Con las nuevas tecnologías de secuenciación de genomas se prevé que en un futuro cercano podamos disponer de secuencias genómicas de casi cualquier individuo de la especie humana. Reflexiona sobre las repercusiones que tendrá está ingente cantidad de información genómica en el diagnóstico genético y en la bioética. Consecuencia de los últimos grandes avances en las técnicas de secuenciación de genomas, han surgido muchas voces que auguran que en un futuro no muy lejano cualquier occidental medio podrá tener su secuencia genómica en un chip. Como si se tratase de algo tan cotidiano como el DNI o la ficha médica. No obstante, como todo gran avance en la ciencia, la secuenciación personalizada del genoma es una espada de doble filo. Barack Obama anuncia la secuenciación de un millón de genomas. http://www.elmundo.es/salud/2015/01/30/54cbcd4ae2 704ecc2b8b4576.html Pongamos por ejemplo las teorías de físicos como Albert Einstein, Max Planck, y Ernest Rutherford entre otros. Estas teorías condujeron al desarrollo de la energía nuclear que acabó aportando grandes avances en campos como la medicina, la arqueología, la paleontología, así como un gran desarrollo energético. Por otro lado, este avance también supuso el desarrollo de armas atómicas. Lo dijo el propio el propio J.R. Oppenheimer (director del proyecto Manhattan), quien en los últimos años de su vida acabó obsesionado con una frase proveniente del hinduismo: “Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Por supuesto el hecho de efectuar secuenciaciones personalizadas del genoma no supone ni de lejos un riesgo como el que supuso la invención de las armas atómicas. Sin embargo sí que pueden comportar repercusiones en el campo de la bioética. Por un lado, secuenciar el genoma de los pacientes permitirá desarrollar terapias personalizadas para enfermedades como el cáncer. Así como la aparición de una útil herramienta de diagnóstico i prevención. El hecho de poder prever, las enfermedades con vinculación genética que podría padecer una persona a lo largo de su vida y a la vez acelerar el diagnóstico de estas enfermedades, podría suponer un aumento de la supervivencia de estos pacientes, así como el hecho de evitar terapias más agresivas que se requerirían estadios más avanzados de la enfermedad. Por otro lado la secuenciación del genoma podría suponer una serie de complicaciones a nivel social. Pongamos por ejemplo las aseguradoras: llegaría un momento en el que estas empresas exigirían el genoma a las personas que solicitan sus servicios. Obviamente, al ser su finalidad únicamente económica, podrían quedar sin cobertura personas con altas probabilidades de padecer problemas de salud en etapas más avanzadas de su vida. Observaríamos como al seleccionar personas con pocas posibilidades de sufrir complicaciones en su salud, los beneficios de estas empresas subirían desmesuradamente, mientras una parte de la población quedaría sin cobertura sanitaria. Por otro lado, los bancos ofrecerían planes de pensiones muy ventajosos a personas con una predisposición genética a tener una corta esperanza de vida. Mientras por otro lado, a la hora de contratar a una persona, las empresas podrían exigir evaluar su genoma. Si este fuera el caso, los aspirantes a trabajadores con más posibilidades de pedir una baja en un futuro quedarían marginados del mercado laboral. En resumen: habría una parte de la población que en muchos casos por la mala interpretación de la relación genotipo- fenotipo, y en otros por haber nacido con un genoma “peor”, quedarían marginadas de determinados ámbitos de nuestra sociedad. Llegando al punto de extrapolar la selección natural a una especie de selección social. Podríamos llegar al extremo de que para encontrar pareja, una de las partes exigiera la evaluación de los genomas. En mi opinión no sería extraño que en un futuro, conceptos como el de privacidad genómica se nos volvieran cuotidianos. La gente debería tener derecho a no secuenciar su genoma, y en caso de hacerlo debe tener derecho a no hacerlo público a un ente privado. Ya que al fin y al cabo todo el mundo tiene derecho a conservar la privacidad sobre lo que cada uno es. Y en mi opinión hay pocas cosas tan privadas en el hombre como su genoma, que es, en última instancia la esencia de cada individuo. Legislar respecto a algo de tal envergadura, supondrá des de mi punto de vista, uno de los principales retos de la bioética en los próximos años.