DESCRIPCIÓN DE LA CULTURA DEL AGUA EN COSTA RICA: PUEBLO HUETAR Felipe Montoya-Greenheck, Kenneth Carvajal y Uri Salas INFORMACIÓN PRINCIPAL 1. COSMOVISIÓN: 1.1 Mitos y leyendas u otros relatos: Dentro los trabajos de Miguel Ángel Quesada, que ha trabajado la tradición oral de campesinos de Puriscal con ascendencia indígena, se encuentra este relato (se hace aquí un resumen) de Juan Sánchez, vecino de la Reserva Indígena Huetar Quitirrisí: “Después de una lluvia muy fuerte se desbarrancó una parte del terreno, al desbarrancarse, quedaron al descubierto 6 vasijas, de ellas habían tres abiertas y tres cerradas. Las abiertas estaban vacías, pero las cerradas parecían llenas de agua. Entonces, el que las descubrió, José Murillo, se las llevó a la quebrada para lavarlas, las abrió y encontró una agua azul. El pensó en lavarlas y usarlas para lujo, pero al botar el líquido, éste cayó en una laja y luego corrió entre las piedras deshaciéndolas... Entonces, lo que se cree es que era un líquido que tenían los indios que ensuavecía la piedra para trabajarla. Con eso era que hacían figuritas de piedras chiquititicas y más grandes y todo. Y se cree que ese mismo líquido ensuavecía el oro, también". (Quesada 1998: 181-182). 1.2 Deidades y personajes míticos relacionados con el agua: En Tobosi algunos vecinos mencionan que los “antiguos” (se habla de antiguos vecinos de Tobosi que se reconocían como indígenas) hablaban de la Diosa de la Lluvia, a la cual se le visitaba en una piedra gigante incrustada en un cerro, para pedirle por las aguas de lluvia. Ceremonias, ritos, fiestas y danzas: Canciones, música y refranes: Lugares sagrados: Iconografía, arte y simbolismo: Léxico del agua: 1.3 Toponimia hídrica: Chicua significa "naciente de agua fría", era un lugar que estaba en el camino de Guapiles a Retes, y Chicua era una naciente, un ojo de agua Aún quedan señas de ese camino. Se menciona que estos indios del lado de Retes eran familia de los indios de Guápiles. (Quesada 1998) . Ilustraciones: 2. CONOCIMIENTO: 2.1 Conocimiento de los ciclos naturales, taxonomías y capacidad para predecir y pronosticar fenómenos: Astronómicos: Meteorológicos: Climáticos: Biológicos: 2.1.1 Oceanográficos: Según Jesús Hernández, residente de la Reserva Indígena Huetar de Zapatón: “…se iban por el río Parrita y llegaban al torrete, y luego de ahí cogían y tenían que buscar una parte… buscar una hora que estuviese… que hubiera sequía, ….el mar tiene sequía, y hay un tiempo que esta lleno también, que tiene marea... Ellos se dirigían por medio de unas aves. Cuando las aves se iban estaba seco (el mar), entonces ellos se iban ahí, e iban pasando como por gradas de piedra (Quesada 1998: 47-48) . Geológicos: Hidrológicos: Procesos y ciclos climáticos y biológicos: 2.2 Conocimiento de manejo ambiental y uso de recursos: Es posible suponer que para el momento de la invasión española, los pueblos que habitaban el noroeste del río Virilla se refugiaban en las montañas del norte en las riberas de sus caudalosos y navegables ríos, seguros de que estos sitios les permitían continuar con sus cultivos y costumbres tradicionales, como con sus terrenos para la cacería y la agricultura, puesto que tenían ambos sitios características topográficas similares. (Bolaños y Valverde 1978: 22- 23). Actualmente, las reservas denominadas Huetares tienen otras situaciones a comprender: “Las amenazas a las demandas de tierra y otros recursos de subsistencia provienen principalmente de la legislación sobre propiedad que no se ajustan a las necesidades indígenas, de proyectos de control de aguas como por ejemplo las represas y las cañerías, proyectos de urbanismo, algunas políticas del turismo y el ecoturismo...”(Bozzoli y Guevara 2002: 9). 2.3 Calendarios: Según información de Jesús Mena de Bajo Cárdenas de Acosta las fases de la luna son importantes de tomar en cuenta para diversas actividades: “Vea el canasto… hay que buscar la luna cele (menguante). Esos tres días... la luna, uno se va y se tuerza una buena carga de bejucos, pero que sea... no es cualquier bejuco, es bejuco bueno, cucharilla, y ahí lo pela la concha, todo, y ahí lo va rajando en cuatro rajas.” (Quesada 1998: 30). Las fases de la luna se toman en cuenta para cortar caña para la construcción. Se corta en menguante para evitar que se pique por el comején. Para podar y sembrar, y hasta para cortarse el pelo, se toma en cuenta las fases de la luna. 2.4 Etnobotánica: En la Reserva Indígena Huetar de Quitirrisí, Sofia Parra, y Rafael Hernández describen el procedimiento para la elaboración de artesanías como cestos, con hojas de palmas tule, petate, la chira (llamada también tocota) y estococa. La chira y el tule se usan en conjunto, se utilizaban como tintes de las hojas de un bejuco llamado Parrúa (que se enreda similar a una chayotera), además de una especie de raíz similar a una yuquilla que da un color amarillo. Se menciona también que usaban la paja (estococa) para sombreros. Cada uno de estos tenía un procedimiento propio de suavizar el material, generalmente a través de cocinarlo, estirarlo y secarlo al sol (Quesadaa 1998: 21-29). En la confección de canastos y otros productos, los artesanos de Barba utilizan distintas variedades de bejuco. La mayoría de variedades de bejuco y caña utilizadas son recolectadas en las zonas ubicadas en las zonas del volcán Poás y San Rafael de Heredia, principalmente en alturas superiores a los 1.600 msnm. Las materias primas se extraen de las veras de los riachuelos (yurros) y ríos, que son los sitios donde se produce de forma natural (Bolaños y Valverde 1978: 84). El bejuco se corta en las montañas en cabos de 1 a 2 metros de largo para facilitar su carga, se raja en tiras que se ponen a secar al sol, pues si se trabajan estando verdes se “arralan”, es decir, no queda macizo y no puede utilizarse. Las tiras se amaran en rollos (rodajas) y luego del secado, que lleva un par de días generalmente, se remojan para darle flexibilidad y así no se quiebren a la hora de tejer. Las rodajas se ponen a secar al sol y conforme se vayan ocupando en la confección de los canastos, se sumergen en una pila con agua. Los nombres con que ellos los designan han sido puestos desde la época de sus antepasados y son los siguientes: Negro o putarrá, cucharilla, bastón amarillo, ajillo, zarzón colorado, asajar, estrella, solda con solda, turís, bejuco del hombre, higuerón, varilla negra, riata, culebrilla y otros más. El ajillo da un color blanco, el cucharilla uno rosado, el bastón amarillo, el negro y el colorado los que sus nombres les indican. También hay diferentes tonos en una misma variedad. Se utilizan además diferentes tipos de caña: brava o china, carrizo, bambú, huesilla, azul y otras. Consideran que si el bejuco no se corta cuando la luna está en cuarto menguante, se pica, es decir se pudre al poco tiempo y las rodajas (el bejuco que ha sido preparado para trabajarlo) o los canastos se llenan de agujeros y se quiebran (Bolaños y Valverde 1978: 85-91). Varios informantes de Polca de Puriscal, Cot de Cartago, San José de la Montaña, Bocana de Puriscal, Bajo de Cárdenas de Acosta, mencionan la fibra del plátano para hacer esterillas y petates (Quesada 1998: 44-46). Algunos artesanos conocían los métodos para teñir las fibras, según información de Diego Sánchez de Cerro Nene de Aguirre, las cigarreras fabricadas con estococa eran teñidas con una platanilla (cúrcuma), que echaban abajo, como el jengibre, unas yuquillas que eran peladas y luego hervidas en una ollita para que soltara el color (amarillo). Angel Ramírez de Tobosi del Guarco, menciona que del chirrite sacaban un líquido, que combinado con otras esencias podían obtener cualquier otro color, el color preferido para ellos era el color rojo (Quesada 1998: 49-50). En Barba con el bejuco colorado, hacían un canasto rosado: “...cortaban las tiras mas gruesas que finas, para que duraran, luego ponían rodajas a remojar y después a orear, a llevar sol y también sereno por las noches y quedaba el canasto rosado, rosado muy bello.” (Bolaños y Valverde 1978: 94). También se conocía la aplicación de fibras naturales para fabricar ropas y mecates. En lugares como Bajo Quivel, Polca y Bocana de Puriscal, utilizaban el burío y la cabauya para hacer mecate y tejas, además mencionan estar emparentados con indígenas de cerca del río del Rey donde utilizaban el mastate para hacer vestidos. Otros informantes de Zapatón, Cerro Nene de Aguirre, Bajo Quivel de Puriscal mencionan el procedimiento con que se extraía del mastate una tuca donde tomaban la cáscara que era golpeada hasta que quedara una fibra suave como tela. Del látex del mastate se menciona que es usado para fines medicinales. Jesús Hernández de Zapatón y Marcial Parra de San Gerardo de Parrita mencionan la utilización de algodón para hacer hilos (Quesada 1998: 58-63). En Barba la palma real, más conocida en el lugar como palmiche, es utilizada para la confección de canastas, bolsos, costureros, etc, así como las escobas, conocidas como bulleras. (Bolaños y Valverde 1978: 104). Otra utilización dada a hojas de palma es la de confeccionar techos, Expedito Masís de Bocana de Puriscal, menciona que se amarraba la palma del techo con bejucos que podían ser ajillo, barba de viejo, indios, cera blanco, cerrillo, cera colorao, etc; para los techos la palma que se utilizaba era la palma real, tijerilla o cola de gallo y pasto tarqueza (Quesada 1998: 73-74). Con aplicaciones medicinales, según Diego Sánchez de Cerro Nene de Aguirre, después de la picada de una serpiente se cogía un ajo, se mordía bien mordido, echaban el ajo en el agua y luego lo ponían en el piquete, y que el agua le fuera corriendo por el piquete, cogían una caña, se la comían, y se ponían a majarle el piquete con aquella caña (Quesada 1998: 164-166). 2.5 Etnozoología: Los grupos llamados huetares de Puriscal tienen un amplio conocimiento de diferentes recursos marinos, esto a pesar de la lejanía. Jesús Hernández de la Reserva Indígena Huetar de Zapatón dice que en otros tiempos iban al mar a traer lo que llamaban pulús. Puluses y cambute. Eran unos animalitos que vivían en las conchas…. Para sacarlos algunos tenían que arrimarlos al fuego. Otros los sacaban con la punta de un cuchillo, pero les costaba mucho… Luego iban pasando y llegaban como a una de las partes del mar que se secaban por la marea, a sacar “morado”. Era como una forma de líquido, un poronguito, y por dentro traía un líquido. Eso servía para curar, servía para muchas cosas, es una medicina de las primeras para todo… Preferían éste antes que los camarones ni los cangrejos de mar ni... a veces pescado. A veces mataban así animalillos, y sacaban mucho cambute, y de todo, pero lo especial de ellos era traer “morado”. Pero no era cualquier indio el que traía “morado”, porque había gente que se iban ahí, y cuando iban dentrando, ya venía el gavilán, veían venir el gavilán. Y ya venían aquellos gavilanes gritando y ya tenían que salir corriendo porque se ahogaban con las olas del mar. El morado no se le presentaba a cualquiera. De todos los indios que iban, el morado se le presentaba, se le daba para que lo vieran, y a algunos se les ocultaba, no veían nada, aunque hubiera, no lo podían traer (Quesada 1998: 48) . 2.6 Principales fuentes percibidas y utilizadas: Es de suponer que los pueblos indígenas que habitaban el noroeste del río Virilla se refugiaban en las montañas del norte, en las riberas de sus caudalosos y navegables ríos, seguros de que estos sitios les permitían continuar con sus cultivos y costumbres tradicionales, como con sus terrenos, para la cacería y la agricultura (Bolaños y Valverde 1978: 22- 23). Conocimiento de riesgos: Conocimientos de navegación, natación y buceo: 2.7 Ilustraciones: Remojando rodajas y bejuco en una pila. (Bolaños y Valverde 1978: 86). Elaboración de una escoba de palmiche. (Bolaños y Valverde 1978: 109-110) 3. PRÁCTICAS: 3.1 Adecuación y distribución del agua: Se mencionan las chichadas como un espacio de relación social entre personas de Cerro Nene de Aguire y Polca de Puriscal, en que la chicha se bebía comunalmente en guacales (Quesada 1998: 162-163). Además, Cenobia Retana de Polca de Puriscal menciona de cómo se preparaba el instrumento para tomar la chicha: de un fruto llamado Jícaro se corta a la mitad con una sierrita y con una cuchara se le sacaba lo de adentro y se hace una jícara, otras se les llamaban jucos porque se cortaba un poco más arriba. Las jícaras, como los jucos o tiquís, servían para sembrar maíz, para tomar agua o chicha o para comer. Del mismo material del guacal se sacaba las cucharas (Quesada 1998: 51-52). Usos del agua: Manejo de excretas y basurales: Métodos de potabilización el agua: 3.2 Modificaciones de la calidad del agua: En relación con la calidad del agua en los territorio indígenas “…se sospecha que el consumo de aguas de mala calidad es una de las causas principales para muchas enfermedades presentes en los territorios indígenas, especialmente el padecimiento de diarreas en la población infantil…Son muchas las comunidades, la gran mayoría, las que carecen de acueductos y consumen aguas probablemente insalubres.” (Bozzoli y Guevara: 2002: 59). 3.3 Descripción de los principales sistemas hídricos: 3.4 Sistema tecnológico y prácticas para adaptarse a las condiciones de la oferta natural de agua: Los huetares tenían como áreas de asentamiento los alrededores de los ríos, aprovechando el río como vía de comunicación. Hernando de Sibaja menciona que en 1639 "..dio en un río caudaloso llamado Supri y más abajo, como tres leguas, llegó á otro río muy caudaloso llamado Cutris, adonde halló rancherías de indios Güetares retirados ab initio, los más de ellos infieles, nacidos y criados en la dicha parte, donde tenían casas fundadas, milpas, cacaotales, platanales y otras muchas cosas de su sustento.." (Fernández 1976: 167). 3.5 Impermeabilización y aislamiento: Algunas tradiciones campesinas en Puriscal y Cartago, recogen muestras de un fuerte ligamen indígena, actividades como el trabajo en hojas de palma es una de estas características singulares. Se fabrican techos con estas fibras, Ángel Ramírez de Tobosi del Guarco describe el procedimiento utilizado para la construcción de techos: “ ...le ponían hojas de guineo, secas, o la cáscara de ese guineo morado, las tejían y las amarraban con jucó. Entonces eso es fuerte, es grueso y entonces iban amarrando una con otra y hacían el tejido de tal manera de que -no la ponían, no la ponían aquí, a lo largo porque al venir el agua y escurrir, entonces se metía entre las rejillas y se les iba el agua adentro- entonces la ponían al estilo del caedizo. Entonces, para que el… agua venía y no se metía, no se metía para abajo, se iba abajo, o sea en forma de caedizo.” (Quesada 1998: 71). Antonio Sánchez de Polca de Puriscal describe la fabricación de los ranchos: “Se ponían unos palos redondos y los amarraban con bejuco, después que todo estaba envarillado, se cubría con palma el techo -dicen que si la ponían volcada se metía el agua por eso colocaban la palma con los canales para arriba- ...ya hacían de un bejuco amarrado, llamaban tijera a eso. La fila de arriba le decían cumbrera, además arriba le ponían otro. Le decían rabo de ratón, la de más arriba. La de abajo -que hay otra- le decían botaguas. Las hacían de palos redondos que los rajaban: el guarumo, y algún otro palillo. Así que rajaba en tabla, los astillaban a la mitad, y luego les iban pasando y amarrando con bejucos, les ensartaban varilla." (Quesada 1998: 69-70) . Control de humedad: 3.6 Descripción de la organización para la gestión del recurso hídrico y los otros recursos que dependen del agua: 3.7 Agua y género: Las mujeres se ocupaban en hilar, trabajar la cabuya y la pita; los hombres se dedicaban a las labores agrícolas, a sacar zarzaparrilla, y a la corta del burío en las montañas (Bolaños y Valverde 1978: 27) . Tabúes de cacería y pesca: 3.8 Principales sitios arqueológicos o de observación de los sistemas y de la tecnología hídrica: En 1859 se encontraron en San Ramón, cerca del río de la Barranca , sepulturas circulares elevadas, con cercos de piedra de una o dos varas de alto, y se extrajeron de los túmulos figuras de oro, ídolos, objetos de alfarería y hermosos metates de granito en forma de tigres u otros cuadrúpedos (Cagini 1917: 57). Ilustraciones: 4. MECANISMOS DE EQUILIBRIO SOCIAL: 4.1 Formas organizativas: Se mantuvo en lugares como Cot, Barba y Quircot, una estructura política similar a la que existía en estos lugares antes de la llegada de los españoles. La nueva cabeza ya no eran los caciques, sino otras figuras como los capitanes y franciscanos (posteriormente los encomenderos). Estos dominaban ya para 1600 los antiguos Yurusti y Barba, manteniendo un cacique a la cabeza del pueblo que a la vez organizaba el resto de manera tradicional. La forma del dominio español se expresaba en la explotación de la fuerza de trabajo indígena por medio de tributos que debían dar los indígenas (Bolaños y Valverde 1978). Durante el siglo XX, se da un sistema comunal en diferentes actividades cotidianas. Varios vecinos de Zapatón, Tobosi, Polca de Puriscal, y Bajo Quivel de Puriscal, mencionan las “juntas” cono un mecanismo en que los vecinos se unían para ayudar en la construcción de la casa de algún vecino, la ayuda era recompensada con comida y bebidas, cuando la casa estaba lista se mataban algunas gallinas y se realizaba una fiesta de inauguración de la casa. (Quesada 1998: 157-161). 4.2 Normas: Se da un conflicto entre los indios de Barba y los mestizos que fundan la Villa de Cubujuquí en 1775, esto por varias razones: usurpación de sus tierras, tala de sus zonas de cultivo, invasión de ganado en sus milpas, y apropiación por parte de los mestizos del río Segundo. En este último aspecto se menciona: “La Villa nos tiene quitado un río de donde tomamos agua todos los hijos de este pueblo, pues es público que sólo nos ha dejado un chorro de agua pequeño, el cual dicen los señores de la villa y los antiguos fundadores buscaron su bien estar en dicho río nombrado río Segundo, que los mismos pudieron hacer los fundadores de dicha Villa y no quitar nuestras aguas y querer dejarnos a perecer por sus conveniencias; a este modo, como es dicho, tenemos muchas persecuciones con los vecinos, como con su ganado comiéndose nuestras milpas, frijoles y labranzas, sin quedar con que pagar los reales tributos de S.M, todo lo cual ponemos en consideración de S.A.P.S y que provea lo que mejor conviene.” (Bolaños y Valverde 1978: 33). 4.3 Aspectos de cosmovisión y conocimiento: 4.3.1 Lo propio: 4.3.2 Lo compartido: Lo ausente: 5 MECANISMOS DE REGULACIÓN DE OFERTAS Y DEMANDAS: 6 MECANISMOS DE TRANSFORMACIÓN: 7. TIPOLOGIA DE CULTURAS DE AGUA: 8. ESTRATEGIAS DE VIDA: Los indios que habitaban las zonas de Barba se trasladan a las riveras de los ríos San Carlos y Sarapiquí, puesto que estos presentaban condiciones ambientales similares a las que se encontraban en sus antiguas tierras. La disposición era alrededor de los ríos, de forma dispersa las viviendas, con zonas de cultivos (huertas) entre cada una. Se utilizaban los ríos navegables para el transporte y el comercio. Otros: Bibliografía etnohidráulica: INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA 1 DESCRIPCIÓN DEL PUEBLO, GRUPO ÉTNICO O DE LA CULTURA: 1.1 Familia lingüística: La lengua huetar es de las lenguas chibchas. (Quesada 1996). En Quitirrisí se ha de haber hablado una lengua muy parecida al cabécar actual, aún en el siglo pasado, pero no se ha hablado lengua autóctona en el presente siglo (Bozzoli: 1986: 75). Nombre propio: 1.2 Nombre atribuido: Huetares, Güetares Área cultural: 1.3 Etnohistoria: Los huetares son mencionados desde muy temprano por los cronistas, por ejemplo, Fernández de Oviedo y Francisco de Castañeda en 1529, en 1548 por Francisco Fernández de Córdoba, y en 1561 por Juan de Caballón (Quesada 1996). Los primeros datos demográficos de los huetares aportados por Perafán de Rivera según Quesada (1996), concluyen que había 11.500 indios huetares para 1569, aunque Quesada anota la posible imprecisión de estos datos. (Quesada 1996: 37-38). Para el siglo 16 en el Valle Central los cacicazgos eran Garabito, Pacaca, Aserrí, Curridabát, y Guarco y todos formaban dos unidades más grandes que se llamaban señoríos denominados Garabito y Guarco (Ibarra 1990). Por ejemplo en una cita del siglo XVI se menciona para el caso de Pacaca: “La provincia de Pacaca. Es muy gran provincia. Está diez leguas de esta ciudad y mucha gente, mucha ropa de mantas de la tierra, muy ricas. Es muy fértil de comidas, de la tierra traen los más indios oro labrado en sus personas.” (Ibarra 1996: 350, citando a Pedro de Gallego, año de 1570). Para Aserrí, menciona Ibarra (1996:35) “..estaba localizado en un punto estratégico para el cacicazgo del Guarco, y se encontraba en conflicto con el cacicazgo de Quepo, en la costa del Pacífico. Tanto Pacaca, como Aserrí, eran cacicazgos periféricos al del Guarco.” Al norte del territorio costarricense, cerca de la llanura del río San Carlos, se ubicaba el cacicazgo de los votos. La información disponible indica que las viviendas se distribuían cerca del río San Juan, a cierta distancia unas de otras, en la desembocadura del San Carlos, y que eran habitadas por los caciques y sus familias, quienes se comunicaban rápidamente entre sí por senderos o viajando por canoas sobre los ríos. (Ibarra 1996: 37) Se menciona, según varios estudios, que los votos luego fueron absorbidos por los huetares en épocas coloniales, mientras que otros quedaron dentro de los actuales maleku. Entre de los intelectuales costarricenses, uno de los primeros en referirse en varios estudios sucesivos a los huetares fue Anastasio Alfaro. Posteriormente fue popularizado el término por otros estudiosos como Jorge Lines, Carlos Balser, Juvenal Valerio y Tomás Povedano. Desde la lingüística, está Augusto Thiel (1883) y Walter Lehmann (1920), que intentaron acercarse a la ya extinta lengua huetar. Con la confirmación de que era imposible decir con toda certeza cuál era la ubicación del llamado imperio huetar, o si de del todo este territorio conformaba una verdadera unidad política y cultural, el uso del huetar es dejado de lado y muy escuetamente mencionado por investigadores más actuales como Bozzoli y Constenla, por mencionar los dos principales. A partir de los movimientos de reivindicación cultural de las comunidades de Zapatón y Quitirrisí, nuevamente es mencionado por algunos investigadores como M.E Bozzoli, Marcos Guevara (1992) y Miguel Angel Quesada (1996,1998). 1.4 Áreas ocupadas por el grupo étnico o cultura: En los primeros tiempos de la conquista ocupaban los huetares una pequeña parte de la costa del Pacífico, desde el monte Herradura, hasta Tárcoles, extendiéndose hacia el interior por la cuenca del Río Grande y del Virilla y ocupando por el norte hasta San Ramón, por el sur hasta Puriscal y por el este a San José, parte de la provincia de Heredia y casi toda la de Cartago, hasta Chirripó y Teotique (Cagini 1917:53). Posteriormente, Quesada (1996) distribuye a los huetares hacia el sur por las estribaciones de la cordillera Volcánica Central. Se extendían los huetares en los actuales cantones de Puriscal, Acosta hasta el río Pirrís. En Parrita, provincia de Puntarenas, donde confinaban con los quepos, se dice que los indios huetares ocupaban las sierras de Turrubares, poblaron los actuales Esterillos, Tárcoles y Jacó hasta el puerto de Caldera. Hacia el norte, en el interior del país, los huetares dominaban las secciones de las actuales provincias de Alajuela y Heredia, que se hallan en el Valle Central hasta las llanuras de San Carlos, donde comenzaba el territorio de los botos (Quesada 1996: 29). Actualmente existen ciertas familias que tienen dentro de sus prácticas cotidianas reminiscencias de costumbres indígenas huetares, particularmente en Zapatón, Bajo del Rey y Concepción, todos dentro del distrito de Chires, cantón de Puriscal; se asentaron en San Gerardo de Parrita, en Cerritos y en el Nene, Cantón de Aguirre, Puntarenas. Además, se puede ver una herencia huetar en Cot y en Tobosi de Cartago, en Barva de Heredia, y ciertos lugares retirados de los cantones de Aserrí, Acosta, Mora y Puriscal (Quesada 1996: 30). Los territorios considerados como huetares en la actualidad son en la Vertiente Pacífica en la Reserva Huetar de Quitirrisí de Mora y Reserva Huetar de Zapatón de Puriscal, y fuera de las reservas en Cerritos de Quepos (Bozolli 1969:12; Tenorio 1988:38,39,48). Tiempo de ocupación del territorio: 1.5 Formas de asentamiento: En 1562 formaban dos cacicazgos principales, separados por el río Virilla: el de Garabito al oeste y el del Guarco al este. Al cacique Garabito estaban sujetos los indios denominados los tices, los catapas o atapas, el valle del Coyoche (hoy de Esparta), los pueblos de Turrubará, Abacará y Chucasque (hoy Chucas en Puriscal), Corobici, Barba, Cobux (las Ciruelas), Xoquia (el Barrial), Yurusti (probablemente Santo Domingo de Heredia), y Toyopán o Teopan (San Isidro de la Arenilla). El cacicazgo del Guarco comprendía los pueblos de Currirava (hoy Curridabát, en donde estuvo, sin duda, en un principio la corte), Quercó (hoy Quircot), Acoo o Coo (hoy Cot), Istaró, Uxarraci (Ujarrás), Abituri, Turichiqui, Turrialva la grande, Turrialva la chica, Toboci, Oroci, Ebusebux, Purapura, Corroci, Atirro, Teotique, Parragua y Sufragua o Xufragua. Había, además, otros dos cacicazgos huetares importantes: el de Aquetzarri, al cual estaban sujetos varios caciques, como Tiribi, Churraca, Caricabi, Cútiuba, Tiribari, Toboba y Tuarco; y el de Pacacua o Papaca, con sus cacique Coquiva, Quezarco, Cho y Torapo, heredero del trono. Probablemente Aquetzarrí era feudario del Guarco y Coquiva de Garabito (Cagini 1917: 54). Los estudios arqueológicos unidos a la información documental, permiten suponer que los pueblos indígenas estaban constituidos por un núcleo básico de dos viviendas circulares, una mayor que la otra, construidas con madera, cañas y techo de paja, edificadas sobre montículos de tierra y comunicadas entre sí por una calzada (Ibarra 1996: 55). Las informaciones etnohistóricas aportadas por León Fernández hablan de un patrón de asentamiento disperso alrededor de ríos y quebradas (Quesada 1996: 42). Se podría decir que el patrón de asentamiento disperso no se ha perdido del todo entre algunos indios de ascendencia huetar en la actualidad, pues todavía se aprecian viviendas relativamente alejadas unas de otras en pueblos como Bocana, Quitirrisí, Zapatón y el Nene, todas unidas por senderos que se esconden entre los árboles y matorrales, en oposición a la mayor parte de los asentamientos de mestizos, donde se aprecia el sistema cuadricular con iglesia, plaza y otros edificios importantes todos centralizados (Quesada 1996: 44). La ubicación de sus poblados era planificada cuidadosamente por los lideres de la comunidad. Consideraban dentro del planeamiento, la ubicación de sus fuentes hídricas, como se evidencia en un conflicto que se da entre los indios de Barba y los mestizos que fundan la Villa de Cubujuquí en 1775. El conflicto se da por varias razones: la usurpación de sus tierras, la tala de sus zonas de cultivo, la invasión de ganado en sus milpas, y la apropiación por parte de los mestizos del río Segundo. En este último aspecto se menciona: “La villa nos tiene quitado un río de donde tomamos agua todos los hijos de este pueblo, pues es público que sólo nos ha dejado un chorro de agua pequeño, el cual dicen los señores de la villa y los antiguos fundadores buscaron su bien estar en dicho río nombrado río Segundo, que los mismos pudieron hacer los fundadores de dicha Villa y no quitar nuestras aguas y querer dejarnos a perecer por sus conveniencias; a este modo, como es dicho, tenemos muchas persecuciones con los vecinos, como con su ganado comiéndose nuestras milpas, frijoles y labranzas, sin quedar con qué pagar los reales tributos de S.M, todo lo cual ponemos en consideración de S.A.P.S y que provea lo que mejor conviene. (Escrito de los pobladores de Barba en 1775, citado por Bolaños y Valverde 1978:33). 1.6 Migraciones: En 1640, Jerónimo de Retes y Hernando de Sibaja (Fernandez 1978), describen “rancherías de indios votos” y “rancherías de indios guetares” dispuestas en poblados dispersos alrededor del recorrido del río Jori (Sarapiquí), utilizando este como medio de transporte, colocando alrededor del mismo milpas y lugares de entierro así como las viviendas (Sol 2000). Bolaños y Valverde 1978, mencionan que la población de Votos es originada de la llegada de antiguos habitantes del cacicazgo de Garabito que huyeron de Perafán de Rivera, con la unión con otros grupos que habitaban en las zonas cercanas a la sub cuenca del río Sarapiquí. Actualmente los votos son relacionados con los Guatusos. Cagini (1917) menciona que para el siglo 18 ante la decadencia demográfica de los grupos huetares, sus territorios fueron repoblados con personas de los grupos indígenas de Talamanca. Cagini (1917) asegura que los huetares estaban emparentados con los tarascos, que eran un grupo de Michoacán, México. Los cuales según la tradición oral citada por el mismo autor llegaron hasta el istmo de Panamá. 1.7 Sistema de culto: Quesada (1996:55-58) relaciona los sistemas de culto de los llamados huetares de los inicios de la conquista de manera muy similar a los luego descritos para los bribris y cebécares, como las ideas de ofrendas, enterramientos secundarios, el uso de chicha. 1.8 Sistema económico: En la época colonial varios caminos pasaban por pueblos considerados huetares. Se menciona en 1779 el camino de Cartago a Panama, que pasaba por el pueblo indígena de Tobosi. A una jornada de distancia, pasaba por el “rancho de los frailes” (hoy día, Frailes de Desamparados), cuyo trayecto se describe como de 6 leguas de camino fragoso, muy cerrado, y todo de subidas malas. En relatos de viaje se indica lo difícil que era “atravesar la cuesta de Dota que habrá 8 leguas, pasando la grande cuesta nombrada Tarrazú, de subidas y otra más mediana, pero sin algún callejón, con varios ríos y montaña virgen.” (Fonseca et al 2001: 211). Se menciona un camino que conectaba el actual Aserrí con Cartago en épocas precolombinas que los españoles llegaron a llamar como “camino de la conquista” (Fonseca et al: 2001). Los ríos eran dentro del sistema indígena una importante fuente de comunicación, se utilizaban los ríos navegables como el Virilla para comercio, transporte y caza, posteriormente en el siglo XVII, los indígenas que se refugian en las llanuras del norte utilizan con el mismo sentido los ríos Joris y Cutris. Ejemplo de esto lo da Ibarra (1996) que supone que el cacicazgo de Garabito debió tener un gran poder económico, pues el territorio que la tradición etnohistórica le señala “..contiene el acceso a importantes vías de comunicación, como el río San Juan, los puertos situados en la desembocadura de los ríos Jesús María y Tárcoles y las rutas y caminos que conducían hacia el centro del territorio.” (Ibarra 1996: 33). En la actualidad son ciudades dormitorio la mayoría de las comunidades mencionadas como huetares, en el caso de Zapatón son una comunidad agrícola. En Quitirrisí y Zapatón, siembran frijol “tapado”, un sistema de cultivo tradicional que incluye dejar tierras en barbecho para después de un tiempo, cortar el monte para sembrar entre el mismo que se descompone. También se dedican en Quitirrisí a la venta de artesanía propia, y ajena. 1.9 Sistema político: Ibarra (1996) habla de cacicazgos presentes en todo el país, pero para el caso del Valle Central, menciona que la abundancia de información permite proponer que existían unidades políticas superiores, la cual llama señoríos. Para el momento de la conquista se menciona que se organizan en forma de cacicazgos con un grado incipiente de militarización. En el caso de los huetares estos podían ser una serie de poblados organizados bajo un gran cacique; se mencionan a los tices, catapas, votos, suerres, pococis y otros (Quesada 1996: 29) . Ferrero (1979) menciona que los huetares de Garabito dominaban a los tices y a los catapas, recibiendo tributos de otros grupos que estaban en el territorio de los votos. Estos, según Fonseca y otros (2001) eran los corobicies. En épocas coloniales lugares, como Barba mantuvieron por un tiempo las antiguas estructuras políticas tradicionales. Por ejemplo, los hijos de mujeres indígenas, solteras o casadas, producto de su unión con hombres de otros sectores sociales, eran indígenas. Si un hombre indígena se casaba con una blanca, los hijos eran mestizos, y si con una mujer negra, su prole era mulata. Cuando una mujer de Barba se casaba con un indio de otro pueblo, sus hijos debían tributar en Barba y no en el pueblo de su padre (Bolaños y Valverde 1978: 65). Actualmente operan mediante Asociaciones de Desarrollo Integral. “…las ADI, que fueron impuestas por ley como “gobiernos locales”. A pesar de algunas excepciones de buen funcionamiento, han generalmente resultado funestas para lograr que las comunidades se desarrollaran y lograran su reproducción social y cultural. Debido al vínculo de las ADI con la política institucional de la Comisión Nacional de Asuntos Indígenas (CONAI), alrededor de esta forma de organización han girado numerosos intereses politiqueros que han impedido que las comunidades se articularan en forma clara su representación ante el Estado. En muchas de las comunidades indígenas las ADI...se puede decir que no son representativas de ellas, pues participan relativamente pocos afiliados. Por otro lado, los territorios en que hay presencia no indígena mayoritaria o muy numerosa, muchas veces se ha dado que los mismos no indígenas terminen controlando estos órganos...” (Bozzoli y Guevara 2002: 51). 1.10 Clasificación: Las sociedades cacicales del Valle Central, para el siglo XVI se caracterizaron por el modo de vida semicultor-distribuidor (Ibarra 1996: 51) . Hoy en día se dedican a la agricultura de subsistencia y a la mano de obra no calificada. 1.11 Autores principales: 1. Miguel Ángel Quesada 2. Margarita Bolaños 3. Carlos Cagini 1.12 Ilustraciones: 1. Manteado y zurrón de cuero utilizados en las recolectas de café en Barba. (Bolaños y Valverde 1978: 55). 2. Localización aproximada de rutas indígenas en los siglos XVI y XVII. (Ibarra 1996: 43). 3. Valle Central: Jerarquización y subordinación de los pueblos en el siglo XVI. (Ibarra 1996: 52). 2 DESCRIPCIÓN DE LA ECO REGIÓN: Oferta Climática: En el territorio ocupado por los diversos grupos huetares, el clima incluye el régimen de la Vertiente del Pacífico, con una estación seca entre noviembre y abril y una estación lluviosa entre mayo y octubre. Incluye también el clima del régimen de la Vertiente del Atalántico, con una estacionalidad de lluvias aproximadamente invertida al del Pacífico. Las temperaturas tienen un promedio de 25-27 grados Centígrado. La precipitación va de 2.500 a 4.000 mm. Oferta de suelos: Los suelos presentan un mosaico de clasificaciones, todos en el ámbito de suelos tropicales con cierto grado de acidez. 2.1 Oferta del Relieve: Por ser un territorio extenso, el ocupado por los grupos huetares, presenta un relieve muy variado. Los montes del Aguacate para el siglo XVIII se describen como “montañas de 5 leguas agrias, ásperas y elevadas, con diferentes ríos y quebradas, pasada esta zona montañosa se llega hasta el poblado de Garavito”. En contraste, se dice que todavía para el siglo XVIII, la zona del Ochomogo era una zona pantanosa. (Fonseca et al 2001). El territorio de los huetares incluye montañas, valles, planicies, cerros, ríos y quebradas. Vegetación y biomas: Las zonas de vida en el territorio ocupado originalmente por los grupos huetares incluye el Húmedo Tropical a Muy Húmedo Tropical y el Húmedo Premontano Tropical al Muy Húmedo Premontano Tropical, principalmente. Estas zonas de vida, que también han sido históricamente las más explotadas para el cultivo del café, entre otros, son entre las más degradadas ambientalmente, y su biodiversidad severamente amenazada. Ilustraciones: 3 CARACTERIZACIÓN DE LA OFERTA HÍDRICA: Oferta atmosférica: Toda la región de los huetares cuenta con una oferta hídrica importante, comenzando por la precipitación que brinda entre 2.500 y 4.000 mm anuales, dependiendo de la zona específica. Oferta superficial: Con un territorio predominantemente montañoso, junto con una precipitación abundante, donde han habitado los huetares existe una red importante de ríos y quebradas. Oferta subterránea: 4 ANEXOS 1) BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA: TEXTOS: . 1 Aguilar, C. (1965) Religión y magia entre los indios de Costa rica de origen sureño. San José: Editorial Universidad de Costa Rica. Arenas, A., M. Matilde, F. Ríos (2002) Territorio distante: el encuentro entre la gente y la naturaleza. Heredia: Editorial Universidad Nacional. 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