RENÉ DESCARTES ÍNDICE: 1. 2. 3. 4. 5. - TEXTO______________________________________2. ESTRUCTURA Y RESÚMENES____________________ 4. Estructura ___________________________________4. Resumen por fragmentos ________________________ 4. CONCEPTOS Y NOCIONES ______________________5. Duda y certeza ________________________________6. Alma y cuerpo (res cogitans y res extensa) ___________9. Pensamiento e ideas ____________________________11. TEMAS O SÍNTESIS DOCTRINALES______________13. El cogito y el criterio de verdad ___________________13. Las demostraciones de la existencia de Dios __________17. CONTEXTUALIZACIÓN________________________ 20. Primer marco: Vida y obras. Y obra del texto: “Discurso del método” _____________ 20. Segundo marco: La Época Moderna Y la filosofía moderna __________________________23. 1 TEXTO R. DESCARTES, Discurso del método, Cuarta Parte. (Traducción: E. Bello Reguera, Madrid, Ed. Tecnos, 1994, pp. 4452). (§1) No sé si debo entreteneros con las primeras meditaciones que allí he hecho, pues son tan metafísicas y tan fuera de lo común que tal vez no sean del gusto de todos. Sin embargo, con el fin de que se pueda apreciar si los fundamentos que he establecido son bastante firmes, me veo en cierto modo a hablar de ellas. Desde hace mucho tiempo había observado que, en lo que se refiere a las costumbres, es a veces necesario seguir opiniones que tenemos por muy inciertas como si fueran indudables, según se ha dicho anteriormente; pero, dado que en ese momento sólo pensaba dedicarme a la investigación de la verdad, pensé que era preciso que hiciera lo contrario y rechazara como absolutamente falso todo aquello en lo que pudiera imaginar la menor duda, con el fin de comprobar si, hecho esto, quedaba en mi creencia algo que será enteramente indudable. Así, puesto que nuestros sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no había cosa alguna que fuera tal como nos la hacen imaginar. Y como existen hombres que se equivocan al razonar, incluso en las más sencillas cuestiones de geometría, y cometen paralogismos, juzgando que estaba expuesto a equivocarme como cualquier otro, rechacé como falsos todos los razonamientos que había tomado antes por demostraciones. Y, en fin, considerando que los mismos pensamientos que tenemos estando despiertos pueden venirnos también cuando dormimos, sin que en tal estado haya alguno que sea verdadero, decidí fingir que todas las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más verdaderas que las ilusiones de mis sueños. Pero, inmediatamente después, advertí que, mientras quería pensar de ese modo que todo es falso, era absolutamente necesario que yo, que lo pensaba, fuera alguna cosa. Y observando que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y tan segura que todas las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de socavarla, juzgué que podía admitirla como el primer principio de la filosofía que buscaba. (§2) Al examinar, después, atentamente lo que yo era, y viendo que podía fingir que no tenía cuerpo y que no había mundo ni lugar alguno en el que me encontrase, pero que no podía fingir por ello que yo no existía, sino que, al contrario, del hecho mismo de pensar en dudar de la verdad de otras cosas se seguían muy evidente y ciertamente que yo era; mientras que, con sólo haber dejado de pensar, aunque todo lo demás que alguna vez había imaginado existiera realmente, no tenía ninguna razón para creer que yo existiese, conocí por ello que yo era una sustancia cuya esencia o naturaleza no es sino pensar, y que, para existir, no necesita de lugar alguno ni depende de cosa alguna material. De manera que este yo, es decir, el alma por la cual soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo e incluso más fácil de conocer que él y, aunque el cuerpo no existiese, el alma no dejaría de ser todo lo que es. (§3) Después de esto, examiné lo que en general se requiere para que una proposición sea verdadera y cierta; pues, ya que acababa de descubrir una que sabía que lo era, pensé que debía saber también en qué consiste esa certeza. Y habiendo observado que no hay absolutamente nada en pienso, luego soy que me asegure que digo la verdad, a no ser que veo muy claramente que para pensar es preciso ser, juzgué que podía admitir esta regla general: las cosas que concebimos muy clara y distintamente son todas verdaderas; si bien sólo hay alguna dificultad en identificar exactamente cuáles son las que concebimos distintamente. 2 (§4) Reflexionando, a continuación, sobre el hecho de que yo dudaba y que, por lo tanto, mi ser no era enteramente perfecto, pues veía con claridad que había mayor perfección en conocer que en dudar, se me ocurrió indagar de qué modo había llegado a pensar en algo más perfecto que yo; y conocí con evidencia que debía ser a partir de alguna naturaleza que, efectivamente, fuese más perfecta. Por lo que se refiere a los pensamientos que tenía de algunas otras cosas exteriores a mí, como el cielo, la tierra, la luz, el calor, y otras mil, no me preocupaba tanto por saber de dónde procedían porque, no observando en tales pensamiento nada que me pareciera hacerlos superiores a mí, podía pensar que, si eran verdaderos, era por ser dependientes de mi naturaleza en tanto que dotada de cierta perfección; y si no lo eran, que procedían de la nada, es decir, que los tenía porque había en mí imperfección. Pero no podía suceder lo mismo con la idea de un ser más perfecto que el mío; pues, que procediese de la nada era algo manifiestamente imposible; y puesto que no es menos contradictorio pensar que lo más perfecto sea consecuencia y esté en dependencia de lo menos perfecto, que pensar que de la nada provenga algo, tampoco tal idea podía proceder de mí mismo. De manera que sólo quedaba la posibilidad de que hubiera sido puesta en mí por una naturaleza que fuera realmente más perfecta que la mía y que poseyera, incluso, todas las perfecciones de las que yo pudiera tener alguna idea, esto es, para decirlo en una palabra, que fuera Dios (…) (§5) Quise buscar, después, otras verdades y, habiéndome propuesto el objeto de los geómetras, que concebía como un cuerpo continuo o un espacio indefinidamente extenso en longitud, anchura y altura o profundidad, divisible en diversas partes, que podían tener diferentes figuras y tamaños, y ser movidas o trasladadas de todas las maneras posibles, pues los geómetras suponen todo esto en su objeto, repasé algunas de sus más simples demostraciones. Y habiendo advertido que la gran certeza que todo el mundo les atribuye sólo está fundada en que se las concibe con evidencia, siguiendo la regla antes formulada, advertí también que no había en ellas absolutamente nada que me asegurase la existencia de su objeto. Porque, por ejemplo, veía bien que, si suponemos un triángulo, sus tres ángulos tienen que ser necesariamente iguales a dos rectos, pero en tal evidencia no apreciaba nada que me asegurase que haya existido triángulo alguno en el mundo. Al contrario, volviendo a examinar la idea que tenía de un ser más perfecto, encontraba que la existencia estaba comprendida en ella del mismo modo que en la de un triángulo está comprendido el que sus tres ángulos son iguales a dos rectos, o en la de una esfera, el que todas sus partes equidistan de su centro, e incluso con mayor evidencia; y, en consecuencia, es al menos tan cierto que Dios, que es ese ser perfecto, es o existe, como puede serlo cualquier demostración de la geometría.” 3 ESTRUCTURA Y RESÚMENES ESTRUCTURA: Su METAFÍSICA, tal y como aparece parcialmente en el texto, pasa por las siguientes fases: Duda metódica: [Parágrafo 1] 1. De los sentidos. De las demostraciones racionales. De la existencia del mundo. 2. pensante. Primera verdad: “Pienso, luego existo” [Parág. 1, 2 y 3] Certeza intuitiva de la existencia del Yo o Alma como sustancia 3. 5] Pruebas para la existencia de Dios como sustancia infinita. [Parág. 4 y - De la idea de dios a la existencia de Dios como causa y como esencia. 4. 5. Dios como garantía de la existencia del Mundo. También son verdaderas las cualidades matemáticas del mundo, RESUMEN DEL TEXTO POR FRAGMENTOS: FRAGMENTO 1: El texto expresa el inicio de la fase destructiva del pensamiento de Descartes a través de la duda y el descubrimiento de la primera verdad. Tras avisar de la controversia y polémica que pueden suscitar sus reflexiones, y a diferencia de lo que sucede respecto a las costumbres que son tomadas como ciertas por el hecho de creerlas cuando en realidad son inciertas, Descartes se propone una indagación sobre la verdad y admitir solamente como cierto lo indudable. Para ello expone a continuación las razones de dudar sobre determinados ámbitos de nuestro conocimiento tradicional. Duda de los sentidos, pues nos pueden engañar; duda de las demostraciones, pues podemos cometer errores al razonar y duda de la realidad de los pensamientos pues podríamos estar soñando. Sin embargo, el texto concluye con la afirmación, frente a cualquier escepticismo, de una primera verdad pienso, luego soy, porque al dudar no podemos dudar de que existimos, mientras pensamos, y esta tesis firme y segura será adoptado como el principio inicial de su filosofía. FRAGMENTO 2: Descartes analiza cómo ese yo que indudablemente existe posee una cualidad esencial que es pensar, y como tal se entiende independiente del espacio, que como auténtica sustancia no necesita del cuerpo ni de otra cosa para existir. Es identificada después con el alma y se concibe como un tipo de realidad independiente del mundo físico, y del 4 cuerpo. El fragmento propone la distinción cartesiana entre la sustancia pensante (res cogitans) con su propiedad esencia de pensar, y la sustancia extensa (res extensa) identificando su propiedad con la extensión espacial. FRAGMENTO 3: Indagar en la primera verdad y descubrir el criterio de certeza son los temas de este fragmento. Descartes se propone en este fragmento ampliar los conocimientos a partir del cógito, como primera verdad, en el aspecto que le llevó a afirmarla como verdad. Descubre a partir de ella lo que se requiere para afirmar que una proposición sea verdadera y cierta, concluyendo que tal certeza le permite afirmar una regla general, que no es otro que el criterio de certeza, y que consiste en que todo cuanto se concibe de un modo claro y distinto es siempre verdadero, si bien advierte de la dificultad de la distinción. Esta regla le va a permitir a Descartes analizar todos sus pensamientos para distinguir los que aparecen con tales cualidades, de los que no. FRAGMENTO 4: En el fragmento Descartes nos ofrece una demostración de la existencia de Dios a partir de la comparación entre dos ideas de su pensamiento: la idea de dudar como procedente de la imperfección del sujeto que duda, el propio Descartes, frente a la idea de un ser perfecto (Dios). Estableciendo después un principio de causalidad de las ideas descubre que de todas las ideas imperfectas (adventicias y facticias) la causa de ellas puede ser el propio Descartes, debido a la propia imperfección de su naturaleza. Pero que no sucede lo mismo con la idea de un ser perfecto pues tiene que provenir de un ser tan perfecto como la idea o aún más, se explica que de esta idea su causa no puedo ser yo ni tampoco provenir de la nada, pues lo más perfecto no puede venir de lo menos perfecto. Concluyendo que tal idea procede de una naturaleza más perfecta que yo y poseedora de todas las perfecciones que pueda pensar, y tal naturaleza no es otra que Dios. FRAGMENTO 5: Descartes nos da aquí otra prueba de la existencia de Dios que servirá también para afirmar la verdad de las demostraciones geométricas. El texto comienza declarando la intención de buscar otras verdades y procede indagando el objeto de los geómetras como la continuidad, longitud, anchura, divisibilidad, figuras y tamaños, triángulos y ángulos, y les atribuye gran certeza, basándose en la evidencia con que se conciben. Sin embargo, afirma de estas verdades que nada le demuestran que existan realmente fuera de la mente, es decir, en el mundo. Al analizar después la idea de Dios, de un ser más perfecto, encontraba en tal idea que la existencia estaba comprendida en ella, por lo que se puede concluir que Dios existe como ser perfecto, lo que garantiza la verdad de cualquier demostración geométrica. Podemos aclarar que el texto recae en la célebre demostración ontológica de la existencia de Dios, y sugiere que por ello podemos considerar verdaderas de igual modo las demostraciones geométricas por ser claras y distintas. CONCEPTOS Y NOCIONES NOTA: Debemos explicar los pares de conceptos haciendo siempre referencia y citas al TEXTO. 5 NOCIÓN 1ª. DUDA Y CERTEZA La reacción cartesiana contra el escepticismo, que afirma la imposibilidad de alcanzar algún conocimiento verdadero, y su interés por la ciencia, dará lugar en Descartes a un fuerte rechazo del error y a una búsqueda, a veces desesperada , de la verdad. Tanto en la Primera Meditación, como en la primera parte del Discurso del Método insiste reiteradamente en la necesidad de rechazar el error, lo que implica inevitablemente la búsqueda de la verdad: aunque ésta fuese la imposibilidad del conocimiento1. La DUDA se presenta entonces como un instrumento que va a permitir separar conocimientos vagos y confusos, aquellos en los que cabe dudar de un modo razonable, de aquellos otros cuya CERTEZA excluya la posibilidad de dudar, y tal certeza se identificará de modo inmediato con la verdad. La duda es la actitud crítica de incertidumbre sobre las opiniones y las creencias, mientras que la certeza es el estado de certidumbre y seguridad que tiene un sujeto ante dichas opiniones y creencias. Sin embargo ambas están relacionadas en la filosofía cartesiana. ¿Cuál es esta relación? La duda (posteriormente se conocerá como la duda metódica o duda cartesiana, también como duda hiperbólica -por lo exagerada que resulta-), es el medio, el camino o el método, por el cual Descartes intenta alcanzar las certezas, que une vez halladas servirán para establecer un nuevo conocimiento seguro y bien cimentado. Lo difícil de tal proyecto será, como veremos poco a poco, el distinguir los conocimientos dudosos de los ciertos. Por esto, la duda metódica constituye la parte destructiva o crítica de la metafísica de Descartes, ya que supone destruir los fundamentos racionales de todos los conocimientos y opiniones aceptados hasta ahora. Pero podemos ver cómo la duda posee una doble finalidad: el fundamento de la ciencia y el saber, y el fundamento de método que nos permita extender nuestros conocimientos. Si analizamos las características de la duda cartesiana nos encontramos con que es: UNIVERSAL: Hay que dudar de todo, se incluyen todas las opiniones que hasta ahora se han tenido. METÓDICA: No es una duda escéptica, no pretende una finalidad demoledora, sino constructiva. Pretende alcanzar una verdad firme de la que no se pueda dudar. La duda no es un fin en sí mismo, es provisional, un instrumento con el que se pretende alcanzar la certeza; es un medio para alcanzar la verdad. (En contraste a la duda escéptica desarrollada por Montaigne que una duda permanente, la duda metódica es provisional y se irá eliminando conforme se obtengan certezas). 1 Descartes se muestra, desde su juventud, descontento con sus aprendizajes por considerarlos vagos y confusos, a excepción de las matemáticas. En el propio Discurso nos confiesa la especial dedicación que ofrece al estudio de esta ciencia, sorprendido por la capacidad de los matemáticos para ser capaces de demostrar la validez de sus demostraciones y la certeza de sus conocimientos, frente a los metafísicos que se pierden en vanas disquisiciones y en disputas escolares. La razón se ha equivocada en tantas ocasiones, que Descartes considera necesario reconstruir el edificio del saber sobre bases firmes y seguras, siempre que sea posible, desechando cualquier conocimiento sin tales cualidades como incierto y dudoso. 6 TEORÉTICA: No debe extenderse al plano de las creencias o comportamientos éticos o religiosos, sólo debe afectar al plano de las teorías o reflexión filosófica. (Precaución ante las condenas de la Inquisición). Analizadas las características de la duda, los ámbitos de aplicación de la duda son: 1) De los sentidos: El argumento que da Descartes es el de la falibilidad de la experiencia sensitiva. Los sentidos, a veces, nos engañan y nos muestran una realidad que no es tal. Si el testimonio de los sentidos nos induce a error, no son de fiar y podrían engañarnos constantemente. Los sentidos, en conclusión, no son ni indudables ni infalibles, y buena parte del saber tradicional se basa en los sentidos. 2) De la diferencia entre el sueño y la vigilia. El argumento de Descartes es su famoso argumento del sueño. En los sueños mis pensamientos no se corresponden con nada real, pero en la vigilia sí, sin embargo en ambos casos los concibo como reales. Dado que no tenemos un criterio seguro que nos permita discernir el sueño de la vigilia, tampoco podemos estar completamente seguros de que exista un mundo real con sus objetos, cosas y acontecimientos. ¿Quién me asegura que toda mi vida no es sino un sueño o una pesadilla donde el despertar no sea otro que la muerte? Por esta razón puedo dudar también de mis pensamientos, operaciones intelectuales, y todo lo inteligible, pues todo conocimiento parece desde este punto de vista muy incierto. 3) De la propia Razón. Podemos engañarnos en las demostraciones que nuestra razón encuentra claras, como sucede en las demostraciones y también en los principios, teoremas y axiomas de las matemáticas y la geometría, presuntamente evidentes a nuestra razón, pues la razón comete errores: paralogismos (sofismas mediante los cuales se demuestra por confusión algo falso tergiversando aún sin querer el conocimiento verdadero). Este argumento se refuerza aún más con: 4) la «Hipótesis del genio maligno», una ficción que aparece sólo sugerida al final del párrafo 4, pero que será tratada más ampliamente en las Meditaciones Metafísicas, según la cual también puede suceder que exista un "genio engañador" que nos haga creer que el mundo exterior es real; un espíritu maligno que haya dotado a nuestro entendimiento de tal naturaleza, que me engañe incluso cuando crea estar en la verdad. El poder de esta hipótesis es tal, que llevará a Descartes a tener que demostrar la existencia de Dios (tema 2º) y a probar que no es de tal naturaleza, sino que se trata de un Dios bueno y veraz. Hay en Descartes una preocupación que separa al hombre teórico del hombre práctico. La duda ha de afectar a los conocimientos del saber teórico, pero no ha de afectar a las acciones que el hombre ha de seguir manteniendo en su sociedad y respecto a sus creencias religiosas. Por ello establece una moral provisional, basada en el sentido común y con simples reglas que someten la voluntad a la razón y evita el dominio de las pasiones: Obedecer las costumbres y leyes de mi país, acatar la religión vigente. Perseverar en mis acciones. Habituarme a creer que no hay nada que esté completamente en nuestro poder, salvo nuestros pensamientos. Cultivar la razón y no la fortuna y avanzar lo más posible en el conocimiento de la verdad. 7 A partir de la duda, Descartes pretenderá descubrir una verdad que sea creída por sí misma, independientemente de toda tradición o autoridad, y al margen de toda duda. Una primera verdad que permita deducir a partir de ella el resto de las verdades. La certeza buscada por Descartes debe aparecer bajo el criterio de la intuición que es el elemento básico del conocimiento, y junto a la deducción, operaciones que se aplican en el modo de conocer de la razón. En la intuición, el hombre no debe equivocarse, pues la sencillez es su característica, y se asocia en Descartes a la claridad y la distinción con que ha de presentarse todo conocimiento verdadero. La intuición remite a un contenido simple, aunque no exento de relaciones, por lo que a partir de ella podemos establecer sus consecuencias necesarias (deducción), es la operación por la cual comprenderemos todas las cosas que pueden ser conocidas con certeza. La primera certeza (el Cogito) eliminará la duda y permitirá, el rechazo del escepticismo al contar con una verdad indudable; por otro lado, supone el punto de inflexión donde acaba la fase crítica o negativa y comienza la fase constructiva o positiva de la metafísica cartesiana, que supondrá extender los conocimientos a partir de esta verdad primera. Conclusión de la duda: Parece que una vez aplicamos la duda radical y metódica, podemos dudar de los sentidos y de la razón, podemos dudar de la existencia de los cuerpos –incluido el propio–, de las otras personas y sus mentes, de las verdades de la experiencia ordinaria y del sentido común, podemos dudar de las ciencias –incluida las matemáticas. Pero, de la proposición “pienso, luego existo” no puede dudarse en absoluto. La existencia de mi propio pensamiento es la primera verdad indudable, y la encontramos con tal claridad y distinción que nos permite afirmarla como evidente y con ello cumplir la primera regla del método, y confirmar que el método es válido. Tras demostrar que Dios existe y que es bueno, que no nos engaña, podremos confiar en nuestros sentidos y nuestra razón, particularmente en todo aquello que se presente con claridad y distinción a nuestra mente. Aquí comienza el camino de las certezas en la búsqueda de ideas claras y distintas que no dejan margen para la más mínima duda, que será a su vez el camino de una nueva concepción del conocimiento y de la ciencia que determinará el comienzo del pensamiento moderno. ** Nota **: El tema del cogito, la certeza y evidencia como criterio de verdad se desarrollará en el Tema 1º. 8 NOCIÓN 2ª: ALMA Y CUERPO (los tipos de sustancia: res cogitans y res extensa) El dualismo de espíritu y materia, comenzó con Platón y fue desarrollado, en gran parte por razones religiosas, por la filosofía cristiana. Descartes lo llevará hasta el último extremo al identificar ambos términos con dos tipos de sustancias o cosas (res); la substancia es lo que existe de una manera concreta, lo propio de la substancia es la existencia, pero no cualquier forma de existencia, sino la existencia completa, pues no necesita de nada más que de ella misma para existir. Alma y cuerpo son los dos tipos de substancias que encontramos en el hombre. Pero en Descartes todo requiere ser rigurosamente demostrado, así pues, ¿cómo se establecen ambos tipos de substancias? Tras establecer la verdad del Cogito, se alcanza la primera certeza: que existo, es decir, la existencia del yo, del sujeto. Pero, ¿qué es el yo?, tal y como se plantea en el Cogito, es un yo pensante, una cosa o substancia que piensa, cosa identificada con el espíritu o alma: "Yo soy, existo, esto es cierto; pero ¿cuánto tiempo? Todo el tiempo que ocupe mi pensar. ...Soy, pues, una cosa verdadera, verdaderamente existente. Más ¿qué cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa." (Med. Metafís.) El alma no es sino pensamiento: es una substancia finita cuyo único atributo o esencia es el pensar (juzgar, razonar, querer, imaginar, sentir; todos ellos actos conscientes, pues pensamiento y conciencia se identifican (y no hay lugar en el cartesianismo para el inconsciente). Por eso Descartes llama al alma res cogitans (cosa o substancia pensante). El tipo de razonamiento empleado por Descartes para demostrar que el pensamiento es el único atributo del alma es muy curioso y se encuentra ya en Galileo, es la ficción mental: “Puedo fingir mentalmente que no tengo cuerpo, y que no dependo del espacio (y no por ello dejaría de existir), pero no puedo fingir que no pienso; por tanto, lo que constituye mi esencia es pensar”. Por tanto, el «yo» no es el cuerpo, que es algo material y como toda cosa material podría no existir, tal y como quedó suspendido en la duda metódica. En otras palabras, puedo dudar del cuerpo que tengo, así como podría soñar que tengo un cuerpo que en realidad no tengo; al igual que he dudado de los sentidos y de todas aquellas cualidades (cualidades secundarias) que ellos me muestran como engañosas, pues toda percepción de los sentidos es confusa y engañosa, y lo que percibimos con ellos son los atributos o cualidades de las cosas, no las cosas mismas. El sistema cartesiano presenta dos mundos paralelos pero independientes, el del alma y el del cuerpo (espíritu y materia), cada uno de los cuales puede ser estudiado desde sus propiedades particulares y sin referencia al otro. El cuerpo (cualquier cuerpo) tiene como propiedad la extensión, es res extensa, es su único atributo o esencia. En toda teoría del mundo material Descartes era rígidamente determinista, pues toda sustancia material (res extensa), ya sea organismo vivo o materia inanimada, eran gobernados por leyes físicas. Los modos propios del cuerpo que captamos de un modo claro y distinto son fundamentalmente la figura y el movimiento (y reposo), como sus cualidades primarias; de este modo, Descartes (como también lo hará Galileo) geometriza el mundo 9 corpóreo pues sus cualidades pueden ser cuantificadas. Este es el mundo de la ciencia moderna. Descartes opera como los geómetras al definir la substancia (como se construye la definición del círculo, por ejemplo), y no considera que tenga que justificarla. Las sustancias no las percibimos por los sentidos, sino que las cosas o sustancias las captamos mentalmente por aquello que las define: extensión, pensamiento e infinitud, respectivamente. Así encontramos las tres sustancias: Cuerpo o res extensa, Alma o res cogitans, y Dios o res infinita, y esto es una conclusión final de la metafísica cartesiana. Pero una substancia finita no necesita, para existir, de ninguna otra substancia finita: el alma, es independiente del cuerpo y su voluntad puede alterar las leyes de la física a las que se somete el cuerpo. Tal independencia permite a Descartes resolver la dificultad de la libertad. El gran problema de esta particular concepción cartesiana es el de explicar el hecho de la interacción entre el alma y el cuerpo. Si son sustancias diferentes, ¿cómo se relacionan? La relación que mantiene nuestra alma o mente con nuestro propio cuerpo es una relación peculiar, distinta a la que mantiene con el resto de los cuerpos. Nos dice que no podemos entender esta relación como la que existe entre un piloto y su nave. Que el espíritu no mueve al cuerpo, ni el cuerpo al espíritu, más bien se trata de concebirlos como dos relojes sincronizados y que cuando uno indica “sed” el otro indica “pesar”, por ejemplo; así que no experimentamos nuestro cuerpo de la misma manera, pues las modificaciones que éste sufre las sentimos “desde dentro”. Para algunos cartesianos no fue difícil extender la teoría de que los animales eran autómatas, y simplificando el sistema haciendo de él un materialismo consecuente, se pudo decir lo mismo del hombre en el siglo XVIII. Es la propia teoría del conocimiento de Descartes la que no permite identificar alma y cuerpo como regidos por la misma mecánica, pues los contenidos dela mente difieren de los del cuerpo, pero tal dificultad se convirtió en la fuente de dos importantes, aunque divergentes escuelas de filosofía: el racionalismo y el empirismo. 10 NOCIÓN 3ª: PENSAMIENTO E IDEAS En Descartes pensamiento viene a ser sinónimo de contenido psíquico. De todos estos contenidos tenemos una percepción inmediata, lo que sería lo mismo que decir que todas estas vivencias tienen el atributo de la consciencia. El PENSAMIENTO es entendido por Descartes en un sentido muy amplio como todo acto consciente de la mente, alma o espíritu, que ocurre dentro de nosotros y que abarca el dudar, sentir, vivir, imaginar, recordar, negar, afirmar, entender, razonar y querer. En el pensamiento encontramos ideas confusas y oscuras cuando requieren la cooperación del cuerpo, las obtenemos a través de los sentidos y las hemos definido como «cualidades secundarias», este conocimiento lo compartimos con los animales. Pero también encontramos ideas claras y distintas las cuales tienen su origen en la razón, donde hallaremos las «cualidades primarias». Un trozo de cera tiene color, olor, dureza, sabor.., si lo calentamos hasta fundirla, cambian todas sus cualidades, pero sigue siendo cera, esto no lo reconozco por los sentidos, sino por el entendimiento, sé que es cera, a pesar de todos las transformaciones que pueda tener, porque capto una cualidad esencial: su extensión. La extensión no depende de los sentidos, pues puede variar con la temperatura. Estas nociones claras y distintas constituyen el objeto del conocimiento y se obtienen por la mente y no por los sentidos. Antes de continuar, debemos tener claro que Descartes considera el pensamiento desde un doble aspecto: a) como una actividad, en el propio hecho de pensar, y b) como un contenido, lo pensado o lo que se piensa. Encontramos distintos tipos de contenidos en nuestra mente (contenidos mentales): a) Ideas: imágenes que tenemos de las cosas en la mente, representaciones mentales de todo tipo. b) Voluntades y afecciones, y juicios: son algo más que ideas, pues cuando afirmo, niego, amo, dudo, temo, etc. reconozco que tengo algo más que una pura y simple idea. Para Descartes el conocimiento recae sobre las ideas, como intermediarios entre el sujeto y el mundo. La IDEA es, para Descartes, “una representación como contenido inmediato del pensamiento” o “lo que es conocido por mí, no aquello por lo cual conozco”. Las ideas son, pues, representaciones, objetos del pensamiento, son contenidos de mi pensamiento a los que accedo de modo inmediato y fácil; en Descartes el conocimiento recae sobre las ideas, como intermediarios entre el sujeto y el mundo. Respecto a las ideas, atendiendo a su lugar de procedencia podemos observar que hay tres clases de ideas: 1. ADVENTICIAS: Son las que parecen provenir de nuestra experiencia externa, acción del mundo exterior sobre nuestros sentidos, que dan lugar al conocimiento empírico. Son las referidas a cosas distintas del yo (ejem. una rana, un árbol, un hombre...) 2. FACTICIAS: Son las construidas por mí mismo, a partir de la imaginación y la voluntad, y las construye la mente a partir de otras ideas. Por ejemplo, un caballo con alas (pegaso), un pez con torso de mujer (sirena), etc. 11 3. INNATAS: Son las que encuentro dentro de mí antes de cualquier experiencia del mundo y descansan en la propia razón. Las que han nacido junto con mi conciencia, que ni las he captado con la experiencia, ni las he podido construir por mí mismo. Estas son las ideas innatas y evidentes: claras y distintas (ejem: pienso luego soy, la idea de existencia o la idea de un ser perfecto e infinito). Si bien Descartes no limitó lo innato a estas ideas, sino que también consideró que hay principios innatos así como verdades eternas. Pero las ideas innatas no están en nuestra mente siempre a nuestra disposición. El niño no tiene el concepto de Dios. Tenemos una potencialidad innata por la cual conocemos a Dios; la idea de Dios es producida de forma natural por la mente. Este tipo de ideas son la base y afirmación fundamental del racionalismo y serán objeto de crítica en el empirismo inglés. De esta clasificación se sigue que: ni las ideas adventicias, ni las facticias nos van a servir para demostrar la existencia de la realidad física. Las adventicias, en la medida en que parecen provenir de los objetos externos, están sometidas a la misma duda que la existencia de los objetos externos, por lo que no podrán ser utilizadas en el progreso deductivo del conocimiento; y lo mismo ocurre con las facticias en la medida en que son construidas por mí, a partir de las adventicias; esto es, a excepción del «cogito» no hay aún otra certeza que permita afirmar la existencia de algo más, aparte de mí. Respecto de las ideas innatas, una vez eliminada la posibilidad de que esas ideas puedan haber sido producidas por mí, Descartes analizará dos de esas ideas, la de infinito y la de perfección, de ellas argumenta que no pueden haber sido causadas por mí, pues yo soy finito e imperfecto. Estas ideas serán la base de la demostración de la existencia de Dios (es el segundo de los temas tratados). El «cogito», la idea de Dios, y las que tienen que ver con las cualidades primarias de los seres físicos, que son cualidades de carácter físicomatemático como la figura, extensión, la situación, el movimiento, la duración, el número y la sustancia (frente a las cualidades secundarias como el color, olor y otras que se captan por los sentidos), serán las distintas clases de ideas innatas que por la claridad y la distinción con que se conciben, servirán a Descartes para establecer los fundamentos filosóficos o metafísicos de todo saber. Todas las ideas son en un sentido semejantes y en otro distintas: la idea de mesa es semejante y distinta a la idea de color, es semejante en la medida en que ambas son ideas, pero es distinta porque una representa una mesa, es decir, representa una substancia, y otra representa el color, es decir, representa un accidente; la realidad objetiva de cada idea es distinta: podemos hablar de unas ideas más perfectas que otras, perfección que les viene dada de la perfección que cabe atribuir a lo representado en ellas: así la idea de ángel es más perfecta que la idea de libro, porque los ángeles son más perfectos que los libros. Este nuevo camino hará salir a Descartes de su solipsismo (solo existo yo) a través de la idea innata de un ser perfecto, es decir, Dios, aunque este será el tema de la segunda noción. 12 TEMAS O SÍNTESIS DOCTRINALES ** NOTA **: Citar y hacer referencia al TEXTO al hilo de la explicación. EL COGITO Y EL CRITERIO DE VERDAD La duda ha dejado en suspenso todo el saber tradicional, todo ha sido puesto en duda, pero hay una certeza que resiste todos los ataques y de la que es imposible dudar: la percepción simultánea de mi pensamiento y mi existencia, que Descartes expresa en el COGITO ERGO SUM (PIENSO LUEGO SOY O EXISTO), (JE PENSE DONC JE SUIS). Con esta afirmación termina la fase destructiva del pensamiento y comienza la fase constructiva de su filosofía. Puedo pensar que no existe Dios, el mundo, las cosas y sus atributos o características..., pero no puedo pensar que yo, que pienso estas cosas, no existo al mismo tiempo que las pienso. Para dudar hace falta pensar y para pensar hace falta existir. Por tanto, hay que admitir que yo soy un ser que piensa, es decir, un ser que existe mientras piensa; pues podría ser que al dejar de pensar, dejara también de existir. Mi existencia como sujeto que piensa está libre de todo error y toda duda. Esta proposición supera todos los motivos de duda: incluso la hipótesis de un genio maligno que haga que siempre me equivoque, pues para equivocarme también tengo que existir. "...Y dándome cuenta de que esta verdad: pienso, luego soy, era tan firme y tan segura que todas las más extravagantes suposiciones de los escépticos no eran capaces de hacerla tambalear, juzgué que podía admitirla sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía que yo indagaba". (Disc.) El cogito es la primera verdad en el orden del conocimiento, y ello en dos sentidos: a) porque es la primera verdad a la que llegamos cuando hacemos uso de la duda metódica, y b) porque a partir de ella podremos fundamentar todas las demás certezas del conocimiento. Algunas precisiones respecto a la primera verdad “Pienso, luego existo” para destacar que se trata de una INTUICIÓN, y Descartes entiende por «intuición», el conocimiento o captación de un modo directo e inmediato una verdad evidente, y que no deja lugar a dudas por su "claridad y distinción" (La intuición es pues el elemento básico del conocimiento, con éste se separa del aristotelismo y de Guillermo de Occam -que la considera basada en la experiencia-, pues para Descartes se trata de una intuición racional, un contenido mental, en relación con el conocimiento de los objetos). Estos conocimientos que se distinguen por su certeza, son los conceptos más simples que podemos poseer, llamados también naturalezas simples. El cogito es una intuición simple y puramente racional en el que el YO se nos muestra como PENSANTE y EXISTENTE al mismo tiempo. LA CERTEZA se produce cuando nuestra razón concibe una naturaleza simple con claridad y distinción. La «claridad y distinción» son las cualidades de la evidencia, en contra de sus opuestos: oscuridad y confusión. Tal claridad y distinción 13 cabe predicarse de los conocimientos intelectuales, así por ejemplo tendremos un conocimiento confuso si no podemos separar nuestros estados emocionales de nuestros pensamientos. Entonces, pues: Una idea es clara cuando es en sí misma inteligible, es decir, cuando manifiesta plenamente lo que es, o, dicho de otro modo, una idea es clara cuando es inmediatamente reconocible. Una idea es distinta cuando está perfectamente separada de las otras ideas, es decir, si se halla en el pensamiento sin mezcla alguna de otra idea que la enturbie o la confunda; todas las ideas distintas son claras, pero no todas las ideas claras son distintas. A estas propiedades en el conocimiento es a lo que Descartes llama la evidencia o CRITERIO DE CERTEZA. Pero junto a la intuición, la razón humana desarrolla otro procedimiento con el que completa el conocimiento: es LA DEDUCCIÓN, mediante ella se extraen consecuencias necesarias a partir de lo conocido con certeza, se llama también conocimiento discursivo, que se alcanza a través de una serie de razonamientos, a partir de los cuales estaremos más expuestos al error si no tomamos precauciones, el fin es llegar al conocimiento de naturalezas compuestas o complejas. La intuición nos lleva de manera inevitable a la deducción cuando comienzan a aparecer relaciones que son consecuencias necesarias de otras. La intuición nos ofrece el conocimiento de los principios, la deducción el de las consecuencias lejanas. Desde 1618-19 Descartes concibe la idea de un saber o de una Ciencia Universal, la Mathesis universalis, idea que Descartes nunca abandonó y que consideraba el fundamento último de todos los saberes y la adquisición plena de la sabiduría. Con estos principios del conocimiento Descartes elabora el conocido método cartesiano, expuesto desde sus primeras obras. Se ofrece como el camino en la construcción del saber y es, de principio a fin, una aplicación estricta del criterio de certeza o verdad; es un método seguro (intuición racional) y sigue pasos sólidos (deducciones racionales), de forma análoga a como procede (mostrado en la física de Galileo) el método matemático y geométrico2. "Por método entiendo lo siguiente: unas reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales todos los que las observan exactamente no tomarán nunca por verdadero lo que es falso, y alcanzaran - sin fatigarse con esfuerzos inútiles, sino acrecentando progresivamente su saber- el conocimiento verdadero de todo aquello que sean capaces" (Reglas, 4). El método racional propuesto por Descartes permitirá evitar el error, y aumentar los conocimientos al descubrir nuevas verdades. Logrará una verdadera certeza evitando largos razonamientos, a base de razonamientos intuitivos y concretos, porque en ellos es 2 la verdad de los conocimientos matemáticos no proviene de una estructura que los haga inevitablemente verdaderos, sino que depende del método empleado lo que permite conseguir tan admirables resultados, pretenderá extender tal método al resto de saberes, y sobre todo en la propia filosofía, entendida ésta como la madre de todas las ciencias particulares y especializadas y de donde éstas obtienen sus principios. No es que las matemáticas sean para Descartes un tipo de saber distinto del resto de los saberes, ya que si la razón es única, el saber también es único, y debe haber por tanto un único método para alcanzar la sabiduría. 14 imposible el error. Debe poseer orden, sencillez y claridad. El método ha de estar basado en la RAZÓN o entendimiento, pues ella es la facultad de la mente que consiste en distinguir lo verdadero de lo falso, se trata de una facultad innata y por naturaleza igual en todos los hombres, pues como dice célebremente nuestro filósofo: “El buen sentido [razón] es lo mejor repartido en el mundo”. Sin embargo, es fundamental el modo en que se la dirige, pues, "no basta con tener ingenio, lo importante es aplicarlo bien", porque la razón puede ser desviada por los prejuicios, por la precipitación, las pasiones del alma, etc. Las reglas que ha de seguir en este método son: 1. EVIDENCIA: “No admitir como verdadera cosa alguna, si no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios más que lo se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu que no hubiese ninguna posibilidad de ponerlo en duda.” 2. ANÁLISIS: “Dividir cada una de las dificultades que se examinan de un problema en tantas partes como sea posible y como requiera mejor solución, para resolverlas más fácilmente.” 3. SÍNTESIS: “Conducir por orden los pensamientos, de un modo sencillo y fácil, ascendiendo poco a poco de lo más simple a lo más complejo”. 4. ENUMERACIÓN; “Revisar todo el proceso para estar seguros de no haber omitido nada”, como pueden ser los propios de la memoria. Las dos primeras reglas forman lo que se ha llamado la parte analítica del método, las dos segundas la parte sintética. Iniciar una construcción del conocimiento, de acuerdo con el método, similar a otros métodos diseñados en la época (como el método resolutivo-compositivo de Galileo), conlleva encontrar principios evidentes, aquellos que encajen con la simplicidad expresada en la primera regla, sólo a partir de lo cual podremos progresar en nuestro saber. La búsqueda de un punto de partida absolutamente cierto exige eliminar todos aquellos conocimientos que no aparezcan dotados de certeza absoluta. Pero la primera verdad clara y distinta, el cogito, concebida con toda evidencia y a través de intuición, permite establecer la primera regla o principio general del conocimiento, este es el CRITERIO DE CERTEZA, DE EVIDENCIA, DE VERDAD: que “las cosas que concebimos más claras y más distintamente son todas verdaderas”. La certeza subjetiva como NUEVO CRITERIO DE VERDAD abandona la concepción de la verdad como la correspondencia o adecuación enunciada por Aristóteles. La verdad se establece solamente en el pensamiento del sujeto, es decir, en las ideas (sin correspondencia con el mundo, cuya existencia es problemática), pues si las ideas tienen determinadas características (a saber, claridad y distinción), entonces serán verdaderas. Podría decirse que se pasa de una concepción “objetiva” de la verdad basada en el mundo, a una concepción “subjetiva” de la verdad basada en las ideas. Se ha roto la relación del sujeto con el mundo, pues ya no conozco las cosas sino mis ideas de ellas. 15 En este sentido, se puede calificar la filosofía de Descartes como IDEALISTA. Idealismo y subjetivismo son, pues, las marcas distintivas que deja Descartes en la filosofía y que lo convierten en el padre de la filosofía moderna. Los antecedentes históricos del Cogito de Descartes están en la tesis de San Agustín que afirmaba: “Si me engaño, existo” (Si fallor, sum); pero no debemos identificar ambos planteamientos, si bien ambos rebaten las dudas de los escépticos y ponen sobre la mesa la incuestionabilidad o indubitabilidad de la existencia, difieren en dos aspectos muy importantes: La existencia de Agustín es la existencia del ser humano completo vinculado a Dios y orientado hacia su búsqueda. El cogito ergo sum cartesiano recoge solamente la existencia del pensamiento, de algo que piensa, de una cosa o sustancia pensante, que es independiente del cuerpo, convertida ahora en el fundamento, la base y la justificación última del conocimiento humano y la realidad para la ciencia. 16 LAS DEMOSTRACIONES DE LA EXISTENCIA DE DIOS Todo el sistema cartesiano reposa sobre la existencia de una substancia infinita: Dios, que garantiza la posibilidad de la certeza a través del criterio de evidencia. Se podría dudar de la propia evidencia, como hacen los escépticos, pero no es así porque las ideas claras y distintas son verdaderas porque ese Dios, bueno y veraz, no ha podido dotar al hombre de una facultad de conocimiento que le induzca a error. Para que esto sea así, Descartes ha de demostrar la existencia de Dios como ser perfecto, rechazando la hipótesis del Dios engañador. En el momento de la duda metódica, y mientras permanece vigente en sus ámbitos de aplicación, aún no se sabe si existen cosas distintas al propio pensamiento. Sólo queda el camino de mirar en el interior del cogito para analizar los distintos niveles de perfección de las ideas y reflexionar sobre las causas de su aparición en la mente (la propia de Descartes) de tales ideas. Recordemos que, según hemos visto en la noción 3ª, las ideas adventicias y facticias, quedan rechazadas por su falta de claridad y distinción; pues un conocimiento válido sólo será posible si se fundamenta en ideas innatas. En función del contenido que las ideas representan encontramos: la que me representa a mí mismo, la que representa al ser infinito (Dios), y las que representan cosas inanimadas y corporales. Tras reflexionar que, excepto del cogito, no puede asegurar la verdad de las ideas sobre las cosas corporales aún cuando sean consideradas muy claras y distintas, y así respecto a las demás ideas, pues puede encontrar en sí mismo el fundamento y la perfección adecuada a casi todas ellas. Sólo queda pasar al análisis de la idea de Dios, Substancia Infinita, por si también pudiera provenir del cogito. Descartes entiende por Dios, la "substancia infinita, eterna, inmutable, independiente, y por la cual yo mismo y todas las demás cosas que existen hemos sido creados"; se trata de la idea de un Ser Sumamente Perfecto, y como las ideas están dotadas de distintos grados de perfección, encontramos que tal idea de Dios, reúne todas las perfecciones que pueden ser pensadas, y que no pueden provenir del propio pensamiento por ser éste contrario a todas ellas. Antes de seguir hablando sobre la existencia de las ideas, debemos aclarar cómo Descartes distingue entre dos grados de existencia o realidad: a) Existencia o realidad objetiva: la existencia de la idea en nuestra mente, existencia como objeto de pensamiento. b) Existencia o realidad actual o formal: es la existencia de un objeto en tanto que existe en sí mismo, entendemos por ello, la existencia real de un objeto fuera de la mente. Descartes quiere responder a la pregunta de si esta idea innata de Dios es solamente "objetiva", y por ello existente sólo en la mente -como objeto mental-; o si por el contrario posee una existencia "formal o actual", que existe en sí como objeto extramental. Es decir, si además de existir en la mente, pues esto es claro que sucede, existe también fuera de nuestra mente; con lo que tendría una verdadera realidad formal o actual, además de objetiva. Para demostrar la existencia de Dios, introduce un principio metafísico según el cual la realidad que se encuentra en el efecto no puede ser superior a la realidad de 17 la causa, sino igual o inferior, y resulta que según este principio Descartes podía encontrar en sí mismo el fundamento y la perfección adecuadas para ser el causante, y de este modo dar cuenta, de casi todas las ideas. Pero no sucede así respecto a la idea de Dios, sobre la cual desarrolla los siguientes argumentos: 1) Debe haber tanta realidad en la causa eficiente como en el efecto. Lo que aplicado a las ideas, nos llevaría a afirmar que la existencia formal de la causa ha de ser mayor o igual que la existencia objetiva de la idea. Así pues, el autor de esta idea de Dios, no puedo ser yo, pues yo no poseo semejantes cualidades, ya que soy imperfecto y limitado (puesto que dudo); esa idea ha tenido que ser causada por un ser que posea tanta realidad formal como realidad objetiva posea mi idea, luego sólo puede haber sido puesta en mí por un ser infinito; este es Dios. Por tanto, tenemos aquí a DIOS demostrado que existe COMO LA CAUSA DE ESTA IDEA INNATA. Aún podría objetarse, si la idea de Dios podría ser materialmente falsa, como las cualidades secundarias, y proceder de la nada o de mi imaginación; pero esto no es posible pues esta idea es concebida por Descartes con claridad y distinción, encerrando la máxima realidad objetiva, y como la más verdadera de todas. 2) Si la idea de Ser Infinito y perfecto procediese de mi ¿ no tendría yo que ser al menos tan perfecto e infinito como la idea, pero nunca menos ?. Aunque es obvio que esto no es así, pues yo soy limitado y finito. Por tanto, entender a Dios como perfecto, infinito, inmutable, eterno y creador universal, por contra de lo que yo mismo soy, es recurrir a otro argumento clásico medieval que se ha denominado «teología negativa» que nos permite un cierto conocimiento intelectual e intuitivo de Dios, a través de un proceso riguroso y analítico; lo cual es otro modo de demostración de su existencia: tales cualidades tienen que provenir de Dios mismo, a quien en última instancia debo mi propia existencia, siendo Él quien ha puesto en mí su idea “como la marca del artífice en su obra” en el acto de la creación. DIOS COMO CREADOR DEL MUNDO Y DE MI MISMO. 3) No se puede tener la idea de Dios sin admitir su existencia (nueva formulación del "argumento ontológico de San Anselmo").Y si hay ateos no es más que por la costumbre que tenemos de distinguir entre esencia y existencia, y no entendemos que Dios es el ser que consiste en existir. Luego, la idea de lo infinito ha sido puesta en mí por una naturaleza más perfecta que yo, la idea de lo infinito sólo puede proceder del Ser Infinito: Dios. Por tanto, no cabe ninguna duda, Dios existe, tiene existencia formal o actual, además de objetiva. DIOS COMO EL SER EN CUYA ESENCIA SE CONTIENE SU EXISTENCIA. El célebre argumento ontológico de la existencia de Dios, fue previamente usado por San Agustín (s. V) y por San Anselmo de Canterbury en el siglo XI, y supone demostrar la existencia de Dios a partir de las ideas, deducir la existencia del puro pensamiento. Tal manera de argumentar, afirma que no se puede tener la idea de Dios sin admitir su existencia. Comúnmente diferenciamos entre esencia y existencia, sin embargo en Dios su existencia está incluida en su esencia: Dios es el ser que consiste en existir. Dios, por definición, existe de la misma manera en que un triángulo por definición tiene tres ángulos. En la esencia del triángulo está el tener tres ángulos y, de forma análoga, en la 18 esencia de Dios está el existir. Este argumento reza así: la idea de Dios es la idea de un ser que posee todas las perfecciones y puesto que si algo no existe no puede ser perfecto, entonces, Dios existe realmente, y no solo como idea, ya que existir en la realidad además de en la idea se considera una mayor perfección que el existir sólo en el pensamiento. Este argumento fue criticado tanto en la época de San Anselmo, como por Tomás de Aquino en el siglo XIII por identificar esencia y existencia, pero se responderá que si esta identificación no sucede en los demás seres, al manos sí lo es en Dios. En Descartes, si desde el punto de vista gnoseológico la existencia de Dios se deduce del cógito, pronto se establece que desde un punto de vista ontológico Dios es anterior al cógito: “¿sería posible que yo conociera que dudo y que deseo, es decir, que algo me falta y que no soy totalmente perfecto, si no tuviera la idea de un ser más perfecto que yo, con el cual me comparo y de cuya comparación resultan los defectos de mi naturaleza?”. La idea innata de Dios cumple con la primera de las reglas del método: es una verdad evidente, una verdad clara y distinta. Descartes ha llegado a la demostración de la existencia de otra substancia, de la más importante, la RES INFINITA, que ahora sé que existe además del cogito, y por tanto no estoy sólo en el mundo. ALGUNAS CONCLUSIONES IMPORTANTES: Tras demostrar que Dios existe y que no es engañador destruye la “hipótesis del genio maligno”, hipótesis que mientras estuviera presente no podría estar nunca seguro de nada. Ahora vemos cómo se restablece la confianza en la razón y en todo lo que ella concibe de modo claro y distinto: la realidad del Cógito (como sustancia pensante), la realidad de Dios (como sustancia infinita), y la realidad de la sustancia extensa (según concibo a través de sus cualidades primarias). No obstante la concepción de Dios de Descartes, aunque es cristiana, no es muy ortodoxa, Dios es el constructor del mundo, pero una vez construido el mundo funciona por sí solo con sus leyes y principios. La imagen mecanicista del universo de este siglo concibe a Dios como “el relojero que tras construir el mundo dota a éste de los mecanismos suficientes para que funcione por sí mismo”. No cabe duda, que Descartes pretende demostrar que Dios existe recurriendo a un argumento que al fin y al cabo apoya su visión idealista y subjetivista, esto es, racionalista del pensamiento: SIEMPRE SE DEMUESTRA A DIOS DESDE EL PROPIO SUJETO. Por lo demás, recurrir a un razonamiento clásico de los grandes teólogos medievales es un recurso para librarse de persecuciones y de problemas, de los que Descartes huye permanentemente, y dejar contenta a la tradición filosófica medieval y al poder religioso. En realidad, el tema de Dios no preocupa a Descartes más que el problema del desarrollo del saber científico. ¡ AHORA PUEDE COMENZAR LA CIENCIA ! 19 CONTEXTUALIZACIÓN PRIMER MARCO DE REFERENCIA: El texto en la obra a la que pertenece, otras obras y el pensamiento del autor. René Descartes nació en La Haye (Turena) en 1596, en el seno de una familia noble. Pronto fue enviado al colegio jesuita de La Fléche en Anjou (1604-1612), y según escribe en sus obras, las enseñanzas recibidas le decepcionaron, los saberes presentaban numerosas lagunas y ausencia de metodología, a excepción de las matemáticas que se convertirán en Descartes en el modelo de todo saber. La falta de una guía en el conocimiento y la cantidad de errores contrastaban con el descubrimiento de la nueva ciencia: nuevos fundamentos científicos y filosóficos pugnaban por salir a la luz. Estudia Derecho y decide dedicarse a la carrera militar, en 1618 comienza la Guerra de los Treinta Años, y trabó amistad con Isaac Beeckman que lo estimuló para que estudiase física. Abandona el ejército y comienza su época de viajes (1620-1628), dedicado a las relaciones sociales y al estudio. De esta época es su obra “Reglas para la dirección del espíritu”, una obra inacabada en donde expone lo esencial de su método. En 1628 se establece finalmente en Holanda, tierra de tolerancia y libertades, donde permanece hasta 1649. En 1633 tiene escrita su obra “Tratado de física”, dividida en dos partes: “Tratado del mundo y de la luz” que contiene su física de carácter mecanicista, y “Tratado del hombre”, que decide no publicar al enterarse de la condena que ese mismo año sufre Galileo, con quien comparte creencias. Desde 1633 a 1637 advierte la necesidad de afrontar el problema de la objetividad de la razón y de la autonomía de la ciencia en relación con Dios. En este período escribe el “DISCURSO DEL MÉTODO” . En 1641 publica las “Meditaciones sobre la filosofía primera”, que somete previamente a los grandes espíritus de la época (Mersenne, Gassendi, Arnauld, Hobbbes,..) y más conocida como “Meditaciones Metafísicas”, obra comenzada trece años antes, donde demuestra la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, y que servirá de arma contra el ateísmo y de fundamento de la física. Posteriormente se dedicó a la elaboración de sus “Principios de filosofía”, que no es sino una exposición resumida y sistemática de su filosofía y de su física. Descartes posee ya reconocimiento público y también es causa de numerosas disputas. Escribe por último su “Tratado de las pasiones del alma”, donde profundiza sobre la moral y sobre sus opiniones políticas. Aún en Holanda se vio sometido a ataques vejatorios de los protestantes, por consecuencias ateas, y fue prohibido en la universidad. En 1649 es invitado por la reina Cristina de Suecia. En 1650 cayó enfermo de pulmonía, y murió al cabo de una semana. El texto del filósofo francés René Descartes, es el inicio de la Cuarta Parte de su obra Discurso del método (Discours de la méthode), que es la forma abreviada de Discours de la méthode pour bien conduire la raison et chercher la vérité dans les sciènces (Discurso del método para guiar bien la razón y buscar la verdad en las ciencias). Su estilo ensayístico, escrito en francés, rompiendo la tradición de escribir en latín como lengua culta, es claro y personal y en pocas páginas explica biográficamente las razones que le llevaron a adoptar sus 20 teorías y concepciones filosóficas; pretendía hacerlas asequibles al mayor número de gente posible. Con la búsqueda de un buen método intentará una nueva justificación de la realidad y el saber humano que supondrá el punto de inflexión desde la filosofía escolástica-medieval hacia la filosofía moderna. Estamos pues ante una obra, que puede considerarse una de las primeras obras de la filosofía moderna. El “Discurso del método” consta de seis partes en las cuales se exponen los temas más importantes del pensamiento cartesiano. Fue una obra publicada en 1637 y concebida como una introducción a tres obras científicas: la “Dióptrica” (un ensayo sobre la luz), los “Meteoros” (un ensayo sobre la naturaleza de los cuerpos terrestres) y “Geometría”. Descartes escribió el “Discurso” como introducción teórica a estas tres obras, en las cuales se daba la aplicación práctica del método. Por tanto, el “Discurso” es una reflexión teórica sobre el problema del método en las ciencias. Es una obra breve en la que se adelantan todos los grandes temas del pensamiento cartesiano que serán desarrollados posteriormente de forma sistemática en las “Meditaciones metafísicas”. El “Discurso” tiene, también, un componente autobiográfico, pues en él Descartes va contando de forma detallada la génesis del nuevo método que propone y el modo como lo concibió, así como su opinión, más bien negativa, sobre la educación filosófica y científica que había recibido. El propio René Descartes divide su Discurso en seis partes: La primera parte es una autobiografía intelectual en la que Descartes pone en duda todos los conocimientos aprendidos a lo largo de su educación. Se propone la búsqueda por necesidad de un nuevo método para llegar a un saber seguro, a la vez que realiza una rotunda crítica de las ciencias y de la filosofía escolástica (medieval) de su tiempo; admitiendo que sólo las matemáticas ofrecen un saber seguro. Al principio la segunda parte nos habla del invierno en el que junto a una estufa dispuso de la tranquilidad necesaria para elaborar su método. Señala a continuación que las ciencias de su época no son portadoras de un verdadero saber, aclarando que la reforma que pretende hacer sólo es aplicable a su propio pensamiento, por lo que toma la decisión radical de dudar de forma metódica y provisional de todo lo que sabe. Por último expone las cuatro reglas del método. En la tercera parte crea una moral provisional, mientras se mantiene en la duda. Esta moral provisional tiene varias máximas. Sus conclusiones son dedicar toda su vida a cultivar la razón y a avanzar en el conocimiento mediante el uso de su método. Para ponerlo en práctica, Descartes decide ponerse a viajar y conversar con los hombres. La cuarta parte es el capítulo central del Discurso del método. A partir del "Pienso, luego existo" Descartes establece la existencia de Dios, que nos garantiza la evidencia de nuestras ideas y la existencia del mundo, puesto que Dios al ser infinitamente bueno y veraz no puede permitir que nos engañemos; si bien es nuestro deber, y no el de Dios, liberarnos de las ilusiones y evitar los errores. En el quinto capítulo explica la formación del mundo. Establece las principales funciones del ser vivo, y establece las diferencias entre el hombre y los animales por la posesión de pensamiento o alma racional. Afirma que el organismo de los animales es una compleja máquina automática, que poseen un alma inferior a la humana que les impide el uso de la razón, mientras que el alma humana es independiente del cuerpo e 21 inmortal. En este último capítulo reflexiona sobre el alcance de la investigación científica y sobre la publicación de sus investigaciones. El progreso de la ciencia necesita la comunicación de las experiencias y reporta múltiples beneficios. Descartes es reacio a publicar sus investigaciones, por no mezclarse en controversias teológicas, que lo llevarían a malgastar su tiempo. Al final de la obra, afirma que va a consagrarse a la medicina y que él no quiere ser importante en el mundo, para poder así dedicarse al estudio sin obstáculos y sin distracciones. Poco después de la publicación del Discurso se iniciaron, a un mismo tiempo, una fuerte corriente de simpatía por las nuevas ideas y una reacción, que creció en violencia con el tiempo. La publicación de las Meditaciones metafísicas agravó la situación, pues la novedad de la concepción filosófica de Descartes aparecía aquí con mayor claridad. SEGUNDO MARCO DE REFERENCIA: El pensamiento del autor en la historia y/o en la época moderna. Según la opinión más extendida, entre la mayoría de filósofos e historiadores de la filosofía, se tiende a considerar a Descartes, con su filosofía racionalista, como el iniciador de la filosofía moderna. Pese a que su actividad se desarrolla en un contexto de innovación y descubrimientos en el que intervienen muchos otros filósofos, y todos con importantes aportaciones, su afirmación del valor de la razón, anclada en el descubrimiento de la subjetividad, abrirá el camino a la filosofía moderna. La Edad Moderna se inicia con el Renacimiento, un amplio movimiento cultural que comienza en el s. XV y culmina a principios del XIX. Movimiento que coincide con el nacimiento de las monarquías nacionales absolutistas, la aparición de un incipiente capitalismo comercial vinculado al descubrimiento de nuevos territorios que desembocará en el mercantilismo y el surgimiento de una nueva clase social muy dinámica: la burguesía, que propiciara todos estos cambios, incluida la construcción de los Estados nacionales. Estos cambios sociopolíticos suponen la superación de la vieja sociedad feudal del Medievo. Es, asimismo, una época de profunda crisis de la conciencia europea que significa la ruptura, más o menos radical, con la Edad Media, profundizando en un lento proceso que se conoce como “secularización” y que da paso a una perspectiva más antropocéntrica (centrada en el ser humano), frente al anterior teocentrismo (centrada en Dios). El humanismo consigue imponer una concepción nueva del hombre, Erasmo, Tomás Moro y el español Luis Vives difunden estos ideales por toda Europa. El hombre comienza a comprenderse de una forma “más humilde” como un ser perdido en la vastedad de un universo del que por vez primera se toma conciencia de su inmensidad e infinitud. Por lo que respecta a Descartes es importante destacar el desarrollo de la nueva concepción de la naturaleza, científicos experimentalistas que conciben la naturaleza como una realidad dinámica de cuerpos en movimiento organizados según una estructura matemática, que modificará el panorama intelectual de la Europa de XVII. El desarrollo del escepticismo de talante humanista representado por Michel de 22 Montaigne culminará en una crítica generalizada a todo saber en referencia al conocimiento medieval, y de un modo similar el español Francisco Sánchez. Frente a tal escepticismo Descartes reaccionará con la intención de la elaboración de su método. La filosofía comienza a hacerse de otro modo, ya no son teólogos y profesores provenientes de órdenes monacales, ni Galileo, ni Descartes, ni Espinosa, ni Hume, serán profesores ni académicos oficiales. Con todo, se siguen manteniendo, si bien pocos, algunos elementos del pensamiento medieval que serán aceptados y asumidos por los filósofos modernos. Las relaciones entre razón y fe, que estaban en la base del pensamiento medieval, concluyen en una separación de ambas que será progresivamente aceptada en toda Europa como un presupuesto indiscutible. Esta situación de crisis se ahonda con la Reforma protestante y las consiguientes guerras de religión que asolan Europa durante más de un siglo, y por la ruina definitiva de la tradición escolástica y de la vieja ciencia aristotélica. La revolución científica expresa el fracaso de los métodos medievales y de la física aristotélica. Desde Copérnico, que presenta su hipótesis heliocéntrica como una hipótesis matemática, a los copernicanos que ven la importancia de las mediciones astronómicas para defender su hipótesis. Bacon expresa la idea de la necesidad de un nuevo método para el estudio de la naturaleza. Galileo considera que el conocimiento de la naturaleza ha de escribirse en un lenguaje matemático, único camino hacia la búsqueda de la verdad, pero que debe ser contrastado en la experiencia, lo que se continuará en Newton y hasta nuestros días. Las dos grandes corrientes filosóficas de la época Moderna son: el racionalismo y el empirismo, y ambas escuelas no son dos filosofías totalmente opuestas e inconciliables; hay diferencias notables, aunque notables son también sus semejanzas. Descartes pertenece a la corriente filosófica denominada racionalismo, junto a Malebranche, Leibniz o Espinosa. A) El problema de investigar el conocimiento, y la construcción de la ciencia de la época, se considera por todos como la primera tarea de la filosofía. Descartes optará por la solución racionalista, donde la certeza del conocimiento procede de la razón y va asociada a la afirmación de la existencia de ideas innatas, frente al desvalorado conocimiento sensible. El empirismo, por el contrario, representado en Locke o en Hume, hace depender a la razón de la experiencia sensible para adquirir conocimientos originales; y en lo referente al innatismo de las ideas, la conciencia empirista es una conciencia vacía (white paper, dark room, empty cabinet, son las metáforas que empleaba Locke). B) Racionalismo y empirismo consideran la intuición (procedente de Guillermo de Ockham), como un modo directo de concebir la verdad del conocimiento, si bien los racionalistas hablan de intuición racional, mientras los empiristas hablan de intuición empírica (senso-perceptual). C) Respecto a la función del sujeto, para Descartes está perfectamente determinado como un «yo pensante» con un poder activo e ilimitado en su poder de conocimiento. Para el empirismo de Hume, el sujeto se considera pasivo, limitado en sus capacidades y en proceso de descomposición. D) Los propios empiristas reconocen sus deudas con los pensadores racionalistas, muy especialmente con Descartes y Malebranche. Todos, unos y otros, están bajo la influencia de la revolución de la ciencia moderna: Por un lado, Galileo y su método matemático en 23 Descartes; y, por otro lado, Newton y el método experimental en la filosofía de Hume. Descartes, hizo grandes aportaciones al pensamiento moderno, no sólo a las matemáticas, pues fue el padre de la Geometría Analítica, sino también al avance filosófico; en primer lugar por su intento, conseguido o no, de construir tanto la ciencia como la filosofía dejando a un lado la tradición. En segundo lugar, porque inicia en el pensamiento occidental un problema fundamental como es el problema del método (aunque hubiese otros antecedentes), que ha de conducir a la razón, estableciendo sus posibilidades y sus límites (problema que será retomado por Kant). En tercer lugar, Descartes pone de relevancia el carácter activo del pensamiento (en contra del papel activo de la sensibilidad), un punto de vista que va a comenzar aquí y ahora, pero que seguirá en otros pensadores como Espinosa (donde el pensamiento discurrirá por la línea del concepto y no de la percepción), destacando el papel activo del sujeto en el pensar. Línea que va a culminar en el romanticismo alemán con Hegel (17701831), pero que será precisamente Kant (1724-1804) el que destacará en su justa medida la actividad propia del pensamiento frente a la pasividad del nivel perceptual en el conocimiento humano, desarrollando una síntesis entre racionalismo y empirismo. 24