Y aquel gran mar es un mundo lleno de utopías hechas realidad, ¡extraño no! “Si quieres construir un barco, no convoques a hombres y mujeres para buscar madera, distribuir los trabajos y herramientas, sino despierta en ellos, la nostalgia del gran mar”….Antonie de Saint. TIERRA reportaje 7068 MADUREZ en plena Daniela Alejandra Ponce M. Imagínense un colegio donde las nacionalidades de Sucumbíos, kichwa, shuar, cofán, siona y secoya, estén presentes con sus valores, siendo trasformadores de sus duras realidades, formando líderes que promuevan el desarrollo de las comunidades, gestionando proyectos de inversión social, buscando alternativas y estrategias para que su gente tenga una vida con dignidad, buscando el reconocimiento de sus derechos sobre la diversidad y la conservación de sus espacios, de sus creencias y el rescate de una cultura llena de saberes y prodigios recurrentes. Son 138 los pares de piececitos que corren alegres en este mágico lugar de magnética atracción, están ahí con sus caritas suaves y sencillas, con sus rasgos tan definidos, en medio de miles de indefiniciones, están las pequeñas princesas y la fuerza extraña que nace de los grandes guerreros, están las miradas sagaces, las boquitas cerradas, las palabras silenciosas y los dones escondidos. Una de las cosas que más me han impactado en este tiempo, es la marca en las nacionalidades de Sucumbíos, que la educación del Abya Yala está creando. La expresión “Abya-Yala” pertenece a la lengua kuna de los indígenas de Panamá, en América Central. Son palabras que ya se usaban antes de la llegada de los españoles y demás europeos a este continente. Significa “tierra en plena madurez”, “tierra en crecimiento”, podríamos decir “tierra buena”, “tierra que produce vida”. El proyecto Educativo Intercultural Bilingüe Abya-Yala, nace de una de las necesidades de la Pastoral Indígena de ISAMIS (Iglesia de San Miguel de Sucumbíos). Los esfuerzos se enfocan en recuperar lo que han dejado en el camino, lo que han asumido como su realidad, es un trabajo muy fuerte, digamos que la matemática, el lenguaje, la literatura, las ciencias, etcétera, se pueden llegar a trasmitir de una manera eficiente, pero la complementariedad con los valores ancestrales de sus culturas se ven involucradas en un proceso acelerado de globalización y por ende de aculturación al mundo occidental. Y es en estos escenarios donde uno descubre lo trascendental de dejar de ser importante, que absolutamente el mundo sigue girando con o sin mí, ahí donde uno deja de ser el centro del universo, es donde uno empieza a sentirse humano y se encuentra en una búsqueda profunda por la conciencia y la verdad. Acá, el cielo es más claro, las estrellas y la luna son más cercanas, el silencio más profundo, el contemplar, el escuchar se convierte en un arte y el contraste con la naturaleza, con los paisajes, con el canto de los grillos y de las aves, el brinco de los sapos, de zumbido de los bichos extraños que habitan este rincón del Ecuador, es una bendición y una gracia. El tener acceso a un sistema de Educación Superior nos abre muchas oportunidades, pero al mismo tiempo nos trasmite las herramientas para crear nuestro propio mundo y empezar a ser autosuficientes y dependientes del capitalismo, que llegamos hasta la absurda idea de sentirnos el centro del Universo. No existe más que nuestro espacio, que nuestras carreras y así empezamos a olvidar…. Empezamos a creer que con nuestro bienestar es más que suficiente. Al mirar las virtudes que la gente nos trasmite, su gratuidad y sus sonrisas, he llegado a experimentar una carga profunda de sentimientos y emociones, he sentido el aire, el tiempo, he ido más allá de donde nunca quise ir, fui a encontrarme y realmente me descubrí, con una paz tan dulce y una fragilidad tan fuerte. La expresión “Abya Yala” pertenece a la lengua kuna de los indígenas de Panamá, en América Central. Son palabras que ya se usaban antes de la llegada de los españoles y demás europeos a este continente. Significa “tierra en plena madurez”, “tierra en crecimiento”, podríamos decir “tierra buena”, “tierra que produce vida”. Hoy, al mirar que los jóvenes corren ligeros por los caminos del colegio, jugando contentos en el barro, saltando en la finca, aprendiendo en sus aulas, mezclando sus idiomas, descubriendo la importancia de sus valores, siendo libres y humildes, sé que existe la oportunidad de desentrañar las locuras imposiblemente bellas, he llegado a comprender que en este lugar indefinible y tan lleno de utopías, se van logrando realidades. Aquí entendí que un aula de universidad nos enseña lo importante de los conocimientos y en estos sabios espacios, la urgente necesidad de usarlos para buscar la dignidad de TODOS. 69