Vibración y Ritmo Por Rubén A. Dalby, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. La primavera ha llegado al Hemisferio Norte; pareciese que toda la naturaleza despierta llena de vigor, para anunciarnos un nuevo ciclo de esperanza y evolución. A quienes hemos nacido en el trópico nos embelesa observar los cambios ambientales que produce la llegada de la primavera; acostumbrados a estos cambios, quizás no les concedemos tanta importancia y sólo los consideramos como una temporada más. En marcado contraste, la gente del Hemisferio Sur contempla ahora el otoño. Los habitantes de las áreas donde sólo hay dos estaciones (la lluviosa y la seca), esperan ahora la época lluviosa, tras un tórrido verano de 3 meses. Los cambios cíclicos de temperatura son predecibles y cada año nos preparamos para disfrutar de todas las estaciones. Debiéramos prepararnos de igual forma para hacer frente a los cambios que ocurren a diario en nuestro medio, sabiendo que todo en la naturaleza es cambio y evolución. En el esquema de la vida, debemos ajustarnos a los nuevos giros o, mejor aún, debiéramos causar el movimiento necesario para que el péndulo oscile en una dirección que nos permita sentirnos en armonía con las fuerzas que nos rodean. Lo importante es estar alertas a las variaciones y tratar de encontrar en ellas lo positivo y, usando el poder mental que todos poseemos, dar el impulso necesario para que prevalezca la armonía; todo tiene su razón de ser y si reducimos la existencia de lo bello o lo feo a su mínima expresión, concluiremos que todo es ritmo y vibración, y que todo es necesario. Todo lo que existe en el Universo se mueve; todo tiene su propia vibración y su propio patrón rítmico. La armonía depende, a su vez, del movimiento y del ritmo. El movimiento no es otra cosa que vibración. Así como cambia la vibración, así cambian también las cosas. De hecho, la vibración es una oscilación de un lado a otro desde un punto central, y se identifica con la ley del péndulo. El péndulo es movimiento, es vibración, y en él se manifiestan las fuerzas de atracción y repulsión, o movimiento y contramovimiento. El progreso depende de la fuerza o el impulso con que se ponen en acción estas dos fuerzas. La intensidad de esos impulsos varía constantemente en el ser humano. A su vez, el ritmo es el resultado del movimiento, y sus pulsaciones varían según la intensidad con que se manifieste. Tanto la vibración como el ritmo establecen la armonía del Universo. Pese a que todo en el universo está en movimiento, esa moción no siempre es visible; la fuerza movedora dio el impulso inicial y ahora descansa. Lo que se mueve, lo hace por un efecto de movimiento y contramovimiento, acción y reacción. Todo es dual; todo tiene polos; todo posee su par de opuestos. Los semejantes y desemejantes son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, sólo difieren en el grado; los extremos se tocan: todas las verdades son semi-verdades; todas las paradojas pueden reconciliarse. Entonces, amigos míos, aprovechemos este cambio de estación, sin importar en qué parte del universo nos encontramos; hagamos de hoy el primer día de nuestra primavera. Cantemos y celebremos el inicio de esta nueva era de Paz, recordando que ésta no puede existir si no hay armonía en nosotros. El filósofo Sócrates ejemplificaba esto cuando oraba: "Concédeme belleza interior, y que todas las cosas exteriores que poseo estén en paz con las internas". Vibremos armoniosamente con la naturaleza pues, al hacerlo, nuestro ritmo será el de la pureza, belleza y bondad que adornan a la conciencia creativa de lo que es sagrado para nosotros. ¡Feliz Primavera!