Capítulo II - Sistema Nacional de Información Ambiental (SINIA)

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Capítulo Il: Historia ambiental de la Región del Bío-Bío • Octava Región del Bío-Bío
CAPITULO II:
HISTORIA AMBIENTAL DE LA REGION DEL BIO-BIO
I. EL POBLAMIENTO ABORIGEN Y SU
INTERACCIÓN CON EL MEDIO AMBIENTE
Aunque se han descubierto pocos vestigios
arqueológicos sobre cuya base se puedan reconstituir
las distintas fases del poblamiento precolombino de
la Región del Bío-Bío, la presencia humana se
remonta, al menos, a unos 4.000 años atrás.
Entonces, pequeños grupos nómades de cazadorespescadores-recolectores transitaban por el litoral en
búsqueda de los recursos marinos, su principal fuente
de sustento. En efecto, durante el transcurso de
cientos de años el consumo humano de diversos
tipos de moluscos fue generando acumulaciones de
conchas marinas en diferentes lugares de la zona
costera, dando origen a los "conchales" de Tomé,
Penco, Talcahuano, San Vicente, Bellavista,
Lagunillas, La Posada, Escuadrón, Puchoco, Arauco,
Tubul, Morguilla, Quidico y Tirúa, entre otros.
Estos sitios arqueológicos, que antiguamente fueron
lugares de asentamiento temporal de agrupaciones
nómades, permiten visualizar la directa dependencia
entre el hombre y su entorno, donde el mar jugaba
una función esencial en la subsistencia diaria de
aquellos aborígenes, proveyéndolos tanto de
alimentación como de materias primas. En el mar se
capturaban peces, mamíferos y aves, recolectándose
además grandes cantidades de mariscos y algas.
Sin embargo, el uso de estos recursos naturales no
era intensivo, debido a que la población existente en
aquella época era escasa y sus utensilios, técnicas
de caza y de conservación, eran rudimentarios y no
le permitían una gran acumulación de excedentes.
1. Los Mapuches
El conocimiento sobre las formas de vida de los
pueblos originarios de la Región aumenta
considerablemente con la documentación histórica
aportada por los cronistas españoles. La información
proporcionada por los cronistas e historiadores
coloniales permite evaluar las condiciones
ambientales en que se encontraba el territorio
regional, así como las diversas interacciones entre
los indígenas y su entorno natural.
En 1550, cuando los españoles irrumpieron en el
territorio que actualmente constituye la Región del
Bío-Bío, éste estaba poblado por los mapuches,
nombre que traducido al idioma español significa
"gente de la tierra". El dominio mapuche abarcaba
el territorio de mar a cordillera, extendiéndose un
poco más allá del Río Itata, por el norte y
sobrepasando el Río Toltén por el sur. En la práctica,
los mapuches ocupaban mayor parte de la actual
Región del Bío-Bío, la totalidad de la IX Región de
La Araucanía y el norte de la X Región de Los Lagos.
En este vasto territorio indígena, denominado "La
Araucanía" por los españoles, se asentaban distintas
agrupaciones mapuches, cuyo estado evolutivo
correspondía al de una sociedad tribal que desconocía
el uso de los metales, con una economía doméstica
basada en diversas actividades productivas tales
como la caza, la pesca y la recolección, y en un tipo
de agricultura y ganadería autóctonas, acorde a sus
necesidades.
Al iniciarse la conquista, la población mapuche, que
ocupaba los diferentes hábitat existentes entre los
Ríos Itata y Toltén, se estimaba en aproximadamente
500.000 personas. El área de mayor concentración
demográfica se ubicaba en la llanura costera y ambas
vertientes de la Cordillera de Nahuelbuta, desde el
Río Bío-Bío al Imperial, tratándose de un poblamiento
sedentario de tipo disperso. Datos históricos más
específicos indican que en la llanura costera que va
desde Talcahuano hasta Arauco, existió una población
de unos 40.000 indígenas.
La concentración poblacional del área se explica por
la fertilidad del territorio, capaz de generar los
recursos necesarios para la manutención de sus
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habitantes. Los ríos, lagos y lagunas eran fuente de
peces y aves acuáticas comestibles, mientras que
en los bosques de Nahuelbuta crecían las araucarias
(Araucaria Araucana) y avellanos (Gevuina Avellana)
que aportaban frutos de un alto valor nutritivo, todos
los que formaban parte de la dieta diaria indígena.
No menos importante era la abundancia de presas
de caza, destacando entre ellas el guanaco (Lama
Guanicoe), el huemul (Hippocamelus Bissulcus) y el
pudú (Pudu Pudu).
La preparación y siembra de la tierra destinada a
cultivos también era especial: utilizaban una serie
de herramientas típicas como las palas o "hueullos",
azadones, barretas, cuchillones, mazas y palos para
plantar, entre otros, herramientas que -en generaleran fabricadas de madera. Con ellas se realizaban
tres operaciones elementales consistentes en aflojar,
dar vuelta y moler la tierra, dejándola en condiciones
de recibir las semillas, pues no existía trabajo
efectuado por animales ni arado del suelo.
Asimismo, los recursos marinos fueron fundamentales
en la alimentación y economía indígena,
principalmente entre los mapuches costinos o
"lavquenches", que habitaban la llanura costera y el
lado occidental de la cordillera de Nahuelbuta entre
los ríos Bío-Bío e Imperial. El mar proporcionaba
gran cantidad y variedad de peces, mariscos y algas,
prevaleciendo entre estas últimas el cochayuyo
(Durvillea Antartica) y luche (Ulva Lactuca). Los
excedentes de estos productos, secos y ahumados,
eran intercambiados por otros productos con los
mapuches del interior o "lelbunches", que habitaban
el lado oriental de Nahuelbuta y los llanos de la
depresión intermedia, generándose un activo trueque
de especies entre ellos.
En relación a la actividad ganadera indígena, ésta
también se practicaba de acuerdo a los requerimientos
de la economía doméstica mapuche. Probablemente
se trataba de la cría de ganado de pequeña escala.
Desde antes de la llegada de los españoles, los
mapuches se dedicaban a la crianza de la "llama"
(Lama Lama), animal que les proporcionaba materias
primas indispensables para cubrir sus necesidades
básicas como, por ejemplo, la lana para la confección
del vestuario. Además, era usada como ofrenda en
sacrificios rituales y su tenencia involucraba prestigio
social en la comunidad.
Las características físicas del territorio favorecían un
tipo de agricultura donde se aprovechaban los claros
de bosques y fértiles terrenos de vegas para el cultivo,
mientras que el riego era proporcionado por la
abundancia natural de lluvias. Las chacras y
sembradíos mapuches eran pequeños y en forma de
policultivos, es decir, en un mismo lugar se cultivaban
distintas especies vegetales nativas. Al respecto, el
cronista Gerónimo de Vivar señala: "Los naturales
tienen maíz y frijoles y papas y una hierba a manera
de avena, que es buen mantenimiento para ellos. Son
muy grandes labradores y cultivan muy bien la tierra".
Otros productos agrícolas autóctonos producidos en
la Araucanía fueron la "quinoa" (Chenopodium
Quinoa), el "madi" (Madia Sativa) y algunas variedades
de granos como el "mango" (Bromus Mango) y la
"teca" o "tuca", actualmente desconocidos.
Las llamas fueron denominadas "hueques o
chilihueques" por los mapuches, en tanto que los
españoles las nombraron "carnero u oveja de la
tierra". Estos camélidos sudamericanos fueron,
quizás, los únicos animales criados con fines
ganaderos por estos indígenas hasta la introducción
del ganado europeo traído por los conquistadores.
En suma, la abundancia de recursos naturales, la
disponibilidad de tierras aptas para el laboreo agrícola
y las técnicas empleadas por la sociedad mapuche
en el aprovechamiento de tales recursos, explican
la sustentabilidad del sistema económico imperante
en esta ancestral cultura aborigen. En efecto, hasta
mediados del Siglo XVI, el sistema económico
mapuche fue equilibrado, pues existían diferentes
actividades productivas (caza, pesca, recolección,
agricultura y ganadería) que se complementaban
entre sí. Más aún, en muchos casos dichas
actividades producían excedentes, generándose un
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activo trueque o intercambio en La Araucanía,
satisfaciendo las múltiples necesidades de esta
sociedad.
2. Los Pehuenches
Según los antecedentes históricos más antiguos, a
mediados del Siglo XVI los pehuenches o "gente de
las araucarias" -grupo indígena de cazadores
recolectores nómadas, vinculado étnicamente a los
mapuches- ocupaban los valles y mesetas altoandinas
de ambas vertientes de la cordillera, entre los nevados
de Chillán, por el norte, hasta la zona del Volcán
Villarrica, por el sur. Las características físicas del
territorio pehuenche lo hacen un medio hostil, que
aún hoy dificulta la existencia de sus habitantes. Sin
embargo, ni el accidentado relieve ni las duras
condiciones climáticas fueron obstáculos para el
temprano poblamiento de dicho espacio geográfico,
pues sus características biológicas permitían la
subsistencia de pequeños grupos humanos.
En aquel territorio existía una abundante caza, siendo
huanacos y ñandúes las presas de mayor tamaño.
Pero, los bosques de araucarias eran lo más
significativo y determinante. Antaño cubrían mayores
extensiones territoriales y sus frutos, los piñones,
constituían la base alimenticia de los pehuenches.
Según cálculos del naturalista alemán Eduard Poepig,
quien recorrió parte del territorio pehuenche en 1828,
"un individuo podía ser alimentado durante todo el
año con los frutos de, a lo sumo, 18 araucarias".
Las características físicas y recursos naturales del
territorio fueron determinantes para el desarrollo
étnico-cultural de los pehuenches, que adaptaron
convenientemente su ciclo vital nómade al ciclo
natural de las estaciones del año y recolección del
piñón. De esta manera, desde fines del verano y
durante el otoño, los pehuenches permanecían en
los bosques de araucarias o pinares, en lo alto de
las montañas, recolectando grandes cantidades de
piñones que almacenaban para el consumo invernal.
A fines del otoño se trasladaban a las orillas los ríos
o lagunas en los valles andinos bajos, pasando el
invierno donde nevaba menos. En la primavera partían
a las vegas y de caza, al pie de las montañas,
repitiendo su ciclo de vida ancestral. Cabe señalar
que, a diferencia de los mapuches, estos indígenas
no poseían ningún tipo de agricultura ni criaban
llamas, pero sí mantenían una importante actividad
de intercambio comercial en ambos lados de la
Cordillera de los Andes.
El proceso de recolección y consumo del piñón se
mantiene aún hoy en la mayoría de las comunidades
pehuenches del Alto Bío-Bío y Lonquimay.
3. Cosmovisión Indígena y Naturaleza
Ciertamente la antigua presencia aborigen en la
Región del Bío-Bío significó algún nivel de
intervención en los hábitat naturales ocupados. Sin
embargo, la mayor parte de aquel vasto territorio
mantuvo condiciones prístinas hasta la irrupción
hispánica. Esta situación se explica, en gran parte,
por el respeto a la naturaleza que existía en la
cosmovisión indígena, pues ella estaba presente en
los distintos ámbitos de la vida cultural.
La misma naturaleza proporcionaba los materiales
con que los mapuches construían sus viviendas,
llamadas "rucas". Éstas consistían de una fuerte
armazón de troncos, que sostenía el techo y paredes,
ambos cubiertos por ramas, cañas, juncos y/o paja,
según el material disponible en el lugar del
asentamiento. Este tipo de vivienda, de forma
rectangular, protegía convenientemente a la familia
mapuche de las inclemencias del tiempo. Cuando
eran abandonadas por migraciones o cambios de
sitio de sus moradores, las rucas se deterioraban no
dejando, con el paso de los años, mayores vestigios
de su permanencia. Se trataba, entonces, de una
vivienda amigable con el medioambiente.
En el caso de los pehuenches, al tratarse de
cazadores recolectores nómades, poseían viviendas
cuya principal característica era su transportabilidad.
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El "toldo pehuenche" se armaba uniendo una serie
de varas largas que posteriormente eran cubiertas
con pieles de guanaco (Lama Guanicoe), adquiriendo
forma semi-cónica. Estas viviendas se desmontaban
con facilidad cada vez que el campamento era
trasladado. Cumplían las mismas funciones de las
rucas mapuches, sin causar mayor impacto en el
hábitat natural. Los toldos, con algunas
modificaciones, fueron utilizados hasta cerca de
fines del Siglo XIX, época en que los pehuenches se
asentaron definitivamente en los lugares cordilleranos
que hoy ocupan.
En el ámbito de la medicina indígena, la naturaleza
proveía, tanto a mapuches como a pehuenches, de
las esencias medicinales para tratar sus dolencias.
Las curanderas o "machis" conocían una serie de
plantas y hierbas medicinales que eran usadas en
los ritos de sanación de enfermedades. Muchos de
estos productos medicinales naturales, aún hoy, son
utilizados por la población chilena para el tratamiento
de ciertas enfermedades.
El canelo (Drimys Winteri), árbol también asociado
a los rituales curativos, era considerado sagrado por
los mapuches. Las ramas de canelo siempre estaban
presentes en las ceremonias religiosas o rogativas
como el "guillatún", donde se pedía por la lluvia, la
abundancia de las cosechas y la reproducción del
ganado. La araucaria (Araucaria Araucana), como
fuente alimenticia, era sagrada para los pehuenches.
De igual manera, a los fenómenos naturales tales
como el viento, la lluvia, los relámpagos, y el trueno,
entre otros, se les otorgaba un carácter sagrado.
Más aún, según las creencias aborígenes, ciertos
espacios naturales como las cumbres de las
montañas, los volcanes y las nubes se transformaban
en moradas físicas de las personas que fallecían.
Obviamente las prácticas mágico-religiosas de
mapuches y pehuenches integraban al hombre y la
naturaleza. En otras palabras, el hombre aparecía
estrechamente ligado y dependiente de una
naturaleza dadora de vida. La sociedad indígena
tomaba de la naturaleza sólo lo necesario para la
subsistencia, manteniendo una relación armónica
con su entorno.
II. LA COLONIZACION ESPAÑOLA
Aunque es innegable un cierto grado de intervención
ambiental prehispánica en el territorio de la Región
del Bío-Bío, éste fue mínimo respecto del que produjo
el poblamiento español en un lapso menor a los 300
años, mientras duró el período colonial.
En la cultura de los conquistadores españoles, se
percibía a la naturaleza al servicio del hombre por
designio divino; es decir, el hombre podía explotar los
recursos naturales ya que éstos estaban a su entera
disposición. Tal idea permitía un uso intensivo de los
recursos, lo que originó las primeras alteraciones
ambientales severas en el territorio regional.
De acuerdo al criterio económico-mercantil imperante
en los europeos de esa época, La Araucanía era
vista como un territorio inexplotado cuya abundancia
de recursos naturales ejercía una fuerte atracción en
los conquistadores. Al mismo tiempo, la comarca
contaba con una numerosa población indígena de la
cual se obtenía la mano de obra necesaria para la
realización de las distintas faenas productivas en
provecho del dominio colonial español.
Frente a las expectativas que ofrecía la conquista,
en 1550 el conquistador Pedro de Valdivia fundó la
ciudad de Concepción del Nuevo Extremo en el actual
sitio de Penco. Surgida como un fuerte militar, la
antigua ciudad de Concepción fue el primer enclave
español permanente en la Región del Bío-Bío, desde
el cual se dirigía el proceso de conquista del territorio
mapuche.
La principal actividad económica introducida que se
desarrolló inicialmente en el territorio regional -por
ejemplo, en el sector de Quilacoya, en la ribera del
Río Bío-Bío- fue la explotación del oro, desconocida
por los mapuches prehispánicos. Sin embargo, en
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las últimas décadas del Siglo XVI, los lavaderos de
oro se fueron agotando, mientras la resistencia de
los mapuches a la servidumbre forzada y al despojo
a que eran sometidos iba en incremento.
Araucanía sus propios cultivos y ganados. Las vacas,
ovejas, caballos, trigo y cebada, entre otros, se
adaptaron muy bien al nuevo territorio debido a sus
favorables características físicas y biológicas.
La actividad bélica indígena dificultó de sobremanera
los planes de penetración hispana en La Araucanía,
pues los indígenas defendían obstinadamente su
territorio y modo de vida. El largo e intenso período
de enfrentamientos hispano-indígenas -denominado
"Guerra de Arauco"- que comenzó en 1550 y duró
aproximadamente hasta la década de 1680, acarreó
insospechadas consecuencias ambientales para la
Región y La Araucanía en general.
2. Introducción de Cultivos y Ganados
1. Los Efectos Ambientales de la Guerra de Arauco
La conquista, en su más amplio alcance, provocó un
rápido colapso del sistema económico indígena,
principalmente en aquellos sectores que estaban
siendo ocupados por los enclaves coloniales.
Amparados en el permanente estado de guerra, los
españoles efectuaban continuas depredaciones sobre
los productos agrícolas y el ganado de los mapuches,
recursos que en pocos años se agotaron en la zona.
Esta situación ocurrió desde la misma fundación de
Concepción, quedando vívidamente ejemplificada
en las palabras de Pedro de Valdivia: "hice recoger
la comida que había en la comarca y meterla en
nuestro fuerte, y comencé a correr la tierra y a
conquistarla". Referente al mismo tema, en 1558, el
cronista Jerónimo de Vivar señalaba: "Cuando
entramos en esta tierra avía ganado -llamas- aunque
no mucho, y con las guerras se han acabado, por lo
cual no hay ahora ninguno porque donde entran
españoles, especialmente en conquistas, son como
las langostas en los panes".
Sin duda el colapso del sistema económico indígena
no tardó en afectar también a los incipientes
asentamientos españoles, cuya subsistencia
dependía, en gran medida, de los alimentos
producidos por los mapuches. Esta realidad obligó
a los españoles a introducir masivamente en La
El clima y fertilidad de los suelos favorecieron la
temprana expansión de especies vegetales de origen
mediterráneo tales como el trigo, la cebada, la vid y
hortalizas europeas. Asimismo, factores como la
abundancia de pastos naturales, la ausencia de
grandes competidores y la casi inexistencia de
depredadores -salvo el puma (Felis Concolor)- fueron
cruciales en la fácil propagación alcanzada por el
ganado introducido, principalmente caballares,
vacunos, ovinos y caprinos.
La diferencia entre el sistema agro-ganadero español
y el indígena era evidente, y no tardó en provocar
alteraciones ambientales en gran parte del territorio
regional. Los nuevos cultivos cerealeros introducidos
(trigo y cebada) requerían limpiar grandes extensiones
de terreno de todo tipo de vegetación, lo que
generalmente se efectuaba mediante el roce a fuego,
implicando la tala y quema del bosque nativo original.
Luego, la tierra era preparada mediante el arado,
para finalmente ser sembrada. Este tipo de agricultura
se caracterizaba también por el monocultivo intensivo;
es decir, en un mismo terreno, se cultivaba un solo
tipo de especie vegetal durante varias temporadas
seguidas. Al cabo de los años la tierra se agotaba
tornándose improductiva, desencadenándose
incipientes procesos erosivos, sobre todo en zonas
de pendientes y de laderas de cerros.
El monocultivo de la vid era similar, pues luego del
despeje de extensas áreas de bosque nativo, ésta
fue plantada en amplios sectores de la Cordillera de
la Costa, e incluso al sur del Bío-Bío, con el fin de
desarrollar la tradicional industria española del vino.
Contrariamente a la agresividad medioambiental de
los nuevos cultivos introducidos, la ancestral forma
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de agricultura mapuche era sustentable, ya que las
rotaciones y diversidad de especies vegetales, que
conjuntamente eran cultivadas en las chacras
araucanas, beneficiaban la tierra de laboreo y los
mecanismos de auto control biológico en los cultivos.
Se podría decir que los "policultivos indígenas"
imitaban los ecosistemas naturales sin agredir al
paisaje; no había trabajo animal ni arado,
integrándose suelo, agua y productos vegetales.
Por su parte, la introducción y rápida propagación
de vacunos, caballares, ovejas y cabras, ganado con
características morfológicas y comportamiento
alimentario diferente al de las llamas, también
contribuyó al deterioro ambiental del territorio regional.
El intenso pastoreo de los animales con pezuñas, en
particular de ovinos y caprinos, elevó en forma notable
la presión de uso sobre los recursos naturales,
generándose alteraciones locales de la cubierta
vegetal, fundamentalmente en aquellos suelos con
mayor riesgo como las laderas de cerros. De esta
manera, el continuo consumo de hojas y ramas de
arbustos y árboles y el tránsito de ganado también
generó procesos erosivos locales en la Cordillera de
la Costa y Pre-cordillera Andina.
y que duró más de una década. Durante el transcurso
de dicho evento, los mapuches estratégicamente se
apoderaron de grandes cantidades de semillas y
ganados introducidos. Se calcula que sólo "entre el
23 de diciembre de 1598 y el 15 de octubre de 1600
fueron arrebatadas por los indios, en las ciudades
del sur, no menos de 500 mil cabezas, entre puercos,
cabros, ovejas y vacunos".
Si bien durante algún tiempo los cultivos nativos e
introducidos coexistieron en el territorio indígena,
paulatinamente los mismos mapuches fueron
restringiendo cultivos tradicionales como el del maíz
(Zea Mais), la quínoa y el madi. Otros fueron
rápidamente sustituidos por el trigo y olvidados,
desapareciendo variedades nativas de granos como
el mango y la teca.
3. Sustitución de las Especies Nativas
Asimismo, la llama o chilihueque, si bien se extinguió
temprano a nivel local, por ejemplo, en la zona de
Concepción durante la irrupción española, siguió
siendo criada en el territorio indígena, pero en lugares
menos expuestos a las depredaciones de los hispanos.
Sin embargo, su reemplazo no tardó en ocurrir, y
probablemente a fines del Siglo XVII, la llama ya había
sido totalmente sustituida por el ganado introducido.
Este último se reproducía con mayor facilidad,
proporcionando las mismas materias primas que el
chilihueque. Las ovejas pasaron a proporcionar la
lana para la fabricación de los antiguos textiles
mapuches. Desafortunadamente, estos hechos
contribuyeron en forma decisiva a la extinción de la
llama en el centro sur de Chile. No obstante, en la
actualidad se estudian algunos planes para reintroducir
esta especie doméstica en su antiguo hábitat.
Un fenómeno especialmente interesante, debido a
sus secuelas ambientales, fue la adopción consciente
y deliberada que hicieron los mapuches de ciertos
cultivos y animales de crianza introducidos,
sustituyendo muchas de las antiguas especies
autóctonas, esenciales en su economía doméstica.
Tal situación cobró un acelerado desarrollo a partir
del gran alzamiento indígena iniciado a fines de 1598
La asimilación de cultivos y de la ganadería
introducida efectuada por los mapuches, también
provocó alteraciones ambientales en los hábitat al
sur del Río Bío-Bío, las que se pueden asociar a la
ocurrencia de incipientes procesos erosivos locales,
generados durante las primeras décadas del Siglo
XVII, principalmente en ambos lados de la Cordillera
de Nahuelbuta.
Como es lógico, frente a la carencia de los recursos
agropecuarios tradicionales que aseguraban su propia
subsistencia, los mapuches no tardaron en adoptar
muchas de las especies introducidas, contribuyendo
a extender las alteraciones ambientales en los
sistemas naturales de La Araucanía, más allá del
dominio hispano.
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4. Los Fuertes Militares y sus Efectos en la Región
La férrea resistencia mapuche a la conquista hispana
determinó la construcción de una serie de enclaves
militares o fuertes, a cuyo amparo se asentaron los
primeros colonos españoles y se comenzaron a
desarrollar las primeras poblaciones en el territorio
regional. Entre los fuertes e incipientes ciudades
fundadas durante el Siglo XVI en la Región se
encontraban: Concepción (1550), Arauco (1553),
Tucapel (1553), Purén (1553), Cañete (1558), Quiapo
(1566), San Bartolomé de Gamboa o Chillán (1580),
San Felipe de Austria de Yumbel (1585) y Santa Cruz
de Coya (1595). A pesar de lo señalado, los
acontecimientos bélicos que se desarrollaron entre
fines del Siglo XVI y principios del Siglo XVII afectaron
considerablemente el poblamiento español de la zona.
En efecto, la exitosa sublevación indígena de 1598
hizo peligrar toda la conquista al sur del Río Maule.
Sin embargo, sus principales efectos recayeron sobre
aquellos asentamientos españoles ubicados al sur
de Río Bío-Bío los que, entre 1598 y 1604, fueron
abandonados o destruidos por los mapuches. De
esta manera, el poblamiento colonizador de la Región
quedó reducido a la precariedad de los fuertes
fronterizos establecidos, principalmente, sobre el
curso inferior del Río Bío-Bío y la Costa de Arauco.
Estos eran Santa Lucía de Yumbel, Buena Esperanza
de Rere, Nacimiento, Nuestra Señora de Hale, San
Pedro de la Paz, San Idelfonso de Arauco, Santa
Margarita de Austria y Paicabí, entre otros. Con el
transcurso de los años, la línea fortificada del Río
B í o - B í o s e r e f o r z ó , transformándose en la
demarcación fronteriza entre españoles y mapuches.
La gran mayoría de los fuertes se erigió en las riberas
de ríos o cursos de agua menores, debido a lo cual
también podemos suponer algún grado de
contaminación hídrica asociada, principalmente, a la
tala del bosque. Por lo general, los fuertes eran
construidos de madera, implicando una importante
tala de árboles nativos. El corte de árboles no sólo
se limitaba al momento de la construcción del enclave
militar sino que, en la práctica, se realizaba en forma
permanente debido a que la guarnición requería del
abastecimiento cotidiano de leña para la preparación
de alimentos, calefacción e iluminación, además de
la madera necesaria para reparar los daños causados
por los continuos ataques mapuches y por el clima,
que deterioraban muy rápido las estructuras de madera.
Cabe recordar que al amparo de los fuertes surgieron
nuevos poblados que acentuaron la tala del bosque
nativo, ya fuera para obtener material de construcción
para las viviendas de sus habitantes, o fuera por la
necesidad del despeje del terreno para fines agrícolas.
Con el declinar de la guerra de Arauco, hacia fines del
Siglo XVII, el poblamiento hispano-criollo al norte del
Bío-Bío se fue consolidando, situación que repercutió
con mayor fuerza en el entorno natural. El aumento de
la población en las ciudades de Concepción y Chillán
significó mayores demandas de alimentos y, en general,
de bienes para cubrir las necesidades básicas.
A lo anterior se sumó el expansionismo comercial
interregional e internacional, basado en productos
derivados de la agricultura y ganadería. Entre los
años 1692 y 1695, se produjo una gran demanda de
trigo desde el Virreinato del Perú, debido a lo cual
las siembras trigueras se duplicaron. Estos factores
incrementaron sustancialmente la demanda de suelos
aptos para la realización de faenas agrarias, con las
consecuencias para el ambiente de la región.
En 1700 existían en la Región una serie de grandes
establecimientos agropecuarios denominados
estancias o haciendas, en los cuales se desarrollaban
distintas faenas productivas. Las estancias ubicadas
en la Cordillera de la Costa y Depresión Intermedia
estaban dedicadas principalmente al cultivo triguero,
a la ganadería menor y a la producción de vinos.
Otra actividad importante ejecutada en estas
haciendas era la elaboración de carbón vegetal. Entre
las más importantes haciendas regionales se
encontraban Conuco, Coyanco, Florida, Cucha
Cucha, San Sebastián del Manco y Tomeco. También
existían haciendas en la Pre-cordillera Andina,
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dedicadas exclusivamente a la ganadería de vacunos,
caballares, ovinos y caprinos. Allí se aprovechaba
la abundancia de los nutritivos pastos naturales de
invernadas y veranadas. Los establecimientos
ganaderos se ubicaban -principalmente- en la zona
cordillerana frente a Chillán.
A comienzos del Siglo XVIII la ocupación y explotación
colonial efectiva de la Región alcanzaba solo hasta
el Río Bío-Bío, aún cuando al sur de éste ya se había
establecido la hacienda de Lagunillas, al amparo del
fuerte de San Pedro. En 1739 se fundó la Villa de
Nuestra Señora de Los Angeles, dándose inicio al
poblamiento formal del territorio comprendido entre
los Ríos Laja y Bío-Bío, conocido como "Isla de la
Laja". Esta nueva comarca fue rápidamente
incorporada a la producción agropecuaria,
prosperando allí grandes haciendas particulares
destinadas, fundamentalmente, a la crianza ganadera,
como lo fue la conocida hacienda "Las Canteras".
Esto significó, en la práctica, que este espacio natural
sufrió progresivas modificaciones ambientales.
En la medida que se concretó el traslado de la
ciudad de Concepción desde Penco al Valle de la
Mocha, sitio que actualmente ocupa, y debido al
terremoto y maremoto de 1751 se revalorizó la
posición estratégico-económica de este sector
fronterizo. El nuevo emplazamiento de la ciudad -en
la ribera norte del Bío-Bío- potenció la ocupación y
explotación de la llanura costera de San Pedro y
alturas norte de Nahuelbuta, al sur del río. Se
establecieron nuevas haciendas como las de Palco
y Pilén, frente al sector de Hualqui, dedicadas a la
explotación maderera del bosque nativo, fuera de
las habituales actividades agropecuarias.
Hacia fines del Siglo XVIII, la frontera hispano-indígena
se mantenía en la histórica demarcación del Río BíoBío, prolongándose hacia el sur por la planicie costera
hasta el emblemático fuerte de Arauco. En ambas
riberas del Bío-Bío, de mar a cordillera, se emplazaban
los siguientes fuertes: San Pedro de la Paz, Santa
Juana de Guadalcazar, San Rafael de Talcamávida,
Nacimiento, San Carlos de Purén y Santa Bárbara.
La frontera con el territorio pehuenche estaba
custodiada, de norte a sur, por los fuertes de Tucapel
del Laja, Vallenar de Antuco, Trubunleo y Príncipe
Carlos de Villucura, terminando en el ya mencionado
fuerte de Santa Bárbara en la ribera norte del BíoBío. Es importante señalar que la mayoría de estos
enclaves militares dieron origen a los respectivos
centros poblados que hoy conocemos.
Tabla 1. Localidades Pobladas de la Región según el Censo Colonial
de 1791
Localidad
Ninhue
Chillán
Los Angeles
Rere
Quirihue
Concepción
Florida
Coelemu
Yumbel
Pemuco
Hualqui
Ranquil
Habitantes
8.597
8.519
6.533
5.194
4.900
4.607
4.122
2.682
2.644
2.308
1.862
1.497
Localidad
Nacimiento
Arauco
Santa Bárbara
Santa Fe
Santa Juana
Penco
Talcahuano
Tucapel
San Pedro
Colcura
San Cristóbal
Mochita
Talcamávida
Total
Habitantes
1.503
1.366
1.233*
1.025
1.008
889
873
831
424
418
218
203
167
63.623
* Se incluye la población del fuerte de San Carlos de Purén.
5. Los Cambios en la Sociedad Indígena Durante
el Siglo XVIII
Entrado el Siglo XVIII, la sociedad indígena había
sufrido la notable modificación de sus ancestrales
patrones culturales. Tanto los mapuches como los
pehuenches habían adoptado tempranamente el uso
del caballo, destacándose la notoria rapidez con que
estos indígenas se transformaron en hábiles jinetes.
Gracias a éste mejoraron radicalmente su capacidad
guerrera, permitiéndoles enfrentar de mejor manera
la irrupción española. Más aún, la tenencia de caballos
otorgaba prestigio social y ampliaba en forma
considerable el horizonte geográfico del indígena,
permitiéndole desplazamientos más rápidos y más
lejanos. De hecho, este animal pasó a desempeñar
un rol central en la cultura indígena.
CONAMA
Capítulo Il: Historia ambiental de la Región del Bío-Bío • Octava Región del Bío-Bío
En términos económico-productivos, el uso del caballo
permitió al indígena el pastoreo de grandes rebaños
de ganado vacuno, ovejuno y caprino. Es muy
importante señalar que los pehuenches,
desconociendo absolutamente la crianza de ganado,
se transformaron en pastores ecuestres que se
desplazaban por territorio montañoso en continua
búsqueda de pastizales donde pudieran forrajear sus
crecidos hatos de animales. Estos indígenas
adaptaron su ancestral ciclo nómade a las
necesidades del ganado doméstico, trasladándose
con sus rebaños de acuerdo a las estaciones del
año. En la primavera, verano y parte del otoño
permanecían en las alturas cordilleranas, donde
crecían los nutritivos pastos de veranadas, que hasta
ahora solo habían alimentado a las manadas de
guanacos. A mediados del otoño regresaban con sus
arreos a los valles bajos a los potreros de invernada.
El constante pastoreo del ganado introducido en el
territorio cordillerano regional aumentó la presión
sobre los frágiles suelos andinos, situación que dio
inicio a las alteraciones ambientales ocurridas en
muchos lugares del Alto Bío-Bío y de más al sur.
Es necesario indicar que el territorio pehuenche aún
no había sido ocupado ni por colonos ni
establecimientos agropecuarios hispano-criollos como
ocurría en otros espacios regionales, donde la
coexistencia de haciendas y de población mapuche
lugareña supuso el empleo de una buena cantidad
de mano de obra indígena en faenas productivas
típicas. En consecuencia, se produjo un importante
y continuo aprendizaje de las técnicas de labranza,
del uso de implementos agrícolas como el arado y
las "rejas" o rastras, y del manejo ganadero.
Autores como José Bengoa señalan que el antiguo
sistema económico mapuche "basado en la
recolección de frutos, en la caza y la pesca, y en
pequeñas plantaciones de hortalizas, fue reemplazado
por una economía fundamentada en el ganado
vacuno, ovejuno y caballar". Destacando además la
importancia económica y social que tuvo la
introducción de cultivos cerealeros, especialmente
del trigo, que implicó la preparación de campos más
grandes y la realización de faenas agrícolas más
complejas; comenzándose a utilizar los arados
simples.
La aplicación de estos nuevos métodos productivos,
nunca antes empleados en el territorio indígena,
debieron provocar una significativa alteración de los
sistemas naturales de la Región del Bío-bío,
especialmente en lo referido a la degradación del
suelo y de la vegetación nativa. Sin embargo esto
no se compararía con los eventos que se desarrollaron
durante los siglos venideros.
III. EL TRIGO Y LA MINERIA DEL CARBON AL
SUR DEL BIO-BIO
Consolidada la independencia de la naciente
República de Chile, hacia fines de la década de 1820
comenzó el repunte de la actividad agropecuaria
regional, decaída tras los largos y sangrientos
combates de la denominada "Guerra a Muerte". La
nueva estabilidad política del país junto a sucesos
internacionales como el descubrimiento de yacimientos
de oro en California, Estados Unidos, y Australia
contribuyeron al desarrollo económico de la Región,
lo que a su vez impulsó la colonización del territorio
indígena ubicado al sur del Río Bío-Bío.
Poblacion Regional en 1819.
Localidades
Isla de la Laja
Rere
Itata
Concepción
Chillán
Puchacay
San Carlos
Total
Habitantes
23.581
19.927
21.150
17.460
20.941
16.283
20.168
139.510
CONAMA
Capítulo Il: Historia ambiental de la Región del Bío-Bío • Octava Región del Bío-Bío
Es así como en 1848 se iniciaron exportaciones
masivas de trigo a Estados Unidos y Australia
para cubrir las necesidades alimenticias de miles
de mineros y sus familias. Debido a este gran
auge triguero las antiguas zonas cerealeras de
Chillán, Itata, Coelemu y Tomé se vieron
desbordadas, aumentando la presión por nuevas
tierras agrícolas. Tal situación incrementó la
ocupación espontánea que, desde fines del
período colonial, venía ocurriendo en la llanura
costera al sur del Bío-Bío, aumentando también
las alteraciones ambientales por efecto de la
deforestación del bosque nativo para la obtención
de campos aptos para cultivos.
Fue durante la década de 1850, con el
afianzamiento de la explotación de los
yacimientos carboníferos en Lota y Coronel,
cuando se produjo un notable deterioro en el
sistema natural de la zona costera de Arauco.
En efecto, la minería del carbón requería de
grandes cantidades de madera para la realización
de las labores extractivas como el maderamen
para apuntalar las galerías de las minas,
consolidar los frentes de laboreo, la construcción
de viviendas para los trabajadores y sus familias,
entre otros. Paradójicamente, el combustible
para surtir las necesidades energéticas de la
creciente población de los pueblos mineros y
sus alrededores no era el carbón, sino la leña.
En consecuencia, tales demandas provocaron
una intensa y sostenida tala de árboles que, con
el correr de algunos años, agotó las reservas de
bosque nativo cercano a los yacimientos mineros.
1. La "Pacificación de La Araucanía" y sus
Repercusiones
La demanda de nuevas tierras agrícolas fue una
de las principales razones por las cuales el
Gobierno de Chile decidió incorporar formalmente
el territorio mapuche del sur del Bío-Bío a la
jurisdicción de la República. Una vez más los
indígenas se opusieron a la ocupación de su
territorio, desencadenándose otro proceso bélico
denominado "Pacificación de La Araucanía" que,
en un lapso no mayor a dos decenios, condujo
a la total colonización del territorio que aún
permanecía en poder de los mapuches,
incluido el territorio pehuenche de la vertiente
andina occidental.
Conforme progresaba la rápida y efectiva
ocupación militar de La Araucanía,
construyéndose una nueva línea de fuertes y
fortines, el Estado de Chile pasaba a ser el único
propietario de las tierras sometidas.
Seguidamente, se ponía en marcha la segunda
fase del plan: se repartían las tierras a los
colonos, quienes se asentaban en torno a los
fuertes y nacientes poblados. En la práctica, las
ancestrales posesiones indígenas se convertían
en forma automática en tierras fiscales, las que
una vez medidas y loteadas, eran rematadas o
entregadas a ávidos colonos nacionales y
extranjeros. El despojo de la tierra causó un
impacto demoledor en la sociedad indígena,
truncando de modo severo su desarrollo cultural
que entonces se basaba principalmente en la
ganadería y agricultura.
El proceso de Pacificación de La Araucanía en
la Región se inició con el establecimiento del
fuerte Varas, fundado en diciembre de 1862
junto con el pueblo de Lebu. Su función era
defender a la nueva población contra posibles
ataques de los indios hostiles, además de
proteger a los colonos asentados en los fértiles
campos vecinos y minas de carbón que eran
explotadas en sus cercanías desde 1854. Entre
los años 1868 y 1869 se adelantó definitivamente
la línea fronteriza desde el Río Bío-Bío al
Malleco, con lo cual quedó incorporado al
dominio efectivo de la República gran parte del
actual territorio regional.
La fase final de la llamada Pacificación concluyó
entre los años 1881 y 1883, con la ocupación de
CONAMA
Capítulo Il: Historia ambiental de la Región del Bío-Bío • Octava Región del Bío-Bío
los valles andinos en el Alto Bío-Bío y Lonquimay,
últimos refugios de los pehuenches que, en la
época, se estaban asentando definitivamente en
aquellos lugares. Luego, el Gobierno procedió
al "remate de secciones de talaje", que
significaba el arrendamiento a particulares de
los potreros de invernadas y veranadas para que
éstos apacentaran allí a sus ganados. Tales
procedimientos causaron un importante aumento
de la masa ganadera incrementando la presión
que, sobre el entorno natural, venían ejerciendo
los rebaños pehuenches desde tiempos
coloniales. De esta manera, se empezaron a
conformar los grandes fundos en la zona
cordillerana, cuya actividad productiva fue
derivando hacia la explotación forestal del
bosque nativo, instalándose aserraderos
orientados, principalmente, a la elaboración de
maderas nobles. En consecuencia se procedió
a la tala masiva de araucarias, robles
(Nothofagus Obliqua), coihues (Nothofagus
Dombeyi), raulí (Nothofagus Alpina) y ciprés de
la cordillera (Austrocedrus Chilensis), entre otras
especies arbóreas.
La Pacificación de La Araucanía generó una
rápida pérdida del territorio indígena, reduciendo
a mapuches y pehuenches a los estrechos límites
de las tierras que el Estado les asignó. Esto dio
origen a muchas de las actuales comunidades
pehuenches, ubicadas en la comuna de Santa
Bárbara en el Alto Bío-Bío, y a las comunidades
de mapuches lavquenches establecidas en las
comunas de Cañete y Tirúa.
2. Inicio de la Reforestación con Plantaciones
Exóticas
Como ya se ha señalado, las necesidades
propias de la minería del carbón provocaron
una intensa tala maderera que redujo
significativamente el bosque nativo en la cuenca
carbonífera de Arauco. Esta situación llevó a la
"Compañía Carbonífera e Industrial de Lota" a
introducir especies arbóreas exóticas con las
cuales se reforestaron miles de hectáreas del
suelo local.
Los nuevos bosques artificiales empezaron a
plantarse en 1894 en las haciendas de El
Escuadrón, Colcura y fundo Los Llanos de
Laraquete, cercanos a Lota, y en los fundos de
Maquehua, Quilachanquín, en las inmediaciones
de Curanilahue, donde se encontraban otros
establecimientos mineros de la Compañía. Las
principales especies plantadas fueron el pino
insigne (Pinus Radiata), pino marítimo (Pinus
Pinaster), eucaliptus (Eucaliptus Glóbulus),
cipreses (Cupresus Macrocarpa), aromo
australiano (Acacia Melanoxylon) y encina
europea (Quercus Rubra). De acuerdo a la
política forestal de la Compañía, todos los años
se replantaban aquellas secciones de bosques
que eran explotadas, para así mantener reservas
madereras permanentes.
Además de la actividad maderera, en las
propiedades rurales de la Compañía se
desarrollaba una intensa actividad ganadera,
como se deduce de las 51.263 hectáreas que,
en 1929 eran dedicadas al pastoreo. En la misma
época, las plantaciones artificiales ubicadas en
la zona carbonífera alcanzaban a un total de
7.309 hectáreas.
IV.
EL DESARROLLO INDUSTRIAL
Hasta fines del Siglo XIX, el crecimiento
económico de la actual Región del Bío-Bío se
basaba en forma exclusiva en el tradicional
rubro agropecuario y en la emergente minería
del carbón. Sin embargo, a partir de la década
de 1890, comenzó una paulatina declinación del
auge triguero regional, lo que motivó sustanciales
transformaciones en las políticas de desarrollo
local fomentadas por el Estado.
Los principales factores que influyeron en la
CONAMA
Capítulo Il: Historia ambiental de la Región del Bío-Bío • Octava Región del Bío-Bío
crisis del trigo fueron el decaimiento de los
mercados internacionales del trigo; el menor
rendimiento de los campos agrícolas, debido al
monocultivo cerealero intensivo desde tiempos
coloniales; y, en definitiva, al desplazamiento
de las zonas productivas hacia el sur del país.
Agudizada la crisis del trigo, durante las primeras
tres décadas del Siglo XX comenzaron a
desarrollarse una serie de actividades
sustitutivas y a consolidarse una incipiente
industrialización. La ampliación de las vías de
comunicación, principalmente del ferrocarril,
facilitaron la explotación del bosque nativo en
aquellos lugares más apartados de la Región.
Así también comenzó una masiva reforestación,
con especies introducidas, tales como pino
insigne y eucaliptus, en sectores de baja
productividad agrícola. La "Ley de Bosques"
promulgada en 1931, que promovía la forestación
con especies exóticas, motivó un aumento
sostenido de este tipo de plantaciones forestales,
el que no ha decaído hasta la actualidad. Es
importante señalar que las potencialidades
forestales de la Región derivan de las favorables
condiciones naturales del suelo y del clima.
Paralelamente y sobre la base de capitales
privados, se desarrolló la industria textil, del
azúcar y del vidrio en las localidades de Penco,
Tomé y Lirquén. Los puertos regionales de
Talcahuano, San Vicente, Lirquén y Tomé,
aumentaron su movimiento en virtud de los
productos madereros y de aquellos generados
por las nacientes y pequeñas industrias
manufactureras.
1. La Industria Pesada
Cuando la alicaída economía regional comenzaba
a recuperarse del enorme daño causado por la
crisis financiera internacional del año 1929,
sobrevino el violento terremoto ocurrido el 24 de
enero de 1939, que destruyó gran parte de las
ciudades de Concepción, Chillán, Los Angeles,
Penco y Tomé causando, además, gravísimos
daños en los pueblos y campos de la Región,
estimándose más de 35.000 muertos.
Este desastre natural influyó decisivamente en
la acción planificadora del Estado chileno y en
el futuro del desarrollo regional. A fines de 1940
se instituyó la Corporación Nacional de Fomento
de la Producción (CORFO), que pasó a ser la
base de las inversiones industriales que se
ejecutaron en todo el país y, especialmente en
las provincias de Concepción, Ñuble y Bío-Bío,
donde era más urgente la reconstrucción tras el
terremoto.
Así, la provincia de Concepción se transformó
en un polo de desarrollo de la industria pesada.
En 1942 se creó la gran usina de Huachipato,
productora de acero, que en 1946 se constituyó
en la Compañía de Acero del Pacífico (CAP).
Junto a Huachipato comenzaron a instalarse
nuevas industrias (ENAP, PETRODOW,
INCHALAM, ARMCO, entre otras), dando origen
al gran complejo industrial que hoy conocemos.
En la elección del lugar específico para la
instalación de las fábricas e industrias se
consideró la disponibilidad de ciertos recursos
naturales básicos para sus adecuados
funcionamientos. Entre ellos, la abundancia de
agua que proporcionaba el Río Bío-Bío y la
cercanía de recursos energéticos, como el carbón
mineral extraído en las minas de Lota y Coronel,
tan necesario para el funcionamiento de la
industria del acero.
Como resultados del
proceso de
industrialización, comenzaron a aparecer los
típicos problemas derivados de las grandes
concentraciones humanas. Se produjo el
explosivo crecimiento urbano de las ciudades,
resultado de la masiva migración desde el
campo a las ciudades, el hacinamiento de la
población trabajadora en torno a los sectores
CONAMA
Capítulo Il: Historia ambiental de la Región del Bío-Bío • Octava Región del Bío-Bío
industriales, un mayor consumo de recursos
energéticos de bajo costo y tantos otros. Todo
lo anterior generó cada vez mayor presión en
el uso del suelo y recursos naturales, alrededor
de las ciudades en constante expansión. El
crecimiento industrial, el aumento de la
población urbana y la consecuente demanda
energética fueron creando el círculo vicioso
asociado a todo crecimiento urbano irracional.
El sostenido aumento de la demanda energética
determinó la construcción de las centrales
hidroeléctricas que, desde 1947, entregan
energía eléctrica aprovechando las aguas del
Lago y Río Laja.
Paralelo a la industrialización, el paisaje rural
de la Región del Bío-Bío comenzó a evidenciar
cambios notables debido al incremento de la
actividad forestal. Amplias zonas de la Cordillera
de Nahuelbuta se empezaron a ver cubiertas
por los verdes mantos de pino radiata y
eucaliptus, que progresivamente se extendían
ocupando vastas áreas del territorio regional.
Se originaron también importantes industrias
de productos derivados de la madera, como la
Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones
(CMPC). Mientras esto ocurría, en la década
de 1960 poderosos consorcios madereros como
"Maderas Ralco S.A.",
continuaron la
explotación del bosque nativo en los sectores
de la Cordillera Andina.
La actividad forestal de monocultivos de pino y
eucaliptos acrecentó los flujos migratorios de
población rural a las ciudades, pues las
plantaciones no sólo se extendieron en los
terrenos improductivos o de bajo potencial
agrícola, sino también en aquéllos altamente
productivos. Asimismo, los monocultivos
forestales intensivos contribuyeron
significativamente al deterioro ambiental
de la Región, provocando disminución de
biodiversidad y sustitución de ecosistemas
propios de la VIII Región.
Población Regional en 1952
Provincia
Concepción
Ñuble
Biobío
Arauco
Total
Población urbana Población rural
315.297
87.941
44.146
20.699
98.269
163.401
94.146
51.590
Total
413.566
251.342
138.292
72.289
875.489
A pesar de la fuerte industrialización y de la
preponderancia alcanzada por la actividad
forestal en la Región, en las provincias de Chillán
y Bío-Bío, principalmente, se continuó
desarrollando una importante y tradicional
actividad agropecuaria, cuya principal función
era generar los recursos alimenticios que
surtirían a la población de los grandes centro
urbanos. En términos comparativos, las
actividades agrícolas y ganaderas eran menos
dañinas con el entorno, facilitando, en muchos
casos, la conservación de espacios naturales
poco intervenidos.
Tanto el proceso de industrialización como la
actividad forestal fueron, junto con la pesca,
indudablemente, los principales pilares del
desarrollo económico y progreso de la Región
del Bío-Bío durante el Siglo XX. Sin embargo,
la evolución no sustentable de ambos procesos
ha generado un enorme costo ambiental, cuyas
futuras consecuencias son impredecibles.
No obstante lo señalado, se puede concluir que
desde los primeros tiempos de la colonización
española se inició un lento, continuo y
sistemático proceso de intervención humana en
los sistemas naturales, causando un progresivo
deterioro ambiental en los distintos espacios del
territorio regional. Obviamente, el grado de
intervención humana fue en aumento, por lo
tanto, el daño ambiental se acumuló e
intensificó con el transcurso de los siglos,
haciéndose más patente y notorio con el
crecimiento poblacional, la expansión urbana de
las ciudades y el desarrollo tecnológico.
CONAMA
Capítulo Il: Historia ambiental de la Región del Bío-Bío • Octava Región del Bío-Bío
ACTIVIDADES
¿Crees tú que quienes vivimos en Chile, tenemos la
misma visión sobre el medio ambiente y sobre la
forma en que nos relacionamos los seres humanos?
Si existen semejanzas o diferencias, ¿qué podría
explicarlo?
En nuestra región existe población mapuche, la cual
está representada por 125.100 personas de acuerdo
a cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (1993).
Averigua qué porcentaje del total de población
regional corresponde la población mapuche.
Averigua y localiza en un mapa la actual distribución
territorial de la población mapuche. Compara esta
información con la distribución presentada en el Mapa
Frontera Hispano-Indígena de fines del Siglo XVIII.
¿Qué diferencias aprecias?
Realiza un trabajo de investigación sobre las
cosmovisiones (perspectiva con que se mira y
comprende el mundo) de nuestros pueblos originarios
y cómo éstas se expresan en sus costumbres y formas
de relación, ritos, cantos, música, instrumentos,
poesía, entre otras. Para conseguir información
puedes buscar en las siguientes fuentes:
- Corporación Nacional de Desarrollo Indígena
(CONADI): www.conadi.cl
- Consejo de todas las tierras: aukin@entelchile.net
- Corporación de mujeres mapuches:
auhinko@entelchile.net
- Corporación Xeg Xeg: cmxegxeg@entelchile.net
- Corporación mapuche Newen: newen@interaccess.cl
- Centro Lu lul Mawida: paillan@chilesat.net
- Bazares mapuches existentes en tu localidad
- Contactarte con personas mapuches o descendientes
de mapuches que vivan en tu localidad
- Buscar en www.forjadoresambientales.cl escuelas
asentadas en zonas de comunidades indígenas y
comunicarte por correo electrónico con ellos
Organiza una mesa redonda sobre las diferencias que
existen entre la visión de los pueblos originarios y las
que predominan en la sociedad actual, respecto del
valor que tiene el medio que nos rodea y las formas
de relacionarnos con ese medio.
¿Crees tú que en la cultura predominante existe
influencia de las culturas de los pueblos originarios?
Fundamenta tu respuesta.
El texto nos plantea cuáles son los principales cambios
que ha tenido nuestra región desde el punto de vista
ambiental. Como una manera de visualizar mejor esta
evolución, sobre la base de la información del texto y
utilizando bibliografía complementaria (textos de historia
y/o ciencias sociales, crónicas del período de conquista)
completa el siguiente cuadro, que te permita una visión
comparativa de distintos períodos históricos en la región:
PERIODO
Pre-Hispánico
Población: principales
grupos
Distribución de la población
en el territorio
Formas de asentamiento y
principales poblados
Conquista-Colonia
s. XIX - XX
CONAMA
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PERIODO
Pre-Hispánico
Conquista-Colonia
s. XIX - XX
Principales actividades
económicas
Principales formas de
producción
Características del ambiente
natural
Características de la
estructura social
Principales impactos sobre el
medio ambiente
Formas de relación con el
medio natural
- ¿Cuáles crees que son los principales impactos sobre la forma de vida de las personas y grupos
humanos, en relación a los cambios ambientales que han ocurrido en la región?
- ¿Crees tú que el estado en que se encuentra el medio natural, incide en la calidad de vida de
las poblaciones y grupos humanos que habitan en torno a ellos? Fundamenta tu respuesta.
- Sobre la base de lo que sabes de desarrollo sustentable y de la evolución ambiental de nuestra
región, ¿qué período crees que se acerca más a la idea de un desarrollo sustentable? Fundamenta
tu respuesta.
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