ADOPCIÓN

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ADOPCIÓN
Magda Sarlé i Gallart
Adoptar = recibir como hijo al que no lo es naturalmente /
recibir como propios pareceres, métodos, ideologías creados
por otros / tomar resoluciones o acuerdos con previo examen.
Sinónimo: prohijar.
Filiación = procedencia de los hijos respecto de los padres /
dependencia de una cosa con respecto de la otra / señas
personales.
Introducción
La adopción es la medida más extrema que se puede tomar
dentro del sistema de protección de la infancia en situación de
riesgo o desprotección, por dos razones fundamentales, que no
se dan en las demás alternativas de protección:
- supone un cambio radical de la situación jurídica previa de
todos los implicados.
Jurídicamente, los que eran padres dejan de serlo, quienes no
tenían un hijo pasan a tenerlo y el protagonista central, quien
es adoptado, deja de ser hijo de los primeros y se convierte en
hijo de los segundos.
- su carácter irrevocable. En todas las demás medidas de
protección es posible dar marcha atrás o cambiar de situación,
de manera que una familia puede estar en un programa de
preservación familiar y luego dejar de estarlo, una niña puede
estar en acogimiento temporal y luego pasar a un permanente,
un niño puede estar en un centro y después pasar a una
familia, etc. Pero la adopción es irreversible. De hecho, es
jurídicamente tan irreversible como la filiación biológica, no
habiendo diferencias entre ambas filiaciones en los derechos y
las obligaciones que generan.
La adopción de menores por parte de personas con las que no
guarda relación biológica no es un fenómeno nuevo. Ha existido
en todos los tiempos históricos y en todas las culturas.
La presencia de la adopción en la literatura (Perdita en
Shakespeare, Oliver Twist en Dickens,...) da fe tanto de su
existencia, como de su capacidad para excitar la imaginación en
torno a ella.
La práctica de la adopción tiene su origen en el principio de la
sociedad humana.
Desde los Babilonios hasta los Egipcios, Indios, Chinos y
Romanos, la adopción era una manera de proporcionar un
heredero asegurando así, la sucesión de familias ricas
incluyendo la herencia de sus bienes.
La primera ley de adopción en América emerge en la mitad del
siglo XIX con el pasaje en 1851 del Estatuto de Massachussets,
cuyo propósito es el bienestar de los niños. Hay diferencias
obvias entre la ley de 1851 y las leyes corrientes de adopción,
pero en ambas, el bienestar del niño y los derechos de los
padres están salvaguardados.
En las últimas décadas aparece una nueva noción de “interés
del niño” que va a revelar entre otras cosas una nueva
orientación frente a la adopción.
Un niño es una persona que debe ser respetada como tal. Un
niño tiene derecho a la infancia, período fundamental de
descubrimientos, de formación e iniciación a la vida individual y
social.
Un niño tiene derecho a tener una verdadera familia que le
reconozca como hijo suyo, y a la que él reconozca como su
familia.
Un niño tiene derecho al respeto a la protección que requiere su
vulnerabilidad, la esperanza y los potenciales que encarna.
El niño feliz es el deseado ya sea biológico o adoptado. Un niño
no es responsable de la situación de sus padres ni de sus
actitudes ni de sus fracasos: no debería ser nunca víctima de
ellos.
Aunque no se trata de una novedad, no cabe duda de que en
las últimas décadas la adopción de menores ha adquirido una
magnitud y una visibilidad inusitadas. De acuerdo, con la
estimación de Palacios y Brodzinsky (2005), cada año se
adoptan en los países occidentales entre 120.000 y 150.000
menores, lo que da una idea de la importancia cuantitativa del
fenómeno.
A pesar de todo, aunque haya muchos niños para adoptar y
existan muchos padres que deseen hacerlo, también hay
muchas dificultades burocráticas. Este hecho, hace que
actualmente, ya sea por fines humanitarios o prácticos, haya un
aumento de adopciones de niños extranjeros (Adoption
factbook,1985).
Por otra parte, el aumento de medidas contraceptivas que
permiten disminuir el número de embarazos no deseados, la
existencia de leyes sociales que apoyan a madres solteras y
parejas con dificultades económicas y el desarrollo de técnicas
de procreación, han repercutido en la disminución del número
de adopciones.
Alrededor de todas y cada una de estas adopciones hay una
buen número de intervenciones profesionales que se realizan
por parte de la administración pública responsable de la
protección de menores, por parte del aparato judicial (la
adopción no es una decisión administrativa, sino judicial) y por
parte de profesionales que están implicados en alguna de las
muy diversas actividades profesionales que el fenómeno de la
adopción genera.
Modalidades de adopción
La adopción puede ser nacional o internacional, según que
quienes son adoptados sean o no de nacionalidad española.
La adopción nacional ha existido desde hace siglos, la adopción
internacional es de aparición mucho más reciente, siendo su
regulación jurídica entre nosotros del año 1996, con una
ampliación y puesta al día en la ley de adopción internacional
de 2007.
Los datos estadísticos recientes muestran que:
- las cifras de adopción nacional se han mantenido estables, con
entre 800 y 1000 casos anuales.
- la adopción internacional, entre 1998 y 2004 se produjo en
España un incremento del 273%.
Las causas del predominio de la adopción internacional, pueden
ser:
a. el miedo de los adoptantes a las complicaciones jurídicas de
la adopción nacional. Aunque tienen un carácter absolutamente
excepcional adquieren notoriedad en los medios de
comunicación decisiones judiciales que plantean la interrupción
de acogimientos preadoptivos tras varios años de convivencia
entre quien llegó a una casa para ser adoptado y quienes llevan
varios años ejerciendo como sus padres. Frente a esto, la
adopción internacional parece más protegida de eventualidades,
siendo menos probable que nadie aparezca para reclamar la
vuelta del menor y, si lo hiciera no habría prácticamente
ninguna probabilidad de que eso afectara a la adopción ya
constituida.
b. la adopción nacional concierne con mucha frecuencia a niños
y niñas que ya han cumplido algunos años, o que esperan ser
adoptados junto a algún hermano o hermana, o que tienen
algún problema relevante... o que presentan al mismo tiempo
todos esos rasgos.
Puesto que la mayor parte de quienes adoptan lo hacen tras
tres intentos fallidos de concepción biológica -natural o asistida, en sus expectativas está habitualmente la idea de unas
características (de edad y de ausencia de problemas) que se
parezcan lo más posible a las que se hubieran dado en el caso
de la filiación biológica. Es esa expectativa la que orienta a
muchos solicitantes de adopción hacia otros países, con la
esperanza de un niño o una niña lo más pequeño posible,
deseablemente un bebé sin problemas especiales.
c. el conformismo de las instituciones públicas, centrales y
autonómicas con responsabilidad en materia de protección,
mucho más dedicadas a responder a la demanda que a
encauzarla y mucho más motivadas por los trajines de la
adopción internacional que por reducir drásticamente las
escandalosas cifras españolas de acogimiento residencial.
Cuando la adopción internacional despegó en España, fueron
muchas las adopciones que se dirigieron a Latinoamérica como
una especie de destino natural por proximidad lingüística,
cultural y hasta étnica. Como pronto se hizo evidente que os
niños y niñas que venían de esos países tenían un perfil
parecido a los de las adopción nacional, los solicitantes
empezaron a dejar de mirar a occidente y comenzaron a
enfocarse hacia las adopciones de Europa del este y de países
asiáticos, convirtiéndolas en mayoritarias.
La adopción implica, a menudo, una relación triangular entre los
padres biológicos, el niño y los padres adoptivos.
Hasta hace poco se prestaba muy poca atención a las familias
naturales, en especial, a las madres biológicas que entregaban
su hijo para la adopción. Sin embargo, en las dos últimas
décadas, muchas de estas madres han empezado a expresar
sus sentimientos de culpabilidad, pesar y rabia surgidos de su
decisión.
Los motivos que llevarían a los padres a adoptar, serían el
deseo de perpetuar la familia, la satisfacción de criar a un niño
y hacer la vida de una pareja infértil más viva y significativa con
la inclusión de un hijo.
El niño representa para los padres la posibilidad de subliminar
cierta tendencia libidinal, y también un medio para luchar
contra la frustración narcisista, en cuanto ofrece a los padres la
ocasión de volver a ser niños y superar la propia herida
narcisista. La mayoría de las parejas adoptivas imaginan un
bebé que parece reflejar el que ellos hubieran podido concebir,
pero también existen fantasías relacionadas con la Ley del
Talión: sensación de haber robado un niño a su madre.
Las modalidades de adopción más frecuentes son:
1- La adopción de un niño por parte de parejas estériles o
infértiles, es la más frecuente. La imposibilidad de concebirlo
(esterilidad) o de que el feto no alcance el nacimiento
(infertilidad), pueden ser expresiones de un proceso psicológico
profundamente conflictivo. Para la mujer la esterilidad es vivida
como un golpe, como una gran herida. Para el hombre
comporta un ataque narcisista, ya que la fertilidad es sinónimo
de virilidad.
2- Adopción en parejas fértiles pueden tener finalidades éticas,
religiosas
o
humanitarias.
Dichas
parejas
expresan
conscientemente,
ya
que
sus
motivos
inconscientes
posiblemente los desconozcan, que no tiene sentido concebir
otros niños cuando existen de abandonados. Son parejas,
frecuentemente, con una sexualidad de tipo pregenital, escasas
relaciones sexuales o problemáticas. La adopción constituye,
para estos, una etapa privilegiada que permite tener un hijo
fuera del propio cuerpo.
3- La adopción por parte de personas solas. Con frecuencia, son
personas que presentan problemática respeto a la identidad
sexual, o una personalidad fuertemente narcisista, que ha
tenido dificultad para formar pareja y que, aún disponiendo de
recursos afectivos, presenta problemas para afrontar una
paternidad sexualmente diferenciada.
Resulta difícil decir si es bueno o no para el niño el hecho de ser
adoptado por una sola persona. Hay quien considera que el
pasado
psicoafectivo
perturbado
por
los
numerosos
internamientos en instituciones, los diversos problemas
familiares vividos, el sentimiento de abandono durante muchos
años: hacen que la integración a una nueva familia sea muy
difícil y a menudo imposible, y puede aún serle más difícil con
una persona sola.
4- La adopción por parte de personas con hijos biológicos.
Muchas veces, estos padres creen en su éxito en educar a su o
sus hijos y piensan que pueden ponerlo en práctica con otros
abandonados o con conflictos, confían en sus propias
capacidades paternas, o por el contrario la experiencia con sus
hijos ha sido conflictiva y entonces el adoptado sería un objeto
reparador , que en cualquier caso, deberá ser grato a quien lo
ha salvado de la miseria, del abandono.
Por otra parte, las parejas que han adoptado y luego tienen un
hijo biológico, para el adoptivo, la llegada de otro niño en la
familia, puede resurgir el sufrimiento del abandono.
A pesar de estos presupuestos, la experiencia con familias de
adoptados, hace pensar que muchos padres adoptivos están
motivados por estímulos, equilibrados y sinceros.
Edad de Adopción
Estudios realizados en Gran Bretaña, Norte América y Suecia,
sugieren que cuando los menores son adoptados en edades
tempranas, aparentemente la adopción redunda en un buen
resultado en un 85% de los casos.
Diversos autores (Triseliotis, J. et col. 1992), describen una
relación entre mayor edad del niño y fracaso en la adopción. El
pasado
psicoafectivo
perturbado
por
los
numerosos
internamientos en instituciones, los diversos problemas
familiares vividos, el sentimiento de abandono durante muchos
años... hacen que la integración a una nueva familia sea muy
difícil y a menudo imposible en edades elevadas.
Autores como Yarrow & Klein (1980), destacan la importancia
de realizar la adopción antes de los seis meses, que aún el niño
no ha realizado una vinculación focalizada.
Spitz (1970), en sus estudios, destaca la vulnerabilidad del niño
ante la pérdida del objeto (la madre) entre los ocho y los
dieciocho meses, y la importancia de la relación madre-hijo
para un buen desarrollo psicoafectivo.
Por otra parte, estudios de Tizard (1977), demuestran que
niños mayores pueden ser adoptados exitosamente. Pero hay
que tener en cuenta que algunos niños mayores tienen fuertes
lazos con sus familias y que a pesar del modo en que son
tratados no quieren ser adoptados. Otros, necesitan una
preparación lenta y una introducción gradual a su nueva
familia, y más si este ha tenido otras experiencias fallidas con
familias anteriores. En situaciones como estas el amor no es
suficiente, los niños pueden tener muchos problemas de
adaptación, son muy inseguros, con poco control de los
impulsos y pueden llegar a tener, a veces,
trastornos
psiquiátricos diagnosticables.
A menudo, puede haber una búsqueda de atención con pobres
relaciones
interpersonales.
Ello
implicaría
una
mayor
preparación de las familias que adoptan niños mayores.
Pero de todas maneras, se puede asegurar con toda certeza
que los niños adoptados tienen mejores resultados y un menor
número
de
problemas
psicosociales
que
los
niños
institucionalizados o que forman parte de familias de acogida
temporal. Sin embargo, dichos problemas son mayores que en
la población general.
“Telling “ - Contar al niño que es adoptado
Uno de los asuntos que a los padres adoptivos más preocupa
es cuándo, qué y cómo contar a los niños el hecho de que son
adoptados.
La mayoría de autores (Reitz M., Matson, K.W., 1992), son
partidarios de contarlo lo antes posible. Los padres no deben
esperar a que el niño pregunte, deben tomar la iniciativa,
explicando, hablando, compartiendo la información, siguiendo el
ritmo del niño.
La revelación será más o menos traumática para el niño
dependiendo de la angustia de los padres, de cómo hayan
vivido su esterilidad, de si el niño se siente querido, de si la
pareja está unida, y de si se responde de manera clara y
natural a las preguntas que el niño irá formulando a lo largo de
su desarrollo.
Si la situación de la adopción es escondida por los padres habrá
el peligro de que se enteren a través de otras personas en
edades más frágiles por su desarrollo (pubertad). Este hecho
puede provocar reacciones violentas hacia sus padres o
reacciones interiorizadas “no dichas” pero igualmente
dramáticas psicológicamente. Necesitan información no porque
busquen a sus padres, sino porque el ser humano tiene derecho
a conocer su propia historia que contribuirá al desarrollo de su
identidad y de su personalidad.
El tema de la adopción tiene distintos impactos y significados
según la edad del niño, pues su comprensión y ajuste está
relacionado con la capacidad cognitiva emergente. Lo que la
adopción significa para cada niño en un momento dado depende
de su nivel de desarrollo (Brodzinsky,1990). La revelación a los
niños nunca puede reducirse a un solo momento, ir
introduciendo la palabra mientras ellos tienen un lazo afectivo
con sus cuidadores podría ser de gran valor.
Se tiene que informar de manera natural con las explicaciones
pertinentes según su nivel de desarrollo. Entre los 2 y los 4
años, se puede empezar con hechos simples, proporcionando
información adicional a medida que los niños crecen y empiezan
a entender y a ajustarse a su situación familiar única (Mech,
1973).
Los niños preescolares poseen un pensamiento egocéntrico, por
lo que el hecho de ser escogidos lo encuentran muy positivo. A
medida que van creciendo, la información no es suficiente y
quizás los padres deben estar atentos a que el niño pueda tener
necesidad de una
mayor información. El pensamiento de
abandono está siempre presente.
Los niños mayores, tienen pensamientos acerca de cómo son
físicamente sus padres, pero no necesariamente desean saber
sus nombres. Si hablamos de adolescentes, diremos que su
interés se basa en saber el nivel de educación de los padres, en
que trabajan, qué clase de personas son... pero en el fondo,
quisieran saber que clase de sentimientos tenían hacia él, ya
que el sentimiento de abandono está siempre presente.
Por otra parte, el adolescente-adulto está interesado en sus
antecedentes biológicos, cuando su matrimonio es probable y
ello les lleva, a veces, a realizar intentos de búsqueda de sus
padres biológicos.
Existen dos períodos de vulnerabilidad a la hora de contar que
son adoptados.
- Los chicos que tienen una edad comprendida entre 8 y 11
años se encuentran en un período en el que hay un incremento
de conocimiento que da un aumento de ansiedad respeto a la
permanencia de su sitio en la familia. Surgen fantasías sobre
sus padres biológicos, sobre el potencial que tienen estos de
reclamar a sus hijos y que consecuentemente llevaría al
rompimiento con la familia adoptiva.
Es el momento donde la “perturbación” aumenta en los niños
adoptados y también es la época donde más niños son
remitidos a la evaluación psiquiátrica. A medida que van
creciendo esta ansiedad disminuye.
- El otro período sería el de la adolescencia, en el cual surgen
problemas de identidad caracterizados por la búsqueda de
filiación propia de la adolescencia. Tienen una curiosidad
respecto sus orígenes y una necesidad de conocer su historia
perinatal con el objetivo de completar su sentido del yo.
Algunas veces, las cuestiones que el adolescente empieza a
plantearse sobre los padres biológicos son sentidas por los
padres adoptivos como una negación de su paternidad, y un
ataque que, a veces, no toleran con equilibrio.
Psicopatología
Muchas razones se han expuesto para explicar las alteraciones
en los niños adoptados:
1- Factores sociales y biológicos relacionados con el embarazo y
la experiencia perinatal. Niños nacidos ilegítimamente de
madres que provienen de hogares desfavorecidos tanto
económica como socialmente.
2- Experiencias del niño desde el inicio de la adopción hasta la
colocación final en una familia adoptiva, incluyendo el posible
paso por una institución. El paso por esta puede provocar
problemas de adaptación en la vida familiar.
3- Interferencia en la formación de vínculos en la vida
temprana, con los efectos que puede tener en el desarrollo de
la personalidad.
4- Los conflictos propios de la adolescencia también los
encontramos en los adolescentes adoptados. Hay autores que
destacan una prevalencia de: conductas de fuga, agresividad,
conductas sexuales desviadas, conductas delictivas, problemas
de identidad, inseguridad (ante la capacidad de formar una
familia en un futuro y llegar a ser un buen padre o una buena
madre). El pensamiento de abandono está siempre presente.
Estos problemas de identidad e inseguridad son provocados
por sentimientos de ambivalencia: “soy bueno porque he sido el
escogido, soy malo porque he sido el abandonado”. Dichos
problemas, se ven complicados por la búsqueda de información,
propia del adolescente, que surgen de la confusión e
incertidumbre de sus orígenes desconocidos.
Brinich (1990), destaca una prevalencia de baja autoestima,
sentimientos de pérdida y problemas de identidad en niños
adoptados. Como en todos los niños, el desarrollo de un niño
adoptado no dependerá solo de las características individuales
de cada uno, sino también del sistema familiar donde se
encuentre y en el contexto en el que viva.
5- Hay que tener en cuenta la etiología genética que, podría
contribuir, a un incremento de la psicopatología del niño
adoptado. El comportamiento antisocial acostumbra a ser una
de las alteraciones más documentada en relación con estos
niños. Los factores genéticos que podrían estar asociados a este
tipo de comportamiento serían la delincuencia, alcoholismo y
algunos trastornos psiquiátricos de los padres biológicos
(Hednick et al., 1983; Bochman & Sigvardsson, 1985), pero se
ha comprobado que niños adoptados por familias conflictivas,
entendiéndose en este caso, conflictos legales, conflictos con la
droga... tienen también
disociales.
probabilidad
de
tener
problemas
La adopción en sí no constituye una patología para los niños,
pero se ha observado que hay algunos períodos en que los
niños son más frágiles y la situación de ser adoptado puede
influir en su desarrollo. Hablamos de periodos como: el
momento de la adopción, la búsqueda de filiación en la
adolescencia, dificultades de integración de los niños de otras
razas, adopción por parte de padres que ya tienen otros hijos
biológicos...
Chess (1969), cree que los problemas que ocurren entre padres
y niños adoptados son idénticos a aquellos que ocurren, dadas
las mismas personalidades y circunstancias, si los niños no
fueran adoptados. Ello lo atribuye al hecho de que los padres
tienden a asumir que lo que les pasa a ellos o lo que a ellos les
preocupa es lo que a sus hijos les preocupa también.
Por lo tanto, los padres proyectan sus propias incertidumbres
en sus hijos. Cree que la adopción no es el núcleo de las
dificultades sino más bien un factor secundario y complicado.
Sin embargo, si que podría llegar a ser una fuente de estrés en
la adolescencia, particularmente cuando la identidad y la
seguridad surgen dentro de conflictos internos con los padres y
de fantasías compensatorias respecto a sus padres naturales.
Por lo tanto, en toda clase de psicopatología que los niños
presenten, no hay que olvidar que la adopción afecta a todos
los miembros de la familia, en sus relaciones familiares y en la
adaptación interpersonal requiriendo un trabajo con toda la
familia.
La paternidad adoptiva
La “concepción” de un hijo adoptivo tiene que ser vivida por los
futuros padres con ilusión y placer, aunque el niño no esté
físicamente presente durante el proceso de “gestación”. La
mayor dificultad de la realidad adoptiva está en el hecho de que
el niño, a diferencia de lo que pasa en el embarazo, no está
presente (no es real) durante la demanda, y la pareja,
sobretodo, la mujer tiene que enfrentarse a una gran tarea
mental (niño pensado).
Aun con las mejores circunstancias, también hay desafíos en el
desarrollo de la relación recíproca entre el padre y niño. Hay
diferencias de comprensión entre el padre y niño por lo que se
refiere a la responsabilidad, al nivel de actividad, y otras
características.
Esta relación se ve dificultada por:
- Las marcadas diferencias genéticas, el enfoque del padre y
niño pueden ser sobre todo los problemas en la adopción.
- Las relaciones del niño se pueden haber roto varias veces
anteriores, por consiguiente, tiene actitudes ambivalentes a la
relación con los nuevos padres.
- Las diferencias en inteligencia entre los padres adoptivos y el
niño adoptado también pueden crear problemas.
- El curso legal de adopción que no se finaliza durante muchos
meses y los padres están esencialmente en la probación para
ese periodo de tiempo, también puede impedir el desarrollo de
la relación.
- Los derechos de los padres biológicos continúan siendo una
amenaza, en que las cortes pueden quitar a un niño
tardíamente de los padres adoptivos.
- Otros problemas de importancia que pueden causar
atenuación de los padres son la ambivalencia social con
respecto a la adopción y la desaprobación de abuelos de la
adopción.
A partir del abandono del proyecto de paternidad biológica se
iniciará el “enamoramiento” del niño que se convertirá en su
hijo adoptivo.
Los padres adoptivos deben reconocer emocionalmente que el
niño adoptado es un reemplazo del niño que ellos no pueden
tener. Si los padres no pueden afligir los deseos
adecuadamente para su niño biológico, la magnitud y
naturaleza de su atadura al niño adoptado puede afectarse.
Además, puede haber una analogía paternal de confusión para
el niño, sobre tener dos juegos de padres. El padre puede
mantener una fantasía sobre una identidad dual del niño el
natural y el adoptado. Si la aceptación emocional es insuficiente
para la alternativa de adopción puede acompañarse por una
imagen idealizada del niño natural.
Las parejas experimentan muchos meses de preparación para
la paternidad a lo largo del embarazo. Las manifestaciones del
embarazo son un enfoque para estimular a ambos padres para
los cambios que ocurren en la relación matrimonial. El
nacimiento del nuevo niño se anticipa cada vez más. La pérdida
pendiente de libertad y de ser capaz para asistir a uno propio,
hacen que necesitemos enfrentarnos a los varios aspectos del
proceso de embarazo.
En la adopción, estos procesos se tienen que cuidar porque no
hay ningún embarazo y, a menudo, porque no puede predecirse
cuando un niño estará disponible para la adopción.
Es un peligro para la relación entre el niño y el padre, cuando
se vive la adopción como un rescate. Cuando hay frustración en
los padres, la fantasía del rescate de un niño genera conflictos
inherentes al niño y malas contestaciones de los padres
adoptivos. Pueden crearse problemas a raíz del fracaso para
trabajar la pérdida del niño que uno no puede tener. Cuando el
niño ha tenido la suspensión significante del pasado y
exhibiciones de secuelas emocionales, incluso el mejor padre
adoptivo se sentirá rechazado probablemente
amigabilidad indistinta o la conducta provocativa.
por
la
Los padres adoptivos a veces sienten que su derecho para ser
los padres del niño es tenue. Esta actitud puede ser el resultado
de la mala resolución de las pérdidas y problemas inherentes al
desarrollo de la paternidad adoptiva y de su proceso mental.
Los padres adoptivos como resultado, no pueden asumir el
papel lleno de paternidad por lo que se refiere a proporcionar la
guía y el mando que refuerzan sentimientos de seguridad y la
misma confianza en los niños.
Para la madre biológica, su niño es, o era, parte de ella. Para la
madre adoptiva, el niño era parte de alguien más. Esto puede
relacionar el nivel más apacible de las dificultades de atadura y
del sentimiento de los padres titulados al niño. Cuando hay
dificultades en la adopción, a menudo se puede observar que en
el padre le resulta difícil admitir las expresiones instintivas del
niño adoptivo, en gran variedad de áreas, como en la limpieza,
la curiosidad sexual, la agresión, y, muy frecuentemente,
comiendo. El lado instintivo del niño es el punto de
prohibiciones fuertes y rápidas y expresiones de expectativas
negativas.
A menudo, cuando los padres traen a sus hijos adoptados a la
consulta psiquiatrita es por un alto grado de preocupación por
la conducta del niño. Típicamente la conducta sexual en las
muchachas y la conducta agresiva en los muchachos. El grado
de preocupación paternal es notable, y generalmente
desproporcionado a la conducta real que el niño está
exhibiendo.
Una fuente de esta preocupación se relaciona con las fantasías
de los padres adoptivos de la conducta y personalidad de los
padres biológicos, y de quien también imaginaron debilidad,
inmoralidad, o inestabilidad que les llevó a la adopción de su
niño. Las mentes de los padres adoptivos pasan por una
ambivalencia entre "nuestro niño bueno" y "su niño malo".
Otro aspecto importante es la culpa. Las fantasías de los padres
adoptivos con respecto a los padres biológicos les hace sentir
culpables y temen que esto involucre sobre la conducta del
niño. Estos fenómenos predisponen a los padres adoptivos a
desarrollar un retrato paternal inexacto, por los aspectos
imaginados sobre los padres biológicos de su niño. Así, los
padres adoptivos pueden tender a dar una certeza excesiva al
niño para suavizar su propia ansiedad y su culpa por tener
alguien más sobre el niño.
La adopción abierta puede mitigar esta situación a través del
azulejo del conocimiento reforzado de los padres adoptivos o
del conocimiento de los padres biológicos. Alternativamente, en
algunos casos este conocimiento puede sacar las expectativas
paternales más negativas e incrementar las fantasías negativas
de los padres adoptivos.
Las preocupaciones y ansiedades paternales podrían tender a
expresarse con prohibiciones innecesarias, y sobre todo en la
conducta sexual y agresiva. La imagen antisocial de los padres
adoptivos puede tener efecto peculiar en el niño.
El niño está entre dos juegos, y esto le dificulta la fusión de un
buen intrapsychic, entre la mala imagen que percibe de los
padres con prejuicios sobre las relaciones y la real
identificación. El niño puede ser vulnerable al desarrollo de una
identidad negativa. Porque la combinación infeliz de la fantasía
del niño de lo que puede ser como fruto de sus padres
biológicos pero viviendo a su vez en casa de otros padres. La
expresión infortunada de los padres adoptivos crea más
expectativas negativas al niño.
La hostilidad del niño frente sus padres adoptivos es usual en el
desarrollo de la nueva situación, pasando por la expresión de
rabia de haber sido abandonado.
El rechazo del niño de sus padres adoptivos puede servir como
una inversión ilusoria de la realidad dolorosa de su historia
personal, por vía de identificación con el rechazo los padres
biológicos. A menudo esta expresión es inmediatamente
evidente con la conducta provocativa. Esta conducta
antagónica, agresiva, sirve como una defensa contra sentirse
vulnerable y es una de las primeras razones por las que envían
los niños adoptivos a la terapia.
En la situación del tratamiento, el terapeuta debe entender el
sentimiento del rechazo del adolescente y dejar espacios donde
el niño pueda compensar sus necesidades. Para reparar la
lesión narcisista que a menudo exhibe el niño adoptado es a
través de la narración de historias increíbles. Historias
relacionadas con poseer riqueza, automóviles caros, gran
reserva mental y atributos físicos.
Los niños pueden tener habilidad física e intelectual, pero
presentar señales mínimas de perturbación emocional. Este
fenómeno es bastante resistente, así que la psicoterapia puede
ayudar a la interpretación del significado que se da a la
adopción para que las emociones no inunden la elaboración del
tema.
Frente la llamada de atención del padre falso, negativo,
descuidado, el terapeuta no puede impulsarse a despedir estas
producciones, sino dar énfasis a la dificultad formulada por las
intervenciones expresadas con su conducta. Las contestaciones
por parte del terapeuta tienen que reflejar el deseo de mejorar
la situación y autoestima.
Las fantasías y pensamientos repetitivos son muy sensibles a la
mejora de la autoestima, en esto ayuda mucho el desarrollo de
una favorable alianza terapéutica. Cuando también mejoran
otras relaciones, es porque se ve el resultado del trabajo del
terapeuta con los padres y/o profesionales de la escuela.
La situación ideal por resolverse éstos y otros problemas, es
cuando los niños están en buenas casas adoptivas y el
terapeuta puede trabajar con el niño y los padres adoptivos
juntos.
El problema de algunos niños adoptados es la creación de una
auto-representación como un niño a querer. Existen
limitaciones prácticas en la terapia. No se puede olvidar que el
niño adoptado ha sido rechazado o se ha abandonado. Ésta es
una razón del por qué adoptar niños es un desafío terapéutico
particularmente difícil.
Cuando hay problemas, a menudo es por una combinación de
factores. Los padres pueden haber trabajado insuficientemente
la posibilidad de tener un hijo biológico, o pueden haber
aceptado a la adopción de un niño sin ser conscientes de que
este niño tiene su pasado y sus capacidades. Su preocupación
por la conducta problemática del niño tiene un efecto
paradójico, él empieza a identificar las expectativas de los
padres y actúa de acuerdo con ello. La falta de sentimientos de
entidad biológica de los padres hace tambalear su confianza;
por consiguiente, sus esfuerzos por dirigir y los límites fijos son
inefectivos.
La frustración paternal lleva a la hostilidad creciente, activando
la ansiedad de separación del niño. Es frecuente que los niños
adoptados traten la ansiedad de separación de manera
contrafóbica por lo que se desencadena la conducta provocativa
y hace empeorar la situación.
En el caso del adolescente adoptado que presenta conductas
inadaptadas es importante prestar una particular atención a sus
dependencias y necesidades defensivas para resolver sus
acciones pseudoautónomas impropias. Las relaciones de padres
y adolescentes adoptados hospitalizados son más problemáticas
que aquéllas de adolescentes no adoptados hospitalizados.
La ruptura de una adopción se refiere a las adopciones que
retornan el niño a la agencia de adopción o por problemas en la
legalización formal. Se han identificado varios problemas que
contribuyen a la ruptura: la habilidad limitada del niño de
encajar a la nueva familia, los impedimentos de la familia
biológica, las expectativas de los padres de un niño menos
difícil, la esterilidad irresoluta, los huecos en la información e
historia del niño, y el apoyo inadecuado para los padres
adoptivos.
Hay factores que predicen las disrupciones, como: tener malas
experiencias en adopciones anteriores, la edad de adolescencia
en el momento de la adopción, la adopción por un padre que
nunca ha criado hijos, el número de problemas del niño, y el
alto nivel de educación de la madre adoptiva.
La población identificada con el mayor número de problemas y
rupturas son las adopciones de niños con necesidades
especiales.
Cuando ocurre la ruptura de la adopción, la consecuencia
emocional es intensamente negativa para el niño y para los
padres adoptivos. No sólo el niño, sino también las familias
adoptivas necesitan apoyo post-disrupción.
Es importante para un terapeuta estar familiarizado con los
desafíos y diferencias de las familias adoptivas. Obteniendo una
percepción familiar aceptada y conseguir la autorización para
dar ayuda paternal considerando a su niño.
La familia adoptiva se experimenta dentro de un cúmulo de
fuerzas entrelazadas. Las fantasías de los padres adoptivos, los
miedos, y la posible percepción del niño de falta de entidad
pueden perjudicar en sus habilidades como padres. El niño
adoptado puede presentar conductas mal adaptadas por la
necesidad de dominar el abandono temprano. Así esta
alimentando los miedos de los padres adoptivos y las fantasías
con respecto al pasado de los padres biológicos y el futuro del
niño. Con los desafíos de la adopción, el terapeuta familiar
adopta por una posición empática con los padres y el niño.
Pudiendo contener sus ansiedades y conflictos, y actuar con el
objetivo de dar resolución a sus experiencias individuales y
compartidas.
La adopción continúa cambiando, y seguirá ofreciendo a niños
que necesitan casas la oportunidad de vivir con personas que
desean tener un niño. Generalmente son parejas que han
tomado las decisiones difíciles de manera consciente y ha
representado un gran esfuerzo para la mayoría de los padres
biológicos.
Aunque el terapeuta tenga que conocer las necesidades,
diferencias y dificultades de las familias adoptivas, es
importante tener presente que la mayoría de las adopciones
van bien.
Intervenciones profesionales en adopción
Hace años, en la mayor parte de los casos de adopción la
intervención profesional consistía fundamentalmente en llevar a
cabo la valoración de idoneidad de las parejas y en asignar a las
declaradas idóneas uno de los bebés adoptables, llevando a
cabo posteriormente un cierto seguimiento que confirmara que
todo estaba evolucionando correctamente.
En los últimos años, las cosas han cambiado notablemente,
debido al perfil de los menores adoptables que se ha ido
haciendo crecientemente complejo en cuanto a edad,
características (presencia de hermanos, necesidades especiales
de algún tipo,...), y procedencia (adopción nacional,
internacional); y también debido al perfil de los adoptantes:
parejas con problemas de fertilidad, personas sin pareja,
parejas con hijos previos (biológicos o adoptivos) y las parejas
formadas por personas del mismo sexo (cambio legislativo de
2005).
La adopción internacional ha complicado las cosas, porque
mientras que en la adopción nacional sólo rigen las leyes
españolas, en la internacional entran también en juego las del
país de origen del menor. Además, son muchos los países que
exigen seguimientos durante un cierto tiempo después de la
adopción. Y, finalmente los adoptantes o los adoptados que
buscan ayuda para resolver algún problema o hacer frente a
alguna dificultad, lo que extiende la necesidad de intervención
profesional mucho más allá del momento de la formalización de
la adopción.
Actuaciones profesionales:
- Información previa a la toma de decisión
- Formación para la adopción
- Valoración de idoneidad
- Asignación de menores a familias
- Seguimiento después de la adopción
- Apoyo post-adopción
En la actualidad, los profesionales están en los servicios de
protección de las entidades públicas, o trabajan para alguna de
las más de cuarenta entidades colaboradoras acreditadas en
España para la mediación en adopción internacional (llamadas
ECAIs), o bien trabajan ocasionalmente en temas de adopción
al amparo de convenios entre la administración autonómica y
los colegios profesionales del trabajo social y la psicología (el
llamado TIPAI, un turno de intervención profesional en adopción
internacional por el que profesionales externos al sistema, tras
una formación colaboran en tareas de valoración de idoneidad).
Programa de formación para la adopción
Cada grupo de formación está compuesto por unas 15
personas, siendo las sesiones coordinadas por dos profesionales
(uno del trabajo social y otro de la psicología). Se trata de
sesiones en las que predominan las actividades de grupo, con
un fuerte énfasis en la participación, la expresión de vivencias y
la discusión abierta.
En cada una de las sesiones se incorporan testimonios de
adoptantes o de adoptados grabados en video y relevantes para
los temas fundamentales en el proceso de adopción: la
motivación para adoptar, los perfiles y características de
quienes esperan ser adoptados, la preparación de la llegada y
cómo facilitar la adaptación, el análisis de los problemas más
frecuentes y de las respuestas educativas que pueden ser más
adecuadas, la temática de la comunicación sobre la adopción y
la búsqueda de los orígenes, las características especiales que
implica la adopción de niños o niñas mayores, o con hermanos,
o con necesidades especiales, etc.
A lo largo de las sesiones se aprende y reflexiona, y también es
una buena ocasión para el establecimiento de unas redes
sociales duraderas con otros participantes en las sesiones.
Valoración de idoneidad
La valoración de idoneidad es uno de lo pocos requisitos que la
ley española establece para la adopción.
En 2009, el Ministerio encargó la elaboración de un manual de
criterios técnicos en relación con la valoración de idoneidad, la
asignación de menores a familias y el seguimiento postadopción (Palacios, 2009).
El argumento básico del modelo es que todas las intervenciones
profesionales en adopción deben tener como su eje argumental
fundamental, por una parte, las necesidades de los niños y
niñas adoptadas, y por otra, las capacidades adultas que se
consideran necesarias para responder a esas necesidades. Así,
la formación para la adopción o la valoración de idoneidad
deberán centrarse en estimular (formación) o determinar la
presencia (valoración) de esas capacidades en relación con
aquella necesidades.
La asignación de menores a familias deberá tratar de asegurar
al máximo que cada niño o niña vaya a una familia con
capacidad para responder adecuadamente a sus específicas
necesidades, porque una familia concreta puede ser muy
adecuada para hacerse cargo de un determinado menor, pero
no para a sumir la responsabilidad de criar o educar a otro.
La propuesta incorpora protocolos de valoración de idoneidad
tanto en los aspectos psicológicos, como en los sociales. Para
cada uno de los contenidos fundamentales (relevantes en la
lógica necesidades-capacidades) se presentan indicadores de
cómo proceder a la valoración, así como un análisis de los
indicadores favorables y de riesgo.
El protocolo contempla aspectos específicos para la valoración
de solicitantes homosexuales y también de solicitantes
monoparentales.
El seguimiento post-adopción consistirá en analizar en qué
medida las necesidades del menor están siendo adecuadamente
atendidas, así como en ver si es posible aumentar las
capacidades adultas para darles una adecuada respuesta.
Las áreas de problemas más frecuentes tiene que ver con
temas jurídicos, de salud, de desarrollo, de problemas de
conducta, de dificultades en relación con el apego, de temas
que tiene que ver con las pérdidas, de comunicación sobre
adopción y de búsqueda de orígenes (búsqueda de
información).
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