¿Qué es lo que me han contado de ti?, Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente Lc 16, 1-8 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes…. Ciertamente nos encontramos con una parábola sorprendente y desconcertante, el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. A primera vista, esta parábola del administrador infiel podría suscitar cierto asombro e incluso cierto escándalo, precisamente porque Jesús alaba su conducta, a pesar de su actitud astuta, deshonesta y egoísta. ¿Cómo es que Jesús puede elogiar a un empleado corrupto? Este es un modelo, obtenido del mundo del comercio y del trabajo, habla por sí solo y es algo que hoy es muy visto y que se habla a diario, la corrupción. El dueño de un negocio despide a su administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes, es decir lo despide por deshonesto. Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? Este administrador, se ve en una situación obligada por las circunstancias de su despido a encontrar una salida para poder sobrevivir. Su señor le ha cambiado sus planes, ¿Qué hacer? ¿Qué salida tomar?, “Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!”. El Analiza las cosas. Calcula bien las posibles alternativas, trata de garantizar su futuro. El administrador deshonesto es coherente con su modo de pensar y de vivir, es decir en su total falta de ética el administrador fue coherente. El criterio de su acción no es la honestidad y la justicia, ni el bien del dueño de quien va a depender para vivir y sobrevivir, sino su propio interés. “Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.” El Señor celebró al administrador deshonesto y luego nos muestra una conclusión desconcertante: “Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.” En Mt 10,16 se invita a los discípulos a ser astutos como serpientes. Con todo, no debemos escandalizarnos en absoluto: el Señor no nos ofrece como ejemplo a un sinvergüenza, a un estafador o a un pillo, ¿entonces que quiere que entendamos?; ¿El quiere más bien recordarnos que somos responsables de unos bienes que no nos pertenecen del todo, sino que hemos de considerarlos como dones de Dios y, en consecuencia, hemos de tratarlos, al mismo tiempo, con una prudencia y una audacia dignas de los hijos de Dios?. Jesús no alaba el robo, sino la presencia de espíritu del administrador. El administrador sabe calcular bien las cosas y sabe encontrar una salida, cuando de repente se ve sin trabajo. Así, como los hijos de este mundo saben ser expertos en sus cosas, así los hijos de la luz deben aprender de ellos a ser expertos en la solución de sus problemas, usando los criterios del Reino y lo los criterios de este mundo. Ciertamente, no es fácil captar la intención de la parábola, pero al final del relato se nos ofrecen pistas que nos ponen en el buen camino: Jesús desea que los hijos de la luz, en su camino terreno, en su intento de conseguir los verdaderos bienes, los eternos, se muestren más astutos que los hijos de este mundo. La astucia de la que habla Jesús está en función directa del deseo y de la consecución del verdadero bien. Cuando Dios se hace presente en la vida de una persona, allí, de repente, todo cambia y la persona entra en una situación de acontecimiento especial, por los que tendrá que tomar una decisión y encontrar una salida. Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!”. Llamó uno por uno a los deudores Del argumento en general, se desprende una segunda reflexión, nuestros verdaderos amigos son los necesitados, los pobres, y aquello que necesitan de una mano para salir adelante, entonces se requiere en los momentos difíciles, valentía para considerarlos como nuestros primeros y más queridos amigos. Entonces, quien llega a considerarlos como tales demuestra ser de verdad listo según Jesús, aunque no ciertamente según la lógica del mundo. Llegados a este punto, ya no queda ninguna incertidumbre sobre la astucia por la que el administrador deshonesto es alabado por su señor. La luz que se desprende de esta parábola nos llega a todos nosotros e iluminará nuestro camino en la medida en que nos dispongamos a invocarla, a acogerla y a caminar por el sendero que abre delante de nosotros. De Corazón