EL LIDERAZGO Origen El liderazgo es un tema que ha despertado un gran interés desde siempre. El término sugiere la imagen de individuos poderosos y dinámicos: comandantes de ejércitos victoriosos, directores de imperios empresariales instalados en sus despachos de lujo, y hombres y mujeres que cambian la fortuna de las naciones. Las hazañas de líderes valientes y clarividentes son la esencia de las leyendas y de la mitología. Gran parte de nuestra historia es el relato de los líderes militares, políticos, religiosos y sociales, a quienes atribuimos el mérito o la culpa de los más significados acontecimientos históricos, aún cuando nuestra comprensión de las causas reales de los mismos y de la influencia del líder es limitada. Posiblemente, la fascinación general que ejerce el liderazgo, sea consecuencia del carácter misterioso del proceso, y del hecho de que a todos nos afecta en la vida. ¿Por qué determinados líderes (como Gandhi, Mahoma o Mai Tse-Tung) inspiraron tanto ardor y devoción? ¿Cómo llegaron otros (como Julio César o Alejandro Magno) a crear sus grandes imperios? ¿Cómo es posible que algunas personas aparentemente sin cualidades sobresalientes (como Adolf Hitler o Claudio César) consiguieran encumbrarse al poder? ¿Por qué la gente expulsó tan repentinamente a determinados líderes (como Winston Churchill o Indira Gandhi) a pesar de su evidente poder y de sus éxitos? ¿Por qué algunos líderes gozan del apoyo de un grupo de seguidores leales que estarían dispuestos a sacrificar sus propias vidas por ellos, mientras los subordinados de otros los desprecian hasta llegar a urdir su asesinato? Las cuestiones relativas al liderazgo han sido objeto de especulaciones desde siempre, pero la investigación científica no comenzó hasta entrado el siglo XX. Gran parte de estas investigaciones se han centrado en los determinantes de la eficacia del liderazgo. Así, las ciencias sociales han intentado descubrir cuáles son las características, habilidades, comportamientos, fuentes de poder y aspectos situacionales que determinan la capacidad de un líder, de influir sobre sus seguidores y conseguir sus objetivos. Entre las cuestiones más importantes que se han investigado, figuran las causas de la emergencia de algunas personas como líderes y las determinantes que condicionan las acciones de un líder. Concepto Liderazgo es una voz del léxico común que se ha incorporado a la terminología técnica de una disciplina científica, pero sin una redefinición precisa. Por consiguiente, tiene connotaciones ajenas que provocan cierta ambigüedad en su significado (Janda, 1960). Por otra parte, el empleo de otros conceptos imprecisos, tales como poder, autoridad, dirección, administración, control o supervisión para describir fenómenos parejos, también provoca cierta confusión. En este sentido, la observación de Bennis (1959, pág. 259) sigue siendo tan acertada hoy como tantos años atrás: El concepto del liderazgo siempre nos resulta esquivo, o surge de otra guisa y su naturaleza escurridiza y compleja nos vuelve a confundir, por ello, hemos inventado una proliferación de términos para abordar la idea… por lo que el concepto sigue sin tener una definición adecuada. Los científicos tienden a definir el liderazgo a partir de perspectivas particulares y los aspectos del fenómeno que más les interesan. Después de repasar exhaustivamente la literatura sobre el liderazgo, Stogdill (1974, pág. 259) concluyó que: “existen casi tantas definiciones del liderazgo como personas que han pretendido definir el concepto.” La tarea de crear nuevas definiciones ha continuado sin menguar, desde que Stogdill hizo su observación: “el liderazgo se ha definido en términos de características, conductas, influencias, patrones de interacción, relaciones de papeles o el desempeño de los puestos administrativos”. La Tabla 1.1 presenta algunas de las definiciones más representativas propuestas a lo largo de los últimos 50 años. Las definiciones del liderazgo reflejan mayoritariamente que el fenómeno supone un proceso en el que una persona ejerce su influencia sobre otras, para dirigir, estructurar y facilitar las actividades y relaciones dentro de un grupo u organización. No obstante, las numerosas definiciones del liderazgo difieren en muchos aspectos, tales como la persona que ejerce la influencia, el propósito de la influencia, la manera en que se ejerce o los resultados del intento de influir. Estas diferencias no son meras discusiones entre científicos quisquillosos, sino el reflejo de un profundo desacuerdo sobre la identificación de los líderes y de los procesos de liderazgo. El liderazgo eficaz Igual que sucede con las definiciones del liderazgo, las concepciones de la eficacia suelen variar según el autor. Los criterios elegidos para evaluar la eficacia del líder son fiel reflejo del concepto implícito o explícito del liderazgo que tiene el investigador. La mayoría de los científicos valora la eficacia del liderazgo en términos de las consecuencias de las acciones del líder para sus seguidores y otras partes interesadas de la organización. Se han considerado resultados de muchos tipos, entre otros: El comportamiento y crecimiento del grupo o de la organización del líder. Su preparación para afrontar los retos y las crisis. La satisfacción de los seguidores con su líder. El compromiso de los seguidores con los objetivos de grupo. El bienestar psicológico y el desarrollo personal de los seguidores. La retención por el líder de su estatus dentro del grupo. Su progreso hacia posiciones de más autoridad dentro de la organización. En este sentido, la medida de la eficacia de un líder, que más frecuentemente se emplea, corresponde al grado de cumplimiento de las tareas y de la consecución de los objetivos por la unidad organizacional. Algunos ejemplos de las medidas de complimiento de objetivos incluyen: Los beneficios netos El margen de beneficio El crecimiento de las ventas La cuota de mercado El rendimiento de las inversiones El rendimiento de los activos La productividad El coste unitario de producción o los costes globales sobre el gasto presupuestado. Por otra parte, las medidas subjetivas incluyen las valoraciones de la eficacia, obtenidas de los superiores del líder, de sus iguales y de sus subordinados. Otro indicador habitual de la eficacia del líder, consiste en la actitud de sus seguidores hacia él: ¿Hasta qué punto consigue el líder satisfacer las necesidades y expectativas de los seguidores? ¿Los seguidores aprecian, respetan y admiran a su líder? ¿Tienen los seguidores un compromiso fuerte con las instrucciones del líder, o las resisten, desoyen o desobedecen? Las actitudes de los seguidores se miden normalmente a través de encuestas y entrevistas. Por otra parte, estos aspectos de la conducta de los seguidores, también ofrecen un indicador indirecto de su insatisfacción u hostilidad hacia el líder. Los ejemplos de dichos indicadores incluyen: El absentismo laboral La dimisión (renuncia) voluntaria Las quejas a la dirección de la empresa o autoridades en rangos superiores Las solicitudes de transferencia La ralentización (hacer más lento) del trabajo El sabotaje deliberado de los equipos y las instalaciones Por otra parte, la eficacia del líder se mide en ocasiones, en términos de su aportación a la calidad, percibida por los seguidores o por los agentes externos, de los procesos grupales: ¿El líder es capaz de mejorar la cohesión de grupo y la cooperación y motivación entre sus miembros? ¿El líder es capaz de agilizar la resolución de los problemas y conflictos, así como la toma de decisiones? ¿Qué aporta el líder a la eficiencia de la especialización por papeles, la organización de las actividades, la acumulación de recursos o la disposición del grupo a afrontar los cambios y las crisis? ¿Es capaz el líder, de mejorar la calidad de la vida laboral, aumentar la confianza de sus seguidores, aumentar sus competencias o contribuir a su crecimiento psicológico y desarrollo personal? Resulta difícil valorar la eficacia de un líder, cuando existen tantas medidas alternativas y queda tan poco claro cuál de ellas puede ser la más relevante. Algunos investigadores han procurado combinar varias medidas para establecer un único criterio compuesto, aunque este enfoque exige la aplicación de valoraciones subjetivas de la ponderación asignada a cada medida. Por otra parte, los criterios múltiples resultan especialmente difíciles cuando surgen correlaciones negativas, cuya presencia indica que existen compensaciones entre los criterios, de tal manera que el incremento de uno supone un descenso de otros. Por ejemplo, un aumento de la producción mediante la aceleración del ritmo de trabajo, puede, a veces, implicar un empeoramiento de la calidad del producto o el descontento de los trabajadores. En ocasiones, el rápido crecimiento se consigue mediante el endeudamiento excesivo para financiar la expansión a costa de una situación financiera más débil, que puede desembocar incluso, en la quiebra de la empresa. Finalmente, una mejora en la eficiencia, mediante la especialización, puede llevar a la pérdida de flexibilidad. ¿Cuáles son los mejores criterios para medir la eficacia del liderazgo? La valoración de la eficacia del liderazgo no es una cuestión sencilla, ya que la selección de criterios adecuados, depende de los objetivos y valores del evaluador, y los valores varían de una persona a otra. Por ejemplo, la alta dirección puede favorecer criterios distintos de los preferidos por los empleados, los clientes o los accionistas. Para mitigar los problemas debidos a la incompatibilidad de criterios, es conveniente incluir a varios de los empleados en la investigación de la eficacia y analizar el impacto del líder en cada uno de ellos durante un periodo de tiempo. En este sentido, las concepciones múltiples de la eficacia sirven, al igual que las concepciones múltiples del liderazgo, para ampliar nuestras perspectivas y aumentar el alcance de la investigación. *Fuente: Yukl, G. (2008) Liderazgo en las organizaciones. México: Pearson.