Senado de la Nación Secretaría Parlamentaria Dirección General de Publicaciones. (S-1440/10) PROYECTO DE LEY El Senado y Cámara de Diputados,... Artículo 1: Modificase el artículo 104 del Código Procesal Penal de la Nación el cual quedara redactado de la siguiente manera: Art. 104. - El imputado tendrá derecho a hacerse defender por abogado de la matrícula de su confianza o por el defensor oficial; podrá también defenderse personalmente siempre que ello no perjudique la eficacia de la defensa y no obste a la normal sustanciación del proceso. En este caso el tribunal le ordenará que elija defensor dentro del término de tres (3) días, bajo apercibimiento de designarle de oficio el defensor oficial. En ningún caso el imputado podrá ser representado por apoderado. La designación del defensor hecha por el imputado importará, salvo manifestación expresa en contrario, el otorgamiento de mandato para representarlo en la acción civil. Este mandato subsistirá mientras no fuere revocado. El imputado podrá designar defensor aún estando incomunicado y por cualquier medio. La asistencia profesional no le otorga, a quien la ejerce, atribución para sustituir o contradecir la voluntad del imputado asistido, salvo disposición en contrario del juez que entiende en la causa. Artículo 2: Comuníquese al Poder Ejecutivo. Guillermo R. Jenefes.FUNDAMENTOS Señor Presidente Entre las garantías constitucionales previstas en el artículo 18 de la Constitución Nación se prevé “que es inviolable la defensa en juicio de la persona y sus derechos”. Lo expuesto implica que implica que constituye una garantía amplia que aplicada a la materia penal está dirigida a proteger la libertad individual y se pone de manifiesto en un conjunto de derechos. Entre el mencionado conjunto d derechos, tiene derecho a nombrar un defensor o que el Estado le provea del mismo, si no desea nombrarlo o no está en condiciones de pagarlo. Esto se encuentra recepcionado en el artículo 104 del Código Procesal Penal de la Nación. El mismo establece que el l imputado tendrá derecho a hacerse defender por abogado de la matrícula de su confianza o por el defensor oficial; podrá también defenderse personalmente siempre que ello no perjudique la eficacia de la defensa y no obste a la normal sustanciación del proceso. En este caso el tribunal le ordenará que elija defensor dentro del término de tres (3) días, bajo apercibimiento de designarle de oficio el defensor oficial. No obstante, existen situaciones que el Código de Rito no prevé en lo que respecta al conflicto de voluntades que pudiere generarse entre el defensor y el imputado. Respecto a la cuestión tiene resuelto la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal en el plenario N° 127 del 27 de marzo de 1990, y el voto allí manifestado, en primer término, por el Dr. Guillermo J. Ouviña: ¨en el proceso, al igual que en las restantes relaciones jurídicas, la persona debe conservar su plena autonomía frente a las distintas alternativas que se puedan presentar. Ninguna otra voluntad debe tener preponderancia sobre la suya, pues resultaría doblemente irritante por su condición de persona capaz, que su libertad tuviera que padecer la sustitución de la propia decisión, por la ajena, y que no obstante tal situación, también tenga que padecer los efectos jurídicos del acto elegido por otro. La garantía constitucional de la defensa en juicio no puede importar el aniquilamiento de su autonomía como persona. La regla constitucional lo ampara para contar con la asistencia de un abogado que lo asesore y defienda, pero tal asistencia profesional no le otorga, a quien la ejerce, ninguna atribución para sustituir o contradecir la voluntad del asistido. Merece al respecto recordarse la precisa expresión utilizada en un precedente de nuestra Cámara, cuando se dijo que ¨la misión del defensor es asistirle con sus conocimientos hasta la sentencia definitiva, pero no puede llegar hasta regir la voluntad del procesado, convirtiéndose en un curador”. (causa ¨Piñeyro, S.; resuelta el 11 de diciembre de 1931, publicada en Fallos, t. I, p. 53). Con posterioridad, se sostuvo el mismo criterio en el fallo plenario ¨García¨ (resuelto el 23 de junio de 1939; conf. Fallos Plenarios, t. I, ps. 70/75 -Rev. La Ley, t. 15, p. 117) y en pronunciamiento de algunas salas del tribunal (conf. ¨Avalos G. y otros¨, resuelta por mayoría de la sala II, el 6 de octubre de 1987, publicada en Rev. La Ley, t. 1988-B, p. 538, con nota de Francisco D´Albora que se pronuncia sobre la voluntad prevaleciente del imputado; y ¨Muiños, E.¨, también de la sala II, resuelta el 3 de marzo de 1987 y publicada en el Boletín de Jurisprudencia, 1987, núm. 1, p. 268). A mayor abundamiento, cabe agregar que la Convención Americana sobre los Derechos Humanos del 22 de noviembre de 1969, no alude al abogado, sino a la persona inculpada de un delito, cuando otorga el derecho a recurrir del fallo ante el juez o tribunal superior (art. 8, 2 h). En suma, si bien el abogado defensor en beneficio de su asistido, debe tener amplias facultades para desarrollar una muy variada gama de actos procesales, tal funcionalidad no lo autoriza a someter la voluntad contraria de su asistido¨. En cuanto la Dra. Argibay, al compartir el voto del Dr. Ouviña, expresa que ¨su propuesta contempla adecuadamente la armonización del derecho del justiciable a hacer prevalecer su voluntad y la garantía de la inviolabilidad de la defensa en juicio (C.C.C., en pleno, LL, 1990-B516). Por la razones expuestas, solicito a mis pares me acompañen aprobación de este proyecto. Guillermo R. Jenefes.- la