America Latína en busqueda de alternativas

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América Latina acaricia alternativas
Los movimientos sociales, actores de resistencia y de producción
Sergio Ferrari*
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El continente latinoamericano transita un momento particular de su historia. Cerca de 280 millones de sus habitantes –sobre un total de 513 millones- viven hoy en países con gobiernos revolucionarios, progresistas o “abiertos”. Al mismo tiempo, los movimientos sociales, de más en
más, implementan propuestas económicas creativas. La búsqueda de alternativas, en ese dinámico continente, se ejercita desde abajo.
LOS NUEVOS ACTORES SOCIALES
Si los gobiernos abiertos o progresistas tienen una existencia real, no menos significativo es el surgimiento y la consolidación en América Latina de nuevos e importantes actores sociales en proceso
de capitalización. Existe un auge de propuestas y organizaciones sociales en movimiento. Desde la
siempre renovadora experiencia Zapatista en el Chiapas mexicano, hasta el movimiento “Piquetero”
en Argentina. Pasando por el Movimiento de Trabajadores rurales sin Tierra (MST) en Brasil, tal
vez hoy el más estructurado y uno de los referentes esenciales de los movimientos sociales del continente.
Sin olvidar la organización de los pueblos indígenas en Ecuador y Bolivia (aquí junto con campesinos cocaleros); los movimientos juveniles ascendentes en países históricamente relegados como
Paraguay; las movilizaciones sociales anti-privatizadoras en distintos países del continente, sólo por
citar algunos ejemplos.
Movimientos sociales que, con distintos grados de organicidad y fuerza, desarrollan novedosas
prácticas sociales; inventan cada día definiciones políticas; redefinen sus estrategias (como el zapatismo a través de su reciente 6ta Declaración de Lacandona); se posicionas críticamente antes los
gobiernos, (aun los progresistas-abiertos) y en la mayor parte de los casos reivindican su autonomía
ante ellos, frente a los Estados, y de cara a los partidos políticos.
El presupuesto de estos actores sociales es el de constatar que la actual democracia representativa
tiene sus grandes límites y que la lógica económica dominante, el modelo neo-liberal, no permite
satisfacer las necesidades básicas y mínimas de la gente, y no asegura la calidad de vida y de dignidad esencial para los pueblos. Todos esos movimientos sociales, con variantes y matices, se confrontan al modelo, lo combaten y lo denuncian. Y en muchos casos impulsan formas productivas
muy diversas (a pequeña, mediana o amplia escala) que comienzan a perfilarse como embriones de
alternativas en construcción. Es decir, son actores sociales que entienden la necesidad de consolidarse también como actores productivos.
UNA ECONOMÍA AL SERVICIO DE LA GENTE
La fábrica ceramista FaSinPat (Fábrica sin patrón), antigua Zanón, en Neuquén al sur de Argentina
es gestionada desde el 2001 por los trabajadores. Ese año, Luis Zanón, el dueño, intentó cerrar la
fuente de producción de la que vivían 380 obreros. 270 de los mismos decidieron seguir produciendo y lo impidieron. Hoy son más de 450 y han aumentado la producción de 15 mil metros de
cerámica a 300 mil metros mensuales. La seguridad y condiciones de trabajo han mejorado sensiblemente. Si hasta 2001 se contabilizaban 300 accidentes anuales, la mitad de ellos graves y con al
menos un obrero muerto por año, hoy esa cifra cayó a 33 accidentes anuales leves. Parte de los beneficios se donan a la comunidad.
Existe en la actualidad un Movimiento Nacional de Fábricas recuperadas por los Trabajadores, que
reúne a unas 80 firmas que se comenzó a organizar a fines de los 90 para agrupar empresas en quiebra que habían sido abandonadas por sus dueños, aunque no por sus trabajadores. Así mismo, muchas de las organizaciones “piqueteras” administran una parte del subsidio mensual que recibe
cada desempleado individualmente del gobierno, para implementar micro-emprendimientos colectivos (pequeñas empresas sociales) de impacto económico real.
De Argentina a México existen varios miles de kilómetros y vivencias diferentes aunque el mismo
afán de buscar alternativas. Tal como lo certifican las experiencias productivas de las Juntas de
Buen Gobierno en Chiapas - donde están representados los distintos municipios autónomos, impulsadas por los zapatistas. Los principales retos son lograr una mayor autosuficiencia económica,
produciendo y consumiendo desde las propias comunidades. La siembra colectiva de fríjol, maíz y
café, sigue siendo un pilar. En algunos casos, incluso, previstos para la exportación. Conscientes del desgaste de la tierra en algunas zonas, como Los Altos, por el uso de fertilizantes químicos, se están promoviendo ahora los abonos orgánicos.
Varios proyectos productivos están en marcha, como cooperativas para la exportación de café, talleres de zapatería, cooperativas de artesanía, tiendas y expendios de comida, café y miel. En algunas
zonas las cooperativas cuentan con camiones que son utilizados para el transporte público y para
comercializar mercancías en otras regiones, evitando así los costos elevadísimos de los intermediarios.
En la segunda semana de septiembre, en Maceió, Alagoas, Brasil, se abrió la 6ta feria de la Reforma
Agraria. Una noticia de más que podría haber pasado desapercibida sino fuera por algunos elementos que la precisan. En menos de dos días se comercializaron más de 200 toneladas de productos, a
precios 50 % más baratos que los del mercado. En la feria, organizada por el Movimiento de los
Trabajadores rurales sin Tierra (MST) de Brasil, con sus propios productos, participaban la Central
de Movimientos Populares, la Central Única de Trabajadores, la Comisión de la Pastoral de la Tierra (de la conferencia de obispos católicos de Brasil). Esta iniciativa, ya practicada en otros Estados
y municipios podría realizarse en el futuro, mensualmente.
Las experiencias productivas florecientes promovidas en muchos de los asentamientos del MST son
ya moneda corriente. Sobre la base de la producción cooperativa, el aumento de lo recolectado es
considerable. En algunas regiones ya existen verdaderos supermercados del MST para abastecer
más allá de sus áreas de influencia. Las ganancias son redistribuidas solidariamente entre los trabajadores, compartiéndola con otros campamentos aún privados de tierras. En las unidades de producción más desarrolladas, trabajan rotativamente campesinos que viven en ocupaciones temporarias y
que todavía no cuentan con parcelas propias. Un sólido organigrama productivo que se perfila como
ejemplar, acompañado siempre de la formación política, una identidad cultural y la educación primaria, secundaria y a veces hasta universitaria de los acampados o asentados.
La nueva lógica de economía solidaria (numerosos ejemplos en el continente) y la lucha por la soberanía alimentaria, defendido por redes internacionales como Vía Campesina, - de la cual el MST
es uno de sus principales miembros- son ya conceptos alternativos de peso. Que trascienden el mero marco ideológico para concretizarse en realidades cotidianas que prueban la viabilidad de los
movimientos sociales como actores productivos.
A otro nivel, los huertos colectivos en Caracas, que producen hortalizas se perfilan como un primer
paso alternativo a la importación de casi el 70 % de los alimentos consumidos en Venezuela. Más
de 4 mil micro huertos nuevos que han ido surgiendo en la capital en los últimos meses (con apoyo gubernamental y de la FAO), son implementados en los barrios populares, en azoteas y pequeñas
terrazas. Los veinte más grandes, organizados en forma de cooperativas urbanas, producen y ven-
den ya toneladas de hortalizas frescas. Son parcelas que oscilan en la media hectárea, muchas veces
rodeadas de oficinas en zonas comerciales o financieras de la capital.
La mayor parte de la gente del continente sufre hoy del sistema de exclusión. No sorprende, entonces, que una *nueva* lógica impregna cada movimiento social, sea éste urbano, rural, indígena o de
obreros. Es casi inimaginable encontrar hoy movimientos únicamente de lucha. Cada vez está más
claro que la resistencia pasa también por la viabilidad, es decir por la capacidad de organizarse productivamente. Y de demostrar así la capacidad en tanto que actor de resistencia…y sujeto promotor de una economía alternativa.
* Colaboración E-CHANGER/UNITE
Momento geopolítico interesante
Cerrando este primer lustro del nuevo milenio, América Latina atraviesa un
momento geopolítico muy particular en lo que respecta al poder institucional. A pesar de la fragilidad y contradicciones de muy diversa naturaleza, el emergente de gobiernos *progresistas* que
toman cierta distancia de la Administración Bush y que se muestran favorables a otro tipo de integración regional, define el mapa político continental.
Momento, incluso, tal vez más impactante que el que se viviera a inicios de los años 70, con la experiencia revolucionaria en Cuba y gobiernos progresistas en Chile (Salvador Allende, hasta septiembre 1973), Argentina (la breve restauración democrática con Hector J. Cámpora en 1973);
Panamá de Torrijos y la experiencia militar progresista en Perú encabezada por el general Juan
Velasco Alvarado que duró hasta 1975.
Hoy, además de Cuba, Venezuela vive un proceso de transformación significativa con su revolución
bolivariana. Y existen una serie de gobiernos, que van desde progresistas hasta abiertos, en Brasil,
Argentina, Uruguay y Chile. Adicionalmente, el MAS (Movimiento al socialismo) de Evo Morales
tienes buenas posibilidades de ganar las elecciones anticipadas de diciembre 2005 en Bolivia. Y
Andrés Manuel López Obrador, un candidato de centro-izquierda, podría llegar a la presidencia
de México (104 millones de habitantes) en julio del 2006, a pesar de las críticas por continuismo
del sistema de una buena parte de la sociedad civil azteca reunida en torno al zapatismo.
Situación positiva que no es lineal y que no disimula problemas serios en algunos de esos gobiernos. Tal vez, los más llamativos, los del Partido de los Trabajadores y Lula, en Brasil, debilitados
por casos de corrupción que salpican a una buena parte de los principales colaboradores del presidente. Las condiciones macro que imponen los organismos financieros internacionales se hacen
sentir. Son herencias pesadas.
El 10 % de la población del continente, es decir unas 52.5 millones de personas, sufre de malnutrición absoluta. Según la FAO, que acaba de publicar un informe sobre el tema, el número de pobres
se duplicó desde 1960 a esta parte pasando de 110 millones a 226 millones, lo que representa el 44
% de la población total. América latina es una de las regiones del mundo más polarizadas económicamente hablando: el 10 % de los más ricos concentran el 40 % de todos los ingresos.
Hoy, y a pesar de todo, por primera vez en años, el nivel de alianzas de los Estados Unidos en Latinoamérica se ha parcialmente debilitado. Elemento significativo dada la enorme ofensiva belicista que Washington viene implementando a nivel mundial en estos últimos cuatro años, luego del 11
de septiembre del 2001.
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