SYNOPSIS Elecciones presidenciales iraníes

7 de Junio 2013
SYNOPSIS
Elecciones presidenciales iraníes:
¿consolidación o letargia del nuevo
imperio mongol?
A lo largo de los años pasados, Irán se ha aproximado mucho de China, pero
también de Rusia. Esta pragmática alianza, basada en el eje chino-iraní, se
concretiza hoy con apoyos geopolíticos mutuos, una cooperación estrecha con
el interior energético ruso y la difusión de una visión peculiar del mundo, al revés
de nuestros propios estereotipos. Intenta Irán crear un nuevo imperio mongol
cono sus dos socios estratégicos? Más allá de los debates relativos a los inmensos
desafíos interiores de la República Islámica, las elecciones presidenciales del 14
de junio del 2013 permiten fomentar una reflexión sobre una posible inflexión del
posicionamiento internacional de Irán. Sin embargo, tal pregunta no suscita
unanimidad de los Pasdaranes que controlan el Estado iraní.
SYNOPSIS, Centre de Recherche des Ecoles de Coëtquidan
Ecole Spéciale Militaire de Saint-Cyr 56380 GUER
thomas.flichy@st-cyr.terre-net.defense.gouv.fr
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SYNOPSIS, un grupo de expertos civiles
y militares al servicio de la defensa
Stéphane Baudens, análisis cultural y político
Jean-Marie Holtzinger, política diplomática rusa
Michel Makinsky, política doméstica iraní
Jérôme Pâris, cartografía
Norbert Lacher, política diplomática iraní
Antoine de Prémonville, historia de Asia central y traducción
Anne-Sophie Traversac, derecho e instituciones
Thomas Flichy, coordinación
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Elecciones
presidenciales
iraníes:
¿consolidación o letargia del nuevo imperio
mongol?
A lo largo de los años pasados, Irán se ha aproximado mucho de China y
Rusia. Este alianza pragmática, basada en el eje chino-iraní, se concretiza hoy con
apoyos geopolíticos mutuos, una estrecha colaboración con el interior energético
ruso y la difusión de una visión peculiar del mundo, al revés de nuestros propios
estereotipos. ¿Intentaría Irán crear un nuevo imperio mongol con sus dos socios
estratégicos? Entre 1206 y 1294, el imperio turco-mongol de Gengis Kan controlaba
Asia central entera antes de dividirse en cuatro bloques. Más allá de los debates
relativos a los inmensos desafíos interiores de la República Islámica, las elecciones
presidenciales del 14 de junio del 2013 permiten fomentar una reflexión sobre una
posible inflexión del posicionamiento internacional de Irán. Los vínculos de Irán con
China y Rusia son muy antiguos, pero hoy, tiene que elegir entre una consolidación
de estos lienzos y un alejamiento de sus socios estratégicos.
Historia de los vínculos de Irán con China y Rusia
A pesar de los disturbios de sus respectivas historias, los imperios persa y chino
han logrado mantener vínculos continuos desde el pasado lo más remoto. Esto se
puede explicar por mutuos intereses comerciales. Entre el siglo V a.C. y el
Renacimiento, los Persas desempeñaron el papel de intermediarios comerciales
entre China y Occidente. La Ruta de la Seda que unió durante unos mil años
Chang’an (China) con Siria, atravesaba Persia. Hoy en día, el fuerte crecimiento de
la inseguridad marítima incita Irán a reanudar con su papel tradicional de
intermediario. Lo facilita la relación política privilegiada que tienen China y Persia
desde hace siglos. Debido a la presión de los Turcos occidentales en su frente
oriental, el último soberano sasánida, Yazdgard III envió una embajada al
emperador de China en 638. En 1987, cuando estalló el rumor de la instalación de
misiles balísticos iraníes en el estrecho de Ormuz, se acusó China de haber vendido
tales materiales. Podemos explicar la connivencia geopolítica entre Irán y China
principalmente por una mutua emulación a lo largo de la historia. A pesar de
algunos fracasos históricos repetidos, China y Persa han logrado mantener una
relación muy estrecha desde la Antigüedad. Encontramos los periodos de mayor
colaboración en las épocas sasánida, mongol y contemporánea.
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La colaboración entre Rusia e Irán es más reciente e irregular. Entre la
segunda mitad del siglo XV y la primera guerra mundial, Rusia ejerció su influencia
imperial sobre Persia gracias a algunos oficiales cultos grandes conocedores de las
sutilidades de la civilización persa cuidadosamente seleccionados por el EstadoMayor. A partir del reino de Pedro el Grande (1689-1725), Rusia extendió su
influencia hacia el sur, aprovechando la división del mundo persa, pero la
revolución rusa provoco un giro en su política diplomática. El 26 de octubre de 1917,
el congreso ruso de los sóviets decreto una abrogación de los tratados desiguales.
Tras la segunda guerra mundial, el acercamiento iraní-americano freno cualquier
colaboración con los Soviéticos. Sin embargo, se reanudo tal cooperación en 1963
que se amplió con la llegada al poder de Akbar Hachémi Rafsanjani (1989-1997).
Las relaciones ruso-iraníes, antaño desiguales se han convertido progresivamente en
una cooperación de verdad. Lo difícil es saber si Irán, China y Rusia forman una
alianza tripartida.
La herencia del antiguo imperio mongol
Es tan obvio que no tenemos más remedio que constatar la ayuda mutua
que prestan Irán, China y Rusia. Tal alianza no es absurda si nos fijamos a la historia
común de estos pueblos que antaño fueron unidos – a veces de manera
involuntaria - en un mismo proyecto político. En efecto, al aliarse por la fuerza y el
interés con los pueblos turcos que ejercían su dominación sobre Asia central, el
imperio mongol creado por Gengis Kan va ampliarse hacia todas las direcciones.
Aunque quede dividida y paralizada por una sucesión de crisis interiores, China
sigue siendo un imperio orgulloso que fascina por dominio artístico y científico. Por
eso, era lógico que el hombre que ostentaba el título de “rey del universo” se
interesara al imperio del Medio. Dueños del norte de China – cae Pekín en 1215 -,
los Mongoles van a unificarla de nuevo. Lo logra Kubilai Kan que pudo instaurar su
propia dinastía (Yuan), reconocida por los historiadores chinos como parte de la
historia nacional. Es difícil imaginar tal desafío si olvidamos todo lo que opone los
nómades mongoles al pueblos Han, letrado y urbano. Pero lo explica ya un “soft
power” chino que les permitió convertir los mongoles a su cultura. Poco a poco, los
invasores van a apropiarse el alfabeto, las costumbres y la religión de los Chinos.
La avidez de conquistas de los Mongoles no parecía tener límite. Gengis Kan
y sus herederos se dirigieron rumbo hacia el sur y el oeste. A veces cristianos o
musulmanes según los contextos, los turco-mongoles destruyeron el califato de
Bagdad, se empoderaron de Persia, rivalizar con el Sultán otomano, asediar Deli,
someter los Eslavos y asolar Polonia y Serbia. Los Mongoles y sus aliados lograron
instaurar dinastías más o menos perdurables sobre potentados comparables a
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verdaderos imperios. Así, suscitaron el terror pánico de los europeos de aquella
época. Esta aventura extraordinaria sin embargo va fracasar por culpa de los
mismísimos Mongoles. Es cierto que los Eslavos y los Mamelucos resistieron con excito
a los ejércitos mongoles, pero el principal enemigo de aquellos fue su instintiva
propensión a los disturbios internos. Peleándose entre ellos, los Mongoles perdieron
paulatinamente todas sus prestigiosas conquistas. Como lo dijo quejándose el Kan
Berke de la Horda de oro (1257-1266), si habían mantenido su unidad, los Mongoles
hubieran conquistado el mundo entero! Las tentativas de Tamerlan o del barón de
Ungern-Sternberg para reanudar con un pasado glorioso quedaron vanas y
efémeras.
Potencialidades y límites del nuevo imperio mongol
A pesar del derrumbo del antiguo imperio mongol, no cabe duda que
algunos de los principales protagonistas de esta epopeya han vuelto a formar una
nueva alianza. Así, no sería absurdo evocar la aparición de un “nuevo imperio
mongol”. Fijémonos en los hechos. En el 2001, China y Rusia fomentaron la creación
de la Organización de Cooperación de Shanghái cuyos principales objetivos
consisten en oponerse a la influencia de los EE.UU. en Asia central. Tayikistán
también es parte de la organización, así como Irán desde el 2005 y Afganistán
desde el 2012 que obtuvieron el estatuto de miembros observantes. De hecho, el
mundo persa en su conjunto pertenece a dicha alianza. Con unos 1500 millones de
habitantes que ocupan unos 26 millones de km², la OCS dispone de la mitad de las
reservas mundiales de uranio, y del 40% del carbón. En su marco se lideran
maniobras militares conjuntas así como intercambios en el entorno científico.
Aquella colusión entre Irán, China y Rusia sigue siendo discreta y solo se
manifiesta cuando surgen conflictos periféricos como los de Siria o de Corea del
Norte. Hace falta considerar que el imperio mongol dispone de una ventaja mayor:
ninguna de las tres civilizaciones que lo componen se considera como parte de una
esfera cultural común. Ignoran el fantasma de la globalización cultural que
supondría la desaparición de las fronteras, los tres Estados piensan combinar en el
porvenir su pragmatismo con una capacidad cierta de influencia, fruto de sus
herencias respectivas. Ya que la fuerza de esta alianza blanda viene de la vitalidad
de las culturas que la componen, parece lógico que tema los efectos disolventes
de la globalización.
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La comunidad de intereses que forma el nuevo imperio mongol contribuye a
la difusión hoy de una visión muy original del mundo. Tiene que enfrentar tres
debilidades estructurales mayores. Primero, su demografía. Desde 1991, la población
rusa disminuye a causa de la baja de la natalidad, mientras que sube la mortalidad.
Los esfuerzos del gobierno actual apenas limitan tal derrumbamiento. En China, las
inevitables consecuencias del control de los nacimientos provocan un
envejecimiento que amenaza el crecimiento futuro. Respecto a Irán, la tasa de
natalidad es de 1,9 crio por cada mujer. En 1979, las mujeres tenían 5 niños en
media. Tal perdida demográfica implica varias consecuencias. La innovación
debilitara seguramente. Estos Estados no tendrán más remedio que aumentar su
productividad para compensar la falta de hombres. Si no logran recuperar su
demografía, no podrán seguir ejerciendo su influencia a largo plazo.
En segundo lugar, estas tres civilizaciones rodean una civilización turca
aislada que, al contrario de lo ocurrido en el siglo XIII, no les reúne hoy. China
continua su política de confinamiento de las minorías turco-hablantes del Xinjiang,
mientras que Rusia intenta mantener su influencia sobre los pueblos altaicos de
Caucasia. Para Irán, Turquía sigue siendo un rival al nivel regional.
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En tercer lugar, todas estas potencias continentales padecen de un déficit
naval claro. Por falta de recursos suficientes, el radio de acción de la armada rusa
se limita a sus vecinos próximos. En el Sur, la prioridad de Moscú para modernizar de
la flota del mar Caspio se puede explicar por los importantes yacimientos
energéticos y los considerables recursos alimenticios de la región. Irán, que nunca
ha sido capaz resplandecer sin dominar sus espacios marítimos vecinos, no puede
emprender una política marítima además de sus proyectos nucleares. El recién
interés chino por el mar empieza concretizarse.
Las elecciones iraníes y el porvenir del nuevo imperio mongol
Como las ediciones precedentes, las elecciones presidenciales iraníes que se
celebraran el próximo 14 de junio, van a beneficiar de una importante cobertura
mediática por “especialistas” occidentales que muy a menudo solo consideran el
aspecto religioso de una mera competición entre “conservadores” y “progresistas”.
Desgraciadamente, tal acontecimiento es mucho más complejo de lo parecido y
se tiene que tomar en cuenta el contexto geopolítico global. Si la hipótesis de una
“primavera persa” parece improbable, es cuanto más ingenuo esperar que la
victoria de los “progresistas” amenazara los fundamentos ideológicos del régimen.
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Al contrario, sería más interesante fijarse en los cambios ideológicos que podrían
desembocar de la victoria de tal o tal bando. Dentro de los candidatos, A. H.
Rafsandjani – apartado por el Consejo de los Guardianes de la Revolución – hubiera
podido provocar la letargia del nuevo imperio mongol por un probable
acercamiento con los EE.UU. Al contrario, Saïd Jalili, actual negociador en el caso
del programa nuclear, es el símbolo de la consolidación de la política exterior de la
Republica Islámica hacia el Este. Obviamente, los debates políticos actuales entre
progresistas y conservadores pueden interpretarse respecto a la posición futura de
Irán dentro de esta alianza blanda. Tal alianza demuestra sus fuerzas y debilidades
con el caso sirio. Aunque arriesgue padecer daños colaterales, queda firme su
voluntad explícita de oponerse a los “rebeldes” sostenidos por Occidente, Qatar y
Arabia Saudita.
El tema de las negociaciones relativas al nuclear iraní no aparece como algo
central en la campaña presidencial del próximo 14 de junio. La economía sigue
siendo el tema principal. Todos los candidatos prometen hacer su posible para
mejorar una situación objetivamente intolerable para el pueblo. Con una reducción
del 45% de los ingresos del petróleo, una inflación superior al 32% y un crecimiento
del precio de los productos alimenticios hasta el 60%, el Estado no tiene más
remedio que pagar subsidios para eludir una crisis social incontrolable. Las clases
medias padecen en prioridad de esta situación, pero los más modestos también
sufren de un paro técnico masivo no indemnizado vinculado con el declive de la
actividad de unos 40/60%. Los discursos de los candidatos que prometen restaurar
los grandes equilibrios económicos aluden a la gestión calamitosa del Sr.
Ahmadineyad.
Todos admiten, el Guía supremo incluso, más o menos que la crisis
económica iraní resulta de las sanciones económicas de la comunidad
internacional y de los despilfarros gubernamentales. De manera general, desean
aliviar la situación política interior, reformar la economía (reforma fiscal y
diversificación de los ingresos para disminuir la dependencia petrolífera), obtener un
aligeramiento de las sanciones al mejorar sus relaciones diplomáticas con los
occidentales. Varias matices se notan relativo a este punto. Jalili, muy próximo del
Guía no parece dispuesto a negociar como A. Jamenei, el candidato sostenido por
los Peydari, aliados de Ahmadineyad. La eliminación sorpresa de H. Rafsanjani,
quizás el hombre más adecuado para negociar con los occidentales, significaría el
fin de tal perspectiva? Es posible, pero no totalmente cierto. En efecto, Mashaie,
favorito de Ahmadineyad que declaro su candidatura al mismo tiempo que
Rafsanjani fue también eliminado. Por eso, libera una plaza para H. Rohani, otro
negociador talentoso, aliado de Rafsanjani – dirige su think tank en el Consejo del
Discernimiento. El ámbito preelectoral queda sin embargo muy complicado. Dentro
de los dos grupos de candidatos, el comité de los 3 (Qalibaf, Haddad-Adel,
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Velayati) y el comité de los 5 que se pretenden unitarios, no lograron designar el
candidato conservador único que correspondiera a los deseos del Guía.
Al contrario del discurso económico más o menos univoco, las opiniones
relativas al nuclear varían mucho. Todos están de acuerdo para reconocer su
carácter imprescindible. Qalibaf declaro su fidelidad total al Guia, diciendo que el
presidente era solo un mandado del Guia. El alcalde de Teherán, cuyo balance es
bastante bueno, no parece favorable al acercamiento con los occidentales. En
realidad, Qalibaf esta sostenido por los pasdaranes duros que se enriquecen con los
tráficos realizados gracias a las sanciones. Cuanto más duraran, más dinero
cobraran. Haddad Adel, no es hostil hacia las negociaciones, pero se niega en
“capitular”. El antiguo ministro de asuntos exteriores, Ali Velayati, desea continuar las
negociaciones sin alejarse de la línea del Guía.
Las peleas políticas internas alrededor del actual presidente Ahmadineyad y
la decisión de eliminar M. Rafsanjani, candidato progresista declarado, suponen
que la situación interna del país es muy tensa. No debemos excluir la posibilidad de
disturbios idénticos a los surgidos durante las elecciones del 2009. En tales
circunstancias, las consecuencias políticas sobre los asuntos exteriores de Irán a
propósito de Siria serían mayores. En Siria, los occidentales lideran una guerra intraislámica por procuración. Sin embardo, sin la influencia moderadora iraní, los
islamistas radicales podrían tomar el poder. Por eso, la estabilidad iraní es
imprescindible para que se resuelva el problema sirio.
A la espera de los resultados, la República
islámica sigue su ostpolitik para poner fin a su aislamiento diplomático. En el caso
sirio, se apoya sobre Rusia. Los vínculos con China son más conflictivos ya que Pekín
aprovecha de su situación dominante para pagar el petróleo iraní en yuanes no
convertibles, mientras que suministra masivamente el país de productos de pésima
calidad, lo que arruina muchas empresas iraníes. El papel decisivo que Irán
desempeñara en el nuevo imperio mongol dependerá más de la persona del
presidente que de su orientación política. Para poder liderar esta alianza, Irán
necesitaría un presidente particularmente carismático. Para Irán, el imperio mongol
es una consolación ya que, al no ser ni árabe, ni sunita, no puede cumplir con su
sueño de dirigir el mundo islámico en su conjunto.
SYNOPSIS
Lo escrito en este articulo no puede ser considerado como una posicion oficial de la Academia militar de
Saint-Cyr Coëtquidan o del Centre de Recherche des Ecoles de Coëtquidan, sino como la opinion de sus autores.
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