicar que en esa época tuvo lugar la llamada Junta Magna (1568) que convoca el Rey para una nueva política con respecto al mundo americano, precisamente siguiendo esa Junta se visita el Consejo Real y Supremo de las Indias que se estructura, hay un amplio programa legislativo, se dan nuevas ordenanzas para el Consejo y se dan ordenanzas para los descubrimientos y conquistas. La piratería ataca más que nunca y se da forma a un proyecto defensivo que personifica el arquitecto Juan Bautista Antonelli. Como algo interesante resalta la selección que hace el soberano de los gobernantes de América, y por supuesto no se puede dar de lado la reorganización eclesiástica, que política y administrativamente la va a llevar a cabo el Virrey Toledo. Araucana, de Alonso de Ercilla, y por otro La Dragoneta, de Lope de Vega. La primera, que comienza a publicarse en 1569, es un poema épico, autobiográfico, tardío… carente de la grandeza de lo que canta y sin la frescura de las crónicas famosas del siglo XVI, refiriéndose sin duda a la obra de Bernal Díaz del Castillo. Cuando Felipe II se convierte en soberano de las Indias aún se oían las postreras discusiones entre Ginés de Sepúlveda y Fray Bartolomé de las Casas en torno a la ética de la conquista, y se desarrollaban las últimas acciones conquistadoras principiadas en la primera parte del siglo XVI, a nada de lo cual era ajeno el joven príncipe. Toda la década de los cincuenta fue testigo de descubrimientos en el alto Perú y de polémicas traducidas en leyes que no sólo restringieron la conquista sino que en un determinado momento llegaron a vetarla. En la siguiente época se aprecian los estertores del espíritu bélico desplegado en la primera parte del 500. Es entonces cuando orsua y el loco Aguirre (1560) recorren el Amazonas y allí escribe la famosa carta declarando la independencia del Perú, llamando a Felipe II “tirano”. Es entonces cuando Vázquez de Coronado anexiona Costa Rica, cuando Legazpi y Urdaneta amplían la presencia hispana hasta Filipinas siguiendo los dictados que prohibían el uso de la fuerza, y descubren el tornaviaje que servirá de ruta para el Galeón de la China o Manila que unirá Flipinas con España a a través de México. Es entonces también cuando Menéndez de Avilés funda San Agustín de la Florida y diezma o elimina los Hugonotes establecidos en ese escenario. Entonces también Diego de Losada funda la penúltima capital americana: Caracas, y cuando Álvaro de Mendaña proyecta en el Pacífico Sur la presencia hispanoperuana hasta las islas Salomón y Marquesas. Al año de llegar Medaña a las islas Salomón buscando un sub-continente sur, el soberano convoca la llamada Junta Magna para diseñar nuevas directrices políticas en relación con las Españas ultramarinas. Esta época de los sesenta tan llena de avatares, en cuanto al mundo ultramarino se refiere, se cierra con esta Junta y con la consiguiente visita o inspección que se realiza al Consejo Supremo de Indias que evidencia la necesidad de obtener información geográfica, histórica y administrativa para gobernar mejor estas tierras y para redactar una geografía del imperio. Durante la siguiente época se va a desarrollar este moderno proyecto que comienza con el viaje a las Indias del protomédico Francisco Hernández que porta detalladas instrucciones del soberano. Esta expedición científica, antecedente de las emprendidas en el siglo XVIII, merece comentario porque evidencia el interés cultural del soberano. Sabemos, dijo nuestro ilustre conferenciante, de la afición de Felipe II por la pintura, por la desgraciadamente la muerte del soberano malogró o impidió que se publicaran. arquitectura, por los libros, las reliquias…, en relación con las Indias muestra un especial interés por la medicina, por las plantas medicinales. Desde 1557 fomentó la importación del jengibre y de otras especies botánicas útiles para la terapéutica. Fue sin embargo esa expedición de Francisco Hernández con interés botánico el proyecto más importante auspiciado por nuestro soberano y que culminó al cabo de cinco años con el regreso del científico provisto de dibujos, de plantas vivas, etc. que fueron depositadas en El Escorial y que El Rey había manifestado en 1569 que tenía un gran deseo de conocer mejor su reino “para su mejor gobierno”; con tal fin ordena una descripción general de sus posesiones. La tarea la va a asumir el Supremo y Real Consejo de Indias, un Consejo que había sido remozado después de la visita por Juan de Ovando en 1571 con nuevas ordenanzas, dentro de las cuales se incluye ese papel del Consejo para obtener la descripción geográfica de las Indias. Sorprende enormemente la modernidad de las encuestas que tenían que contestar los gobernantes y las personas más viejas y más enteradas de América. Son preguntas de interés histórico-etnográfico, sobre la conquista y cultura prehispánica; preguntas de interés histórico-económico, sobre recursos y aprovechamientos, agricultura, ganadería, minería, salinas, etc., preguntas de interés para la historia social y la antropología: población, trasculturación…, y preguntas de interés particular: cuestiones militar y geográfica. A la par que se trabaja con estos cuestionarios, que se reparten por toda España y el mundo americano, son promulgadas las “ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación”, palabra que se propone en lugar de la palabra conquista porque hiere, esta palabra, sensibilidades como la de Fray Bartolomé de las Casas. El Rey, siempre sensible a las acusaciones referidas a los malos tratos y los asesinatos de los indios americanos, intentó remediar estas anomalías con una legislación que desgraciadamente no tuvo grandes efectos, pues la situación no era la de cincuenta años atrás. Dentro de ese impresionante material de las descripciones geográficas están descritas las Indias de tiempos del monarca. ellas, y de acuerdo con estas fuentes nos hemos permitido calcular los americanistas que en el mundo americano vivían unos diez millones de habitantes, de los cuales unos tres millones y medio habitaban en México y un millón y medio en el Perú. Se estaba viviendo entonces lo que se ha llamado la etapa fundacional, presidida por Felipe II, al que secundaban Las denominadas “relaciones históricas y geográficas” que también abarcan la península, han sido muy utilizadas también por los americanistas para conocer la historia y la economía de los pueblos aborígenes, para conocer la visión que el indio tuvo de la conquista, los cambios experimentados por la población autóctona, la historia del arte, etc. La población que habitaba la inconmensurable geografía americana sigue siendo una incertidumbre como lo es el volumen total de la emigración hacia el nuevo mundo en los siglos XVI y XVII. Hay que preguntarse algo que tiene varias respuestas: ¿a cuánto ascendía la población autóctona en el momento en que llegan los españoles a América? Las cifras son dispares y contradictorias. Para el año filipino de 1570 contamos con las citadas relaciones geográficas y con la geografía de Lope de Velasco, que se basa en importantes colaboradores. La política del soberano tendía, en relación a América a implantar el poder absoluto, organizar ese mundo ultramarino e integrarlo en el cuerpo político de la monarquía universal española. Dicha política de Felipe II tuvo un componente religioso y ético muy poderoso, como ha dicho el profesor Céspedes del Castillo y se desarrolló en tres períodos: de ascenso hasta 1570, de apogeo de 1570 a 1590, y de decadencia hasta 1595. La etapa precedente a estos períodos, la correspondiente a Carlos I, es ascendente, de auge, dentro de la que caben las grandes gestas de la conquista, la polémica en cuanto a ésta, la implantación de los virreinatos, la creación de las universidades, los primeros concilios americanos, el transplante y labor de las órdenes religiosas, la aplicación y discusión y rebelión contra ellas, de las leyes nuevas de 1542, firmadas en Barcelona, donde precisamente Las Casas estaba y saludó por vez primera al príncipe Felipe, ya informado de los problemas indianos. Felipe mostró siempre una gran simpatía y sensibilidad en torno a los problemas de los indígenas y una gran simpatía por Fray Bartolomé de las Casas, aunque más tarde se vería obligado a arbitrar medidas opuestas al criterio del dominico sevillano, como fue el caso de los repartimientos y las encomiendas. La citada Junta Magna de 1568, la visita al Consejo de Indias en 1569, marcan una inflexión determinada por los fallos detectados en la marcha del mundo ultramarino. Esa Junta Magna servirá para programar la genuina política de Felipe II que quiere resolver los problemas americanos, formular las directrices de la futura política indiana y cuidar el aspecto militar defensivo ante los ataques piráticos cada vez más acuciantes, hasta el punto que desde 1578 se puede hablar de un estado de guerra en el Caribe. Los extranjeros, sobre todo Inglaterra, dicen que no hay paz “beyond the line” aunque se mantanga en zona europea. Hay tres hombres que fueron elegidos para realizar esta política: Juan de Ovando, como visitador del Consejo, y dos Virreyes, Francisco de Toledo para el Perú y Martín Enríquez de Almansa para Nueva España. Ambos restituyeron el prestigio virreinal. Destaca en esto Toledo (llamado el Solón peruano) que durante dos años visitó el virreinato para conocer la geografía como quería el Rey, fundó ciudades, puso en orden la administración, organizó a los indios autonómicamente agrupándolos en cabildos, cortó los abusos de los encomenderos, reglamentó el trabajo indígena en las minas, sobre todo en Potosí, introdujo nuevos sistemas de beneficio de la plata, implantó la Inquisición, impulsó el conocimiento geográfico del país, instó a Sarmiento de Gamboa a investigar sobre el señorío de los incas: para demostrar que eran unos usurpadores donde se habían establecido, etc.; cometió un error, sólo uno: ajusticiar al Inca Tupacamaru, descendiente de los Incas. Quizás por eso, y pese a sus aciertos, D. Francisco de Toledo cuando regresó a la metrópoli no fue bien recibido e incluso se le desterró de la Corte. Así pagó en ocasiones la corona a sus servidores americanos. Uno de sus grandes detractores fue el jesuita José de Acosta al que el Rey oyó y leyó y por lo mismo estimuló en su política, como había estimulado años atrás a Fray Bartolomé de las Casas. Con la nueva política filipina en relación con las Indias y de la que es paradigma este Virrey se apreciaron síntomas de interés como pudieron ser el auge en la extracción minera, un aumento del tráfico comercial y un consiguiente y peligroso interés europeo por el mundo americano, interés que personifican piratas y corsarios como Hawkins, Drake y Sir Walter Raleigh. Sin embargo la extracción de los metales preciosos, aunque notable, no liberó al soberano de apuros financieros. Las relaciones económicas entre el nuevo mundo y la metrópoli ofrece tres momentos o ciclos. Un primer momento que predomina la incautación de tesoros: la corona se incauta en ocasiones de los tesoros de los particulares, 15511560. Un segundo momento de expansión progresiva o ciclo mexicano porque las riquezas proceden de Zacatecas, de Querétaro… de México, 15611579; y un ciclo de máxima expansión, el ciclo peruano que va de 1580 a 1600; en este último ciclo de extracción de la plata, el comercio con América alcanzó su mayor volumen. En ello juega un papel importante el metal de Potosí. Este auge del comercio se corresponde con unas difíciles relaciones internacionales que llegan al veto de comerciar con la Gran Bretaña y los Países Bajos, lo que afecta negativamente a los puertos nacionales donde se cargaban las flotas, ya no tienen los productos extranjeros para cargarlas. Introduce dificultades en la navegación de las flotas que se nutrían ya de materiales de bastimentos de procedencia extranjera y que explican el protagonismo de los comerciantes franceses, flamencos o británicos en Sevilla y más tarde en Cádiz. A final del siglo XVI las Indias, las minas sobre todo peruanas proporcionaban a la hacienda real el 25 por ciento de sus ingresos, de los cuales 2/3 procedían del Perú, y de allí el 90 por ciento de Potosí. La plata americana seguía siendo decisiva en la política real junto con nuevos impuestos, con nuevas gabelas que a los americanos el soberano exige, sobre todo a partir de 1590 en que la quiebra financiera era manifiesta. Se arbitra entonces otros métodos para recaudar dinero: los donativos (que no eran tales donativos), los indultos.… que se concedían a cambio de dinero, las composiciones (se llama así a legalizar cierta situación ilegal si el individuo da dinero) las ventas de mercedes, las ventas de oficios… métodos que en próximos reinados se acrecentarán. La reorganización de la flota y el plan defensivo de las Indias que va a protagonizar un arquitecto famoso llamado Juan Bautista Antonelli, que va a América entre 1581 y 1589 y es el autor de las fortificaciones de La Habana, de Panamá y llegó a idear el cierre del estrecho de Magallanes con una cadena para evitar el paso de los extranjeros, donde Sarmiento de Gamboa, desde el Perú ensayaba una colonización que fracasó. Fueron las distancias y la climatología los grandes defensores del imperio español más que estas fortificaciones. Los ataques extranjeros se agudizaron cuando el extranjero gozó de bases americanas a principios del si- glo XVII, sobre todo durante la unión de las dos coronas de 1580 a 1640, pudiéndose hablar entonces de un estado de guerra en el Brasil. En este año de 1580, en que se refundó Buenos Aires, estaba Felipe II en la cumbre de su poderío, soberano de una monarquía universal. Viaja a Lisboa, lo que le permite entrar en contacto por segunda vez con el mundo ultramarino (en 1570, testigo del nacimiento de su hijo, Felipe II había estado en Sevilla y en su entrada el cortejo regio pasó por el Arenal, huérfano aquel año de flotas). Desde su residencia lisboeta sabemos que el Rey vio llegar a los galeones y suponemos que la imagen que el Rey tuvo en el estuario del Tajo debió ser similar a la del Río Guadalquivir que Lope plasmó en su obra El Arenal de Sevilla, aplicables a la visión portuguesa. En 1562 Felipe II acompañó a la flota lusitana en su salida. Buscaba nuevas fuentes de ingresos a través de Portugal, cuya anexión para el mundo español en América no resultó positiva: la incorporación fue respetuosa con los intereses lusitanos, se mantuvieron a los portugueses en sus cargos, el país anexionado se convirtió en explotador porque los portugueses vieron abiertas las rutas españolas por mar y tierra y el poder ir a América, a los puertos españoles, les permitió conocer las rutas y ser, después de 1640, pilotos que llevaron barcos extranjeros a las costas españolas de América. El tener abiertas también las rutas por tierra permitió que el Brasil se extendiera hasta casi los contrafuertes andinos y más tarde, en el XVIII, los portugueses alegasen fundaciones y presencias suyas en la geografía americana para defender sus derechos a permanecer allí, cuestión esta que no hubo otro remedio que aceptar como quedó constatado en el acuerdo de Madrid. la plantación occidental, que es Realmente, lo único perjudicial para Portugal por la unión de las dos coronas fue el cambio en sus relaciones internacionales. Los amigos pasaron a ser enemigos, por serlo de España, sobre todo Francia, Inglaterra y Holanda que eran buenos compradores de los productos coloniales portugueses y cuyos ataques arrecian al Brasil a partir de 1583 hasta 1599. Para concluir, dijo D. Francisco Morales Padrón, hay que analizar un asunto insoslayable: el de la “leyenda negra” en relación con la obra de España en América en tiempos de Felipe II. La propaganda antiespañola funcionaba antes de que surgieran los conflictos hispanoholandés o hispano-británico. Pero es a partir de 1560 en que la llamada leyenda negra surge con fuerza contando como pieza historiográfica angular el texto lascasiano de la “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, publicado en español en 1542 y que aparece en francés en 1578, en holandés al año siguiente y en inglés en 1583. En esta fecha, un individuo llamado Richard Hakluyt, clérigo, asesor, historiador y publicista, ofrece a la Reina Isabel su discurso sobre un proyecto de colonizar las tierras de Virginia. En este panfleto se cita a Las Casas para demostrar la naturaleza deprabada y brutal de los españoles. Esta obra y otras suyas referidas a viajes sirvieron mucho en el fomento del antiespañolismo. Para Hakluyt los españoles eran más crueles y traicioneros que otros pueblos. España no sólo era rival político y religioso sino también económico por disfrutar de un monopolio irritante para los que defendían la teoría del mare clausum frente al mare liberum de Hugo Grotius; Sr. Walter Raleigh utiliza también a Las Casas en un libro suyo llamado Viaje a la Guayana, donde trató de realizar ciertas conquistas. Utiliza a Las Casas para hablar de la sedicia española con los indios, del mal trato y la crueldad. Cronológicamente viene después el capellán que acompañó la circunnavegación del globo con Francis Drake, que enriqueció la galería de truculencias escribiendo un relato lleno de ejemplos de la avaricia y la crueldad de los odiados “davos”. La mayoría de estos detractores son clérigos. En 1587 aparece el gran personaje Teodoro de Bry, impresor y grabador flamenco afincado en Frankfort, Alemania, entra en relación con Hawkins, y los grabados de Bry aparecen ilustrando una edición de la brevísima destrucción de las Indias aparecida el mismo año en que muere Felipe II. Las ediciones han continuado y hoy mismo se puede adquirir una magnífica edición publicada por Siruela. Estas ediciones siguen publicándose hasta convertirse la leyenda negra parte del bagaje cultural del hombre occidental y aunque, sin base e injusta, sigue sirviendo para colorear la visión de toda una cultura, la nuestra, dijo para concluir el catedrático emérito de Historia de América de la Universidad de Sevilla.