Colombia posee casi el 60% de los páramos en toda la Región Andina y también el 98% de las especies vegetales de páramos que existen en el mundo. La regulación hídrica es el valor más notable de los páramos, a pesar de que los páramos en extensión son el 1,3% del territorio colombiano, aportan el 85% de las fuentes de agua potable. Actualmente, el 40% de los páramos del país se encuentran modificados, por quemas, ganado, plantaciones forestales, entre otros. A pesar de contar con climas extremos, entre Colombia y Ecuador viven cerca de 450.000 personas dentro de este ecosistema, para otros países no existen datos. Muchas plantas del páramo pueden absorber o retener hasta 40 veces su peso en agua. El frailejón, planta típica de estos ecosistemas crece entre 1 a 2,5 cm al año. Se puede decir que cada metro cuadrado de páramo “produce” 1 litro de agua por día. El Cóndor, el ave voladora más grande del mundo y típica de la cordillera de los Andes puede volar fácilmente 150 km/día. Seis de cada diez especies de plantas propias de los páramos no crecen en ningún otro ecosistema. verano, a un riguroso invierno. La baja presión atmosférica deja escapar el oxígeno y el aire es tan delgado que la radiación es mucho más fuerte, de hecho son los ecosistemas con mayor irradiación solar en el planeta. “Colombia es el país con más extensión de páramos en el mundo” afirma Toro y también habla de la fragilidad de estos ecosistemas y de lo susceptibles que son a las modificaciones causadas por las actividades del hombre como el pastoreo de ganado u ovejas, el cultivo de papa y hortalizas y la minería, al igual que por el cambio climático. Los ecosistemas de páramo albergan una biodiversidad única. El frailejón, planta que evolucionó en estos ecosistemas, crece entre 1 a 2,5 cm al año y su corona de flores es visitada por el colibrí andino de páramo. El gran endemismo en los frailejones se relaciona con el hecho de que sus semillas no tienen las alas o pelos para ser distribuidas por el viento y, por consiguiente, su distribución es más restringida. En ciudades como Quito los páramos de Papallacta y Antisana, que rodean la capital ecuatoriana, aportan el 100% del agua que consumen sus habitantes, de igual manera el páramo de Chingaza aporta el 63% del agua que consume Bogotá y el páramo de Belmira o Santa Inés, como lo conocen habitantes del sector, aporta entre el 60 y 70% del total del agua a la capital antioqueña. De estos ecosistemas naturales depende nuestra vida como especie y una vez han sido intervenidos es muy difícil recuperarlos. A pesar de que en nuestro país existe normatividad que regula y protege las áreas de páramos, actualmente más del 50% de estos territorios son intervenidos por el hombre de manera inadecuada. La temperatura promedio de estos páramos es de 8ºC a 10°C. os páramos son ecosistemas que históricamente han maravillado a naturalistas, historiadores y viajeros. Sin embargo, no es posible encontrar una definición de páramo que contenga y satisfaga a todo el mundo y en todas las ocasiones, pues depende de si hablamos de un territorio, de un ecosistema o de un área geográfica. En Sudamérica, los páramos forman un corredor interrumpido, o como llamó el botánico Danés Henrik Balslev “un collar de perlas”. En ésta franja conocida como páramo, la vida puede triunfar en las condiciones más extremas y adversas. Juan Lázaro Toro, Ingeniero forestal de la Subdirección de Ecosistemas de CORANTIOQUIA, se refiere a los páramos como “islas en las altas montañas”, en las que convergen la vegetación, la fauna, la neblina y el agua. Su extensión en Colombia es de 39.000 km2 y el 25% de sus especies endémicas corren altísimo riesgo de extinción. Las alturas de los páramos colombianos, también llamados “fábricas de agua” por su gran capacidad de retener humedad, van desde los 2.800 hasta los 3.600 metros sobre el nivel del mar y corresponden al 1,3% de la extensión continental de Colombia, siendo el país que no solamente posee la mayor superficie de páramos en el mundo, sino también la mayor cantidad de páramos independientes. Cada noche, la vida en los páramos pende de un hilo, pues las fluctuaciones diarias del clima son enormes; en tan solo 24 horas puede pasarse de un intenso Helena Cortés Asesor: Juan Lázaro Toro, ingeniero forestal Islas en las a L Páraltmasomso:ntañas Nº 36 · julio de 2011