La importancia de la familia en la economía LUDOVICO VIDELA 1.-Introducción Para los economistas el interés por la familia es bastante reciente. Podría decirse que hasta la década del 70 la familia era ignorada en el análisis económico y también era desconocido su aporte a la economía real. Hay que reconocer que en la concepción aristotélica se contraponía la economía familiar a la economía política, propia del ámbito público. Por ello no sorprende que el interés de los estudiosos se haya desplazado durante largo tiempo hacia la economía pública no familiar. En términos de Adam Smith, fundador de la ciencia económica, la familia era clasificada dentro del reino del altruismo y por lo tanto era objeto de estudio para la filosofía y la ética (Teoría de los sentimientos morales) y no para la economía, que consideraba al egoísmo individual como la principal motivación de los negocios (La riquezas de las naciones).1 Sin embargo, un aspecto de la situación familiar recibió una atención particular por un economista perteneciente a la escuela clásica: Thomas Malthus, que investigó el tema de la población. Sus pronósticos apocalípticos fueron tan errados que esta rama de estudio quedó desacreditada, y en parte abandonada. En las últimas décadas el renacimiento del interés por la familia tiene varias fuentes. Por una parte, los autores neoclásicos pertenecientes a la corriente bautizada como del "imperialismo económico" comenzaron a investigar la posibilidad de aplicar los criterios del egoísmo individual a ciertas decisiones familiares. El núcleo del interés analítico giraba en torno al fenómeno social de gran envergadura de la transición demográfica, la caída de la fertilidad, las nuevas tareas laborales de la mujer y todas sus implicancias para la economía. La familia estaba sufriendo grandes transformaciones que parecían no reflejar un apacible equilibrio dentro del reino del altruismo y se intentaba verificar la validez de incorporar hipótesis tomadas del mundo de los negocios para explicar el cambio. En esta línea se destacaron T.W. Schultz y G.Becker, que formuló, recientemente, un ambicioso tratado sobre la familia sobre la base de hipótesis neoclásicas.2 Estos primeros ensayos recibieron una importante crítica que contribuyó a precisar los conceptos y delimitar los campos. Hoy configura un capítulo muy importante del análisis económico. Sin embargo, la notable producción científica de las corrientes mencionadas no ha conseguido todavía dar una respuesta valedera y completa, a las viejas preguntas referidas al comportamiento de la fertilidad o la transformación de la familia. En otra perspectiva, la familia también ha sido objeto de investigaciones vinculadas con la temática de la sociología económica. Muy original y emparentada con grandes ensayos de sociología económica —como el de Max Weber— es la obra del antropólogo francés Emmanuel Todd. El adopta un enfoque histórico en que se estudia el aporte de la familia al desarrollo económico.3 Su análisis, parte 3 de una clasificación de las familias tomadas del economista francés F. Le Play. Este distingue los valores fundamentales que organizan las relaciones entre padres e hijos, que pueden ser de tipo liberal o de tipo autoritario, y las que vinculan las relaciones entre hermanos que pueden ser de tipo igualitario o no igualitario. Las parejas liberalismo/autoritarismo e igualitarismo /no igualitarismo engendran cuatro posibilidades tipológicas que son las siguientes: a) familia nuclear absoluta en que las relaciones entre padres e hijos son de tipo liberal y las relaciones entre hermanos de tipo no igualitario, b) familia nuclear igualitaria en que las relaciones entre padres e hijos son de tipo liberal y las relaciones entre hermanos igualitarios, c) familia matriz, con relaciones entre padres e hijos autoritarias y las relaciones entre hermanos de tipo no igualitario, d) familia comunitaria en que las relaciones entre padres e hijos son de tipo autoritario y las relaciones entre hermanos de tipo igualitario. La aplicación de esta metodología a Europa permite verificar una sugestiva asociación de la conducta religiosa, política, cultural y económica de las familias y su conformación, y el alto valor explicativo de la familia en la evolución del desarrollo económico. El ensayo de E.Todd nos indica que los estudios sociales y económicos adolecen de una grave falencia en cuanto no contemplan la realidad familiar. El objeto de este artículo es efectuar una síntesis de los grandes temas vinculados a la realidad familiar dentro de la economía real. La familia como señalábamos, ha sido reconocida corno objeto de análisis de los estudiosos en economía, pero a nuestro juicio no alcanza a ser calibrada en toda su significación y, en particular, no ha suscitado la relevancia suficiente en materia de políticas públicas. 2. - Funciones económicas de la familia Para comenzar quisiera desarrollar brevemente el tema que se refiere a las funciones económicas que cumple hoy la familia. Partamos de una realidad: la especialización del trabajo y el avance tecnológico ha hecho desaparecer en el seno de la familia las 4 funciones de producción para el autoconsumo. Servicios otrora considerados típicamente familiares, hoy han sido transferidos al mercado. Por ejemplo, el coser la ropa, lavarla, preparar la comida, atender a los enfermos y ancianos, etc. Una forma de ver este fenómeno con más claridad es analizar cómo se distribuye el tiempo de trabajo dedicado al mercado y al hogar. La evidencia disponible demuestra que ha habido una significativa modificación que involucra principalmente a la mujer, que dedica mucha menos horas a las tareas en el hogar y más al trabajo remunerado.4 Es muy interesante observar que la mayor dedicación femenina al trabajo remunerado termina con una mayor dedicación global laboral, tanto de la mujer como del hombre. Cuando la mujer dedica su tiempo sólo a su hogar trabaja 32,2 horas por semana, en cambio, cuando también lo hace en el mercado dedica 15,9 horas al hogar y 41,4 horas al trabajo remunerado con un total de 57,3 horas semanales, que es un 78% mayor. El hombre trabaja 44,8 horas en el mercado y 7,3 horas en el hogar, es decir un total de 52,2 horas semanales, pero sólo 1,3 horas más en el hogar cuando su mujer lo hace dentro y fuera del hogar. El informe citado, destaca que el aumento de productividad que este nuevo esquema de distribución del tiempo laboral implica "no ofrece ninguna conclusión sobre las implicancias de estas tendencias del uso del tiempo sobre la calidad de vida".5 Lo cierto es que el hogar ha dejado de ser un lugar con una actividad de importancia desde el punto de vista de la autoproducción, y tanto el hombre como en especial la mujer ejerce su principal actividad en el mercado. El siguiente cuadro detalla lo señalado sobre el uso del tiempo dentro y fuera del hogar. (Ver cuadro 1) Pero si no es la producción, ¿Qué función económica importante queda entonces para la familia?; A mi juicio no es la disposición del ingreso con destino al consumo de bienes y servicios su función primordial porque, porque si bien se da en la familia, la proporción de el consumo que se explica por razones propiamente familiares es de menor significación y viene perdiendo participación. Un indicio de esto lo tenemos en la distribu- ción de personas por hogares y la creciente participación de hogares unipersonales. En efecto, en la Argentina, de acuerdo a la evolución de la población se estima que en la actualidad los hogares unipersonales representaban más de un 20%, cuando en 1980 eran de sólo 10,1%. A este valor se le podrían agregar los hogares comunitarios no familiares con lo que el acumulado subiría más. Algo similar sucede en Francia, la Unión Europea en general y en Estados Unidos. En el país galo los hogares unipersonales fueron el 24,6% para 1980 y crecieron al 27,1% en 1991. Otro indicio se encuentra en la oferta de bienes y servicios específicamente familiares. En mi impresión este es un segmento declinante en su desarrollo, comparativamente con el resto de la economía. Esto no debería sorprender en cuanto es un supuesto convencional del análisis económico ver el consumo, el ahorro y las decisiones económicas en general como opciones de individuos racionales que maximizan una función individual. En términos de Gary Becker y otros economistas neoclásicos, se estaría verificando que las decisiones sobre el trabajo, la producción, el consumo y el ahorro resultan en la economía actual, mayormente de opciones que no tienen corno prioridad el bienestar de la familia. En realidad la explicación última, responde a nuestro juicio a la condición peculiar de las decisiones económicas ligadas a la familia. Tanto el consumo, como la producción, el ahorro y el trabajo son la resultante de una decisión anterior que hace a la esencia de la familia y se vincula con la vida. Uno de los obstáculos para comprender con detenimiento esta cuestión está en la incorrecta equiparación entre hogar y familia. La familia habitualmente convive en un hogar pero no siempre es así, corno también hay hogares que no configuran una familia. El primero, es decir el hogar, es un lugar donde conviven una o más personas. La familia, en cambio, es el padre y la madre y los hijos unidos por una relación estable de amor, en vistas a un proyecto común. Si el proyecto no existe o la relación se fractura, no sorprende que las decisiones económicas se reorienten, basándose en criterios meramente individuales. La decisión propiamente familiar es esencialmente relacional, está referenciada y dirigida a atender y favorecer un vínculo. Como es obvio, la realidad no es lineal y hay por lo tanto familias en crisis que participan más de las características de un hogar que de una familia como tal. Estas distinciones no son perceptibles para los instrumentos estadísticos usualmente utilizados. 3- El reemplazo generacional ¿Cuál es entonces la función que principalmente cumple la familia en la economía actual? . A nuestro juicio es el reemplazo generacional que es lo que permite que la sociedad tenga su propia sucesión en todos los planos: cultural, religioso, social y también 5 económico. Esta tarea de procrear y educar a los hijos está en la esencia de la familia y conforma también una función económica de primera importancia en sí misma, a la que se agregan las decisiones económicas que son la resultante indirecta de esta labor familiar central. El reemplazo generacional permite que perduren y funcionen instituciones tan importantes como la deuda pública y la seguridad social. Estos institutos están basados en la capacidad del Estado de imponer a las generaciones no nacidas la transferencia de la carga. Esta compulsión está limitada por la razonabilidad del impuesto que está afectado y por la holgura del reemplazo generacional. Este tema ha despertado un interés creciente en los investigadores económicos, que entre otras cosas, han desarrollado una nueva forma de presentar la política fiscal incorporando los efectos de largo plazo de la misma, que se conoce corno contabilidad intergeneracional, "generational accounts". Los presupuestos públicos del Gobierno central normalmente reflejan los ingresos y los gastos de un año, con un horizonte un poco más extendido para algunos gastos de inversión. La contabilidad intergerenacional, por el contrario, cubre un período de varias décadas, clasificando los impuestos pagados y las transferencias recibidas (jubilaciones, pensiones, seguros médicos etc.) de acuerdo a la generación que paga los impuestos y recibe las transferencias. Para cada generación, los impuestos y transferencias se estiman sobre la vida remanente promedio, calculada sobre la esperanza de vida vigente en el momento del cálculo. Todos estos montos de dinero que cada generación recibirá o pagará en el futuro se actualizan y constituyen el "impuesto neto" que ese grupo soportará. Se supone que los compromisos públicos vigentes deberán ser pagados por las generaciones actuales o por las por nacer. Se define como generación a todos los hombres y mujeres nacidos en el mismo año. El cálculo recoge estimaciones del crecimiento de la productividad y la evolución demográfica. Si ésta permite prever un desequilibrio entre los pasivos y los activos (ancianos y jóvenes), en general el impuesto neto para 6 las futuras generaciones debe subir significativamente, o reducirse drásticamente los beneficios a los pasivos. En líneas generales estos cálculos presentan resultados preocupantes para los países avanzados. En el caso de Estados Unidos, un estudio reciente afirma: "los resultados obtenidos indican que la actual política fiscal es insostenible, o el gasto debe bajar o la tasa impositiva neta debería subir del 28,6% actual al 49,2% para las generaciones no nacidas".6 En las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, el resultado es similar para muchos países como Noruega, Suecia, e Italia. La Argentina y Brasil no están exentos del problema, si bien en estos casos el ajuste debería combinar una mayor recaudación, reducción de los beneficios sociales excesivos como las jubilaciones de privilegio, y una mayor atención a los problemas familiares. En el gráfico 1 se presenta una estimación de la carga impositiva extra que enfrentan las futuras generaciones en diversos países. Nótese el incremento superior al 50% que se requiere en la Argentina, para mantener solamente los beneficios al nivel actual. Si bien estas estimaciones manejan variables básicamente económicas, uno de los factores claves es el del deficiente reemplazo generacional que efectúan actualmente las familias y que impactará significativamente en la capacidad de recaudar del Estado en el futuro. La referencia más obvia es el desajuste entre activos y pasivos en el futuro esquema previsional, pero el impacto económico ya se siente en alguna medida hoy. Veamos un testimonio de la coyuntura: "En la medida que a Europa no le falta capital (lo exporta), le sobra tierra arable (una parte se abandona), y espacio (algunas regiones se abandonan), y escuelas (algunas se cierran por falta de alumnos ), el análisis hecho sugeriría que una política tendiente a incrementar la fertilidad podría crear un estímulo permanente a la demanda doméstica ".7 El problema de la escasa fertilidad se describe en el gráfico 2 y su efecto sobre el equilibrio demográfico en el cuadro 2. El índice sintético de fecundidad para 1995, nos indica para cada país el número de hijos por mujer en edad de procrear. Un valor inferior a 2,2 señala la situación de un insuficiente reemplazo generacional, lo que como indica el cuadro es la realidad de la mayor parte de los países avanzados. En las naciones emergentes la situación es inversa, el reemplazo cuantitativo es amplio, pero con frecuencia no resulta de una paternidad responsable, con lo que termina convirtiéndose en una carga para la sociedad. Precisamente, en el cuadro 2 se presentan los índices de dependencia económica actuales y proyectados para el 2050 para distintos países. La dependencia distingue entre los ancianos y los jóvenes y la sumatoria de ambos. Se expresa como proporción de la población activa. En el cuadro se comprueba que, con la salvedad de la Argentina, la dependencia económica aumentará significativamente, con una proporción de ancianos muy superior incluso en nuestro país. En la Argentina la población crece en valores absolutos en un 56,8% con relación a 1995, siendo el principal desafío educar a esos jóvenes tanto en sus aptitudes técnicas como morales. ¿Cómo lograr entonces un reemplazo generacional adecuado? La respuesta técnica a esta situación dista de ser clara y unánime. Para Gary Becker, por ejemplo, la difusión de técnicas contraceptivas ha permitido separar la unión sexual de la procreación. Si se supone que cada familia tiene un control perfecto sobre el número y la frecuencia de los nacimientos, los criterios para gestar una nueva vida están basados en distintas causas. Becker sostiene que, para los padres, los hijos son una fuente de ingresos materiales o satisfacciones. Por ello, pueden ser asimilados a un bien de consumo durable. Esto no deja de reconocer que las satisfacciones o los costos en que incurren los padres no son moralmente iguales a la de los bienes de consumo durables, pero se pueden comparar y por lo tanto aplicarse el análisis de la teoría de la demanda. Siguiendo esta línea Becker distingue entre la cantidad y la calidad de los hijos, que se mide por el monto que los padres están dispuestos a gastar en los hijos. Si los padres quieren gastar más en menos hijos es porque obtienen una utilidad adicional en ello, dice Becker. Malthus sostenía que un aumento del ingreso llevaría a un significativo incremento del tamaño de las familias. Su argumento tenía dos partes, la primera es que el mayor ingreso reduciría la mortalidad infantil, lo que en ausencia de una disminución de los nacimientos aumentaría el tamaño de las familias. El segundo aspecto es que el mayor ingreso, dice Malthus, induciría a casarse antes y a abstenerse menos en el matrimonio con el consiguiente efecto positivo sobre la natalidad. Pero Becker critica a Malthus en cuanto que su teoría falla por ser mecánica y no considerar el margen de decisión que tiene la familia en su criterio sobre el número de hijos. En definitiva, el economista de Chicago sostiene que el número de hijos surge de la oferta y la demanda correspondiente, que está afectada por el valor actual de los ingresos y satisfacciones esperados para cada hijo en comparación con otras alternativas de gasto. Por ello, no es seguro si el incremento del ingreso aumenta, disminuye o no altera la natalidad.8 El análisis de Becker supone que cada familia logra el equilibrio entre su demanda y oferta. La demanda depende del ingreso, el gasto de crianza y educación, los gustos, el conocimiento de las técnicas contraceptivas y la incertidumbre. Esta resulta de que "cada familia debe producir sus propios hijos dado que los hijos no pueden comprarse o venderse libremente en el mercado"9. Por consiguiente, dice Becker, la fertilidad real puede ser considerablemente distinta a la fertilidad deseada. Con tal grado de laxitud, es imposible obtener una verificación empírica directa de la teoría de Becker, que es el criterio de validez que el mismo sostiene. Pese a ello, su influencia ideológica es considerable y está en la trastienda de muchas recomendaciones políticas de organismos internacionales y otras instituciones. Lo cierto es que el supuesto equilibrio de cada familia entre hijos deseados y procreados, tautológicamente debería llevarnos a un equilibrio global, que sería la suma de cada uno de los equilibrios individuales. Pero co7 mo este equilibrio en la realidad dista de ser tal, se argumenta que se alcanzaría sin restricciones al libre juego de la oferta y la demanda. Estas "restricciones" serían la falta de difusión de técnicas anticonceptivas, la penalización del aborto, la prohibición de la compraventa de personas, las limitaciones a la fecundación artificial y cosas semejantes. Creo más bien que lo que con estas teorías no alcanza a comprenderse es la naturaleza peculiar de la familia, que no puede ser entendida mecánicamente ni desde una perspectiva solamente económica. 4. El costo de crianza y las externalidades de los hijos Reconociendo todos los aspectos demográficos, sociales, culturales, religiosos y también económicos, que hay que considerar para entender la evolución familiar, hay condiciones materiales objetivas que están adquiriendo cada vez más importancia. En particular destaco dos dimensiones del tema. Primero, el costo de criar y educar hijos ha subido significativamente. La mejora en la alimentación y el vestido, los mayores cuidados de la salud, la educación obligatoria y la que impone el mercado es cada vez más extensa. En esto la tesis de Becker es verdadera. Otro autor, Lesttr Thurow, afirma que para estar en el nivel necesario y poder competir hoy en el mundo un trabajador debe tener al menos tres años de educación post-secundaria; si no los tiene es un discapacitado. Simultáneamente, se muestra escéptico sobre la posibilidad de supervivencia de la familia en un contexto económico tan desfavorable como el actual.10 Otro aspecto importante se refiere al altruismo familiar. El altruismo paternal y maternal se erosiona cuando el costo de crianza y educación aumenta y la remuneración por esta tarea es nula. Los economistas liberales ridiculizan a veces la utopía socialista basada en el improbable supuesto de que todos los ciudadanos decidirán sobre la base de un puro altruismo. Sin embargo, este supuesto de altruismo familiar absoluto, exógeno al modelo analítico económico, está subyacente en la investigación económica convencional. El 8 mismo Becker postula el altruismo del padre de familia como condición necesaria de su modelo, aunque los hijos sean los más recalcitrantes egoístas les conviene comportarse con generosidad dentro de la familia.11 En realidad, el altruismo se ha vuelto en cierto sentido endógeno, depende de las condiciones que encuentra para poder crecer y desarrollarse. La nueva cultura posmoderna, que favorece y fomenta el hedonismo y el relativismo moral, es un fuerte condicionante de la vigencia de conductas altruistas. El otro aspecto de gran trascendencia social y económica se refiere a la educación de los hijos. Aun si la fertilidad es la adecuada, si la familia no educa en las virtudes, es decir trasmite valores, los jóvenes pueden convertirse en una carga pesada para la sociedad. Los hijos desde el punto de vista fiscal representan un bien público. Todos los ciudadanos tienen significativos créditos sobre los ingresos de los futuros adultos en edad de trabajar a través de la previsión social y la deuda pública, pero no todos los ciudadanos contribuyen en la misma proporción en el cuidado y educación de esos futuros adultos.12 Ahora bien, la externalidad de los hijos para la sociedad puede ser negativa, cuando los jóvenes por efecto de la droga, el delito, el bajo o nulo rendimiento escolar se convierten en una carga social. Estas situaciones adversas están altamente correlacionadas con familias incompletas o destruidas. Por ello, el reemplazo generacional debe hacerse en un marco de fortalecimiento familiar que asegure un verdadero beneficio social. Lamentablemente, el cuadro familiar muestra algunas señales preocupantes, si bien no dejan de representar una porción relativamente pequeña de la situación global. Por ello, en términos de reemplazo generacional, si no estamos dispuestos a sostener comunitariamente en cierta medida el costo de crianza y educación de los hijos, la situación puede agravarse. 5- Conclusión La temática de la familia tiene hoy un renovado interés. El lugar donde el hombre nace, se educa, trabaja, se enferma y muere es demasiado importante para pasar desapercibido. Desgraciadamente, una de las razones que justifican un nuevo interés por la familia resulta de la sensación, compartida por varios analistas, de que asistimos a profundas transformaciones en esta institución que van más en un sentido destructivo que constructivo. Hoy, las familias que responden íntegramente al nombre de tales son minoría dentro del total de hogares, incluyendo a los hogares unipersonales. Un escapismo es sostener que ha cambiado la organización familiar, con nuevas versiones mejor adaptadas a nuestra cultura, donde los lazos personales se hacen más tenues, cambiantes y quebradizos. En realidad, una visión más objetiva reconocería un elevado costo en este modelo sin compromisos. En este informe destacamos que en el plano de la economía tiene gran trascendencia la tarea de reemplazo generacional que realiza la familia, sobre todo cuando supera la dimensión cuantitativa y procrea y educa integralmente a los futuros ciudadanos. A nuestro juicio, la visión de la familia del análisis económico sólo explica parcialmente la dimensión laboral de los integrantes de la familia. El misterio de la vida y la muerte, el nacer y morir, no son explicados por estas teorías. Pese a ello estas realidades son las decisivas para cada persona. Pero, por sobre todo, el amor no encuentra lugar en los enfoques reduccionistas. Para entender realmente a la familia, que es un ámbito de encuentro de las personas y de las generaciones, hay que calar más hondo y comprender mejor el amor y el compromiso. Para formar una familia se requiere un compromiso básico: es necesario creer en alguien, amarlo e inspirarle confianza. Por su parte, tener hijos responsablemente significa esperar algo bueno del futuro, es apostar por el futuro y por las personas. Todos estos valores requieren un ambiente favorable para que florezcan y se desarrollen. Por ello, así como hay una ecología del ambiente que nos informa y protege de la contaminación, hay una ecología humana que nos invita a hacer del espacio público algo decente y humano. La familia es el sustento del pluralismo y la diversidad, y por tanto de la sociedad democrática. Protegerla es proteger estos valores. 1 Cf. Smith, Adam, "La riqueza de las naciones", Ed. de Carlos Rodríguez Braun , Alianza, Madrid 1996, y "La teoría de los sentimientos morales", Ed. de Carlos Rodríguez Braun , Alianza , Madrid 1997. 2 Cf. Becker, Gary "Tratado sobre la familia " , Alianza, Madrid 1987. 3 Cf. Todd, Emmanuel, "La invención de Europa ", Tusquets, Barcelona 1995. 4 Cf. Kristin Roberts and Peter Rupert, "The myth of the overworked American", Economic Commentary, Federal Reserve Bank of Cleveland, 15/1/1995. 5 Op.cit.pag.4. 6 Cf. Gokhale, Page, Sturdock, "Generational accounts, an update" , Economic Review, Federal Reserve Bank of Cleveland , IV trimestre de 1997. 7 Cf. Conjoncture, Paribas , Marzo de 1998. 8 Becker, Gary op.cit. cap. 5-6. 9 Cf. Becker, Gary, "The economic approach to human behavior", The University of Chicago press, Chicago 1976, pag.193. 10 Thurow, Lester, "The future of capitalism", W.Morrow, New York, 1996, Pag.31. 11 Cf.Beker, Gary, 1987, pag. 226. 12 Cfr. Folbre, Nancy, Papers and Proceedings, Mayo de 1994. Nota: Este artículo formó parte del trabajo de seminario en el curso del prof. R. Crespo, Universidad Austral, marzo de 1998. 9