ACUERDO DEL GOBIERNO FORAL: COMPROMISOS GOBERNANZA ÉTICA, INTELIGENTE y EFICIENTE PARA UNA VALORES Y PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONDUCTA Y ACTUACIÓN DE LOS CARGOS PÚBLICOS FORALES EN LA DIPUTACIÓN FORAL DE GIPUZKOA Y EN SU SECTOR PÚBLICO EN EL MARCO DE UN SISTEMA DE INTEGRIDAD INSTITUCIONAL Donostia-San Sebastian 9 de febrero del 2016 1 MEMORIA EXPLICATIVA Presentación En su discurso de investidura, el Diputado General del Territorio Histórico de Gipuzkoa, Markel Olano, hizo hincapié en un necesario cambio de rumbo en la forma de gobernar que sintetizó en lo que era “un proyecto abierto, ético, eficaz y autocrítico”. Ese proyecto se enmarcaba en uno de los principales retos del Gobierno foral en el mandato 2015-2019: “Transformar las formas de gobernar y hacer del Buen Gobierno la seña de identidad de la Diputación Foral de Gipuzkoa”. Esta idea-fuerza se encontraba, asimismo, reflejada en el “Acuerdo para gobernar en coalición la Diputación Foral de Gipuzkoa entre el Grupo Juntero Eusko Abertzaleak-Nacionalistas Vascos (EAJ-PNV) y Socialistas Vascos-Euskal Sozialistak (PSE-EE)”. En efecto, en este Acuerdo se contienen las siguientes ideas que enlazan, mediata o inmediatamente, con una Política de Buena Gobernanza que debe servir de meta para los próximos años en la Diputación Foral de Gipuzkoa: • Establecer un Liderazgo compartido. La sociedad guipuzcoana –allí se decíaestá demandando que se favorezcan “modelos de liderazgo compartido”, lo que conlleva “reforzar la presencia activa y la conexión con la ciudadanía y sus necesidades”. • Afrontar un proceso de modernización permanente de los instrumentos claves de gestión pública, persiguiendo la eficacia, eficiencia y sostenibilidad económica, por tanto un mejor gobierno. • Convertir las políticas de Buen Gobierno en una de nuestras señas de identidad. • Ser y actuar de manera radicalmente transparente, con la finalidad de implantar una relación basada en la confianza entre la ciudadanía. • Potenciar la participación y el compromiso cívico, situando a la ciudadanía, a los agentes sociales y al asociacionismo en el centro de los procesos de decisión, dando pasos efectivos hacía “una acción pública basada en la co-creación”. • Rendir cuentas de forma efectiva, sometiendo a los poderes públicos forales y los servicios que prestan a un “eficaz escrutinio público y a la supervisión de la sociedad”. • Promover el emprendizaje y la innovación en el modo de gobernar y en la prestación de los diferentes servicios. 2 • Velar por el comportamiento ético de las personas responsables de la gestión pública en el desarrollo de sus funciones y proyectos. • Facilitar la apertura efectiva de los datos públicos. • Fomentar una colaboración público-privada y a través del papel de conducción que las instituciones públicas del Territorio Histórico han de asumir “en todos aquellos escenarios de oportunidad”. • Apostar por un “Nuevo modelo organizativo” inspirado por “la transversalidad y la desburocratización” • Avanzar hacia un Gobierno relacional y consensual que promueva canales de relación con la ciudadanía y los agentes sociales, mediante el uso de las nuevas tecnologías y el desarrollo de un modelo de gobernanza basado en la participación, el debate y la deliberación. A tal efecto, en el citado Acuerdo para gobernar en coalición se plasman una serie de compromisos concretos, que resumidamente se pueden aunar en los siguientes: • Establecimiento de una agenda pública transparente. • Determinar anualmente los principales procesos de participación y consulta ciudadana. • Llevar a cabo un plan de gestión transparente y eficaz, acompañado por un sistema de evaluación con participación (mediante consulta) de la ciudadanía. • Rendir cuentas ante la ciudadanía de forma transversal. • Estructurar la Diputación Foral en función del plan estratégico de la legislatura. En línea con lo expuesto, la primera concreción de esa línea estratégica del Gobierno foral consistió en proceder a la creación del Departamento Foral de Gobernanza y Comunicación con la Ciudadanía dentro de su estructura y trasladar al ámbito de las direcciones generales del citado departamento esa nueva idea-fuerza que impregna el quehacer político del Ejecutivo foral en el presente mandato 2015-2019. Sin entrar ahora en mayores detalles, es obvio que la práctica totalidad de las ideas expuestas y los compromisos concretos que se reflejan en el Acuerdo para Gobernar en Coalición conducen derechamente a una Política de “Buena Gobernanza”, que transciende o va más allá (aunque también engloba) la idea de Buen Gobierno, en cuanto que aquella incorpora a la sociedad civil guipuzcoana en la nueva forma de gobernar que se quiere llevar a cabo en el mandato 2015-2019. Efectivamente, la idea de Gobernanza se traduce gráficamente en que se quiere implantar en Gipuzkoa una “nueva manera de gobernar”, que no solo presta atención a los retos 3 intraorganizativos, sino también que se vuelca sobre las relaciones interorganizativas y en tejer compromisos y relaciones con la sociedad civil, haciendo a esta partícipe del impulso, diseño, ejecución y evaluación de las políticas públicas forales, especialmente las de corte sectorial. Uno de los ejes de actuación de la política del Ejecutivo foral en este mandato es, como se ha expuesto, el Compromiso Ético, que también puede ser redefinido como una apuesta institucional por la Gobernanza Ética. No cabe duda que ese eje tiene naturaleza transversal e impregna asimismo el nuevo carácter que se le quiere imprimir a la forma de gobernar el Territorio Histórico. Ese compromiso ético o ese objetivo de Gobernanza Ética se despliega de igual modo por buena parte de la ideas antes sintetizadas. En consecuencia, no cabe duda que de tal Acuerdo se derivan asimismo con facilidad, de forma directa o indirecta, una serie de Valores y Principios de actuación que la Diputación Foral, y más concretamente toda aquella persona que ejerza un cargo público foral, deberá impulsar, respetar y ejercitar. Bajo esas premisas se debe resaltar que dentro de lo que es la noción de Gobernanza se incluyen ámbitos tales como la transparencia, la apertura de datos, la eficacia y eficiencia, la sostenibilidad financiera, la participación ciudadana o la rendición de cuentas. Todos ellos están recogidos en el reiterado Acuerdo para gobernar en coalición la Diputación Foral de Gipuzkoa. Además, dentro de la noción más estricta de Buen Gobierno, el Acuerdo incluye una serie de objetivos y principios que se enmarcan en una dimensión más interna, sin perjuicio de su necesario impacto externo: innovación permanente, renovar los instrumentos de gestión, apostar por un nuevo modelo organizativo o, en fin, velar -como ya se ha expuesto- por el comportamiento ético de los responsables públicos. Todo ello enlaza derechamente con el impulso de una política de Ética Pública o de Integridad Institucional. Es oportuno subrayar que, desde hace algunos años, la Ética Pública o la Integridad Institucional se ha convertido en uno de los ejes centrales de cualquier política de Buena Gobernanza, puesto que fortalecer la confianza que los ciudadanos tienen en sus instituciones exige ineludiblemente disponer de unos responsables públicos y funcionarios que ejerzan sus cometidos, así como que se guíen en su conducta pública e incluso privada, de forma íntegra y ejemplar. Tal como se ha visto, el compromiso con la Gobernanza, el Buen Gobierno y la Ética (o dicho de otro modo por la Gobernanza Ética e Inteligente o Eficiente) atraviesa el Acuerdo citado y así fue resaltado de forma diáfana por el Discurso de Investidura del Diputado General ante las Juntas Generales el día 23 de junio de 2015. 4 Hacia un diseño de una Política de Integridad Institucional: el Compromiso con la Integridad y Ejemplaridad de los cargos públicos forales como primer paso La conducta de los gobernantes siempre ha sido objeto de atención y reflexión, desde tiempos ciertamente remotos. Sin embargo, al declinar el siglo XX en algunas democracias avanzadas (Canadá, Estados Unidos o el Reino Unido) se vieron abocadas a la necesidad de regular los conflictos de interés y los códigos de conducta de los gobernantes y funcionarios públicos. Los escándalos de corrupción o de mal uso de los recursos públicos por parte de determinados responsables públicos dieron pie a la puesta en marcha de acciones políticas “reactivas” que se concretaron en una legislación más exigente en materia de conflictos de interés e incompatibilidades, pero también en la aprobación de Códigos de Conducta, que incluían Valores, Principios y Normas de Conducta que debían salvaguardar todas aquellas personas que ejercieran responsabilidades públicas. Tales Códigos de Conducta no eran, sin embargo, documentos declarativos, sino que venían acompañados de un conjunto de medidas de difusión y promoción, así como de un sistema institucional que garantizaba el seguimiento, la resolución de los dilemas éticos y que incluso en algunos casos disponían de poderes disciplinarios o de la facultad de elaborar propuestas o recomendaciones (a través de la creación de determinadas figuras institucionales tales como los Comisionados o las Comisiones de Ética Pública). Asimismo, esos Códigos se veían normalmente completados (muy común en el ámbito anglosajón) con Guías en las que se recogían las consultas planteadas, las interpretaciones más plausibles de los Valores, Principios o Normas de Conducta o las soluciones o recomendaciones aportadas en cada caso. El Informe Nolan del Reino Unido, elaborado en 1994, sobre las Normas de Conducta en la Vida Pública y editado en versión castellana en 1996 por el Instituto Vasco de Administración Pública, fue promovido con la finalidad de reforzar la erosionada confianza de los ciudadanos en unas instituciones afectadas por una cadena de escándalos, incorporó una serie de Principios y abogó por la aprobación generalizada de Códigos de Conducta en las instituciones públicas del Reino Unido. La OCDE, desde finales de la década de los noventa y primeros años del siglo XXI abogó asimismo por la aprobación de Códigos Éticos en la Administración y la Función Pública, así como en los Parlamentos. Por su parte, el Consejo de Europa ya en 2006 impulsó una política de “Buena Gobernanza e Innovación”, uno de cuyos ejes centrales era la Ética Pública. También la Comisión Europea en 2001 aprobó un Código de Conducta de los Comisarios y el Parlamento Europeo incorporó años después -también al calor de determinados escándalosuna regulación de conflicto de intereses en 2011. Y, finalmente, por no incluir más ejemplos, Francia optó por una Política de Ejemplaridad y Transparencia en la Vida Pública a partir del Informe “Jospin” de 2012 y de las leyes de 2013 (que crearon la Alta Autoridad de la 5 Transparencia en la Vida Pública), así como, tras el Informe “Nadal de 2015”, se propuso la aprobación de Códigos deontológicos en todas las instituciones públicas de la República. Por tanto, la convicción de que no solo con la regulación legal basta para garantizar la integridad y ejemplaridad en el ejercicio de las funciones públicas ha llegado incluso a Francia, un país que siempre ha entronizado la Ley como marco exclusivo y excluyente de regulación y hasta ahora no había prestado apenas atención a la corriente de los Códigos de Conducta proveniente del mundo anglosajón. La necesidad de trasladar al ámbito público la institución anglosajona del compliance (o de aquellas tareas de seguimiento normativo que incluyen también las normas de conducta; muy asentada en el ámbito del mundo empresarial y en el sector público de aquellos países) ha terminado haciéndose un hueco también en el Derecho continental europeo de tradición francesa. En el Estado español, la aparición de los códigos éticos o de conducta es bastante reciente. Con algún precedente en 2005 (Código de Buen Gobierno de altos cargos de la AGE; derogado, por cierto, por la Ley 3/2015), han existido algunas experiencias posteriores, pero cuyo denominador común ha sido la aprobación de “Códigos cosméticos”, sin que vinieran acompañados de ningún Sistema de Integridad Institucional, algo que los diferenciaba totalmente de los existentes en otras democracias avanzadas. Ya lo dijo con claridad la profesora Adela Cortina (experta consagrada en estos temas): “La ética no es cosmética”. La excepción (luego seguida por alguna otra institución) fue el Código Ético y de Conducta de los cargos públicos y personal eventual de la Administración General e Institucional de la Comunidad Autónoma de Euskadi, aprobado en junio de 2013. Con el precedente (aunque de menor alcance) del Código también aprobado en la legislatura anterior (2011), el Código Ético y de Conducta del Gobierno Vasco se inserta en las corrientes más avanzadas de Sistemas de Integridad Institucional y marca una línea de tendencia que puede ser tomada como punto de referencia. Ello no debe implicar, sin embargo, que haya de llevarse a cabo un traslado acrítico de un modelo aprobado para una estructura gubernamental distinta. No cabe duda que la Diputación Foral de Gipuzkoa tiene sus propias singularidades que deben marcar su sello de identidad en un proceso de esas características. Además, como se ha visto, el Acuerdo para gobernar en coalición la Diputación Foral ya prevé un conjunto articulado de Principios de actuación que deben servir para enmarcar la acción de gobierno en el presente mandato y que son de necesaria atención a la hora de definir cuáles son los Valores y Principios, así como las respectivas Normas de Conducta, que deben informar el Código de Conducta de los cargos públicos de la Diputación Foral. Por tanto, cualquier diseño de un Sistema de Integridad Institucional para Diputación Foral debe partir de las propias singularidades de la institución y del territorio en el que esta enmarca su acción, así como identificar los Valores, Principios y Normas de Conducta por las 6 que se deben guiar los cargos públicos forales a la luz del Acuerdo para gobernar en coalición la citada institución. Las regulaciones de Ética Pública son, tal como se ha reconocido en diferentes estudios, un “trabajo en proceso” (work in process). Se trata, en efecto, de no pretender regulaciones exhaustivas y acabadas, sino de mejorar día a día esas regulaciones mediante su contraste con la práctica y, en su caso, con las nuevas realidades que se han de afrontar. Y ese es, sin duda, el empeño de la Diputación Foral de Gipuzkoa: diseñar un Sistema de Integridad Institucional que añada valor a lo hecho hasta ahora y apueste, como primera pieza, por la construcción de un modelo que, atento a la realidad económico, social y de las instituciones públicas del Territorio Histórico, impulse un proceso de transformación institucional dirigido a acuñar de forma efectiva la marca “Gipuzkoa Ejemplar”. Una ideafuerza que debe concentrar como marca el potencial de seriedad, buen quehacer, trabajo en red e integridad que han de caracterizar al complejo institucional guipuzcoano en un entorno de globalización y de competitividad. La ciudadanía cada vez es más exigente con los responsables públicos en lo que afecta a los estándares de conducta en el ejercicio de sus funciones. También lo es la ciudadanía guipuzcoana. Y lo seguirá siendo, sin duda alguna. Ello no debe inquietar, pues tales exigencias son un síntoma evidente de ciudadanía saludable. Se trata únicamente de crear canales institucionales adecuados para transformar ese caudal crítico en “multitud inteligente” (por emplear la expresión de Berggruen/Gardels). Pero a la vez esa exigencia de escrutinio viene acompañada, por lo común, de un cierto distanciamiento ciudadano hacia la política y los representantes públicos, lo que ha sido definido como “desafección”. Síntoma preocupante de falta de sintonía y de confianza entre la ciudadanía y los poderes públicos. Tal desafección tampoco debe extrañar dada la multiplicación de escándalos de corrupción que ha sacudido a la vida política en el Estado español en los últimos tiempos. Afortunadamente, los estándares de conducta de la vida política vasca y guipuzcoana son más elevados y los casos de corrupción anecdóticos. Sin embargo, la ciudadanía guipuzcoana no dispone de cortafuegos (algo impensable en una sociedad de la comunicación y con el imperio de Internet y de las redes sociales) y recibe un caudal de información sobre tales escándalos que, como ya se ha dicho, les puede hacer dudar incluso de la probidad de sus responsables públicos y lanzar, así, probablemente de forma injusta, una sombra de sospecha sobre sus conductas. Consciente del reto que supone hacer frente a una situación como la descrita, el Gobierno Foral iniciará una serie de acciones dirigidas a diseñar, aprobar y hacer efectiva una Política de Integridad Institucional cuyo objetivo último es garantizar un ejercicio honesto, transparente, eficiente y responsable de las funciones asignadas a los diferentes cargos públicos forales y al personal directivo asimilado, que gire en torno a la construcción de un Sistema de Integridad Institucional de los cargos forales de la Diputación Foral de Gipuzkoa. 7 Con carácter previo a la construcción, aprobación y difusión de ese Sistema de Integridad Institucional, se considera necesario dar un primer y decidido impulso a esa Política de Integridad. Así, como primera medida en esa línea, se ha procedido a elaborar un Marco de Valores y Principios de Buena Gobernanza e Integridad Institucional que deberán impregnar el quehacer cotidiano de la actividad de los cargos públicos forales en la institución y sirva, asimismo, de encuadre para el diseño también inmediato del citado Sistema de Integridad Institucional. A partir de estos Valores, Principios de Ética y de Buena Gobernanza, que se recogerán en un Acuerdo del Gobierno Foral, se procederá, por tanto, acto seguido a la tarea de identificar las Normas de Conducta que deberán pautar el ejercicio de la función de cargo público foral y personal asimilado, así como, una vez identificadas tales pautas de conducta, se reflejarán, junto a esos Valores y Principios, en el futuro Código de Conducta. Tal como se decía anteriormente, este proceso de definición en primer lugar del Marco (Valores y Principios) y luego del Código de Conducta estaría a todas luces incompleto si no se subsumiera en un Sistema de Integridad Institucional, cuyos elementos básicos serían los siguientes: • Elaboración y aprobación de un Marco de Principios y Valores de Buena Gobernanza e Integridad Institucional. • Elaboración y aprobación del Código de Conducta de los cargos públicos forales y personal asimilado. • Adhesión individualizada (mediante compromiso expreso) de actuación de acuerdo con los Valores, Principios y Normas de Conducta establecidos. • Promoción y difusión de los Valores, Principios y Normas de Conducta entre el público objetivo destinatario a través de sesiones formativas (talleres), elaboración de materiales o Guías explicativas, Videos, etc., que facilite la internalización de sus contenidos y se proyecte de forma efectiva sobre las actuaciones y conductas de los cargos forales. • Determinación de procedimientos para la recepción de quejas, consultas o denuncias, que garanticen en determinados casos la confidencialidad, y el establecimiento de cauces y órganos de tramitación. • Designación de un Comisionado/a o de una Comisión de Ética o de Integridad Institucional, con funciones de promoción e interpretación de los Valores, Principios y Normas de Conducta a aplicar, resolución de dilemas éticos o dudas interpretativas, quejas o denuncias, así como con las atribuciones de elaborar una Memoria anual y de proponer al Gobierno Foral las modificaciones que sean precisas en el contenido del Código de Conducta para adecuarlo permanentemente a las nuevas realidades y contextos. 8 • Definición de un Sistema de Evaluación (anual o bianual) sobre el grado de cumplimiento del Código de Conducta, a efectos de proponer las modificaciones oportunas. En este primer Documento solo se adjunta el Marco de Valores y Principios de Buena Gobernanza e Integridad Institucional. Una vez analizado, modificado y validado su contenido, se procederá a la elaboración del Código de Conducta, que proyectará tales Valores y Principios sobre las Normas de Conducta, así como establecerá las líneas básicas del Sistema de Integridad Institucional anteriormente mencionado. 9 ACUERDO DEL GOBIERNO FORAL: COMPROMISOS GOBERNANZA ÉTICA, INTELIGENTE y EFICIENTE PARA UNA La Diputación Foral de Gipuzkoa, en el presente mandato 2015-2019, tal como queda reflejado expresamente en el Plan Estratégico y de Gestión, ha hecho una apuesta decidida por la Gobernanza Ética. Ello implica promover una cultura de Valores que impregnen la actuación de los cargos públicos forales y de la institución en su conjunto. También en ese Plan Estratégico se incorporan otras muchas líneas de actuación vinculadas con la transparencia, la apertura de datos, la innovación permanente, la puesta en marcha de un nuevo modelo organizativo y la necesidad de avanzar hacia un gobierno relacional, entre otros muchos objetivos. Sin duda todas esas líneas de actuación se encuadran perfectamente en la idea-fuerza de Buena Gobernanza, que incluye en su ámbito todas las políticas de Buen Gobierno y se muestra receptiva a la participación de la sociedad civil en el diseño, ejecución y evaluación de las políticas públicas forales. Con todo ese conjunto de ejes estratégicos ordenados en torno a la Buena Gobernanza, la Diputación Foral pretende en última instancia caminar de forma decidida hacia una Gobernanza Ética, inteligente y eficiente, que cambie sustancialmente la forma o modo de gobernar a través de impregnar y asentar en la organización y en los cargos públicos forales un conjunto de valores de integridad o ejemplaridad y principios de buen gobierno que se articulen ulteriormente en un conjunto de normas de conducta y principios de actuación. Uno de los pilares centrales de una Política Gobernanza Ética es la construcción de un Sistema de Integridad Institucional. La Diputación Foral de Gipuzkoa se compromete con ese objetivo, pero con carácter preliminar considera apropiado dar un primer y obligado paso: aprobar el presente Acuerdo cuyo enunciado es Compromiso para una Gobernanza Ética, Inteligente y Eficiente, que recoge un conjunto de Valores y Principios que informan la conducta y actuación de los cargos públicos forales en la Diputación Foral de Gipuzkoa y de las entidades de su sector público. Este Acuerdo representa un primer paso en el camino de impulsar una Política de Gobernanza Ética e Integridad Institucional que ha de tener como sello de identidad la ejemplaridad en el desarrollo de sus funciones y en sus conductas de todas aquellas personas encargadas de ejercer responsabilidades públicas y directivas en el Ejecutivo foral, pero asimismo se persigue que ese quehacer en el ejercicio de las responsabilidades públicas por parte de los cargos forales esté siempre guiado por una serie de principios de Buena Gobernanza, inteligente y eficientemente, que sucintamente se recogen en el presente texto. Mantener y restaurar la confianza de la ciudadanía en las instituciones, particularmente en la Diputación Foral de Gipuzkoa, exige ineludiblemente impulsar de forma decidida una Política de Gobernanza Ética e Integridad Institucional, cuyo primer paso es la aprobación de este 10 Acuerdo, que posteriormente formará parte sustantiva del Código de Conducta y Buenas Prácticas o Buena Gobernanza que se apruebe en su día. Los valores importan hoy más que nunca. La integridad y ejemplaridad de los gobernantes también. Asimismo, la convivencia, la tolerancia y el respeto. Pero, junto a lo anterior, también es trascendental la buena gestión o la gestión eficiente. La buena gestión es una bandera que las instituciones vascas, lideradas por el Gobierno Vasco, las Diputaciones Forales y los Ayuntamientos vascos, han enarbolado en estos últimos años. En esto de la buena gestión y de la mejora de la competitividad también tenemos mucho que aprender del dinámico tejido económico y empresarial guipuzcoano. Solo a través de una interiorización y una práctica continua por parte de los cargos públicos forales de los Valores y Principios que se reflejan en el presente Acuerdo, se podrá mejorar la imagen pública de nuestra institución foral y atraer la confianza de la ciudadanía guipuzcoana en la institución que representa el Gobierno foral del Territorio Histórico. Este Acuerdo es un primer paso en ese proceso, siempre continuo y permanente, de mejora de las infraestructuras éticas y de gestión de la Diputación de Gipuzkoa. Tendrá continuidad inmediata con otros pasos y avances. Y, de algún modo, se incorporará a ese Sistema de Integridad Institucional que el Ejecutivo Foral asume como reto inaplazable para convencer a la ciudadanía guipuzcoana de que sus instituciones actúan siempre con unos Valores y Principios que persiguen la integridad y la eficiencia, así como procuran generar respetabilidad pública y buenos servicios públicos. Solo así, con la práctica ejemplar cotidiana y no con declaraciones, es como se reforzará la confianza de la ciudadanía en su Administración foral. 11 VALORES Y PRINCIPIOS PARA UNA GOBERNANZA ÉTICA, INTELIGENTE Y EFICIENTE VALORES PARA UNA GOBERNANZA ÉTICA 1.- Representación. Los cargos públicos forales ejercerán sus funciones de representación orgánica, tanto interna como externamente, con la dignidad requerida y el necesario comportamiento que exige la imagen de la institución. En el desempeño de sus funciones actuarán con plena responsabilidad y sentido institucional, siendo conscientes de que, en tales actividades institucionales representan no solo a quienes han votado a la fuerza o fuerzas políticas que sustentan al Gobierno Foral, sino al conjunto de la ciudadanía guipuzcoana. 2.- Integridad. En el desempeño de sus cometidos públicos, los cargos públicos forales actuarán siempre con un comportamiento ético intachable, tanto en el ejercicio de cualquiera de sus funciones públicas como en aquellos aspectos de su vida privada que puedan trascender a su papel institucional. Asimismo, su actuación deberá ser coherente con las propuestas efectuadas y obviarán en todo momento cualquier presión externa o interna que pueda influir negativamente sobre el mantenimiento del resto de Valores y Principios recogidos en este Acuerdo, así como en el Código de Conducta y buenas prácticas (o Buena Gobernanza). 3.- Ejemplaridad. Para la ciudadanía guipuzcoana, la actuación de los cargos públicos forales representa el espejo a través del cual se proyecta la imagen de la institución. En consecuencia, su conducta tanto pública como privada estará guiada por un comportamiento ejemplar. Cualquier falta de ejemplaridad que conlleve afectación a la imagen institucional de la Diputación Foral y destruya o menoscabe la reputación pública o el capital social que la institución representa, deberá ser corregida de acuerdo con los que se disponga en el Código de Conducta y Buenas Prácticas (o Buena Gobernanza). 4.- Honestidad y Desinterés. El cargo público foral dirigirá sus actuaciones exclusivamente hacia el objetivo del pleno cumplimiento del interés público y de los intereses de la ciudadanía guipuzcoana en su conjunto. En caso de conflicto o apariencia de tal entre intereses públicos y privados, el cargo público deberá ponerlo inmediatamente en conocimiento de la autoridad correspondiente o, en su caso, de la Comisión o Comisionado de Ética. En función de las circunstancias o de las recomendaciones que se emitan deberá abstenerse de participar, directa o indirectamente en la adopción de la decisión de que se trate o en el órgano o procedimiento correspondiente. Tampoco aceptarán ningún regalo o beneficio que pueda poner en duda su honestidad, condicione o pueda dar la apariencia de condicionar la toma de decisiones o la participación en 12 ellas. Cualquier duda al respecto deberá elevarla al órgano competente por los canales que se establezcan. 5.- Objetividad. En el ejercicio de sus actividades públicas los cargos públicos forales deberán actuar con la objetividad que exigen los intereses generales, el desarrollo de las funciones públicas y los cometidos propios del sector público al servicio de la ciudadanía. Esa objetividad será especialmente intensa cuando deban adoptar decisiones o participar en ellas en las que estén en juego determinados nombramientos, la contratación pública, el otorgamiento de subvenciones o el cumplimiento de principios y reglas que vengan exigidos para salvaguardar la imparcialidad en la toma de determinadas decisiones por parte de los poderes públicos. 6.- Profesionalidad. Los cargos públicos forales, en el área que tengan asignada, ejercerán sus funciones con criterios de elevada profesionalidad. A tal efecto, con la finalidad de garantizar esa profesionalización, en los procesos de designación se valorará previamente que las personas que han de ejercer tales cargos acreditan las competencias profesionales exigidas para el adecuado desempeño de esas responsabilidades. Asimismo, los cargos públicos forales desarrollarán sus competencias profesionales a través de los programas formativos que para la Alta Dirección Pública diseñe la Diputación Foral con la finalidad de mejorar su perfil profesional en el ámbito de la dirección, así como con el objetivo de llevar a cabo un desempeño óptimo de sus funciones y tareas. 7.- Eficiencia. La gestión de los recursos y la gestión económico-financiera de los cargos públicos forales estará imbuida por la eficiencia, obviando incurrir en ningún tipo de despilfarro en el uso de bienes o recursos públicos y optimizando su uso Ese objetivo de eficiencia se promoverá mediante procesos de innovación o de mejora continua y en los que la evaluación de las políticas públicas sea uno de los pilares esenciales. Especial atención mantendrán en torno a garantizar la sostenibilidad financiera de la Diputación Foral y a no hipotecar la acción de los gobiernos venideros ni a las generaciones futuras. 8.- Convivencia y respeto. Los cargos públicos forales fomentarán a través del ejercicio de sus funciones y de su propia conducta personal el fortalecimiento de una sociedad en la que prevalezca plenamente la convivencia, la solidaridad y la tolerancia, impulsando el respeto mutuo, el pluralismo y la solidaridad entre las personas. Asimismo, tratarán a la ciudadanía, al personal al servicio de las Administraciones Públicas, al personal directivo y al resto de cargos públicos con la cortesía, la corrección, el debido respeto y la dignidad que toda persona merece. Se abstendrán, por tanto, de adoptar cualquier tipo de conducta o actuación que conlleven el uso de términos despectivos o de prácticas de discriminación de cualquier tipo (género, creencias, ideológica, orientación sexual, raza, discapacidad o cualquier otra). 13 PRINCIPIOS PARA UNA GOBERNANZA INTELIGENTE Y EFICIENTE 1.- Liderazgo compartido y transformacional. Los cargos públicos forales, en el marco de una política de Buena Gobernanza, ejercerán el liderazgo compartido y transformacional que la sociedad guipuzcoana demanda. Fomentarán y favorecerán, por tanto, todas aquellas sinergias de colaboración público-privada e interinstitucional que sean necesarias, especialmente con los municipios y el resto de entidades locales del Territorio Histórico. Promoverán, asimismo, la adaptación y transformación permanente de las políticas públicas y de sus respectivas organizaciones para adecuar sus objetivos y estructuras al cambio que la sociedad demanda. 2.- Transparencia. La actuación de los cargos públicos forales tendrá como guía el ejercicio de la transparencia en su más amplio sentido, siempre con respeto a los derechos fundamentales de la ciudadanía y en el marco de la legalidad. La transparencia tendrá la finalidad esencial de proveer a la ciudadanía de toda aquella información pública relevante o que sea demandada de acuerdo con la normativa en vigor, con el objeto de que pueda se pueda conocer cómo se organizan las instituciones forales, de qué manera ejercen sus funciones y cómo emplean sus recursos, a efectos de articular una relación basada en la confianza con la ciudadanía, reforzar la legitimidad institucional de la Diputación Foral y de su sector público, así como facilitar la rendición de cuentas. 3.- Apertura de Datos. A partir del desarrollo efectivo de una Política de Transparencia-publicidad activa, los cargos públicos forales impulsarán una apertura efectiva de datos públicos (Open Data) que haga viable una óptima transformación de la información en conocimiento destinado a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía guipuzcoana y fomentar el crecimiento económico en el Territorio Histórico. 4.- Nuevo modelo de gestión e innovación. Los cargos públicos forales impulsarán decididamente un Nuevo Modelo Organizativo que apueste por la transversalidad y la desburocratización, mejore la toma de decisiones, agilice una gestión que ayude al crecimiento económico y a la actividad inversora, así como desarrolle de forma efectiva la Administración electrónica y utilice las tecnologías de la información y de las comunicaciones para simplificar los procedimientos y trámites. También involucrarán a la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones. Asimismo, promoverán de forma sistemática la innovación, tanto en su dimensión interna o gubernamental, de la que deben ser actores principales, como en su promoción externa en el ámbito empresarial y de prestación de servicios. 5.- Promoción y uso del euskera. 14 Los cargos públicos forales promoverán activamente el uso del euskera en la Diputación Foral, en el desarrollo del trabajo político-administrativo intra-organizativo, en las relaciones interinstitucionales con otros poderes públicos o niveles de gobierno que tengan el euskera como lengua co-oficial o reconozcan su uso, así como en particular en las relaciones con la ciudadanía y con su tejido asociativo. Asimismo, actuarán con pleno respeto al marco de cooficialidad lingüística en el ejercicio de sus funciones respetarán el marco de co-oficialidad lingüística y evitarán en todo caso cualquier conducta que implique la discriminación por razón de lengua. 6.- Cohesión económico-social y equilibrio territorial. Los cargos públicos forales promoverán en el ejercicio de sus funciones la cohesión social y económica, así como el equilibrio territorial de la sociedad guipuzcoana. En el ámbito económico apostarán por reforzar el tejido industrial y de emprendedores, desarrollar infraestructuras favorecedoras de la competitividad, abrir nuevos mercados a la internacionalización, así como fomentar el empleo de jóvenes cualificados y parados de larga duración. En campo social sus actuaciones irán dirigidas a eliminar gradualmente las desigualdades sociales y salvaguardar la inclusión social, en una línea de sostenibilidad del sistema de prestación social. Y, en materia de equilibrio territorial, impulsarán decididamente las infraestructuras en el territorio, el trabajo en red de entidades locales y el fortalecimiento de la Gobernanza en los municipios guipuzcoanos, con la finalidad de que la provisión de servicios públicos a la ciudadanía sea de contrastada calidad y eficiencia. 7.- Gobierno relacional y escucha activa de la ciudadanía. En el marco del Gobierno relacional como eje sustantivo de una política de Buena Gobernanza, los cargos públicos forales reforzarán la escucha activa bidireccional y la conexión con la ciudadanía guipuzcoana, potenciando la participación y el compromiso cívico en una acción pública basada en la co-creación y en las sinergias público-privado. A tal efecto, en el ámbito del diseño, ejecución, adopción o evaluación de políticas públicas forales, promoverán de forma constante y activa canales de comunicación con la ciudadanía y con el tejido asociativo y empresarial del territorio, a través de fórmulas de transparencia colaborativa o por medio de la generación de redes o estructuras institucionales y procedimientos de participación, siempre con la meta puesta de garantizar y salvaguardar los intereses generales, así como la salud financiera de las cuentas públicas. 8.- Rendición de cuentas. En el ejercicio de sus funciones los cargos públicos forales actuarán siempre con plena responsabilidad. Ello implica una especial dedicación a las funciones asignadas, valorando siempre los intereses y posiciones que cada decisión conlleve, motivándolas y, en todo caso, asumiendo las consecuencias que se deriven por el ejercicio de tales funciones, así como de sus propias conductas. Los cargos forales asumirán periódicamente una rendición de cuentas ante la ciudadanía. La rendición de cuentas por el ejercicio de la actividad pública forma parte de la esencia del sistema democrático, se vehiculará ante las instancias que procedan y es el 15 único medio de reforzar la credibilidad y confianza de la ciudadanía en sus instituciones, así como en las personas que desarrollan esas responsabilidades públicas. 16