Se ha acreditado que el interno posee una enfermedad grave del corazón que le obliga a llevar marcapasos desde hace años y que ha originado diversas crisis con necesidad de tratamiento de urgencia. Ciertamente ello no quiere decir que no pueda vivir años, sino que puede morir en cualquier momento y no como cualquiera de nosotros -que también podemos- sino precisamente en razón de la enfermedad cardiaca que sufre. Enfermedad que es irrecuperable e incurable aunque pueda ser tratada. En estas condiciones no puede decirse que no reúna los requisitos del art. 104-4 del Reglamento Penitenciario para progresar a tercer grado por razones humanitarias. Bien es cierto que debe acreditarse un cierto merecimiento o al menos una disminución del riesgo de hacer vida en semilibertad pues como dice la Juez "a quo" el art.104-4 se vincula al 196-2 del reglamento y al 92 del Código Penal. Pero lo cierto es que no puede decirse que el interno sea especialmente peligroso ni que su medio de vida sea el tráfico de drogas y ello por dos razones: una, porque ha acreditado ingresos por fuentes distintas de dicho tráfico y la otra porque ha estado provisional desde l994 en que cometió el delito por el que extingue condena hasta 1.998 en que ingresó en prisión sin que conste que se siga contra él causa alguna ni la comisión de otros delitos, y en todo caso, cualquier condena por hechos que esta sala pueda ignorar siempre podría dar lugar a una eventual regresión de grado. Si a ello se une que la edad del penado - 65 años- no es precisamente aquella en la que más frecuente es delinquir, se está en el caso de estimar el recurso. AUTO 579/99, 4.5.99, EXP. 760/98