FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LAS EDUCACIÓN UNIVERSIDAD DE JAÉN Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Trabajo Fin de Grado Crecimiento Personal y Relaciones Positivas en profesionales de la salud: cuando la Inteligencia Emocional puede ser una ventaja Alumno: Rocío Cruz Jerez Tutor: Dpto: Prof. Dª. Mª Pilar Berrios Martos Psicología Junio, 2014 ÍNDICE Página Resumen y Palabras clave 4 1. Introducción al concepto de Inteligencia Emocional 5 1.1 Antecedentes de la Inteligencia Emocional 5 1.2 Modelos de la Inteligencia Emocional 9 2. Evaluación de la Inteligencia Emocional 14 2.1 Medidas de auto-informe 14 2.2 Medidas de ejecución 17 2.3 Medidas de observación externa 18 3. Aplicaciones de la Inteligencia Emocional 18 3.1 Beneficios en la salud 18 3.2 Beneficios en el trabajo 19 3.3 Beneficios en el ámbito educativo 21 4. Avances empíricos en el estudio de la Inteligencia Emocional 22 4.1 Estudios sobre Inteligencia Emocional y el Síndrome de Burnout 22 4.2 Estudios sobre Inteligencia Emocional y el Bienestar Psicológico 23 5. Objetivos e Hipótesis de trabajo 24 6. Metodología 25 6.1 Participantes 25 6.2 Procedimiento 25 6.3 Instrumentos 26 2 7. Resultados 27 7.1 Análisis descriptivos y de correlaciones 27 7.2 Análisis de regresión 28 8. Conclusiones 31 9. Referencias 34 3 Resumen El objetivo de este estudio ha sido comprobar si existe relación entre la Inteligencia Emocional (IE), el Síndrome de Burnout (SB), el Crecimiento Personal (CP) y las Relaciones Positivas con los demás (RP). Para ello se ha trabajado con una muestra de 115 enfermeros activos (80 mujeres y 35 hombres) con edades comprendidas entre 22 y 60 años (M=41,7; DT=9,25) a los cuales se les administró el “Trait Meta-Mood Scale” para evaluar la IE, el “Maslach Burnout Inventory” para evaluar el SB y la “Escala de Bienestar Psicológico” de Ryff para evaluar el CP y las RP. Los resultados más importantes indican que las personas con mayor Claridad y Reparación Emocional poseen mayores niveles de crecimiento personal y relaciones positivas con los demás. Además, también encontramos que la Realización Personal es buen predictor del crecimiento personal mientras que la Reparación Emocional predice las relaciones positivas, el crecimiento personal y la realización personal. Palabras clave: Inteligencia Emocional, Burnout, Crecimiento Personal, Relaciones Positivas, Enfermería. Abstract The aim of this study was to determine whether there is a relationship between emotional intelligence (EI), the burnout syndrome (SB), Personal Growth (CP) and Positive Relations with others (RP). This work was done with a sample of 115 active nurses (80 women and 35 men) aged between 22 and 60 years (M = 41.7, SD = 9.25) to which were given the "Trait Meta -Mood Scale "to evaluate IE, the" Maslach Burnout Inventory "to assess the SB and the" Scale of Psychological Well-Being "from Ryff to evaluate the CP and RP. The main results indicate that people with greater clarity and emotional repair have higher levels of personal growth and positive relations with others. In addition, we also found that personal accomplishment is a good predictor of personal growth while the emotional repair predicts positive relationships, personal growth and personal accomplishment. Key Words: Emotional Intelligence, Burnout, Personal Growth, Positive Relations, Nursing. 4 1. Introducción al concepto de Inteligencia Emocional El concepto de inteligencia emocional (IE) es un término reciente, si bien en las últimas décadas ha provocado un gran número de publicaciones entre la comunidad científica. Aunque fue a partir de 1995 cuando el concepto adquirió la fama gracias a la obra de Daniel Goleman “Emotional Intelligence”, hubo numerosos autores que ya trataron de definir y aunar inteligencia y emoción. Históricamente, razón y emoción han sido conceptos que han ido siempre por separado. En este sentido, Descartes afirmaba que la razón es la única cosa que nos hace hombres y que nos permite distinguir lo verdadero de lo falso, siendo la facultad suprema que nos diferencia de los animales. Frente al empirismo, autores como Kierkegaad o Dostoyevskyi defendían la postura de que es el hombre quien tiene que decidir cómo actuar dejándose guiar por su conciencia y su intuición, otorgando a las emociones un papel protagonista. Sin embargo, en el último siglo son muchos los autores que han querido relacionar inteligencia y emoción, admitiendo que ambos conceptos no son independientes sino complementarios. Es en este contexto donde surge el concepto de IE. En los siguientes apartados se hará un repaso de algunos de los autores más relevantes e influyentes en el estudio de la IE hasta llegar a la actualidad, así como de los diferentes modelos y posturas en los que podemos encuadrar las diferentes interpretaciones sobre IE. 1.1 Antecedentes de la Inteligencia Emocional Cuando hablamos de los antecedentes de la IE es obligatorio hacer referencia al concepto de inteligencia social de Thorndike. Thorndike (1920) definió los tres tipos de habilidades que él consideraba que formaban la inteligencia humana. Por un lado, la inteligencia mecánica entendida como la capacidad para aprender a manejar objetos como un cuchillo o un automóvil. Por otro lado, la inteligencia abstracta, definida como la habilidad para entender y manejar ideas y símbolos. Y por último, la inteligencia social, que hace referencia a la capacidad para comprender y manejar a los hombres y niños para que actúen sabiamente en las relaciones humanas. En su trabajo, Thorndike explica que hasta el mejor mecánico de una fábrica puede fallar como capataz por falta de inteligencia social, mostrando la importancia para el ser humano de este tipo de inteligencia, y distanciándose de la creencia de que para tener éxito sólo hace falta tener un cociente intelectual alto. 5 En 1966 se utiliza por primera vez el término IE. Barbara Leuner publica "Emotional Intelligence and Emancipation" donde estudia el rol de la mujer como madre y cuidadora de niños. Los resultados mostraron que aquellas mujeres con baja IE no cumplían con los roles establecidos como madres (cit. por López-Zafra, Pulido y Augusto, 2013). Durante la década de los 80 son numerosas las aportaciones al estudio de la inteligencia y las emociones. Gardner (1983) publica su obra Frames of Mind donde propone su Teoría de las Inteligencias Múltiples con hasta ocho tipos de inteligencia diferentes, como son la corporal-cinestésica, la lógico-matemática, la verbal-lingüística, la visual-espacial, la musicalrítmica, la naturalista y las inteligencias personales (Figura 1.1). Dentro de estas últimas se encuentran las precursoras de la IE, cuyos orígenes los sitúa Gardner en la conexión madreinfante durante el primer año de vida. Estas inteligencias son la intrapersonal, con un sentido interno, definida como la habilidad para conocernos nosotros mismos, nuestros sentimientos y emociones y orientar nuestra conducta en base a ellas, y la inteligencia interpersonal, con un sentido externo, entendida como la capacidad de las personas para conocer las emociones, sentimientos y motivaciones de los demás, así como leer sus intenciones y deseos y modificar su conducta. Dos años después, Sternberg (1985) publica su libro Beyond IQ: A triarchic theory of human intelligence donde nos habla del comportamiento inteligente a través de su “Teoría Triárquica” (Figura 1.2). Ésta postula tres tipos de inteligencias o subteorías, las cuales no son independientes, si no que están interconectadas de tal forma que el comportamiento inteligente depende del buen funcionamiento de las tres. En primer lugar, la inteligencia analítica o subteoría componencial, formada por los metacomponentes, los componentes de rendimiento y los componentes de adquisición, que permite al individuo separar los problemas, ver sus soluciones y realizar con éxito las diferentes tareas. En segundo lugar, la inteligencia creativa o subteoría experiencial, entendida como la capacidad del individuo para crear ideas y estrategias nuevas y aplicarlas en el entorno. Ante una circunstancia novedosa, una persona apta en el manejo estas situaciones puede ser capaz de encontrar las soluciones de adecuadas a tareas inéditas y crear nuevas ideas. 6 Figura 1.1 Adaptación de la Teoría de las Inteligencias Múltiples de H.Gardner (1983). Por último, la inteligencia práctica o subteoría contextual, comprendida por tres procesos: la adaptación, entendida como el mecanismo por el cual las personas cambiamos nuestro comportamiento para adaptarnos al entorno; la conformación, definida como la capacidad de la persona para ajustar el entorno a sus necesidades; y la selección, que ocurre cuando se sustituye un entorno inapropiado por otro más conveniente para poder alcanzar las metas. La inteligencia práctica es la que más se ha relacionado con la IE debido a que nos permite ejecutar y poner en práctica nuestros pensamientos y conocimientos (López-Zafra, Pulido y Augusto, 2013). Un año después se utiliza por segunda vez el término IE. Payne (1986) publica su tesis doctoral “A study of emotion: Developing Emotional Intelligence, Self – Integration, Relating to Fear, Pain and Desire” donde habla de la IE como la habilidad para relacionar de forma creativa los estados de ansiedad, miedo y deseo. Según el autor, esta habilidad es diferente en cada persona pues depende de cómo evaluemos y analicemos las situaciones en un momento determinado (cit. por Mara, 2010). Greenspan (1989) en su obra “Learning and education: Psychoanalytic perspectives. Emotions and behavior monographs” se interesa por los procesos afectivos y cognitivos durante el desarrollo del niño de forma conjunta, pues para el autor ambos procesos no pueden separase (cit. Por Couto, 2011). 7 Figura 1.2 Adaptación de los tipos de inteligencia de Sternberg (1985). En la última década del siglo XX se producen dos hitos para el estudio de la IE. En primer lugar, en 1990 Peter Salovey y John Mayer establecen una definición formal del concepto, convirtiéndose en los padres de la IE. Según los autores, la IE se define como “la capacidad de controlar los sentimientos y emociones propios y ajenos, para discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y acciones” (Salovey y Mayer, 1990). Posteriormente en 1997, los mismos autores realizan una revisión del concepto, definiendo la IE como “la capacidad de percibir con precisión, valorar y expresar emociones; la capacidad de acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la capacidad de comprender las emociones y el conocimiento emocional; y la capacidad de regular las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual” (Mayer y 8 Salovey, 1997). De esta forma, Mayer y Salovey no sólo incluyen la capacidad para percibir y regular las emociones sino que además el individuo tiene la habilidad de comprenderlas y distinguir entre ellas. El segundo hito se refiere a la repercusión que el concepto de IE tiene en la comunidad científica y el público en general a partir de 1995 gracias a Daniel Goleman, quien publica su best-seller “Inteligencia Emocional”. En dicho libro, Goleman cuestiona el papel del Cociente Intelectual (CI) para alcanzar el éxito en la vida a través del suceso de Jason H., un alumno sobresaliente que atacó a su profesor por calificarle con un notable alto, otorgando un 20% al valor predictivo del éxito al CI y un 80% a otros factores como la suerte, la clase social o la IE. Además, aclara que el tener un CI elevado no significa tener más felicidad o mayor satisfacción en las relaciones con las personas del entorno (Goleman, 1995). Estos argumentos le valieron a Goleman para ocupar la portada de la revista Time (Giggs, 1995) y provocar una oleada de investigaciones alrededor del constructo, aportando nuevas definiciones y modelos para la inteligencia emocional que se repasarán a continuación. 1.2 Modelos de la Inteligencia Emocional A partir de la literatura de los últimos años se pueden dividir los modelos sobre IE en dos tipos fundamentales. Por un lado, el modelo de habilidad de Mayer y Salovey (Salovey y Mayer, 1990; Mayer y Salovey, 1997), quienes basan el constructo de IE en un conjunto de habilidades que nos ayudan a obtener la información relacionada con las emociones; y por otro lado los modelos mixtos, como Bar-On en 1997 y Goleman (1998), quienes apuestan, no sólo por las habilidades sino también por los rasgos estables de la personalidad. Modelo de habilidad de Mayer y Salovey Salovey y Mayer (1990) definen la IE como la habilidad para manejar y distinguir nuestras propias emociones y las de las demás personas, con el fin de guiar nuestros pensamientos y acciones para resolver los problemas y adaptarnos al entorno. De esta forma, los autores establecen las tres habilidades principales que constituyen el proceso mental: Evaluación y expresión de las emociones de uno mismo y de otros, tomando el concepto de empatía como elemento central para el desarrollo de la IE. Esta habilidad permite a los sujetos medir con claridad sus respuestas emocionales y elegir la más adecuada. 9 Regulación de las emociones, que nos conduce a una mejor adaptación y refuerza nuestro estado de ánimo, además de motivar a otras personas y dirigirlas hacia un mejor fin. Utilización de las emociones. El buen uso de nuestros pensamientos y emociones en nuestra vida diaria puede llevarnos a una mejor flexibilidad y creatividad para eventos futuros, permitiéndonos desarrollar mejores alternativas a los problemas. La limitación que presenta este modelo y que llevó a los autores a hacer una reformulación años más tarde es que se centra en las habilidades para percibir y regular emociones, dejando de lado la capacidad para pensar en los sentimientos. Así, en 1997 definen la IE como “la capacidad de percibir con precisión, valorar y expresar emociones; la capacidad de acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la capacidad de comprender las emociones y el conocimiento emocional; y la capacidad de regular las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual” (Mayer y Salovey, 1997). Esta nueva revisión del modelo se estructura como una jerarquía ascendente con las cuatro habilidades que conforman la IE (figura 1.3): Percepción, expresión y evaluación de las emociones. Ya desde pequeños, los niños aprenden a identificar sus estados emocionales y diferenciar entre ellos, mejorando esta habilidad a medida que van creciendo, permitiendo distinguir expresiones fáciles en sus padres y en el entorno, así como reconocer sus sensaciones musculares y corporales. Tener una buena percepción y expresión emocional no excluye no tener el resto de las habilidades. Facilitación emocional. Hace referencia al uso de las emociones para mejorar el pensamiento cognitivo, de tal forma que nos permite atender a la información relevante del entorno. Comprensión emocional. Es la habilidad que nos permite nombrar y clasificar las diferentes emociones; entender las emociones complejas incluso comprender aquellas contradictorias (por ejemplo amar y odiar a la misma persona simultáneamente). Regulación emocional. Es el ápice de la jerarquía. La habilidad más compleja del modelo teórico. Tener regulación emocional significa que tenemos la habilidad para percibir y expresar las emociones, para generar un óptimo pensamiento y para comprender nuestros estados internos. Es saber reemplazar los pensamientos negativos por los positivos pero estando abierto a cualquier tipo de sentimiento. Es la habilidad que permite el crecimiento personal. 10 Figura 1.3 Adaptación del modelo de habilidad de Mayer y Salovey (1997). Modelo de Inteligencia Emocional de Goleman Goleman (1998) hace un repaso de las competencias que forman parte de aquellos trabajadores con éxito en su libro “La práctica de la Inteligencia Emocional”, a través de las investigaciones en diferentes organizaciones. Goleman considera una parte esencial de las organizaciones la práctica de la IE, pues conduce a una mejora de los beneficios, de la productividad y del bienestar psicológico de los empleados. De este modo, el autor establece cinco habilidades que se agrupan en dos áreas: las competencias personales y las competencias sociales: 11 Conciencia de sí mismo. Habilidad para conocer nuestros sentimientos y emociones y tener la suficiente confianza para tomar decisiones de manera realista en base a nuestras capacidades. Autorregulación. Habilidad para manejar y controlar nuestras emociones en todo momento y ser capaces de lograr cualquier objetivo demorando las recompensas. Motivación. Ser capaces de dirigirnos hacia nuestras metas y mantenernos en el camino a pesar de los obstáculos. Empatía. Habilidad para percibir y comprender los sentimientos y emociones de los demás, ponerse en su lugar y saber cultivar una relación. Habilidades sociales. Habilidad para cooperar y trabajar en equipo, resolver conflictos y manejar de forma adecuada las emociones en las diferentes relaciones sociales. Modelo de Inteligencia Emocional – Social de Bar-On Bar-On desarrolló en 1997 el tercer modelo más importante sobre la Inteligencia Emocional. Para este autor, la inteligencia emocional – social es un conjunto de habilidades y competencias sociales y emocionales relacionadas entre sí que indican la eficacia con que nos comprendemos a nosotros mismos y nos expresamos, comprendemos a los demás y nos relacionamos con ellos y hacemos frente a las presiones habituales (cit. Por Bar-On, 2006). De acuerdo con este modelo de inteligencia emocional, ser emocionalmente inteligente implica saber gestionar el cambio personal, social y ambiental por otro más realista para poder hacer frente a los desafíos y demandas diarios. Bar-On realizó su modelo bajo la influencia de diferentes autores como Darwin, quien destacó la importancia del bienestar emocional para la supervivencia y la adaptación al entorno; influencias de Thorndike y su inteligencia social como elemento principal del desempeño humano (Thorndike, 1920); y de los estudios de Weschler sobre los factores no cognitivos y conativos en el comportamiento inteligente, pues las emociones son parte esencial de cualquier actividad que realicemos (Weschler, 1940). Además de estos autores, hubo otras aportaciones que influyeron en los trabajo de Bar-On, como la definición de alexitimia de Sifneos (1967) y la definición de mentalidad psicológica de Appelbaum (1973) (cit. Por Bar- On, 2006). 12 Según Bar-On (1997), la inteligencia emocional – social está compuesta por cinco grandes áreas, cada una de ellas divididas a su vez por diferentes sub-escalas (cit. Por Bar-On, 2006): 1. Intrapersonal. Es comprender y expresar las emociones propias y la de los demás y ser consciente de nuestras fortalezas y debilidades para hacer frente a las demandas y las presiones. Comprende las siguientes sub-escalas: Autoconciencia emocional. Conocer y comprender las propias emociones. Autoestima. Percibir con precisión, comprender y aceptarse a uno mismo. Asertividad. Expresar de manera eficaz y constructiva las emociones propias sin dañar a los demás. Independencia. Ser autosuficiente y libre de la dependencia emocional del resto de sujetos. 2. Autoactualización. Lograr los objetivos y metas personales y desarrollar el potencial. Interpersonal. Incluye ser consciente de las emociones, sentimientos y necesidades de las demás personas y conseguir establecer y conservar relaciones positivas y beneficiosas para todos. Engloba las siguientes sub-escalas: Empatía. Habilidad para conocer y comprender cómo se sienten los demás. Responsabilidad social. Capacidad para identificarse con el grupo social y cooperar con ellos. Relaciones interpersonales. Habilidad para establecer relaciones mutuamente satisfactorias 3. Gestión del estrés. Implica la regulación de nuestras emociones de forma adecuada. Está formada por las siguientes sub-escalas: Tolerancia al estrés. Habilidad para soportar situaciones estresantes y emociones fuertes. 4. Control de impulsos. Habilidad para controlar de forma eficaz nuestras emociones. Adaptación. Capacidad para gestionar el cambio de los sentimientos en función de la situación. Implica las siguientes sub-escalas: Comprobación de la realidad. Capacidad de validar de forma objetiva nuestros sentimientos y pensamientos con la realidad externa. Flexibilidad. Habilidad para adaptar y ajustar nuestros sentimientos y pensamientos a las nuevas situaciones. 13 Solución de problemas. Habilidad para identificar y solucionar problemas de naturaleza social y personal. 5. Humor general. Habilidad para automotivarse. Está compuesta por las siguientes subescalas: Optimismo. Habilidad para ser positivo y mirar el lado bueno de las cosas. Felicidad. Capacidad para sentirse contento con uno mismo, con los demás y con la vida en general. Este modelo ha resultado tener un gran valor predictivo para diferentes áreas como en las relaciones sociales, en el colegio y en el trabajo, además de influir en la salud física y en la salud psicológica (García-León y López-Zafra, 2009). De esta forma, Bar-On comprueba que aquellas personas con mayor IE tienen una mejor salud física, y que la comprensión emocional es el factor que mejor predice la IE, acompañada de la tolerancia al estrés, la autoactualización, el optimismo y la felicidad. Por tanto, aquellos sujetos que tenían una mejor conciencia de sí mismo, que sabían manejar sus emociones y que eran optimistas eran catalogados como individuos sanos (Bar-On, 2012). 2. Evaluación de la Inteligencia emocional Al igual que las teorías que explican la IE han surgido tantos métodos de evaluación como modelos y definiciones planteados. Estos métodos nos permiten comprobar las diferencias significativas entre los individuos y el constructo. Concretamente, son tres los métodos principales para la evaluación de la IE: las medidas de auto-informe, las medidas de ejecución y los informes de observadores externos. El primer método es el que más se ha utilizado en el campo de la psicología, gracias a su fácil administración y rapidez. De esta forma, mediante los test y cuestionarios se ha podido evaluar variables como la Extraversión y Neuroticismo y otros aspectos emocionales como la empatía y autoestima. 2.1 Medidas de auto-informe Las medidas de auto-informe son cuestionarios basados en la evaluación introspectiva del individuo, esto es, los sujetos pueden valorarse a sí mismos en función de la percepción que tienen acerca de sus habilidades emocionales. De ese modo, la mayoría de los cuestionarios están estructurados por un conjunto de enunciados y la persona tiene que medir su grado de acuerdo o desacuerdo en una escala tipo Likert. 14 Las dos medidas de auto-informe más usadas actualmente en todos los campos de la psicología son el Trait Meta-Mood Scale y el inventario EQ-i. Trait Meta-Mood Scale Creado por Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai (1995), el Trait Meta-Mood Scale (TMMS) es una escala que mide la parte intrapersonal de la inteligencia emocional, concretamente la habilidad para atender a los sentimientos, saber identificarlos y discriminarlos y la habilidad para reparar los estados emocionales. En sus primeras investigaciones, el cuestionario constaba de 48 ítems que evaluaban cinco dimensiones en una escala Likert que oscilaba desde 1 (Totalmente en desacuerdo) a 5 (Totalmente de acuerdo). Estas dimensiones eran claridad emocional, entendida como la habilidad para entender nuestro estado de ánimo (i.e. Siempre sé exactamente cómo me siento), estrategias de regulación emocional o la habilidad para moderar nuestras emociones (i.e. Cuando estoy molesto recuerdo los pequeños placeres de la vida), integración de sentimientos, que hace referencia a la relación entre los sentimientos y las emociones (i.e. Cuando estoy de buen humor soy optimista sobre el futuro), atención a las emociones, que es la habilidad para sentir y pensar sobre las emociones (i.e. Presto mucha atención a como me siento) y actitudes sobre emociones que alude a la percepción subjetiva acerca de la importancia de las experiencias emocionales (i.e. Creo en actuar desde el corazón). Posteriormente, los autores modificaron la estructura de la escala, dejando sólo las tres dimensiones que actualmente miden la IE: atención emocional, claridad emocional y reparación emocional. La consistencia interna de las dimensiones para la versión de 48 ítems oscilaba entre .82 y .88, manteniéndose similares resultados en la versión de 30 ítems propuesta por Salovey y cols. (1995) siendo esta nueva versión la recomendada por los autores. En España, Fernández-Berrocal, Alcaide, Domínguez, Fernández-McNally, Ramos y Ravira (1998) realizaron la adaptación española del TMMS-48, consiguiendo propiedades psicométricas semejantes a la escala original (Atención, α = .87; Claridad, α = .81; y Reparación, α = .76) (cit. Por Extremera y Fernández-Berrocal, 2005). Posteriormente, Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos (2004) redujeron la versión de 48 ítems a la mitad, eliminando aquellos ítems con menor consistencia interna. De este modo, el TMMS-24 presenta una consistencia interna de α = .90 para Atención emocional; α = .90 para Claridad emocional; y α = 0,86 para Reparación emocional. 15 EQ-I El Inventario de Cociente Emocional (EQ-i) fue desarrollado por Bar-On (1997) para evaluar la inteligencia emocional-social. Basado en su modelo teórico de la IE, el cuestionario está compuesto por 133 ítems que miden los cinco factores principales y las 15 sub-escalas en que se descomponen: inteligencia intrapersonal (evalúa las habilidades de autoconcienciaemocional, autoestima personal, asertividad, auto-actualización e independencia); inteligencia interpersonal (comprende las sub-escalas de empatía, relaciones interpersonales y responsabilidad social); adaptación (incluye las habilidades de solución de problemas, comprobación de la realidad y flexibilidad); gestión del estrés (compuesta por las sub-escalas de tolerancia al estrés y control de impulsos); y humor general (integrada por las sub-escalas de felicidad y optimismo) (cit. Por Bar-On, 2006). Los análisis psicométricos informados en el manual técnico indican que tiene una buena fiabilidad interna y fiabilidad test-retest, además de una buena consistencia interna en las 15 sub-escalas que van desde α=0.69 para Responsabilidad Social a α=0.86 para Autoconciencia Emocional (Cit. Por Palmer, Manocha, Gignac y Stough, 2003). Sin embargo, se trata más bien de un inventario sobre un conjunto de habilidades emocionales y sociales más que un instrumento exclusivo de IE (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004). A pesar de ser las medidas más utilizadas en el campo de la investigación, no están exentas de críticas. Entre las desventajas que presentan las medidas de auto-informe se encuentran: a) son herramientas más subjetivas y menos directas de evaluación del nivel de IE (evalúan más la percepción de nuestra IE); b) las respuestas pueden estar sesgadas por problemas de deseabilidad social y sesgo premeditado para dar una mejor imagen de uno mismo; c) el problema del insight sobre los propios niveles de IE (i.e. personas con alexitimia) y d) las medidas de auto-informe no presentan correlaciones altas entre sí. A pesar de lo anterior, también presentan diversas ventajas como: a) requieren menos tiempo y menos ítems para obtener una puntuación; b) tienen instrucciones sencillas y permiten la aplicación colectiva; c) su coste es mínimo y tiene fácil entrenamiento y d) algunas medidas están disponibles para su uso en investigación (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004b). 16 2.2 Medidas de ejecución Para evaluar de forma correcta la IE no sólo es necesario medir las percepciones emocionales y afectivas de cada persona, sino que se deben incluir tareas que evalúen las respuestas emocionales y el conocimiento emocional de los sujetos (Fernández-Berrocal y Extremera, 2010). Basados en esta postura, Mayer, Salovey y Caruso (1999) crearon el “Mayer-Salovey-Caruso Emotional Intelligence Test” (MSCEIT), y una versión mejorada en 2001 (MSCEIT v.2.0). Previamente, Mayer, Salovey y Caruso crearon el “Multifactor Emotional Intelligence Scale” (MEIS), otra medida de ejecución cuyos problemas principales eran la longitud del test (402 ítems) y algunos problemas psicométricos, como los bajos niveles de consistencia interna en algunas sub-escalas y la validez de los métodos de calificación (Extremera, Fernández-Berrocal y Salovey, 2006). El MSCEIT v.2.0 es un instrumento que nos permite evaluar las cuatro habilidades del modelo de IE Mayer y Salovey: a) percepción de las emociones; b) el uso de las emociones; c) la comprensión de las emociones y d) la regulación de las emociones. Cada habilidad es evaluada mediante dos tareas. De este modo, la capacidad para percibir emociones es evaluada mediante tareas de percepción de emociones en rostros faciales y fotografías; el factor de asimilación emocional es medido a través de la tarea de sensación y facilitación; la capacidad de comprensión de emociones es evaluada a través de una tarea de combinación de emociones y otra de cambios o transformaciones emocionales; y, finalmente, la capacidad para manejar emociones es evaluada mediante una tarea de manejo emocional y otra tarea de relaciones emocionales. Además, el MSCEIT proporciona una puntuación total, dos puntuaciones referidas a las áreas (experiencial y estratégica), las puntuaciones referidas a las cuatro habilidades del modelo y, finalmente, las puntuaciones en cada una de sus sub-escalas. Cada una de estas puntuaciones es obtenida mediante dos criterios: experto y consenso. El criterio experto implica el grado de acuerdo de la respuesta de los participantes con la opinión de 21 expertos e investigadores en el campo emocional. El criterio consenso se refiere al acuerdo de las respuestas de los participantes con la respuesta de una muestra amplia y heterogénea de más de 5000 individuos. Al igual que las medidas de auto-informe, las medidas de ejecución presentan una serie de ventajas y limitaciones. Entre las ventajas podemos destacar que: a) proporciona una medida de la IE actual o de los niveles de conocimiento para utilizar estrategias emocionales ; b) son menos propensas a los sesgos de deseabilidad social y a la posibilidad de falsar una respuesta; c) presentan menor solapamiento conceptual con medidas de personalidad y 17 correlaciona moderadamente con otras inteligencias como la verbal. Por otro lado, entre las desventajas de las medidas de ejecución se encuentran: a) son más extensos e implican un mayor número de tareas, así como instrucciones más precisas; b) las bajas correlaciones entre sí debido a planteamientos de partida diferentes y c) el mayor gasto en recursos en cualquiera de sus versiones (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004; Fernández-Berrocal y Extremera, 2010). 2.3 Medidas de observación externa También denominadas medidas de evaluación 360º son medidas complementarias a los anteriores métodos de evaluación ya que se solicita información a personas del entorno del individuo para que nos aporten su opinión en cuanto al comportamiento del sujeto con otras personas. El cuestionario EQ-i de Bar-On de 1997 incluye el instrumento de observación externa Bar-On EQ-360 que permite evaluar la inteligencia interpersonal de los individuos aunque presenta una limitación clave como es el sesgo del observador (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004; Extremera, Fernández-Berrocal, Mestre y Guil, 2004). En este sentido, la evaluación que se haga del sujeto va a depender de cómo éste se comporte en presencia del observador y del contexto en el que se encuentre. 3. Aplicaciones de la Inteligencia Emocional Son numerosos los beneficios que puede aportar la inteligencia emocional (IE) a los sujetos en muchos campos de actuación. En este apartado se hará un repaso de la influencia positiva de la Inteligencia Emocional en los tres principales ámbitos de la vida del individuo: en la salud, en el trabajo y en la educación. 3.1 Beneficios en la salud Son diversos los estudios que ponen de manifiesto los beneficios que puede producir la IE sobre nuestra salud física y mental. Más concretamente, hay investigaciones que demuestran la relación entre la IE y algunas enfermedades mentales como la depresión. Así, en un estudio sobre IE y ajuste psicológico de Fernández-Berrocal y Ramos (1999), con una muestra de 217 mujeres embarazadas, se obtuvieron resultados que mostraban la relación entre las dimensiones de IE, Reparación y Claridad emocional, con depresión, siendo las 18 mujeres con mayor puntuación en IE las que mejor se adaptaban a los primeros meses de embarazo y las que menor puntuación obtenían en el cuestionario “Beck Depression Inventory”. Para Martínez-Pons, la IE ejerce una influencia indirecta sobre la depresión a través de la percepción de satisfacción vital, de forma que cuanto más elevada sea la IE en el sujeto, mayor será la capacidad de adaptarse a las tareas, y simultáneamente, mejorará la percepción de la calidad de vida e implicará un descenso en la aparición de síntomas depresivos (cit. Por Fernández-Berrocal, Ramos y Extremera, 2001). Además de la relación con la depresión, altas puntuaciones en IE se han asociado también con un menor consumo de alcohol y tabaco en adolescentes (Ruiz-Aranda, Fernández-Berrocal, Cabello y Extremera, 2006) y una mejor recuperación de eventos negativos, menor nivel de estrés ante los exámenes, mayor satisfacción vital y menor alexitimia, mayor empatía y optimismo y mejor satisfacción sexual (cit. Por Martínez-González, Piqueras y Ramos-Linares, 2010). 3.2 Beneficios en el trabajo Desde que Goleman publicara su libro Emotional Intelligence en 1995, la relación entre el cociente intelectual (CI) y éxito laboral ha dado un giro de 180º. Las organizaciones ya no se interesan por aquellos candidatos con un expediente académico brillante sino que se centran en personas con buenas habilidades emocionales, capaces de adaptarse a los cambios del entorno organizacional y convirtiéndose en los trabajadores más productivos. Siguiendo esta línea, en un estudio de Boyatzis (2006) sobre líderes de una compañía consultora multinacional se refleja que las competencias emocionales son las que mayor impacto ejercen sobre el rendimiento financiero en los líderes. Idénticos resultados se encontraron en el estudio de Spencer, director internacional de Investigación y Tecnología en Hay McBer, cuya investigación con 286 organizaciones de países diferentes mostraba que más del 80% de las aptitudes que discriminan entre los trabajadores superiores y los mediocres dependían de la IE (cit. Por Berrios, 2009). A continuación, explicaré algunas investigaciones que relacionan la IE con otras variables como el liderazgo, el rendimiento individual y el estrés. En relación con el liderazgo, Siegling, Nielsen y Petrides (2014) realizaron recientemente un estudio en una compañía multinacional europea en el que evaluaban si la IE podía diferenciar entre los líderes y los no líderes. Los autores comprobaron que el grupo de líderes 19 obtuvo una mayor puntuación en IE, y que existía una correlación positiva entre IE y liderazgo. En un artículo publicado en Human Relations, George (2000) explica cómo contribuye la IE al desarrollo de los líderes y cómo les permite alcanzar el mejor funcionamiento en la organización a través de diferentes formas: ayudando a los líderes a hacer frente a las amenazas y retos; estableciendo una visión positiva para ser más creativos en la toma de decisiones; y generando confianza en sus empleados para elevar sus niveles de autoeficacia. Por otra parte, también se ha comprobado que aquellas personas con mayores puntuaciones en IE mostraban una mejor satisfacción laboral (Berrios, Augusto y Aguilar, 2006; Perea, Sánchez y Fernández-Berrocal, 2008). En cuanto al rendimiento, Sy, Tram y O’Hara (2006) llevaron a cabo un estudio con 187 empleados de servicios de alimentación donde estudiaron la relación entre la IE, la satisfacción y el rendimiento, encontrando que aquellos trabajadores con una mayor puntuación en IE tenían mayor satisfacción laboral y un mejor desempeño, siendo éstos más expertos en la regulación de sus emociones y mejores en la gestión ‘hacia arriba’, esto es, más hábiles en el manejo con sus gerentes. En otro estudio más reciente, Shamsuddin y Rahman (2013) obtuvieron resultados positivos entre IE y rendimiento laboral con una muestra de 118 empleados de dos centros de llamadas de Kuala Lumpur. Los análisis mostraron una correlación positiva entre las dimensiones de manejo de las emociones y regulación emocional con el desempeño laboral. Por último, podemos definir el estrés como una reacción fisiológica provocada por la evaluación que hace el individuo sobre el entorno, percibiendo que carece de los recursos necesarios para hacer frente a una amenaza. En este sentido, la IE podría ayudar a mejorar los mecanismos de afrontamiento de los sujetos ante las situaciones de amenaza. En algunos estudios revisados podemos observar esta relación entre IE y estrategias de coping. Limonero, Sábado, Fernández-Castro y Gómez-Benito (2004) analizan la influencia de la IE en el estrés laboral, obteniendo correlaciones negativas entre el estrés y las dimensiones Comprensión y Regulación emocional de la IE. Además, las mujeres son más propensas a padecer estrés debido a la excesiva atención sobre sus sentimientos, adoptando un estilo de afrontamiento rumiativo centrado en las emociones (Fernández-Berrocal y Extremera, 2003). En otro estudio de Jordan y Ashkanasy (2002) aquellas personas con baja IE tienen una mayor probabilidad a experimentar reacciones emocionales negativas e inseguridad en el empleo y a adoptar estrategias de afrontamiento negativas. Para explicar el vínculo entre IE y estilos de afrontamiento, Augusto-Landa, López-Zafra y Pulido (2011) proponen dos explicaciones: en primer lugar, las personas que poseen una buena inteligencia emocional, en lugar de evitar los 20 sucesos estresantes, los afrontan, siendo capaces de aprender rápidamente de las situaciones sociales y emocionales; y en segundo lugar, los individuos emocionalmente inteligentes cuentan con patrones de pensamiento más constructivos, siendo capaces de observar con mayor precisión o exactitud sus propios pensamientos y el impacto que éstos tienen sobre sus emociones. 3.3 Beneficios en el ámbito educativo Al igual que en el ámbito laboral, se está produciendo un cambio en relación a la educación de los niños y su desarrollo en la escuela. Si bien los colegios se han construido para formar a los niños en el aprendizaje cognitivo y científico, en los últimos años se ha hecho patente la necesidad de educar en el aprendizaje emocional y desarrollar habilidades de IE. Estos movimientos educativos denominados “Educación Emocional” o “Educación SocioEmocional” reflejan la preocupación de los profesionales del sistema educativo por modificar una educación que se percibe en crisis e incapaz de afrontar los retos de la sociedad actual (Fernández-Berrocal y Ruiz-Aranda, 2008). Existen dos áreas principales durante el desarrollo educativo del niño en las que la IE actúa de forma beneficiosa: en el ajuste psicológico y en el rendimiento académico. En relación con el ajuste psicológico, estudiantes con altas puntuaciones en IE presentan mejores relaciones interpersonales, mayor satisfacción interpersonal, comportamientos más adaptativos de regulación y mejor identificación emocional (Ciarrochi, Chan y Bajgar, 2001); mayor empatía, mayor satisfacción vital y mejor calidad de las relaciones sociales (Ciarrochi, Chan y Caputi, 2000); y mejores estrategias de afrontamiento al estrés, centradas en el problema y en las emociones positivas (Najmeh, Besharat y Zarei, 2010). En cuanto al éxito académico, un estudio de Parker y cols. (2004) donde se evaluó a 667 estudiantes, se comprobó que la IE era un factor importante para predecir el éxito académico. Más concretamente, se encontró que aquellos estudiantes incluidos en el grupo académico superior tenían niveles más altos de manejo interpersonal, capacidad de adaptación y gestión del estrés que los otros grupos con menor rendimiento. En otro estudio de Petrides, Frederickson y Furnham (2004) se estudió el papel de la IE sobre el rendimiento académico y la conducta desviada en una muestra de 650 alumnos de educación secundaria británica, cuyos resultados mostraron que aquellos alumnos con una puntuación alta en IE presentaban menos conductas disruptivas y un mejor desempeño académico, gracias a la influencia estabilizadora que ejerce en los momentos previos a las evaluaciones académicas. Siguiendo 21 esta línea, Maraichelvi y Rajan (2013) analiza la relación entre IE y rendimiento académico con una población de 300 estudiantes en el último año, asociándose positivamente las dimensiones de la IE con el rendimiento académico. 4. Avances empíricos en el estudio de la Inteligencia Emocional Existen muchos y variados trabajos sobre IE, lo que refleja perfectamente la aplicación de este constructo a diferentes contextos y pone de manifiesto los avances empíricos logrados desde que Salovey y Mayer (1990) iniciaron esta línea de investigación. Los resultados de estos estudios aportan gran cantidad de evidencia empírica que apoya una idea fundamental: el desarrollo de la IE, por un lado, incrementa el bienestar y la felicidad de las personas y, por otro, les ayuda a afrontar de forma más adaptativa situaciones difíciles incrementando la probabilidad de éxito y minimizando la de fracaso (Fernández-Berrocal, Berrios, Extremera y Augusto-Landa, 2012). Como hemos dicho, son numerosos los temas que se han estudiado en relación con la IE durante las últimas décadas. Dado que este trabajo pretende analizar el papel de la IE en el síndrome de Burnout y algunos indicadores de bienestar psicológico en la salud, en los próximos epígrafes nos vamos a centrar en los estudios que analizan estas variables. 4.1 Estudios sobre la Inteligencia Emocional y Síndrome de Burnout El síndrome del “estar quemado” o síndrome de Burnout (SB) es un concepto que apareció a mediados de los años 70 en la obra del psicólogo estadounidense Herber Freudenberguer, quien pretendía explicar el proceso de deterioro que sufrían los trabajadores del sector servicios en sus funciones de atención y cuidado a los usuarios (cit. Por Gil-Monte, 2003). A raíz de esta publicación, han sido muchos los autores quienes han querido dar una definición formal del concepto, siendo la interpretación de Maslach y Jackson la más extendida y contrastada. Maslach y Jackson (1981) definieron el SB como un síndrome de agotamiento emocional que se produce de forma frecuente entre las personas que trabajan al servicio de los usuarios. Para estas autoras, “un aspecto clave del síndrome de Burnout es que incrementan los sentimientos de agotamiento emocional. A medida que los recursos emocionales se agotan, los trabajadores sienten que ya no son capaces de dar más de sí mismos en un nivel psicológico” (Maslach y Jackson, 1981). Además, estos trabajadores 22 desarrollan sentimientos y actitudes negativos con los usuarios, que son percibidos como la causa de sus problemas, y con sí mismos, fomentando sentimientos de insatisfacción e infelicidad con su trabajo. A partir de esta definición, las autoras identificaron tres elementos clave en el SB: cansancio emocional, entendido como aquellos sentimientos de estar desbordado y agotado emocionalmente por el trabajo; despersonalización, que hace referencia a la respuesta impersonal del sujeto hacia la atención de otros; y realización personal, que incluye sentimientos de competencia y buenos resultados en el trabajo. Aquellos sujetos diagnosticados con Burnout poseen elevados niveles de cansancio emocional y despersonalización y bajas puntuaciones en realización personal, es decir, la persona siente que está agotada mentalmente, se vuelve insensible con las personas y dura consigo misma y percibe que no es adecuada para su profesión. Entre las profesiones más castigadas por el SB se encuentran aquellas profesiones asistenciales cuya actividad principal está dirigida a mantener una relación constante y directa con los usuarios, pasando gran parte del tiempo al servicio de sus necesidades, lo que provoca una implicación emocional que acaba afectando al estado emocional de los trabajadores. Un ejemplo de estas profesiones son profesores, bomberos, policías o enfermeros, siendo estos últimos el grupo más afectado (Augusto, Berrios, López-Zafra y Aguilar, 2006). La mayoría de los estudios que analizan la relación entre IE y SB en profesionales de la enfermería encuentran que las dimensiones de la IE, Reparación y Claridad emocional, correlacionan con el SB de forma inversa, es decir, aquellos enfermeros que tienen sentimientos claros sobre sus emociones y las situaciones en las que ocurren, y son capaces de tratarlas y manejarlas de manera adecuada, muestran menores niveles de Burnout, sobre todo en las dimensiones Despersonalización y Cansancio Emocional (Augusto, Berrios, LópezZafra, 2006; Augusto y López-Zafra, 2010; Perea, Sánchez-Gil y Fernández-Berrocal, 2008; Görgens y Brand, 2012). 4.2 Estudios sobre la Inteligencia Emocional y el Bienestar Psicológico Tradicionalmente, existen dos perspectivas que explican el bienestar en el individuo: la perspectiva hedónica y la perspectiva eudaimónica. La primera, propia de los filósofos griegos y con Epicuro como máximo representante (Cit. Por Vázquez, Hervás, Rahona y Gómez, 2009), define el bienestar como la capacidad para experimentar en la vida la cantidad 23 máxima de placer, siendo la felicidad una suma de momentos placenteros. Dentro de esta corriente predomina el bienestar subjetivo, definido por Veenhoven (1994) como el juicio global que las personas hacen de su vida (Cit. Por Rodríguez-Carvajal, Blanco, MorenoJiménez, Gallardo, Valle y Dierendonck, 2006). Por otro lado, la perspectiva eudaimónica concibe el bienestar como la habilidad para vivir de forma plena y dar realización a los potenciales humanos más valiosos (Ryan, Huta y Deci, 2008). En esta corriente se hace referencia al bienestar psicológico, ligada al desarrollo del potencial humano. Dentro de esta perspectiva surge el Modelo Multidimensional de Ryff compuesto por seis dimensiones que explican el bienestar psicológico (Ryff, 1989): autoaceptación, dominio del entorno, autonomía, propósito en la vida, relaciones positivas con otros y crecimiento personal, siendo estas dos últimas las variables de estudio en esta investigación. El crecimiento personal lo define el autor como la capacidad del individuo para desarrollar todo su potencial, crecer y expandirse como persona y saber adaptarse a un entorno cambiante (Ryff, 1989). En cuanto a las relaciones positivas con otros, Ryff entiende que no sólo es esencial para el ser humano adoptar una actitud positiva hacia uno mismo, sino que es importante mantener relaciones interpersonales afectivas y de confianza con los demás. Pena y Repetto (2008) hacen hincapié en la necesidad de aplicar programas de intervención centrados en habilidades de IE con el objetivo de mejorar el crecimiento personal, puesto que aquellos alumnos con un mejor ajuste emocional presentan mejores niveles de optimismo y madurez. En otros estudios se analiza la relación entre la IE y el bienestar psicológico encontrando que la IE es un buen predictor del bienestar eudaimónico (Extremera, Ruiz-Aranda, Pineda-Galán y Salguero, 2011; Raina y Bakhshi, 2013). Más concretamente, Augusto, Pulido y López-Zafra (2010) encontraron relaciones positivas entre Claridad y Reparación Emocional y todas las dimensiones del bienestar psicológico y relaciones significativas entre Atención emocional y autonomía. 5. Objetivos e Hipótesis de trabajo Este trabajo tiene como principal objetivo analizar si existe relación entre la Inteligencia Emocional (IE), el Síndrome de Burnout (SB), el Crecimiento Personal (CP) y las Relaciones Positivas (RP) de los enfermeros/as. Dicho objetivo general se traduce en los siguientes objetivos específicos: 24 1- Analizar si existe relación entre la IE, el SB, y los indicadores de bienestar psicológico (CP y RP) en los profesionales de enfermería. 2- Comprobar si la IE, el CP y las RP predicen el nivel de Burnout de los enfermeros/as. 3- Comprobar si la IE, el SB y las RP predicen el CP de los enfermeros/as. 4- Comprobar si la IE, el SB y el CP predicen las RP de los profesionales de la enfermería. Teniendo en cuenta los resultados de investigaciones anteriores esperamos encontrar: Hipótesis 1: la IE se relacionará positivamente con el CP y las RP y negativamente con el SB, y el SB se relacionará negativamente con el CP y las RP. Hipótesis 2: la IE, el CP y las RP tendrán poder predictivo sobre el SB. Hipótesis 3: la IE, el SB y las RP tendrán poder predictivo sobre el CP. Hipótesis 4: la IE, el SB y el CP tendrán poder predictivo sobre las RP. 6. Metodología 6.1 Participantes La muestra de esta investigación está formada por 115 enfermeros/as de un hospital público de Jaén, de los cuales 80 eran mujeres y 35 eran hombres con edades comprendidas entre 22 y 60 años (media = 41,7; DT=9,25). 6.2 Procedimiento Los cuestionarios fueron repartidos durante los meses de febrero y marzo del año en curso a 120 enfermeros del Complejo Hospitalario de Jaén con el consentimiento de los órganos superiores del hospital y con la colaboración de un enfermero activo. De todos los cuestionarios entregados fueron devueltos 115. En ningún momento se les explicó a los participantes los objetivos de la investigación con el fin de evitar el sesgo de respuesta. Al final de las instrucciones se les agradeció su interés y participación. El tiempo de aplicación de los cuestionarios fue de 20 minutos. Para el análisis de los datos se usó el paquete estadístico SPSS statistics versión 19.0 y se realizaron análisis descriptivos, de correlación y de regresión jerárquica siguiendo el método de pasos sucesivos. 25 6.3 Instrumentos 1. “Trait Meta-Mood Scale” (TMMS; Salovey, Mayer Goldman, Turvey y Palfai, 1995; adaptación española de Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos, 2004). Está compuesta por 24 ítems con un formato de respuesta tipo Likert, cuyo rango de puntuación oscila entre 1 (Nada de acuerdo) y 5 (Totalmente de acuerdo). El cuestionario mide tres dimensiones intrapersonales de la inteligencia emocional, cada una de las cuales es evaluada a través de 8 ítems: Atención emocional, entendida como la habilidad para sentir y pensar sobre las emociones; Claridad emocional, definida como la habilidad para entender nuestro estado de ánimo; y Reparación emocional, entendida como la capacidad para moderar nuestras emociones. El alfa de Cronbach es de 0.86 para el factor Atención, 0.90 para el factor Claridad y 0.86 para el factor de Reparación. 2. “Maslach Burnout Inventory” (MBI; Maslach y Jackson, 1981; adaptación española de Seisdedos, 1997). La escala está compuesta de 22 ítems relacionados con el trabajo y las respuestas se registran en una escala tipo Likert que oscilan desde 0 (Nunca) hasta 6 (Todos los días). El cuestionario mide tres dimensiones principales del Burnout: Cansancio Emocional con 9 ítems, entendido como la pérdida de energía y agotamiento; Despersonalización con 5 ítems, que se define como la actitud negativa hacia uno mismo y los demás; y Realización Personal con 8 ítems, caracterizado por respuestas negativas hacia el trabajo y baja autoestima. El alfa de Cronbach es de 0.83 para el factor Cansancio emocional, 0.48 para el factor Despersonalización y 0.77 para el factor de Realización personal. 3. “Subescala de Crecimiento Personal de la Escala de Bienestar Psicológico de Ryff” (SPWB; Ryff, 1989; adaptación española de Díaz y cols., 2006). La dimensión Crecimiento Personal está formada por 4 ítems y miden la capacidad de crecimiento y expansión, así como de apertura a la experiencia y autoconocimiento. La dimensión tiene un rango de respuesta que va de 1 (Totalmente en desacuerdo) a 6 (Totalmente de acuerdo). Su consistencia interna es α=0,71. 4. “Subescala de Relaciones Positivas de la Escala de Bienestar Psicológico de Ryff” (SPWB; Ryff, 1989; adaptación española de Díaz y cols., 2006). La dimensión Relaciones Positivas está compuesta por 5 ítems que evalúan la habilidad para establecer y mantener relaciones cálidas y de afecto con las personas, basadas en la confianza y la empatía. Tiene un rango de 26 respuesta que va de 1 (Totalmente en desacuerdo) a 6 (Totalmente de acuerdo). La consistencia interna α=0.78. 7. Resultados 7.1 Análisis descriptivos y de correlaciones Los estadísticos descriptivos, junto con la fiabilidad (alpha de Cronbach) y las correlaciones entre las variables analizadas en este estudio se muestran en la tabla 1. Tabla 1: Medias, desviaciones típicas, fiabilidad y correlaciones entre las variables del estudio Variables 1 2 3 4 5 6 7 8 -- 1.Atención emocional 2.Claridad 0.30** -- emocional 0.22** 0.63** 0.28** -0.13 -0.14 -0.16 -0.09 0.61** 0.03 0.40** 0.46** -0.34** -0.14 0.006 0.36** 0.41** -0.07 -0.12 0.46** -- -0.13 0.30** 0.42** -0.34** -0.19** 0.37** 0.48** M 25.10 27.21 27.16 17.58 7.9 35.61 19.55 23.86 DT 5.96 5.6 6.1 11.00 5.51 6.77 3.35 4.43 α de Cronbach .90 .89 .88 .90 .70 .80 .72 .71 3.Reparación -- emocional 4.Cansancio -- emocional 5.Despersonalización 0.07 6.Realización --- personal 7.Crecimiento personal 8.Relaciones -- positivas Nota: *p≤ .05; **p≤ .01; ***p≤ .001 Más allá de las relaciones entre las dimensiones de una misma variable, las personas con alta puntuación en Cansancio emocional tienen mayores puntuaciones en Atención Emocional. La dimensión Realización personal se relaciona positivamente con Claridad y 27 Reparación Emocional. La subescala de bienestar psicológico Crecimiento Personal parece asociada positiva y significativamente con las escalas de inteligencia emocional Claridad y Reparación Emocional y con Realización Personal. Además, a mayor nivel de Relaciones Positivas se obtiene mejor Claridad Emocional, Reparación Emocional y Realización Personal y peores niveles de Cansancio Emocional y Despersonalización. Por último y como elemento a destacar, las personas con mejor puntuación en Relaciones Positivas obtienen mejores resultados en el Crecimiento Personal. 7.2 Análisis de regresión Para analizar la influencia entre las dimensiones de la inteligencia emocional, el síndrome de Burnout, el crecimiento personal y las relaciones positivas, una vez controlado el efecto de las variables socio-demográficas, se llevaron a cabo análisis de regresión jerárquica siguiendo el método de pasos sucesivos. Los resultados de los análisis de regresión sobre el síndrome de Burnout, el crecimiento personal y las relaciones positivas se muestran en la tabla 2, 3 y 4 respectivamente. Tabla 2: Análisis de regresión jerárquica sobre el síndrome de Burnout controlando el efecto de las variables sociodemográficas. Predictores Cansancio Emocional F β Modelo 1 Atención emocional .08 Modelo 2 Atención emocional Claridad emocional .13 Modelo 3 Atención emocional Claridad emocional Relaciones Positivas .19 Despersonalización F β Realización Personal F β 10.04 .28** 8.80 .36*** -.24** 9.02 Modelo 1 Relaciones Positivas .29** -.14 -.26** .039 4.58 -.19* Modelo 1 Reparación E. .21 Modelo 2 Reparación E. Crecimiento personal .30 30.33 .46*** 24.97 .32*** .32*** Nota: *p≤ .05; **p≤ .01; ***p≤ .001 28 Los resultados sobre la capacidad predictiva de la inteligencia emocional, el crecimiento personal y las relaciones positivas sobre las dimensiones del síndrome de Burnout se muestran en la tabla 2. Utilizando el análisis de regresión por pasos se obtuvieron tres modelos para el cansancio emocional; un modelo para la despersonalización; y dos modelos para la realización personal. En relación con Cansancio Emocional, un 19% de la varianza fue explicada por el modelo 3. En concreto, se retienen la Atención emocional (β= 0.29; p≤ .01) y las Relaciones Positivas (β= -0.26; p≤ .01) mientras que la claridad emocional tiende a perder su capacidad predictiva. Esto pone de manifiesto que las personas que prestan mayor atención a sus emociones tienen mayores niveles de cansancio emocional. Sin embargo, las relaciones positivas ejercen su influencia negativamente, esto es, las relaciones positivas actuarían como un factor de protección frente al cansancio emocional. En cuanto a la Despersonalización, un 3.9% de su varianza fue explicada por las relaciones positivas (β= 0.19; p≤ .05). Las personas con mejores relaciones positivas tendrán mayor motivación en su trabajo y actitudes menos negativas hacia el mismo. Por último, un 30% de la varianza de la Realización Personal fue explicada por la reparación emocional (β= 0.32; p≤ .001) y el crecimiento personal (β= 0.32; p≤ .001). De este modo, los sujetos que manifiestan una alta habilidad en el manejo de sus emociones y gran capacidad para conocerse a sí mismo y desarrollar su potencial tendrán actitudes más positivas hacia su trabajo y una mejor autoestima. 29 Tabla 3: Análisis de regresión jerárquica sobre el Crecimiento Personal controlando el efecto de las variables sociodemográficas. Predictores Crecimiento Personal F β Modelo 1 Edad .05 Modelo 2 Edad Sexo .08 Modelo 3 Edad Sexo Reparación emocional .22 Modelo 4 Edad Sexo Reparación emocional Realización personal .31 6.2 -.22* 5.4 -.22* .19* 10.70 -.20* .09 .38*** 12.33 -.18* .09 .23* .33*** Nota: *p≤ .05; **p≤ .01; ***p≤ .001 En la tabla 3 se muestran los resultados del impacto de las variables predictoras inteligencia emocional, síndrome de Burnout y las relaciones positivas sobre la variable dependiente crecimiento personal. De los cuatro modelos que se han obtenido, el modelo 4 es el que más varianza de crecimiento personal explica, más concretamente, el 31% de la varianza. Con este modelo, el factor que mejor predice el crecimiento personal es la realización personal (β= 0.33; p≤ .001), de forma que aquellos sujetos con altas expectativas personales y una autoevaluación positiva tendrán un mejor crecimiento y desarrollo personal. Otro factor que mantiene su influencia sobre el crecimiento personal es la reparación emocional (β= 0.23; p≤ .05), de modo que las personas que manejan sus emociones de forma correcta y son capaces de anteponer las emociones positivas a las negativas tendrán mayores oportunidades de crecimiento personal. Por último, la variable edad pierde poder predictivo aunque mantiene su influencia sobre el crecimiento personal (β= -0.18; p≤ .05), mostrando que las personas de mayor edad tienen más limitado su desarrollo personal. 30 Tabla 4: Análisis de regresión jerárquica sobre las Relaciones Positivas controlando el efecto de las variables sociodemográficas. Predictores Relaciones Positivas F Modelo 1 Sexo .036 Modelo 2 Sexo Reparación emocional .18 Modelo 3 Sexo Reparación emocional Atención emocional .24 Modelo 4 Sexo Reparación emocional Atención emocional Cansancio emocional .29 β 4.26 .19* 12.89 .08 .40*** 12.21 .12 .44*** -.25** 11.41 .09 .40*** -.17* -.22** Nota: *p≤ .05; **p≤ .01; ***p≤ .001 En la tabla 4 se muestran los resultados sobre la influencia de la inteligencia emocional, el síndrome de Burnout y el crecimiento personal sobre las relaciones positivas. En función de los resultados obtenidos, el modelo 4 es el que más varianza explica de las relaciones positivas (29%). Entre las características principales del modelo, se observa cómo el sexo deja de influir sobre las relaciones personales a medida que se añaden otras variables. Sin embargo, la reparación emocional (β= 0.40; p≤ .001) mantiene su poder predictivo, de tal manera que las personas que muestran una alta capacidad de controlar sus emociones van a ser capaces de mantener mejores relaciones positivas con otras personas. En cuanto a la atención (β= -0.17; p≤ .05) y al cansancio emocional (β= -0.22; p≤ .01), su influencia sobre las relaciones positivas es inversa, de modo que niveles altos de atención a las emociones y de agotamiento físico y mental provocarán en los sujetos dificultades para mantener o crear relaciones interpersonales. 8. Conclusiones Los principales objetivos de esta investigación han sido comprobar si existen relaciones entre la Inteligencia Emocional (IE), el Síndrome de Burnout (SB) el Crecimiento Personal 31 (CP) y las Relaciones Positivas (RP); si la IE, el CP y las RP tienen valor predictivo sobre el SB; si la IE, el SB y las RP ejercen influencia sobre el CP; y si la IE, el SB y el CP tienen poder predictivo sobre las RP. En cuanto a la relación entre la IE, el CP y las RP he encontrado que altas puntuaciones de claridad y reparación emocional se relacionan positivamente con el crecimiento personal y las relaciones positivas, de forma que aquellas personas capaces de comprender sus sentimientos y emociones y las de los demás y pensar de forma reflexiva sobre esas emociones presentan mejores niveles de desarrollo personal y una mejor calidad en sus relaciones positivas con otras personas. Tal y como sugiere Extremera y Fernández Berrocal (2004), la claridad y la regulación emocional son esenciales para el desarrollo de relaciones interpersonales cálidas y una mejor empatía. En otro estudio de Lopes y cols. (2005) se observa la importancia de la regulación emocional en la obtención de una amistad recíproca (cit. Por Fernández-Berrocal y Ruiz-Aranda, 2008). Además, la IE no sólo tiene una relación positiva con las dimensiones de bienestar psicológico sino que se ha comprobado que la IE influye de manera directa en los índices de bienestar. Así, la reparación emocional tiene un papel fundamental en la predicción del crecimiento personal y las relaciones positivas. Del mismo modo, se han encontrado relaciones positivas y significativas entre algunas dimensiones de la IE con el SB. Por un lado, aquellas personas que han obtenido altas puntuaciones en atención emocional se han relacionado con mayores niveles de cansancio emocional, por lo que aquellos sujetos que prestan mucha atención a sus sentimientos se caracterizan por mayores niveles de estrés y fatiga emocional, posiblemente a causa del desarrollo de una espiral de pensamientos que les lleva a adoptar estrategias de tipo rumiativo frente al estrés. Los análisis de regresión muestran la influencia de la Atención emocional sobre el cansancio, convirtiéndose en el factor que más varianza predice. A pesar de que hay estudios que corroboran este resultado (Vera y cols. 2007) se han encontrado diferencias con otras investigaciones que encuentran correlaciones positivas entre la atención emocional y la despersonalización (Augusto, Berrios, López-Zafra y Aguilar, 2006) y la atención emocional y realización personal (Extremera, Fernández-Berrocal y Durán, 2003). Estos resultados me llevan a pensar que serían necesarias más investigaciones en esta línea para conseguir resultados más concluyentes en cuanto a la relación de la Atención Emocional con las dimensiones del Burnout. No obstante, los resultados obtenidos van en consonancia con la idea de que la excesiva atención a los sentimientos se relaciona con el Burnout, la satisfacción 32 en el trabajo y el autoconcepto de los enfermeros/as (Augusto y López-Zafra, 2010). Por otro lado, los análisis correlacionales muestran que puntuaciones altas en Claridad y Reparación emocional se relacionan con altos niveles de Realización Personal, indicando en el sujeto una mayor autoestima y satisfacción en el trabajo y una menor predisposición a sufrir Burnout (Augusto, Berrios, López-Zafra y Aguilar, 2006). La reparación emocional es la dimensión que mayor influencia ejerce sobre la realización personal en función de los análisis de regresión, mostrando la importancia de la IE sobre el SB. Por último, también se han constatado relaciones entre el SB y los índices de bienestar psicológico. Concretamente, el Cansancio emocional y la Despersonalización se relacionan negativamente con las relaciones positivas mientras que la Realización personal correlaciona positivamente, lo que demuestra que aquellos sujetos con fatiga emocional y sentimientos negativos hacia ellos mismos y al trabajo tienen mayores problemas con las relaciones positivas que aquellos sujetos con alto autoconocimiento y capacidad de desarrollo. Esta relación entre Despersonalización y relaciones positivas puede encontrarse en el estudio de Vera y cols. (2007) donde un mayor nivel de despersonalización se asociaba a peores niveles de apoyo social, mostrando el efecto del Burnout sobre la calidad de las relaciones interpersonales. Siguiendo esta línea, Maslach (2009) apuntaba como consecuencias del cansancio emocional las relaciones negativas con los compañeros de trabajo y con la familia. En cuanto al crecimiento personal, el único factor del síndrome de Burnout que se relaciona de manera significativa y positiva es la realización personal, siendo ésta la variable que mejor lo predice. Los resultados obtenidos han confirmado en parte las hipótesis iniciales: 1. Se ha comprobado la relación positiva entre la IE y los índices de bienestar psicológico y la relación negativa entre IE y SB, y la relación negativa entre SB y los índices de bienestar psicológico. 2. La IE, el CP y las RP tienen poder predictivo sobre el SB. 3. La IE y el SB influyen en el CP, pero no se ha encontrado valor predictivo de la RP sobre el CP. 4. La IE y el SB tienen influencia sobre las RP mientras que el CP no influye en las RP. En general, los resultados que se han obtenido en este trabajo siguen la línea de autores como Augusto, Berrios, López-Zafra y Aguilar (2006) según los cuales existen factores 33 emocionales que se relacionan con la aparición de Burnout por lo que deben tenerse en cuenta a la hora de realizar programas de prevención e intervención en profesionales de enfermería. Además, no hay suficiente evidencia empírica que analice de forma conjunta las relaciones entre las dimensiones de IE, del Burnout y del bienestar psicológico. Por ello, considero que sería necesario seguir investigando en esta línea, controlando el posible efecto de variables como la personalidad y llevando a cabo otro tipo de análisis que permitan establecer conclusiones más definitivas acerca de las relaciones entre estas variables (por ejemplo análisis de mediación). 34 9. Referencias Augusto, J.M., Berrios, P., López-Zafra, E. y Aguilar, M.C. (2006). 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